El aniversario
Mi marido y yo vamos a celebrar nuestro aniversario. Pero no termina como se esperaba
Quiero contaros mi primera experiencia con Pol.
Llevábamos 12 años casados. Aquella noche mi marido y yo habíamos quedado para salir y tomar unas copas. Era nuestro aniversario, los niños se habían quedado con la abuela. Yo me preparé, me vestí con ropa interior sexy, me pinté y me puse un vestido muy escotado y sexy.
Tomamos una cena exquisita con un buen vino, mi marido estaba espléndido, me piropeaba y en el taxi hacia el restaurante me fue besando. Cuando salimos de cenar decidimos ir a tomar unas copas, bailamos y Juan (así se llama mi marido) me metió mano en un pequeño reservado de la discoteca, como cuando teníamos quince años.
En la oscuridad del rincón puso su mano entre mis piernas, y apartando un poco mi braga, masajeo mi clítoris. Yo estaba a cien, muy cachonda con ganas de follar de verdad.
Cuando salimos de la discoteca cogimos un taxi para casa. Mi marido poco a poco iba perdiendo fuelle. Yo no estaba dispuesta a que la noche acabase así. Cuando llegamos a casa nos fuimos directamente a la habitación. Juan estaba muy mareado. Yo lo besaba y le saqué su polla, me arrodillé y empecé a chuparla. Juan se sentó en la cama, con los pantalones por los tobillos y con la polla tiesa. Yo no pensaba en perder la oportunidad, aunque Juan estuviera en coma. Me quite el vestido y las bragas, la polla de juan empezaba a caerse.
—No, no puede ser— dije y me arrodillé para mamársela y volverla a poner a tono.
Mientras se la chupaba, yo iba acariándome el clítoris, arrodillada como estaba con mi culo como se dice en pompa.
De repente empecé a notar unos lametones en mi coño, era Pol, nuestro perro, un pastor escocés. Lo empujé apartándolo, pero el volvió a insistir, su lengua recorría todo mi coño, desde el clítoris hasta mi culo. Esta vez le dejé, me gustaba, notaba su lengua, caliente, larga e incansable. Así que le dejé y me dediqué a comerle la polla de Juan.
Llegue a un orgasmo, profundo. Estaba gozando del orgasmo cuando noté que el perro se subió encima de mí. No tuve tiempo de reaccionar, antes de darme cuenta, me había metido su polla en el coño. La sensación placer, al entrar su rabo, fue inmensa; lo necesitaba y lleno totalmente mi coño. Su bombeo constante, lo acompañé con los dedos en mi clítoris. Seguí chupando la polla de Juan. Me excito sentirme follada mientras chupaba un rabo. Me corrí varias veces. Al rato me olvidé de Juan y su polla, el dormía. La polla de Pol estaba llenando plenamente mi coño. Me follaba como nunca había sentido. Llevé mi mano hasta sus huevos, los acaricié y noté su polla dura, como entraba en mi coño dilatado. Acariciaba mis labios y notaba como se movía su polla dentro de mí. Me sentía rendida, a sus pies. Finalmente se corrió, cuando noté su semen mi coño se llenó al máximo, la leche me chorreaba por el coño, goteando hasta el suelo. Volví a correrme. Estuvimos un rato juntos, jadeando, Pol y yo. Cuando su polla salido caí rendida en el suelo y el me regaló una comida de coño espectacular, volví a correrme. Mi marido ni se enteró. Había sido una noche de aniversario perfecta, me había corrido muchas mas veces de las que podría haber imaginado. Me metí en la cama y dormí placidamente.
He encontrado el amante perfecto, pensé.
Gabriela