El anito de Anita (11)

Algún tiempo después...

Al año siguiente espere durante el verano la llegada de Anita... espere en vano… ella no vino... Como les comenté, su padre no era muy bueno para los negocios, y no le fue bien en su último intento por reflotar económicamente a su familia.

Durante ese verano la familia de Anita tuvo que trasladarse a la antigua hacienda de mi abuelo, a buscar mejor suerte en aquellas tierras campestres, inhóspitas... y sobre todo terriblemente lejanas para mí.

Ese verano yo me quedaría en casa, llevando algunos cursos en la universidad, cursos que reprobé por estúpido, así con todas sus letras. En parte por fantasear más de la cuenta con el regreso de mi prima... estando en exámenes finales, antes de salir de vacaciones, comencé a pensar más con la cabeza de abajo (con la del pene) que con la de arriba.

¡Maldición concéntrate! me decía, pero nada... es que con el de abajo angustiado, el de arriba a duras penas puede razonar... así que tuve que quitarme esa angustia con algunas "amigas cariñosas", ustedes entenderán.

Durante ese año no la vi, me llegaron algunos rumores de que había tenido algún noviecillo en su pueblo antes de irse... bueno, me dije, ¿qué esperabas?... además, lo nuestro no era tan amoroso, tierno tal vez, romántico por momentos, pero más que nada era pasional, y eso, de alguna forma, lo sabíamos los dos... claro que ello no impedía que sintiera ciertos celos.

Zanjando un poco el asunto recordé que existían dos dichos que retratan estas situaciones, el primero dice: "amor de lejos, amor de pendejos"... y el segundo, no menos sabio, a la sazón reza: "amor de lejos, felices los cuatro"...

En fin, ese año me dedique a mis estudios, prometiéndome que nunca más dejaría que me reprueben tan burdamente... y sobre mi prima... bueno la recordaba con profundo y a veces con viscoso cariño, un par de pajazos me di en su nombre...

Tal vez en ese entonces, el momento no era propicio para visitar a mi prima o que ella viniera como antes, pero… siempre nos queda el futuro... con sus incertidumbres... y sobre todo con todas sus oportunidades...

Al llegar nuevamente la época de verano se me presento la oportunidad de realizar una práctica de trabajo, de esas para estudiantes. Era en una pequeña ciudad sureña, pero sumaba a mi experiencia y me permitía abandonar el nido. Mi padre orgulloso me dejo partir, no sin antes sermonearme...

¡Ahhh! ¡la clásica del viejo!, pensé suspirando... es tu padre, por algo lo dirá, algo de razón debe tener, escúchalo, me decía mi lado bueno... y a este ¿qué le paso? se preguntaran Uds... lo que sencillamente paso fue que mi lado malo se estaba quedando dormido con semejante predica de mi padre, y por eso que no reaccionaba... bueno, lo único que llegue a pensar con malicia fue: seguro que cuando me vaya, el viejo alquila mi cuarto...

Finalmente me despedí, con lágrimas de por medio de mi madre, que veía como su hijito se convertía en hombre:

  • Ay mama, son solo unas semanas, a lo sumo dos meses... le decía calmándola.

  • Claro, para ti es fácil, es que tú no sabes lo que es ser madre... me decía entre sollozos.

  • Ya, ya... le dije abrazándola... despídeme con una sonrisa, no con lágrimas...

Me sonrió, y me dejo ir... gracias a Dios, imagínate como se pondrá si es que algún día se me ocurre casarme, habrá que comprar pañuelos por cajas.

El tiempo paso rápido... termine con mis obligaciones de trabajo y aun me quedaban algunas semanas de vacaciones. Decidí quedarme y desde ahí, que estaba más cerca, darme un salto por las tierras de mi tío y aceptar la generosa invitación que me hiciera hace más de un año.

Le comunique mi intención a mi padre, claro que endulce la situación:

  • No me vendría mal, que estando por aquí, aprovechara y visitara a mi tío. Tú sabes cómo quien conoce las raíces de la familia, sus orígenes... además creo que le vendría bien al tío una mano extra en sus tierras... ¡ah! y no te preocupes por el dinero, tengo suficiente, me pagaron hace unos días.

Mi padre más orgulloso aun, por la madurez, que según el, yo evidenciaba, y seguro porque el asunto no le iba a costar... acepto gustoso... ¡sí supieras viejo! que estoy con unas ganas terribles de sembrar, de plantar, ¡pero de plantarle mi verga a mi prima!...

