El amor es extraño

Me cogi a mi tia pero cometi el error de enamorarme de ella.

El amor es extraño.

Antes de comenzar debo advertirte algo, si lo que tú buscas son historias de hombres con penes enormes, jovencitas lujuriosas con senos gigantes u hombres que tienen sexo durante horas y horas, déjame decirte que te equivocaste de relato.

Esta es mi historia, solo eso, mi historia.

Cuando cumplí 22 años, sucedió esto. Lo recuerdo todo, pero en especial a ella. Fue en la fiesta de cumpleaños de mi hermana que la vi por primera vez. Yo iba acompañado de mi novia Ana la cual nunca me soltó la mano durante el evento. Mi hermana era lo que yo no podía ser, alguien completamente sociable, pero ella tampoco podía ser lo que yo era, un joven con excelente rendimiento escolar. Éramos lo opuesto y eso se reflejaba en la fiesta, estaba llena de amigos de ella, cuando fue mi cumpleaños ese mismo año no acudieron ni la mitad de los que estuvieron esta noche.

Mi novia Ana era bonita, para mí lo era, tenia baja estatura y era de piel morena, su cuerpo aun no se desarrollaba muy bien pero tampoco era algo de lo que me quejara. Lo único que me molestaba de nuestro noviazgo eran dos cosas: La primera era que mi madre nunca dio el consentimiento para nuestra relación, veras, toda mi familia es de piel blanca y mi mamá siempre ha sido algo racista, así que cuando vio a Ana casi le da el infarto, si bien no la trata mal, se portaba muy indiferente y en ocasiones la ignora por completo, mi enamorada lo notaba y por eso no suele venir mucho a mi casa. Lo segundo que me molestaba era que sexualmente ni ella ni yo éramos muy expertos, agrégale a esto que ella estaba obsesionada un poco con su fe católica y que yo no podía ver más allá de mi ingenuidad.

En la cama, solo habíamos cogido dos veces, ambas de misionero, siendo honesto no fueron experiencias muy agradables, para nada era lo que yo y ella habíamos imaginado. En una ocasión, estando solos en su casa le pedí que me la mamara, en un principio se mostro dudosa pero creo que fue el cariño que siente por mí lo que la motivo hacerlo. La mamada que me dio fue lo más alto que habíamos llegado como pareja sexualmente hablando.

Volvamos a la fiesta.

Entre toda esa multitud, mujeres guapas, regalos, cerveza y música, mi hermana Claudia viene a mí y me dice que mi mamá quiere verme en su cuarto, dice que ha llegado una persona que quiere presentarme. Yo sé que a Ana no le agradaba la idea de quedarse sola así que la deje con una amiga de mi hermana la cual había conocido en su misma universidad.

—Ve, pero no te tardes —me dijo.

Yo le dije que sería rápido, que volvería antes de que ella notara mi ausencia. Solo sonrió y se puso a platicar con la amiga de mi hermana.

La habitación de mamá se encuentra en la segunda planta, si bien no somos ricos por lo menos tenemos una casa grande y bien decorada. Mi mamá había preferido quedarse encerrada en su habitación para no entrometerse con la fiesta o quizás no tenía ganas de ver a jóvenes borrachos diciendo pendejadas.

Al llegar a la puerta de su habitación la toco dos veces, solo alcanzo a escuchar que puedo entrar. Y lo hago, entre a la recamara de mi madre sin saber que o quien estaría allí.

En ese lugar estaba ella, Jazmín. Ese era su nombre.

—Ven, quiero que conozcas a mi prima —me dice mamá.

Me presenta ante Jazmín y su esposo, ninguno de los dos pasa de los treinta años. Pero eso no fue en lo que me fije, lo que no pude dejar de ver fue el excelente cuerpo que tenía mi tía. Era alta, cabello lacio y pintado de rojo como la sangre, tenía esa piel blanca que al tocarla suavemente se pone roja, su boca era pequeña e igual de roja que su cabello por el labial, sus senos eran firmes y bien redondeados y sus piernas eran torneadas.

Para mí, era la mujer perfecta. En verdad lo era.

—Ella es Jazmín, es la prima más chica que tengo, es hija de tu tío Lázaro. ¿Nunca te hable de ella?

—No lo recuerdo —la saludo de manos a ella y a su marido—, mucho gusto.

—El es mi hijo más pequeño prima. Ya está hecho un hombre.

—Si, ya está grande y muy guapo —respondió mi tía.

Yo solo me puse rojo y avergonzado.

Si bien es cierto que no soy feo, tampoco creo que sea guapo (claro, esto desde mi perspectiva). Pero Jazmín, ella era lo opuesto, sus facciones finas en el rostro la hacían ver como una niña, una joven inocente, pero, de inocente no tenía nada, ya sabrás porque. Por unos minutos, estuvimos hablando de cosas triviales, le conté como me iba en la escuela y de cómo era mi vida prácticamente, le conté de Ana y de lo mucho que la quería. Entonces, ella empieza a hablar, me cuenta que solo tiene tres meses de casada y que ha venido México a pasar unos meses ya que su esposo ha sido enviado aquí por su empresa.

En realidad me sentí poco atraído por la plática, ni Jazmín ni su esposo tenían algo de especial, todo lo contrario, me pareció que sus vidas eran de lo más monótonas y aburridas, pero créeme que estaba completamente equivocado.

Me acorde de Ana, ya casi había pasado media hora y tenía que volver con ella, me despedí de mi tía y su esposo, pero ellos me dijeron:

—Aun no nos vamos, nos quedaremos a la fiesta de tu hermana, con toda esta gente y el buen ambiente que hay decidimos quedarnos y pasar la noche aquí.

—Perfecto — les dije— los veo abajo entonces.

Al salir de aquella habitación, solo pude pensar en una sola cosa: como me gustaría cogerme a mi tía, pero, yo sabía que eso nunca pasaría. Con solo tocarle la mano me había calentado tanto que  me daban ganas de tirármela frente a su esposo, de chuparle los senos y lamerle la panocha.

Regresemos a la realidad.

Mi novia me esperaba abajo, se veía molesta, muy molesta.

—Ya me tengo que ir, llévame a la casa —dijo Ana.

—Ok, vamos por el carro —conteste.

Salimos juntos de la casa y entramos al coche, lo encendí y nos marchamos, tome un supuesto atajo con el cual llegaría más rápido. Yo quería llegar pronto a casa de Ana por una simple razón: quería regresar para así poder ver más a mi tía.

Note, que mientras conducía, Ana no dejaba de verme, lo hacía atentamente, casi de manera obsesiva. Ella me pregunta:

—¿Ya no te gusto?

Me sorprendí.

—Claro que si, ¿por qué lo preguntas?

—Antes me besabas mucho, tratabas de convencerme de que lo hiciéramos, antes me abrazabas y me tocabas, ahora ni siquiera eso.

