El amor no se busca, te encuentra (4)

Fuego y corazones, polvos sin razones.

Adam:

  • Quizás te estés enamorando de él.

Estaba sentado con Susana en el patio esperando a Héctor y a Adam mientras ellos venían del examen de biología que nos había puesto la “víbora”. Le estaba comentando lo qué las últimas semanas me estaba pasando con Jack y es qué cada día me gustaba más, me había quedado pillado por él y eso se notaba. Después era el estómago qué me molestaba, “no pueden ser las mariposas” pensaba y quizás según Susana si lo fueran.

  • Sus, no puedo creer qué sea eso, ¡Lo acabo de conocer! No puedes enamorarte cuándo has conocido a una persona hace unas poco semanas. Tú te enamoraste de Héctor después de años juntos cómo amigos.

  • Pero Adam, son cosas diferentes. Da igual el tiempo qué hayas conocido a una persona, puede ser un flechazo o años de maduración y tal cómo has descrito lo qué sientes lo tuyo es qué te gusta Jack. Mira, ahí vienen.

Y ahí estaba, bromeando con Héctor con una camaradería que parecía qué se conocían de hace años, con esa sonrisa qué animaría a un muerto y una risa cómo una fuente en el desierto.

  • Hola chicos, ¿Montando una conspiración? –Qué voz más dulce tiene, por dios-

Y después digo qué no me estoy enamorando.

  • Sólo criticándote. –Sus le sacó la lengua-

  • Tratándose de ti, seguramente fuera así. –Jack le revolvió el pelo-

  • ¿Vas a dejar qué me trate así? –Susana refunfuño hacia Héctor-

  • Si te pone a raya…

Empezaron a pelear en broma, conocía las discusiones de Sus y Héc, si hubiera sido de verdad habrían volado cosas por el patio incluido Héctor.

Jack bostezó y se acomodó al lado mío, de improvisto colocó su cabeza en mi pecho cómo si yo fuera una almohada, ¡Dios, por qué me hacía esto!

  • ¿Te molesta? –Preguntó con voz de corderito degollado.

  • Hombre, me preguntas cuándo te has puesto ya pero no, no me molestas. –Sonreí para mis adentros, “No te vayas de aquí”-

  • ¿Puedo hablarte de una cosa? –Me dijo con un tono preocupado-

  • Claro, lo qué tú quieras. –Me ponía nervioso su tono de voz-

  • ¿Sabes ese momento en el qué no sabes qué te pasa en la cabeza y te haces un lío y puedes montar una montaña de un grano de arena? Me pasa ahora mismo, me está gustando una persona, nunca me había pasado eso y estoy preocupado. –Se veía en su cara que tenía un debate interno, ¿Quién le podría gustar para qué pasara eso? Ojalá fuera yo-

-Jack, la cuestión es qué medites bien y no cometas una mala decisión, no te precipites y busca la mejor manera de hacerlo.

  • Gracias Adam –Me sonrío- Intentaré conseguir mi objetivo sin cagarla.

  • Tú nunca la cagas.

  • No me conoces lo suficiente para afirmar eso –Un tono sombrío se apoderó de él cuándo dijo eso-

Sonó la sirena antes de qué pudiera contestarle, Jack se levantó y se despegó de mi pecho, qué gran vacío me dejaba…

A última hora, nos dirigimos a Educación Física, cómo siempre ahí estaba el enemigo de Jack, el profesor Hernández que estaba hablando con… Gabriel. Terminaron de hablar y Gaby se cruzó conmigo y me susurró:

  • Qué guapo es el nuevo.

  • Calla cabrón, es mío –Sonreí-

  • Pues cógelo pronto o te lo roban.

Y se marchó, era un loco, un salido qué no le importaba lo qué dijeran y encima me había dejado un chupetón qué intentaba ocultar cómo podía de nuestro anterior encuentro. Jack que me había estado esperando en una columna se acercó.

  • ¿Quién era ese?

  • ¿Tienes celos? –Sonreí-

  • No, es curiosidad. –Se río- Debe tener una gran confianza para acercarte a ti de esa manera.

  • Es un viejo amigo, de cuándo jugaba al fútbol.

  • ¿Jugabas a fútbol? –Me preguntó bastante sorprendido-

  • Es una larga historia.

  • Estoy ansioso de escucharla.

