El anito de Anita (12)

Flor Silvestre

Cuando estábamos a mitad del camino de regreso a la casa de la hacienda, mi prima vio una florcilla muy colorida a un lado de la polvorienta vía, cerca de un viejo árbol. Viéndome más repuesto de mi dolencia me dejo y fue a recogerla, yo seguí avanzando lentamente detrás de ella, hasta que...

Hasta que a la niña, mejor dicho a la señorita, se le ocurrió inclinarse abruptamente para recoger la flor, dejándome todo el espectáculo de su trasero a la vista... ¿que no le han enseñado a agacharse apropiadamente?, como a una dama... habiendo tanto mañoso no debería inclinarse así, incita al pecado... ya ven ya me choque con ella... ya ven ya me aferre a su cintura, ya estoy apretando su trasero contra mi ingle, y mi verga aún tiene vida... no les digo: ¡hay tanto mañoso suelto!...

  • ¿Qué haces?... me pregunto sorprendida.

  • ¿Tu qué crees?... repuse con ironía.

  • Pero estamos cerca a la casa... dijo con cierto nerviosismo, no sé si por la cercanía a la casa y por el cosquilleo que le provocaba mi bulto en sus nalgas.

  • Anita, en esta relación ¿quién es el que se preocupa de esas cosas?... pregunte algo serio.

  • Pues... tu... dijo, claro que la respuesta era obvia.

  • Y ¿quién es la que necesita mantenimiento?... repregunte con aire de solemnidad.

  • Yo... ¡uy!... ¡ya se te paro de nuevo!... dijo con cierto agrado.

La aprete con más fuerza para que la sintiera, para que la recordara... ella seguía inclinada, ahora con sus manos apoyadas en la base de un árbol, resistiendo mi arremetida...

  • Esta bien... después de todo... ya me hacía falta... dijo incorporándose un poco y levantándose la falda.

¡Esta pendej...!... ¡no tenía ropa interior!... su velluda conchita salió a relucir...

  • ¿Oye?... le pregunte, refiriéndome justamente a su desnudez.

  • Ahhh. cuando supe que estabas aquí... me la quité... me dijo tranquilamente.

  • ¿Pero?... pregunte aun confundido

  • Una mujer tiene sus recursos... ¿ya ves?... dijo traviesamente mirando mi entrepierna.

  • ¿Que?

  • Crees que regresaría a la casa tranquila con toda esta calentura, con este cosquilleo, con esta humedad... dijo pasándose los dedos por su vagina.

Era cierto, estaba completamente mojada... pequeña diabla... ¡me tendió una emboscada!...

  • Pero dijiste... repuse.

  • ¿Que no quería?... solo me hacia la difícil... me dijo con coquetería y guiñándome un ojo, luego agrego... ¿entonces?...

Entonces quería que la penetrara, al menos eso decían sus ojos, su cara, su cuerpo... caraj... no vine desde tan lejos para hacer tantas preguntas... yo vine para esto... me froto todo su delicioso trasero por mi ingle... ella misma se estremeció con este contacto...

  • Uyyy... Apurateee... que no aguantooo...

No me quedo otra, libere mi verga... ¡al ataque!... como en viejos tiempos enfilé mi verga contra su vagina, la deje afuera, con la cabeza le hice cosquillas a sus labios vaginales, estos se humedecieron más...

  • Vamosss... que esperasss...

Me estaba divirtiendo con su arrechura, era mi manera de desquitarme por la pequeña treta que me hizo...

  • No seas asiii... metelaaa... prácticamente suplicaba.

Nuevamente la puse en dirección, y seguí jugando, esta vez le metía la cabecita y la sacaba, lo hice como dos veces. Veía como un escalofrió la recorría cada vez que entraba en su cuerpo cuando nuevamente repetí esta operación, Anita esta vez no se aguantó más, ni bien la sintió adentro, retrocedió en su busca... se la metió hasta la mitad, su cuerpo tembló con esta osada acción...

  • Ohhh....ufff.... exclamo profundamente satisfecha.

Podría decirse que, prácticamente con este contacto, con esa pequeña incursión, ya había tenido un orgasmo... ¡ahora me tocaba a mí! antes de dejarla reaccionar, empuje hacia adelante, insertándole el resto de mi pene... ella suspiraba profundamente...

  • Ahhh... ohhh... que rico... masss suavee... decía mordiéndose nerviosamente los labios.

Nada de eso, vine a quitarte, y a quitarme, la arrechura... así que ahora te aguantas... le enfundé toda mi verga y la aprete contra mí... sentía su conchita más estrecha, tibia...