—Ana, claro que me gustas, es solo que ahora te veo de otra forma, he estado pensando mucho las cosas, quiero casarme contigo, quiero formar una familia. No solo quiero coger, también quiero amarte, a mi manera pero créeme que lo hago, tal vez no sea el hombre más expresivo del mundo pero créeme que te quiero.

Mentiroso. Todo era una mentira. Mis sentimientos hacia Ana eran confusos, siendo honesto no le veía mucho futuro a nuestro noviazgo.

—¿De verdad piensas eso?

—Si, de verdad lo pienso.

Se acerca a mi asiento y me abraza, por unos segundos solo hay silencio por parte de ambos. Este duro poco, comenzó a besarme el cuello y la mejilla. La verdad nada de eso me excitaba, ni siquiera sabía hacer eso bien.

—Tengo sed.

—Atrás creo que viene una botella con agua, búscala.

—No quiero.

—Entonces, ¿qué quieres?

—Quiero tu leche.

Es aquí que ella baja la cabeza y me abre el cierre, saca mi pene que estaba semi erecto y comienza a besarlo, baja el cuero de mi pene y la cabeza de este queda completamente fuera, lo empieza a lamer como si se tratara de una paleta, no fue hasta que me lo dejo lleno de babas que empezó succionarlo y metérselo por completo a la boca, bajaba y subía su cabeza a un ritmo lento que hizo ponerse completamente erecto a mi pene.

Por unos segundos se separa de mi pene y solo expresa:

—Que rico sabes mi amor.

No te puedo mentir, en menos de un minuto yo ya había eyaculado en su boca y ella se lo había tragado completamente.

Levanta su cabeza y me dice:

—Ya no tengo sed.

Guarda mi pene en su lugar y sube el cierre.

Ana sabía dar mamadas, pero había algo que no me dejaba completamente satisfecho, era buena mamando más no excelente. Yo sabía que lo hacía solo para complacerme a mí y no porque a ella le agradara, claro que me sentía agradecido por sus intentos de mantener nuestro noviazgo, pero, si ella creía que chupándomela y tragándose mi semen seguiríamos juntos de por vida… Estaba muy equivocada.

Durante este acto de sexo oral, me imagine que era mi tía la que me la mamaba y no mi novia, me deje llevar por los sueños y delirios, el solo pensar que era la prima de mamá la que se tragaba mis mecos me hacía sentir realmente caliente. Era una fantasía claro, una fantasía que tal vez nunca se cumpla, aun así, fantasear no tiene nada de malo.

La deje en su casa, se despidió de mí con un beso y me dice adiós. Yo me marcho rápidamente a mi casa, incluso a una gran velocidad, no quiero llegar y que mi tía se haya ido. No puedo perder la oportunidad de tan siquiera verla, guardar su imagen en mi memoria y fantasear con dicha imagen.

Finalmente, llegue a casa. Solo me tomo quince minutos. Entre por la puerta principal y lo primero que hice fue buscar a Jazmín, caminando entre los pasillos podía escuchar a algunos amigos de mi hermana hablar de una mujer.

—Esa vieja ha de tener la panocha rosita.

—Si la verdad que si, tiene las tetas como me gustan.

—Yo me fije más en su culito, tiene unas nalgotas.

Yo no sabía de quien hablaban, pensé que era alguna amiga de mi hermana.

—Estoy seguro que Mario se lo coge hoy, ya anda tras ella.

—Si, lo más probable es que le rompa la panocha que trae a vergazos.

Conocía a ese tal Mario, estudiaba medicina y conoció a mi hermana en una reunión de amigos. Era un rubio de ojos verdes el cual traía locas a muchas chavas, era perfecto, el estereotipo de la belleza en un hombre, casi, casi era un adonis.

Seguía caminando mientras buscaba a mi tía pero no la encontraba, entonces, llegue al patio trasero el cual estaba casi lleno de amigos de mi hermana, ni podía caminar.

Fue ahí que la vi, a Jazmín, alejada de casi todos, estaba acompañada pero no por su esposo, en realidad era Mario quien la acompañaba, se encontraba justo detrás de ella.

Camine más y más, llegue hasta un punto donde podía verla bien a ella y a Mario. Entonces me quede sorprendido, no podía creer lo que veía. El pendejo de Mario le estaba arrimando su pene a mi tía en las nalgas y Jazmín no hacía nada, solo estaba callada, solo bebía su cerveza, cada trago era una arrimada del pene de Mario a las nalgas de ella, después comenzó a moverse de arriba hacia abajo y ambos solo sonreían. Cuando Mario se dio cuenta que ella estaba a su completa disposición puso su mano en uno de los senos de ella, fue solo una manoseada pero estoy seguro que el baboso la disfruto y por la sonrisa de mi familiar también.

Envidia.

Envidia.

Envidia.

¿Dónde está mi tío? Me pregunte. ¿Por qué no está con ella?  Los dos siguieron haciendo ese juego durante unos minutos, lo hacían disimuladamente mientras no los veía nadie. Vi, que ahora mi tía era la jugaba con él, entre risas de ambos, Jazmín pasa una de sus manos hacia atrás y comienza a sobarle el pene suavemente a Mario.

Solo se ríen, lo hacen pícaramente.

El tipo este acerca su boca al oído de mi pariente, le dice algo, creo que es una pregunta, una propuesta, de nuevo ella sonríe y le contesta con lo que parece ser un sí.

Nadie se dio cuenta, con toda esa música electrónica a todo volumen, las luces parpadeantes y la convivencia entre todos que mi tía y Mario salieron caminando apresuradamente hacia un costado de la casa el cual estaba escasamente iluminado pero podías ver un poco.

En ese lugar, empezaron a besarse, el tipo le agarraba las nalgas por encime de la falda, ponía cada una en una nalga y luego se las abría para que su culo estuviera descubierto bajo la falda.

No me conforme verlos desde donde estaba, observe que detrás de donde se encontraban había una ventana enorme de la cual se podía ver perfectamente. No tarde mucho en abrirme paso y entrar a la casa, quería verlo todo, quería ver como se culeaban a mi tía y esta se dejaba.

Era morbo, puro morbo.

Volví a caminar entre esos pasillos iluminados por pequeñas luces, llegue hasta al cuarto donde se encontraba dicha ventana, era un lugar donde solíamos guardar todo aquello que no necesitábamos, estando dentro apague la luz del lugar, me acerque lentamente a la ventana, antes de esto le puse seguro a la puerta. Desde aquí si se podía ver todo muy bien.

Parado frente a la ventana pude ver lo que tanto quería, mi tía estaba de rodillas dándole una tremenda mamada a la verga de Mario, este solo hacia gemidos pequeños y ponía una tremenda cara de placer.

Mi tía Jazmín si sabía mi mamar.

Era tan buena haciendo el sexo oral que ni siquiera ocupaba sus manos, con la pura boca buscaba al pene y se lo metía hasta el fondo de su garganta. Se aparto de la verga y volteo a ver al pendejo, al mirarlo le sonríe, él también sonríe.

−−¿Te gusta verdad putita?

Le contesta que si con la cabeza.

