El año sabático (7)

Aquella noche me fui a dormir...

Aquella noche me fui a dormir sin saber nada de ella y me dolía, no podía dormir pensando, ya muy tarde oí unos pasos en el pasillo y una puerta que se abría y cerraba, estaba convencido que era ella, lo pensé un rato y no pude aguantar más, me levanté, salí al pasillo, abrí la puerta de su habitación, encendiendo la luz y estaba acostada al lado de su hermana Silvia, me miró sorprendida, yo sin decirle nada la cogí en brazos y la saqué de aquella habitación para llevarla a la mía, me rodeó con sus brazos mi cuello para sujetarse y me miraba sería, cerré la puerta de mi habitación, la dejé encima de mi cama estirándome a su lado abrazándola y besándola…

YO: ¿Donde coño te has metido hoy?, me has tenido preocupado todo el día.

IRENE: ¿Te preocupa no haber sabido de mí?

YO: Claro joder, ¿Qué te piensas?

IRENE: Pienso que no me habías dicho nada de que te ibas, ¿pensabas hacerlo sin avisarme, me ibas a dejar aquí tirada sin despedirte?

YO: No joder, tú madre se me ha avanzado, estaba pensando en la mejor manera de hacerlo para no hacernos daño, o al menos el menor posible.

IRENE: ¿Hacernos daño, quieres decir que a ti también te duele hacerlo?

YO: Claro que me duele, yo también tengo sentimientos…

IRENE: ¿Qué sentimientos tienes?

Ella estaba estirada boca arriba, yo de lado con medio cuerpo encima, me pasaba los brazos por la espalda y me miraba a los ojos con los labios un poco separados, estaba preciosa, la besé con pasión, pasó una mano de mi espalda a mi cabeza acariciándome el pelo, me puso nervioso.

YO: Yo, yo, yo…

Me sonrió de verme tan tonto.

IRENE: ¿Tú qué?

YO: Estoy enamorado de ti.

Se lo dije rápido temblándome la voz, me pasaba la mano por el pelo jugando con él y me miraba con una buena sonrisa.

IRENE: Te ha costado reconocerlo, ¿eh?

Me besó con mucha ternura los labios, los separó un poco…

IRENE: Yo también lo estoy de ti y mucho, supongo que ya lo sabes.

YO: Me lo imaginaba.

IRENE: Cállate y bésame tontito.

Nos volvimos a besar un buen rato, Irene me miró a los ojos, noté que algo le estaba costando de decirme, por fin se decidió a decirlo.

IRENE: No te marches por favor, quédate conmigo.

Yo le había estado dando muchas vueltas a la cabeza durante aquel día sin ella, también había llegado a una conclusión.

YO: Vente tú conmigo.

IRENE: ¿Qué?

YO: No me estás diciendo siempre que este pueblo es pequeño para ti, que no eres feliz en él, vente conmigo y sal de aquí.

Ahora la que estaba nerviosa era ella.

IRENE: Pero yo, no sé, ¿Qué haremos?, ¿Dónde iremos?

YO: ¿Qué más da donde vayamos y lo que hagamos?, estaremos juntos, veremos mundo y lo pasaremos bien.

IRENE: Hostia, no sé.

Oí un ruido en la puerta, la miré preguntándole si ella también había oído lo mismo.

IRENE: Seguro que son mis hermanas que son unas cotillas.

Me levanté con cuidado y la abrí, no eran sus hermanas, eran sus hermanas, los padres y perro porque no tenían que si no también hubiera estado allí escuchando detrás de la puerta, estaban agachados con la cabeza cerca de la puerta, se levantaron disimulando…

IRENE (desde la cama): ¿Pero qué coño hacéis todos ahí?

Se intentaban hacer los locos y de pronto.

ALBERTO: Nena, si no te vas con él es que eres tonta.

IRENE: ¿Pero qué dices papá?

TERESA: Tú padre por una vez tiene razón, déjate de tonterías y sal de una vez de este pueblo.

