El año sabático (3)
Me quedé dormido profundamente...
Me quedé dormido profundamente, al día siguiente me levanté tardísimo, pasaban de las once de la mañana, me duché con agua fría otra vez y me puse un pantalón corto y una camiseta para bajar al salón, al bajar las escaleras vi que en el sillón que se sentaba Irene el día anterior colgaban unas piernas, la misma postura que se solía acomodar ella, me puse delante y sorpresa, no era ella, era Bea, la “muñequita”, con un pantaloncito tan corto que al tener la pierna encima del reposabrazos se le abría la entrepierna viéndole las bragas por el lado, y algún pelito rubio del coño, ella miraba el móvil, yo ya me estaba poniendo cachondo de aquella vista, la de sus tetas debajo del sujetador y una blusa un poco abierta que se le veía un canalillo espectacular también ayudaba, tragué saliva, Bea me miró dejando el móvil a un lado.
BEA: ¿Ya te has despertado Fran?, queríamos ir contigo a la piscina, pero tardabas tanto en despertarte que al final se han ido ellas y yo me he quedado contigo.
YO: Muchas gracias Bea, pero no hacía falta, te podías haber ido con ellas y yo ya me hubiera espabilado.
BEA: No, no, mamá nos ha dicho que te cuidemos y lo vamos a hacer, ¿qué quieres desayunar?
Se levantó y caminó entrando en la cocina, yo iba detrás suyo pensando que lo que me apetecía desayunar eran sus tetas y su coño así al natural, estaba concentrado con mis pensamientos de pervertido…
BEA: ¿Qué quieres?
YO: ¿Eeeh?
BEA: Ostras Fran, a ver si le tendré que dar la razón a Irene cuando dice que estás un poco “apollardao”.
YO: Un café, un café con leche estará bien.
Me miró con una sonrisa y me lo preparó, me senté en una mesa grande que había en la cocina, ella se puso delante de mí mirando cómo me lo tomaba.
BEA: De las pocas cosas que se pueden hacer en este pueblo es ir a la piscina municipal, nosotras vamos cada día.
YO: Si me lo hubierais dicho ayer esta mañana me habría levantado antes, es que estaba muy cansado de ayer, todo el viaje en tren con tanto “traqueteo”, (me vino a la cabeza las folladas con Berta y me empecé a empalmar), total que estaba muy cansado.
BEA: Pues ahora puedes descansar un poco más porque ya es muy tarde, mejor esperaremos la hora de comer.
Nos fuimos a sentar a los sofás, ella volvió a su posición en el sillón y yo me puse en otro delante suyo, la vista de su entrepierna me estaba poniendo enfermo, empecé a preocuparme de que se notara que tenía la polla tiesa, me levanté diciéndole que iba al baño y me metí en el pasillo, apoyé la espalda en la pared palpándome la polla por encima del pantalón, la tenía tiesa de narices, saqué un poco un ojo mirando donde estaba Bea, tenía una perspectiva de su pierna levantada con la otra abierta hacía al otro lado, con el pantalón abierto dejándome ver las bragas, justo le tapaban el coño saliéndole algunos pelitos por el lado, me saqué la polla y me empecé a hacer una paja como un pervertido de mierda mirándola, ella pensando que estaba sola abrió un momento todavía más las piernas, metiéndose un dedo por las bragas rascándose el coño dejándomelo ver, estaba a punto de correrme, tuve que meterme rápido en el cuarto de baño para descargar toda la leche dentro del váter, levanté la cabeza cerrando los ojos, cuando acabé y bajé la cabeza volviéndolos a abrir, me di cuenta que no había levantado la tapa y lo había dejado “todo” encima, pensé que igual Irene no iba desencaminada y un poco corto sí que era, me cago en la puta la que lie, tuve que estar cogiendo trozos de papel de váter para ir limpiándolo todo, casi acabé con el rollo entero, cuando salí Bea me miraba levantando las cejas.
BEA: Has tardado mucho, ¿no?
YO: Es que, es que el café con leche me ha removido un poco el estomago.
BEA: ¿Estás bien?
YO: “Sip”, muy bien y relajado.
Esperamos un rato y llegó su madre del trabajo.
TERESA: ¿Cómo estáis chicos, no han llegado tus hermanas?, ya van tarde, como siempre.
Se metieron en la cocina a hacer la comida, me ofrecí para ayudarlas, llegaron Irene y Silvia, su madre les pegó una pequeña bronca por llegar tarde poniéndonos todos al lio, puse la mesa y no tardó en llegar Alberto con todo ya preparado para comer juntos, cuando acabamos Alberto y su mujer se volvieron a ir al trabajo, nos quedamos los cuatro sentados en el salón.