—Síguele pues.

Entonces, muy obediente, mi tía, con sus manos, le baja los pantalones y el interior a este joven casi diez años menor que ella. Se lleva las manos a la espalda como si estuviera atada y con su boca empieza buscar los huevos peludos de su amante. Se mete a la boca un huevo y comienza a chuparlo de manera ruda y fuerte, parecía que el huevo se le iba a despegar a Mario.

—Tranquila cabrona, con cariño.

Se saca el huevo de la boca y le dice:

—Pensé que eras un hombre.

Silencio.

—Sigue mamando pues.

Ahora le toca al otro huevo, a este primero lo lame, luego lo introduce en su boca y comienza a estirarlo hasta que se le sale de lo boca, ¡glup! Se escuchaba cuando hacia eso. Mientras le chupaba los huevos pude ver como por fin se le paraba por completo al amigo de mi hermana. No era un miembro enorme, lo tenía casi igual que yo, no pasaba de los trece centímetros, de eso estoy seguro.

Mario estaba en el cielo, podía notarlo por su cara.

─AHHHHHHHH. Qué bien lo mamas, chiquita.

Cuando la prima de mi madre vio el pene erecto, entonces siguió con este, lo lamio como si fuera un helado, pasa su lengua por esa verga venosa y peluda como lo más natural del mundo, como si tuviera años haciéndolo (de eso estoy seguro, esto no lo traes de nacimiento, se aprende, afortunado aquel con el que lo práctico). Después de un minuto de lamer se levanto un poco, lo hizo para que el pene apuntara directamente hacia su boca. Cuando hizo esto, abrió sus labios y comenzó a chuparlo, pero no lo chupaba como cualquier otra mujer, lo hacía como una experta. Sus movimientos empezaron siendo suaves pero luego aumentaba su velocidad, las primeras veces que hacia esto, su boca llegaba hasta la mitad del pene de Mario. Al notarlo, se retira y le dice al baboso lo siguiente:

—Empújame.

— ¿La quieres sentir hasta el fondo verdad pendeja?

—Si, es lo que quiero.

De nuevo se mete a la boca el pene, llega hasta la mitad que es hasta donde puede por si sola y es aquí que entran las manos de su compañero sexual, este pone su mano derecha en la parte trasera de la cabeza y con un movimiento brusco la empuja hacia él. Ahora sí, la verga le entra hasta el fondo, se la comió toda, entera.

Aquí comienza el juego.

Cuando mi tía sentía que se ahogaba, Mario la dejaba hacerse para atrás, esto lo hacía para que pudiera respirar un poco pero creo que el principal motivo era para tomar impulso y volver a empujarla hacia él con más fuerza. Jazmín solo hacia los típicos ruidos cuando alguien se está ahogando, de la boca de esta se le escapaban varios chorros de saliva los cuales caían al suelo.

—Ah que rico —decía él—. Nadie me la ha mamado como tú.

Mi tía solo hablaba en vocales, ninguna palabra podía salirle con la verga en la boca.

Ahora, el joven decide sacar provecho y toma mi familiar con sus dos manos de la cabeza, la toma de los lados, la pone firmemente y el comienza hacer los movimientos para penetrarla, ella se quedaba quietesita, sin decir nada, prácticamente él se la estaba cogiendo por la boca.

Estuvo así unos tres minutos.

—Ah puta madre, esa boquita que tienes me vuelve loco.

“Glup”, “guuuua”, “ahhhgggg” y “gluuu”, eran los sonidos que emanaba la mujer. En el momento menos esperado por ella, Mario se vino en su boca y mi tía se trago los mecos de este, pude escuchar el sonido de cuando hizo esto.

—Trágatelos todos Jazmín, todos, como buena puta. AHHHHHHHHHHHHH, chiquita.

Se saca la verga de su boca y observo que esta sale completamente brillosa de saliva, ninguna parte falto de cubrirse con los líquidos de la boca.

—Ahora viene lo bueno, levántate puta, te voy a culear.

Antes de ponerse de pie mi tía se limpio las babas que escurrían por su boca con su mano izquierda. Se levanto y se dio cuenta que la verga de su compañero ya no estaba parada. Su deber era hacer que se le parara y estuviera erecta por completo. Tomo el pene con una mano y empezó a jalársela. Mario por su parte no pudo resistirse y le levanto la blusa y le bajo el brasier, frente a él quedaron dos preciosos senos con pezones de color rosa.

Los comenzó a tocar lentamente, lo hacía con movimientos circulares, giraba y giraba esos pezones como si fuera los últimos que fuera a tocar en su vida, pero eso no le basto, comenzó a besar a la mujer, pero no eran besos tiernos o románticos, eran besos lujuriosos, se pasaban la lengua y saliva como poseídos. Simultáneamente hacían tres cosas, mi tía le sobaba las bolas, Mario le tocaba los senos y por último se besaban. Los sonidos de los besos y el lengüeteó me excitaron por completo, yo ya tenía el pene completamente parado, me sentía más caliente que ellos tal vez.

Por fin la verga de él se puso dura y parada, al notar esto, mi tía se agacho y se la mamo por última vez, de nuevo esa verga estaba llena de saliva y lista para culearsela. Ella se sube la falda y toma el calzón negro que trae, se lo baja hasta sus pies y luego lo retira con sus manos.

Mario la toma de la cintura y la eleva hasta su pecho, las piernas de Jazmín lo rodean y se aferra a él con sus brazos sobre la nuca. De nuevo se besan y se pasan más saliva aun. Cuando terminan, él acomoda la punta de su verga en la vagina de ella, lentamente la deja ir cayendo.

—Ahhhhh.

—¿Te encanta que te la metan verdad?

—Me fascina. Muévete por favor.

Le hace caso, él comienza a moverse de manera lenta pero al pasar el tiempo sus penetraciones se hacen cada más fuertes y rápidas.

—Ahhhh tienes la panocha de una chavita.

—Lo sé, siento tan rico cuando me la meten.

—La tienes bien rica mami, ¿cuántos te han culeado?

Las embestidas seguían y seguían.

—Muchos, me encanta que me coger.

—Y a mí me encanta metértela hasta el fondo.

—Ay sí, que rico, métemela hasta el fondo.

Lo hicieron así unos dos minutos, pude ver que lo disfrutaron al máximo, solo podía escuchar los “AHHH” de mi tía y las majaderías de Mario, no dejaba de decir “puta”, “panocha”,  “pendeja”, “tetas” y “mecos”. Era como si solo esas palabras se supieran de memoria y no puedo entender cómo es que esa mujer que era mi tía y tenía pinta de inocente dejara que le dijera eso.

—Métemelo todo, métemelo todo —decía ella.

Él le hacía caso pero, el tenía otros planes, saco su verga de la panocha de mi tía y salió aun más brillosa que antes.

—¿Quieres cambiar de posición? —pregunto mi tía.

—Si, te quiero dar por detrás.

