El aniversario
Festejar un aniversario de la manera más placentera
Estos relatos no pretenden ser una continuación de La Crisis, simplemente uso los personajes conocidos, pero más bien son relatos unitarios que se pueden entrelazar, tratando que tengan un poco de humor aparte de erotismo.
El tiempo pasa; pasa sin importarle como lo pasas tú. Un año para el tiempo siempre es una sucesión de horas; días: meses, un lapso de tiempo inamovible. Pero para nosotros ¿es lo mismo? ¡No! si la pasas mal, puede ser una eternidad, y si la pasas bien, parece un suspiro. Con Ana la habíamos pasado bien. Ya ese día cumplíamos el año desde que empezó nuestro noviazgo, y pareciera que hubiese sido ayer.
Todo un año, donde pudimos mantenernos alejados del mundo farandulero, (a veces pienso que muchas veces el periodismo va a donde lo llaman).
Habíamos viajado a Paris con varios cuadros, para mostrarlos a un pintor de cierta relevancia, para saber en qué podía depurar la técnica, no es que en España no hubiera, pero queríamos evitar que nos siguieran los pasos.
Tan pronto vio los lienzos, nos rechazó diciendo que el no podía hacer nada. Viendo la desilusión de Ana, lo encaré.
¿Usted siempre alienta a sus alumnos de esta manera?
A los alumnos los aliento; los maestros que busquen el aliento donde puedan.
¿Qué quiere decir con eso? - Preguntó Ana
Lo que quiero decir, que para ti, ya es tarde para aprender, no sé dónde estuviste, pero no veo la influencia de ningún gran pintor en tus lienzos, cualquier cosa que te enseñara, sería contaminar tu estilo, y pintas demasiado bien para que yo te vaya hacer eso, sigue así que se va hablar mucho de ti.
Volvimos y pudimos conservar nuestra privacidad, desde luego que, si hubiésemos querido, podríamos haberlo pasado ostentosamente, con la fortuna de la ya, Marquesa.
No fue nuestro caso. Ana compró una propiedad bastante espaciosa en el centro comercial, con un salón enorme; ahí daba clases de pintura y trataba de ayudar, (montando exposiciones), a los que tenían más talento que posibilidades de vivir de eso.
Arriba contaba con un departamento espacioso, donde había lugar para quedarnos cuando nos diera la gana, más dos habitaciones aparte que había dejado por si yo quería poner un consultorio terapéutico privado.
En estos momentos estaba preocupada con los pormenores de una exposición, por lo que no me extrañó que se fuera a la mañana sin acordarse de la fecha.
Me venía bien para preparar una salida sorpresa para festejar.
Pasé la mañana en el trabajo pensando que me iba a poner, y que ropa le iba a preparar para salir.
Podía pasar y comprarle algo de lencería de la que tanto me gustaba verle puesta, aunque para decir la verdad, lo que mejor le queda, es la piel.
Terminó mi horario, y salí pitando, ya tenía algo visto, por lo que no tardé tanto en comprar lo que quería.
Me fui a casa un poco apurada porque ella no era de llegar tarde, y quería esperarla preparada.
Abrí la puerta y nada más pasar adentro, antes de prender la luz alguien se abalanzó a mis brazos llenándome de besos.
No me quedó ninguna duda quien podía ser, me apoyó contra la pared para comerme los labios a gusto; cuando ya estaba por asfixiarme, se separó y me dijo
¿A que no sabes qué día es hoy?
¿A que no sabes porque traigo estos paquetes?
Empezó a dar saltitos como niña pequeña.
- ¡Te acordaste! ¡te acordaste! Ven, mira lo que te tengo preparado.
Me arrastró hasta el comedor. La mesa estaba adornada con flores, velas de diferentes colores una charola labrada de donde salía un aroma a algo rico, como todo lo que hacía ella.
Estaba vestida como una princesa, preciosa, lo que yo le traía ya no tenía importancia, (aunque la verdad lo que yo comprara, no era para que lo luciera ante nadie que no fuera yo).
-Anda vete a duchar que te deje la ropa en la cama, que te espero.
¿No me vas a ayudar así hago más rápido?
¡No te voy a ayudar!, así haces más rápido, anda apúrate.
Eres mala.