YO: ¿Y ahora qué?
IRENE: Tú puedes hacer lo que quieras, nosotras nos vamos a echar la siesta, claro como el niño duerme hasta las tantas no puede venir a la piscina y ahora quiere salir, no te jodes.
BEA: Saldremos más tarde a tomar algo no te preocupes.
YO: No, si no me preocupo, si hay que hacer la siesta se hace.
Irene se giró subiendo las escaleras.
IRENE: Anda que no es vago el tío ni "na".
YO: ¿Eeeh?
IRENE: ¿Eh?, ¿eh?, que luego iremos a tomar algo tarugo.
Y desapareció, sus hermanas me miraron haciendo un gesto para que la disculpara, subimos y cada uno se metió en su habitación, yo con todo lo que había dormido no tenía nada de sueño, así que me estiré un rato pero no podía dormir, me levanté y fui mirando tranquilamente por los cajones, chafardeando lo que había, abrí uno y me encontré varias bragas que debían de ser de Silvia, ya que la habitación era la suya, cogí unas que me gustaban, las olí y con un dedo les iba dando vuelta al aire mientras seguía paseando por la habitación, se abrió la puerta y entró Irene, se quedó parada mirando cómo le daba vueltas a las bragas, me miró a los ojos con odio una vez más.
IRENE: ¿Qué coño haces pervertido, estás pensando en ponértelas?
YO: ¿Te gustaría verme con ellas puestas?
Se sorprendió por la respuesta.
IRENE: Que cerdo eres y qué asco me das.
Se acercó a mí cogiendo las bragas por un extremo para quitármelas de las manos, yo las sujeté por el otro y las estiramos entre los dos, nos miramos a los ojos con la goma de las bragas todo lo que se podían estirar.
IRENE: Suéltalas “retrasao” de mierda.
YO: Acércate y quítamelas de las manos.
Se acercó con toda su rabia reflejada en los ojos, yo hice como si fuera a soltarlas y le agarré por sorpresa la mano quedando las bragas en medio de las dos, a ella se le iluminó la mirada clavada en mis ojos y la besé, primero se quedó quieta pero en nada me pasó el brazo por el cuello abriendo los labios, sacando la lengua para cruzarla con la mía, se apartó de golpe cambiando la cara.
IRENE: ¿Pero qué haces imbécil?, que tengo novio retrasado, como te odio.
Salió de la habitación dejando las bragas en el suelo y a mi descojonándome de risa, volvió a abrir la puerta sacando la cabeza.
IRENE: A las seis salimos a tomar algo, se puntual cerdo.
Me estiré en la cama para hacer tiempo con una sonrisa por haber besado a Irene y su respuesta, a las seis en punto bajé para salir con ellas por aquel pueblo, que hacía una pinta de tener una fiesta loca acojonante, vaya tela.
Me llevaron a la plaza del pueblo y entramos en el típico bar viejo, a mí se me escapaba la risa, fuimos hasta el final y abrieron una puerta entrando en otro local con una luz tenue y música, era una especie de discoteca con una pista de baile en medio, una barra a un lado, lleno de cojines para sentarse encima de unos bancos de obra, algunos rincones un poco más oscuros donde se adivinaban algunas parejas besándose, algunos chicos y chicas daban vueltas por allí. Se acercaron varios chicos, uno de ellos cogió a Irene de la cintura dándole un pico en los labios, ella me miró, como diciéndome con los ojos que me jodiera, lo agarró por la cintura llevándoselo mirándome por encima del hombro, los demás chicos hablaron un momento con sus hermanas, no me extrañó porque deberían de estar locos por llevárselas al huerto, nunca mejor dicho en aquel pueblo, de lo buenas que estaban, mientras yo miraba como era el local, los chicos se fueron y las chicas me dijeron para ir a la barra a pedir algo, nos sirvieron unos cubatas que las invité yo y nos sentamos en un rincón que escogí, desde donde podía ver a Irene con su novio.
YO: ¿Por qué no habéis querido estar con vuestros amigos?, a mi me da igual.
SILVIA: Con ellos estamos siempre, hoy contigo es un día especial.
YO: Ya, pero yo soy vuestro invitado en casa, nada más, con ellos podría ser más divertido.
BEA: ¿Divertido?, que poco conoces a la gente de aquí, son todos mas sosos que la hostia.
SILIVA: Es verdad, además, tú que vienes de ciudad sabrás más de sexo que ellos, ¿no?
Escupí el sorbo de cubata que me estaba tomando al oírla.
