El anito de Anita (30)

Final

Segundos después de saludar a Anita en el pasillo, mi viejo se entró a mi cuarto, cerró la puerta, tenía cara de pocos amigos, más ogro que nunca... ahora si ya me cagué... empecé sudar frio...

-        Bien, muchacho... no sé qué cagadas abras echo durante tu estadía aquí... dijo con seriedad.

-        Pero... de que... respondí palideciendo, intentando hacerme el desentendido.

-        Caraj... no vengas a hacerte el inocente ahora... me dijo más serio aun, conteniendo su ira.

-        Está bien... dije recomponiéndome, adoptando una actitud hasta desafiante.

Llega el momento en que uno se cansa de huir, en que deja de lado los temores infantiles y se prepara a enfrentar lo que venga. Desde una puteada de su viejo o quizás peor, una sacada de mierd... no podía negar lo evidente, seguramente había pillado a Anita saliendo de mi habitación…

Aparte… ¿Qué podría decirle?... que vino a despedirse… pero ¿a esas horas?... seguro a pesar de todo, mi primita aun llevaba impregnado mi olor a leche… ¿Qué se yo?... como dijo Thanos, era inevitable… me hubiera gustado tener el guante con las gemas del infinito y de un chasquido desaparecer a mi viejo, al menos unos minutos… pero ya estaba hecho…

Él se paseaba por la habitación como león enjaulado, pensando sin decir nada, hasta que...

-        Está bien, está bien... dijo calmándose a sí mismo y reflexionando... te voy a dar la oportunidad que yo no tuve... dijo casi murmurando...

-        ¿A qué te refieres?... pregunte confuso, por esta última parte.

-        Cállate y escucha... me dijo molesto, luego agrego... te vas hoy y a estas tierras no regresas nunca… ¿me oíste?...

-        Está bien… dije ajustando mi hombría.

-        Voy a pasar por alto tus canalladas porque ellos no saben nada... pero si de aquí a algún tiempo mi hermano llega enterarse de algo, si alguna de tus primas tiene un problema por culpa tuya...

En este punto estaba rojo de ira, se acercó a mí, me miro fijo a los ojos, hubiera jurado que era el diablo en persona, luego agrego con voz grave:

-        Si tan solo llego a escuchar un mínimo rumor o alguna sospecha respecto a esto... me olvido que eres mi hijo y juro que te parto el alma... ¿entendiste?... dijo con voz grave, intentando no gritar para no despertar a los demás.

-        Si, señor... dije intentando guardar la compostura.

-        Por si lo dudas… soy tu padre… yo te hice y yo te puedo destruir… me dijo furioso.

Se paro, se dirigió a la puerta, y antes de salir dijo...

-        Ahora termina de arreglar tus cosas… después te despides de tus primas... dudo que las vuelvas a ver otra vez...

Me quede petrificado... ¿como?... ¿cómo es que?... por put...madre... no importa... él lo sospechaba hace días y ahora lo sabe, no sé del todo cómo... bueno en ese momento no supe cómo... luego me enteraría.

Termine de ordenar el desastre de mis ropas en las maletas, mientras oía el barullo de mis tíos despertándose, así como de mi madre y Pamelita. El bus salía temprano, así que no había tiempo para mucho más, apenas para despedirme…

Salí, cual muerto de aquella habitación... cargando a duras penas mis pertenencias... y me despedí de mis tíos, sintiendo una mezcla de vergüenza, por la forma efusiva y cariñosa con me despedían, y como yo había abusado de su confianza (y de sus hijas). Incluso me prepararon una merienda para el camino… sí que eres un aprovechado, me dije.

Luego, un poco cohibido, ante la atenta mirada de mis padres y tíos, y claro recordando algunas de las fatídicas imágenes y palabras de mi viejo en los momentos previos... procedí a despedirme de cada una de mis primas...

Me acerque a Pamela, tenía la cabeza un poco baja y una expresión de tristeza que me partía el corazón, una lagrima resbalo por su mejilla... intente borrar con mi pulgar, acariciándola, la huella que dejo aquella lagrima...

-        Hey, vamos... no llores, te vas a poner fea... luego susurre... aunque eso parece imposible...

Levanto el rostro, que lucía dulcemente iluminado recordando aquel comentario. Me regalo una hermosa sonrisa... quise besarla, lo iba a hacer, pero afortunadamente en el trayecto me desvié y mi beso fue a su mejilla, ella termino apaciguar la que pudo ser una delatadora escena abrazándome afectuosamente...

