El año sabático (1)
Era un día oscuro, con lluvia, relámpagos y truenos...
Era un día oscuro, con lluvia, relámpagos y truenos, de los que no me gustaban nada, mi madre me acompañaba en el coche de mi padre, al que habíamos enterrado unos meses atrás durante mí último curso de la carrera tan difícil, en un día con lluvia como aquel, por eso odiaba los días como aquel, pasamos unos meses muy duros y gracias a ella, a sus ánimos y a no dejarme que me viniera abajo en aquellos momentos pude acabar aprobando un curso que se me hizo una montaña.
Por fin se había acabado aquel maldito curso, pacté con mi madre que me tomaría un año sabático antes de buscar un trabajo estable, creo que ella aceptó para que me distrajera y me olvidara de todo lo malo ocurrido en los últimos tiempos, año que intentaría invertir en viajar sin gastar mucho dinero, tenía ahorrado parte de las pagas de mis padres desde pequeño, también por el aporte de mi madre que se empeñó en darme dinero para mi aventura, con la condición que antes de ir a donde yo quisiera pasara a ver por el pueblo a una amiga de la infancia que era como de la familia. De pequeño recuerdo que ella y su marido estuvieron unos días en casa varias veces, me gustaba que vinieran porque siempre me traían regalos, habían insistido mucho en que fuéramos de vacaciones al pueblo pero por un motivo u otro nunca fuimos, unas personas que yo conocí de pequeño y adolescente que nunca más vi, por hacerle un favor a mi madre acepté, también pensando que por algún lugar tenía de empezar mi viaje, tenía la idea de visitar una parte de España antes de seguir por Europa, tal vez no era lo más idílico comenzar por un pueblo pequeño en medio de campos que vivía de la agricultura, pero para mí salir de casa para viajar solo por primera vez en mi vida y olvidarme de lo vivido en el último año ya me parecía bien.
Paró el coche delante de la estación con los cuatro intermitentes puestos, abrió el maletero para que recogiera una mochila con mis cosas, me abrazó y besó acariciándome la cara, despidiéndonos debajo de la lluvia, fue rápido, ya habíamos hablado en casa suficiente los últimos días dándome mil consejos, que no me metiera en líos, que fuera respetuoso con todo, que me lo pasara muy bien y aprovechara la experiencia todo lo que pudiera, etc., etc., etc., me senté en la butaca del vagón del tren y me puse los cascos para escuchar música, esperando que el tren empezara a moverse, allí y en aquel momento empezaba mi aventura.
Con el traqueteo del tren me quedé dormido un buen rato, cuando me desperté fui al vagón bar a comprar un refresco para comerme el bocadillo que llevaba en la mochila, vi que sentada tomándose un zumo había una chica vestida que parecía una ejecutiva, con un pelo largo que le caía por un lado de la cara, me sonreía y al pasar por su lado paré un momento para darle los buenos días, ella sin levantarse me ofreció su mano para estrecharla.
CHICA: Hola me llamo Berta.
YO: Hola Berta encantado, yo soy Fran.
BERTA: Te importa sentarte un rato y hablamos, es que es muy aburrido viajar sola.
No dudé en absoluto, me senté abriendo el refresco para tomármelo con ella olvidándome del bocadillo, entablamos una buena conversación, tal como había pensado antes era una ejecutiva de una gran empresa, volvía a casa después de asistir a una reunión en otra ciudad, cuando acabamos las bebidas Berta me pidió caminar un poco por el tren para estirar las piernas, fuimos pasando vagones siguiendo con nuestra conversación, hasta que llegamos casi al final a una zona que no habían pasajeros, nos quedamos parados delante de la puerta de un servicio, me miró a los ojos, se humedeció un labio pasándole por encima el otro a la vez que me ponía una mano acariciándome la nuca, más señales no me podía dar, le puse mis manos en la cintura, las cabezas se fueron acercando buscándose los labios para juntarse en un cálido y húmedo beso, abrió la puerta del servicio y nos metimos dentro sin separar los labios para nada, Berta estiró de mi camiseta para quitármela, mientras yo le subía la falda de tubo acariciándole la parte externa de unas piernas finas y largas, hasta dejársela por encima de las bragas.