BEA: Ves, contigo es mucho más divertido.
Se apoyaron las dos una a cada lado, con sus codos en mi hombro mirándome.
SILVIA: Explícanos Fran, ¿has tenido alguna novia?
YO: Bueno sí, alguna he tenido pero ahora hace mucho tiempo que no.
SILVIA: No me digas, ¿y como se lo hace para desfogarse un chico tan guapo como tú?
Bea acercó su boca a mi oído.
BEA: Eso, explícale lo que has hecho esta mañana cuando has desaparecido en el cuarto de baño, por el apretón del café según tú.
YO: Yooo, no he hecho nada.
BEA: Ya.
YO: Además, para desfogarme no hace falta que tenga novia, hay otras maneras.
SILVIA: Coño claro, pero con la mano no vale.
YO: ¿Y quien te dice a ti que es con la mano nena?
BEA: Bueno esta mañanaaa.
YO: Que no, joder Bea, que no.
BEA: Ya.
YO: Ni ya, ni ya, que no.
Me estaba poniendo rojo de pensar la que había liado encima de la tapa del váter, mirando a Irene que se estaba morreando con su novio con las piernas cruzadas, él intentaba acariciarle una teta por encima de la ropa y ella le apartaba la mano, se la ponía encima de la rodilla subiéndole por el muslo y ella se la agarraba quitándosela de encima, no entendía que tipo de relación de “novios” era esa.
YO: ¿Como Irene es la manera normal de comportarse con los novios en este pueblo?
BEA: Ella porque ya lleva un tiempo con él, sino todavía haría menos, porque te piensas que te hemos dicho que los chicos son muy sosos.
YO: Coño, como no van a ser sosos si no le deja hacer nada al pobre, lo debe de tener más caliente que la hostia.
SILVIA: Ellos ya lo saben, es lo que hay.
YO: No me jodáis.
BEA: Aquí de joder se jode poco chaval.
No daba crédito a lo que me estaban diciendo, no dije nada y seguí bebiéndome el cubata con ellas dos enganchadas cada una a un lado, nos tomamos un segundo cubata que invitaron ellas hablando de diferentes temas, intentaban sacar conversaciones de sexo para saber cómo se hacían las cosas en la ciudad, yo me intentaba salir del asunto como podía, reímos mucho eso sí, Bea y Silvia eran más simpáticas que la Irene de los cojones que no entendía que le había hecho yo para comportarse así conmigo, no podía ser más arisca y mal educada, pero por otro lado notaba una tensión sexual que me confirmó el corto beso que nos dimos, se levantó Irene con su “novio” y vinieron donde estábamos nosotros agarrados de la mano, se dieron un pico y se despidieron.
Irene me miró intentado que me pusiera celoso, yo le sonreía demostrándole que a mí me la sudaba lo que ella hiciera o dejara de hacer, tuvo éxito mi sonrisa por la cara de mala hostia que puso.
IRENE (enfadada): Ya está bien de estar aquí, vámonos a casa no lleguemos tarde a cenar.
Salió caminando sin esperarnos.
YO: ¿Siempre es así de “agradable” vuestra hermanita?
BEA: Tiene buenos sentimientos, pero a veces se pone un poco borde.
Un poco, joder, conmigo no había dejado de serlo la cabrona, con ella delante y nosotros tres un poco más atrasados fuimos caminando hasta su casa, cenamos, miramos un rato la tele y nos fuimos a dormir.
Con lo que había dormido la noche anterior y casi todo el día descansando no tenía sueño, daba vueltas en la cama, pensé en levantarme para ir a beber agua a la cocina, a ver si dando una vuelta me entraba el sueño, salí al pasillo que se podía oír el silencio, no se oía nada, ni un coche o una moto pasar por la calle, nada de nada, bajé las escaleras y me dirigí a la cocina, llené un vaso de agua en el grifo y paseé bebiendo un poco cuando oí un ruido, me metí en el cuarto de la lavadora a oscuras con la puerta un poco abierta para ver qué pasaba, no tenía porque esconderme pero me pareció bien jugar un poco espiando a alguien que pudiera entrar, por lo que vi en aquel momento me alegré de no haber estado presente.
