El anito de Anita (21)
La Feria...
Después de la faena de aquel día, me hubiera gustado dormir una semana. Lastimosamente al día siguiente me despertó mi tía, para tomar desayuno... ¿y Anita?... bueno quizás se apiado de mi condición física y me dejo descansar aquella mañana. Total, tal vez seria nuestro último fin de semana juntos y me quería tener totalmente repuesto para nuestra tercera y final despedida...
Me acerque a la cocina, al poco rato llegaron Anita y Pamela, seguro venían de ordeñar las vacas. Las dos parecían de buen humor, y me saludaron cordialmente. Pamela lucia menos cohibida conmigo... a pesar que todo volvió a su cauce "normal"...
No pude evitar pensar: y ahora ¿cual habrá sido el nuevo trato de estas diablillas con respecto a lo sucedido ayer?... ahhh... paciencia, Anita me dijo que me contaría todo antes de irnos, además ¿por qué le doy tanta importancia a eso?... pero, al fin y al cabo, la curiosidad es algo inherente a todo ser humano... y quiéralo o no aun deseaba saber que se tenían entre manos mis primitas...
Después del desayuno, nuevamente aprovechamos la mañana para dejar las cosas a punto en la hacienda y poder disfrutar de la tarde sin preocupaciones. Por la tarde mis primas estrenaron los vestidos que mis padres trajeron para ellas, lucían muy guapas. Si de por sí ya eran parecidas, con aquellos vestidos casi parecían gemelas, solo algunos pequeños detalles en sus ropas se diferenciaban, así como obviamente en su contextura...
No sé porque se me dio por observarlas y tal vez notar algunas diferencias entre ellas: Anita era más voluptuosa, sus redondeadas curvas resaltaban a través de la ropa; mientras que Pamela era un poco más delgada, sus curvas eran más gráciles, finas, y su rostro, como les dije, me parecía más agraciado que el de su hermana, sobre todos sus carnosos labios que provocaban besarlos y...
Hey cálmate… ya falta poco para que te vayas, al menos intenta cumplir con tu promesa... me decía mi muy oportuna conciencia… sin saber que esa noche rompería mi palabra y otras cosas más de mi aun inocente prima.
Nos dirigimos al pueblo que lucía muy bien ataviado para la ocasión, había banderolas y otros adornos por las calles principales, se sentía un ambiente de fiesta... vaya que habían trabajado bien en los arreglos, felicite a mi tía por ello.
En un descampado en las cercanías del pueblo se había instalado la feria: con algunos juegos mecánicos y de habilidades, una tarima donde tocaría algún grupo y convenientemente dejaron espacio para que la gente se reúna, baile.
Esta zona me recordó un poco la fiesta de mi tío en la ciudad, durante la última visita de Anita, el ambiente era parecido: unos postes de madera con luces, algunas mesas, el césped del piso, me entro algo de nostalgia... sintomáticamente comencé a buscar con la vista si es que había alguna casita en algún árbol... pero no... al parecer aquella noche tendríamos que arreglárnoslas de otra forma...
Anita también recordó algo, y una que otra mirada me dirigió, como diciendo: ¿no te parece familiar esto?... al poco rato requirieron a mi tía, para ultimar unos detalles de decoración, ella se llevó a mi madre y a sus hijas para que la ayuden, mi padre fue a hacer una llamada y mi tío lo acompaño, así me quede solo, rondando las postrimerías, ideando e intentando ubicar algún posible lugar para sostener luego un último encuentro con mi prima... sin quererlo me tope con alguien...
Era Pedro, se acercaba hacia mí... yo enfile hacia él, recordé mi aun adolorido tobillo, note que él no parecía tener aire belicoso, que importa... sin embargo el hablo primero:
- Te invito unos tragos... me dijo.