IRENE: ¿Pero me dejareis a mí que decida joder?

Todo esto a grito “pelao” desde la puerta hasta la cama y yo en medio mirando para un lado y para el otro.

BEA: No nena, a ti no se te pude dejar pensar mucho que la cagas.

IRENE: Tú cállate y metete en tus cosas.

ALBERTO: Hazme caso a mí que no te arrepentirás.

TERESA: Nena no le des más vueltas.

SILVIA: Mira que eres tonta con tanto pensártelo.

IRENE: Pero me queréis dejar en paz coño.

BEA: No, que la vas a cagar seguro.

Empezaron a hablar todos de golpe, ellos presionándola para que me dijera que si, ella defendiéndose pidiendo que la dejaran tranquila tomar su decisión, aquello parecía un gallinero, al final me puse en medio de la vista de uno con los otros en calzoncillos levantando las manos…

YO (levantado la voz): Vale, vale, tranquilos.

Se quedaron todos en silencio mirándome.

YO: Nos vamos a dormir, lo hablamos y mañana os damos una respuesta.

TERESA: Cuándo, ¿en el desayuno?

Miré a Irene interrogándola con la vista.

IRENE: En la cena.

SILVIA: Joooder.

BEA: Todo el día esperando nos van a tener, que putada.

TERESA: Niñas, hablar bien coño.

ALBERTO: Vale, mañana en la cena, buenas noches.

Se dio media vuelta y se fue para su habitación, Teresa lo miró, me miró a mí y siguió los pasos de su marido, Bea y Silvia seguían allí sin irse.

IRENE: Os queréis largar ya joder, ¿a qué coño estáis esperando?

SILVIA: Es que queremos escuchar que habláis.

IRENE: Como me levante te pego un par de hostias que te vas a dormir calentita hoy.

Yo me descojonaba de risa.

BEA: Va Silvia vámonos que quieren tener intimidad, ¿no lo ves?

SILVIA: Joooder, es que esperar hasta la cena de mañana es mucho tiempo.

IRENE: A que me levanto.

BEA: Venga va, vamos a dormir.

Se la llevó, cerré la puerta y me metí en la cama otra vez sin poder parar de reír.

IRENE: ¿Y a ti que te pasa que te hace tanta gracia?, porque yo estoy muy nerviosa.

YO: Nada, todo esto, es que ha sido tan surrealista.

IRENE: Eso es porque no los conoces.

YO: Ya, ¿y tú, me quieres decir qué coño has hecho hoy para no verte en todo el día?

IRENE: ¿Te gustaría saberlo?

YO: He pensado que te habías escondido en la cama de algún chico y no has parado de follar en todo el día.

IRENE: Que animal que eres tío.

YO: Pues ya me dirás.

IRENE: Te lo diré mañana, mejor aún, te llevaré allí para tomar la decisión juntos de que hacemos.

YO: Vale, ya me dejas más tranquilo, ¿seguro que no has estado follando como una loca?

Me pegó un manotazo en el hombro y me abrazó muy fuerte.

IRENE: Oiiisss, ¿qué haremos tú y yo cariño?

YO: Yo que sé, alguna solución encontraremos.

Nos besamos, nos abrazamos un buen rato más y dormimos.

Al día siguiente bajamos a desayunar con todos, nadie nos dijo nada del “asunto”, después preparamos unos bocadillos para la hora de comer, Irene me avisó de que tendríamos una buena caminata de ida y de vuelta por la tarde, pasaríamos el día allí, se puso en la espalda una mochila con agua y algunas cosas, salimos de camino, un camino de montaña que subía sin mucha pendiente, nos fuimos cambiando la mochila, caminábamos cogidos de la mano, parándonos de vez en cuando a beber agua y de paso besarnos un rato, por fin llegamos a una gran explanada, donde muchos años atrás los pastores de la zona subían las ovejas a pastar, había una pequeña construcción de piedra, donde el pastor descansaba o comía, al tener las paredes muy gruesas protegía del calor en verano y del frio en invierno, Irene abrió la puerta empujándola, una vez dentro por una ventana entraba la luz que iluminaba el cuartucho de manera tenue, pensé que para estar abandonado no había tanta mierda acumulada, Irene me confesó que cuando se sentía mal o tenía algún problema subía allí arriba y lo mantenía más o menos limpio, sacó de la mochila un saco de dormir y lo estiró en un camastro.

