El año sabático (6)

De mi intención inicial...

De mi intención inicial de pasar pocos días ya no quedó nada y fui alargando mi estancia, con Irene íbamos a todas partes juntos, menos algún día, como aquella mañana que se levantó de mi cama diciéndome que me quedara, que ella se iba con su hermana pequeña a la piscina, entendí perfectamente que significaba, me dormí un rato más, bajé a desayunar sin nadie en la casa, bueno, nadie menos Bea que me la encontré sentada en la cocina esperándome, que belleza natural tenía aquella chica, era espectacular, de ser famosa hubiera sido un mito erótico seguro, nos saludamos y me preparó un café con leche ofreciéndome una pasta para desayunar, yo estaba sentado en un lado de la mesa, ella delante de mí al otro, me miraba con una sonrisilla y un bote de leche condensada abierto delante, metió un dedo en el bote sacando un poco poniéndoselo en la boca, entreabriendo los labios cayéndole un poquito por el labio, me miraba fijamente observando mis reacciones, yo me había quedado con la pasta a medio mojar en el café mirándola pensando en lo que ya os podéis imaginar.

BEA: Dime una cosa, vuestra lechita es parecido a esto.

Abrí los ojos cerrando la boca a medio masticar que casi me ahogo, me limpié los labios con la servilleta, ella sonreía viéndome.

YO: No me digas que nunca le has hecho una paja a un chico y te has pringado la mano.

BEA: Claro que lo he hecho, parecía como más clarita que esta, pero solo la he tenido pringándome la mano limpiándome rápido sin fijarme bien.

Seguía chupándose el dedo poco a poco sensualmente cada vez que lo metía en el bote sacándolo lleno de leche, leche que dejaba que le resbalara por los labios y la barbilla.

BEA: ¿Si te lo hacen en la boca es lo mismo que esto?

Cogí el bote levantándolo.

YO: Mira para arriba y abre la boca.

Lo hizo y le fui tirando directamente del bote la leche en la boca, le tiré bastante casi llenándosela.

YO: Cierra la boca y mírame.

Me miró con la boca cerrada y los carrillos abultados.

YO: Ahora abre muy poco la boca lentamente.

Lo fue haciendo sin dejar de mirarme a los ojos, le empezó a salir la leche entre los labios cayéndole por los lados de la cara y la barbilla encima del vestido y las tetas.

YO: Así es como cae si no te la tragas cuando se te corren en la boca.

Se puso más seria excitándose, tragándose la leche limpiándose con la servilleta.

BEA: Pero el sabor no es el mismo.

YO: No, no tiene nada que ver.

BEA: Quiero que me des la tuya y probarla.

YO: Eso no es tan fácil.

BEA: ¿A no, porqué?

YO: Porque antes te voy a comer entera de cómo me estás poniendo nena.

Soltó una carcajada cogiéndome de la mano levantándonos los dos caminando para las escaleras.

BEA: Llévame a tú habitación por favor.

Le agarré la cadera subiendo las escaleras y entramos en mi habitación, cerré la puerta detrás de mi agarrándola por la cintura dándole la vuelta, pasándole los brazos por la espalda acercándola a mi cuerpo quedando juntitos, nos miramos a los ojos y fuimos acercando los labios besándonos, supongo que sería de tanta leche condensada pero eran literalmente muy dulces sus besos, apetecía chuparle los labios y lamérselos con tranquilidad saboreándolos, empezó apoyando sus manos en mi cintura y las fue pasando por mi espalda acabando abrazándome con fuerza, enganchando sus tetas a mi pecho y el chochete a mi paquete que con la ropa finita que llevábamos puesta, le podía notar hasta los pelitos del coño, le bajé la cremallera del vestido por detrás dejándolo caer, nos acercamos a la cama y la volví a besar desabrochándole el sujetador, le fui bajando los labios por la barbilla y el cuello llegando a las tetas, acariciándoselas con una mano besándolas y lamiéndolas jugando con los pezones dejándoselos duros, Bea estaba en silencio fijándose en todos mis movimientos, jadeando iluminándosele los ojos.