Parecía que el tipo quería congraciarse conmigo, hacer las paces, e insistió... finalmente accedí de mala gana. Bueno al menos conocería al muchacho que aspiraba a ser el novio de Anita. Jalamos unas botellas de cerveza y nos sentamos en los límites de la feria. La conversación inicio un poco fría, como la bebida en nuestras manos, y a medida que esta fluía también fluyeron las palabras...
Me fue cayendo en gracia aquel manganzón, era inocentón, un poco ingenuo... en el fondo parecía buena gente. Es cierto que el día anterior había actuado de mala fe... quizás perdió un poco la cabeza por el baile que le di en la cancha de futbol y sobre todo frente a la dama a la que él quería impresionar.
Habrán notado que la gente con unos tragos encima a veces adopta diferentes personalidades: a unos se les da por ser belicosos, buscar pleitos; a otros se les da por la galantería, dárselas de mujeriegos; a otros se les da por irse a las lágrimas, por ponerse demasiado sentimentales...
En mi caso me pongo más amigable... y en el caso de Pedro se le da por confesar algunas cosas que sano normalmente no diría... Me confeso su interés por Anita... interés que para mí fue obvio desde el principio, desde que lo conocí...
- Bueno... le dije pensativamente... sí logras ganarte el corazón de mi prima, al menos, por mi parte no hay problema... (otra cosa es que te ganes a mi tío)
Si quieres puedes intentar ganarte su corazón, total yo ya me deleité con su ano, pensé maliciosamente.
Lo cierto es que, llegado a este punto, entendí que yo no estaría siempre disponible para los requerimientos de mi prima. Sabía que el futuro de Anita seguía siendo esa hacienda, y el mío era retornar a la ciudad y terminar la universidad. Siendo realistas, ese viaje había sido una casualidad por una práctica de trabajo, el próximo año era poco probable que ella venga de visita o yo vaya a verla.
Pedro parecía ser buen chico... así que al menos quería dejarla en buenas manos... Pedro al escuchar mis palabras se animó más, parecía que le había dado mi bendición...
- Solo una cosa... no le digas nada de esto a ella, no quiero que piense mal... y no intentes nada con ella hasta que me vaya... le dije, sin poder reprimir los rezagos de celos que podrían darme.
- Oh... sí entiendo... me dijo en tono de confidencia.
Luego su vista se nublo un poco:
- Oye... sobre el otro día... me dijo con vergüenza y pesadumbre... creo que... creo que se me paso la mano... agrego finalmente.
- No solo la mano, sino el pie... sí me agarrabas, me partías el tobillo... le dije bromeando.
- Es que... no sé, me puse celoso... Anita siempre me hablo bien de ti... intento explicarme.
- Vamos... no quiero irme de este pueblo haciéndome mala sangre... eso que quedé atrás... le dije, intentando terminar esa conversación que se estaba poniendo embarazosa, al menos para mí.
- ¿No hay rencores?... me dijo aun apenado.
- No, para nada... le dije, y le tendí la mano.
Como les dije cuando me tomo unos tragos me pongo más amigable, tal vez por eso me fue más fácil perdonarlo. Además por efecto del alcohol había dejado de sentir la molestia en mi tobillo... y hasta ganas de bailar me dieron... así que:
- Mejor volvamos a la fiesta... le dije.
Se paro más animoso y regresamos a la feria. Ya había oscurecido y se escuchaba la música, algunas parejas ya se iban animando a bailar, entre ellos mis tíos y mis padres que como parte de organización de la feria, intentaban dar el ejemplo a las demás parejas...
Encontramos a Pamelita y Anita sentadas en una mesa. Cuando nos vieron llegar juntos se sorprendieron, ya saben, por el incidente del otro día. Sin embargo, les reconforto ver que todo estaba bien. Nos sentamos con ellas, conversamos sobre la feria y otras cosas del campo, parecíamos viejos amigos.
