El amor no tiene edad 4
Por fin hacen el amor
Dos capitulos el mismo día, para complacer a aquellas personas que pedían el relato más largo ;)
SALUDOS!!
CAPITULO 4
Una mañana, cansada de a situación fui en busca de Kassandra, quizá esa valentía la había conseguido con la ayuda de unas copas que tenía de más. Fui a toda velocidad en mi coche, y me estaciono frente a su casa, en eso la veo saliendo de la mano con una chica, al parecer se veían muy cariñosas, sentí unos celos incontrolables que baje inmediatamente para enfrentarla:
Adriana: que bien acompañada estas –tratando de mantenerme en pie-
Kassandra: ¿Qué haces aquí?, estas muy tomada, vete a tu casa
Adriana: ¿no me vas a presentar a tu novia?
Kassandra: no es momento, vete y no me vuelvas a buscar más –molesta- (Mi corazón se partió literalmente en dos).
Despierto completamente exaltada, ¿Qué era esto? Había sido solamente una pesadilla, detengo la alarma y me quedo acostada en mi cama, gracias a Dios solamente ha sido un mal sueño, pero… ¿Qué pasará conmigo cuando ella consiga a alguien? Creo que no estoy lista para soportarlo. Aparto esos pensamientos de mi cabeza, me doy una ducha y bajo a la cocina, donde me está esperando Beatriz para desayunar.
Adriana: buenos días Beatriz, ¿cómo durmió?
Beatriz: muy bien mi niña, ya es tarde, ¿tuviste mala noche?
Adriana: no, solo fue un mal sueño
Beatriz: bueno mi niña, no le tomes mucha importancia solo fue eso, un mal sueño.
Desayunamos entre platicas y risas, le comenté que había una asociación de ancianos, donde se reunían para hacer diversas actividades, le dije que sería buena idea que fuera, así podría ocuparse en algo y no estaría mucho tiempo encerrada, su carita expresaba felicidad, y acepto gustosa, me dio las gracias por todo lo que estaba haciendo por ella.
En el despacho me encuentro con mi amigo André:
André: ya me enteré de tu acto de beneficencia, no cabe duda que tienes un gran corazón.
Adriana: no es un acto de beneficencia bobo, es una acción que me salió del corazón, algo que en tu vida vas a tener la dicha de sentir (la verdad es que a veces se me hacía tan pesado, cada día aguantaba menos su actitud).
Después de una larga discusión que no viene al caso mencionar, me adentre en mi oficina para seguir trabajando, ayudando a muchas otras personas que como Beatriz, no tenían recursos para pagar. Para mí era verdaderamente gratificante poder ayudarlos, regresé a mi pasado, dónde recordaba en todas aquellas veces que mi padre maltrataba de muchas maneras a mi madre, deseando que tan solo alguien pudiera meterlo a la cárcel, y por falta de dinero, ningún “abogado” tomaba el caso. A como pudo mi madre me ayudo a pagar gran parte de mi carrera, y fui yo misma quien se encargó de refundir a ese desgraciado, fue un caso bastante sonado, pues muchas personas me despreciaron y me reclamaron por haber acusado a mi propio padre. Afortunadamente mi madre, encontró un buen hombre y se casó con él, y viven a 24 horas de mi ciudad, voy y la visito en mis vacaciones.
Mis recuerdos se ven interrumpidos por la chica que tiene mi corazón en este momento.
Kassandra: hola
Adriana: hola ¿Qué haces aquí?
Kassandra: necesito hablar contigo
Adriana: toma asiento
Kassandra: -sentándose- ¿Cómo has estado?
Adriana: muy bien, -mintiendo- ¿y tú?
Kassandra: aparentemente bien
Adriana: ¿Cómo es eso? –Preguntando con confusión-
Kassandra: tengo un gran problema
Adriana: ¿te puedo ayudar en algo? –preocupada-
Kassandra: quizá puedas… -silencio- no dejo de pensarte ni un solo minuto
Adriana: ¿y bien?