Me arrodillé siguiendo con los besos por la barriga y por encima de las bragas, dándole varios besos suaves encima de la rajita, entreabría los labios cerrando los ojos de excitación, se las bajé poco a poco, cuando las tenía en los muslos le besé la rajita metiéndole un poco la lengua dentro, gimió suavemente y le acabé de quitar las bragas estirándola en la cama boca arriba, me quité la ropa y me puse a su lado, nos besamos con sus brazos alrededor de mi cuello y yo acariciándole el cuerpo con el reverso de dos dedos, de sus labios bajé al cuello besándoselo suavemente, Bea jadeaba despacio cerrando los ojos, mientras bajaba mi lengua lamiéndole los pezones dejándoselos salidos y duros, seguí bajando por la barriga, jadeaba con más fuerza cuando me iba acercando a los pelitos del chocho, le pasé la lengua por encima en círculos, abrió lentamente las piernas acomodándome en medio viéndole un coño bonito, rubio y grande como el de su madre, le besé el interior de los muslos, Bea empezaba a gemir suavemente, le metí los brazos por debajo de los muslos levantándole las rodillas, separándole bien las piernas apoyando los talones en la cama, le fui dando vueltas con la lengua por los labios mayores, gemía y resoplaba de excitación, el chichi le brillaba de lo mojado que estaba, fui estrechando el circulo con la lengua llegando a los labios menores, levantó el culo de un golpe de gusto gritando un poco.

YO: ¿Te gusta Bea?

BEA (muy excitada): No pierdas tiempo preguntando lo evidente y no pares tío.

Le puse la punta de la lengua en el agujerito de la vagina y la fui subiendo despacio sin parar hasta el clítoris, apretó las manos agarrando la sabana dando un gemido largo, le di vueltas al clítoris que lo tenía hinchado y salido como un garbanzo, sus gemidos ya se habían convertido en gritos y no paraba de mover el cuerpo, yo le sujetaba las caderas con mis manos, con los brazos por debajo de sus muslos para que no se moviera tanto, le lamí suavemente encima de botoncito mágico pegando un grito enorme, después de lamerlo un poco lo chupé y acabé succionándoselo con todo su cuerpo dando espasmos, corriéndose con unos gritos de la hostia, se quedó quieta con los ojos cerrados, me puse a su lado acariciándole la cara, abrió los ojos y me besó con todos sus flujos en mí boca con pasión.

YO: ¿Estás bien Bea?

BEA: Como no voy a estar bien si es la primera vez que me corro con un tío.

YO: ¿Cómo?

Se abrazó pasándome los brazos por la espalda hablándome al oído.

BEA: Que por primera vez no lo he disimulado, me has hecho correr de manera espectacular, nunca había sentido tanto, ya has visto los espasmos que me cogen y como grito, me da vergüenza hacerlo delante de según quien.

La abracé con fuerza como hacía ella conmigo.

YO: Me alegro mucho de haber sido el primero, a mí me ha encantado como te has corrido, y estoy seguro que a cualquier tío le gustará.

Intentaba darle confianza, me parecía una tontería que no disfrutara del sexo por vergüenza, nos volvimos a besar, me fui colocando encima de ella abriéndole las piernas con las mías encajándome en medio, cuando estaba a punto de meterle la polla en el coño.

YO: ¿Estás preparada para volver a empezar?

Me sonrió con sus manos acariciándome la espalda y me besó, se la fui metiendo despacio hasta el fondo, gemimos los dos, estar encima de aquella muñequita excitada y con ganas de entregarse me ponía ciego, moví mis caderas lentamente de atrás adelante, cuando la tenía en el fondo con mi pubis en su chichi me deslizaba un poco para arriba para rozarle el clítoris, gritó bajando una mano agarrándome con fuerza un cachete del culo, para que se lo repitiera en cada penetración, llevando la cabeza para atrás poniendo sus bonitos ojos claros en blanco, me agarraba con fuerza apretándome contra ella, con su cabeza al lado de la mía, con las caras juntas.