Pamelita más suelta hacia algunas bromas, y no parecía guardarme ninguna ojeriza por lo que había visto el día anterior. Y claro, Pedro y yo seguimos compartiendo algunas cervezas, ante la inocente vista de mis primas que no se atrevían a probar esta bebida por temor a ser vistas por sus padres. El alcohol surtía más y más efecto. Estaba de buen humor, y Anita me propuso:
- Bailamos Juan...
Casi acepto, pero vi cierta desazón en el rostro de Pedro y me parecido que también en el de Pamela. En ese momento pensé que era hora de iniciar de alguna forma la transición, ya saben, dejar mi lugar, aunque sea doloroso... así que me disculpé:
- No, no lo creo, este baile es un poco movido para mí y aun me duele un poco el tobillo... luego me atreví sugerir… pero creo que Pedro no se negara... ¿verdad?...
El rostro de Anita se nublo un poco con aquel rechazo (creo que Pamelita sonrió levemente), pero al ver que Pedro tenía buena disposición, Anita acepto gentilmente ir a bailar con él, no sin lanzarme una mirada de reproche... seguramente después me lo recriminaría.
Bueno, no sé si actúe como cupido o.… o peque de estúpido... lo cierto que ellos se veían alegres bailando, sobre todo Pedro. Anita no dejaba de lanzarme algunas miradas, yo los miraba de vez en cuando con algo de recelo, me costaba verla a ella con otro. Seguí bebiendo mientras Pamelita me seguía conversando, pero sin querer mi atención se desviaba hacia los que bailaban.
- Oye... no me estas escuchando... me reprocho dulcemente Pamela.
- ¿Que?... sí, claro que si... perdón, ¿qué me decías?... respondí un poco atolondrado, viendo como Anita parecía coquetear con Pedro.
- No te preocupes por ella... solo intenta sacarte celos... me dijo.
- Lo sé... dije con sonrisa bonachona, luego al notar que la música era más lenta, le propuse: ... creo que esta música si la puedo bailar...
Le extendí la mano, y ella me regalo la más hermosa sonrisa que le haya visto.
- Está bien... vamos... dijo Pamelita.
Nos dirigimos al campo de baile, y a paso lento nos deslizamos por el césped, siguiendo la música, instintivamente intente perderme un poco entre la gente. No quería ver a Anita y hacerme más difícil aquellos sentimientos que con el alcohol parecían apaciguarse. Cruce algunas palabras amigables con Pamelita durante el baile, lucia radiante.
Sonó una balada, las parejas acercaban más sus cuerpos, a pesar de nuestra inicial timidez no fuimos ajenos a este requisito de baile. La tomé de la cintura y la atraje suavemente hacia mí, sentí un pequeño temblor en su cuerpo al tocarla, pero luego ella se relajó y descanso sus brazos sobre mis hombros.
Al principio nos movíamos casi maquinalmente, la tensión era obvia, pero fue disminuyendo a cada paso... su cuerpo se fue pegando más al mío, su delgada cintura se perdió entre mis brazos, sus bien formados senos fueron haciéndose campo en mi pecho, sentía el dulce latido de su corazón.
Nuestros rostros se acercaban cada vez más... un tierno brillo iluminaba su rostro, vaya que es hermosa, me dije... vamos resiste... pero ¿cómo diablos no querer pecar ante semejante visión?, como no perderse en aquellos hermosos ojos negros, como no querer descansar en aquellos carnosos labios...
Volvió aquella mirada de ansiedad en sus ojos, no pude aguantar la invitación y mi rostro se deslizo hacia el suyo... diablos… pero ¿cómo besarla?, ¿cómo hacerlo si estábamos en medio de la gente con las luces prendidas?, en aquel momento extrañe a mi tía (la madre de Alex), aquella que oportunamente apago las luces en esa reunión familiar...
Estando muy cerca de ella desvié mi trayectoria, mis labios apenas rozaron los suyos, eso basto para que un pequeño estremecimiento la recorriera, pegue mi mejilla con la suya. Luego me dejé descansar sobre sus cabellos, ella hundía su rostro entre mi cuello y mi mejilla... diablos, estuve cerca... solo segundos después nos dimos cuenta que la música había terminado...