-        Ups... casi... le susurre bromeando al oído.

Ella soltó una risita. Luego la solté, sonreía cual ángel, diablos..., lo que hubiera dado por besar esos carnosos labios de nuevo... voltee el rostro y vi la cara de ogro de mi viejo, y me aleje un poco...

Me dirigí hacia Anita, ella intentaba lucir feliz, seguro quería que la recordara así, como la chica alegre, desinhibida, la alocada que ponía mi mundo de cabeza... pero tenía más de una lagrima pugnando por salir de sus ojos...

-        No... tú también... dije en dulce reproche, al notar que no pudo contener las lágrimas, ella sonrió... oye que no me voy a morir... agregué bromeando, al menos no por ahora, pensé recordando las palabras de mi viejo.

Luego me acerque y le di un beso en la mejilla, aquí si me arriesgue, porque digamos que disimuladamente toque parte de sus labios, ella se sorprendió un poco y luego me abrazo, siguiéndome la corriente... quise decirle mil y una cosas en ese momento, pero no había tiempo, ni privacidad para ello... ella se dio cuenta, y me susurro al oído...

-        No te preocupes, no digas nada... lo sé, tontito…. lo sé... yo también...

Entonces la abrace con más fuerza, le di esa especie de abrazo sexual que tuvimos cuando yo llegue a la hacienda... maldición... en ese momento quise poseerla nuevamente, como no querer pecar nuevamente con ese magnifico cuerpo, con su ardiente entrega...

-        Bueno, ya es hora... era la "oportuna" voz de mi viejo, aunque en parte me salvo porque seguro que mi abrazo estaba siendo más cariñoso de la cuenta y me estaba delatando más de lo debido.

Me aleje de ella, la vi unos instantes, intentando grabar aquel instante en mi memoria, respire profundo, ella me sonrió dulcemente, a pesar de que algunas lágrimas, aun corrían por sus mejillas... le guiñe un ojo... ella no contuvo la risa, que luego se transformó en una nostálgica sonrisa, finalmente ella también guiño su ojo, sellando así nuestro secreto pacto... nuestra disparatada y apasionada historia juntos...

Di media vuelta, cogí mis pertenencias, y me fui con mi carcelero, digo mi padre... a la estación de autobuses. En el trayecto mi viejo no dijo nada, y para ser francos tampoco me hubiera importado... subí al autobús y me fui.

En el largo camino repasé cada uno de los momentos vividos con ella, como me ordeñaba al amanecer, como nos escapábamos entre los arbustos por las tardes, aquella vez en el río, o cuando casi nos atrapan... también recordé a Pamela, lo tragicómico de mi promesa... me reía por momentos recordando estos pasajes, y me inundo por momentos la nostalgia...

-        Bueno... todo tiene su final, nada dura para siempre... (grande Hector Lavoe, espero no se hayan puesto a cantar)... el asunto es que tarde o temprano tenía que suceder, me dije suspirando con tristeza... al menos disfrute al máximo de Anita e impensadamente de Pamelita... incluso de ambas a la vez…

¿Qué más podía pedir?... desvirgue a mis dos guapas primitas y las explore salvajemente… creo que solo falto darle una pasada a mi tía… que era muy guapa y conservaba las formas que le heredaron sus hijas… pero mi tía era mas reservada incluso que Pamelita… aunque Pamelita resulto una fiera…

Ya… tampoco abuses de tu suerte, me dijo mi conciencia… y era cierto… debía darme por afortunado de lo que viví con mis primitas… incluso de que sobreviví, habiéndome librado de la golpiza de mi padre. Años después si me di el gusto de disfrutar de una tía, pero fue más bien por el lado de la familia de mi madre…

Pensándolo bien… esa locura, que nos impulsa a hacer travesuras, venia más del lado de la familia de mi viejo, quizás lo heredo Anita, así como yo, luego me enteraría otras cosas que harían más sentido. Por otro lado, Pamelita era más cohibida como su madre y la mía, que eran más serias, por eso se llevaban bien. Mi viejo fue el que llevo a los matorrales a mi vieja, igual que yo hice con Anita.

Luego pensé, cuando Anita me visito en mi casa, en esas 2 ocasiones estuve bajo la vigilancia de mi vieja, porque mi viejo paraba trabajando. Esta vez en el campo la situación se invirtió, mi mama se relajó, bajo un poco la guardia y mas bien entre en el radar de mi viejo… que me descubrió.