Mi pariente, obedientemente se acerco a la pared, inclino su pecho un poco hacia adelante y se levanto la falda, abrió las piernas y levanto el culo de manera espectacular. Quedo perfectamente en posición para que se la culeara y eso era algo que estaba dispuesto a hacer. Se paro por detrás de ella y miro detenidamente esas nalgas blancas, acomodo su pene en la entrada de la vagina y de una se la metió hasta el fondo.

—AHHHHH—exclamo mi tía.

—Para que te haces si te gusta.

—La verdad si, me encanta.

Con la verga hasta el fondo de su vagina, Mario le da dos nalgadas. Los glúteos de ella quedan rojos con los golpes.

—Qué bonito trasero tienes, nunca había visto uno tan blanco, tu culito se ve chiquito y rosita. ¿Lo hacemos por ahí después?

—Ya veremos, por lo mientras síguele.

Aquí comienzan, solo podía ver como ese hombre le daba de embestidas a mi familiar y esta se dejaba como toda una puta. ¿Qué pensara mi mamá y su esposo si la vieran? Esa carita de inocencia no es más que una fachada.

Se podía ver como las nalgas de Jazmín rebotaban en la parte baja del estomago de él, se hacia un sonido como si se tratara de nalgadas y más nalgadas.

—Ahhhhg, ahhhhh, que rico—decía.

—Que putita eres, me encantan las putas como tú.

—Ahhhhh, ahhhh.

—¿Te gusta mi verga?

Silencio.

—Te pregunte si te gusta mi verga.

—Si, me gusta, me gusta un chingo.

Las embestidas seguían y seguían. Parecían animales en lugar de seres humanos.

—Puta madre, tienes la panocha apretadita.

—Ahhhh, muchos… agggg… me lo han dicho.

—Siento que te estoy partiendo.

—Lo estás haciendo, ahhh me estás partiendo en dos.

—¿Tu marido te coge así?

—No, claro que no, sigue.

No sé conformo con meterle la verga una y otra vez, ahora, soltó las caderas de ella y comenzó a masajearle las tetas de lado a lado.

—Que chingón se siente—dijo mi tía—Tenía ganas de coger con alguien como tú.

—Y yo tenía ganas de echarme una pendeja como tú.

En lugar de sentirse ofendida, parecía que le gustaba que le dijeran todas esas cosas. Es como si la excitara o la hiciera sentir un cierto morbo.

—Ahhh, ya estoy por venirme, me voy a salir.

—¡NO! No seas maricón y vente adentro.

—Te voy a embarazar.

—No, no lo harás, vente adentro, quiero sentir tu leche.

—Te gusta que te llenen de mecos calientes ¿verdad?

Silencio de nuevo.

—¿Verdad?

—Si, vente adentro.

Ahora, aceleran el ritmo, ya no solo es Mario quien da las embestidas, también es ella la que se mueve, solita se está culeando.

—Ahhhhh, ya te voy a saltar los mecos.

Mi tía abre más aun las piernas y se prepara para recibir la leche.

—Ahhhh —dice él.

Entonces se viene, lo hace adentro de ella, descarga sus chorros y chorros adentro de ella, mi tía solo se queda inmóvil recibiendo esa leche dentro de ella.

—¿Está calientita?

—Si, está tibia.

Mario se separa de ella y ahora le veo la panocha, los labios de su vagina se ven rosas y suaves.

Ambos quedan completamente sudados y cansados, no cogieron durante horas pero la intensidad con la que lo hicieron se noto. El solo quería cogérsela y ella quería que se la cogiera, fue un trato justo.

Viene algo que no me lo esperaba, mi tía hace fuerzas y comienza a expulsar los mecos de su amante, se le salen chorros y chorros de líquido blanco, en el suelo quedan gotas de mecos los cuales han salido de su panocha. Por lo que veo, la descarga de él fue grande pues a mi tía le sigue saliendo semen.

Ella se limpia los restos de semen que le quedan en la pepa con su mano y luego talla está en la pared la cual se queda un poco embarrada después se para normalmente.

—¿Te gusto? —pregunta la prima de mi madre.

—Sí, estas riquísima cabrona.

Mario reacciona luego del acto de rechazo.

—Lo sé, no ocupo que me lo digas.

—¿Podemos repetirlo?

—No, esto es solo una vez. Sigue con tu vida normal y yo con la mía. No me busques, no te voy a hacer caso y ni me convencerás de volver a coger. Así que olvídate de mí y búscate a alguien con quien coger.

—Pero…

—Pero nada, ya te dije, ya no me interesas. Ya obtuve lo que quería.

—¿No te gustaría que te culeara más?

—No, ya no, te lo voy a decir por las buenas, no le sigas o si no atente a las consecuencias.

—¿Cuáles consecuencias?

—Puedo ir y decirles a todo el mundo que me violaste. ¿Quieres eso?

Se quedo pensativo, hasta yo lo haría.

—No, no quiero.

—Perfecto, porque yo tampoco quiero hacerlo pero si me obligas lo hare. Búscate una novia y hazle lo mismo que me hiciste, estoy segura que le gustara.

Se acomodo la ropa y quedo lista para marcharse.

—Nos vemos, que pases buenas noches.

Se marcha y nunca ve hacia atrás. Por su parte, Mario no puede creer lo que ha vivido, paso del placer al miedo, de la lujuria a la impotencia. Y así se quedo un rato, confundido me imagino, callado y serio, para su bien volvió a la fiesta antes de que su ausencia se hiciera evidente.

Yo no podía creer lo que vi. Y nunca lo olvidare.

Semanas después

Durante el paso del verano, no volví a ver a mi tía con los mismos ojos. Ahora sentía una extraña atracción hacia ella, lujuria pues. No tenía ningún sentimiento o lazo familiar hacia esa mujer, nada que me hiciera sentir respeto.

Era una puta, solo eso, una puta.

También, debo decir que sentía algo de celos, cuando la veía hablar y coquetear con otros hombres no dejaba de pensar en lo afortunados que eran ellos y yo no, ellos podían cogérsela, tenerla abierta de piernas y metérsela hasta el fondo. Yo deseaba eso.

Estoy seguro, que durante estas semanas ha dejado que se la cogan por lo menos unos seis hombres con los cuales la he visto coquetear. Esos son los que he contado y he visto, no sé cuantos serán los que no he podido observar.

Su esposo viajo a Estados Unidos por un imprevisto, solo pasara unos días.

Entonces, mi madre decide invitar a mi tía a quedarse en casa a dormir. Acepta pues dice que no le gusta estar sola. Se quedo en un cuarto junto al mío. Convivir con ella fue sencillo, era muy agradable y sociable, muy buena para platicar sobre todo, podrías hablar de lo que sea con ella sin temor a ser criticado o juzgado.

Constantemente me preguntaba por mi novia, me decía que en lugar de estar en casa viendo la tele o jugando en la computadora debería ir a buscarla y salir con ella, que platicara mucho de cualquier tema, que la escuchara, no importa si no podía ayudarla, lo que importaba era que la escuchara, que supiera que tenia alguien en quien apoyarse. Según Jazmín así demostraría mi interés por ella.

