El anito de Anita (07)
Una mañana agitada
Dormí satisfecho, descanse profundamente, y digamos que a la mañana siguiente se me pegaron las sabanas, en todo el sentido de la expresión: primero porque amanecí con los genitales humedecidos por una frugal eyaculación vespertina y segundo porque no quería levantarme.
No quería dar la cara en el desayuno familiar, si por ahí a mi tío o a alguno de mis padres (sobre todo mi madre) se le daba por hacer preguntas de más sobre la tarde anterior, no mejor no, me decía y seguía
adormilado, recordando distintos pasajes de la tarde anterior...
Tal es así que se manifestaba una erección… el short con el que dormía no podía controlarla y me incomodaba, así entre sueños libere mi verga y seguí inmerso en mis eróticos recuerdos y fantasías...
En una de mis fantasías mi prima entraba a mi cuarto completamente desnuda, apoyada contra la puerta se acariciaba su velluda conchita, luego se acercaba a mi cama.
Viéndola pasearse al lado de mi cama con su piel completamente bronceada, con su cabello recogido en por dos trenzas (me recordaba a esas lolitas que aparecen en las fotos con uniforme de escolares) y con todos sus atributos uniformente despachados, Uhmmm su silueta, sus curvas, sus firmes carnes... todo ello hacia que mi verga se pusiera más tiesa que de costumbre...
Con mi verga liberada del short, sin cobija que la tapara y apuntando al techo, seguía imaginando semi despierto esta esta escena, tanto que me parecía tan real... veía como ella subía a mi cama, y casi sentándose sobre mí, dándome la espalda, y cogiendo con cuidado mi pene se lo acomodaba entre sus
labios vaginales...
Heyyy un momentito, yo sentí ese contacto, esa fricción, además ¿porque la cama se mueve?... no, no puede ser, ¡espera!... ¡uy carajo! se la está metiendo, aturdido, me levante un poco, apoyando mis codos en la cama... mis ojos aun soñolientos no daban crédito a lo que estaba viendo...
Era cierto, no estaba soñando despierto, mi primita se encontraba encima de mí saltando a gusto, penetrándose ella misma, aprovechando mi erección matutina.
- ¡Ahora sí que te volviste loca!... le dije aun sorprendido.
- Tus padres ya se fueron... me respondió con tranquilidad sin dejar de subir y bajar sobre mi ingle.
- ¿Y tú papa?... pregunte aun preocupado.
- Salió de compras...
- ¿Por qué no fuiste con él?..,. insistí extrañado por la naturalidad con que me respondía.
- Porque estoy enferma tontito, ¿no lo recuerdas?... me dijo con burlonamente.
Bueno si las cosas son así... me recosté intentando acomodar mis ideas mientras sentía como sus redondas nalgas se hundían en mi ingle y como mi estaca le perforaba su vagina... pero aguarden... esta niña estaba abusando de mí, me estaba utilizando sin mi previo consentimiento, prácticamente me estaba violando...
¡Va!, ¡qué diablos!, solo dedícate a gozar, me dije, y ¡que viva la liberación femenina!...
- Uhmmm... no me digas que no te gusta primito... uhmmm...
Mis sentidos comenzaban a despertar también, la calidez de su conchita, la humedad de su lubricación, me estaban encendiendo... sus torpes movimientos iniciales de sube y baja fueron mejorando adoptando un ritmo más cadencioso, más estimulante, sobre todo para ella que cada vez subía y bajaba con más rapidez, resoplando, gimiendo:
- Ayyy... siii... asiii... estoy llegandooo... hummmmmm…
Con las manos apoyadas contra la cama, ladeando mi cuerpo, sus trenzas saltaban, escuchaba a sus senos retumbar mezclados con el dulce sonido del contacto con sus nalgas, con sus gemidos y el rechinar de la cama...
- Ohhh... hummm... no aguantooo... ahhhh…
Anita hacia sus últimas incursiones, procurando llegar a un salvaje orgasmo que ella misma se había provocado clavándose mi carnoso mástil...