Kassandra: ¿ya no te gusto? –Preguntando con cierto nerviosismo-
Adriana: me gustas incluso más que antes, pero te recuerdo que la que se niega a que se dé algo entre nosotras eres tu –mirándola seria-
Kassandra: lo sé, créeme que busque de mil maneras poder olvidarte, pero me es imposible, si tú quieres, podemos intentarlo… -agachando su mirada-
Adriana: -silencio-
Kassandra: ¿Por qué no respondes?
Adriana: estoy esperando a que cambies de opinión, ya se te hace costumbre hacerme esto, de verdad me hace daño. –triste-
Kassandra: -levantándose de la silla y acercándose a mí- perdóname, -tomando mis manos- lamento mucho hacerte daño, déjame demostrarte lo que siento por ti, te juro que esto es real.
Adriana: ¿y que garantía tengo de que no suceda los mismo que la última vez?
Kassandra: porque mi hermana por fin lo entendió, hablo conmigo y por fin entendió que tú y yo nos enamoramos.
Adriana: -sorprendida- ¿enserio?
Kassandra: si, estar sin ti es de las cosas más difíciles que he hecho, quiero recuperarte.
Dicho esto me abalancé sobre ella para darle un anhelado beso, necesitaba urgentemente llenarme de ella, abrazarla, besarla, sentir su presencia, y saber que efectivamente eso era real, no más pesadillas, no más soledad. Por fin se había cumplido mi sueño.
Estaba parada frente a ella, besándola… nos apartamos un poco sin despegar nuestras frentes, abrí los ojos y mi niña tenía una hermosa sonrisa dibujada, imagino que la mía también, era una escena verdaderamente cursi.
Kassandra: ¿entonces, eso quiere decir que lo intentaremos?
Adriana: claro que sí, pero sabes… ven siéntate conmigo –la senté en mis piernas- me gustaría pretenderte, ya sabes… ir por ti a la escuela ocasionalmente, invitarte al cine, a comer, conocernos más y ya después veremos si esto funcionará.. De verdad deseo que esto lo tomemos con calma. ¿Qué dices?
Kassandra: ¿Qué pienso? Que es una excelente idea –besándome- espera, podré besarte ¿no es así?
Adriana: jajajaja si hermosa, puedes besarme cuantas veces quieras.
Pasamos largas horas charlando, mientras adelantaba un poco de trabajo, era para mí, más que placentero tenerla allí, disfrutaba mi trabajo y con su compañía lo hacía más que perfecto, le conté la historia de Beatriz y cómo fue que llego a mi casa.
Kassandra: realmente se necesita tener vocación para hacer lo que tú haces, estoy muy orgullosa de ti, y ¿sabes algo? Me gustaría hacer lo mismo que tú, quiero estudiar derecho y así ayudar a mucha gente.
Adriana: jejej me parece muy bien, aún tienes tres años para pensártela muy bien, es una carrera bellísima, casi como tú –apenada-
Eran aproximadamente las 8pm y nosotras seguíamos dentro de la oficina, ya se había ido André y todas las secretarias, así que estábamos solas (pero no piensen mal, que no hicimos nada)
Fui a dejarla a su casa, y nos despedimos con un tierno beso. Fue muy difícil para ambas separarnos, pero lo teníamos que hacer. El semblante en mi cara era completamente diferente a los otros días, y Beatriz se percató de eso, creí que era un buen momento para aclararle mis preferencias sexuales, ya que ella no lo sabía aun, y al decir verdad temía por su reacción.
Adriana: Beatriz tengo que contarte algo –nerviosa-
Beatriz: dime mi niña
Adriana: hace tiempo quiero comentarte algo, pero no me animaba, creo que es hora que lo sepas ya.
Beatriz: dime –seria-
Adriana: a mí me gustan las mujeres
Beatriz: ¿y?
Adriana: ¿Cómo qué y? ¿es todo lo que vas a decir?
Beatriz: no tengo nada que comentar al respecto mi niña, respeto tus gustos ¿tienes novia?
Adriana –feliz- pues lo que se dice novia, novia, pues no, pero estamos en proceso… -abrazándola- me da gusto que lo hayas tomado tan bien.
Beatriz: con razón no hablabas de chicos jajaja, lo sospechaba.