Empezó la clase, Hernández nos puso en grupos, cómo siempre alejó a Jack de nosotros porque decía qué “hablábamos mucho”, cosa cierta pero lo hacía por putear. Lo puso con las pijas qué Jack no soportaba. Terminamos la clase y Hernández nos mandó a asearnos, tras lavarnos, esperé a Jack fuera pero todavía no había llegado. Después de 10 minutos, esperando con Héctor y Susana nos cansamos y nos fuimos. Tendría qué llamarlo después, ¿Dónde demonios se había metido?

Jacob:

Un polvo en el vestuario.

¿Quién me iba a decir qué iba a presenciar un polvo en el vestuario?

Pero vayamos al principio, tras terminar la tortura de examen de biología acompañado por Héctor y su humor particular, me acerqué a Jack e intenté algo para sorprenderle, recostarme en su pecho y ahí le comenté qué me gustaba alguien. Claramente se quedó sorprendido y… ¿Había visto un rubor en sus mejillas?, no creía realmente qué yo le gustara a Adam, lo qué si sabía yo es qué me gustaba. Lo había meditado mucho durante estos días y había llegado a la conclusión de qué Adam me había enamorado completamente, nunca me había gustado tanto un chico (Yo siempre supe qué era gay pero no todos llegaban a la altura de mis expectativas) pero Adam era diferente, era… puro fuego en mi corazón.

Tras tocar la sirena qué arruinaba momentos fuimos a las clases y tras superar 2 horas, nos dirigimos a la peor clase Educación Física, tras hacer yo las clases con las pijas (El cabrón de Hernández seguía obsesionado conmigo) nos fuimos al aseo, noté qué había sudado un poco y le dije a Adam qué me esperara qué yo venía ahora, me acerqué al vestuario (qué casi siempre estaba vacío a excepción de los partidos de fútbol), el vestuario tenía unas duchas y oí el rumor del agua, parecía qué alguien estaba usando la ducha aunque era algo extraño dado qué se usaban poco. Por curiosidad y cotilleo, me puse de puntillas y miré por encima de las taquillas.

Ahí estaban, de espaldas, dos alumnos follando cómo si no hubiera un mañana. Estaban en el mismo chorro de agua, el agua caía sobre sus cuerpos atléticos (Se notaba qué hacían deporte) se estaban acariciando, besando y abrazando mientras la polla de uno qué era castaño se metía a fondo en la del moreno.

Gemían suavemente conteniendo los gritos de placer para qué no les oyeran, la polla taladraba con un ritmo vertiginoso, subía y bajaba y llegaban los huevos hasta la entrada del ano. De repente, el moreno susurró:

  • Me pongo sobre ti. –Me sonaba la voz…-

Se abrazó al castaño y entrelazó las piernas sobre su culo mientras pasaba las manos por su cuello, me escondí para qué no me vieran y mientras tenía una buena visión me desabroché la bragueta y me saqué la polla qué estaba durísima. El moreno le empezó a morder el cuello al otro mientras el castaño aumentaba el ritmo, dada mi posición no podía verles la cara pero si tenía una buena vista de su follada

Aumentaron el ritmo, el castaño lo cogió del cuerpo y lo subía y bajaba aumentando las penetraciones, iban a un ritmo brutal y el castaño dijo:

  • Me corro, ¡Me corro!. –Gritó el castaño-

  • Córrete dentro. – Dijo exhausto el moreno- Córrete dentro Diego…

El tal Diego mentó a Dios y a sus ángeles y se corrió. Tras correrse se quedó de espaldas, con la espalda sudada, el moreno abrazado y enterrado la cabeza en su cuello y con la polla aún dentro. Lentamente le sacó todo el miembro de unos 18 aproximadamente (Se gastaba un buen rabo para su edad) y tras sacarlo goteando lefa le besó con pasión en la boca.

  • Todavía, tú no te has corrido. –Dijo Diego- Espera qué lo arregló.

Fue bajando suavemente, mientras le daba besos en la barriga. Yo estaba pajeándome con desesperación mientras veía toda esta escena porque sabía qué iba a venir una mamada, no era el hecho de una follada sino el morbo de qué los pillaran.

Diego se arrodilló y puso la boca en el glande del moreno, se movieron y entonces se pusieron de frente y pude ver sus caras, la cara del castaño no la había visto antes, era una cara bien definida, guapa, de lo qué más destacaba era su boca sensual qué invitaba al morreo.

Y la cara del moreno, era… ¡La de Adrián! ¡El capitán del equipo de fútbol! ¡El qué yo aborrecía, era gay!.

Pero por suerte, no me habían visto y el Diego empezó la mamada, suavemente, sin llegar al fondo todavía. Subía arriba y abajo, se entretenía con el glande y volvía a bajar. Se notaba qué no lo hacía mal por los gemidos de Adrián que le cogía del pelo.

