El anito de Anita (13)

Chica vegetariana

Desperté horas después, me sentía más descansado, más repuesto. Primero me costó procesar donde estaba, luego recordé todo lo sucedido, una gratificante sonrisa apareció espontáneamente en mi rostro.

Me levanté y salí en búsqueda de mis familiares, vaya, había anochecido, ¿cuánto abre dormido?... encontré a Pamela en el pasillo, esboce una sonrisa a manera de saludo, la niña hizo lo mismo, aunque más tímidamente, y disimuladamente miro mi entrepierna, seguro recordó el incidente de la mañana.

Me sentí apenado, así que seguí de largo por el pasillo, pase por la cocina, salude a mi tía que preparaba la cena, llegue a la sala, encontré a Anita, en uno de los sillones:

  • ¡Buenas noches, dormilón!... me dijo cariñosamente.

  • Hola! respondí amigablemente, luego agregué en voz baja: y bueno ¿qué esperabas? después de cómo me dejaste...

  • Espero que estés más repuesto, todavía nos quedan dos semanas.

  • Si, ya estoy como nuevo… le dije, estirándome para sacar los restos de adormecimiento corporal.

Conversamos un rato de cosas triviales, ya con más confianza se me ocurrió preguntar:

  • Y primita, ¿cómo te entretuviste durante mi ausencia?...

  • Ahí... no hice mucho... me dijo un poco nerviosa, parecía que no quería hablar del asunto.

  • Vamosss... hace más de un año que no te veo... no me digas que no pasó nada... insistí.

  • Bueno... dudo en decir.

  • Cuéntame... entiendo que una chica tenga necesidades... ¿qué hiciste?... pregunte con más cariño.

  • Pero... no te ríes... me dijo cediendo.

  • Esta bien... lo prometo... dije con una sonrisa, mientras cruzaba los dedos.

  • Ves... ya ves... te estas riendo... dijo graciosamente angustiada.

  • Esta bien... está bien... ya, ya paso... ves no me rio... dije adoptando una postura más seria.

Miro alrededor, para verificar que no había nadie cerca... ¿por qué tanto secreto?, ¿que será lo teme decirme?, ¿qué locura habrá hecho esta diabla?, me preguntaba yo... notando que nadie nos escuchaba:

  • Adopte un vegetal... dijo en voz baja, ruborizándose inmediatamente.

  • ¿Perdón?... pregunte extrañado.

  • Que... adopte un vegetal... repuso esta vez menos avergonzada.

  • ¿Como?, ¿para qué?... yo seguía sin entender.

  • Ya sabes para... eso... dijo mirando mi entrepierna y luego la suya, y haciendo un gesto sugerente.

  • Ohhh... exclame, entiendo que fines le dio a su vegetal.

¡Me reemplazo con un vegetal!... una chica practica después de todo! total vegetales son lo que más abunda en esta región, tampoco me imaginaba que por allá hubiera un sex shop, como para que mi prima vaya por un consolador... quise reírme, pero me contuve... ella aun lucia algo avergonzada... pero yo seguía con curiosidad:

  • Y... ¿qué vegetal?... pregunte con "naturalidad".

  • ¿Para qué quieres saber?... pregunto apenada.

  • Curiosidad... anda... vamos... dime...

  • Esta bien... fue...

  • ¿Fue?... ¿que fue?...

  • Fue... una... una… una zanahoria...

¡Está loca!, ¿una zanahoria?... no me imaginaba a mi primita metiéndose una zanahoria en sus partes íntimas. Sin embargo, recordé que después de nuestro primer encuentro sexual, Anita me había confesado que, si yo no la hubiera desvirgado, lo más probable hubiera sido que ella misma se metiera una zanahoria. Yo lo tomé a broma en ese momento. Supongo que, en mi ausencia, y con la angustia sexual, volvió a pensar en esa opción... pero aun así…

  • ¿Una zanahoria?... jajaja... así que prima... te volviste vegetariana... jajaja... no pude contener la risa.

  • ¡Tonto!... me dijo y me dio un golpecito en el hombro, pero luego comenzó a sonreír...

  • Lo siento, pero suena gracioso... le dije aun sonriendo... y ¿le agarraste cariño?... pregunte.

  • Si... hasta nombre le puse.... dijo en voz baja.

Luego bajo la cabeza, seguro arrepentida de haber dicho esto último y rogando que no la haya escuchado... pero fue muy tarde, si la oí:

  • ¿Que le pusiste nombre?... jajajaja...

No pude evitarlo, estallé en carcajadas.... ¡esta muchacha se pasa!... me miraba con cara molesta, pero ella tampoco podía evitar sonreír...

  • Y ¿qué nombre le pusiste?... pregunte, recobrando el aliento.

  • No, ya no te cuento nada... me dijo dulcemente resentida.

  • Oye, ya me picaste la curiosidad... vamosss...

  • Te vas a burlar...

  • No... bueno si, pero ¿qué esperabas?... vamosss... cuéntame...

  • Esta bien... está bien...

  • ¿Se llamaba?...

  • Se llamaba... Juancho... ellsmamnxxso... dijo, no le entendí esta última parte.

  • ¿Juancho?... jajajajaja.... ¿fue por mí?... ¡oh que linda!... le dije tocando burlonamente su mejilla.