BEA: Sigue, sigue, así, así, otra vez, más, me gusta, que bien…

Me iba hablando en medio de gemidos cada vez más fuertes, noté el calor de sus mejillas y como movía sus caderas acompasadas con las mías, podía ver como se preparaba paso a paso para volver a correrse, sus palabras iban siendo cada vez más flojitas, sus gemidos más fuertes, dejando de hablar poniéndose a gritar corriéndose moviendo las caderas arriba y abajo, yo intentaba dejársela clavada para que ella se moviera como quisiera, cuando acabó relajó el apretón que me estaba dando con sus manos en mi espalda y mi culo, pasando a caricias suaves volviendo a besarme, se la saqué poniéndome a su lado mientras se recuperaba poniéndose de lado pasándome un brazo por encima cerrando los ojos, los abrió al ratito.

BEA: ¿Y ahora qué?

YO: Ahora te queda tener un último orgasmo, luego me correré en tú boquita para que puedas probar la lechita que tantas ganas tienes.

Me miró sonriendo, se volvió a abrazar acurrucándose conmigo, descansó un poco y me miró dejándome claro que ya estaba preparada para seguir, le di la vuelta y le puse un cojín debajo de la barriga levantándole el culito, le besé la nuca bajando por la espalda lentamente mientras con la mano le acariciaba el culo, le puse un dedo en medio de la raja y se lo fui bajando pasando por el ojete, llegando al agujero de la vagina dándole algunas vueltas alrededor, Bea abrió más las piernas para dejarme tocarla mejor, seguí con mi camino frotándole otra vez suavemente el clítoris, a la vez le seguía besando la espalda bajando hasta el culo, se estaba mojando por momentos, me puse encima de ella, le apoyé la punta de mi polla en su agujero de la vagina, Bea hacía rato que jadeaba y gemía por mis caricias, me dejé caer y se la metí de golpe hasta el fondo, haciéndole dar un buen grito girando la cabeza para mirarme, aproveché y le besé el cuello, pasando una mano por debajo acariciándole la cara, fui cogiendo ritmo con mis caderas, ella lo cogió de gemidos y gritos, a mi me subía un gusto que me estaba matando a punto de hacerme correr, Bea pegó un grito fuerte corriéndose levantando la cabeza, esperé por los pelos a que ella pudiera acabar, le dije que se girara rápido metiéndose mi polla en la boca, justo cuando le dejaba ir el primer lechazo que le entró directo en la garganta, cerró los labios alrededor del glande, mientras yo me hacía una paja por debajo corriéndome en su boca, lo fue acumulando todo, cuando se la saqué mantuvo la boca cerrada igual que con la leche condensada, separó un poco los labios y le fue cayendo por los lados de la boca a chorro, se tragó la que tenía dentro y me sonrió pasándose la mano por la boca.

BEA: Esta buena, me gusta.

YO: Tú sí que estas buena joder.

Bea se moría de risa, nos duchamos juntos y nos estiramos un rato más abrazados hablando, bajamos al medio día y no tardaron en llegar sus hermanas, Irene se duchó y se sentó a mi lado poniendo su cabeza en mi regazo con mi mano acariciándole la cara, parecía que estuviera diciendo que me compartía pero que yo estaba a su lado y nadie más.

Muchas tardes íbamos al pajar con Irene y dar rienda suelta a nuestros instintos, acabábamos en pelotas estirado uno encima del otro después de pegar unos buenos polvos, que cada día iban mejorando porque nos conocíamos mejor, cada día dormíamos juntos, subíamos antes o después que sus padres y nos metíamos directamente en mi habitación, aunque estoy convencido que ellos ya lo sabían y disimulaban, sobre todo por la actitud de su padre que mejoró mucho conmigo, Irene hasta llegó a traerse algo de ropa para vestirse por las mañanas, una noche me levanté para ir a beber agua, se lo dije a Irene y bajé a la cocina, al entrar me encontré con Teresa que disimuló como pudo, tenía un calabacín encima de la encimera, cogí un vaso llenándolo de agua, miré el calabacín y la miré a ella que apartó la vista nerviosa, cogí la aceitera y le tiré un chorro de aceite por encima, Teresa me miró con los ojos muy abiertos, dándose cuenta que le estaba diciendo que sabía lo que hacía con él, lo agarré con la mano y esparcí el aceite como si le hiciera una paja como hacía ella, le miré los ojos.