Parece que el destino también me jugó una mala pasada… el bus que supuestamente habían reparado, volvió a fallar a mitad de camino… el karma será, me dije… estuvimos varados varias horas. Tampoco tenía muchas opciones, ese viejo bus era el único que hacia la conexión con ese pueblo y la ciudad donde trabaje, luego tendría que tomar otro hacia mi ciudad… como verán tiempo para pensar me sobraba.

Recordé lo que me dijo Anita tras su segunda visita… que se había acordado de mi todo el camino… por como maltraté su culito… esos asientos de ese viejo bus eran recontra duros, pobre mi primita… aunque yo no tengo las acolchadas posaderas de mi Anita, pensé.

Luego cuando repararon el bus y retomamos el viaje de regreso, llego a mi mente el recuerdo de lo vivido en el cuarto con mi viejo, un escalofrió recorrió mi cuerpo. Pero a su vez me quedo grabada una frase que no llegue a comprender en ese momento muy bien: "te voy a dar la oportunidad que no tuve"... Algún tiempo después me llegue a enterar el significado de esa frase en una reunión familiar…

Después de unas copas, mejor dicho, de varias, escuche alguna infidencia de un hermano mayor de mi padre. Esa misma noche, de madrugada, de regreso en casa, como mi padre estaba de buen humor y seguía con sed, continuamos la borrachera, recordando que en la feria también habíamos compartido tragos sin problemas. Mi madre intento protestar algo, pero al final nos dejó y se fue a dormir.

Horas después, casi al amanecer, estando en un estado de confraternización etílica muy avanzada, me anime a preguntarle indirectamente, lo que yo a medias ya había averiguado... y esto fue lo que a medias tintas logre enterarme...

Al parecer mi viejo, en su época de juventud, tuvo un "amorío" con una prima suya... por llamarlo así, de manera romántica, aunque yo pienso que seguro tuvieron algo parecido a lo mío con Anita, sexo salvaje de adolescentes... ¿adivinen con quién?... con la madre de Alex... que en realidad era una prima menor de mi padre... como dicen: que pequeño es el mundo...

Como sea, a él le fue peor que a mí... fue descubierto por mi abuelo, in fraganti, con las manos en la masa y todo lo que se puedan imaginar... mi abuelo no le aguanto pulgas, y le dio una tunda de la que hasta ahora se acuerda, mejor dicho, de la que casi no se acuerda, porque lo dejo semi inconsciente…

Me imaginaba aquella escena tragicómica… mi viejo con los pantalones abajo, y mi tía con la falda subida… una escena parecida a las que tuvimos Anita y yo, que Pamelita vio un par de veces… mientras mi abuelo llego a la hacienda y los atrapa en pleno acto (quizás anal también), le da una golpiza y mi viejo por la sorpresa, ni tiempo tuvo para defenderse… o quizás simplemente, con su cuerpo quiso proteger a mi tía…

Luego mi abuelo lo desterró de la hacienda, mandándolo a la ciudad, con unos familiares... donde vivió desde entonces, estudio, trabajo y tuvo su familia... claro que el abuelo le perdono el pecado, pero mi padre hizo su vida en la ciudad y ya no volvió a esas tierras... bueno, solo para las horas de agonía y el funeral del abuelo y… obvio, para esas vacaciones...

De aquella historia solo sabían los involucrados (mi padre, mi tía y el abuelo) ... ah... y claro el hermano mayor de mi padre, que lo salvo de la golpiza que le propinaba el abuelo. Alguna leve sospecha tuvo mi madre, si mi tío me conto algo de eso, entrado ya en tragos, supongo que mi madre escucho algo de aquello también en algún otro momento.

Todo cuadraba de alguna manera, porque que yo recuerde, mi madre, discretamente, celaba a mi padre con mi tía, no los quería dejar solos... y ellos (mi padre y mi tía) se trataban de manera muy amistosa... pero bueno, al fin y al cabo, cada uno hizo su vida...

Un detalle más... adivinen donde atraparon a mi viejo con su prima... así es... en la cocina... creo que desde ese entonces aquel lugar quedo maldito para todo tipo de relaciones... si esa cocina hablara... había que exorcizar ese lugar…

Por otro lado, tal vez aquel día, del cumpleaños de mi tío (el hermano mayor de mi padre), ese día en la casa de campo... mi tía (la madre de Alex), sospecho de alguna manera que entre yo y Anita ocurría algo parecido a lo que ella tuvo con mi padre.