Me duché y pasé a la habitación para vestirme, me encontré un vestido de fiesta precioso, como para ir a una fiesta de gala, un tajo al costado que cuando andaba se me veía la pierna hasta las bragas, por ahí podía meter mano a gusto.
¿Qué bragas me pongo?
¿Para que las quieres?
¿Pues para lo que se usan?
Anda ven así que por lo que te iban a durar puestas
Salí y me estaba esperando ansiosa.
-Estas divina, estas para comerte. – exclamo cuando me vio.
Ana ¿no te parece que para comer aquí en casa, es mucho vestido? A ver si lo mancho.
Si lo manchas lo mandamos a la tintorería y ya, hoy te quiero ver como una reina, mi reina, porque eso es lo que eres, aparte no te creas que lo vas a tener puesto mucho tiempo.
Me estás haciendo pensar que traes malas intenciones.
Mis intenciones son buenísimas, y te puedo asegurar que para las que tengo, el vestido sobra, pero mira, tengo otra cosa para ti; bah… para las dos.
Uhm… a ¿ver qué es?
Te debo un autorretrato que me pediste hace tiempo, como me daba miedo estar sola en el cuadro, lo pinté de esta manera.
Recién ahí me di cuenta que en la pared había una tela tapando algo.
-Chan…chan… que a mí no me vas a dejar sola con el mundo a cuestas.
Diciendo eso lo destapó, dos mujeres desnudas saliendo de un huevo, con las manos entrelazadas sosteniendo el mundo. De mas esta decir que las dos mujeres éramos nosotras.
Era impresionante la fidelidad de la pintura, me quedé pasmada de la belleza que representaba esa alegoría.
¿Te gusta?
Me gusta; pero… le falta algo, a ver acompáñame que tenemos que salir.
¿Pero a donde vamos a ir, que la comida está hecha?
Confía en mí, después comemos, anda que no tardamos.
Salimos como estábamos, como para una fiesta de gala y sin bragas, Ana no sabía a dónde íbamos, pero me tenía confianza.
Fuimos con el coche hasta el centro comercial, y paré en una joyería de las más importantes.
Casi que la arrastré adentro; nos atendió una dependienta muy guapa.
¿Qué desean las señoritas?
Por favor, me muestras las mejores alianzas que tengas.
Ana se quedó mirándome extrañada.
¿Y ahora para que quieres unas alianzas?
Y será para casarme ¿no te parece?
¿Así?, ¿y se puede saber con quién piensas casarte?
¿Y con quien te crees? ¿o porque será que te traje aquí?
¿Y a ti te parece que esta es forma de pedirme casamiento?
Es igual que cualquier otra, lo importante es que me quiero casar contigo para ayudarte a sostener nuestro mundo.
¡Pues no me caso! hasta que me lo pidas como la gente.
Pues yo no voy a ser tu concubina siempre, así que si quieres follar, te casas y si no te arreglas sola.
Hay mira…, que te tengo que andar corriendo mucho, es que casi que te violo.
Tu pintaste ese cuadro para las dos, y si estamos en el cuadro también podemos estar en los papeles.
Oigan chicas ¿Qué cuadro es ese? Que tanto lio les da. - Preguntó la empleada.
Pues mira, las dos saliendo desnudas de un huevo, sosteniendo el mundo.
Se quedó mirándonos como alucinada.
¿Las dos saliendo en pelotas de un huevo?, ¡no lo puedo creer! ¡menudo huevo ha de ser!
-Mira no importa, yo así no me caso y no voy a mirar ninguna alianza.
Ana por favor no me hagas poner mal que te rompo los labios a besos.
Aquí no te atrevas, no hagas escándalo.
¡Que no haga escandalo? Mejor elige los anillos porque te subo al mostrador y te pego una comida de coño que vas a ver si te casas o no.
No seas loca y espera a llegar a casa que nos van meter presas
Chicas…chicas, porque no pasan a un cuarto que tenemos para las ventas más importantes. Tiene un sillón comodísimo, y ahí se pueden poner de acuerdo, yo vigilo para que nadie las moleste. - Dijo la empleada.
-Mira, mejor muéstrame esos anillos, porque esta es capaz de hacer una barbaridad. - Expresó Ana con más complacencia que la que quería demostrar.
Sacó la chica la bandeja con las alianzas, escogió unas, que… si bien no eran de las peores, tampoco eran para lucirlas mucho.
-A ver dame estas.