Quizás alguien en el cielo oyó mi petición… apagaron las luces unos instantes... luego se vio el brillo en el cielo… eran fuegos artificiales… las parejas se quedaron en sus lugares contemplando el espectáculo… aproveche esos instantes de distracción e intente completar la acción que no pude minutos antes.
- ¿Qué haces?... se quejó en tierno reproche.
Aun con mi mano en su cintura, pase otra mano por detrás de su cuello… aunque no fue necesario, Pamelita tomo mi rostro también con una mano, quizás tapándonos del destello en el cielo. Nuestros labios se unieron por primera vez… si tenia unos magníficos labios, a pesar de su timidez, instintivamente los movía… me dedique a recorrerlos unos segundos con dulzura… hasta que…
El sonido de los fuegos artificiales ceso un instante, así como las luces en el cielo… era momento de separarse… al hacerlo… vi el rostro mas bello de Pamelita, con brillo en sus ojos y labios carnosos… luego una mirada de vergüenza y sonrojamiento por aquella pequeña travesura.
Quizás hubiera sido mas notorio lo que hicimos… pero por suerte colocaron otra canción a continuación, así que los demás no se percataron de lo que hicimos. Sin embargo, Anita luego de verme desaparecer de la mesa con su hermana, me había estado buscando la vista, y junto con Pedro se acercaron hacia donde nosotros bailábamos.
Intente hacerme el desentendido, tal vez lo logre, pero el leve rubor que asomo en las mejillas de Pamela, al ver a su hermana, delato algo de nuestro inocente acercamiento… al menos Anita solo había visto aquel inocente roce entre nosotros… esperaba que en la oscuridad no haya podido descubrir aquel tierno beso, que varias veces estuve a punto de darle a Pamelita y que al fin pude hacer.
Luego escuche con más detenimiento aquella canción que ahora sonaba, era aquella vieja balada en ingles que pusieron durante el cumpleaños de mi tío, durante la última visita de Anita a mi casa... Anita también me lo dio a entender con una mirada melancólica...
Con el permiso de Pamelita, decidí cambiar de pareja, aquel baile solo podía tenerlo con Anita, Pedro no se opuso tampoco. Mi primita menor aun parecía un poco aturdida por el beso, quizás avergonzada de lo sucedido, era mejor no seguir juntos porque parecía que se pondría más nerviosa.
Pamelita era muy inocente y con pinta de ser enamoradiza, ¿cómo para abusar de ella?... la llevaría detrás de los arbustos o algo así... no, Pamelita no era de ese tipo. Era diferente con Anita, que desde su llegada a mi casa siempre pareció buscar otro tipo de contacto... era más atrevida y aventurera.
Pensé que quizás eso era suficiente por esa noche o por ese viaje, al menos me di el gusto de besar los labios más bonitos que vi, que desde mi llegada a esa hacienda me provocaron probar. Por un momento sentí con algo de culpa, por ser bribón y robarme el que quizás fue el primer beso de Pamela…
Sin embargo, unas horas después, pase de los límites de respetarla qua me había prometido, o de solo besar sus labios, robarme su primer beso fue lo más inocente que hice… termine robándome mucho más… sin quererlo inaugure todo lo que había que inaugurar...
Con movimientos lentos de baile, Anita y yo no fuimos alejándonos de Pedro y Pamela. El no parecía disgustado, total había tenido tiempo de conversar con Anita y entendía que ahora me tocaba a mí. Sin embargo, tras unos instantes, Pamelita reacciono y nos veía alejarnos con cierto aire de pena, aquella mirada suya me daba a entender que teníamos aun algo pendiente… pero a la vez era conocedora de mi historia con Anita, y tal vez se resignaba a vernos juntos.