Le conté mi vida amorosa , y lo que estaba sucediéndome con Kassandra, me dijo que me apoyaba en todo y que le gustaría conocer a mi niña, me contó también como le había ido en la asamblea de ancianos, conoció a un par de viejitos de los cuales según ella había quedado enamorada jajaja.
No hay nada más hermoso que el amor, cuando se es correspondido.
Al día siguiente muy temprano le envié un texto a mi niña, preguntándole si podía pasar por ella saliendo del colegio y llevarla al sitio que ella quisiera. Me respondió rápidamente que sí, que con mucho gusto. Pasé la mañana adelantando trabajo, aunque me era muy difícil concentrarme, tan solo pensaba en ella, en esa sonrisa que me volvía loca, en sus piernas, en su cuerpo, su cintura, sus besos, inconscientemente lleve una de mis manos a mi vagina, y comencé a tocarme, con los ojos cerrados, me imaginaba recorrer con mis besos su cuerpo entero, hacerla mía, me encontraba completamente excitada y la humedad de mi cuerpo se hacía notar, llevaba más de seis meses sin sexo.
Lamentablemente me veo interrumpida por mi celular que estaba sonando, dando por terminada mi sesión “anti-estrés” de mala manera contesté el teléfono y no era nada más y nada menos que mi amiga Mónica:
Adriana: que se te ofrece
Mónica: qué manera de contestarme –triste-
Adriana: no, ajajja no seas intensa, ¿cómo estás?
Mónica: muy bien linda, extrañándote, si no te busco yo, tu no lo haces –molesta-
Adriana: lo siento amiga, he estado bastante ocupada, hay muchas cosas que contarte, pero en este momento no puedo, es hora de ir por mi niña al colegio.
Mónica: ¿pero de que me he perdido? –gritando-
Adriana: ya tendremos tiempo de conversar, ahora te tengo que dejar, porque no quiero hacerla esperar, te quiero amiga. Bye.
Nos despedimos no sin antes asegurarle que un día cercano, nos veríamos para conversar, tome mis cosas y me dirigí al colegio de mi niña. Estuve esperándola un par de minutos hasta que salió, la vi caminado hacia afuera de la escuela, buscando con la mirada mi coche, pero no me encontraba. Estaba completamente en otro mundo visualizando cada movimiento de su cabello, y su cuerpo, sus gestos de preocupación porque aún no me miraba, por lo tanto la veo que toma su celular y empieza a marcar.
Adriana: alo bonita
Kassandra: ya salí del colegio ¿te falta mucho?
Adriana: -completamente embobada- ¿me falta mucho para qué?
Kassandra: ¿Cómo para qué? Para pasar por mi jajaj
Adriana: jejejej te estoy viendo, estas divina
Kassandra: -volteando para todos lados- no te veo, ¿en dónde estás?
Adriana: casi en frente de ti, voltea un poco
Se dio media vuelta y ahí estaba yo esperándola con una rosa en la mano, rápidamente corrió a abrazarme, colgándose de mi cuello, ella tiene aproximadamente mi estatura, si acaso soy un poco más alta por tres cm. La acompañe hasta la puerta del coche, abriéndole la puerta, (me considero una persona altamente detallista) y así nos fuimos a comer un helado, recordé lo que me había dicho Beatriz, y le comente:
Adriana: ¿te importaría conocer a Beatriz?
Kassandra: ¿sabe de nosotras?
Adriana: si, ayer se lo comente –apenada- pero si tú piensas que es muy rápido lo dejamos para después
Kassandra: jaajajajaja es buena idea, tengo muchas ganas de conocerla.
Adriana: vamos a casa entonces. –sonriendo-
Llegamos al departamento y me encontré con una nota en la mesa, había ido a la asamblea y regresaría en un par de horas más. Estaba bastante nerviosa de estar con ella a solas en casa, era una tortura tenerla ahí y no poderle quitar la ropa, tenía que contenerme, no quería que ella se sintiera presionada.
Nos sentamos en el sofá, platicábamos y reíamos sin parar.