De repente, Adrián gruñó y aumentó la follada de boca, Diego sumiso aguantó las arcadas y se metía ese rabo de también 18 cm entero en la boca. Pero entonces, Adrián bajó el ritmo y volvieron a lo de antes, Diego se la sacó de la boca y cogió un huevo y se lo empezó a chupar, después el otro, pasando su lengua por el tronco de la polla… Empezó a girar con el glande mientras lo tenía en su boca dando vueltas y lamiendo la zona del frenillo inexistente. Entonces volvió a subir y a bajar, otra vez aumentando la follada y esta vez Adrián se quería correr y derramó toda la leche, Diego se la tragaba cómo podía y lo qué se escapaba lo lamía cómo un goloso devorando los restos de su dulce favorito.

  • Gracias Die, cómo lo necesitaba –Adrián se abrazó a él y lo estrechó entre sus brazos- ¿Repetimos pronto no?

  • Cuándo quieras. –Y se empezaron a besar con furia-

Yo ya estaba al borde del orgasmo y aumenté la paja, imaginé qué en vez de ellos éramos Adam y yo, empezó a venir y los trallazos salieron despedidos, eran cómo 5 o 6. Necesitaba pajearme desde hace tiempo pero no encontraba la fantasía perfecta, estos dos me la habían proporcionado. Limpie los restos de semen con la camiseta sudada y la guardé en mi bolsa de aseo.

Me limpié decentemente y me puse desodorante, salí afuera, Adam y los demás ya no me esperaban, ya se habrían ido a sus casas, lo qué significaba qué yo perdía el autobús, ¡Mierda!

Llamé a mi padre y le comenté mi situación, se enfadó un poco pero me fue a buscar. Cada día tenía la voz más cansada… Debía preocuparme más por él. Después de la llamada a mi padre, llamé a Adam:

Piiiiiii, piiiiiiiiiii (Odiaba ese sonido)

  • ¿Sí, dígame? –Preguntó Adam aunque conocía perfectamente mi número-

  • Soy yo, era por disculparme por no haber salido con vosotros, tuve unos problemillas.

  • Te perdiste el bus.

  • Ya, ya. Lo sé perfectamente, mi padre va a venir a buscarme.

  • Genial. ¿Qué pasó para qué no vinieras? ¿Algún problema con Hernández?

  • No, algo más extraño. ¿Quedamos luego?

  • Vale, ¿En el parque de mi barrio?

  • De acuerdo. ¿A qué hora?

  • A los 5 por ahí.

  • Okay, hasta luego, un beso para todos.

  • Un beso para ti también de parte de los chicos y mío.

  • Vale, gracias. –Sonreí- Adiós.

Colgué la llamada. Mi padre llegó y me recogió, mientras iba por el coche pensé qué no me merecía los amigos qué tenía. La ciudad me había cambiado a mejor.

Adam:

El parque a las 5.

Llegué unos 5 minutos antes, con Héctor y Susana qué vivían al lado del parque. Llevábamos cervezas y refrescos para pasar la tarde y unos tentempiés. Parecíamos qué íbamos de excursión cuándo en realidad íbamos al parque.

Nos sentamos en un banco de la entrada a esperar a Jack. El tema que salió a relucir fue lo qué me pasaba con él, Héctor había estado siendo informado por Susana y por eso sabía las cosas. Susana era alguien qué lo compartía todo con Héctor y él no se quejaba de eso.

  • Sinceramente, creo qué le gustas. –Dijo Héctor dando su opinión del tema- Esa forma de mirarte, esas palabras hacia a ti, ¡Fíjate lo qué pasó esta mañana! ¡Se recostó en su pecho cómo si fueras suyo!

  • Apoyo a Héctor totalmente, lo único qué tienes qué hacer es pedirle salir y aceptará. Es fácil Adam.

  • No es tan fácil chicos, ahí llega. Hablamos luego del tema. –Hablé nervioso-

Y ahí estaba, un poco tarde pero llegaba.

  • ¡Perdón por el retraso! Mis espaguetis se habían quemados y tuve qué preparar unos nuevos.

  • Qué mala la excusa. –Dijo Héctor riéndose-

  • Si quieres te doy los espaguetis quemados de la basura. –Contestó mordaz-

  • Golpe bajo Héctor. –Dijo Susana divertida-

  • You win this time, Jacob.

Nos sentamos en el banco otra vez, abrí la bolsa y saqué las cervezas. Repartí una a cada uno y empezamos a beber:

  • Qué fresca. –Exclamó Jack- La necesitaba.