Antes de que Anita iniciara algún tipo de dialogo respecto a la forma en que bailaba con su hermana, decidí hablar primero:
- Oye... ¿sabes si por aquí cerca hay alguna casita en un árbol?... pregunte con una sonrisa melancólica, ella también sonrió.
- No, no creo que haya ninguna... pero podemos buscar otro lugar... me dijo con una sonrisa pícara.
- ¿Por dónde?...
- No sé, perdámonos en el bosque, tal vez encontremos un lugar tranquilo, alejado...
- Bueno, entonces perdámonos... le dije, sintiendo la ansiedad crecer y la adrenalina fluir por mi cuerpo ante esta nueva aventura.
Nos escurrimos entre la gente, ligeramente pude observar cómo mis padres bailaban acarameladamente, bueno al menos estarían ocupados recordando sus buenos tiempos. Mis tíos también se veían ocupados en otras tareas de organización... así que no notarían nuestra ausencia en buen tiempo.
Desaparecimos sigilosamente entre los árboles que circundaban aquella feria... ya había oscurecido, pero guiaban nuestros pasos la luz de la feria y la una pálida luna que nos brindaba la mitad de su rostro y claridad... intente no pensar en Pamelita… lo hecho, hecho esta…
En el camino nos dábamos algunos besos apasionados, alguna que otra excitante caricia, jugueteábamos, pero por experiencia sabíamos que debíamos alejarnos más. De esta forma llegamos a un lugar donde el grass había crecido bastante como para servirnos de colchón, algunos arbustos aparecían a nuestra vista, seguimos avanzando un poco más, hasta que encontramos unos arbustos más densos, allí tendría lugar nuestro encuentro.
Nos ubicamos detrás de los arbustos, y nos fuimos besando tiernamente y lentamente fuimos desapareciendo, arrodillándonos, sin dejar de besarnos. Fui acariciando su cuerpo por encima de su ropa, hasta que encontré el cierre y lo fui bajando lentamente. El vestido fue cayendo lentamente dejando al descubierto uno de sus senos, aprisionado por su sostén, torpemente lo liberé desabrochándolo por delante. Luego lo fui acariciando suavemente, mientras sentía como sus primeros jadeos de excitación se mezclaban con nuestros besos...
Jale uno de sus endurecidos pezones y ella casi me succiona la lengua por el placer que le causo esta brusca caricia. El vestido siguió cayendo dejando al descubierto su otro seno y parte de su vientre. No me resistí, saqué como pude su brassiere, ella me ayudo. Luego deje sus jugosos labios y me resbale por su cuerpo hasta su otro seno, el cual acaricie con mis labios. Por su parte Anita acariciaba mi cabello, lo revolvía con cada estremecimiento que causaba mi lengua en su seno y que se transmitía a todo su excitado cuerpo.
Sus manos fueron bajando por mi cuello, mis hombros, mi pecho... hasta llegar a mi pantalón, escuche una grata risita al sentir sus dedos a mi verga completamente tiesa y lista para darle placer... no necesito incentivarla mucho pues parecía querer reventar al pantalón para salir y mostrarse vigorosa...
Llego el momento en que ella tampoco necesito mayor incentivo, se paró rápidamente y termino de sacarse la ropa, la dejo sobre los arbustos para que no se ensuciara. Seguí su ejemplo, después de todo tendríamos que regresar a la feria y no sería conveniente que tuviéramos la ropa maltratada, levantaría suspicacias.
En esta ocasión Anita se había vestido completamente, es decir: llevaba ropa interior, y esta fue la última prenda que se fue quitando, lentamente, tal vez esperaba que la penetrara bruscamente por detrás, pero era muy obvio para mí, y quería que este encuentro fuera diferente.
Cuando termino de desvestirse, nuevamente asumimos aquella posición de amantes, arrodillados, besándonos, acariciando nuestros cuerpos. Lentamente la fui dejando caer de hacia un lado, y fui ubicándome encima de ella... mi verga se fue dirigiendo hacia su húmeda y ansiosa vagina.