Mientras más pasaba tiempo con ella, mas me preguntaba por mi novia y cada vez subía el tono de dichas preguntas. Una ocasión me pregunto:

─¿Ya lo has hecho con ella?

Pensativo, pero luego respondí.

─Si.

Ahora ella era la pensativa.

─¿Les gusto?

─Si.

─¿Si?, que respuesta tan seca, te lo volveré a preguntar, ¿en verdad les gusto o lo disfrutaron?

¿Qué le respondía? No quería quedar como un pendejo ante ella.

─¿Te sientes incomodo si te pregunto esto?

─La verdad si.

─Muy bien, entonces ya no volveré a tocar este tema.

Y no lo hizo.

Cada oportunidad que tuve durante esos días, aproveche para observarla y admirar su cuerpo, ella si era una mujer, no una joven en desarrollo. No le faltaba nada, todo estaba donde debería de estar y en la forma que debería de tener.

Esa mujer pelirroja era la lujuria.

Por supuesto frente a mi madre y el resto de la familia ella se comportaba como cualquier otra mujer de buenos modales y de moral intachable. Jazmín era todo menos cualquier otra mujer.

Una tarde en que llovía, mi madre me mando a su habitación a entregarle un antiguo reloj de su madre para que lo viera. Fui al cuarto donde ella se hospedaba y encontré la puerta abierta.

─Tía ─le dije.

Volteo a verme con esos ojos que tanto me gustaban.

─Pásale, estoy viendo en internet recetas de cocina.

Camine hacia ella y le entregue el reloj.

─¿Es el reloj de mi mamá?

─Si, mi mamá lo encontré ahorita.

─Oh, bueno ─lo puso en el escritorio─, lo veo ahorita en cuanto termino de apuntar la receta.

─Ok ─respondí.

─Gracias.

Camine hacia la puerta y antes de salir me habla.

─Ismael ─ese es mi nombre.

─¿Qué?

─No me vuelvas a decir tía, no nos llevamos muchos años de diferencia, aunque sea prima de tu mamá piensa en mí como una prima tuya también. Me siento vieja cuando tú o tu hermana me dicen tía, si fueran niños con mucho gusto dejaría que lo hicieran pero casi somos de la misma edad, así que hazme el favor de llamarme por mi nombre.

─¿No sería una falta de respeto?

Ella se ríe, se ríe, se ríe y se ríe.

─¿Por qué hablas de respeto? ¿No crees que te contradices?

─¿Por qué? ─pregunte.

─¿La forma en que me miras es respetuosa? ¿Qué crees que no me doy cuenta que me miras de manera sexosa? ¿Por qué me miras el culo cuando estoy de espaldas?

Silencio, silencio, silencio.

─Respóndeme, anda, dime porque lo haces.

Nos vemos directamente a los ojos pero nada más.

─No te preocupes, “sobrinito”, yo me volteo de adrede para que me veas, así que en cierta forma es mas culpa mía que tuya. Pero, te quiero preguntar algo y no quiero que te quedes callado, quiero que actúes como hombre y respondas. ¿Lo harás?

─Si ─conteste con voz tímida.

─Te gustaría hacerlo conmigo, ¿verdad?

─¿Hacer qué? ─con voz aun más tímida.

─Cogerme.

No podía mover los labios, mi cuerpo se paralizo y me quede completamente mudo.

─No vas a responder, ¿cierto?

Ella noto que no y decidió terminar esta conversación.

─No tienes porque callarte conmigo, yo no te voy a criticar, no me voy a burlar o enojar, yo sé que te gusto, no puedes mentirme a mí en eso, y sé también, que a todos los amigos que has traído a tu casa en estos días, también les gusto. Ellos no me importan, pero tú si, no deberías de callarte lo que piensas, deberías de ser expresivo y no dejarte llevar por tus miedos. Nunca sabes lo que podrías obtener al expresar lo que sientes o piensas, créeme podrías conseguir lo que sea o a quien quieras, incluso a mí.

Otra vez, silencio.

─Ve a hacer lo que estabas haciendo, no te diré que no le digas a tu mamá esto que hablamos porque yo sé que no lo harás, así que se quedara entre nosotros.

Me marche como si fuera un niño regañado, me fui asombrado, excitado, contento pero a la vez con una sensación que no puedo explicar con palabras.

¿Esto es amor? ¿Deseo? ¿Lujuria? ¿Pecado?

No lo sé, pero… ¿Importa?

No volví a hablar con ella a solas durante un tiempo. Cada que la veía le sacaba la vuelta. Le tenía miedo, mujeres así hacen que me intimide. Ella me miraba y notaba esto, cada que comíamos en el comedor, cada que veíamos la televisión con mi hermana, cada que platicábamos entre familia ella volteaba a verme, no lo hacía como comúnmente lo haría, sabia de mi timidez y miedo y en cierta forma le provocaba gracia.

Su esposo marco por teléfono un sábado, le informo que tendría que estar fuera por más tiempo, por su respuesta no pude notar que en verdad le importara estar alejada de él. ¿En verdad lo quería? ¿En verdad eran marido y mujer?

Al final solo escuche un simple:

─Te amo.

Pero no lo dijo con sentimiento, no, lo dijo de la manera más inexpresiva y fría que te puedas imaginar.

Entonces, una mañana me encuentra en la cocina buscando que desayunar.

─¿Por qué no me hablas?

─Si te hablo.

─Pero para cosas sin chiste. ¿Te molesto lo que te dije la otra vez?

─No.

─Yo creo que si.

─No, es la verdad.

─Te puedo preguntar algo entonces.

─¿Qué?

─¿Nunca te has cogido a una mujer mayor que tú?

Mudo, así me quede por unos segundos.

─Nunca has dejado que una mujer de mi edad llegue y te toque así.

Se para detrás de mí y me abrazo, su boca la pone junto a mi oído y comienza a tocar mi pecho.

─¿Nunca le has dejado el culito rojo a una mujer? ¿No te gusta sentir como tus huevos rebotan en las nalgas de alguien más? ¿Nunca te la ha mamado una puta?

Silencio.

─Respóndeme sobrinito.

─No.

─Yo puedo tan buena como una puta. Yo te la puedo mamar tan bien hasta sacarte la última gota de mecos. Te puedo sacar varios chorros créeme. Puedo dejar que tus huevos reboten en mis nalgas hasta que tu verga me deje el culo rojo. Puedo hacer eso y mucho más, puedo ser tan puta como yo quiera o como tú quieras sobrino. Pero eso es depende más de ti, no me gusta tomar la iniciativa, a las mujeres les gusta que los hombres hagan eso, así que deja de ser un niño y trata de convencerme de que coga contigo.

Retira sus manos de mí y se aleja unos cuantos pasos.

─¿Por qué quieres eso?

─¿Qué quiero?

─Coger conmigo.

