El año sabático (8)

Parecía que estiraban...

Parecía que estiraban el cuello cada vez más arriba abriendo la boca esperando.

IRENE: Que, que, NO me voy con él, me quedo.

ALBERTO: Niña, lo quieres repetir por favor.

A Irene se le empezaron a humedecer los ojos, le apreté la mano, me la apretó con más fuerza. Sus hermanas tenían la mano puesta en la boca sorprendidas sin creérselo.

IRENE: No puedo hacerlo, me da miedo salir por ahí fuera yo sola.

Su madre se levantó de golpe agarrando a su padre del brazo.

TERESA: Ven Alberto, que tenemos que hablar con tú hija mayor que se ha vuelto gilipollas.

Irene los miró con los ojos muy abiertos mientras caminaban en su dirección, la agarró su madre del brazo y se la llevaron.

TERESA: Vosotros ir cenando que nosotros lo haremos luego.

Empezamos a cenar los demás teniendo que aguantar mil preguntas de sus hermanas, que intenté responder pero es que no tenía más información de la que ya había dado ella, no se veía capaz de vivir sola o solo conmigo sin su familia cerca, había intentado convencerla diciéndole que había sido el sueño de su vida salir de aquel pueblo, para poder vivir con total libertad y trabajar en lo que quisiera pero no tuve ningún éxito, se ponía nerviosa diciendo cosas incoherentes con solo pensarlo, como cuando estuvimos pegando aquel primer polvo en la cabaña que fue de locos, yo por mi cuenta había decidido quedarme algunos días más para estar al lado de Irene, y poder despedirnos poco a poco intentando que no fuera demasiado traumático. Acabamos de cenar y nos sentamos en los sillones del salón, bajaron los tres con caras serias y se encerraron en la cocina para cenar ellos supongo. Al poco rato decidimos ir a dormir, estábamos claramente todos afectados.

No podía dormir, no sé cuánto tiempo pasó desde que me metí en la cama y sentí pasos por el pasillo de ellos tres, me levanté y abrí la puerta saliendo en camiseta y pantalón fino del pijama, los tres se pararon mirándome.

YO: Con permiso.

Agarré de la mano a Irene metiéndola en mi habitación, miré a sus padres antes de cerrar la puerta.

YO: Necesito estar cerca de ella a todas horas, no puedo perder ni un segundo.

A Teresa le cayeron unas lágrimas mirándome diciéndome que sí con la cabeza, estoy seguro que también pensaba en el drama que se iba a vivir en aquella casa algunos días después, Alberto giraba la cabeza preocupado sin saber dónde mirar, cerré la puerta, desnudé a Irene en silencio y me desnudé yo, la metí en la cama poniéndome a su lado, nos tapamos con la sabana colocando mi cabeza en medio de sus tetas, me la abrazó con sus brazos, dimos un suspiro casi a coro y nos quedamos en aquella posición intentando dormir, no había manera, demasiados nervios.

YO: ¿Qué te han dicho?

IRENE: Me quieren convencer para que te acompañe.

YO: Claro, normal, es lo mejor para todos.

IRENE: ¿Para todos?

YO: Sí, tú y yo estaremos juntos, contentos, tus padres y tus hermanas dejan de soportarte, más contentos todavía.

Me dio con la mano abierta en la frente.

IRENE: Gilipollas.

YO: ¿Por qué no quieres venir conmigo?, lo pasaremos bien, visitaremos sitios bonitos y…

IRENE: No lo sé Fran, ya no estoy segura de nada.

YO: ¿Qué quieres decir?

IRENE: Pues eso, que estoy dudando de todo desde que tengo que tomar esta decisión, me pone muy nerviosa.

YO: ¿Dudas de nuestro amor?

Me miró fijamente evaluando la respuesta.

IRENE: Dudo de todo.

YO: ¿Cómo puedes decir eso estando los dos en la cama cada noche?

IRENE: Esta noche porque tú me has obligado.

YO: ¿Perdona?

IRENE: Yo venía por el pasillo con mis padres, tú me has agarrado de la mano para meterme aquí.

YO: Coño como cada noche, quiero estar cerca de ti.

IRENE: A lo mejor no es buena idea.

YO: Que no es buena idea, jooooder.

Me levanté de la cama caminando para la puerta.

YO: Me voy a dormir al sofá, mañana sacaré un billete de tren y pasado me voy.

Irene me siguió con la vista sin decir nada, me estiré en el sofá sin poder pegar ojo, la primera que bajó por la mañana fue su madre.

TERESA: ¿Pero qué haces aquí hijo?