Como es su costumbre procedió a darme otro sermón más por teléfono, mientras yo revisaba una revista porno, pensando que poses probar con mi prima… y luego se me bajo toda la libido cuando escuche el lloriqueo de mi madre... suerte que se me acabo el crédito para el teléfono, eran otras épocas.

Tenía la idea de quedarme dos semanas con mis tíos... y todas las noches posibles con mi prima... Sin embargo, no puede evitar que me asalte una duda… ¿tendría algún noviecillo?... no, no creo... además no creo que a su primo favorito le niegue algo...

Viaje en bus... no se si fue por la angustia de querer llegar rápido, pero el viaje me pareció terriblemente largo. Además, tenía las nalgas adoloridas por estar tanto tiempo sentado... ¡hasta creo que se me borro la raya del trasero!

Me dedique a observar el paisaje, no me quedaba de otra tampoco… A medida que me adentraba en el país los paisajes eran más coloridos, la vegetación más abundante, el clima más cálido.

Hasta que llegue a la estación a mediodía y pregunte por la hacienda de mi tío. Un señor gentilmente se ofreció a llevarme. Me dejo a la entrada de un camino de tierra, y me indico que lo siguiera, no tardaras en encontrar la casa me dijo... agradecí su amabilidad y enrumbe rápidamente por aquel camino, estaba ansioso... ¡la vería otra vez!, ¿qué tanto habría cambiado?, ¿me recordaría?...

Camine entre árboles y arbustos, luego entre sembríos, hasta que divise la casa... de madera, de un piso, no parecía ser muy amplia, pero debió ser más importante en otros tiempos... y no muy alejada de la casa se hallaba otra construcción más descuidada, serán los establos, me dije.

Me acerque presuroso y toque la puerta con fuerza, el corazón se me salía... una guapa muchacha me abrió... era ella... no, no es... ¿o sí?...

  • Hola... me dijo tímidamente.

  • Hola, soy Juan... le dije intentando descubrir quién era.

  • Ah sí, mi papa te está esperando... y llamo a su padre... pero ven, entra... me dijo luego.

Acepte, ingrese a la sala, la mire con curiosidad... ¿es o no es?... se parece, ¿acaso no me recuerda?... ¿por qué tan fría conmigo?... ¿será por el famoso noviecito?

  • Yo soy Pamela... me dijo con nerviosismo, sobre todo por las miradas intrigantes que le lanzaba.

  • Oh... si... sí… tu eres la hermana menor de Anita... dije, haciendo memoria.

De pensar tanto en Anita me había olvidado que tenía una hermana, un año menor que ella... Pamela, tenía gran parecido con su hermana, al menos en las facciones del rostro, era básicamente como recordaba a Anita, y eso fue lo que me produjo mi confusión inicial.

Yendo un poco más allá, me animaría a decir que, tal vez, la hermanita, era un poco más guapa... sobre todo y lo que más me llamo la atención fueron sus carnosos y rojizos labios, eran muy sensuales... cuando los observe mejor, y con la lujuria que llevaba, me provoco decirle: Pamela, ¡chúpamela!...

Pamela no había tenido un desarrollo tan precoz como su hermana mayor, por tanto, no debía esperar mucho de sus atributos físicos sin embargo me sorprendió gratamente: de 1.60m de altura, de contextura delgada, senos medianos, caderas algo anchas... y si, tenía un buen trasero... no tan bueno como el de su hermana, pero se defendía bien...

Mas de una idea erótica cruzo por mi mente, ya les dije, había llegado con cierta arrechura... mi instinto sexual me decía: si, esta primita ya aguanta... y esta como para darle... quizás no tan salvajemente como a Anita, pero ¿Qué se yo?, quizás me da una sorpresa.

Luego más calmado y reflexionando concienzudamente me dije: no, no seas malo... suficiente con haber desflorado a Anita... a ella, a Pamela, por lo menos respétala...

  • Seguro que ya viene... me dijo Pamela aun cohibida.

Esta muchacha parecía ser más tímida e inocente que su hermana... ¡vamos!, ¡no seas ingenuo!, lo mismo pensaste de Anita cuando la conociste, hasta que un día la atrapaste retorciéndose de placer por la masturbada que se daba... pero no, esta niña parecía ser diferente, aunque ¿quién sabe?: total son de la misma sangre... quizás la misma debilidad corre por sus venas.

