El ángel pervertido (3 de 3)

Ella es mía por encima de todas las cosas incluyendo su propio marido.

EL ÁNGEL PERVERTIDO 3

Había pasado ya una semana en aquella casa y, por mucho que a Adriana le gustase aquella situación, no podía durar eternamente.  El que se hacía pasar por su primo la miraba, mientras desayunaba al lado de su querido esposo, con aquel corto camisón, dirigiéndole efusivas miradas de impaciencia.

-No sabes lo fácil que es cumplir el octavo año de casados al lado de una chica tan maravillosa. –Comentaba Luis enamorado – Es la sensación más maravillosa del mundo.

-A mí, sin embargo, me cuesta – le picó sonriendo su mujer – he estado tan martirizada todo este tiempo que se me ha hecho una eternidad.

-¿Entonces por qué sigues casada con él? – Preguntó su “primo” con una sonrisa en la cara -¿Te gusta sufrir?

-No, le gustan los hombres guapos.

-¡Chis! Calla bicho feo –le regañó su esposa –Aquí el único chico guapo es el que tienes enfrente.

Cuando se levantó y se sentó sobre su amante, una corriente eléctrica recorrió su espina dorsal llenándola de placer. Al no llevar ropa interior, podía sentir como ese miembro empezaba a endurecerse contra su culito hasta alcanzar las medidas normales para ella. Los movimientos que comenzó a hacer con sus caderas eran casi imperceptibles, había cogido mucha práctica a lo largo de la semana.

Quizás fue esa pericia la que la ayudó a reunir el valor para bajar la cremallera de su Amo y sentir su polla en directo en un descuido de su esposo.

-Esta noche, te recuerdo que no hagas planes, eres toda mía – le estaba diciendo Luis.

-Aja –le contestó. Estaba tan concentrada sintiendo el cúmulo de emociones, que despertaban entre sus piernas, que no le oía casi –Lo que tú digas cariño.

-Entonces, espero que no te moleste salir esta noche a cenar fuera. Velas, violines, una cena romántica y unos camareros que te servirán en todo.

-Mmmmmmmmmmmmm – gimió de placer cuando sintió que aquella polla abriéndose paso por sus entrañas – Me encanta.

-Me alegra que te guste.

-No me gusta, me encanta que es muy distinto – echó el culo hacia atrás clavándosela del todo y apoyó en la mesa los codos para luego sujetarse la cabeza con sus manos mirándole fijamente – Te quiero mi vida.

Le costaba mucho esfuerzo no mover las caderas tan rápido como le exigían las hormonas.

-Yo también te quiero. –Dijo Luis.

Como si esa frase fuese una señal secreta se agarró de la mesa y empezó a saltar clavándose bien dentro aquel delicioso mástil.

-Bieeeen, Me quiere, me quiere – Usaba aquel tono de niña buena sin dejar de mirarle y a cada palabra se la clavaba más hondo – Mi marido me amaaaaaa.

-Me haces dañoooo – exclamó su primo cogiéndola de las caderas, pero lejos de sujetarla la empujó introduciéndosela aún más adentro – eres una pedazo de putaaaaa.

-Alaaaa que boca – se quedó sentada con la polla bien metida moviéndola en círculos –¿Has oído cariño lo que piensa de tu mujercita?

-Ja ja ja ja ja ja ja ja, bueno, - comentó Luis riéndose feliz - sintiéndolo mucho, aunque la compañía es muy agradable, os tengo que dejar. Voy a arreglarme para luchar contra mis duras horas laborables.

Cuando se levantó de la silla, todo el cuerpo de Adriana seguía ansiando moverse pero no podía, con su esposo de pie era demasiado arriesgado. Estaba tan caliente que al menor gesto podía llegar a perder el control.

-Cariño mi beso – le pidió cuando su marido ya iba a salir ya por la puerta.

-Ven a buscarlo.

-No, lo quiero tal y como estoy. Para que mi primo se fastidie y vea que tan puta soy.

-Entonces nada.