¿Quéee? Yo me voy a casar una sola vez en mi vida, y mi esposa no va andar con un anillito de mierda.
No te apures tanto, que todavía no sé si me voy a casar.
Elige bien, que todavía no te salvaste de terminar arriba del mostrador.
Me miró haciéndose la furiosa, pero la conozco lo suficiente para saber que por adentro estaba que volaba de la alegría.
-Bueno, dame estos y cóbrate de aquí. -sacando la tarjeta.
Quita eso de ahí, el anillo de mi esposa lo pago yo ¿entendiste?
¡A sí!, pues el anillo de mi esposa lo pago yo ¿entendiste tú?
Bueno… mirándolo así, ahora tienes razón, el asunto es que te casas.
Veremos no te apures tanto. Anda dame los anillos que nos vamos.
¿Pero es que no lo van hacer grabar? – Pregunto la empleada.
Uy tienes razón, a ver, al que me queda a mi ponle el nombre de esta así no me lo olvido.
Y al mío ponle el nombre de ella que otro remedio no me queda. – dije como enfadada.
Si lo quieren esperar pueden pasar a la habitación que yo vigilo, sino cuando esté, se los alcanzo a la dirección que me den.
Oye, tú tienes muchas ganas de vigilarnos, mejor llévalos a casa.
Le dimos la dirección y pegamos la vuelta. En el coche era un silencio total, las dos haciéndonos las enfadadas ni nos mirábamos.
Llegamos al edificio y mientras iba al estacionamiento Ana se bajó y salió corriendo al ascensor. Cuando termine de aparcar ya ella debía haber entrado. Con ese vestido mucho no podía correr, así que lo tomé con calma, total íbamos las dos al mismo sitio.
Tuve que buscar las llaves en mi cartera, cuando entré no la vi, pero su cartera estaba sobre la mesa así que debía estar en la habitación.
Quise entrar, pero había cerrado la puerta con llave, golpeé con fuerza.
-Ana, abre ya no te hagas la graciosa.
Nada de graciosa, tu hasta que nos casemos aquí no entras.
Ana, no seas burra, sabes que cuando salgas te voy a pillar.
Abrió un poco la puerta y asomándose me dijo.
- ¿Que te crees que porque me pilles ya está? Pues para que te enteres con la concubina no follas más.
Empecé a empujar, pero se ve que estaba bien afirmada, porque no cedía
Déjame entrar o tiro la puerta abajo, - Grité
Quiero ver cómo te las arreglas. – se burló
¿Así? ¡pues ahora lo vas a ver!
A grandes problemas, grandes soluciones. Me fui al extremo del pasillo, me arremangué el vestido y tomé carrera; iba entrar, aunque nos quedáramos sin puerta me fui con todo el impulso al choque; cuando llegué no había nada; me abrió la puerta de golpe pasé como una tromba y terminé desparramada en la cama.
Cuando me quise levantar se me tiró encima, me subió el vestido hasta la cabeza trabándome los brazos, y se puso arriba mío.
¿Así que no ibas a follar con tu concubina hasta estar casada?, pues ahora vas a saber lo que hace tu concubina contigo.
Ya casi había logrado sacarme el vestido por la cabeza, cuando me levantó el sujetador sin desabrocharlo, haciendo que mis brazos quedaran apretados nuevamente.
La cabrona se había desnudado, se prendió de mis senos, y mientras me daba mordisquitos en el cuello, fregaba su coño contra mi culo.
Nada de eso me incomodaba, mas, diría que me daba una cachondez, que el calentamiento global pasaba a ser una tontería; pero mientras ponía el culo en pompa, un poco de escándalo tenía que hacer.
-Quítate de arriba mío que eres tu la que no quería casarse.
- Me voy a quitar, pero primero te voy a echar un buen polvo, para que sepas con quien te casas.
Sentía sus pechos contra mi espalda, mientras apretaba los míos casi hasta hacerme doler. Ya me había desembarazado del vestido y el sujetador, pero me encantaba sentir como gozaba, y nada más con eso me hacía gozar a mí.
Besaba mi cuello con pasión, metía la lengua en mi oreja mientras jadeaba sin dejar de moverse de rozarse contra mí. Sentí sus gemidos mientras me apretaba con más ardor, y supe que estaba por correrse. Así fue, se vino con una fogosidad incontrolable, sentí su boca meterme un chupetón en la clavícula, que buena marca me dejaría.