- Ohhhh.... Uhmmm.... uffff....
Finalmente llego al clímax, y yo ni enterado, me sentía todavía entero, su cabalgata había incitado mi instinto sexual pero me dejo en vilo, encaminado, excitado. Ella, en cambio, fatigada por el esfuerzo de subir y bajar ella sola recorriendo mi pene, descansaba sentada sobre mi entrepierna,
respirando dificultosamente...
Ahhh... no, me dije, para esto me levantaste, no señorita no me vas a dejar con las ganas... vi que ella lucia menos agitada y que se preparaba para reincorporarse, mientras mi pene seguía tieso en sus entrañas.
Cuando Anita se levantó un poco rápidamente apunte mi verga a su ano, ella sintió ese contacto y volteo instintivamente la cabeza, aproveche ese breve momento que me dio, ese instante en que se quedó estática preguntándose qué pasaba, para desde mi posición (aun echado en la cama), levantar mi cintura un poco (apoyándome en mi espalda) y enfundarle la mitad de mi barra de carne en su pequeño ojete... sin darle más tiempo a reaccionar con mis manos la tome por la cintura y la atraje hacia abajo.
Al caer los dos sobre la cama, por mi esfuerzo y por su propio peso, mi verga término clavándosele hasta el fondo, su esfínter se dilato abruptamente...
- Ouchhhh... mi culitooo... ayyy... otra vez nooo... ayyy.... exclamo adolorida Anita.
Ella no fue la única que sufrió las consecuencias: por lo brusco del movimiento me pareció sentir que mi pene se doblaba en su interior (suerte que no es un hueso, sino me lo hubiera fracturado... con semejante trasero), además sus voluminosas nalgas se hundieron en mi ingle dejándome casi sin aire... aun así la tenía sujeta por la cintura y no pensaba dejarla escapar....
- Ayyy... ayer te dije... te dije... auuuuu mi anitooo... se quejaba ella.
- Vamos primita... no pensaras dejarme con las ganas... le dije recuperando el aliento.
- Ouuu... está bien... pero no tan fuerte... me pidió mi primita.
Ella empezó a levantarse un poco y comenzó nuevamente su recorrido a lo largo de mi verga, subiendo y luego enterrándosela centímetro a centímetro... aun gimoteaba de dolor, y yo también sentía mi pene adolorido, pero como buen varón no me queje, y como buen machista no iba a dejar que solo ella
disfrutara...
- Uhhh... siii... asiii... despaciooo... ohhhh... que divino...
Ella subía y bajaba, estaba agarrando ritmo, pero por momentos desfallecía, estaba cansada... con mis manos intente ayudarla a subir y bajar, mi cintura se movía acompañándola, pero yo también me estaba cansando... decidí acomodarme mejor: prácticamente la empuje hacia adelante, mientras yo me incorporaba, colocándome detrás de ella, adoptando la conocida pose del perrito...
- Ohhh... siii... asiii... así es mejor... anda culéame... me decía más animada, empujando sus redondas nalgas contra mí.
Sorprendido por aquel cambio de actitud, no atine a moverme mayormente, se había vuelto a excitar tan rápidamente, o había adoptado el sabio consejo: si no puedes contra el enemigo, ¡únetele!...
- Vamos... ¿qué esperasss?... me pedía y comenzó a retroceder y avanzar su jugoso trasero, llegando a jalar mi cadera con una de sus manos, incitándome a que le perfore su enorme rabo...
- Tú lo quisiste... le dije recuperando el control de la situación, luego agregue: ...después no te quejes...
Tome el control de su cintura para que me permitiera manejar su delicioso culito a mi gusto, luego comencé a bombearla, sacudiéndola contra mí, hurgando lo más profundo de su intimidad...
- Ohhhh... siii... asiii... dueles... auuu... no paresss....
La cama crujía por nuestros bruscos movimientos. Anita lagrimeaba de dolor, se quejaba, pero aun así le gustaba, se veía en su cara de llena tanto de angustia como de satisfacción, después de todo esta era su
debilidad, le gustaba que la poseyeran así... como a una perra.
