El ángel que eres tu (3)

¿y que pasaría si el protegido se enamora de su ángel?

No sé como logre sostenerla, de nuevo me sorprendo con su capacidad, con sus palabras… ¿que no te abandone? Aunque pudiera apartarme de tu lado te juro que no lo haría… no sé de dónde saco la capacidad de poder tocarte, te cargo hasta tu cama donde tus brazos me aprisionan obligándome a quedarme contigo. La mañana siguiente te despiertas a las 12:30, es día sábado por lo que ni te inmutas al ver la hora, te quedas en la cama dando vueltas… hasta que de pronto te levantas como asustada, mirando toda la habitación.

___________________

  • Sofía: ¿cómo llegue aquí? Lo último que recuerdo es… es estar bebiendo whisky en el estudio y ¿ahora estoy aquí? ¿Cómo llegue?... espera, no estaba sola… estabas tú otra vez.-dijo en su mente Sofía-.

Esa duda recorrió por su cabeza todo el día, de a poco iba sanando la idea de haber perdido a Álvaro y su mamá estaba muy feliz, esa tarde la fue a visitar y noto que la noche anterior había estado bebiendo su madre se preocupo y con obvio derecho se lo recrimino.

  • Fabiola: ¿has estado bebiendo?

  • Sofía: solo un poco madre, no te preocupes.

  • F: sabes que no está bien, ¿qué sacas con eso?

  • S: ¿no crees que ya estoy bastante grande como para decidir por mí?

  • F: siempre serás mi hija, por lo tanto siempre te cuidare, si te comportas así no me das a entender otra cosa además de que sigues siendo una chiquilla.

  • S: perdóname, pero no estoy para sermones ni nada parecido.

  • F: OK, no te diré nada… tú sabes que el camino por el que vas no es el mejor.

  • S: yo sabré, no te preocupes… de verdad.

  • F: bueno, me voy a la casa… tu hermana te envía saludos.

  • S: mándale a ella igual… llámame en cuanto llegues.

  • F: eso hare… adiós.

Su madre la llamo en pocos minutos y los días seguían pasando, no habíamos vuelto hablar, y cuando lloraba trataba de irme de la habitación para que no me vea, me hablaba y al yo no responderle terminaba por enojarse y mandarme al diablo… a veces me rogaba aparecer y se me partía el alma al no poder hacerlo, era una tarde como cualquier otra, cuando su amenazas terminaron por hacerme débil otra vez.

  • Sofía: ¿puedes aparecer? ¿Acaso solo estarás para cuando esté a punto de matarme?… si no apareces me pondré en el borde del balcón.

  • Antonia: no dejaría que lo hicieras.

  • Sofía: por fin, si lo sé… sé que no me dejarías caer.

  • Antonia: ¿me escuchas?

  • S: si, si… pero, ¿dónde estás?

  • A: ¿no me puedes ver?

  • S: no… ¿por qué no dejas que te vea?

  • A: esa es tu decisión no la mía… eres tú misma quien no se permite verme.

  • S: ¿y qué tengo que hacer para verte?

  • A: no lo sé… ni siquiera sé como tienes la capacidad de escucharme.

  • S: no lo sé, solo te vi esa noche sin querer.

  • A: ¿pero que sentías?... ¿que estabas deseando?

  • S: angustia, rabia… deseaba… deseaba a alguien que nunca me abandone.

  • A: ¿y después me viste?

  • S: si… en realidad no te veía, escuchaba tu voz, sentía tu presencia pero solo veía una silueta en blanco y no quise secar mis ojos por miedo a que desaparecieras.

  • A: me asustaste mucho, esto no puede seguir pasando.

  • S: ¿qué? ¿Por qué no?

  • A: porque no es correcto… te voy a escuchar pero no a responderte.

  • S: ¿por qué no? Júrame que no me vas abandonar.

  • A: tranquila, no lo hare… solo que no te acompañare en la conversación.

  • S: pero… pero…

  • A: ¿pero qué?

  • S: cuando escucho tu voz me tranquilizo, olvido todo lo malo y solo me importa… me importa…

  • A: ¿solo te importa qué?

  • S: solo me importa estar contigo.

  • A: y siempre lo voy a estar… nadie puede saber esto, en poco tiempo pensaras que fue solo un sueño.

  • S: no, no, no… no quiero olvidarlo, no quiero olvidar tu  voz.

  • A: bueno, pero solo será un recuerdo… esta será la última vez Sofía.

  • S: no entiendo el por qué… ¿acaso no tienes que cuidarme? ¿Hacerme feliz?

  • A: tengo que cuidarte e intentar corregir tus faltas para que seas feliz.

  • S: pero escucharte me hace más feliz que remediar cualquier error.

  • A: Sofía lo siento, no está en discusión.

  • S: entonces ya cállate… no quieres hablarme, no lo hagas… déjame sola.

  • A: será lo mejor.

  • S: ¡CALLATE! No me hables mas, tú lo decidiste.

Pasaron 5 minutos en los cuales no dejo de dar vueltas por la habitación, estaba tan enojada conmigo y no sé por qué me gustaba verla así… como… como necesitándome, ¡ANTONIA! Que dices… estas a prueba, ¿acaso quieres dejarla sola? Contrólate. Esa noche volvió a tomar la botella de whisky y comenzó a beber… en cada trago me llamaba, no entendía que le pasaba.

  • S: ¿acaso no vas aparecer? Bueno entonces otro a tu salud mi ángel – tomando otro vaso de whisky –.

  • A: para… por favor.

  • S: ¿ahora verdad?, ¿Tengo que hacer esto cada vez que te necesite?

  • A: no, no tienes que hacerlo… no me necesitas.

  • S: ¿tú que sabes?

  • A: siempre voy a estar contigo… ¿puedes controlarte?

  • S: pero no entiendo ¿por qué no puedes aparecer cuando te lo pida?

  • A: porque hay reglas con respecto a esto.

  • S: ¿reglas? ¿Ustedes también las tienen?

  • A: por supuesto.

  • S: ¿y cuál es la más importante?, esa en la que no pueden fallar por nada del mundo.

  • A: esta… está prohibido enamorarse de tu protegido.

  • S: ¿y cuál es el castigo?

  • A: el peor de todos.

  • S: ¿te mandan al infierno? – pregunto abriendo bien grandes sus ojos –.

  • A: jajaja… no, el infierno no existe…

  • S: Ay no te rías de mí… pero dime cual es el castigo.

  • A: el castigo es que te alejan de tu protegido y jamás podrás interferir en su vida otra vez.

  • S: ¿y ese es el castigo tan grande?

  • A: por supuesto, ¿acaso te parece poco?

  • S: la verdad es que si.

  • A: ¿acaso te gustaría que me alejaran de ti?

  • S: ¿te podrías enamorar de mí?

  • A: no sé lo que es enamorarse.

  • S: ¿qué? ¿De verdad? ¿Y no les enseñan?

  • A: si, pero no es más que eso… te hablan, pero jamás somos capaces de llevarlo a la práctica por así decirlo.

  • S: ¿y no te molesta?

  • A: ¿por qué me haría falta algo que no conozco?

  • S: por lo mismo, porque no lo conoces.

  • A: prefiero tener el don de cuidarte, de estar en tu vida y ser parte importante de ella que enamorarme de cualquier persona.

  • S: eres tan tierna.

  • A: gracias…

  • S: y que pasaría si el protegido se enamora de su ángel.

  • A: no lo sé, nunca ha pasado…

  • S: ¿ósea que no pasaría nada si yo me enamoro de ti?

Continuara…