YO: Que a tu hija no hay Dios que la entienda Teresa, cuando llegué no me podía ver porque venía de una gran ciudad y era lo que ella quería hacer para sentirse feliz, ahora tiene la oportunidad de hacerlo y no le sale del coño dar el paso, me está volviendo loco.

TERESA: Eres muy joven Fran, con el tiempo iras entendiendo a las mujeres.

YO: Joder Teresa, pero esto es muy fácil, ¿no?, se viene conmigo, lo intentamos, si no se siente bien conmigo o se añora de vosotros siempre puede volver aquí cuando quiera, que no me la llevo secuestrada coño.

TERESA: Hay Fran, de lo que tiene miedo es de que no funcione lo vuestro fuera de aquí, ya ves lo que es este pueblo, todo lo tiene muy controlado y se siente segura, segura de tenerte para ella, si os vais estaréis en otro entorno, con mucha gente y ve el peligro de no poder estar a la altura de las otras chicas.

La madre que me parió que gilipollas era, no darme cuenta de eso, me sentía el tío más tonto del mundo por no saber verlo, yo pensando que la conocía y no me enteraba de una mierda. Me levanté del sofá, subí las escaleras de dos en dos volviendo a la habitación, abrí la puerta y ella se levantó de golpe preocupada.

IRENE: ¿Qué haces aquí?

YO: ¿Qué que hago aquí?, decirte que te adoro, que te quiero más que a mi vida y para mí siempre estarás por delante de cualquier otra chica, si tú no quieres venirte conmigo, yo me quedaré a vivir aquí para estar a tú lado, buscaré trabajo en el campo con tú padre si hace falta.

Me miraba a los ojos sorprendida con mis manos en sus caderas, las suyas encima de mis brazos.

IRENE: Yo no te puede hacer eso, tienes una carrera, puedes conseguir un buen trabajo y vivir muy bien, no puedo obligarte a quedarte aquí y pudrirte en el campo.

YO: Pero estaré contigo que es lo que me importa en estos momentos.

IRENE: Ven acuéstate conmigo un poco, que esta noche lo he pasado mal yo sola en la cama.

Nos estiramos y me abrazó quedándose en silencio, oímos los pasos de los demás miembros de la casa que bajaban a desayunar, esperó un poco, se levantó estirando un brazo para que le agarrara la mano, estiró de mí y bajamos a la cocina, se paró en la entrada conmigo todavía cogido de la mano.

IRENE: Familia, me podéis prestar un poco de atención.

Se giraron todos los que estaban sentados y Teresa que estaba de pie con la cafetera en la mano humeando.

IRENE: Os comunico oficialmente que cuando Fran se vaya de aquí me iré con él donde me quiera llevar, le quiero y no puedo vivir sin él, nos vamos a dormir que no hemos pegado ojo ninguno de los dos por mis tonterías.

Me miró a los ojos, yo la miré a ella con cara de tonto igual que tenían todos los demás, que se habían quedado quietos como estatuas, me estiró otra vez de la mano, me llevó a dormir que solo fue meternos en la cama y quedarnos fritos después de la tensión de las últimas horas.

Nos dimos algunos días más de margen para prepararlo todo con tranquilidad, me confesó lo que me dijo su madre, que en el pueblo se sentía segura conmigo, que fuera en un lugar mucho más grande tenía miedo de perderme, también que al decirle que yo me quedaría con ella la había descolocado mucho, que sabía que eso sería una putada para mí y no se lo podía permitir, nunca se lo habría perdonado y prefería “jugársela” viniéndose conmigo.

Unos días más tarde lo teníamos todo listo y nos estábamos despidiendo de su familia en la puerta de su casa, su padre nos acompañó en la cafetera de coche que tenían a la estación, nos subimos al tren sentándonos juntos con ella agarrándome fuerte una mano con las dos suyas.

IRENE: Todo irá bien ¿verdad?

YO: Claro que sí, veremos cosas bonitas y viviremos experiencias que recordaremos toda la vida, será divertido ya verás.

Apoyó su cabecita en mi hombro y suspiró, estaba nerviosa y a mí me entraba la risilla de verla, el tren se puso en marcha, teníamos unas dos horas más o menos de viaje y un hostal baratito reservado en nuestra ciudad de destino, pensábamos estar una semana para visitar todo lo que teníamos previsto con tranquilidad.

Cuando llevábamos una media hora de viaje, me levanté poniéndome de pie en el pasillo.

YO: Va, vamos a estirar las piernas.

