El área de Servicio
La primera aventura dentro del baño de un área de servicio.
Sonreí con bastante emoción cuando, por fin, escuché el ruidito de mi móvil indicando que tenía una llamada entrante, agarrándolo con celeridad y abriéndolo sin mirar quien era el emisor, pues lo sabía de sobra, era Marta, mi chica de Barcelona con la que llevaba dos meses hablando por msn y habíamos empezado una relación sentimental. Después de una larga espera por fin habíamos conseguido datar una fecha para vernos y ahora ella me llamaba pues necesitaba que la guiase hasta mi casa, en Valencia, en la urbanización de un pueblecito del extraradio que no salía en los GPS convencionales.
Mi nombre es Alejandro, tengo veinte años y soy bastante alto, cercano al metro noventa y de complexión ancha. Peso mis ochenta kilos y tengo una pequeña barriga cervera, producto principalmente del sedentarismo. Tengo el pelo negro, algo corto y suelo dejarme barba arreglada con maquinilla. Aquel día en especial me había arreglado a conciencia y me había vestido con unos vaqueros algo ajustados y una camisa de botones de color negro, así como me había dejado las gafas puestas en vez de las lentillas, pues a ella le gustaba verme con ellas.
Finalmente, tras unas no muy claras indicaciones por mi parte, escuché el ruido del coche en la puerta de mi casa y salí raudo maleta en mano hasta la puerta, viendo el imponente Honda Civic de Marta aparcar al lado de mi, a su lado, envejecido Opel Astra, saliendo del coche en todo su esplendor y yo arrojándome sobre ella, abrazándonos como si no nos hubiésemos visto en años, cosa que no difería mucho de la realidad, ya que era nuestro primer contacto en persona y, cabe decir, que ambos parecíamos estar bastante entusiasmado con la idea.
Me separé un poco de ella para contemplarla. Es más bajita que yo, con un cuerpo bastante deseable, con pechos medianos, perfectos para masajearlos y besarlos y unas piernas y muslos que podían mantenerte hiptnotizado durante horas sin que te dieses cuenta de lo que sucedía a tu alrededor, el pelo de color castaño luminoso, muy largo y precioso, que formaba pequeños tirabuzones en las puntas, un rostro encantador con unos labios que realmente daban ganas de comérselos. A parte, iba con un vestido de color amarillo a medio muslo, de tirantes, que realzaba bastante su figura y sus pechos.
La besé con suavidad en los labios, beso que fue correspondido mientras la abrazaba con ternura y rodeaba su cintura con las manos, disfrutando de ese momento que tanto tiempo habíamos estado esperando los dos, dejándonos absorber un poco por la situación y separándonos al minuto, sonriendo tontamente mientras yo me intentaba negar mentalmente a soltarla, pues quería seguir pegado a ella cuanto tiempo fuese necesario, aunque la realidad tildaba bien distinta pues nos teníamos que ir y, evidentemente, no podíamos conducir en esa postura así que, después de un buen rato más mirándola, tuve que soltarla y, después de que ella abriese el maletero, introduje mis maletas en su vehículo y suspire algo emocionado ante la situación, pasando a su lado y besándola de nuevo antes de entrar en el asiento del piloto ya que, por razones de descanso, habíamos quedado en que yo conduciría el viaje de vuelta.
Gran parte del trayecto fue bastante ameno, pues nos pasamos casi todo el viaje hablando sin parar sobre temas que, si bien podían ser considerados algo intrascendentes, en aquel momento nos parecían hasta importantes, solo por el hecho de estar tratándolos cara a cara, por fin. Aunque a mitad de trayecto tuvimos que hacer una pequeña pausa en una estación de servicio, donde aparqué en el parquing y ambos bajamos rumbo al centro de descanso.
-Cariño -Le susurré al oído mientras la abraza por la cintura- Voy a acercarme a comprar tabaco y algo de picoteo
-De acuerdo, yo iré al baño -Me besó en la mejilla y nos separamos
Terminé de comprar todo lo que consideré necesario y salí fuera a fumarme un cigarro, apoyándome contra una columna mientras esperaba que Marta volviese también, dándome apenas un par de minutos de tiempo antes de poder verla acercarse a pequeños saltitos hasta mi y besarme de nuevo en los labios, siendo el beso correspondido sin dudarlo por mi, quedando ella abraza a mi pecho mientras terminaba con el cigarro y ambos nos dirigíamos de vuelta al vehículo, sentándonos y arrancando el motor para llegar a Barcelona cuanto antes mejor, pues teníamos demasiadas cosas por hacer.
La reanudación del viaje empezó un pelín fuera de lo que me esperaba. Para empezar, Marta había rebuscado en la bolsa con las "provisiones" y había encontrado un polo, un calipo de fresa que había comprado para ella pues sabía que le gustaban y, para mi desgracia, lo había abierto y había comenzado a chuparlo. Esa imagen, ambos sabíamos que era demasiado irresistible para mi y, en efecto, en menos tiempo del esperado, noté la reacción en mi cuerpo bajo mis pantalones, reacción que no pasó desapercibida para Marta que me miró con una sonrisita picarona y se "esmeró" más todavía en el consumo del calipo.
-Cariño ¿Esto es necesario? Mira que podemos tener una desgracia -Advertí con tono de broma
-¿El qué? -Preguntó ella haciéndose la inocente
Suspiré e intenté concentrarme en la carretera, no era plan de tener una desgracia de verdad pero, nuevamente para mi desgracia, la mano de Marta encontró mi excitación y decidió que no era buena tenerla contenida, pues bajó mi bragueta antes de que pudiese decir nada y, sin que pudiese hacer nada por evitarlo, me encontré con mi miembro asomando por el agujero del pantalón, rodeado por la mano de Marta, que empezó a masajearlo mientras yo me mordía el labio inferior para no perder la concentración en la carretera, cosa que resultaba bastante difícil, pues las caricias de Marta eran cada vez más intensas y se esmeraba realmente por masturbar la zona.
