El amor más hermoso es el de una madre

Ambos, madre e hijo, terminaron bañados en sudor, sin poder respirar y sumidos en un orgasmo simultaneo el cual los desmayó, envueltos en la hermosa esperanza del futuro brillante que les esperaba en esta nueva vida que acababan de comenzar.

El amor más hermoso es el de una madre

Este relato puede ser verídico o ficticio, cada quién los jugará dependiendo de su entorno y los prejuicios que tengan arraigados; pero es innegable el hecho de que los diversos tipos de amor que existen (amor romántico, familiar o de amistad) están divididos por una línea sumamente delgada que puede llegar a ser invisible si una pasión se interpone, y ese es el tema de esta historia; diversas situaciones del día a día que despiertan una pasión entre una madre y su hijo que los llevarán a cruzar esa línea que separa el amor de una madre por su hijo y a entregarse completamente al amor romántico de un hombre y una mujer.

Sofía contaba ya con 40 años, era una mujer divorciada desde hacía ya 5 años y se dedicaba a la administración de un pequeño negocio de comida que servía desayunos y comidas a algunas empresas cercanas, lo que le dejaba buen dinero y tiempo suficiente para hacerse cargo de su casa, lo que incluía el cuidado de su hijo, el cual para ese tiempo contaba ya con 18 años, a punto de cumplir los 19.

Físicamente no era la mujer más deslumbrante, era una mujer normal de 40 años, cabello castaño oscuro que le llegaba a los hombros y con algunos rizos que le daban un toque rebelde a la cuidada cabellera de la mujer, tenía algunos kilos de más pero sin llegar a ser gorda; su rostro mostraba unas facciones delicadas pero marcadas por algunas arrugas propias de la edad, pero siempre lucía una bella sonrisa, pues era una mujer fuerte, optimista y feliz, a pesar de haber pasado por la infidelidad de su esposo, lo que la había llevado al divorcio.

Hacía ya varias semanas que Sofía se sentía más tensa de lo normal, ella misma notaba que no se encontraba de muy buen humor como antes y hasta empezaba a padecer de insomnio, lo que nunca le ocurría; ella era una mujer que disfrutaba de su sexualidad en la intimidad de su habitación, ella sola y sus manos, con las que había ganado mucha habilidad para satisfacer sus deseos, pues desde su divorcio ella misma decidió ya no enredarse con ningún hombre; pero últimamente no había podido recurrir a sus sesiones de relajación, específicamente desde una noche en la que estando en plena faena escuchó un crujido en la puerta de su habitación la cual estaba entreabierta aunque ella estaba segura de haber cerrado completamente; eso la puso nerviosa por la idea de que su hijo, el cual estaba pasando por la pubertad la hubiera estado espiando; nunca hizo nada al respecto y no le comentó nada a su hijo, pues si es que su hijo se presentó en su alcoba pudo haber sido por escuchar ruidos raros y al ver que su madre estaba “ocupada” se marchó; ni siquiera estaba segura de que el joven había estado presente, por lo que decidió dejar las cosas así; pero días después lo notó muy raro, estaba serio, ausente (más de lo normal en el) y llegó un punto en el que se vio deprimido; Sofía adjudicó todo esto a la pubertad o a algún problema que el chico pudiera tener en la escuela, pero no se había atrevido a hacerlo de nuevo.

Su hijo Fernando era un joven de tez blanca igual a ella, físicamente eran muy parecidos, era esbelto aunque un poco flácido pues no era muy fan de la actividad física, acababa de entrar a estudiar ingeniería en computación, lo que hacía muy feliz a su madre y le ayudaba  a pasar más tiempo frente al ordenador sin despertar sospechas, el joven disfrutaba ver todo tipo de pornografía en su pc, pero su favorita era la del tipo MILF, disfrutaba ver mujeres maduras seducir a jóvenes y pasaba horas fantaseando con poder poseer a una madura sensual que le enseñara lo que es el sexo, pues dada su timidez él era virgen.

Curiosamente, el joven jamás había pensado en su madre de forma sexual, nunca la había visto como muer, pese a que su madre vestía  poca ropa en casa, sin ser vulgar, normalmente usaba camisón un poco más arriba de la rodilla, pero sin sostén lo que le marcaba los pezones y eran ajustados lo que dejaba ver sus bragas; Fernando estaba tan acostumbrado a ver mujeres esculturales y perfectas que aquella hermosa mujer de carne y hueso había pasado inadvertida a sus ojos, sin mencionar la barrera de que era su madre; pero la noche en que vio a su madre masturbarse lo enloqueció.