Por mi parte quería que fuera un tierno encuentro, hacerle el amor apasionadamente a manera de despedida, no tan salvajemente como el día anterior y así llevarme un último y grato recuerdo de ella... pero:
- Juan... mejor tómame por detrás, en cuatro, ya sabes, como aquella vez... lo disfrute tanto... me susurro.
Escuche un poco atónito aquellas palabras, porque la manera en que se había comportado hasta ahora parecía indicar otra cosa, que quería lo mismo que yo. Quizás estar tanto tiempo bailando con Pamelita, por saborear sus labios, me había hecho adoptar una actitud más tierna, olvidando un poco la naturaleza y los gustos propios de Anita...
Bueno, es nuestro último encuentro, si ella quiere disfrutarlo de esa forma, que así sea... pensé, mientras ella seguía mirándome con ansiedad esperando una respuesta mía...
- Bueno, y ¿qué esperas?... colócate en posición... como perra… le dije con una sonrisa benévola.
Aquel juguetón y glotón brillo ya conocido por mí, volvió a sus ojos, e inmediatamente me hizo a un lado y se colocó en cuatro, ansiosa, esperando que me ubicara detrás suyo...
- ¿Qué esperas?... vamosss... me animaba ella.
Mientras yo intentaba deshacerme del dulce recuerdo de los labios de Pamela rozando y recorriendo los míos. Me coloqué detrás de ella, y comencé a enfilar lentamente contra su vagina...
- ¿Que tienes?... por allí no... me recrimino.
- ¿Pensé que...?... dije, casi disculpándome.
- Bueno, quizás luego... pero vamos... tú sabes por donde me gusta... me dijo guiñándome un ojo desde su posición.
Olvidé que lo tierno no era nuestro estilo… Enfilé contra su ano... mientras mi mente espantaba los últimos fantasmas y recuerdos acerca de Pamela... en fin, fui insertando lentamente mi verga por su estrecho agujero, ella nuevamente protesto:
- Mejor métemela de golpe... me dijo, yo la mire sorprendido, y ella repuso... bueno, sí sé que duele más... pero es más rico así...
- Como quieras... le dije.
Le enfunde mi verga violentamente, su arrugado anillo prácticamente se rasgó ante la vehemente entrada de mi pene. Sus nalgas saltaron, sus senos bailaron, su cuerpo se estremeció desde su generosa cola hasta su cabeza, ahogo un grito en su garganta. Luego la piel se le puso como de gallina.
Por sus reacciones diría que aquel salvaje apuntalamiento le había significado a Anita su primer orgasmo de la noche. Ella lo disfruto estrujando entre sus dedos aquel crecido grass, que más bien parecían garras aferrándose al piso, con su cabeza gacha, casi en trance, intentaba procesar mejor aquella dolorosa y placentera penetración:
- Ohhh.... ufff... resoplo finalmente, casi agradecida.
Yo sentía algo de ardor en mi verga por aquella violenta incursión, cuando todo parecio volver a la normalidad, ella me reclamo nuevamente:
- ¿Qué esperas?, cabálgame... me dijo impaciente.
Aun embobado por otros pensamientos, no atinaba a coordinarme, ni a actuar como habitualmente lo hacía, incluso sin darme cuenta me estaba dejando mandonear por ella... ¿Qué me pasa?... caraj... deja de pensar en Pamelita… es hora de que yo asuma el control de esta situación... le voy a dar una cogida tal que no se va a poder sentar en una semana, me dije.
Comencé a mis movimientos, mientras Anita, que había empezado a culearme al ver que no reaccionaba, comenzaba a disfrutar aliviada por mi accionar.
- Ohhh... si... así... que bien... ahhh...