─Llámalo morbo, pero nunca lo he hecho con un familiar, cuando te vi a ti no te imaginas las ganas que me dieron de coger contigo. No te tardes mucho, puedo cambiar de parecer. No te vas a arrepentir, soy muy buena cogiendo, muy buena, no miento.

─Lo sé.

─Vi lo que hiciste en la fiesta de mi hermana, lo vi todo.

─¿Te gusto lo que viste? ¿Sentiste envidia de tu amigo?

─Si, lo hice.

─Pues cambia los papeles, ahora sé tú quien hace esas cosas, no te conformes con solo verlo.

Camina en dirección hacia la sala y me deja ahí solo en la cocina, con un y mil ideas en la cabeza, mi mente es un lio. Debo admitir que me puso de lo más caliente su conversación y caricias.

Ana y yo cogimos esa noche, nada en especial, todo normal y aburrido como siempre. Ella dice que disfruta mucho hacerlo conmigo, pero yo no, mientras lo hacía me imaginaba a mi tía, me imaginaba que la piel morena de mi novia en realidad era tan blanca como la de ella, me imaginaba que la panocha de Ana en vez de tener esos labios morenos, los tenia rosas como los de Jazmín.

Eso era solo mi imaginación.

─Ana, quiero pedirte algo.

─¿Qué?

Se muestra seria. Está desnuda ante mí con sus pequeñas tetas a la vista. Ella espera mi pregunta.

─¿Podríamos hacerlo por el culo?

─No Ismael, eso no.

─¿Por qué no?

─Porque no, no soy una maniaca pervertida. Ahí si no, no estoy dispuesta hacer eso, además…

─Además ¿Qué?

─No me estabas cogiendo a mí ¿verdad? Estabas pensando en alguien más.

─¿Por qué piensas eso?

─Te conozco muy bien… nunca me la habías metido tan fuerte, me dolió, pero no dije nada, ¿así es como quieres cogerme o así es como quieres cogerte a otra mujer?

─No pienses así.

Sus ojos se pusieron llorosos, podía ver una cierta molestia, se sentía ofendida y usada.

─No soy tu puta. No soy un agujero al cual tienes que llenarlo de mecos.

Muy molesta se pone de pie y se viste, me pide que la lleve a su casa. Durante el camino, no dijo una sola palabra, ni siquiera hizo un ruido con su boca. Al llegar a su casa me estacione y ella se bajo, cerró la puerta y entro a su casa. Ni siquiera me dijo adiós.

No puedo continuar así, tengo que matar estas ganas de estar con mi tía. Lo había decidido, este fin de semana me iba a coger a mi tía.

El viernes en la noche, mi madre invito a algunos amigos a cenar, eran conocidos de mi padre (él se encontraba de viaje), no tenían ninguna relación con Jazmín. A diferencia de otras ocasiones, esta vez no se mostro coqueta o muy sonriente con los hombres.

Vestía de forma casual, traía un pantalón de mezclilla muy ajustado que dejaba ver a su trasero de manera perfecta, era el mejor culo que te podías imaginar. Su blusa roja combinaba con el color de su cabello, sus senos firmes resaltaban de una manera que no podías quitarle la vista de encima.

Era suficiente, era tiempo de actuar, de cogérmela, de hacer lo que tanto deseaba.

Se puso de pie, saco su celular, con él en la mano se fue a la sala. La seguí, y ahí estaba ella, dándome la espalda, mostrándome su trasero. Ella escribía un mensaje en su celular, me acerque y finalmente hice lo que tenia y quería hacer.

Con mi dedo índice apuntando hacia su trasero, me acerque, me puse a un solo paso de ella y pase mi dedo desde su cintura hasta su entrepierna, le pase el dedo justo por entremedio de las nalgas, roce su culo con este, luego subí mi dedo y lo volví a pasar por donde mismo, ella voltea y me sonríe. No ocupaba mirar hacia atrás, ella sabía que era yo.

─¿Por qué mi culo?

─¿No te gusta?

─Es de mala educación responder una pregunta con otra pregunta. ¿Por qué mi culo?

─Porque si.

─¿Te gusta mucho mi culo?

─Si, sino no estaría haciendo esto.

─Eres un pervertido entonces… ¿Te gusta esto?

Da un paso hacia atrás y su culo se repega a mi verga completamente erecta. Mi pene se encuentra justo entre esas dos nalgas.

─Sabes que me gusta mucho esto, sentir la verga de alguien rozándome el culo.

Empieza con unos movimientos suaves hacia arriba y hacia abajo.

─¿Te gusta sobrinito? ¿Te gusta lo que sientes?

─Si, me gusta.

─A mi también, sobrinito.

Sentía como sus nalgas bajaban por mi pene rozándomelo de una forma que me volvía loco.

─Sobrinito.

─¿Si?

─Ahhhh.

─Hahahahaha, te gusta, ¿verdad?

─Si, me gusta mucho como te mueves.

─Agárrame de la cintura.

Puse mis manos sobre sus caderas, ella se inclino un poco de la cintura para arriba hacia adelante.

─Muévete tú ahora, sobrino.

Con la cintura de Jazmín en mis manos, comencé a moverme rozándole el culo con mi verga. Lo hacía de arriba hacia abajo, luego de adelante hacia atrás, sentía como esas dos nalgas apretaban mi pito.

─No te imaginas cuanto me gusta, me encanta esto, pero más viniendo de ti.

─¿De mí?

─Si, de ti, ahhh, ¿no te excita más hacer esto conmigo que con Ana?

─Si.

Ambos empezamos gemir, los ahhh y ohhh, no dejaban de escucharse en voz baja para que nadie nos escuchara.

─Ayyyyyy, que rico ¿Sabes porque te gusta más?

─Estás más buena, ahhhhhh, que bien se siente.

─No, no es por eso.

─¿Entonces?

Ahhhh dijimos los dos cuando roce mi pene en su culo de arriba abajo.

─Porque estamos haciendo algo incorrecto, ¿sabes lo que es el incesto?

─Si, lo he escuchado.

Los dos gemiamos en voz baja.

─Que rico ─dijo Jazmín─ ayyyyyy, ahhhhhh, síguele, síguele y no respondo.

─Tienes un culazo.

─Lo sé, no ocupas decírmelo.

─¿Eres egocéntrica?

─No…. Ahhhhhhh, no mames, que padre se siente… pero sé lo que tengo, y lo que tengo es un culo muy rico.

─Si, eso si.

Ahhhh, ohhhh. “Que rico”, decía ella, yo no paraba de moverme, con sus manos apretaba sus nalgas hacia el centro para apretar más mi verga.

─El incesto sobrinito, es pecado para muchos. ¿No te importa?

─No sé, no pienso en eso ahorita. ¿A ti?

─Me vale madre los pecados, lo único que me importa es sentirme bien, créeme sobrino, lo estoy disfrutando mucho, me gusta mucho hacer lo que los demás me dicen que no haga. Que ellos no se atrevan es muy problema.

─Ohhhhhhh, que bien me rozas la verga…

─Y a mí me encanta sentirla… ahhhhhh… síguele, muévete un poquito más.