- Hummm... que ricooo... Ouchhhh... ayyy....
Pero no solo a ella le dolía, la continua y dificultuosa fricción con su esfínter comenzó a molestarme, a calentar mi pene... pero viendo ir y venir su curvilíneo trasero, que parecía tener forma de corazón, me olvide de mis dolores y seguí abocado a mi tarea de romperle el anito a Anita...
- Ouuu... duele... ayyy... pero no importaaa... rómpeme... atórame asiii... mas fuerte... hummmmmm... ouchhh....
- Ayyy Anitaaa, que rico ano tienesss...
Y era cierto su estrecho anito, apretaba afectuosa y calurosamente a mi verga, esta dulce y por momentos dolorosa fricción estaba cumpliendo su misión, estábamos llegando al clímax, sintiendo que me venía y que a su vez ella estaba a punto de explotar... no se me ocurrió otra cosa que
aumentar más el ritmo, la cama a retumbaba, se estremecía.
- Ayyy... no masss... ohhhh... que revientooo.... ahhhh....
La tome de las trenzas y la jale hacia mí, para atrás, a la vez que yo le hundía con fuerza mi pene, intentado partirla, y llegue a creer que lo haría... ella arqueo su espalda, levantándose un poco, así mi cabalgata termino... y los dos nos fundimos en un solo y placentero orgasmo... mi leche volvió a tapiar su pequeña cueva...
La cama dejo de crujir, y segundos después, se quebró, se rompió una de sus viejas patas de madera...
- Plop!...
Nuestros dos cuerpos exhaustos rodaron sin mayor resistencia por el ahora inclinado colchón y fueron a parar al suelo... envueltos por una sabana, y por el sudor... nos miramos, y nos dio un ataque de risa...
- ¿Cómo paso esto?... pregunte entre risas.
- Ya ves, te lo dije, más despacio... se te pasa la mano y me das muy fuerte... me reprocho alegremente.
- Ahhh exageras... bien que te gusto... le dije guiñándole un ojo.
- Jajaja... si... tienes razón... me respondió con una sonrisa pícara.
La risa casi se transforma en llanto cuando escuchamos la puerta principal de la casa abrirse... su rostro se puso pálido y supongo que el mío no lucia muy diferente...
- ¿Juan ya te levantaste?... pregunto una voz.
Caraj... mi vieja, y se venía directo para mi cuarto, escuchaba sus pasos... me incorpore adolorido, oculte mis partes íntimas dentro del short. Ella seguía envuelta en las sabanas, enredada, con la desesperación no podía zafarse... la empuje como pude debajo del colchón inclinado, pero aún seguía haciendo bulto, mire la puerta: ¡Anita no le puso seguro! ¡mierd...!...
- Juan, ¿estás ahí?.. Me quede lelo casi sin habla, sabía que estaba detrás de la puerta...
Con mi pie empuje bruscamente el cuerpo de Anita por debajo del inclinado colchón, giraron la perilla, jale una cobija mas, y en el instante en que mi madre aparecía por detrás de la puerta, yo dejaba caer la cobija sobre el ahora menos notorio bulto...
- Ohhh... muchacho y ¿qué paso aquí?... pregunto mi madre.
- Ahhh... nada... bueno... ya ves... se cayó la cama... respondí casi tartamudo.
- ¿Te sientes bien?... me dijo mi madre notando mi nerviosismo.
- Si... bueno es que... es que se acaba de caer... y creo que... creo que me lleve un susto... respondí, con más calma, por lo menos estaba respirando mejor.
- ¿Qué?... ¿Todavía dormías?... me recrimino.
- Si... ayyy madre estoy de vacaciones... le dije intentando caerle en gracia y desviar el tema.
- ¿Y tú prima?... insistió mi madre con sus preguntas.
Que entrometida la vieja, porque simplemente no se va... que gustarle jode(r)... pensaba yo...
