El apartamento de mi prima 2
Aunque la lectura de este relato es independiente, pertenece a vivencias ocurridas antes de mi primer relato, El Apartamento de mi Prima. Como siempre, sugerencias, consejos y comentarios, en mi correo. Gracias por leerme.
Antes que mi prima me buscara trabajo y me alojara en su casa, andaba yo en casa de mis padres amargada, sola y sin dinero, después de una traumática ruptura con mi novio.
Me pasaba las mañanas entregando currículos de un sitio a otro y por las tardes buscaba ofertas en páginas de empleo en internet.
Aunque no soy muy exigente, me conformo con cualquier trabajo, tengo que reconocer que algunos de los que me ofrecieron, eran a comisión o muy mal pagados.
Un día cabreada con mi móvil, que se quedaba pillado cada dos por tres, o se reiniciaba sólo, me dije, que tenía que buscarme otro urgentemente, es importante para buscar trabajo y puedan contactarme. El problema es que no sé cómo voy a comprármelo.
El móvil también me servía de distracción y desahogo en las noches aburridas, navegando por redes sociales y mirando algún perfil de chicos en páginas de contacto.
Veo con asombro en Twitter, cómo muchas chicas venden sus fotos con poses eróticas, en lencería provocativa o desnudas.
No pude evitarlo, se me pasó por la cabeza si yo sería capaz de hacer algo así para reunir algo de pasta.
Me acordé de un montón de fotos que nos hicimos mi prima y yo el verano pasado. Mi prima Alba tiene un móvil con buena cámara, y el tiempo que estuve en su casa, nos hicimos muchas fotos con los modelitos nuevos que nos compramos, algunas en ropa interior, en braguitas o en topless en la playa, y también nos las hicimos desnudas.
Llamé a Alba para que me enviara fotos, la mayoría las tenía ella en su ordenador,
me preguntó por qué me había acordado ahora de las fotos y para que las quería.
A mi prima no le puedo mentir, es como una hermana.
Le conté mis planes de vender algunas en Twitter y le pedí su opinión, me dijo que no le parecía mal, pero que tuviera cuidado a quién se las vendo.
Le contesté que por supuesto, es algo puntual, hasta que consiga dinero para un móvil nuevo, y vigilaría muy bien el perfil del comprador.
Abro una cuenta en Twitter con un perfil falso y me intereso en varias cuentas, sobre el material que venden y precios, para saber cómo actuar con mis fotos.
Al cabo de unos días me llegaron varios mensajes interesándose por mis fotos, me preguntaron por el precio, cantidad, si incluía desnudos o videos, etc.
Fui examinando muy bien los perfiles de los interesados, según sus publicaciones, observaba si eran extranjeros, su edad y sus contenidos en la aplicación.
Le contesté a tres sobre el tipo de fotos que incluía, precio y forma de pago.
Al cabo de una semana, un jovencito argentino me compró un lote de 20 fotografías, me mandó un correo encantado con las fotos, y me pidió más.
Con estas ventas y alguna más que cayeron en las siguientes semanas ya tenía dinero para el móvil.
Cuando me disponía a quitar el anuncio de Twitter, me encontré dos correos en mi buzón y uno de ellos me dejo intrigada, por su forma de pedir las cosas, su prepotencia y su seguridad en que le contestaría.
Le escribí, le dejé claro que ya no vendía más fotos, me contestó al instante y me dijo que ya me había enviado el dinero.
Consulté mi cuenta del banco y efectivamente tenía un ingreso, como no quería problemas y tenía ganas de acabar con todo eso, se las envié.
Están muy bien todas las fotos contestó, tienes un buen cuerpo me dijo, pero quiero ver imágenes más sexy, un poco más explícitas como abierta de piernas y primeros planos del culo, las tetas, etcétera.
No me molesté en contestar, no me apetecía mandar ese tipo de fotos.
Pasaron unos días y ya pude comprar el móvil nuevo, pensé en hacerme algunas fotos para probar la cámara que traía.
Coloqué el móvil en un mueble frente a la cama, me hice muchas fotos de varias posturas con ropa sexy y algunas desnudas pero ninguna me salió bien.
No podía controlar yo sola el temporizador, encuadre, zoom, etcétera.
O estaban torcidas o desenfocadas, desistí del intento.
El pesado de Twitter, me escribía todos los días insistiéndome que le enviara más fotos, pero yo ni caso.