Kassandra: es tan perfecto estar a tu lado. –sonriendo-
Adriana: lo sé, me encanta esto que me haces sentir…
Kassandra: tengo un deseo, que espero puedas cumplir… -seria-
Adriana: todo lo que tú me pidas haré –dándole un tierno beso-
Kassandra: me gustaría pasar un día completo a tu lado, y poderte besar todo todo todo el día –voz de niña pequeña-
Adriana: jajaja hermosa, me encanta tu plan, a mí también me gustaría pasar todo el día besándote, ¿puede ser hoy?
Kassandra: muy bien, será hoy –besándome-
Me acerque muy lentamente a ella y sin rosar sus labios le susurre muy bajito “te quiero” ambas con los ojos cerrados, acortamos la distancia de nuestros labios dándonos un pequeño besito, nos apartamos a escasos milímetros y rosamos nuestras narices, comencé a besarle todo el rostro incluyendo sus ojos, esos que me transportaban a otro mundo con tan solo mirarme. No puedo describir el nivel de felicidad que tenía en ese momento, estoy segura que si hubiese una maquina medidora de felicidad, esta hubiese explotado por la sobrecarga.
La televisión estaba encendida pero nosotras estábamos más concentradas en besarnos, y disfrutar esos momentos que nos prestaba la vida, eran besos cálidos, sin ningún afán de tener relaciones. Las palabras simplemente sobraban, pues nuestra comunicación se daba principalmente por las miradas, existía una complicidad única, la verdad es que no recuerdo haber sentido algo así en toda mi vida.
Estábamos en el sofá, ella tenía sus piernas recargadas en las mías, y con mi brazo derecho rodeaba su cuello, esa posición me favorecía en todos los sentidos, conforme pasaba el tiempo nuestros besos eran cada vez más intensos pero sin perder la inocencia, de repente, Kassandra se sienta arriba de mí, con sus piernas a los costados, tomando mi cara con sus dos manos dándome un beso muy apasionado, con mucha dificultad lograba contener mis ganas de arrancarle la ropa y hacerla mía.
Mi corazón latía cada vez más rápido, de besarla en la boca, baje lentamente por su cuello, sentí su piel que poco a poco se erizaba, eso me indicaba que lo estaba haciendo bien, su perfume era mucho más notorio en esa parte de su cuerpo, ahí fue donde me di cuenta que lo que más me gustaba de ella era su perfume natural, el que emanaba su piel. Ocasionalmente usaba mi lengua, para dibujar círculos en su cuello, dejando una leve marca de saliva.
Ella aún sentada sobre mis piernas se apartó un poco
Kassandra: yo también te quiero, y mucho –apenada-
Adriana: creo que a estas alturas, yo te quiero mucho más
Kassandra: no bonita, lo veo muy difícil.
Adriana: quiero preguntarte algo, pero no me atrevo, no sé si sea incómodo para ti contestarla.
Kassandra: creo saber por dónde va el asunto jajaja, pregúntame lo que quieras
La tome de la cintura y le di un gran beso, succionando su labio inferior
Adriana: jajaja ¿eres virgen? –completamente sonrojada-
Kassandra: no bonita, ¿tienes problemas con eso?
Adriana: por supuesto que no, solo tenía esa duda
Kassandra: bien, ahora es mi turno ¿puedo?
Adriana: adelante, pregunta lo que quieras… -nerviosa-
Kassandra: ¿con cuántas chicas has estado?
Adriana: -seria- (contado con los dedos de mis manos) jajaja es broma hermosa, he estado con tres chicas, las relaciones que he tenido han sido muy largas
Kassandra: jajaja okey
Adriana: ¿tú con cuantas chicas has estado? –intrigada-
Kassandra: con dos
Adriana: iniciaste tu vida sexual a muy temprana edad eh –sonriendo-
Ella apenada se limitó a tapar su rostro
Adriana: (quitándole las manos) hey bonita no es para que te avergüences, es algo muy normal jajaja
Entre juegos, bromas, risas, pláticas, amenizábamos la tarde, no dejábamos pasar un minuto sin besarnos. Pese a mis esfuerzos mis manos no podían estar quietas y tocaban su vientre por debajo de su blusa y ocasionalmente sus piernas.
