El arte de amar 2
Una vez que se corrió, besé su boca con un beso muy intenso y muy apasionado lleno de dulzura que le dio la seguridad de que lo que había pasado era maravilloso ....
Recomiendo leer “El arte de amar 1” para aquellos que quieren tener una idea más concreta de los antecedentes con mi amante y sin más paso al inicio de este relato.
Como comenté anteriormente, los encuentros publicados no abarcan todas las veces ni siguen una secuencia cronológica. De hecho mi intención es publicar cuatro relatos y este es el segundo. Tampoco soy escritor ni deseo serlo ni quiero recibir consejos de redacción.
En esta ocasión mi amante venía a mi ciudad y tenida una reunión complicada que acababa al medio día de un viernes. Estaba muy estresada por lo que la animé para su reunión a través del chat, y a la vez estábamos muy excitados por la posibilidad de un nuevo encuentro sexual.
Convenimos en vernos después de la reunión pero no le di ningún detalle acerca de mis intenciones, tan solo le dije que se concentrara en su reunión y que yo me encargaría del “después” empezando por recogerla en la puerta del edificio en donde estaba citada.
El edificio es un rascacielos céntrico con 25 plantas de altura, planta más o planta menos y desde las plantas de arriba se puede ver el “skyline” de la ciudad. Este edificio al igual que otros de su género tiene pequeños apartamentos pensados para directivos solteros o que trabajen en la ciudad y que abandonan el fin de semana cuando retornan con sus familias y pequeñas oficinas con todo tipo de servicios, incluidos los servicios sexuales que también forman parte de su oferta. Casualmente recordé que hace años había un negocio dueño de unos 5 apartamentos que si los llamabas con antelación te lo alquilaban por horas o por días y así lo hice, alquilando un apartamento por 2 horas, que era el tiempo que disponíamos antes de que ella tuviera que tomar el medio de transporte que la llevara a su ciudad. Para sorpresa mía el negocio había crecido y ahora deben de gestionar una docena de apartamentos.
Los apartamentos tienen una puerta de madera con una mirilla que te permite ver un inmenso pasillo de apartamentos y la insonorización acústica es bastante mala, puedes oír las noticias del vecino sin encender la televisión. Una vez dentro del apartamento hay una pequeña sala comunicada con el dormitorio y al frente una cocina que siempre te la entregan provisionada de refrescos y algo de alcohol, un equipo de sonido estéreo, y si sales de este área alcanzas un pasillo que termina en un baño grande.
En cada cita quiero hacer algo especial y diferente, pues si decides vivir una aventura tiene que ser eso, una aventura intensa y excitante.
Llegué al edificio tal y como había convenido con mi amante y dejé aparcado mi coche en el parking del edificio. Lo primero que hice fue seleccionar muy bien el sitio para dejar el coche y encontré un sitio que seguro que estaba libre de cámaras y desde el cual pudiera avistar con algo de antelación la aproximación de una persona o un coche. El sitio donde aparqué era de menor concurrencia general pero tenía un túnel de lavado con un único empleado, un varón de unos 30 años. Desde el sitio que elegí podía dominar la situación y prever unos segundos antes cualquier eventualidad o sorpresa. Solo añadir que si estás decidido o decidida a hacer perder la cabeza a tu acompañante, debes tú de conservar algo de cabeza por lo que pueda pasar.
Cuando me reuní con mi amante en la puerta convenida, la dí un beso en la boca, no demasiado apasionado porque la incómoda que la pudiera reconocer alguien de su entorno profesional. El beso en la boca siempre la hace entrar en inmediata confianza conmigo y sin duda sus labios de arriba son la llave de sus labios de abajo. La pedí que me acompañara al coche y mientras caminábamos la comenté que no hay nada mejor para liberar el estrés que un buen masaje en los pies. El camino fue escaso de palabras pero no nos sentimos incómodos y finalmente llegamos al coche. Abrí la puerta del acompañante (Siempre lo hago) como sí fuéramos a ir a algún sitio, la quité su abrigo y su ordenador y los metí en el maletero del coche, argumentando por su comodidad.
Mi amante estaba sentada esperando que cerrara su puerta para irnos, momento en el que me puse de rodillas con la puerta abierta, saqué sus pies del coche y empecé a quitarle los zapatos recordándole lo que le había dicho minutos antes acerca del estrés y los pies. En este momento la sorpresa abandonó su rostro y dejó paso a su curiosidad. Yo continuaba con lo mío que era despojarla de sus medias de goma con sujeción en los muslos, con algo de guerra, hasta obtener sus dos piernas desnudas. Antes de que pudiera decir nada empecé a masajear sus pies con las manos como si realmente los estuviera adorando y a meterme los dedos de los pies en mi boca como si cada uno se tratara de su sexo y pudiera recibir placer a través de ellos. Solo le dije que sintiera la sensación de poder al tener un ejecutivo de rodillas liberando su estrés y adorando sus pies en medio de un día de trabajo y continué así por unos minutos.