Al cabo de unos días coincidí en el portal con mi vecino de patio, un tipo muy rarito que vive solo, al cual he pillado varias veces espiándome por la ventana e incluso haciéndome fotos con un teleobjetivo.
Reconozco que alguna vez, no sé si por pena o por morbo, me desnudé frente a su ventana sabiendo que miraba.
Siempre con alguna escusa, o se me caía la toalla cuando salía de la ducha o me agachaba con falda corta sin bragas, etcétera.
La verdad que teníamos una complicidad para ponernos cachondos los dos.
Me armo de valor y le digo: ¿tú me harías un reportaje de fotos?, se quedó paralizado, mirando al techo y mudo.
- Es para una agencia, ¿tú tienes una buena cámara? - le pregunté.
Continuaba sin hablar y le dije, necesito fotos sexys, con varios modelitos y podríamos hacerlas en tu casa, que estamos más tranquilos.
Agachó la cabeza, -mañana por la tarde- me dijo, y se fue corriendo.
Al día siguiente fui a su casa, con unas cuantas bolsas con ropas, ya más relajado me invitó a pasar a su cuarto, donde tenía montada la cámara sobre un trípode con un foco de luz y otra cámara colgada al cuello.
¿cómo quieres empezar, preguntó?
Tenía que comenzar con alguna ropa sexy y poco a poco sugerirle algún desnudo pensé.
- Date la vuelta, me cambio y empezamos - de acuerdo y se volteó.
Me coloque unos tacones, una mini falda y una blusa de seda blanca, - ya estoy -
Cogió la cámara, me colocó en una esquina de la habitación, cerca de la ventana donde entraba una buena luz y empezó a disparar en todas las posturas, de cerca, lejos, agachado, me agarró del brazo varias veces para colocarme en varias posiciones.
Cuando terminó, me enseñó algunas fotos en la pantalla de la cámara, están muy bien, le dije, pero en algunas se transparenta el sujetador y queda feo, me lo quito a ver cómo queda, le dije.
Me echó unas pocas fotos a contraluz, con la blusa sin el sujetador y quedaron muy bonitas.
-No mires, me cambio otra vez-
Me puse unas mallas ajustadas sin bragas, que marcaba bien el culo y un poco la rajita de la vagina.
Con unas zapatillas blancas y un top por debajo del pecho, dejando el ombligo a la vista.
De nuevo disparó su cámara en varias posiciones.
Pregunté por la cámara que tenía en el trípode y me dijo que era de video, para capturar algún fotograma más desenfadado.
Continuamos con algún que otro modelito, hasta que empecé a sacar de la bolsa unos conjuntos de lencería, - ahora toca en ropa interior -, le dije, me miró con gestos de asombro y asintió con la cabeza.
Me doy la vuelta, me quito la camiseta y me pongo un sujetador de encaje blanco semi transparente, que deja marcado mis pequeños pezones oscuros.
Escucho detrás de mí el sonido de los disparos de la cámara, supongo que me está haciendo fotos desprevenida y más naturales, aprovecho para bajar mis pantalones lentamente inclinando la cintura para dejarle un buen plano de mi culo.
Me coloco mis braguitas de encaje a juego con el sujetador y me pongo de rodillas en la cama, el continúa con la cámara, pero veo que está sudando, un poco excitado y una abultada erección se deja notar en su pantalón.
Ya desnuda en la cama, saco de la bolsa un pequeño sujetador negro, que dejaba medio pecho fuera y un tanga de triángulo que solo me tapa el pubis.
Mi vecino sigue disparando fotos compulsivamente, ya no dice como ponerme, soy yo la que adopta posturas sexys con miradas provocativas.
Al quitarme las bragas, enganché el cordón del tanga en mi pie, quedándome frente a él abierta de piernas, para que pudiera fotografiar bien mi vagina.
Desinhibida ya en la cama, desnuda y excitada, por ese objetivo que no dejaba de plasmar todos los detalles de mi cuerpo, me tumbé boca abajo llevando mi mano a mi vagina acariciándome el clítoris con el dedo.
Mi vecino, acercaba la cámara cada vez más a mi culo, intentando fotografiar mi entrepierna.