-Me mojaste todo el culo – proteste nada más que por hacerlo, pero era cierto, se había corrido de una manera que tampoco era corriente.
- No te preocupes, ahora te seco. – fue bajando por mi columna dibujando mis vertebras con la lengua, y llegó donde termina la espalda, y donde termina, estaba lo que tiene que estar. Metió la mano entre mis piernas y tiró para arriba, sentí dos dedos introducirse en mi vulva, mientras con su lengua me mimaba la puerta de atrás.
Yo me encomendaba a cada santo, porque lo que me hacía sentir solamente se podía explicar cómo venido del cielo, y era cierto venía de mi cielo, y mi cielo era ella. Estaba que estallaba y se dio cuenta, metió su lengua en mi coñito, mientras que con los pulgares excitaba mi clítoris, produciéndome un placer inenarrable, sentí que me iba, y no tenía ganas de aguantarme más. Fue una riada que se llevó toda la tensión que habíamos prefabricado con el asunto del casamiento. Todas esas ganas que me estaba aguantando desde que llegué a casa, se desbordaron en un orgasmo apoteótico.
Ana no se perdió nada, sabía que era la causante y hacía valer sus derechos, no dejó ni rastros.
-Amor para que vas a matarme. – suspiré desfalleciente
¿Te hizo sufrir mucho tu concubina? – dijo mientras me daba un beso, que más que beso fue una transfusión de mis propios jugos.
Sufrimientos como estos, son los que quiero para el resto de mis días, ¿pero a ti, no será que te quedó gusto a poco?
Contigo lo mucho, siempre me deja con ganas de más. - mientras se me recostaba encima de mí.
Y tú, ponerme esas tetitas tan cerca de la boca sabes que me produce un hambre que no me aguanto.
Está hambrienta mi palomita, voy a tener que darle algo para que se le pase, pobrecita.
Se apoyó en los codos y fue bajándose hasta poner un pezón en mi boca. Demás está decir que no me hice rogar, era algo que me encantaba, sentir la textura, la calidez, la dureza que notaba en mi lengua cuando lo rodeaba jugando, y sentirla estremecer; por reflejo me hacía sentir el placer que ella mismo estaba sintiendo.
-Mi amor, sabes cómo me gustaría poder amamantarte, y apagar tu sed con lo que pueda darte mi cuerpo. Me susurraba entre caricias.
Ana, la sed que tengo de ti, ya la puedes apagar si quieres.
Sabes que quiero darte todo lo que tú quieres.
Pues entonces no esperes más, aquí tienes lo que necesito. – mientras le acariciaba la almejita con delicadeza.
Soltó un gemido, estaba tan mojadita que se notaba que estaba deseando darme, lo que yo estaba deseando que me dé.
Se puso sobre mi cabeza, y se fue dejando caer hasta que nuestros labios se juntaran. Con mi lengua fui abriéndome camino hasta llegar al botón que comandaba las más placenteras sensaciones de su cuerpo.
Lo rodeé, lo mordí con mis labios, jugué con él, lo chupé mientras sentía sus jadeos, su cuerpo transmitía las vibraciones de una música que solamente podíamos tocar nosotras dos. Me agarraba la cabeza y me apretaba contra ella, nos miramos a los ojos sabiendo lo que queríamos, me acariciaba mientras me decía.
-Cariño, esto es lo que quieres ¿verdad?, sabes, siempre que quieras vas a poder beber de mí, porque yo estoy para eso, para calmar tu sed cuando la tengas; ahora me voy a correr, me voy a correr muy fuerte y todo es para ti, yo soy toda para ti.
Empezó a gemir, su cuerpo dejó de hacerle caso, para moverse compulsivamente, y el elixir que estaba esperando comenzó a escurrirse en mi boca, calmando parte de la sed que ella me provocaba, y que sabía que solo ella podía calmarla, porque saciarla jamás.
Nos abrazamos entre besos y caricias, estábamos las dos agotadas, pero sabíamos que eso se nos pasaba enseguida.
Cielo; pensé que nunca ibas a pedirme casamiento; que pensabas que lo único importante era el amor.
Y lo sigo pensando, pero ¿sabes? Aunque en casa ya eres de la familia, los que quieren saber de ti, siempre preguntan por la novia de Sara y la novia de Sara, y tú eres mucho más que mi novia, ya eres parte de mí. ¿pero si no te quieres casar? Tanto da.