-Cariñooooo que es nuestro aniversario jooooo- mientras hablaba, movía los músculos de su coño ordeñando aquella polla. Se excitó aún más cuando su marido se acercó hasta ella.

-Te quiero – le dijo.

Adriana le miró directamente a  los ojos sintiendo como de lo excitada que estaba, se sentía a punto de alcanzar el orgasmo.

-Felíz aniversario mi vida.

-Felíz aniversario – le respondió.

Cuando volvió a besarla no pudo contenerse más y se corrió con aquella polla en su interior mientras besaba a su marido.

Tan pronto Luis salió de la cocina su mujer se levantó y se puso de rodillas a chupar sus jugos de aquel delicioso aparato.

-¿Qué tal Amo?

-Muy mal putita – le reprendió con un tono duro poco usado con ella.

La sorpresa que se dibujó en su cara era genuina.

-¿Por qué? Pensé que te gustaba usarle.

-Te estás arriesgando demasiado innecesariamente. No te di ninguna orden y encima te corriste sin mi permiso. Me parece muy mal.

-Pero yo pensé…

De la sorpresa dejó de chupar mirándole sin haber esperado que reaccionase así. Un cargo de culpabilidad se le metió dentro.

-No, no pensaste –la agarró del pelo y la obligó a meterse más polla de la que podía tragar –te estás dejando llevar cada vez más. Hay una gran diferencia entre ser una puta y ser MI puta.

Enfatizó aquel mí dándole importancia. Aunque quería protestar, Adriana no podía dejar de chupar, el dolor que sentía en el pelo a medida que se follaba su boca era tan intenso como el placer que siempre la proporcionaba. Los ojos se le llenaron de lágrimas cuando sintió que la tragaba tanto que llegaba a golpearle la campanilla provocándola arcadas.

-Lo siento – gimió tan pronto la dejó respirar con las mejillas empapadas entra babas y lágrimas –No ha sido mi intención molestarte.

-No te olvides de lo que eres, perra. Si yo no te lo ordeno, no quiero que hagas tonterías así.

-Lo siento Amo

Fueron los pasos los que les advirtieron de que su marido se acercaba.

-Quítate el camisón.

-¿Amo? –preguntó ella mirando nerviosa

No la respondió, le bastó una mirada en sus ojos para que hiciese lo que le había pedido.

-Debajo de la mesa ya. Quiero que me comas la polla.

No había tiempo para dudar, se metió a toda velocidad debajo de la mesa con el camisón en la mano, más para impedir que la descubriese que por obedecer. Dos segundos después entró su marido.

-¿Y Adri? – le preguntó dejando su maletín de trabajo en la mesa.

-Para serte sincero no sé, ahora mismo debería estar comiendo, pero la muy golfa me está dejando sólo. -Adriana pareció que había pillado la indirecta y empezó a chupar mientras a su lado podía ver los pies de su esposo -Quería agradecerte que me hayas dejado quedarme aquí disfrutando de tu casa. Es toda una experiencia convivir contigo y con Adriana.

-No te preocupes, para mí es un placer.

-No te creas, te garantizo que el placer es todo mío.

-Ja ja ja ja ja, como se nota que sois familia, mi mujer siempre responde lo mismo.

Debajo de la mesa, Adriana aumento la velocidad a la que le estaba mamando aquella polla a medida que se excitaba.

-Es porque la tengo bien enseñada. Tenerme aquí es muy mala influencia, la estoy enseñando a ser una auténtica perra y dentro de poco su boca será tu perdición.

-Bueno, un poco perra siempre ha sido. No veas la mala uva que gasta cuando se enfada.

-Sí bueno, pero no me refiero a mala persona. Por cierto, ¿Qué te parece si en lugar del típico aniversario no le haces algo mejor? - aquello sí que interesó a Luis –Algo con esposas, cuerdas y vendas. Prepárale algo especial para un día tan importante para vosotros y no lo típico de todos los años. ¿Qué te parece?

-Hombre la idea es buena, pero ya hice la reserva en nuestro restaurante de siempre.

-Sólo es dinero.