IRENE: Ves, ya tenemos nuestra cama en mi palacio.

YO: La de tíos que deben de haber pasado por aquí.

IRENE: Luego te enfadas, pero ves como eres retrasado joder, este es mi refugio, el mío, nunca he traído aquí a nadie, ni a mis hermanas, aquí vengo sola, pienso, miro el paisaje y me relajo para coger fuerzas y seguir mi vida, tú eres el único, la única persona que he traído, ¿y me dices eso?, ya estás haciendo que me arrepienta de haberte traído tío.

La abracé, ella apoyó su cara en mi pecho, rodeándome con sus brazos la cintura, le puse una mano encima de la cabeza acariciándole el pelo.

YO: Perdóname cariño, era una broma, no sabía que era un sitio tan especial para ti, estoy contento de ser el único al que se lo has enseñado.

IRENE: ¿Y sabes porque lo he hecho?

YO: ¿Por qué quieres convencerme de que me quede en este pueblo contigo?

Separó la cabeza de mi pecho y me miró.

IRENE: Bufff, es que eres tonto de remate macho.

YO: Hostia ya empezamos con tus palabras agradables, ¿entonces por qué?

IRENE: Porque tengo confianza contigo idiota, como nunca la he tenido con nadie.

YO: Bueno, supongo que es lo que tiene que pasemos todas las noches durmiendo juntos.

IRENE: Brrrr, que tío coño, es que no hay manera contigo, todavía no entiendo como…

Se quedó callada mirándome.

YO (riendo): ¿Cómo qué?

IRENE: Puedo estar tan enamorada de ti cojones, palurdo que eres un palur…

Le agarré la carita y la besé metiéndole la lengua dentro de su boca, la estiré en el camastro y me puse encima de ella.

YO: Estas enamorada porque sabes que te adoro cabrona, sabes que me tienes loco.

Me miraba riendo fijamente a los ojos.

YO: Te voy a desnudar y follar con todo el cariño que sepa.

Se le puso una carita de tonta enamorada, supongo que la misma que tenía yo en aquel momento, le quité sin prisas la camiseta y el sujetador, la besé de nuevo y le desabroché el pantalón quitándoselo, aprovechando para sacarle las zapatillas y los calcetines para caminar que se había puesto, la miré estirada en braguitas y me pareció que estaba preciosa.

IRENE: Que cara de idiota que pones tío.

Se descojonaba de risa.

YO: Y tú que insensible que eres coño, yo intentando ser romántico y tú mira lo que me dices.

Todavía reía más fuerte.

IRENE: Va cariño, quítate la ropita y ven aquí conmigo que verás que romántica soy contigo.

La tía se moría de risa mientras yo me quedaba en pelotas y me acostaba a su lado, se giró acercando su cuerpo al mío, yo estaba boca arriba, me besó y me agarró la polla.

IRENE (cachondeándose): Huy, ¿qué le pasa qué está tan flojita, es que no te gusto o no te excito lo suficiente?

YO (haciéndome el enfadado): Tu cuerpo me pone a mil, pero tus bromitas consiguen que no se me levante nena.

Me volvió a besar medio riéndose.

IRENE: Hay que susceptible que está mi niño.

La miré haciendo cara de pena.

IRENE: ¿Qué te ha venido la regla y por eso estás así?

YO: Mira que llegas a ser cabrona tía.