Tal vez, por ello hizo aquellas salvadores intervenciones (animarnos a bailar y luego apagar la luz) para que nos amistásemos... nostalgia, tal vez... quizás por ello también, mi padre se puso a tomar más de la cuenta (tanto, que yo tuve que conducir de regreso) con su hermano mayor, recordando aquel viejo secreto suyo...

Me sentí tentado de decir: ¿ves viejo?, entonces, ¿qué esperabas?... de tal palo, tal astilla... pero sería achacarle a mi viejo los pecados que yo cometí, cada quien que se haga responsable por lo que hizo... a mí no me cuadra eso de que: yo soy así porque mi viejo es o fue así, es una simple excusa para limpiarnos en algo la culpa, evadir la responsabilidad... bah... ¿qué más da?...

Solo diré a favor de mi viejo que tiene buen gusto... la madre de Alex es una señora muy guapa, carismática, ya me imagino como se habrá visto más joven... lo que hasta ahora me pregunto es... ¿por qué su hijo salió tan imbécil?... ah... seguro salió al marido...

Así mi viejo, a partir de las torpes reacciones mías, saco conclusiones rápidamente de lo que pasaba en la hacienda, ¿experiencia?, si, tal vez recordó sus propios errores... así me puso al descubierto... solo que como dijo: me dio la oportunidad que no tuvo... no me dio la golpiza que de seguro me merecía y me permitió seguir viviendo bajo su mismo techo... aunque trate de evitarlo durante el mes siguiente… y los siguientes meses casi ni nos hablamos...

Dejando de lado ese tema… me imagino que ustedes están más interesados en saber en qué fue de la vida de mi prima Anita...

Pues bien… durante los meses siguientes a mi partida, Anita volvió a su régimen abstemio que tuvo hasta antes de que yo llegara a visitarla. Además, por la forma en que maltrate su trasero, era de esperarse que no quisiera más maltrato por un tiempo.

Digamos que a mí me paso algo parecido cuando regrese a la ciudad, a pesar de estar solo una semana en la casa, no quise ver mujeres en buen tiempo. Llegue con las bolas hinchadas... era de esperarse, después de mantener relaciones todos los días, y varias veces en un mismo día, durante casi un mes...

Sin embargo, yo quise ver aquello como una señal de respeto, una especie de luto por haber perdido a mi compañera de artes amatorias, por decirlo así, con cariño... espero y quiero creer que a su vez Anita hizo lo mismo respecto a mi...

Así, después de casi un año, y tiempo en el que, como es de suponerse, Pedro no dejo de cortejarla... termino aceptando estar con el... tal vez su cuerpo no resistió más tiempo de "castidad", quizás termino de darse cuenta que yo no regresaría… y también fue porque aquello de ser "vegetariana" no funcionaba (ya saben por lo de las zanahorias).

Entonces, como es natural, alguien tuvo que cumplir con sus requerimientos... pero no seamos malos, no le quitemos merito al muchacho ese. Era un buen tipo y quizás termino por ganarse el corazón (y el calzón) de mi prima...

Solo me pregunte: ¿Que habrá pasado cuando Pedro se dio cuenta que mi prima no era virgen?... bueno, conociendo a Anita, seguro le habrá inventado algún cuento, ella era buenísima para eso... y conociendo a Pedro, con lo inocentón y lo enamorado que estaba de ella, seguro se lo habrá creído...

Pero no todo fue color de rosa... más de un año después de iniciado su noviazgo... en algún momento se descuidaron... y bueno... si... mi prima... a sus casi de 20 años... Anita salió embarazada... hasta al más experto (o experta) le puede ocurrir...

Al inicio me cayó como baldazo de agua fría enterarme de aquello... por lo que escuche, mi tío tampoco reacciono diferente y pego el grito en el cielo... pero, al igual que yo, luego termino aceptándolo... Trate de alegrarme por ella y por Pedro...

Al menos mi tío gano un buen yerno que además puede ayudarle en el trabajo con sus tierras, me dije… cosa que difícilmente yo hubiera hecho, y también no me imaginaba a Anita viviendo en la ciudad… ella se sentía a gusto en el campo.