Kassandra: creo que no te he comentado que tengo un pearcing en el ombligo
Adriana: wow ¿me lo podrías enseñar? –Creo que esta chica entendió mi juego-
Kassandra: claro –levantándose la blusa, a pocos centímetros de sus pechos-
Completamente embobada me limito a ver todo su perfecto abdomen y obviamente no podía desaprovechar la oportunidad de poder tocarlo
Adriana: ¿puedo darte un beso aquí? –Señalando su vientre-
Kassandra: si
Se puso de rodillas frente a mí, permitiéndome una mayor facilidad a la hora de besarla. Puse mis manos sobre su cintura y acerque mi boca lentamente, mire que cerro sus ojos esperando impacientemente el contacto, sonreí y finalmente la bese, rose con mis labios gran parte de su vientre, definitivamente podría pasar una vida entera allí. Poco a poco me fui apartando con mucha dificultad, voltee a ver su rostro y con sus ojitos cerrados decía más que mil palabras, regresé a su abdomen pero esta vez subía cada vez más, a punto de llegar a sus pechos.
Ella subió completamente su blusa dejándome ver sus increíbles y voluptuosos encantos, para mí era la señal de que podía continuar mi recorrido, la bese suavemente sobre el bra, el cual me estorbaba, metí mi cabeza sobre aquellas montañas para degustar su sabor, puse mis manos por su espalda y con un movimiento me deshice de él, yo estaba completamente mojada, estaba desesperada por desvestirla, apague la televisión y me acosté sobre el sofá dejándola a ella justo encima de mí, en una posición en la que tenía sus pechos en mi cara permitiéndome chuparle los pezones a mi antojo, mi niña comenzó a gemir levemente pero audible a mis oídos.
Con mis manos movía sus pechos, acomodándolos a mi manera sobre mi boca, masajeándolos, pellizcándolos suavemente, la desesperación se apoderó de mi, y cada vez chupaba más rápido esos manjares, lamí sus pechos.
Nuevamente me senté y le quité la blusa y retire la mía, la tomé del trasero y me levante junto con ella del sofá llevándola a mi habitación, cuando llegamos la recosté sobre mi cama, y me abalancé sobre ella, no podía controlar más mis ganas.
Adriana: -besándole el cuello- ¿quieres parar?
Kassandra: si lo haces te mato –sosteniendo mi cabeza-
Su tono de voz había cambiado, ahora era un poco mas dominante, estábamos completamente excitadas, con sus piernas rodeo mi cintura, aruñando mi espalda, esa acción hacía que me mojara más que antes, bese sus labios, mordiéndolos y succionándolos, introduciendo mi lengua en su boca, esa cavidad húmeda que se estaba convirtiendo en mi debilidad.
No podía esperar más tiempo, y quité sus pantalones, después de haberla besado por varios minutos, eso me permitió ver su diminuto y sexi panti, que justamente hacía conjunto con el bra.
Adriana: venías preparada –mirándola con picardía-
Kassandra: si jajaja –me acerco nuevamente a su boca para devorarla, y ella se posiciona justo arriba, bajando rápidamente a mis pechos, los devoró de una manera tan deliciosa, con su lengua rodeaba mis pezones y los mordía, succionaba uno de mis pechos que tenían el tamaño justo para su boca, mientras que el otro era atendido por su mano.
Bajo lentamente hacia mi vientre, dejando marcas de saliva y unos cuantos chupetes, a mi no me molestaba en absoluto al contrario, estaba segura que después al verlos me traerían excelentes recuerdos.
Evidentemente ella sabía lo que hacía, introdujo su lengua en mi ombligo, evitando así bajar un poco más, la aparte para quitar mi pantalón, ella se deshizo de mi ropa interior, y estaba completamente desnuda ante ella, mi vagina perfectamente depilada esperaba ansiosa a su boca, Kassandra me estaba torturando pues comenzó a darme besos en las piernas, muy cerca de la vagina.
Adriana: venga nena, hazlo ya
Su cara de satisfacción se hizo presente pues con una sonrisa enorme, puso sus labios pegados a mi cosita, sin hacer ningún movimiento. Con mi vaivén le pedía a gritos que ya me besara. No podía parar de gemir, y de pedirle que no me hiciera sufrir más, que haría todo lo que ella quisiera, pero que acabara con ese suplicio ya.