Apoyó el culo en el lavabo, me agaché para besarles y lamerles los muslos subiendo despacio llegando a sus bragas, abrió un poco más las piernas colocándome una mano encima de la cabeza acariciándomela, le besé el coño por encima de las bragas pudiendo sentir su olor, levantó la cabeza con un pequeño jadeo, le bajé las bragas lentamente quitándoselas, me las guardé en un bolsillo del pantalón pasándole la lengua en medio de los labios menores del chichi, me apretó la cabeza con la mano gimiendo, le fui pasando la lengua por todos los rincones del coño parándome un rato en el clítoris que ya lo tenía hinchado, me dejó que se lo chupara y succionara un rato pegando unos cuantos gemidos y gritos, apartándome la cabeza para que me levantara cambiando las posiciones, se agachó en cuclillas delante de mí desabrochándome el pantalón, bajándomelo de un tirón, pensé que la había calentado lo suficiente como para verla nerviosa por sacarme la polla.
Estiró de la goma de los boxes metiendo la mano por encima agarrándomela, me miró a los ojos con una sonrisa dándome el visto bueno al tamaño de mi polla, no es que la tuviera enorme pero la tenía “apañadita”, sin soltarla con la otra mano me bajó la ropa interior empezando a pajearla despacio delante de su cara mirándosela, a su manita le sobraba como tres dedos de polla por arriba y por abajo pero con su movimiento me la estaba poniendo tiesa de verdad, se metió el capullo en la boca sintiendo como su lengua le daba vueltas a la punta del pepino sin dejar de mover la mano, me hizo mirar al techo soltando un gemido, se la tragó bastante más, seguro que le llegaba a la garganta, succionándomela al sacársela, volviendo a metérsela dejándola toda llena de saliva, ahora al hacer la paja se escuchaba el sonido de la saliva resbalando entre su mano y me tenía a mil la cabrona.
Me dio la vuelta sentándome en el váter, separó sus pies bajando el culo, me cogió la polla y se puso la punta en el inicio del agujerito del coño, le dio un par o tres de vueltas alrededor lubricándolo bien, se fue sentando metiéndosela hasta que desapareció entera dentro de su vagina, los dos gemimos de placer mirándonos a los ojos, se empezó a mover cerrando los ojos de gusto, le desabroché la camisa subiéndole el sujetador, dejando delante de mí un par de tetas de buen tamaño, con unos pezones salidos y duros que me apuntaban pidiéndome que los chupara y los lamiera, no tardé nada en hacerlo, al sentirlo aumentó el ritmo de sus caderas gimiendo más fuerte, llegando a un orgasmo abrazándome y tapándose la boca con mi cuello para no gritar escandalosamente.
Al acabar levantó la cabeza mirándome con una cara de vicio para morirse, nos volvimos a morrear con pasión y nos levantamos, apoyó las manos en la tapa del váter sacando el culo, me agarré la polla detrás de ella volviendo a apuntarla en la entrada de su coño, viendo como le caía por la pierna un reguerito de sus propios flujos vaginales de lo mojada que estaba, se la metí de un golpe chocando con fuerza contras su culo, haciéndole pegar un buen grito, yo gruñí como un animal en celo, se tapó la boca para no volver a gritar tanto, se la fui sacando lento y metiendo de un golpe seco y fuerte, ahogaba sus gritos con la mano abriendo mucho los ojos cada vez que le golpeaba el culo con mi cuerpo ensartándola con mi polla, se la fui sacando más rápido metiéndosela con la misma intensidad que desde el principio, notaba que ella se iba excitando cada vez más costándole apagar los gritos, acabé follando a todo tren, nunca mejor dicho, con una velocidad y fuerza que se nos movían los cuerpos descontrolados, Berta apoyó las dos manos en el váter pasando de taparse la boca, pegando unos gritos que la debían de escuchar por todo el tren, nos corrimos a la vez pegándole unos lechazos dentro del coño bestiales.