Volviendo al relato... tras la noticia del embarazo de Anita, ni mi padre ni yo hicimos mayor comentario sobre el asunto. Después de todo creo que para ese entonces ya había expirado el plazo en el cual había prometido "partirme el alma"...

Además, no me hice tanto problema porque para ese entonces yo estaba en una relación con una chica, Viviana, que era muy del agrado de mis padres… quizás mi viejo pensó que ya iba madurando y sentando cabeza con una chica seria y con futuro, creo que mi vieja ya me veía casado con Viviana… pero el destino es bastante caprichoso.

Respecto a Pamela, mis tíos temieron que fuera a correr la misma suerte que su hermana, así que tuvieron la idea de enviarla a mi casa por un tiempo... para ser honestos me alegre... mil y una idea se me ocurrieron respecto a esto... llegue incluso a fantasear maliciosamente las cosas que haríamos.

Pero... como era de esperarse... mis viejos (si no solo mi vieja, ahora el también), no vieron con buenos ojos aquella idea... se excusaron, no se bajó que pretexto, pero no creo que hayan dicho: nuestro hijo es peor amenaza para tu hija...

El asunto es que Pamelita fue a parar a una ciudad costera del sur, donde vivían unos familiares de mi tía, y tal vez por suerte... aquella familia solo tenía hijas, así que por ese lado estaba resguardada la prima... y Pamelita, estudiosa como era, termino estudiando una carrera corta instituto de aquella ciudad...

¿Cuántos lobos estarán detrás de ella?, me pregunté varias veces, casi lamentándome por no ser uno de ellos. Alguna vez se me ocurrió volver a trabajar a aquella ciudad del sur donde hice mis prácticas y darle una visitada a mi prima… quizás ya había evolucionado sus formas y medidas como Anita… pero solo fue un pensamiento con morbo.

Años después más bien seria Pamelita la que me devolvería la visita, en una estadía corta por mi ciudad, cuando las cosas habían cambiado drásticamente en mi familia y yo andaba en un periodo de verga loca, cogiendo todo lo que me pasara por el frente... ya les contare…

Regresando a Anita, meses después recibí una llamada suya, con 8 meses de embarazo encima, sostuvimos una agradable charla, hasta que se me ocurrió preguntarle...

-        Oye... y a propósito... ¿cómo se va a llamar tu hijo?

-        Bueno, todavía estamos discutiendo eso, pero yo creo que... sí es mujer... se va a llamar Roxana (como la madre de Alex) ...

-        Y ¿Si es hombre?... pregunte curioso.

-        Si es hombre... me gustaría que se llame... Juan...

Me atraganté con mi propia saliva, al escuchar las propuestas de nombres... primero me sentí halagado, claro... pero no me parecido muy oportuna esa selección de nombres, teniendo en cuenta la historia común que tienen...

La persuadí de que no usara esos nombres. Sobre todo, el mío, para no levantar sospechas y de alguna forma temiendo que la historia se repitiera... Bueno, ya se... es cierto... les dije que no creía en esas cosas... pero... nunca esta demás... por si las dudas... ¿no?...

No conversamos directamente de las locuras que hicimos, de nuestras aventuras sexuales, el contexto no parecía apropiado para ello, algún comentario o sutileza al hablar, delataba subjetivamente nuestra afinidad y nos robaba alguna sonrisa...

Intento convencerme de que fuera a visitarla después de que naciera él bebe... pero decidí abstenerme de hacerlo. Seguía en una relación con mi novia de entonces, Viviana, que ahora que lo pienso, más se parecía a Pamelita (ingenua, buena y noble) pero estaba enredándome con una compañera de universidad (Mili), de formas y tez parecidas a las de Anita, quizás hasta carácter más explosivo… pero eso es otra historia.

El asunto es que las cosas habían cambiado mucho en nuestras vidas (yo con mis líos amoroso de universidad y Anita a punto de ser madre), y en parte el problema es que de alguna manera yo creo que… nosotros, en esencia, no habíamos cambiado mucho, y por ahí, uno sucumbe...

Ya saben el hombre es débil… el diablo es puerco…  la tentación de la carne es fuerte... sobre de las carnes de mi prima y su bronceada piel... sus curvilíneas y redondas formas… diablos… ¿ya ven?... de solo escribirlo me dan ganas...

Quizás en el futuro nos encontremos en alguna reunión familiar... o tal vez me anime a visitarla y, juntos podamos recordar los viejos tiempos...

Fin