Finalmente me hice la promesa de no tener ningún tipo de encuentro carnal o anal con ella... la respetaría lo más que pudiera. Aunque no lo crean algo de conciencia aún tenía...

Al rato apareció mi tío y me abrazo efusivamente:

  • Muchacho, llegaste antes de tiempo... me hubieras avisado para recogerte...

  • Estaba cerca y no quise molestar... dije.

  • Y... ¿ya viste la hacienda?... pregunto con interés.

  • Si un poco... en el camino logré ver algo de ella... respondí.

  • Y ¿qué te parece?...

  • Si es muy linda... dije, e involuntariamente mientras decía estas palabras, miré a Pamela.

La muchacha se ruborizo, por suerte mi tío estaba más preocupado en mí y en mis apreciaciones sobre su hacienda, que no observo ese detalle...

Maldito... sinverguenz... desgraciad... no te hagas el loco que esta buena la flaca, ni tan flaca porque sus buenas curvas tiene... pero ¿que acabas de prometer?, a ella la respetas... pero... pero ¡nada caraj...!, ¡la respetas!... así luchaban internamente mi cabeza de arriba con la de abajo.

Al rato apareció en la sala... si... era ella... era Anita... llevaba puesto una blusa celeste y una falda azul algo suelta... se veía agitada, al saber de mi llegada seguramente había venido corriendo.

Vaya que había crecido... estaba más alta (quizás más de 1.70) ... conservaba armónicamente todas sus proporciones... se la veía más mujer... ya no era una niña, ahora era toda una señorita... después de todo el tiempo no pasa en vano.

Se acerco y me abrazo fraternalmente, yo en cambio le di un abrazo casi sexualmente... quería sentirla contra mi cuerpo, así que la aprete más de lo necesario... sentí que sus curvilíneas formas eran más firmes, estaba más durita... cosa que no me desagradaba para nada, más bien alimentaban mi morbo... tal vez su cambio físico era producto de su trabajo en el campo...

Dándome cuenta de que no estaba solo en esa sala, la solté un poco...

  • Hola, que gusto verte... dije tratando de disimular.

  • Si, ya veo... me susurro ella mirando de reojo para abajo.

¡Caraj...!... ¡se me armo la cuestión!... y ahora ¿cómo mierd... me bajo a esta huevad..?... si mi tío se da cuenta saca el rifle y me vota a la mala de sus tierras. habrase visto... cochin... pervertid... necesitaba hielo a gritos...

Viéndome palidecer mi prima, más madura, en carnes y en mañas, sonrió levemente e intento sacarme del aprieto:

  • Bueno primo, ven... déjame que te muestre la hacienda... me dijo Anita amigablemente.

  • Tu primo debe estar cansado... objeto mi tío.

  • No, no para nada... respondí recuperando un poco de aplomo.

  • Vamos... me dijo Anita.

Luego me hizo una seña como para que saliera del lado en que no me vería mi tío, el cuerpo de ella me serviría de cortina para ocultar aquella embarazosa erección. Sin embargo, en nuestra ruta de escape se encontraba la hermanita menor...

Pamela al ver la carpa formada en mi pantalón se sonrojo con más fuerza que antes, yo me uní a su rubor, me sentía profundamente avergonzado, no era la mejor carta de presentación ante mi joven primita... Anita en cambio disfrutaba verme en aprietos y contenía la risa...

Cuando traspasamos el umbral de la entrada, Anita prácticamente me estampo contra la puerta... me dio un apasionado beso que en nada ayudo a menguar mi erección...

  • Espera... espera... le dije pasmado.

  • ¿Espera?, ¡suficiente he esperado!... me dijo sin dejar de besarme.

  • Pero tu papa... esta detrás de la puerta... le dije preocupado.

Me soltó un poco, sus ojos brillaron, me miro como quien recuerda algún pasaje ya un poco lejano:

  • No has cambiado mucho, ¿verdad?... sigues siendo el mismo tipo preocupado... me dijo con melancólica sonrisa.

  • Si! y tu sigues siendo la misma... la alocada muchacha que me ponía en más de un aprieto... respondí a su vez.