Se levantó, me cogió de la mano caminando los dos por el medio del pasillo, pasamos el vagón cafetería y seguimos, por cada vagón que pasábamos cada vez había menos gente, llegamos a uno que casi no había nadie, en la parte final había el cuarto de baño, la paré allí, Irene me miraba curiosa por habernos parado allí sin saber mis intenciones, abrí la puerta del servicio.

IRENE: ¿Tienes ganas de ir al servicio?

YO: Sí, contigo dentro también.

IRENE: ¿Pero qué dices guarro?

YO: No lo sabes bien las guarradas que te voy hacer.

La agarré por la mano y la metí conmigo cerrando el pestillo, la apoyé contra el lavamanos con mi cuerpo delante besándola, ella lo hacía con una sonrisilla pasándome los brazos alrededor el cuello, le subí una mano por una pierna levantándole una faldita fresquita que se había puesto para el viaje acariciándole las braguitas, Irene cambió la cara excitándose.

IRENE: Fran cariño, ¿quieres decir que aquí?

YO: Y tanto que quiero decir, necesito sentirte.

Me sonrió gustándole lo que le había dicho, abriendo un poco las piernas para que pudiera tocarle el chichi por encima de las bragas, bajando una de sus manos cogiéndome la polla por encima del pantalón, le metí un dedo por un lado de las braguitas acariciándole el chocho ligeramente y empezó a gemir suavemente en mi oído.

IRENE: Sigue mi amor, sigue.

Se le estaba mojando el coño, ella había conseguido bajarme la cremallera sacándome la polla haciéndole una paja, la giré y sacó un poco el culito separando las piernas, le bajé las bragas, me mojé con saliva la punta del cipote y poco a poco se la fui metiendo hasta el final con ella tapándose la boca para no gritar demasiado, le fui acelerando el ritmo esperando que se corriera, después lo hice yo dejándole todos los lechazos dentro de su chochito, se sentó en el váter para dejarlo caer y aprovechó para hacer un pipí, me limpié un poco el aparato con agua y lo sequé con papel, ella se limpió y se levantó subiéndose las bragas con una risa tonta que no abandonó hasta que volvimos a sentarnos en nuestros asientos, con la cara roja como un tomate por lo que habíamos hecho.

IRENE: Pues sí que es divertido ir contigo por ahí.

YO: A que sí.

IRENE: Ha sido muy morboso, estaba muy nerviosa por si alguien venía, si llegan a llamar cuando estábamos dentro me da algo.

Se moría de risa sin que le bajaran los colores de la cara de la vergüenza que había pasado.

Después de dos semanas de visitas a lugares interesantes a Irene ya se le notaba otro aire, se había acostumbrado al ritmo y ya era ella en todo, pasamos un primer mes maravilloso, reímos mucho y estaba contenta de haber tomado la decisión de venirse conmigo, un poco antes de un mes que habíamos salido del pueblo fuimos a visitar una gran ciudad, donde vivía un compañero que había acabado la carrera conmigo, nos dejó un apartamento que sus padres tenían para alquilar y coincidió que en esos momentos estaban buscando a alguien para alquilarlo, me ofrecí para pagarles alguna cosa mientras estuviéramos allí, se negó diciéndome que lo hacía como favor y que cuando nos fuéramos ya lo volverían a poner en el mercado, nos presentó a su novia, salimos muchos días juntos y fines de semana que nos enseñaban los lugares más emblemáticos del lugar, entre semana mi amigo trabajaba en la empresa familiar, en una cena estuvimos hablando de su trabajo y…

MI AMIGO: Ahora empezaremos la temporada alta y necesitaremos más personal temporal, de administración sobre todo.

A Irene se le abrieron los ojos.

IRENE: Y cuanto tiempo necesitáis a ese personal.

MI AMIGO: No sé, un mes o dos depende.

Irene me miró fijamente.

YO: ¿Quieres decir que vale la pena trabajar?

IRENE: Puedo ganar algo de dinero y luego seguir con nuestros planes, solo perderemos algo de tiempo aquí.

NOVIA DE MI AMIGO: Va sí, vente a trabajar con nosotros, serás compañera mía, yo también estoy en administración.

MI AMIGO: Si quieres dímelo y puedes empezar ya.

YO: Mañana te llamo y te digo algo, creo que ahora no es el momento de tomar una decisión, lo tenemos que madurar primero entre los dos.

Quedó así, pero cuando nos despedimos su novia le dejó ir a Irene que trabajara con ellos que se lo pasaría bien, pude ver los ojitos que se le ponían, lo hablamos buena parte de la noche, a mí no me hacía gracia que trabajara y ella se moría de ganas, así que ya os imagináis quien se llevó el gato al agua, al día siguiente estaba llamando a mi amigo para decirle que le buscara un hueco a Irene que le hacía mucha ilusión trabajar con ellos.