Fui entrando en calor y con cada enterrada de mi verga en su ano fui enterrando mis otros pensamientos... era alucinante ver sus duras y redondeadas nalgas estremecerse con mis arremetidas, escuchar aquel grato: ploshhh, que producía mi ingle al rebotar con su carnoso trasero...
- Hummm... que ricooo... masss... masss fuerteee... ohhh
Ahora engolosinado con su delicioso trasero, su estrecho y ardiente agujero comencé a sentir aquella lujuria propia de nuestros encuentros, ella gemía, vociferaba con cada incursión de mi verga en su interior...
- Ahhh... sí, así primito... rómpeme el culo como ayer... ohhh... ufff....
Sentí como su cuerpo tembló, ante su segundo orgasmo... sus piernas flaquearon un poco, apoyo sus codos y su cabeza contra el grass, luego lanzo un profundo satisfactorio gemido...
- Ahhh... ohhh... casi ahogándose ella intentaba recuperar la respiración.
Yo disminuí mis movimientos, aún no había llegado al clímax, quizás el estar tan distraído con otros pensamientos jugo a mi favor y mi resistencia no se vio mellada a pesar de que llevábamos buen tiempo en la faena. Sin embargo, yo también me sentía un poco agitado y más bien esperaba alguna reacción suya, hasta que:
- No... por favor... continua... vamos... Sigueee... me dijo entre resoplidos.
- ¿Segura?... respondí un poco perturbado.
- Si dale...
- Bueno... entonces... arree... le dije en son de broma dándole un palmazo en sus abultadas nalgas, para que apoye mejor sus maltrechas piernas.
Así lo hizo, valientemente, volvió a su postura inicial, apoyándose como podía, y dispuesta a resistir y disfrutar una nueva cogida... Inicie suavemente mis movimientos, buscando que se reconstituyera mejor... pero...
- No, no... vamos... con fuerza... sé que puedes... vamosss... me dijo casi suplicante.
Vaya que quería quedarse con un doloroso recuerdo mío... si así lo desea, por mí no hay problema, aún tengo cuerda... incremente el ritmo de las penetraciones...
- Ohhh... Uhmmm... si... asiii... así está bien... hummm...
Su cuerpo se estremecía, hasta rebotaba con cada incursión en sus tibias intimidades, por otro lado, mi verga comenzaba a sentir ardor por la prolongada fricción de mi verga con su arrugado anillo... ella seguía gimiendo, a veces suplicando, otras musitando cosas incomprensibles, parecía darse ánimos a si misma para continuar...
- Ahhh... que placer... ohhh.... Uhmmm...
Yo comenzaba a imprimirle un ritmo demencial, ahora completamente excitado al sentir su cuerpo desfallecer ante mi inusitado vigor... ella comenzó a flaquear, presa del cansancio y de su propia sobre excitación...
- Ohhh... nooo... ahhh.... no puedo masss... ahhh...
- Vamos...falta poco... la animaba, yo febrilmente poseído por el placer, dándole un palmazo en sus enrojecidas nalgas.
- Si, si... está bien... no me hagas caso... ahhh...
Ella apoyo nuevamente sus codos contra el piso, su cabeza descanso contra el grass buscando sostenerse, algunas lágrimas de inundaban sus mejillas, su rostro denotaba placer y sufrimiento, alguna sonrisa se le escapaba, señal de que disfrutaba de aquel martirio...
- Ohhh... Uhmmm... mi culitooo... me lo estas partiendooo... hummm...
- ¿Sí?... bien que lo disfrutas... le dije con sarcasmo, y no dispuesto a renunciar de mi labor.
- Hummm... siii... ohhh... rapidooo... que me acabasss... ahhh...
Notando que la nueva ubicación de mi cansada prima no era tan propicia para el tipo de castigo que deseaba darle, dado que sería nuestro último encuentro, decidí pararme un poco y tomándola de la cintura decidí presionarla, clavarla con mi verga hacia abajo, con fuerza, abriendo sus nalgas al máximo...