Los dos sonreímos cálidamente, luego nos besamos, pero esta vez mas tiernamente... hasta que... Unos pasos detrás de la puerta nos alertaron... ¡mierd...!... te lo dije... mi tío... nos alejamos rápidamente... mi tío abrió la puerta detrás de nosotros... saco la cabeza y nos gritó:

  • Muchachos regresen rápido... Anita tu madre dentro de poco va a servir el almuerzo...

  • Si, si ya volvemos... dijo ella.

Luego me llevo casi arrastras por un camino de tierra, llegamos a unas plantaciones rodeadas por frondosos arbustos.

  • Oye, que vergüenza con tu hermana... se dio cuenta de mi erección... le dije apenado.

  • No te preocupes por ella, no va a decir nada...

  • Ah... bueno... dije más calmado.

  • Además, de esa erección... de esa erección… ¡me encargo yo!...

  • ¿Que?...

No me dio tiempo a decir más, rápidamente se me abalanzo y me lleno nuevamente de besos... ¡plop!, perdí el equilibrio y fui a caer de espaldas al suelo, ella convenientemente cayó encima mío... ¡caraj...!... yo que pensaba que era toda una señorita, sin embargo, seguía comportándose como una niña...

  • Ouchhh... exclame lastimosamente.

  • Ayyy pobrecito... ¿estás bien?... pregunto preocupada y luego nos reímos.

  • Si... jajaja... ouuu... jajaja... no te rías que dueleee...jajaja... ouuu...

  • Vamos a ver si todo está bien... me dijo juguetonamente.

Metió su mano por debajo de mi pantalón y busco mi verga, la tanteo con los dedos, todavía conservaba algo de su dureza...

  • Si, parece que está bien... le dije, al menos mi pene aún estaba entero.

  • Ahora veamos si funciona... dijo sensualmente.

Rápidamente se deshizo de la correa de mi pantalón, me bajo el cierre y saco como pudo de entre mi ropa interior a mi verga...

  • ¡Hooola!... ¿cómo estás?... tiempo sin verte... le dijo cariñosamente.

Luego y sin más preámbulos se la metió en la boca... ohhh... hummm... soltó un hondo suspiro de alivio... después de cuanto volvería a tener una verga así, para su goce personal. Yo gustoso, con la espalda aun adolorida, miraba como Anita se deleitaba lamiendo, y relamiendo, succionando suavemente.

  • Ohhh... que deliciaaa... decía ella emocionada sin dejar su labor.

No tarde mucho en venirme, después de todo llegue a la hacienda con la leche que se me salía. Mi verga vomito semen a montones, semen acumulado durante todo el viaje... Anita, con visible falta de práctica, intento succionar lo más que pudo, pero termino ahogándose, y escupiendo hacia un lado...

  • ¡Vayaaa!... ¿cuánta leche traías?... ¿hace cuanto que me tienes ganas?... decía asombrada e intentando respirar.

  • Ufff!... sí supieras... le dije con melancolía.

  • Ya me contaras... dijo sonriendo, con sus labios melosos por el esperma sin engullir.

Y me la limpio de arriba abajo, hasta las bolas... un poco más de leche salió, esta vez Anita si pudo succionar aquella pequeña proporción.

  • Uhmmm... espero que no te hayas convertido en un chico precoz en mi ausencia... me decía con ironía.

  • Nooo... para nada... ni lo digas... repuse asustado, toco madera.

  • Ah, eso espero, porque necesito un buen mantenimiento... me dijo guiñándome un ojo.

Nuevamente reímos... ya era hora de regresar, nos levantamos, todavía tenía una molestia en la espalda y ella se puso a mi lado ayudándome a caminar. Al principio me dolía, luego dejé de sentir el malestar. Sin embargo, no le dije nada porque me gustaba sentir su cuerpo junto al mío, y sobre todo por los mimos que me daba por mi delicada condición. He hizo la pregunta que no se había atrevido a hacer:

  • Y... ¿cuánto tiempo te quedaras?... pregunto con aire de tristeza.

  • Dos semanas... musite resignado.

  • Entonces le sacaremos el jugo a esas dos semanas... me dijo más animada.

Por lo pronto, la muchacha ya me había sacado todos mis jugos... y vaya que sentía un alivio en la zona media del cuerpo, había descargado gran parte de mis líquidos contenidos hacia buen tiempo...

Continuara...