No me acordaba de la última vez que había follado, últimamente no me había ido muy bien en esa materia, Berta se giró lentamente abriendo la tapa del váter sentándose, dejando caer el semen y meando a la vez que me miraba respirando fuerte, recuperándose del polvo apoyando una mano sobre mi muslo, yo le devolvía la mirada cogiendo aire, con la polla blanca de sus flujos aflojándose por momentos, se levantó agarrando un trozo de papel limpiándose el hilo de flujo que le caía por la pierna, después se secó el coño, yo me giré para lavarme la polla, la sequé con un trozo de papel y mientras ella se colocaba bien la falda delante del espejo, se arreglaba la ropa y el pelo, yo aproveché para mear dándole la espalda. Salimos cogidos del brazo volviendo al vagón donde estaba sentada ella, como era un día entre semana no había mucha gente, me pude sentar a su lado, apoyamos las cabezas en el respaldo descansando un momento cogidos de la mano como unos novios, giró la cabeza y me besó con cariño acariciándome la cara.
BERTA: Para ser tan joven has estado muy bien, pero que muy bien.
YO: No creo que nos llevemos tantos años de diferencia.
Me dijo la edad y me dejó de piedra, yo pensaba desde el principio que era mayor que yo pero no le ponía más de dos o tres años, me llevaba ocho, pero tenía una carita y un cuerpo que aparentaba muchos menos, descansamos un rato y nos sentamos de lado mirándonos la cara dándonos unos piquitos cogidos de la mano, que pasaron a chuparnos los labios mutuamente y después morrearnos descaradamente, empezando a levantarle la falta para acariciarle los muslos, Berta cogió una bolsa que llevaba y sacó una mantita, según ella para cuando dormía que le gustaba taparse, la puso encima de nuestras piernas tapándonos, pudiendo mover nuestras manos por debajo, no tardaron nada en cuanto volvimos a besarnos otra vez en alcanzar sus objetivos, me apretaba la polla por encima del pantalón, yo le acariciaba el coño sintiendo sus pelitos, abrió las piernas para que pudiera pasarle dos dedos frotándole el chichi por el medio y el clítoris, a la vez que ella me bajaba la cremallera del pantalón, metía la mano dentro sacándome la polla pajeándola que daba gusto, al principio mirábamos de reojo por si venía alguien, al poco tiempo estábamos tan enfrascados en besarnos y hacernos las pajas que pasábamos de todo, ahogábamos los gemidos con nuestras bocas apretadas a la del otro cruzando y chupándonos las lenguas, Berta se empezó a correr con mis dedos frotándole el clítoris, no aguanté más por el efecto de su paja corriéndome, me la sacó por encima de la manta para que callera todo el semen encima, si llega a pasar alguien en aquel momento me pilla la polla tirando lechazos encima de la manta y contra el respaldo del asiento de delante, nos pegamos unas corridas de puta madre, me dijo que me limpiara la polla con la manta y todo lo que había manchado, mientras ella se levantaba para ir al baño y lavarse las manos, una de ellas la llevaba llena de mi leche, cuando lo limpié todo doblé la mantita y me olí los dedos con el olor a su coño, Berta volvió y se sentó mirándome con una sonrisa.
BERTA: Tú no te lavas las manos.
YO: De momento no, me gusta el olor que tienen, sobre todo mis dedos.
Enseñándole los dos dedos que hacía poco estaban por su chocho moviéndose.
BERTA (riendo): Que marranito eres Fran.
Le acaricié la cara y nos volvimos a besar suavemente, puso su cabeza en mi hombro cogiéndonos de la mano y seguimos el camino.