Al poco rato, dejo de escuchar el sonido de la cámara, miro hacia atrás y está con el pantalón bajado masturbándose, poco a poco comencé a incorporarme para irme, pero se me echó encima, aprisionando mi cuerpo contra la cama, -venga déjalo ya- le dije, pero comenzó a frotar su pene con mi culo, -por favor Luís me tengo que ir-
Desencajado empujaba su polla entre mis piernas que yo mantenía apretadas, empezó un mete-saca entre mis piernas y pensé que se conformaría con eso, mientras yo le suplicaba que lo dejara ya.
Frustrado por no alcanzar mi vagina, forzó mis piernas separándolas con las dos manos hasta empujar con fuerza su pene contra mi vulva cerrada.
- ¡Luis, Luis, Luis! - le grité, no la metas, que estoy seca y me duele, -déjalo ya por favor-
No entendía a razón ninguna y continuaba empujando su miembro contra mí.
Los músculos contraídos de mi vagina cerraban toda posibilidad de penetración, notaba las piernas dormidas de aguantar todo su peso encima de mí.
Fue en un momento de relajación, cuando pensé que se rendía y respiré aliviada.
Hizo un amago de retirar su pene, cuando de pronto pegó una embestida metiéndome la polla hasta el fondo del coño. Grité del dolor, como si me entrara un palo rasposo, me estremecí y le suplique, - no me folles, cabrón, no me folles-.
Continuó con ímpetu, entrando y saliendo un rato, a mí no me quedaban fuerzas para resistirme, serena y amablemente le dije, - Luis, no te corras dentro, te lo pido por favor-
El dolor, se fue calmando con la lubricación de mi vagina y del roce áspero pasó a una penetración más placentera que aceleró mis latidos y comenzó a excitarme sobremanera.
Luis no era muy guapo la verdad, ni tenía buen cuerpo, pero ese pollón y la fuerza con la que me taladraba, me estaba poniendo al borde del orgasmo, y lo que más me ponía era esa resistencia, yo que estaba acostumbrada que los chicos con los que me acostaba duraban muy poco y siempre me dejaban a medias.
Sudando los dos y jadeando, con el éxtasis previo al orgasmo, cuando de pronto, él aminora el ritmo de penetraciones, intentando alargar ese momento de placer, al punto que quedó casi parado, empuja su polla hasta el fondo sin moverse, - ¡sigue cabrón, no te pares! le grité, -respiró hondo, tragó saliva y reanudó las acometidas aún más salvajes que antes.
¡ya, ya, yaaa! grité extasiada, con temblores en todo el cuerpo, cuando unos chorros de leche golpearon dentro de mí vagina.
El se levanto y fue al baño, me vestí rápidamente como pude, aun con temblores en las piernas, recogí todas mis cosas y me fui corriendo sin despedirme.
Al cabo de unos días llamó a mi puerta, pensé en no abrirle, pero tenía ganas de ver las fotos que me hizo.
Con la puerta entreabierta le pregunté que quería, con gesto arrepentido me pidió perdón, me conto que llevaba mucho sin tener relaciones y que yo le puse muy caliente.
Al día siguiente me invitó a su casa a cenar, estuvo muy simpático, nos reímos mucho viendo todas las fotos que me hizo. Me quede de piedra cuando me confesó que él era el pesado de Twitter que me pidió más fotos y que lo sentía mucho haber actuado así, pero estaba obsesionado por mí, desde que me vio desnuda por la ventana.
Me llevó a su habitación con la excusa de que tenía un regalo para mí, para que le perdonara su comportamiento, abrí un paquetito con un gran lazo que contenía un conjunto de lencería rojo con sujetador braguitas y liguero, me contó que le gusta la ropa interior roja y que yo no tenía ninguna, al menos él nunca me vio de ese color y seguro que me quedaría muy bien.
No lo pensé, me desnudé y me probe el conjuntito, me quedaba ideal, le hice un pase de modelo mientras el sentado al borde de la cama sonreía gustosamente.
Cómo pueden imaginar terminamos los dos en la cama, me comió el coño como nadie, me follo con ese pollon tan ajustado que hacia fricción con las paredes de mi vagina volviéndome loca, y esta vez tuvo el detalle de sacarla antes de correrse, momento que aproveché para chupar ese prodigioso pene recorriendo mis labios por su tronco hasta que su leche golpeó mi garganta.
Estuvo increíble, pero las sensaciones que experimenté la primera vez cuando me forzó, son irrepetibles.
Continuará…. mariajoseloren93@gmail.com