Luis se lo estaba pensando, cuando Adriana sintió la mano de su Amo acariciando su cara. Deslizó la lengua excitada escuchando como ayudaba a su esposo a preparar una velada idílica para su aniversario, si ella pudiese escoger se conformaba con seguir debajo de la mesa todo el dia.

-Tienes razón, voy a sorprenderla con algo especial. - le tendió la mano al que pensaba que era el primo de su mujer y se la estrechó con afecto mientras debajo de la mesa su esposa sintió como le llenaban la boca de leche – muchas gracias de verdad.

-Es todo un placer.

Cuando Luis fue a la nevera oyó como echaba la silla hacía atrás, pero no le dio importancia, si lo hubiese hecho, si se hubiese girado, quizás habría visto como aquel cabrón ordenaba a su esposa que se pusiera a cuatro patas bajo la mesa para juguetear con el dedo de su pie dentro de su coño.

-¿Has oído eso? – preguntó Luis.

-¿El qué?

-No sé, una especie de gemido.

-Quizás sea que tu mente sucia anticipando los placeres de tu mujercita. Si es asi no me des detalles morbosos.

Luis se rió sonrojándose. Debajo de la mesa Adriana se estaba mordiendo la muñeca para que no se le escapasen más gemidos, el movimiento del dedo en el interior de su mojado coño la estaba volviendo loca.

Tenía las piernas de su marido enfocadas hacia ella lo que significaba que estaba mirando hacia allí. Abrió más las piernas y levantó la cabeza hacia donde se imaginó que estaría la de su marido. Sacó la lengua y la pasó por sus labios mientras le lanzaba un beso silencioso.

-Aunque no te lo creas yo no soy así, es que no sé qué pasa que últimamente Adri está irreconocible. Me tiene a mil.

-Yo lo sé, ¿Te lo digo?

-Sí claro, ¿Cuál es tu teoría?

-Le da morbo tenerme por casa.

-Ja ja ja ja ja todo puede ser. Anda, te dejo. Voy a trabajar, dale un beso a tu prima de mi parte dile que si necesita algo que me llame.

-Vale, aunque intentaré que no necesite nada para que no te moleste ni te eche de menos en tu aniversario. Estará tan contenta y tan feliz que se olvidará de ti para siempre.

Apenas si salió Luis de la cocina de la cocina riendo, su primo agarró a Adriana del pelo y la sacó de debajo de la mesa aún desnuda y la obligó a inclinarse en la mesa, donde su marido desayunaba y comía cada día. No se quejó, aunque sintió como sus pechos se aplastaban contra la tabla provocándole una ligera molestia. De fondo le llegaba el sonido de su marido dando los últimos retoques por la casa antes de salir. Si por algún motivo decidía volver a entrar, la vería.

-Amo por favor – suplicó – puede pillarnos

Calló tan pronto sintió como le metía aquel duro mástil hasta el fondo en su mojado coño. Todo su cuerpo le aceptaba, como nunca imagino sentir a ningún hombre. La fuerza con la que su mano la hundía en la mesa al ritmo de su clavada la estaba arrancando un mar de sensaciones que amenazaban con obligarla hacer alguna tontería.

Sus pies se arquearon de placer sin dejar de gemir. Lejos de acobardarse, su amante en lugar de bajar el ritmo la agarró con fuerza del pelo tirando hacía atrás levantándola de la mesa y clavándosela más hondo aún.

La única razón por la que no gritó de dolor y placer fue que no quería acabar con su matrimonio.

-Bueno chicos divertíos –grito Luis desde la puerta

Aunque Adriana estaba haciendo un gran esfuerzo por no gritar, cuando su amante la pellizcó los pezones, estuvo a punto de perder la compostura.

-De acuerdo Luis, no trabajes mucho– grito el Amo de su esposa –Le doy un buen beso a tu mujer de tu parte.

La agarró del pelo tirando hacía atrás y al besarla con fuerza arrancó de entre sus piernas  un fuerte orgasmo.

-Eres un cabrón – exhaló Adriana, tan pronto oyó la puerta cerrarse, dejando escapar todo el aíre que había retenido.