Haz de cuenta que nunca preguntaste eso porque me cae mal. ¡Boba! ¿cómo no voy a querer si es lo que estoy deseando desde que me enamore de ti?
Nunca me lo dijiste.
Pero ahora ya lo sabes, y cállate que cada vez que hablas es un beso menos que me das.
Entonces voy a terminar muda.
Uhm, mimosita, mira que nada más que de besos no se vive, ¿no tienes hambre?
Mi espíritu siempre tiene hambre de ti. – contesté
No vida, de la otra te pregunto. Mira que está toda la comida sobre la mesa, podemos calentarla en el microondas y calmamos la de nuestra barriga, para la del espíritu tenemos toda la noche.
Uhm… tienes razón sentía un agujero en mi estómago y pensé que era amor, pero se ve que no.
Entonces ahora vamos a tapar ese agujero, que los otros ya veré con que te los tapo.
Mejor no te contesto, pero no te olvides que también tienes agujeros que tapar.
Pues ese es tu problema, ahora a comer.
Nos vestimos con unas batas, no valía la pena mucho más. Por lo que iban a durar puestas.
Abrimos una botella de cava para brindar por nuestro aniversario, estábamos en eso cuando sonó el timbre.
-Uy, mira quien es; la pesada de la joyería. – me lamenté
- Justo ahora, a ver si la despachamos pronto.
La atendí en la puerta, para que me dejara los anillos y se fuera.
-Hiciste rápido, te agradezco, déjamelos y vete tranquila, que debes estar muy cansada.
- ¡No qué va! Igual me tienen que firmar el recibo de entrega, la garantía de la característica de los anillos; tu sabes, la calidad del oro, los gramos; y esas cosas.
Me fui a buscar a Ana al comedor ya que ella tenía que firmar también porque pagamos con las dos tarjetas. Lo que no me di cuenta que la carota venía tras mío.
¡Epa!, parece que estamos de festejo.
A si, y cuando te vayas vamos a seguir festejando.
Mujer, me lo dices cómo si molestara.
Noooo… que vaaa…, ¿Cómo puedes pensar eso?
Bueno firmen y me voy, no son buenas anfitrionas.
Tienes razón, en estos momentos somos de las peores.
Nos pusimos a releer los papeles, ya que no era cosa de firmar por firmar, cuando escuchamos que preguntaba.
¿Este es el dichoso cuadro donde salen despelotadas?
¡Si! Ese es el dichoso cuadro, ¿y tú eres la dichosa metiche que te andas fijando en todo lo que hay en las casas que vas?
Bueno, si está colgado de la pared tampoco es que lo tengan como un secreto. Pero que exagerada; está bien pintado, pero mira que se van a creer que tienen unos culos como esos.
Oye ¿Cómo qué? – saltó Ana – ¿qué te crees que ando inventando culos para mis cuadros?
No te digo que los inventas, pero que los exageras no me cabe la menor duda; anda, culos así no existen.
Como que no existen; para que sepas, el de ella todavía es mejor de lo que se ve en el cuadro. - Exclamó enfadada.
No digas así, que el tuyo es imposible pintarlo tan lindo como realmente es. - Dije yo
Sara, tu termina con la misma canción haciéndote la pobrecita, que como el tuyo no hay dos.
Sí que son narcisistas, lo único que falta es que quieran hacerme creer que los tienen mejores que como se ven en el cuadro.
El de ella claro que es mejor, - dijo Ana - ¿Qué sabes tú?
Ana…, tampoco exageres, que sabes que el tuyo es mucho más lindo. - Traté de calmar la cosa.
Bah…, ¿ahora pretenden hacer un campeonato de culos? A mí no me la pegan, como esos ¡nooo hay!
Ah así que no hay, pues mira esto – dijo levantándome la bata – hay o no hay.
Jesús, sí que hay, pero no sé cómo puede decir que el tuyo es más lindo.
Porque es más lindo, - dando vuelta a Ana, le levanté la bata y le mostré - ¿y qué dices ahora, es o no es?
Se quedó como encandilada.
No puede ser, esos no son de verdad, no me lo creo, tienen que ser de siliconas. A ver déjenme tocarlo a ver si es cierto.