Lo hago.

─Que bien te mueves… ayyyyy…. Ahhhh, me gustaría sentirla adentro.

─A mi también…. Ohhhhh, se me va a reventar la verga… ahhhh.

─Pues que no se reviente sobrino, ¿sino que me vas a meter? Ayyyy, que padre la verdad, me estás haciendo sentir muy bien… me has puesto bien caliente… ahhhhh.

─Jazmín, ya se me va a salir la leche.

─No te saques la verga, vete al baño y tira los mecos ahí.

Se separa y dejo de sentir su culo.

─Vete a la una a mi cuarto, ahí te espero. Pobre de ti que no vayas.

─Claro que iré.

Se fue a la otra habitación y se unió a la reunión. Yo me fui directo al baño, me saque la verga y empecé a jalármela, no tuve que hacerlo mucho, cuando menos pensé, comenzó a salirme la leche. Con ella no fue como con Ana, no me salieron dos chorros como es costumbre, se me salieron seis, se me escurrió un poco por la mano y pude sentir que estaba más caliente que de costumbre, nunca mis mecos habían salido así de calientes.

Guarde mi pene, me lave las manos y presione la palanca, vi como todos esos chorros de semen se iban por la tubería.

Volví a la reunión y créeme, no pude dejar de ver a Jazmín, cuando ella me miraba solo sonreía de la manera más picara y coqueta que te puedas imaginar. En una de esas ocasiones que me observo no solo me miro, me tiro un pequeño beso. En la cena, tomo un poco  de mermelada del pastel que se sirvió con su dedo índice, se lo llevo a la boca y lo lamio como si estuviera lamiéndole la verga a alguien.

Era una calienta vergas, eso es lo que era Jazmín y sabia hacerlo muy bien.

A las once y media comenzaron a retirarse los invitados, yo deseaba que ya fuera la una, quería estar en su cuarto con ella mamandole la panocha.

Cuarenta minutos después, todos se acostaron a dormir en mi casa. Cuando eran las doce y media yo no podía más, ya no aguantaba mi verga, pensé que se me iba a reventar, me la saque un poco y jale la piel hacia abajo, la cabeza estaba más roja que nunca, no la había visto así jamás en mi vida.

Ya no podía, tenía que ir y cogérmela.

Salí al pasillo y camine lentamente, trataba de no hacer ruido, y no lo hice. Llegue hasta la puerta de su recamara y la abrí lentamente.

Ahí estaba ella, vestida con esa blusa roja, no traía brasier, sus pezones se notaban por encima de esta, eran redondos pero pequeños. No tria pantalón ni zapatos, estaba en calzones, pude ver sus piernas, su bien torneadas piernas, no había ninguna imperfección en ellas.

Se encontraba mirándose en el espejo.

─Ven ─me dijo─, quiero que me digas algo.

Me acerque a ella y me puse por detrás. Tomo mis manos y me hizo abrazarla poniéndolas sobre su cintura. Ambos mirábamos nuestros reflejos en el espejo.

─¿Te gusta lo que ves? ─pregunto.

─Me gusta mucho, me gusta mucho como te ves.

─¿Crees que soy bonita?

─Estás bien buena.

─No te pregunte eso, yo soy que estoy bien buena, te pregunte si estoy bonita.

─Si, eres hermosa.

─Cuando me ves a la cara, que quisieras hacerme.

─Muchas cosas.

─¿Muchas cosas?, ¿Cómo llenarla de mecos? ¿Te gustaría eso?

─Si, todos los que te ven les gustaría hacerte eso.

Tomo mis manos y me las puso en sus tetas, ella comenzó a moverlas con movimientos circulares, contrario a las manecillas de un reloj.

─Tócame, sobrino.

Separo sus manos de las mías y yo continúe tocándole las tetas. Solo me indico como quería que la tocara.

Se llevo una mano suya y se la metió en el calzón, empezó a meterse los dedos en la panocha.

Ahhhh, decía.

─Que rico se siente sobrinito, bésame el cuello.

Se lo bese lentamente.

─Así no, usa la lengua, lámeme un poquito.

Ohhhh, mencionaba, no dejaba de gemir, no sé quién era el que estaba más caliente, si ella o yo, pero no importaba, lo que en verdad importaba era disfrutarlo.

─¿Te gusta Jazmín?

─¿Te puedo pedir un favor?

─Si.

─Cuando hagamos esto o me la estés ensartando, no quiero que me digas Jazmín, ahí si quiero que me digas tía.

─Bien te diré tía.

Seguimos así, ella metiéndose los dedos y manoseándole las tetas y yo moviendo esas tetas y lamiendo el cuello.

─Apriétame las chichis.

Intente tomar sus tetas por completo con mis manos, las apreté y sus pezones se estiraron.

─Ay, que rico ─dijo mi tía─ ahora pellízcame los pezones.

Con mis dedos tomo sus pezones y los pellizco suavemente.

─No, así no, más fuerte, que duela.

─¿Qué duela?

─Si sobrino, si no duele no lo disfruto.

Se las pellizco lo más fuerte que puedo, ella no paraba de gemir, me decía que sentía bien rico y que no me detuviera, era el dolor, era el morbo por hacerlo conmigo, su sobrino, era la sensación de lo prohibido por hacerlo en mi casa, junto a la habitación de mi madre lo que en verdad la excitaba, era lo pecaminoso lo que en verdad la volvía loca, le gustaba esa sensación de contradecir todas esas reglas impuestas por los demás.

Y créeme eso la hizo venirse.

De su panocha se le salieron los orines. Era un líquido muy amarillo, escurría por sus piernas y llegaron hasta sus pies.

─AHHHHHHHHHHHHHHHHH ─solo exclamo.

Su respiración se volvió agitada.

─Nunca había sentido esto, no de esta manera  ─me dijo.

Saco sus dedos de su panocha, estaban brillosos por los orines, se los llevo a la boca y los lamio, limpio los orines de sus dedos con su lengua y labios. Volvió a meterlos en su panocha y después de unos segundos los volvió a sacar, los acerco a mi boca y dijo:

─Pruébame.

Puso sus dedos en mis labios, yo abrí mi boca y los metió en ella, lamí cada centímetro, probé cada resto de sus fluidos. Sabía un poco como a cerveza.

─Me sabe bien rica la panocha ¿verdad?

─Si, tía, te sabe muy bien.

Se volteo y se puso frente a frente.

─Ven, vamos a culear.

Me tomo de la mano y me llevo a la cama.

─Bájate el pantalón y sácate la verga, te la voy a mamar.

En el momento en que yo me bajaba los pantalones y el interior, ella se quito el calzón húmedo con miados.

─¿Listo?

─Si, ya lo estoy.

Entonces, se acerca a mí y me planta un beso, no es un beso cualquiera, es un juego entre nuestras lenguas húmedas y suaves. Es una mezcla de saliva, de sabores y de lamidas. Retira su boca y me observa un poco.