Le empecé a hacer cosquillas, ella botaba del camastro para apartarse, yo la agarraba para que no se levantara y seguir tocándole las costillas, empezamos una lucha moviéndonos mucho y ¡Boomm!, el camastro se rompió de lo viejo que era, nos pegamos un talegazo en el suelo para habernos “matao”, nos miramos asustados de entrada y nos empezamos a reír como locos después.

IRENE: Ves lo que has conseguido por gordo.

Me puse encima de ella, le agarré una mano y la bajé con la mía para ponérsela encima de mi polla que no sé porque la tenía tiesa.

YO: Esto es lo que tengo gordo por tú culpa tía buena.

Me la empezó a pajear lentamente.

IRENE: Pues sí, parece que ha reaccionado.

La besé con pasión, me respondió poniéndose seria, le cogí las manos y se las puse por encima de la cabeza pasándole la lengua por el cuello bajando poco a poco por su cuerpo, le besé las tetas y le chupé los pezones poniéndoselos duros, Irene ya no reía y jadeaba sintiendo mi lengua por todo su cuerpo, le besé la barriguita soltándole las manos para poder seguir bajando, las colocó en mi cabeza acariciándome el pelo, mientras yo llegaba con mi boca a la altura de sus braguitas, cogiéndoselas por los lados para bajárselas lentamente y seguir besándola por encima del vello púbico, la rajita, y continuar besándole las piernas hasta quitárselas totalmente volviendo a subir abriéndole las piernas, cuando estaba a punto de meterle la lengua en medio del coño levanté la vista y le miré los ojos…

YO: Pues tendrías que verte la cara de idiota que haces tú ahora.

Me agarró con fuerza de los pelos y me metió la cabeza en medio de su chocho a lo bestia.

IRENE: Cállate de una puta vez y cómemelo joder.

Ahora era yo que con su coño en la boca no podía parar de reír, a la vez que intentaba pasarle la lengua por encima, fue llegar a ponérsela encima del clítoris y pegar ella un gemido tremendo moviendo las piernas tensando la espalda, con eso nos pusimos serios los dos, se lo chupaba, lamía y succionaba lentamente haciéndole no dejar de gritar agarrándome fuerte del pelo como si estuviera domando un caballo salvaje, pegó un tirón fuerte poniéndome encima de ella.

IRENE: Fóllame, fóllame que me tienes loca cabrón.

Me agarré la polla apuntándosela en el agujero dando un golpe de cintura para insertarla en el fondo de su vagina, Irene grito como se la hubieran partido por la mitad, bajando las manos por mi espalda agarrándome las nalgas del culo con fuerza, yo me iba moviendo apoyando las manos al lado de su cuerpo sujetándome dándole golpes de caderas metiéndosela, dándole vueltas de vez en cuando, ella jadeaba, gemía y gritaba con una carita de excitación y de estar cachonda perdida tremenda…

IRENE: Fóllame, fóllame fuerte, que puede ser la última vez que lo hagas.

Hostia, paré de moverme mirándole a la cara.

YO: ¿Qué has dicho?

IRENE: Que tengas cuidado de que no te deshagas, sigue coño.

YO (extrañado): ¿Qué no me deshaga, de qué?

Y ¡ZAS!, me soltó un azote en una nalga de la hostia.

IRENE: Que sigas hostia que me tienes cachonda.

Empecé de nuevo a mover las caderas pensando que debí de entenderla mal, volvió a gemir y gritar de gusto moviéndose debajo de mí que me estaba poniendo a mil, llevábamos un rato más y…

IRENE: Pero quieres moverte más rápido “atontao”.

YO: Pero si ya me muevo coño.

Intentaba aumentar el ritmo.

IRENE: Pues no es suficiente, dale.

YO: Pero si siempre te ha parecido bien así.

Yo seguía moviendo las caderas y ella gimiendo.

IRENE: Te quieres callar y darle coño.

Y ¡ZAS!, otro cachetazo del copón en la otra nalga.

YO: Como sigas así me vas a dejar el culo rojo de tantas hostias.

IRENE: Pero que te ha dado hoy por hablar tanto, quieres seguir joder.