-¿Te crees que ya he terminado contigo? - la agarró del brazo con demasiada fuerza obligándola a ir desnuda por la casa hasta la puerta de entrada -¿Sabes qué es esto?

Frente a ella movió unas llaves

-Sí, las llaves de Luis

-Muy bien, muy lista. Echa un vistazo por la mirilla.

Al observar pudo ver como su marido frente al auto revisaba su maletín, supo lo que iba a pasar en el momento que sintió como le abría las nalgas con sus calientes manos. Gimió de dolor cuando notó introducirse la polla hasta el fondo de golpe.

Si bien era cierto que había empezado a disfrutar del sexo anal, siempre se había molestado en humedecerla primero, no como esa vez.

-Me duele.

Como toda respuesta la embistió con fuerza y golpeó la puerta provocando un sonido audible. Al mirar, su marido estaba observando hacia allí, Adriana se mordió los labios entre excitada y nerviosa cuando vio como se acercaba.

Al sonar el timbre contuvo la respiración, su amante no dejaba de follarla con fuerza sin importar la tensión que ella tenía en los brazos intentando no volver a golpear la puerta. Le seguía doliendo pero a cada embestida el placer que sentía aumentaba deslizando entre los nervios muestras de un deseo incontrolable.

-Vamos, vamos, vamos joder que tengo prisa – decía su marido mientras volvía a llamar al timbre.

Era imposible, pero en su imaginación calenturienta sentía que la estaba animando a correrse, que la metía prisa para que llegase a un nuevo orgasmo. Cuatro meses atrás no hubiese imaginado que su cuerpo respondería de esa manera al sexo, cuatro meses atrás era infiel, pero no era la clase de puta en la que se estaba convirtiendo ¿Qué estaba haciendo aquel cabrón con su moral? Notaba como ella misma movía sus caderas introduciendo hasta el fondo aquel duro instrumento de placer mientras miraba a su marido a la cara cerca de correrse.

Lejos del dolor inicial se movía rítmicamente mientras su cuerpo se llenaba de sudor, sintió como la agarraba de los pechos mientras se la clavaba bien hondo y como se estremecían sus músculos cuando se corrió. ¿Cuánto había tardado? ¿Cinco minutos? ¿Diez? El timbre volvió a sonar, pero no se movió.

Al sentir como se separaba de ella, una parte de si misma sintió pena, pero todo desapareció cuando sintió en aquel beso su lengua. Se iba a arrodillar para comer aquel dulce miembro pero con suavidad la empujó contra la pared. De manera casi involuntaria abrió las piernas pensando que se la querría follar por el coño, ni siquiera lo pensó fue algo instintivo. La sonrisa que sacó su amante la hizo estremecerse.

Se quedó helada, mientras su corazón comenzó a bombear a toda velocidad, cuando escondió su aparato, se subió la cremallera para a continuación abrir la puerta.

-Ya decía yo que me pareció que alguien llamaba – le dijo a su esposo cuando entró.

-Joder, llego super tarde. ¿Has visto mis llaves?

-¿Quizás en tu oficina?

Pasando a toda velocidad por la puerta, Adriana se asustó cuando su Amo la cogió de la mano y la obligo a seguirle detrás de su esposo completamente desnuda. Cuando entró en la oficina la detuvo frente a la puerta. Su corazón latía tan rápido que sintió que de un momento a otro iba a detener.

Sintió la caricia que los dedos le dedicaban en su coñito, estaba chorreando de lo excitada que estaba mientras se preguntaba como las piernas la sujetaban con lo que estaba temblando. Cogiéndola por las caderas en una caricia íntima la sacó de allí.

-Mastúrbate – le ordenó en la esquina del pasillo que llevaba hasta su habitación de matrimonio.

-Amo por favor, después de la oficina vendrá al cuarto a buscarlas.

-Como te dije, soy yo quien decide cuando tu matrimonio termina.