Al principio de este propósito gozaba a la vez que se asustaba cuando escuchaba un coche o los pasos de alguien, pero en su lucha sucumbió ante el placer y las sensaciones se adueñaron de mi amante que empezó a gozar de mi dedicación hasta el punto que pasó a no importarle nada. Gemía de placer y soltaba ese maravilloso aroma que tienen las mujeres excitadas. Seguí devorando sus dedos y de vez en cuando dejaba caer uno de sus pies desnudos sobre mi pantalón para que palpara la dureza de mi polla con la planta de su pie desnudo, a la vez que le decía que estaba desesperado por follarla. En este momento ella se subió la falda a la cintura y sin retirar su tanga se empezó a masturbarse frenéticamente frente a mí mientras yo seguía masturbando sus pies. Cuando estaba a punto de correrse paré de chupar los dedos de sus pies y le anuncié que el chico del túnel de lavado podría oírla y que acabaría haciendo una paja a consta de sus gemidos placenteros. Mi amante aceleró con desesperación como si se tratara de una carrera entre obtener su placer y no ser pillada infraganti por un intruso.
Una vez que se corrió, besé su boca con un beso muy intenso y muy apasionado lleno de dulzura que le dio la seguridad de que lo que había pasado era maravilloso y que alejara cualquier temor o carga de culpabilidad. Lentamente empecé a vestirla y la ayudé a salir del coche para dirigirnos al edificio. Mi amante no sabía que había alquilado un apartamento con lo que no entendía el retorno al punto de encuentro y a la vez seguía excitada y con ganas de apoderarse de mi polla y hacerse su dueña.
Una vez en el edificio, fuimos al apartamento, y además de resultarle sorprenderle la existencia de este tipo de negocios, le agradó el nido que había conseguido para los dos. En ese momento y después que ella diera un breve vistazo a nuestro apartamento, la hice el comentario de si podía imaginar a los directivos y directivas de su reunión con los pantalones abajo suplicando placer dentro de estos apartamentos. Este comentario la volvió a desatar y fue el momento apropiado para hacerle mi propuesta:
“Recuerdas alguna película para todos los públicos en el que los amantes están tan desesperados por disfrutarse, que el la folla contra la pared sin piedad hasta que se corren En algunas películas, en la tórrida escena, la chica está de frente y en otras de espalda sujeta por la nuca o por el pelo. Eso es lo que quiero que hagamos pero en la puerta, de forma que si estás de frente yo alcanzaré a ver el pasillo por el visor de la puerta y si estás de espalda serás tú la que puedas ver el pasillo”.
A continuación la hice callar para que fuera consciente de lo que se podía escuchar de otros apartamentos si prestaba atención, debido a la mala insonorización; mientras la despojaba de toda su ropa, dejándola esta vez solo los zapatos de tacón. Yo por mi parte me quedé absolutamente desnudo para nuestro propósito. Nos costó algo de trabajo perder la ropa porque había un intercambio de besos y caricias debido a nuestra excitación que nos dificultaba dejar nuestros cuerpos desnudos.
Sin más preámbulos empecé a follarla lentamente de frente, agarré una de sus piernas y la subí a la altura de mi cintura y no paraba de bombearla mientras ella estaba de pie sujeta por su pierna sobre un tacón y por mi polla que habitaba el centro de su sexo. Así estuvimos durante 10 minutos en lo que lo único que hicimos fue cambiar la pierna en la que se apoyaba y yo sujetaba. El bombeo de mi polla cambiaba continuamente de ritmo y se deslizaba suavemente si subía su pierna izquierda y más toscamente y con más fricción si la pierna que estaba arriba era la derecha. Esta diferencia se debe a que mi polla tiene una ligera inclinación hacía uno de los lados. Los cambios de pierna a ella le suponía experimentar de nuevas sensaciones.
