El arreglador

Un chico descubre el sexo con otro hombre.

A los veinte años había conseguido irme a vivir solo. Era un edificio tranquilo y no muy lejos de la zona céntrica, de aquella pequeña ciudad que cada vez se hacía más insoportable. Lo había logrado a pesar de las protestas de mi madre, al fin, comprendiendo que necesitaba mi espacio, terminó ayudándome para que pudiera mudarme sin sobresaltos.

El departamento estaba en un tercer piso, con un enorme ventanal que daba a la calle y por donde generalmente entraba mucho sol. En el edificio vivía gente de clase media y generalmente no había ruidos o gritos que resultaban tan molestos, o al menos lo eran para mi.

Apenas llegué comencé a repartir unos volantes que había preparado días antes, en donde indicaba que me dedicaba a arreglar todo tipo de artefactos eléctricos, además de reparar instalaciones domiciliarias.

Poco a poco fui haciéndome conocido en el edificio y en las casa y departamentos vecinos.

Así fue como llegué a casa de Adalberto. El había quedado viudo unos años atrás. Tenía por ese entonces, tal vez unos 55 años, bien puestos. De figura atlética y bien cuidada. Era una persona ordenada y limpia. Así lo comprobé el primer día que entré en su casa.

Me había contactado a través de los volantes y necesitaba que viera unos enchufes en su casa que nadaban fallando. Me recibió muy amable. Era de tarde. Andaba en bata, como al tiempo supe que era costumbre suya desde siempre.

Me invitó a pasar y me mostró un poco su casa, que era bastante amplia. Luego de presentaciones, me llevó al garaje y me mostró los enchufes. Me puse manos a la obra. El me dejó solo y al rato volvió con una limonada. La acepte de buen grado.

__¿Y como está el asunto? ¿Está muy arruinado ?__ preguntó Adalberto interesado

__No, se va a poder salvar__ contesté yo, mientras tomaba un trago de limonada.

__Está casa se me ha venido un poco abajo...__comentó

__A mi me resulta muy linda

__Desde que quedé viudo no le he hecho nada. Mi mujer era la que siempre planeaba los arreglos.

__Y sí las mujeres siempre andan en esas cosas.

__¿Hace mucho que vivís por la zona?__ preguntó de pronto Adalberto

__No, hace poco. Soy nuevo.

__Me parecía que no te había visto. ¿Y tus padres?

__Mi madre rezongó un poco pero terminó aflojando.

__¿Estás viviendo solo?

__Sí por ahora si.

__¿Hay planes con alguna novia?

__No, hace rato que estoy solo

Después de este comentario Adalberto se retiró dejándome trabajar, porque comentó el, que si seguía hablándome no terminaría nunca de solucionar el problema. Se sonrió y se marchó.

Al rato lo llame, para avisarle que había terminado el arreglo. Adalberto preguntó cuanto me debía. Cuando le dije el precio, comentó que volvería a llamarme si no me molestaba. Contesté que para eso estaba y además me dio una buena propina, como nadie hasta el momento lo había hecho.

Los días se sucedieron lentamente. Continué con mis días de arreglador como me decía a mi mismo. Siempre haciendo algún que otro trabajo. Por suerte no me faltaba y podía sostenerme solo, como había sido mi idea desde un principio.

Una tarde de sábado recibí el llamado de Adalberto, habían pasado varias semanas de la primera vez que había ido a su casa. Al rato estaba en su casa.

__Discúlpame por molestarte un sábado a la tarde__ dijo Adalberto.

__Si es trabajo bienvenido sea.

__Bien, bien, tengo un velador de la habitación roto y me gusta leer por las noches.

__Está bien.

__Te lo traigo__ dijo Adalberto y se retiró para volver minutos después con el aparato. Yo lo tomé y puse manos a la obra. Lo desarme, lo revisé y aparentemente no tenía nada.

__Esto anda bien don Adalberto

__¿Qué puede pasar entonces?__ dijo inocentemente Adalberto.

__Puede ser el toma de la habitación

__¿Queres verlo? Vamos a la habitación, es por aquí.__ dijo y lo seguí. La habitación estaba en semi penumbra. Olía a perfume. Se sentía agradable. Muy arreglada. No parecía vivir un hombre solo. Me puse de rodillas a ver el toma. Adalberto estaba detrás de mi y me preguntó sin vueltas __¿Seguís solo?

__¿Cómo?

__Digo sin novia

__¡Ah! Sí

__¿No te sentís solo?

__Muchas veces

__¿Y como te las arreglas?__ preguntó a fondo. Hasta ese momento no había caido en la cuenta de las intenciones de Adalberto, yo sin nada que perder le seguí el juego.

__Ya está, era un cable suelto__ dije y me puse de pie. Tomé el velador y lo enchufe en ese movimiento toque su bulto a través de la bata y de mi pantalón. El velador se encendió y Adalberto no se movía del lugar donde estaba.

__¡Bárbaro!__ exclamó

__¿Qué me decía?

__¡Ah! Sí, te preguntaba ¿Cómo te arreglas solo?

__Bueno, a veces me toco

__A sí, ¡que bien!

Al decir esto, sentí la mano de Adalberto que tomaba directamente mi miembro y lo apretaba suave, y con decisión.

__¿Así?__ preguntó

Con mi cabeza le dije que sí y entonces el masajeó un poco más la verga que comenzaba a pararse. Yo seguía de pie en el mismo lugar, dejando que Adalberto hiciera lo que quisiera. Además yo tenía una calentura tremenda y no me importaba que fuera un tipo, quien me acariciara la verga tan bien.

Adalberto aflojó el cinto y desprendió el botón del pantalón, luego bajó el cierre y tomó mi pedazo con su mano directamente con su mano. Yo hervía y comencé a gemir. Eso le gustó. Mi pantalón cayó al piso, lentamente entre caricias hizo caer mi slip y me verga asomó brillante y dura. Con su mano la acariciaba y la movía despacio de arriba abajo. Con la otra mano me acariciaba las nalgas.

__¡Ah! Son duras!__ exclamó alegre y tan caliente como yo. Siguió acariciando mi pija, pero está vez también sopeso mis huevos, que estaban llenos. Entretanto su otra mano ya recorría mi zanja y llegaba a mi agujero virgen. En este instante todo giraba alrededor, fue cuando pegó su boca a la mía y yo le ofrecí mi lengua, aceptando aquel beso furioso, sexual y terrible. Adalberto tomo mi mano y la llevó a través de su bata. Mi mano obediente se aferró a la verga del hombre que dio un suspiro enorme, jadeo y yo comencé a acariciar su verga. Era la primera vez que estaba con un hombre, aunque muchas veces había fantaseado con la idea. Me gustó y continué con ese trabajo. Hasta que Adalberto me tomo de los hombros y me hizo sentar en la cama. El se arrodillo frente a mi y tomo con su boca mi pija. La chupaba de maravillas y yo gemía. Rozaba con su lengua mis huevos, yo estaba a punto de estallar. El se detuvo. Paso seguido se acostó en la cama.

__¿Nunca estuviste con un hombre?

__No.

__Entonces probarás un culo de macho por primera vez__ dicho esto tomo una crema que tenía en alguna parte y se la pasó por su agujero. Se colocó en cuatro patas y me pidió que lo cogiera. Dirigí mi verga a su culo y lo fui clavando lentamente, como el lo pedía. Yo estaba reloco y lo cogí unos minutos para explotar en ese culo y llenarlo de leche . el se quedó recostado y yo sobre el. Creo que después nos dormimos.