Al principio le acompañaba cada día por la mañana y la iba a buscar por la tarde, tomábamos algo de camino a casa y me contaba cómo le había ido el día, más tarde ya iba y venía ella sola, cuando pasaron unas dos semanas se iba a tomar algo después del trabajo con las compañeras, cuando llegaba a casa me lo explicaba todo con una ilusión como si fuera una niña, yo estaba cada día más preocupado porque no lo veía claro.

Cuando estaba a punto de cumplir el primer mes de trabajo, que era para lo que se había comprometido, llegó a casa una tarde y quiso hablar conmigo, ya me imaginaba por donde iban los tiros y no me gustaba nada.

IRENE: Sabes, hoy me han ingresado la nómina de este mes.

YO: Muy bien, ya nos queda poco para seguir nuestra ruta.

IRENE: Veras, es que…

Ya me cagué en la puta, vi que lo que había temido todo el mes estaba a punto de pasar.

IRENE: Me gusta muchísimo lo que estoy haciendo, las compañeras me han dicho que podría seguir trabajando, que están muy a gusto conmigo, le he preguntado a Ramón (mi amigo), y me ha dicho que están muy contentos conmigo, que podría seguir trabajando con ellos todo el tiempo que quiera, para siempre si quiero, que nos podría alquilar este apartamento a muy buen precio, me hace mucha ilusión seguir Fran.

YO: ¿Y eso que significa Irene?

IRENE: Pues que podríamos retrasar nuestro viaje.

YO: ¿Retrasarlo?, hasta cuando, un mes más, un año, cuando te jubiles de tú trabajo.

IRENE: No lo sé, me gusta mucho lo que hago y me pagan bien, si tú encuentras algo para trabajar podríamos vivir muy bien los dos juntos.

Bajé la cabeza frotándome la cara con las dos manos, aquello era una putada, yo tenía mis planes de futuro muy claros y por enamorarme de ella, convencerla de que saliera de su pueblo y que encontrara aquel trabajo me los iba a destrozar si me quedaba con ella.

YO: ¿Tú estás segura de querer seguir aquí?

IRENE: Claro que sí, la ciudad me encanta, mi trabajo también, he hecho amigos nuevos, soy feliz.

YO: Pues entonces no deberías renunciar a ello, pero tendrá que ser sin mí Irene.

IRENE: Noo, ya sabes que te quiero mucho, yo quiero seguir contigo.

YO: Pero todo no puede ser, yo también te quiero, pero sinceramente renunciar a todo lo que tengo planeado para el futuro, no me veo con fuerzas para dejarlo a un lado.

Le empezaron a caer lágrimas por la cara y yo no pude evitar llorar, nos abrazamos porque los dos sabíamos que nuestra corta historia había llegado hasta allí, fue una noche muy larga sin dormir, al día siguiente desayunando, antes de que se fuera para confirmar en el trabajo su decisión, Irene estaba muy seria y yo tenía claro el camino a seguir. Ya era consciente de que me había ofrecido para quedarme con ella en el pueblo, pero sinceramente, lo hice para que ella reaccionara, si ella llega a aceptar que nos quedáramos no creo que lo hubiera aguantado, la separación habría sido antes, yo tenía la esperanza de acabar mi viaje con ella y volver a casa de mi madre los dos juntos, buscar trabajo e independizarnos, así se lo dije aquella noche, pero ella veía el pájaro en mano y no los ciento volando, yo me daba cuenta que era feliz, nuevas amistades, otra vida, estaba ilusionadísima de trabajar en algo que había estado tanto tiempo buscando, y no tuve la fuerza suficiente para despegarla de todo aquello que había conseguido.

YO: No te preocupes, has encontrado todo lo que buscabas, tu sueño se ha hecho realidad, ahora tengo que hacer realidad el mío.

IRENE: Lo sé, lo que siento es que no lo hayamos podido hacer juntos.

YO: Te ha llegado la oportunidad y me alegro que la aproveches, estoy seguro que serás muy feliz.

A partir de ahí se precipitó todo, saqué el billete para largarme de aquella ciudad lo antes posible, hicimos el amor la noche antes de que me fuera por última vez y nos despedimos, todo fue un puto drama, una mierda vamos, estaba muy enamorado de ella y creo que podríamos haber llegado lejos juntos, los primeros días los pasé fatal, después me distraía visitando cosas en los lugares donde iba y me olvidaba un poco, un mes más tarde estaba viajando a Londres con su recuerdo y con mucha ilusión de estar allí.