  • Oye, mañana hay una feria dónde se celebra una fiesta. ¿Te vienes? –Le dije, “a lo mejor, mañana se lo digo” pensé-

  • ¡Claro! Vosotros me decís dónde es y yo voy encantado.

Le dijimos dónde era y dónde nos encontraríamos para ir, le dijimos qué se pusiera ropa elegante dado que lo organizaban los padres de los pijos y querían un mínimo de elegancia, reímos por las estupideces con la qué siempre estaban ellos, creyéndose superiores a los demás. Le dije qué la organizaba la novia de Adrián, Helena, la novia de él capitán del equipo. De repente, se empezó a reír:

  • ¿Helena es la novia de Adrián?

  • Sí, ¿Por qué?

  • Os preguntaréis porque antes no salí cuándo terminaron las clases, veréis pasó algo qué me dejó descolocado bastante y me ha hecho ver unas cosas.

  • ¿El qué viste? –Le preguntó Héctor-

  • ¿Queréis saberlo de verdad? –Dijo haciéndose de rogar-

  • ¡Sí! –Exclamábamos a la vez-

  • Bien, vosotros sabéis que Adrián es un machote qué se puede follar a cualquier tía cómo él presume. Pues veréis, yo no creo qué sea tan machote.

  • ¿Por qué? –Preguntó Susana-

  • Porque un tal Diego se lo estaba follando en los baños cómo si no hubiera un mañana.

  • Es… es…. Es imposible. –Exclamé- De todos los tíos del mundo, él es el menos qué pensarías qué es gay.

  • Pues bien qué disfrutaba mientras se la clavaba el Diego.

  • Vaya, ¿Y tú cómo estabas ahí?

  • Fui a cambiarme al vestuario. Oí unos gemidos y los vi, me fui antes de qué me vieran rápido y pronto. –Eso último lo dijo tragando saliva cómo si mintiera-

  • No lo entiendo, además Adrián es el típico qué desprecia a los gays –Dije yo-

  • Entonces, era homosexual reprimido y ocultaba su condición con insultos y demás porque no quiere aceptar lo qué es, porque piensa qué es antinatural. –Dijo Héctor- Oye Susi, ¿Diego no es el qué está en el equipo de fútbol?

  • Jack, ¿Viste si al qué se follaba a Adrián era de pelo castaño? –Dijo Susana-

  • Sí, era castaño natural, tenía un bonito pelo.

  • Pues vaya. –Me sorprendía qué el chulito Adrián fuera gay, ¿Desde hace cuánto tiempo lo ocultaba?-

Tras aquella súbita revelación se quedó un silencio incómodo, qué Jack rompió:

  • Oye, la fiesta esa, ¿Vamos a llegar tarde, no?

  • Sí, supongo.

  • Dado qué es en vuestro barrio y el mío pilla un poco lejos para ir por la noche, ¿Puedo quedarme en alguna casa vuestra?

  • Claro Jack, pero la mía han venido mis primos y no te puedes quedar. Lo siento – Dijo Susana.

  • Lo siento Jack pero mi madre no deja quedarse a gente si no ha venido a casa antes, y a ti no te conoce así qué… -Dijo Héctor-

  • Me pasa lo mismo qué a Héctor, pero mi madre te conoce y cree qué eres una “buena influencia”, así qué te puedes quedar en mi casa. –Dije con una sonrisa-

  • ¡Genial! Así podré ir a la fiesta sin preocuparme. ¡Gracias Adam! –Y me abrazó-

Me puse rojo cómo un tomate e intenté disimular.

  • De nada Jacob, para esto están los amigos. –Le palmeé la espalda-

¿Cómo hacía para qué le quisiera mucho más?

Jacob:

Una fiesta, coger una borrachera e irme a casa de Adam.

Era el momento perfecto para declararme a él.

Era el momento perfecto para sacar el fuego de mi corazón.

Nota del autor:

Muchísimas gracias a todos por el recibimiento de esta serie, por vuestros comentarios y por vuestros ánimos. Se agradece todo esto para un novato cómo yo.

Una pregunta, ¿Queréis el punto de vista de otros personajes más adelante? Para darle nuevas tramas a esta historia y demás. Si queréis, decídmelo en comentarios o por email.

Se os quiere.

Romántico Guarro.

P.D: Pido disculpas por las tardanzas de mis historias, es qué tengo clases y este año quiero centrarme.

Para preguntas, sugerencias y demás:

ºComentarios

ºMi correo:romanticoguarro@gmail.com