- Ahhh... hummm... siii... así... hasta el fondooo... mi anitooo... ouchhh... hummm...
Al parecer este último suplicio le agradaba más de la cuenta que se olvidó un poco de su cansancio y decidió resistir el continuo martilleo de mi ingle contra sus jugosas nalgas... ella que, antes vociferaba, ahora gemía ahogadamente, casi le faltaba el aire. Con cada empuje yo sentía que su cabeza y su cuerpo se hundían más en el grass, así como comencé a sentir como mis sentidos llegaban al clímax...
- Ufff... tomaaa... ohhh... exclame satisfecho y agotado por aquella larga faena.
- Ohhh... hummm... ufff... exclamo ella a su vez, dejándose caer a un lado mientras mi verga salía de su funda y escupía semen caliente sobre todo su curvilíneo y exhausto cuerpo.
En la claridad de la noche pude ver mi verga salir del ano de Anita como una barra de hierro ardiente, completamente enrojecida por la violenta cogida que le di. Su arrugado esfínter lucia completamente dilatado y enrojecido, casi sangrante… poco mas y le reventaba el esfínter.
Luego del salvaje encuentro del día anterior dude que ella quisiera hacerlo por el mismo sitio, sin embargo, Anita deseo repetir el mismo doloroso pero gratificante suplicio a pesar de las consecuencias que pudiera tener sobre su arrugado anillo...
La contemple un momento, echada completamente desnuda en el grass, bañada por mi semen, respiraba más calmadamente. Al menos eso me daban a entender sus generosos senos que subían y bajaban lentamente...
- ¿Estas bien?... pregunte un poco preocupado.
- Si... ufff... es solo que... que me dejaste sin aire... me dijo con una sonrisa de satisfacción.
- ¿Sí?... repregunte, orgulloso por mi desempeño.
- Después de lo de ayer no pensé que resistieras tanto... me dijo con grato asombro, luego exclamo preocupada... ay... mi culitooo...
Paso una mano por entre sus nalgas para comprobar si es que no estaba sangrando, se calmó al notar que solo era ardor... Me arrodille frente a ella y le di un cálido beso, luego me aparte un poco, y se me vino una traviesa idea...
- Todavía te falta algo... le dije.
- ¿Qué? ¿mas?... no, con esto tengo para un buen tiempo, y si logro sentarme dentro de una semana estaré agradecida... me dijo graciosamente asustada...
- No… no es eso... le dije burlonamente.
- Entonces que...
No pudo terminar su frase porque me incline rápidamente y le inserte mi verga aun húmeda de mis líquidos... ella al principio se sorprendió, pero luego sus labios abrazaron con dulzura y agradecimiento aquel musculoso miembro que tantas satisfacciones le había dado...
Poco a poco se fue reincorporando, recuperada de aquella fenomenal cogida, y ahora deleitándose con aquel nuevo juguete que succionaba con más y más placer... sin darme cuenta ella me llevo de nuevo a límites insospechados.
Así sus hábiles labios y sus oportunas manos lograron exprimirme más leche, que engullo hasta la última gota, para reponer aquella que no pudo succionar después de nuestro encuentro anal. Mientras lamía y relamía los últimos vestigios de esperma sobre mi pene, y yo suspiraba aliviado viéndola tan sumisa, tan hacendosa en su labor, note como una lagrima descendió por su mejilla y mojo mi verga...
- Hey... vamosss... le dije, la ayude a reincorporarse y luego la abrace.
- La pasamos bien juntos, ¿verdad?... me dijo con nostalgia.
- Si... demasiado bien... le dije con picardía recordando algunos calurosos momentos dije.
Ella se rio un poco, mientras se limpiaba algunas lágrimas con sus manos... tal vez hubiéramos podido seguir platicando, recordando más cosas... pero el ruido de una vieja rama partiéndose ante una pisada nos alertó... alguien se acercaba...
Continuara…