El amor no tiene edad...o sí

Un dilema el que presento...el amor y la edad...

En mi anciana mente albergo muchos recuerdos de cuando la conocí. De cuando la vi por primera vez. Era una niña y yo ya había andado un buen tramo del camino. No importó, en ese momento no importó. Pero ahora me veo aquí, aspirando los últimos momentos de mi vida, y entiendo que quizás sí…quizás si importaba.


El amor no tiene edad, al menos eso me repetía en mi mente una y otra vez. Cuando al vernos, sonreíamos, sin imaginar todo el dolor que sentiríamos ahora. Nos encontrábamos a oscuras, a escondidas de ojos que no hacen más que castigar y juzgar lo que ni siquiera entienden…ni llegarán a entender jamás.

Al sentir por primera vez su cuerpo, mi corazón paró, paró el mundo para observarla. Admirar su tierna desnudez, su pálida piel y su dorado pelo, cayendo sobre las sábanas a cada lado de sus mejillas…sonrosadas por el momento. Ese momento que dejaría de ser una niña…que empezaría a ser mujer, y lo fue entre mis brazos. Me entregó todo lo que tenía, y yo le di todo el amor que se merecía. Y seguiría dándoselo, si mis viejos años me dejaran hacerlo

Me veía a su lado y pensaba en lo afortunado que era…yo, un hombre al que asomaban canas, dureza en la piel, experiencias vividas…cuántas mujeres me amaron y a cuántas creí amar…ella, tan sólo una niña que no asoma aun la mayoría de edad, llena de calidez y suavidad, de sueños y belleza, ignorante de la vida que espera…convertida a mujer entre mis manos…Desvirgué su inocencia y ella…entró en mi corazón para quedarse


Fue un infierno explicarle al mundo que lo único importante era estar juntos, qué pasara lo que pasara, la amaría hasta la muerte…o quizás…hasta después de estar muerto. Cómo explicar que a pesar de esa diferencia de años que nos separa… la amo. Y ella me ama…debería de importar algo más?


Los mejores años de mi vida los he pasado a su lado. Han sido más de treinta años y me voy con la seguridad de que lo hicimos bien. Luchamos por nosotros, por lo que creíamos, por nuestro amor. Pero hoy, ambos pagamos un precio bien alto.

El tiempo se me acorta, el reloj de arena se termina. Su vida sigue, la mía no. No cambio nada de lo que he hecho, no cambio las decisiones tomadas, pero Dios sabe cuánto daría por verla envejecer a mi lado! Cuánto daría por acompañarla en los momentos que se sienta sola


Hoy, entiendo que sí, que quizás importaba algo más.