La miré a Ana, y ella me estaba mirando a mí, recién nos dimos cuenta que la cabrona esa, nos estaba manipulando para que le mostráramos el culo y ahora venía por un magreo.
-Mira, el cuadro es como se ve, que ni siquiera tendrías que haberlo visto, y nuestros culos también son como se ven, que tampoco tendrías que haberlos visto
Yo se los podía comprar… el cuadro digo, no los culos. Soy la hija del dueño de la joyería, y hasta podía anular el monto de las tarjetas.
Tu cobra lo que tienes que cobrar, que el cuadro es solamente para disfrutarlo nosotras.
¿Y porque, si total ustedes se pueden ver el culo cada vez que se les dé la gana?
Pues, para cuando se nos ocurra verlo sin andar con el culo al aire, y ahora vete que tenemos que seguir con lo nuestro.
Bueno, bueno, está bien ya me voy, ¿pero al fin, se arreglaron, se casan? Porque allá menudo escandalo hicieron.
¡Si! Nos casamos, y ahora vete.
Ah ¿y dónde van hacer la despedida de solteras?
No sé, supongo que en un restaurant.
¿En un restaurant? Pero ¿Qué clase de despedida se puede hacer en un restaurant?
La clase de las que quieren despedir la soltería con buenas amigas y nada más.
Chicas, piensen que cuando se casen dejan la independencia de disponer por si solas, tienen otras responsabilidades y lo que no hicieron de solteras ya no lo pueden hacer más, despídanse de su individualismo como dios manda.
¿Y según tu, como manda dios? –pregunté.
Con una fiesta como la gente, sabiendo que es la última vez que pueden abandonarse a la lujuria, que de ahí en más ya no pueden andar de acostón en acostón con otras mujeres; sin consentimiento mutuo por lo menos. Si sus amigas no quieren, yo tengo varias que les pueden dar una despedida para que se acuerden de buena manera.
Nosotras la mirábamos con la boca abierta, esta tía se quería montar una orgía con nuestra excusa.
-No mira, no queremos acordarnos de ninguna buena manera de lo que tú dices, solamente queremos que te vayas y nos dejes en paz.
Pero miren que lo que se privan ahora, irremediablemente lo van a querer hacer después de casadas, y por desgracia, así se malogran matrimonios que prometían felicidad duradera.
Pues nosotras vamos a correr ese riesgo, ahora vete.
Miren, si les da vergüenza porque sean chicas que no conocen, podíamos despedirnos ahora entre las tres, que total ya nos conocemos, y por mí no se hagan problema, que para las dos me basto, y ya van a ver qué bien la pasan.
Mira, la que la va a pasar mal, eres tu si no te largas ya; como tengo decirte que te vayas.
La llevé hasta la puerta y le di un empujón para sacarla, ya estaba por cerrar con llave cuando siento que me llama.
-Espera, espera, toma aquí te dejo mi tarjeta, no es la de la joyería, es mía particular.
¿Y para que quiero tu tarjeta particular?
Digo, porque por ahí lo piensas bien y te da por hacer la despedida entre las tres, yo dispuesta.
¡Dios! Vete antes que te tire por el agujero del ascensor, veeete. - Grité cerrando de un portazo.
No podíamos creerlo, esta tía nos había hecho mostrar el culo, nos había inducido a una orgía, y al fin se contentaba con un trio donde haría de comensal y nosotras seriamos la comida.
Terminamos riéndonos a carcajadas, fue alucinante escuchar con que habilidad nos quería convencer de someternos a sus propósitos.
-Si vende joyas como se vende ella, seguro que el negocio le va a ir bien.
Pero mira que es loca, ¿realmente se llevaría el cuadro por lo que valen los anillos?
Ana, quizá sea un poco loca, pero tonta no, cualquier cuadro tuyo, va a terminar valiendo más de lo que valen estos anillos.
Uhm ahora la que exageras eres tú.
Ya lo veras, no te das cuenta de cuánto vale lo que haces.
Pues a ver si es cierto, y cuanto te vale comer la comida que te hice.
Esta vez, eran unas almejas con una salsa, que les daba un sabor delicioso. La verdad, es que aprendió a cocinar como una experta, y yo lo disfrutaba.
-Creo que voy a tener que alimentar a mi palomita.