YO: Sí, sí, ya sigo coño, que no he parado un momento, y la que hablas eres tú, que todavía estoy pensando en lo que me has dicho antes.

Seguía bombeando ya un poco despistado.

IRENE: Yo no he dicho nada, tú te lo imaginas “zumbao”, sigue anda.

Me paré de golpe dejándole la polla dentro mirándole a la cara.

YO: Así no puedo seguir, tú has dicho que puede ser la última vez que estemos juntos y no me lo puedo sacar de la cabeza.

Me salí de encima de ella y me acosté a su lado boca arriba.

IRENE: Ya te he visto yo un poco rarito esta mañana.

YO: Pero que rarito ni que hostias, ¿Por qué me has dicho que puede ser la última vez?

IRENE: Que no te lo he dicho coño.

YO: Que si lo has dicho joder.

Se levantó y se sentó encima de mí chafándome la polla con su coño.

IRENE: ¿Pero tú quieres follar o no?

YO: Lo que quiero es que me digas porque puede ser la última vez que lo hagamos.

Levantó el culo agarrándome la polla metiéndosela en el chocho, bajó el culo ensartándosela hasta el fondo empezando con un vaivén de caderas.

IRENE: ¿Te gusta?

YO: ¿Pero que preguntas haces?, claro que me gusta, porque tendría de dejar de gustarme con las veces que lo hemos hecho.

Ella empezaba a jadear y gemir.

IRENE: Dime que estás enamorado de mí.

YO: Estoy enamorado, ¿por qué lo has dicho?

IRENE: ¿Qué estás enamorado de quién?

YO: De ti coño, de ti, ¿pero por qué lo has dicho?

Aumentaba el ritmo cerrando los ojos apoyando sus manos en mi pecho.

IRENE: ¿Dicho, el qué?

YO: La madre que te parió Irene, que puede ser la última vez joder.

Gemía sin parar, notando como bajaban sus flujos por mis huevos de lo caliente y excitada que estaba.

IRENE: A mi madre déjala tranquila con sus calabacines.

YO: ¿Pero qué calabacines ni qué calabacines?, me estás volviendo loco.

Me respondió en medio de un gemido.

IRENE: ¿Te vuelves loco de pasión por mí?

YO: Que no coño, loco porque no te entiendo.

Gemía más fuerte, aquello era el polvo más surrealista en el que me había encontrado.

IRENE: ¿Entonces no sientes pasión por mí?

YO: Que si hostia, pero no te entiendo.

IRENE: ¿Pero qué quieres entender criatura?

YO: ¿Eeeh?

IRENE: Que muevas más la cintura, la cintura.

YO: ¿La cintura?

Estaba ya hasta los cojones de aquella conversación de besugos, la agarré por las caderas desplazándola con fuerza para adelante y para atrás, moviendo a la vez mi cintura dándole pollazos en el coño a un ritmo y con una fuerza de la hostia, a Irene le salían unos gritos de la garganta tremendos, ponía los ojos en blanco corriéndose a lo bestia tensando el cuerpo, cuando acabó se dejó caer en mi pecho con los ojos cerrados relajándose.

YO: Por lo menos te has callado de una vez coño, y yo que quería hacerte el amor con cariño y muy romántico, manda huevos tía.

No dijo nada durante un ratito, abrió los ojos y me acarició el pecho.

IRENE: ¿Por qué no te quieres quedar aquí conmigo?

Le levanté la cabeza mirándole a los ojos.

YO: Cariño, eso es lo que hemos venido a decidir ¿no?, tenemos todo el día para hacerlo.

IRENE: ¿Sabes qué pasa?, que si decidimos separarnos y hemos estado todo el día follando y queriéndonos el palo que me voy a llevar va a ser muy grande, a lo mejor si no follamos más no me sentiré tan mal cuando me dejes.

YO: ¿Pero por qué estás dando por hecho que te voy a dejar antes de que lo hablemos?

IRENE: No sé.