En esos diez escasos minutos se corrió cuatro veces y empezaba a estar cansada de los equilibrios con las piernas, momento en el que decidí que quedara contra la puerta de frente y empezar a penetrarla desde atrás. Ella se sentía más excitada al ver el pasillo, al sentir más equilibrio y arqueaba sus caderas para conseguir que las penetraciones fueran más naturales y seguimos así durante 15 minutos, logrando correrse otras tres veces y cuando estábamos de camino a su cuarta, caminada una pareja por el pasillo y tomó verdadero interés por vigilarles mientras obtenía su placer. Por mi parte viendo su interés y escuchando los pasos del pasillo empecé a embestirla salvajemente haciendo que sus pechos y su frente se estrellara contra la puerta para no dejar ninguna duda a la pareja del pasillo que lo hacíamos contra la puerta. Ella cumplió bien su cometido porque empezó a gemir como una loca poseída por el placer y presa de la excitación y consiguió en menos de un minuto su cuarto y quinto orgasmo.
Como yo también quería ser testigo de lo que ocurría la puse de frente mientras la follaba y ahora era yo el que veía el pasillo. Era un matrimonio de unos 55 años, bien vestidos y con sus cuerpos algo deformados. Seguro que la última vez que follaron había sido antes de la guerra civil. La señora quería avanzar pero su marido se lo impidió y la obligó a agarrar su polla sobre el pantalón mientras magreaba su pecho. La mujer mayor estaba excitada por lo que le hacía su marido y mi amante a parte de gemir hacía lo propio para cambiar de posición y ser ella la que veía el estrago de sus gemidos. Cuando ella estaba mirando la susurré al oído que ella era capaz de hacer correr la polla de ese señor con el solo sonido de su boca y se volvió a correr con mi comentario. Yo volví a recuperar mi posición de vista privilegiada y la señora se llevaba a rastras a su marido para su apartamento donde imagino que se lo folló sin ningún tipo de miramiento. (Si el marido no se la folló va a tener broncas por lo que le queda de vida).
Ahora volví a follarla buscando solo mi placer y me corrí en su interior. En esta ocasión ella no llegó a su meta por lo que una vez liberado el semen de mi interior la mantuve recostada contra la puerta y me senté en medio de sus piernas y le dí un dulce sexo oral hasta que se corrió. Saboree todos nuestros fluidos mezclados en el que predominaba el sabor salado de los suyos. Me puse en pie, la alcé en mis brazos y la llevé encima de la cama donde la deposité cuidadosamente. Encendí un cigarrillo y mientras fumé acaricie con mis manos su cuerpo, su vientre y su sexo. Sorprendentemente la excitó más las caricias suaves sobre su vientre a la altura del ombligo, mientras terminé de fumar.
Empecé por comer sus pechos y mordisquear sus pezones y descubrí que su pezón derecho es menos sensible, pero si mordía su pezón izquierdo enloquecía. No todas las tetas son iguales aunque pertenezcan a la misma propietaria. Mordí tantas veces su pezón izquierdo que estaba a punto de correrse y pese a no estar tocando su sexo. Un poco antes de que se corriera empecé a besar el pezón más insensible y sin que ella pudiera verlo venir agarré con la punta de los dedos su pezón sensible pellizcándolo, elevándolo y soltándolo y eso la ocasionó un orgasmo que la pilló por sorpresa y que liberó con un aullido solitario ausente de gemidos que anunciaran su punto álgido de placer.
Para ese momento mi polla estaba dura como una piedra e hice el amor con ella durante unos 20 minutos en el que ella se corrió un par de veces más y yo la mía. Me encanta empezar follando como animales y terminar haciendo el amor y ella lo sabe ¡!
Encendí otro cigarrillo y ella me hizo el comentario de que pese a que no le gusta el tabaco le encanta que fume a su lado, charlamos 10 minutos más acerca de las cosas del día y nos dirigimos al baño donde nos duchamos y nos enjabonamos mutuamente. Estando enjabonada me pidió que la corriera una vez más con la ducha del teléfono y así lo hice. Luego se agachó y me comió la polla hasta conseguir derramarla, nos vestimos y nos fuimos. Ella se fue a su ciudad y yo a una reunión que tenía. Cuando nos despedimos sentí que se entristeció porque no la había acompañado pero lo aceptó de buen grado. Mientras estaba en el tren y yo en la reunión chateamos algo recordando lo maravilloso de nuestro encuentro.
Esta fue nuestra primera cita con exhibicionismo y su primera vez. Yo deseaba obtener esa virginidad de mi amante y ella me la entregó sin reparos.
La siguiente vez que quedamos la acompañé al tren en un taxi y me dijo:
“No había reparado en lo enorme que eres” .
Estoy seguro que no había crecido en el taxi, pero a sus ojos era más grande por algo que hice con ella fuera de la cama.