Adriana le miró. No podía hacer eso, quería negarse. Sin embargo la forma en que la miraba la hacía sentirse tan caliente, tan sumamente puta, que antes de darse cuenta ya tenía los dedos entre sus piernas moviéndose a toda velocidad. Las descargas eléctricas que la lanzaba su organismo recorrían cada centímetro de su piel. Vio como su amo se alejaba de ella para tener una mejor visión poniéndose en el pasillo.

Se paralizó un segundo cuando oyó los pasos de su marido acercándose, ¿Qué le diría? ¿Qué podría excusarla? ¿Que un tío, sin saber cómo, un día cualquiera la puso tan caliente que accedió a ser su perra? ¿Qué prefería esos instantes de morbo a la sensación de vacío que le creaba su pacífica vida idílica? No dejó de mover su mano cerrando los ojos, no quería ver la expresión de sus ojos cuando viese a su mujer como la puta en la que se había transformado.

-No las encuentro – decía Luis acercándose.

Puede que las llaves no, pero menuda sorpresa se iba a encontrar cuando fuese a mirar al cuarto. Movió la mano más rápida, no quería pensar, no quería sentir. Apretó los ojos con fuerza aguantando la respiración

-Tachan, mira que sorpresa más excitante te tengo. Seguro que no te lo esperabas.

¿Cómo podía ser tan cabrón? No podía ser así. Su cuerpo estaba reaccionando con fuerza como si quisiera correrse de nuevo. No podía, debía odiar a este chico, no excitarse aún más por exhibirla frente a su marido, pero era incapaz. Todo su ser se comportaba como nunca lo había hecho en sus mejores fantasías, se mordió el labio, para no gemir cuando la pillase, pero abrió los ojos. Había cambiado de opinión, quería plasmar en sus recuerdos la primera mirada que su marido la dedicase.

-Muchas gracias – dijo Luis cuando agarró las llaves. A su espalda, Adriana no dejó de tocarse mientras le miraba y notaba sus pezones erectos hasta el punto de dolerle – te dejo ya que me van a crucificar.

Cuando su querido “primo” le tendió la mano, mientras su marido se alejaba, no dudo en cogérsela y seguir a su esposo sin soltarse. Se sentía poderosa, lujuriosa, hermosa. Desprendía el aroma sexual más potente que nunca había olido, mientras seguía al hombre con el que había decidido casarse hace ocho años totalmente desnuda y, aunque no se lo acababa de creer, con una sonrisa lujuriosa en los labios.

Se puso al lado de su Amo en la puerta, si cualquier vecino miraba o su esposo se giraba la encontrarían. Miró a su amante y con todo el descaro del mundo le besó de manera apasionada, sintió como la agarraba de sus prietas nalgas mientras sus lenguas jugaban. No duró más de tres o cuatro segundos pero fue tan intenso que se sintió enamorada.

-Te quiero – le dijo, luego, miró a su esposo y le lanzó un beso, soplando con la punta de sus dedos –Feliz aniversario mi vida.

Volvió a besar a su amante, frotando su cuerpo desnudo e impaciente contra él. Si Luis se giraba a despedirse que la descubriese, no importaba.

La lengua de aquel chico era deliciosa, tanto casi como los dedos que se metían en el interior de su mojado coño. Oyó como se cerraba la puerta y descubrió lo lejos que había llegado, hasta qué punto se entregaba. Gimió de placer sabiendo que este iba a ser el mejor de sus ocho aniversarios.

Entre todos los sueños pervertidos que acogen mis fantasías, tener un ángel entre las sábanas es aquello que me está llevando a la locura. El control al que estoy acostumbrado y que tanto me gusta se pierde poco a poco a medida que descubro en sus labios el sabor del paraíso perdido.

Seguiré buscando corromper y llenar de lujuria las fantasías que nunca debieron alimentar mi mente, seguiré rondando las sombras en busca de una nueva luz que de brillo a la oscuridad que me gobierna.

Gracias a todos por los comentarios, tanto los buenos que me suben el ego y me ayudan a escribir, como a las críticas constructivas que me ayudan a mejorar. Gracias a los que votan para saber cuánto ha gustado y como siempre, si alguien quiere escribirme estoy dispuesto en Eclipsado2@hotmail.com