Kassandra, abrió la boca, y sacó completamente la lengua, dando una gran lengüetada a mi vagina, yo no hacía más que retorcerme de placer, ella parecía una completa experta en esto, se encargó de chupar mis labios vaginales, abrirlos para encontrarse con mi botoncito, quien estaba necesitado de mucho amor. De manera profesional se encargó de el, lo mordía a su manera, lo besaba, con su lengua hacía círculos, completamente desconectada de este mundo me limitaba a gozar de todo lo que Kassandra me estaba haciendo.
Después de varios minutos, sentí que estaba a punto de terminar y se lo hice saber. Introdujo uno de sus dedos dentro de mí, posteriormente otros dos, yo simplemente no dejaba de gemir, era impresionante el nivel de calentura que tenía mi cuerpo, que al poco tiempo terminé con un gran orgasmo, lanzando todos mis fluidos, mientras se normalizaba mi frecuencia respiratoria, ella consumía mis jugos, hasta dejar completamente seca mi vagina.
Mientras me recupera Kassandra, me daba tiernos besitos en la frente, mi cuerpo estaba completamente sudado.
Adriana: eres una mujer en toda la extensión de la palabra –sonriendo con dificultad-
Kassandra: ¿te gusto? –riendo-
Adriana: ¿bromeas? Eso fue increíble, no estoy segura de querer saber quién te enseño todo esto.
Kassandra: es mejor que no lo sepas jejeje –apenada-
Adriana: -completamente repuesta- bueno señorita –posicionándome sobre ella- es tu turno.
Comencé a besarla, muy despacio, grabando cada momento, sin duda quería guardar este día, para recordarlo toda la vida…
Baje a sus pechos, degustándolos nuevamente, estoy segura que jamás pasaría el encanto de besarlos una y otra vez con el mismo gusto y placer, mientras que con una mano acariciaba su sexo, el cual estaba completamente húmedo. Fácilmente mis dedos resbalaban, haciendo círculos sobre su clítoris, mi niña comenzaba a gemir sutilmente.
Me dirigí hacia su vagina, para darle besitos lentos, poco a poco abrí sus labios para introducir mi lengua, con movimientos lentos abría terreno al que sería mi nuevo hogar. Sentía que sus fluidos salían gota a gota, me di cuenta que ya estaba lo suficientemente lubricada para penetrarla, la levanté de la cama, las dos estábamos hincadas pero yo me posicioné justo detrás de ella, aparté su cabello del hombro y la besé, mis manos descendían hasta llegar a sus glúteos, los cuales masajee y apreté, mientras que con mi boca, disfrutaba el contacto con su piel.
Puse una de mis manos en su vientre, y la otra exploraba su lindo trasero, acercándome peligrosamente a su vagina.
Adriana: mientras te penetro, quiero que tú te toques –voz agitada-
Así lo hizo, mientras yo introducía un dedo, después dos, y por último el tercero ella masajeaba su clítoris, con la mano que tenía disponible la tocaba toda, recorría desde su vientre a sus pechos. A los pocos minutos me grita que está a punto de terminar, los movimientos se hacían cada vez más rápidos y los gemidos de Kassandra se hacían notar con más frecuencia, al cabo de varios segundos pegó un gran gemido, resultado del orgasmo que había presenciado, de lo cansada que estaba se lanzó a la cama, quedando boca abajo, de igual manera yo me posicioné arriba de ella, besando su cuerpo, su espalda y así esperar que se recuperara un poco.
Adriana: ¿estás bien?
Kassandra: estupendamente bien –sonriendo-
Adriana: me da gusto hermosa –acostándome a su lado-
Kassandra: gracias por esto, ha sido la mejor tarde de mi vida.
Adriana: no tienes nada que agradecer, te quiero mucho –mirándola a los ojos-
Kassandra: claro que tengo mucho que agradecerte, sobre todo por la oportunidad que me has dado de demostrarte lo mucho que significas para mí.
Mi niña se recostó sobre mi cuerpo, y empezamos a hablar de un sinfín de cosas. Había sido una tarde inolvidable para ambas, pero así como todo inicio tiene un final, esa maravillosa tarde terminó, nos vestimos y fui a llevarla a su casa, no sin antes despedirnos un millón de veces jeje