Fernando no podía dormir y salió a la cocina para buscar un vaso con agua, lo que lo obligó a pasar frente a la puerta de su madre, al oír quejidos abrió la puerta un poco, solo para ver por el espejo frente a la cama , la lámpara de noche encendida y a su madre acostada con las piernas abiertas y su mano derecha acariciando su vagina mientras la izquierda torturaba su seno izquierdo a apretones; al ver eso salió inmediatamente a su alcoba apenado por violar la privacidad de su madre y sumamente excitado; una mujer desnuda en su propia casa, fueron solo unos segundos y esos bastaron para que la imagen de la vagina y los senos de su madre se quedaran tatuados en su mente para siempre, se había percatado de lo bella que era su madre y comenzó a meditar en su cuerpo, unos senos de buen tamaño, algo caídos pero apetecibles, una carnita de más en la barriga pero nada exagerado, un trasero frondoso, algo flácido pero bien formado; Dios, esa mujer era un manjar, aceptó que se la follaría sin dudar, sin importar que fuera su madre y se entregó a una sesión de masturbación que duró pocos segundos, pues la sola idea de que su deliciosa madre se masturbara a pocos metros de donde se encontraba lo hizo terminar casi de inmediato.

Los días siguientes a esa noche fueron una tortura para el joven, pues estaba obsesionado con su madre, constantemente fantaseaba con hacerle el amor a su madre, hacerle todo lo que había visto en internet; follarle la vagina, cogerla por el ano, llenar su boca y su cara de semen en todas las formas posibles; esas ideas le atormentaban y se dio cuenta de lo complicada de la situación; los videos porno estaban muy lejos de la realidad, pues él no podía llegar y fornicarse a su madre como lo hacían los chicos de los videos, no era tan simple, era una vida la que estaba cambiando y sería para siempre ese cambio; tal era su obsesión, que ya no veía pornografía, eso era demasiado irreal para él y prefería imaginarse escenarios en los que su relación de amantes con su madre pudiera ser real, imaginaba llegar un día de la escuela y encontrar a su madre esperándolo con lencería sensual suplicándole que la follara, aunque el mismo sabía que nunca pasaría, otra fantasía que tenía era estar duchándose y que su madre entrara y lo viera y el impacto de verlo desnudo la llevara a entrar con él a tener sexo, pero estaba consciente de que su cuerpo no era tan espectacular y que su madre no se entregaría al incesto solo por verlo desnudo; la idea que parecía más real y que era más frecuente era el sorprenderla masturbándose otra vez y entrar para “ayudarle”, lo que casi implicaría violarla, esta idea cada vez se arraigaba más, salía cada noche para tratar de sorprenderla pero nunca pasó, su madre no volvió a hacerlo desde esa noche, lo que le hizo recapacitar en lo tonto y lo egoísta que había sido, estaba tan preocupado por satisfacer sus deseos que nunca se puso a pensar en el hecho de que su madre esa noche tal vez se sintió avergonzada o asustada por que él la había visto, se dio cuenta de que la amaba demasiado y de que no sería capaz de hacerle nada, nunca la lastimaría y no podría tratarla como a las mujeres de internet; todo esto lo sumió en una depresión que su madre no tardó en notar; su relación nunca fue de amigos, pero era una madre cariñosa que siempre había estado al  pendiente de él y no tardó en preocuparse por su joven hijo.

La madura mujer ya había dejado que pasaran varios días para ver si su hijo mejoraba, pero no había sido así, por lo que decidió hablar con él, Fernando solo se limitó a decirle que era por una mujer que él quería y que sus sentimientos no podrían ser correspondidos, a lo que su madre le confirmó que lo mejor que podría hacer es sincerarse con ella y expresar lo que sentía, podría ser que ella sentía lo mismo por él y nunca se sabría si no lo comentaban; la madre no tenía idea de que esas palabras lejos de ayudar a su muchacho lo torturaban más, Fernando no pudo más y se soltó a llorar, la madre estaba confundida y más preocupada aún, solo lo abrazó tiernamente, pero el abrazo fue cada vez más intenso hasta que en un movimiento de Fernando esta alcanzó a sentir su pene en erección; así es, pese a que el joven luchaba por sus sentimientos, el contacto con la mujer deseada despertó sus deseos nuevamente, lo que le llevó a confesar que la había visto masturbándose, que entendía que era una mujer con necesidades y que no importaba si lo hacía, pero que él estaba perdidamente enamorado de ella, afirmó que nunca la lastimaría y que jamás le faltaría al respeto, pero que no podía evitarlo; la mujer solo se apartó y se fue a su habitación, perpleja, aturdida por lo que acababa de pasar, se sintió culpable por la situación, pero sabía que ya no servía de nada pensar en el pasado, por lo que se puso a reflexionar en la solución, esto cambiaría sus vidas para siempre, pues era algo realmente complicado, así que debía buscar una solución que tuviera menos impacto en las vidas de ambos, pero primero debía saber si lo que sentía por ella era realmente amor romántico o solo quería sexo, pues si era la segunda, y ella realmente esperaba que sólo fuera eso, únicamente tendría que conseguirle una mujer que se encargara de desfogarlo y todo quedaría atrás; pero siendo así no se hubiera deprimido tanto y mucho menos atreverse a confesarlo envuelto en lágrimas, no eso debía ser algo más, la mujer había pasado la noche entera tratando de encontrar una solución, pero todo era inútil, todas las soluciones implicaban marcar un límite que no estaba segura de querer en su vida con su hijo; si el muchacho actuaba maduramente, implicaría no hablarse y no convivir en un buen tiempo, hasta que todo se calmara, pero ella había visto lo devastado que estaba, y además después de haberla visto salir huyendo la noche anterior, lo más probable era que no le quedaran muchas ganas de convivir con su madre; entonces escuchó la puerta de la casa cerrarse, lo que la hizo volver a la realidad, ya era de mañana, el joven se había marchado a la escuela, y ella tendría que trabajar; el sentir que su hijo se fue la hizo enfrentar uno de sus mayores miedos y que hasta ahora no había tomado en cuenta, el hecho de que su hijo pudiera irse de su lado, a vivir con su padre, esta idea le atormentó y la hizo entrar en pánico.