YO: ¿Cómo lo hacemos?

Teresa no dijo nada, se giró poniendo las tetas encima de la mesa sacando el culo, se subió el camisón y se bajó las bragas sacando un pie de ellas abriendo las piernas, me acerqué con el calabacín en la mano y se lo fui frotando por el coño, se tapó la boca con la mano ahogando los gemidos, cuando oí que la humedad en su chichi era suficiente le puse la punta de aquello enorme en el agujero apretando un poco, el coño se le abrió abrazando la punta del calabacín engulléndola entrando casi solo, pegó un grito tapándose fuerte la boca para no liarla, le fui metiendo “aquello” hasta que no pude más, lo saqué y volví a meter alucinado de la facilidad con lo que lo hacía, ella se excitaba muchísimo, me acerqué más para hacer más fuerza al metérselo, noté como una de sus manos me bajaba el pantalón del pijama agarrándome la polla, que la tenía tiesa de lo que estaba viendo, haciéndome una paja, aquello se me empezó a ir de las manos, le metía y sacaba aquella hortaliza a un ritmo de la hostia, el mismo que me daba ella a la paja, se empezó a correr temblándole las piernas meándose de gusto, yo empecé a tirar lechazos encima de la mesa y en el suelo, no paró de mover la mano ordeñándome hasta dejarme seco, me sacó la última gota apretándome alrededor de la polla por la base con dos dedos haciéndolos resbalar hasta la punta quedándose con el semen dando un golpe seco con la mano tirándolo al suelo.

TERESA: Vete a dormir que yo limpiaré esto.

Bebí agua y me fui a la cama, cuando me acosté al lado de Irene.

IRENE: ¿Mañana tendremos crema de calabacín para cenar?

YO: Sí.

Se acurrucó a mí y nos quedamos dormidos.

A lo tonto lo tonto fue pasando casi un mes que estaba en aquella casa, con Irene pasábamos el día juntos y yo creo que nos estábamos enamorando, aunque ninguno de los dos fuera capaz de decírselo al otro, yo no lo tenía claro, y no por mis sentimientos que sabía perfectamente lo que sentía por ella, sino porque un día u otro tendría que irme de aquella casa, después de casi un mes creía que ya iba siendo hora de seguir mi camino, hablando con mi madre ella también me había dicho que más de un mes le parecía que estábamos abusando de la buena voluntad de su amiga, que lo más lógico es que yo siguiera mi camino como inicialmente tenía planeado. Lo que no sabía era como decírselo a Irene y que no se lo tomara muy mal o no hacerle daño, una tontería porque el daño estaba hecho empezando por mí mismo que me dolía separarme de ella, en esos momentos era la relación más sería que había tenido en mucho tiempo.

Una noche estábamos todos cenando y de pronto…

TERESA: Fran, hoy me ha llamado tú madre, me ha dicho que no te quedan muchos días para quedarte con nosotros, es una lástima, ya sabes que puedes quedarte el tiempo que tú quieras.

Me pilló de sorpresa, no supe que decirle pensando que Irene se acababa de enterar por su madre y no por mí, sus hermanas y yo la miramos a la vez pensando en lo mismo, el careto de mala hostia que intentaba disimular era para vérselo, se levantó y dijo que no se encontraba muy bien, que se iba a dormir, estoy convencido que Teresa lo hizo expresamente y que incluso su marido la empujó por debajo de la mesa recriminándoselo, me fui a dormir esperando que Irene viniera a mi cama y me quedé con las ganas, al día siguiente cuando bajé a desayunar tampoco estaba, hablé con sus hermanas y me dijeron que mejor que la dejara tranquila, que nos fuéramos a la piscina que Irene necesitaba pensar y tranquilizarse, no la vi a la hora de comer, pregunté por ella y nadie me quiso decir nada, por la tarde fui hasta el pajar pensando que podría estar allí y tampoco estaba, la busqué por los sitios que conocía y no la encontré, me preocupé y le pregunté a Bea y Silvia si sabían dónde estaba, si la vería antes de irme, me dijeron que no me preocupara que seguro que la vería.