Que mierd... espera que le diga: Mi prima bien gracias, aquí debajo del colchón y las cobijas, no la puedes ver, y por el nerviosismo la niña me está apretando ahora el tobillo, mejor dicho me está clavando las uñas... o tal vez sea en venganza porque yo me la clave por el ano... pero no, creo que
mejor no le respondo eso a mi madre, todavía me gusta la vida, y deseo disfrutarla unos años más de esta vida terrenal...
- Ahhh... bueno ella... creo que... sí, creo que... ahhh me dijo que iría a la farmacia, si, por unas pastillas...
- Ay muchachita, seguro que sigue resfriada, me hubiera avisado y yo pasaba de regreso por la farmacia... con lo tímida que es le habrá dado vergüenza pedírmelo ahora que esta su padre aquí...
Siii, muuuy tímida la inocente, tan tímida es la niña que se sube al pene de su primito mientras él duerme...
- Si seguro será eso... respondí más aliviado.
- Bueno, te ayudo a levantar el colchón... se ofreció mi madre.
No quiere soltar la prenda mi madre, porque simplemente no se va... piensa rápido caraj... tu futuro depende ello, me decía mentalmente, mientras mi madre se acercaba al colchón, y mi prima me hundía más sus uñas, ya no aguantaba más el dolor...
- No, no te preocupes... más bien... ¿sabes qué?... le dije retomando un poco mi nerviosismo.
- ¿Qué hijo?...
- Por qué no te vas...
No me digan que pensaron que mandaría a la mierd... a mi madre, no, no soy tan basura, algunas veces lo abre pensado, como cualquiera de ustedes, pero de allí a decirlo hay mucha distancia... bueno siguiendo con el relato, yo le dije:
- ... por qué no te vas a la ferretería y me traes unos clavos... mi madre me miro extrañada... ya sabes... para arreglar la cama... agregue con más confianza.
- Ah sí, que tonta, tienes razón hijo... ahora voy... dio media vuelta y se dispuso a salir.
Suspire lentamente más aliviado, Anita dejo de clavarme sus uñas, su cabeza comenzó a emerger de entre las sabanas... mi madre se detuvo en la puerta, reaccione rápidamente y sin pensarlo pise la cabeza de Anita para mantenerla en el suelo, mi madre volteo:
- ¿De qué tamaño?.. me pregunto.
- ¿Perdón?.... pregunte extrañado y con la adrenalina que volvía a subirme.
- Los clavos, de qué tamaño los quieres... replico mi madre.
- Ahhh... (¡Ufff!), no se... creo que de dos pulgadas estará bien... respondí, esa medida fue la primera que se me ocurrió.
- Ok, ya vuelvo...
Y finalmente salió... escuche sus pasos alejarse, mi prima nuevamente trato de salir de su escondite, yo mantuve mi pie sobre su cabeza, con mi madre nunca se sabe y si vuelve...
Luego escuche, la puerta de afuera cerrarse, ya se fue, mejor me cercioro, si, se había ido... regrese al cuarto, le puse seguro a la puerta, mi prima emergía lentamente de su escondite agarrándose la cabeza...
- Uyyy... sorry... pero si levantabas la cabeza nos descubrían... le dije.
- Si entiendo… me respondió de mala gana.
- Primita, solo una cosa... me harías el favor de cortarte las uñas... le pedí.
Miro mi tobillo enrojecido y con las visibles marcas de sus garras... y los dos sonreímos...
- Bueno no hay tiempo, vístete rápido y compra cualquier tontería en la farmacia de la esquina...
Por suerte la ferretería quedaba a unas 5 cuadras de la casa, con lento caminar de mi madre y con lo sociable que es, seguro intercambiaría algunas palabras con el dueño... eso nos daría por lo menos unos 10 minutos... y por suerte ese tiempo fue suficiente...
Al regresar mi madre, vio a Anita, le pregunto cómo seguía, por suerte la conversación no paso a mayores, yo repare como pude mi vieja cama... y nuestra "tranquila" vida familiar siguió desarrollándose normalmente...
Continuara....