YO: Vale, pues lo hablamos primero y follamos después.

Puso las dos manos cruzadas encima de mi pecho y apoyó la barbilla encima mirándome.

IRENE: Vale, quédate aquí conmigo.

YO: Vale, vente conmigo a conocer sitios nuevos y nueva gente.

IRENE: Me da miedo.

YO: Yo te protegeré.

Me miró los ojos acercó su cabeza y me besó en los labios con dulzura.

IRENE: ¿De verdad me protegerás siempre y estarás a mi lado?

YO: En todo momento.

Me volvió a besar agarrándome la polla.

IRENE: ¿Y con esto que hacemos?, debes de estar cachondo.

YO: ¿Ya te he convencido?

IRENE: No, pero déjame pensarlo.

Deslizó su cuerpo por encima del mío, se metió la polla en la boca pasándome la lengua por la punta haciéndome cerrar los ojos, se la metió por la mitad succionándola levantándome el culo del suelo, me miró sonriendo y se la metió entera apretándomela con los labios, escuché algunos sonidos guturales que le salían de la garganta que me pusieron cardiaco, la sacó de golpe toda llena de saliva pajeándola a buen ritmo, que sonido que hacía su mano moviéndose con la saliva, para volverse loco, se levantó, se dio la vuelta enseñándome su precioso culo y se sentó encima de la polla metiéndosela, tiró para atrás el cuerpo apoyando las manos en el suelo, una a cada lado de mi cuerpo, empezó a mover la cintura metiéndose y sacándose mi polla, yo tenía las manos libres para acariciarle los pezones, bajé una mano poniéndole un dedo encima del clítoris frotándoselo despacio, cerró los ojos pegando un buen gemido, empecé a moverme para acompasar mis caderas con sus movimientos aumentando el ritmo de su follada, gritaba y se movía sin parar con mis manos acariciándole las tetas y el coño, levantó la cabeza poniendo los ojos en blanco y se empezó a correr por segunda vez de forma espectacular, cuando acabó se giró otra vez rápida para agarrarme la polla y chupármela, succionármela, metérsela entera, pajearla y acabar con unos movimientos rápidos de cabeza arriba y abajo haciendo que me corriera en su boca pegando gritos como un loco, tragaba todos los lechazos que le iban entrando, cuando acabé levantó la cabeza cayéndole por los labios algo de leche, me miraba sonriendo sabiendo que aquello me estaba poniendo cardiaco.

IRENE: ¿He estado bien?

YO: Como siempre cielo.

Se pasó la mano por los labios para limpiárselos y se acurrucó conmigo.

IRENE: Quédate conmigo.

YO: Vente conmigo.

Me dio un apretón en las costillas haciéndome cosquillas y me abrazó.

Pasamos el día desnudos, tomando el sol, mirando un bonito paisaje, hablando mucho de la decisión a tomar y sexo, mucho sexo, en el interior y el exterior, ya por la tarde decidimos volver, entramos en su casa y nos encontramos con Silvia que se nos acercó olisqueando como un perrillo.

SILVIA: Hostia niños os habéis puesto tibios de sexo, como oléis, ducharos que dais un cante de puta madre.

Nos miramos y nos reímos dirigiéndonos a las escaleras.

SILVIA: ¿Pero qué habéis decidido?

IRENE: Os lo diremos en la cena.

SILVIA: Jooope.

Nos metimos en la ducha juntos, bajamos un rato más tarde, estaban todos esperándonos, nosotros agarrados de la mano de pie en la puerta, todos los demás sentados en la mesa mirándonos fijamente como si quisieran descubrir en nuestras caras lo que habíamos decidido, se hizo un tenso silencio.

ALBERTO: Bueno, ¿Qué vais a hacer?

Irene respiró profundamente y levantó la cabeza para hablar, todos los que estaban sentados la levantaron también para escuchar con atención.

IRENE: Hemos decidido que…

TERESA: Vamos niña que nos tienes en ascuas.