Llegado el momento giré la cabeza para mirarla, encontrándomela chupando el calipo con demasiado énfasis. Aquello no podía seguir así y así se lo hice saber, pues no era plan de continuar con la masturbación, a riesgo de realmente tener un accidente. Ella puso carita de pena, como si hubiese perdido un juguete y se encogió de hombros, soltándola, pero dejándola fuera de pantalón mientras continuaba chupando el calipo de forma seductora, mirándome y relamiéndose, consiguiendo que mi erección me acompañase durante los siguientes kilómetros hasta que vi una nueva salida a un área de servicio y suspiré aliviado, colándome en el carril derecho y entrando al área de servicio, aparcando y subiéndome la bragueta.
-Voy al baño cielo ¿Me acompañas? -Preguntó ella
Miré mi pantalón y la miré a ella, arqueando una ceja y siguiéndola sin hacerme de rogar hasta el baño, unisex y relativamente grande, aunqe no demasiado acogedor. Fue entrar y desmadrarse la cosa, pues tanto ella como yo nos abalanzamos el uno sobre el otro, besándonos con pasión mientras yo la sujetaba por las nalgas y la subía a mi cintura, moviéndome lentamente hasta entrar en uno de los servicios, cerrando la puerta con el pie y apoyándola contra la pared, arrodillándome detrás de ella y subiendo la falda de su vestido lo suficiente para colar mi cabeza entre sus piernas, regalando unos entusiasmados lametones a su sexo, todavía protegido por su ropa interior.
Escuché un gemido salir de su garganta y lo tomé como una muestra de aprobación, así que separé sus piernas y hundí mi cabeza entre ellas, lamiendo con énfasis su sexo mientras sujetaba sus piernas con las manos, rebuscando con mi lengua cada rincón de su intimidad, notando su humedad y deleitándome con sus suaves gemidos, subiendo un nivel y bajando sus braguitas hasta las rodillas, dejando expuesto todo su sexo, que fue inmediatamente cubierto por mi lengua, dejando que esta ahora humedeciese cara centímetro de su piel, jugando con su vagina y su clitoris, lamiendo durante un buen rato hasta que volví a subir el nivel y la penetré con la lengua, trazando un pequeño taladro dentro de ella, recorriendo sus paredes vaginales en círculos mientras iba adentrándome poco a poco en su interior.
Jugué con mi lengua y su sexo durante diez minutos, penetrándola constantemente con ella y lubricándola con mi saliva, notando como se le estremecían las piernas y soltaba un gemido más agudo, teniendo un orgasmo, orgasmo que acepté y empecé a chupar y lamer, limpiando sus piernas y muslos de los fluidos que salían del interior de Marta, sonriendo e incoporándome detrás de ella mientras me bajaba la bragueta y dejaba que mi miembro saliese nuevamente a la aventura, pegándome detrás de ella y rodeando sus pechos con las manos.
-Te quiero mi vida -Susurré a su oído sin dejar de acariciar sus pechos, a lo que ella respondió con un gemido que ahogué entre mis labios
No llevaba preservativo, pero tenía entendido que ella había empezado a tomar la pastilla así que, sin pensármelo ni alargar el momento, aproveché la lubricación de su sexo para acercar mi miembro y penetrarla suavemente, bajando los tirantes de su vestido y dejando que este cayese a la cintura, descubriendo sus senos desnudos y apretándolos entre mis manos, inciando un lento movimiento con las caderas y comenzando a penetrarla, callando nuestros gemidos con nuestros labios mientras continuaba embistiéndola cada vez más rápido, girándola momentáneamente para subirla de nuevo sobre mi cintura y comenzar a lamer uno de sus pechos mientras continuaba con la penetración.
Mi lengua empezó a trazar círculos alrededor de sus senos, dejando libre su boca que soltó un pequeño gemido cuando volví a penetrarla, dejando que se abrazase a mi mientras rodeaba su pezón derecho y comenzaba a succionarlo, sujetándola por las nalgas para que no cayese mientras ella rodeaba mi cintura con sus piernas entrelazadas en un nudo y apoyaba la espalda contra la pared, arañando la mía con sus uñas.
Noté como ella llegaba a un nuevo orgasmo, gimiendo sobre mi oído y arañando con más fuerza, estremeciéndose sobre mi mientras yo mismo notaba como estaba a punto de terminar. Me vino un momento de lucidez a tiempo y, por si acaso, la saqué de su interior y la dejé sobre el suelo. Ella entendió y se puso de rodillas, sujetando mis piernas y llevándose mi miembro a la boca, que comenzó a chupar con delirio mientras yo la sostenía por la cabeza y movía mis caderas de atrás hacía adelante, jadeando por el esfuerzo y el placer hasta que no pude más y comencé a eyacular en su boca, retirándome y descargando sobre su rostro los últimos restos.
-Mucho mejor que un calipo, donde va a parar -Susurró ella entre jadeos mientras se lamía los dedos
La ayudé a levantarse y la besé en los labios, saliendo del servicio y aseándonos en las pilas de agua, saliendo del baño cogidos de la mano y haciendo caso omiso a las miradas de la gente que, al parecer, había escuchado nuestra pequeña aventura en el interior del baño, encaminándonos hasta el coche y volviendo a poner rumbo a Barcelona, sonriendo yo pues, contando la distancia que quedaba, todavía faltaba mínimo otra área de servicio por visitar.