Faltaban unos cuarenta minutos para que ella llegara a su destino, se incorporó en el asiento mirándome a los ojos, me pasó una mano por la nuca y acercó sus labios a los míos comiéndome la boca como si no hubiera mañana, al separarlos tenía una cara de vicio tremenda, me agarró una mano sin decir nada y me levantó del asiento llevándome por el pasillo metiéndome en el cuarto de baño, cerrando la puerta con el pestillo, me desabrochó con nervios el pantalón bajándomelo de un tirón, junto con los calzoncillos a los tobillos, se agachó cogiéndome la polla metiéndosela en la boca, chupándola y succionándola haciendo un sonido como si estuviera disfrutando de su plato de comida favorito, uuuummm, me la puso tiesa otra vez en nada, la chupaba, se la metía entera en la boca como si me la follara, la succionaba, me pasaba la lengua por el glande a la vez que por abajo me hacía una paja, me estaba volviendo loco haciéndome gemir, la levanté subiéndole el culo al lavamanos abriéndole las piernas, me metí en medio de ellas comiéndole la boca con sabor a mi polla, le desabroché la camisa y le solté el sujetador bajándoselo todo a la cintura, me agarré la polla metiéndosela en el coño empapado que tenía, se echaba para atrás apoyando la espalda en el espejo, la follaba a golpes de cintura a la vez que le agarraba una teta amasándosela con una mano, Berta ponía los ojos en blanco gimiendo sin importarle que la escucharan, de pronto abrió mucho los ojos agarrándose con sus dos manos a mi cuello corriéndose gritando, yo seguí a mi ritmo, ella apretó sus manos a mi nuca pasada de gusto por haberse corrido, yo seguía bombeando hasta que volvió a calmarse sin dejar de gemir, volviendo a apoyar la espalda disfrutando de la follada, yo cada vez le daba golpes más fuertes con mi polla en su coño, ella me agarraba con sus manos por mi cintura estirando fuerte cada vez que se la metía, como queriendo ayudarme a penetrarla con toda la fuerza posible, empezamos a gritar los dos como poseídos corriéndonos a la vez llenándole el coño a lechazos, como me ponía de cachondo aquella mujer, cada vez que me corría me vaciaba con una cantidad de leche tremenda. Me separé de ella respirando profundamente para recuperarme, a ella le cayó del coño un chorro de leche al suelo, todavía estaba apoyada en el espejo relajada con los ojos cerrados respirando suavemente, nos limpiamos con un trozo de papel, abrimos la puerta encontrándonos con una señora mayor al otro lado mirándonos con unos ojos que se le salían de las orbitas, pasé por delante de ella bajando la cabeza avergonzado pensando que nos iba a decir alguna cosa.
SEÑORA: Que suerte nena del novio que tienes que te folla tan bien, ya me hubiera gustado a mí que mi Manolo fuera como él que me tenía a dos velas en paz descanse.
BERTA: Muchas gracias señora, es el mejor novio que he podido encontrar, vigile cuando se baje las bragas ahí dentro, no se quede embarazada de la leche que le he hecho tirar por el suelo de lo cachondo que lo he puesto.
SEÑORA: Si quieres déjamelo un ratito, para que me baje las bragas él.
Yo me puse rojo de vergüenza y las dos se descojonaban de risa, llegamos a nuestros asientos.
BERTA: ¿Qué tal novio?
YO: ¿Soy tú novio?
BERTA: Ya has oído a la señora, serás mi novio hasta que me baje de este tren.
Nos miramos a los ojos pensando que ya no le quedaba mucho tiempo, el tren estaba llegando a su estación de destino, quedándonos serios y tristes, apoyó su cabeza en mi hombro y nos quedamos en silencio, cuando estaba a punto de llegar a la estación se levantó, cogió su bolsa y la maleta dejándola en medio del pasillo, puso cara de pena acariciándome la cabeza, yo me levanté y me dio un beso de despedida con lengua abrazándonos fuerte, caminó estirando su maleta de ruedas por el medio del pasillo, yo me senté triste, el tren paró y pensé en moverme para volver a mi asiento, miraba por la ventanilla el andén para poderla ver una última vez, apareció caminando, cogida de un hombre que estiraba de su maleta riendo los dos, al pasar por al lado de la ventanilla me miró de reojo sonriendo, guiñándome un ojo sin parar de caminar, apoyé la cabeza en el asiento cerrando los ojos dando un suspiro, no me podía creer que una mujer con pareja pudiera follar de aquella manera con un desconocido, me preguntaba si tendría el cuajo de seguir con su relación como si no hubiera pasado nada, tuve claro que me faltaba mucho para entender según qué cosas, y de las mujeres más, me levanté a buscar un refresco, volví a mi asiento a comerme el bocadillo que me tenía que haber comido unas horas antes, dormí un poco y soñé con ella, al despertarme vi que del bolsillo me asomaba un trozo de tela, estiré y saqué las bragas de Berta, miré para los lados por si alguien estaba mirando, como estaba solo en aquella zona me las puse en la nariz, todavía olían a su coño, me levanté y me fui al cuarto de baño a hacerme una paja en su honor oliendo sus bragas, después de correrme una vez más, ya había perdido la cuenta ese día, me senté durmiendo relajadito el resto de mi viaje.