  • Si... en parte... me dijo más calmada y de mejor ánimo.

  • Pero dijiste algo más que no te entendí... después del nombre... pregunté.

  • Si bueno era...

  • ¿Era?... insistí, a esta niña hay que sacarle las palabras por cucharadas.

  • Es que se llamaba... Juancho... el... "ancho"... me dijo con algo de solemnidad, y hasta recordándolo con cariño.

  • Juancho el ancho... jajajajajajajaja... ahora sí que... ahora sí que me orino... jajajajajajajaja...

En medio de mis risas, trato de explicarme:

  • Es que era gruesito, como el tuyo... dijo con inocencia, como justificándose.

  • Ya bueno... y ¿qué fue de Juancho?... pregunte, secándome algunas lágrimas que brotaban por lo prolongado de mis risas.

  • Bueno...lo bote... dijo resignada.

  • ¿Por qué?... seguro que por inmaduro... jajaja... estaba muy verde... jajaja... le faltaba madurar...jajaja...

  • ¡Tonto!... me dijo con graciosa rabia y me dio otro golpecito en el hombro.

  • Entonces ¿por qué?...

  • Tuve un problema con el... dijo preocupada.

  • No me digas... te dejo plantada... jajajaja... jajaja...

  • Eres un...

Esta vez no fue un golpecito... se abalanzo sobre mí y me dio unos suaves palmazos, aunque no lo quisiera a ella también le hizo gracia...

  • Ya, ya, tranquila... en serio... qué problema tuviste...

  • No, ya no te digo nada, eres un burlón...

  • Oye, vamos... no te pases... cuenta la historia completa...

  • Ya... está bien... pero no me interrumpas...

  • Ok, dale...

  • Es que comencé a usarlo primero vaginalmente, y de alguna forma me calmaba... pero luego... luego se me antojo usarlo... usarlo por atrás... no sé, me hacía falta... no era lo mismo, pero servía... un día no me aguante... y... y empuje... empuje más de lo necesario...

  • Y ¿qué paso?... pregunte.

  • Se me atoro... empujé mucho y no pude sacarlo... no tenía mucho de donde agarrarlo para sacarlo... mi anito sangro un poco...

  • Y ¿qué hiciste?...

  • No podía hacer mucho, necesitaba ayuda y no podía decirles a mis padres, me moría de vergüenza… así que llame a Pamela... ella trajo unas pinzas largas y logro sacarla...

  • Ouchh... debió dolerte... le dije.

  • Si...

  • Y eso ¿hace cuánto que paso?...

  • Casi un año... no he vuelto a meterme nada desde entonces...

Vaya... con razón la arrechura que manifestaba en la mañana...

  • Y ¿tu hermana que dijo?... pregunte.

  • Se asusto...

  • Pobre Pamelita... es muy inocente... dije reflexionando.

  • Ni tanto... me contesto por reflejo.

  • ¿Por qué?... le pregunte.

  • Sospecho que ella "jugaba" de la misma forma...

  • ¿Queee?... nooo... le dije, quise preguntar más, pero ella me corto...

  • Pero ya no hablemos de ese asunto...

Y esto va para algunas chicas: cuidado con lo que se meten por ahí... no todo lo que entra con tanto gusto, sale con tanta facilidad... además nunca faltara algún joven desinteresado y dispuesto a sacrificarse para cumplir con esa noble y subliminal tarea. Típico palabreo de hombre que busca aprovecharse de la situación dirá, puede ser, si, tienen razón, pero prosiguiendo:

  • Solo una cosa... ¿ya estás bien?... pregunte preocupado.

  • Si... lista y a tu disposición... me dijo sonriendo.

  • Si... jajaja... estuviste en veda mucho tiempo...

  • Uhmmm... además te debo una sesión anal... me dijo recordando nuestra conversación de la mañana

  • Oye, pero si no estas lista, mejor esperamos...

  • No, creo que ya es hora de reabrir "mi cuevita del placer"... me dijo guiñándome un ojo.

Al rato nos llamaron para a cena, no toque para nada las zanahorias, Uds. Comprenderán.

Mi tío me hablo sobre sus proyectos para la hacienda, cosa a la que no prestaba mucha atención porque la bandida de mi prima me hacía cosquillas con su pie ¡esta niña no cambia!, me dije.

Nos fuimos a dormir temprano, a eso de las diez mi tío nos envió a nuestras camas, objete que no tenía sueño… pero…

  • Muchacho, en el campo el día empieza más temprano que en la ciudad, te hará bien descansar.

No queriendo contrariarlo acepte y me dirigí a mi habitación. Anita y Pamela hicieron lo mismo entre risas, ¿que estarían comentando aquellas traviesas? Me di cuenta que la habitación de mis primas quedaba a unos metros de la mía, pensé que podía visitar a Anita cuando todos durmieran.

No, pero ahí también esta Pamela… ¡hacemos un trío!, pensé maliciosamente... nada a ella ¡la respetas! dijo mi conciencia. Además, después de lo que me conto Anita, sobre su doloroso incidente con la zanahoria, no sé, creo que también un poco que me cohibió de hacer algo, al menos no esa noche...

Finalmente, entre a mi habitación a descansar.

Continuara...