  • ¡Ohhh!... ¡hummm!... ¡siiii!... cabalgameee... por favorrr... decía como buena potranca en celo.

La empuje un poco más contra el árbol, ella se agarró mejor de este, se abrazó a él con desesperación, esperando mi galope... y se dio la partida... arreee arrecha...

  • Ohhh! siii... asiii... decía satisfecha.

Sus labios vaginales se abrían al principio con cierta dificultad, ¿falta de mantenimiento?... pero a medida que entraba y salía mi verga de su interior... fueron cediendo... ahora mi pene se deslizaba como en mantequilla, además estaba hiper-humeda...

  • Ahhh... siii... masss fuertee... massss...

Se la hundía con más rapidez y fiereza, ella se contaría con cada golpe en sus redondas nalgas sabrosamente duritas...

  • Ahhh.. ahhh... ayyy... no paresss... por favorrr... no paressss... ayyy... decía en su delirio

Ni loco para detenerme, ya estaba obnubilado por la excitación, ni 5 policías hubieran podido separarme de ella. El rostro de Anita tenía una mezcla de dolor y satisfacción, con los ojos achinados soportaba mis embestidas, su boca abierta dibujaba una sonrisa que por momentos se contraía en una mueca de dolor... dulce dolor...

  • Ayyy... yaaa... yaaa... ohhhh..... hummm.....

  • Aguantaaa... que me falta poco... le decía.

  • ohhh.... yaaa noooo... no.... ohhhhh... hummm....

Reventó en un segundo orgasmo, mientras mi leche acudía a ese llamado... yo tampoco aguante más... la inunde de esperma...

  • Uffff... ohhh... uffff... exclamaba Anita a duras penas.

Ella se aferraba al árbol, maltrecha, exhausta... yo me apoye a su vez en ella...

  • Casi... casi se me sale... casi se me sale el corazón... finalmente dijo.

Luego dirigió mi mano a su abultado y aun henchido pecho que subía y bajaba agitado. Era cierto, su corazón palpitaba fuertemente... vaya que tenía una arrechura contenida de tiempo... me preocupe un poco por aquel ritmo rápido de su corazón. Sin embargo, egoístamente me dedique a acariciar aquel generoso seno, tal vez mas de la cuenta... pero...

  • Anitaaa... Juannnn.... exclamo una voz a lo lejos.

¿Quién caraj...? ... Uyyy... Pamelita...

  • Tu hermana... arréglate... le dije apurado.

  • Espera... no te puedes ir así... me dijo.

Aun tambaleante se agacho y limpio como pudo los restos de semen de mi verga... ¡una chica servicial! terminada su labor la ayude a reincorporarse... ella me abrazo:

  • Graciasss... me susurro cariñosamente.

  • Nada que gracias... me debes una sesión anal... le reclame guiñándole un ojo.

Ella rio de buena gana, y aquel brillo en sus ojos volvió... ¡desperté a la fiera!, pensé... la vi reanimada, no sé si por disimular, dada la cercanía de su hermana, o por aquella cuenta pendiente con su pequeño agujero.

Los dos caminábamos abrazados, prácticamente apoyados el uno del otro, aun agitados, cansados... así nos encontró Pamela...

En el trayecto de regreso, note que Pamela evitaba mirarme directamente. Después del espectáculo que le había dado momentos antes en la sala de su casa, era evidente que no lo olvidaría tan rápido, así que tampoco intente congraciarme con ella. Además, se veía un poco incomoda, tal vez por la confianza y afecto que me demostraba Anita.

Ya en la casa, ahora si pude saludar a mi tía... una señora muy guapa... no sean mal pensados... mi tía ya es base 4, por si acaso eso significa que tiene casi 40 años (aunque en su buena época estaba para darle en 4 también). Bueno, después de todo, de alguien tenían que heredar mis primas sus bondades físicas.

Devore el almuerzo con tantas ganas que mi tía se quedó sorprendida. Tras de toda la angustia mental y el esfuerzo físico, era comprensible mi apetito, además, no cocinaba mal mi tía...

Luego me enseñaron donde dormiría, era un cuarto de tamaño regular, algo descuidado, seguro que lo usaban de almacén para algunas cosas, pero lo habían acondicionado para mi uso...

  • Disculpa sobrino que no te ofrezca las mismas comodidades que nos dieron en tu casa... me dijo mi tío un poco apenado.

  • No te preocupes tío, el cuarto está bien, soy hombre, yo me acomodo donde sea... le dije, sino pregúntale a tu hija, pensé maliciosamente.

  • Bueno descansa un poco...

Me dejo solo en aquella habitación... no me fije mucho en lo que había, simplemente me deje caer sobre el colchón, estaba agotado...

Continuara...