Fernando no había podido dormir en la noche tratando de pensar en lo que el destino traería para él y su madre; toda su vida estaba en manos de esa hermosa mujer que hasta ahora había sido solo su madre, pero que ahora era el amor de su vida, estaba decidido a aceptar la decisión que ella tomara y vivir con ella el resto de su vida, soportando los deseos que sentía y que ya no le causaban culpa pues su madre ya lo sabía.

Mientras tanto Sofía, presa del pánico volvía a casa después de un día de trabajo que para ella fue eterno y ahora tenía que hablar las cosas con su hijo y suplicarle que la perdonara por cómo había actuado la noche anterior y rogarle que no la dejara, durante todo el día se había convencido de que esta situación la podría en la posición de tener que ofrecerle a su hijo algo más que solo amor de madre, y habiendo reflexionado en este caso vez tras vez, estaba dispuesta a lo que fuera, con tal de no perder al amor de su vida.

Llegó a casa y buscó a su hijo, el cual no estaba; nunca había llegado tan tarde, lo que la convenció de que su muchacho se iría de su lado, se arrojó en su cama y estaba a punto de romper en llanto cuando escuchó la puerta de la casa cerrarse; era su hijo, su alma le volvió al cuerpo y corrió a buscarlo y allí estaba, en la sala con un ramo de rosas en la mano diciéndole que lo disculpara por todo y que aceptaría la decisión que ella tomara, paro que no lo apartara de su lado.

La mujer conmovida se arrojó a los brazos de su hijo para abrazarlo, decirle que lo amaba más que a nada y no podría vivir sin él; toda esta situación la convenció de que ambos se amaban y que podrían pasar toda su vida juntos y que no habría nada de malo en que ambos se dieran todo el placer posible, ya que su amor superaba cualquier cosa en este mundo.

La madura mujer le propició un apasionado beso al hijo, el cual preso de sus deseos le apretó las nalgas a su madre, mientras ella buscaba tocarle el pene; ambos estaban poseídos por una pasión que hasta ahora no habían experimentado, para cuando Sofía volvió en sí, ya estaban en su habitación, ella estaba ya desnuda, y su hijo le estaba mamando el seno derecho, mientras con una mano le apretaba una nalga y con la otra le acariciaba su vagina intentando meterle un dedo, ella entendió que esto era real y se entregó por completo a su hijo, sin decir nada, mientras el joven ya la había recostado en la cama abriéndole las piernas y sumiendo su boca en la vagina de su enamorada madre, la cual recibió esas caricias con amor y nervios, pues nunca había experimentado algo como esto, el joven inexperto se recreó tanto como pudo en la vagina de su madre, lamiendo su clítoris hasta que escucho un aullido de placer, lo  que le indicó que su madre había llegado al orgasmo gracias a sus caricias; el virgen muchacho se sintió un poco más confiado al saber que había logrado darle placer a su madre y subió a su encuentro la cual le recibió con un “te amo” y un beso.

Fernando respondió con un “te amaré por siempre” y se decidió a poseer a su amada madre, la cual solo tomó su pene y lo insertó delicadamente en su vagina, los dos eran uno solo y la pasión que sentían los sumió en una ronda de salvaje penetración, la cual terminó en una abundante eyaculación del joven dentro de su madre, la cual la recibió agradecida como si fuera un valioso obsequio de su amante, el cual se disculpó por la rapidez con la que había terminado; sin embargo, al percibir que el pene de su hijo seguía en pie de lucha la madre se limitó a besarlo, y a ponerlo de espaladas en la cama para posarse sobre él y volver a penetrarse con el ansiado miembro de su hijo, los movimientos de cadera de la madre volvían loco al joven el cual  ahora, después de una primera eyaculación resistía mucho más, la mujer vuelta loca por el placer que le estaba propiciando su muchacho se entregó a jadeos y gemidos de placer que despertaron en Fernando una lujuria tal que se incorporó para poder sobar toda la espalda de su hembra, desde los hombros hasta las nalgas, mientras Sofía tomaba la cabeza de su hijo para darle un seno para que lo mordiera y lo mamara mientras ella se movía como una amazona cabalgando un potro salvaje en una fiera batalla.

Ambos, madre e hijo, terminaron bañados en sudor, sin poder respirar y sumidos en un orgasmo simultaneo el cual los desmayó, envueltos en la hermosa esperanza del futuro brillante que les esperaba en esta nueva vida que acababan de comenzar.