Teresa había entrado con un camisón transparente que le llegaba por encima de las bragas, se le veían las tetazas un poco caídas, encontrármela así no hubiera sabido donde mirar, pensé en esperar que se fuera para volver a mi habitación, de un cesto de mimbre que había encima de un mueble cogió un calabacín de buen tamaño, le ponía aceite por encima, pensé que si se ponía a cocinar a esas horas podía estar escondido un buen rato, vi que se sentaba en una silla pasándole al calabacín la mano como si le hiciera una paja extendiéndole el aceite, eso ya me extrañó un poco, cuando se bajó las bragas a los tobillos, sacó el culo hasta el borde de la silla abriendo las piernas muy abiertas, enseñándome un pedazo de coño enorme lleno de pelo rubio, y mira que había visto coños mirando porno por internet, pero como aquel de grande pocos, agarró el calabacín y se lo empezó a frotar por el medio del chochazo, ya me di cuenta que de cocinar nada de nada.
Se lo frotaba dejándolo resbalar por el aceite, no tardó mucho en empezar a oír un sonido característico del roce con sus flujos, se le empapó el coño en nada, ella respiraba más aceleradamente intentando no hacer mucho ruido llevando la cabeza atrás mirando al techo, lo apuntó al agujero, se tapó la boca con una mano mientras con la otra hacía fuerza para meterse aquello enorme en el coño, le empezó a entrar dilatándole el agujero de una manera espectacular, no me podía creer lo que estaba viendo, aquel pedazo de calabacín enorme se estaba abriendo paso entrando en el chocho de Teresa poco a poco pero sin parar hasta que le llegó al final, abalanzó el cuerpo hacía delante apretándose la mano en la boca saliéndole un ahogado gemido abriendo mucho los ojos, con una cara de gusto y placer acojonante.
Se lo fue sacando lentamente, cerrando los ojos dejando ir el aire de su pulmones, antes de que le saliera del todo se lo volvió a meter con más fuerza moviendo todo el cuerpo encima de la silla, gimiendo más fuerte, se puso de pie con las piernas abiertas dejando en sus tobillos las bragas bien estiradas, para evitar que la silla hiciera ruido cada vez que se movía, apoyó el culo en la robusta mesa y se sacó y metió el calabacín de un golpe, levantando la cabeza abriendo la boca y los ojos apretándose con más fuerza la mano en la boca, sin poder evitar dejar ir un gemido sordo enorme, fue acelerando el ritmo de follada a ella misma con “aquello” tan enorme, acabando temblándole las piernas de una manera bestial, corriéndose y meándose de gusto, se lo sacó y se quedó apoyada en la mesa jadeando, mirando girando los ojos para comprobar que no había nadie alrededor, se subió las bragas, lavó el calabacín con agua volviéndolo a dejar en su sitio, abrió un armario y sacó la fregona limpiando la meada o lo que fuera aquello, lo repasó todo con la vista y se fue.
Yo todavía tenía los ojos abiertos como platos y la polla tiesa como un mástil, esperé un rato antes de salir con el vaso de agua en la mano dejándolo encima de la mesa, subí a la habitación, antes de entrar tuve que ir al cuarto de baño para hacerme una buena paja pensando en lo que había visto, tiré de la cadena y al abrir la puerta para salir me encontré de morros con Bea, con una blusita para dormir que le marcaba las tetazas y un pantaloncito fino como de seda que estaba preciosa.
BEA: Fran, ¿no me dirás que otra vez estabas…?
No le dije nada y me puse a su lado para salir.
BEA: Lo digo porque no sea que al sentarme me quedé embarazada de “algo” que hayas dejado tú por ahí.
YO: Cállate coño.
Me fui a mi habitación con ella descojonándose de risa cerrando la puerta del baño.
Por la mañana desayunamos y nos fuimos a la piscina, había muy poca gente, un grupo de cuatro o cinco chicas que se saludaron al entrar, otro de unos cuantos chicos más alejados que se saludaron con la mano y algunos jubilados por allí pasando el rato, nos bañamos y tomamos el sol, cada grupito iba a lo suyo, no interactuaban casi nada entre ellos, me pareció curioso, con mis amigos cuando íbamos a sitios así en cuanto veíamos a grupitos de chicas no tardábamos nada en acercarnos y entablar conversación, puede que no nos comiéramos nada pero por lo menos conocíamos a más gente, en fin, cosas de aquel pueblo.
Al medio día volvimos para comer, después quisieron hacer la siesta, yo no la había hecho nunca y me aburría, así que me fui a dar una vuelta, paseé por el pueblo y muy pronto me salí por un camino de tierra que fui siguiendo a ver a donde iba a parar, pasaba por un pequeño bosque y después llegaba a un edificio viejo de piedra abandonado, entré, era un pajar, todavía tenía balas y paja suelta por todos sitios, pensé que podía ser un muy buen picadero si los chicos de ese pueblo follaran, porque por lo que había visto allí de follar no follaba nadie, hasta los que estaban casados preferían meterse calabacines, oí un ruido me giré, en la puerta estaba...