- Uhm… creo que la palomita ya creció, y ahora son dos palomas que van a tener que compartir las mismas almejas. – contesté
Cuando terminemos hay una que me la voy a comer yo sola, tu no llegas.
Pero llego a la que no llegas tu
Se sentó a horcajadas sobre mis rodillas, y me dijo mimosa.
¿Y si masticamos un poquito cada una, así no nos cansamos? Que te parece.
Creo que va a ser lo mejor, yo mastico una y te doy la mitad, y la otra te toca a ti.
Bueno, pero no me hagas trampa.
Metí una almeja y empecé a masticarla. Miraba en sus ojos como estaba expectante de que le diera su parte, cuando aproximé mi boca a la suya, prácticamente violó mis labios con su lengua buscando lo que le tocaba. Duro mucho menos la almeja, que el tiempo que pasó revisando si quedaba más.
-Ahora me toca masticar a mí, así que fíjate de agarrar tu parte. Puf, hace calor mejor nos desabrochamos las batas.
Seguimos intercambiando la comida de la manera más placentera, nuestros senos se sobaban como si tuvieran vida propia, y nuestras bocas estaban en una comunión donde nuestras lenguas eran la Hostia.
-Amor están riquísimas, pero quiero probarlas con una salsa mejor.
Que, ¿no te gustan con la salsa mía? – un poco ofendida.
Con la salsa tuya si, seguro que es más rica que la que hiciste – dije mientras le introducía una almeja en la vagina.
Cielo, ¡eres guarrisima! - pegando un saltito.
Vamos a ver si tengo razón – metiéndola en la boca para masticarla – ves esto es un manjar, sabía que tu salsa era la mejor.
Pues si sigues haciendo eso vas a tener salsa para rato, pero ahora voy a probar la tuya.
Total, que hasta que terminamos no volvimos a utilizar la salsa de la cazuela.
Por dos veces se nos salió la salsa a cada una, y bien calentita que estaba.
-Me hace acordar el día del incendio, ¿y ahora quien le lava los dientes a quién?
Quizá tengamos que lavarnos entre las dos.
Pues vamos, - aupándola para llevarla al baño.
Esta vez intercambiamos la crema de una para otra, sin preocuparnos de usar cepillo, la lengua nos servía para recorrer la dentadura, el paladar, la garganta, y yo que sé, lo que se nos cruzaba. Creo que hasta le pegamos una afinada a las cuerdas vocales.
-Mi amor, ¿vamos a la cama? Mira que si tardamos, se me va a volver ir la salsa al piso.
- No podemos permitir eso, pero tu coñito está muy salseado, déjame que te lo limpio.
La senté sobre la tapa del wáter, me senté en el suelo y comencé a pasarle la lengua por su entradita; escuchaba sus jadeos mientras se corrió para delante para hacérmela más cómoda, cuando sentí que se iba abandonar al orgasmo, me retire y me puse a beber, la dejé mirándome con deseo, me agaché nuevamente y con la boca llena de agua templada, soplé con fuerza haciendo que esta, penetrara en su coñito.
Después de eso, solamente tenía que esperar que fuera saliendo a medida, que mis lambetazos recorrían toda su vulva, pero de pronto empezó a apretarme contra ella ofreciéndome toda su intimidad a mi gusto, y bien que lo gusté, hasta que unas convulsiones entre gemidos hicieron que saliera toda el agua que le había metido, más lo que puso ella de su parte.
De más está decir que trague todo lo que pude, pero igual me dejo la cara perdida. Limpié con esmero todas sus partes, mientras se recuperaba de tamaño orgasmo, cuando la quise levantar para llevarla a la cama, se apretó contra mí, mientras pasaba la lengua por mi cara, lamiendo los restos de su corrida.
-Sara, tu así no te vas como una puerquita, limpia yo, limpia tú, a sentarte que te toca.
Me repitió el tratamiento; y de verdad, cuando se lo hice a ella, no pensé que podía causar tal placer, fue una sensación como para inscribirla en derechos de autor (si en verdad se podía inscribir un polvo).
Llegamos a la cama apoyada una en la otra, nos acostamos abrazadas, dándonos tiempo a recuperarnos para seguir con el festejo, pero antes del recupero, el agotamiento nos llevó al sueño, y así pegadas una a la otra nos quedamos dormidas.
Quizá suba otro relato más mientras preparo otra saga, que tampoco se me hace tan facil