─Vas a hacer lo que yo te diga, ¿ok? No vas a poner pero y vas a responder todo lo que yo te pida.

─Si ─dije con voz tímida.

─Responde como hombrecito, ya no eres un niño.

─Si ─respondí, con mucha mayor confianza.

Mi tía se arrodilla ante mí, su cara queda frente a mi verga y mis huevos, mi pene está completamente erecto.

No mentiré, mi pene no es enorme, solo mide trece centímetros. Ni siquiera es grueso, es normal, como el de cualquier otro hombre, no soy un superdotado.

Toma mi pene con su mano derecha y jala el cuerito hacia atrás, mi cabeza roja y caliente queda al aire.

─Está bien caliente, ¿te puse bien caliente verdad?

─No te imaginas cuanto Jazmín.

─Tía!!! Nada de Jazmín, dime tía.

─Si tía.

Prepara sus labios.

─Sabes, tengo la boca bien chiquita, pero me he tragado unas tremendas vergas.

─Te creo, tía.

Mi mira directamente hacia la cara, al hacer esto dice:

─Quiero que nunca dejes de verme a los ojos, yo tampoco dejare de verte a los ojos, quiero que veas cómo te la mamo y quiero que veas las caras que hago.

─Está bien, tía.

─Pero primero mírame bien a la cara, mírame.

Observo esa cara con facciones finas, esos ojos pequeños color cafés y esa piel sin imperfecciones y blanca.

─¿Ya me miraste?

─Si.

─Ok, quiero que te grabes mi cara en tu memoria así como está ahorita, al final te preguntare algo.

─Si.

Hizo justo lo que dijo, con sus ojos clavados en los míos, abre su boca y se traga la cabeza de mi verga.

Se oía un sonidito chistoso al hacer esto, como si algo se hubiese destapado. Cada que retiraba sus labios del cabezón podía ver como este se quedaba completamente húmedo.

Nunca aparto su mirada de los mis ojos mientras hacía esto.

Poco a poco comienza a tragarse un poco más, va avanzado a paso lento, lo hace con movimientos suaves y casi precisos.

Mi tía si sabía mamar.

Yo solo gemía, lo hacía sin parar pero nunca aparte mi vista de sus ojos, la veía como se tragaba con su boca la mitad de mi verga y luego se regresaba hasta la cabeza, toda esa parte quedaba llena de saliva, completamente mojada.

Nunca uso sus manos, no había necesidad de eso, solo ocupaba su boca, nada más.

─ohhhhhhh, ahhhhhhh, tía, que rico la mamas.

En uno de esos momentos en que se tragaba mi verga hasta la mitad, se quedo ahí, detenida, con la mitad de mi pene reposando dentro de su boca y la otra de fuera. En un movimiento brusco y rápido se aviente hacia adelante y se la traga completamente toda, se queda así, con mi verga ensartada en su garganta, como si se hubiera tragado una paleta de nieve.

No se retiro, seguía así con mi verga en su boca, solo me miraba, lo hacía fijamente, era como un juego para ella, le gustaba ver las expresiones que yo hacía, quizás le excitaban, quizás el morbo de tener el pito de su sobrino en su boca y succionándolo con sus labios era lo que realmente le provocaba un tremendo cachondeo.

Lentamente se hace hacia atrás, poco a poco mi pene sale de su boca hasta que al final se queda afuera por completo. Termina completamente ensalivada, mojada, pegajosa y brillosa. Lo que hizo fue sacarle brillo, eso es lo que hizo.

Vuelve a abrir la boca, se mete la punta de la cabeza en esta, me mira unos segundos, solo hace eso, mirarme. De una, se empuja hacia adelante, luego hacia atrás y luego hacia adelante, ya no son movimientos suaves y eróticos, no, ya no hay nada de eso, todo es brusco, violento y rápido, muy rápido.

GLUP, GLOOO, GLAAA, GLUUU.

Son los sonidos que emanan de sus movimientos. No es una mamada, no es eso, esta cogiendose la boca con mi verga.

De sus labios salen chorros  e hilos de saliva que van a dar al suelo.

Yo no aguantaba más, estaba en el cielo, todo mi cuerpo estaba temblando, sentía como electricidad corriendo por todo mi cuerpo.

─Ya se me va a salir la leche!!! ─le dije.

Se retira, por completo, se saca la verga y me mira.

─Espera.

Toma del mueble junto a la cama una fotografía grande de mi hermana donde se ve solamente la cara de esta.

─Llena de mecos la foto.

Toma mi pene con su mano y lo masturba.

─¿Por qué? ─pregunte asombrado.

─No te hagas pendejo sobrinito. Te gusta tu hermana, te he visto mirarla de la misma manera en que me miras a mí, pero tú sabes que con ella no se te va a hacer, nunca, te mataría tu madre.

Empieza a jalármela más rápido.

─Confórmate con llenarle la cara de mecos a una foto suya, es lo único que obtendrás.

Lo sabía todo, tenía razón en todo. Siempre he deseado a mi hermana, fuimos hijos únicos, solo nos teníamos a nosotros, de niños solíamos a jugar que nos tocábamos, eran juegos infantiles pero que había una gran morbosidad tanto para ella como para mí. En una ocasión, cuando tenía catorce años, ella traía shorts pequeños algo aguados, se sentó en el sillón de la sala a ver la tele en una posición donde se le podía ver la raja, era rosita, igual que la de Jazmín.

─¿Ya te vas a venir?

─Ya casi ─conteste a como pude.

Observo mi cara y al ver mis expresiones se dio cuenta que ya iba a eyacular. Tomo la foto y la puso frente a mi verga.

Chorros y chorros se me salieron, la cara de mi hermana en la foto quedo embarrada de mecos, estos escurrían hacia abajo manchando toda imagen.

─AHHHHHHHHHHHHHHHHH ─casi grite.

─¿Te gusto?

─Si.

Tiro la foto de mi hermana al suelo.

─Te acuerdas que te dije que me vieras a la cara antes de mamartela, ¿te acuerdas?

─Si tía.

─¿Cómo me veo más bonita así o con una verga en la boca?

─Con una verga en la boca.

Ella sonríe.

─Todos son iguales, siempre responden lo mismo.

Se pone de pie, otra vez quedamos frente a frente.

─Ahora sí, vamos a culear.

Me acostó boca arriba en la cama, mi pene estaba semi erecto, se había quedado así después de la mamada. Mi tía se sienta sobre él, los labios de la vagina están sobre mi pito.

─¿Te gusta sentir mi panocha así?

─Si, tía.

Muy despacio, comienza a moverse hacia adelante y hacia atrás. Con dichos movimientos su panocha roza mi pene y esto hace que me provoque una tremenda excitación. Mientras realiza lo anterior, pregunta lo siguiente.

─¿Quién está más bonita yo o tu hermana?

Me quede callado ante esa pregunta.

─Bueno, no respondas, no hay problema.

Puedo sentir la humedad de la raja de mi Jazmín, me lubrico la verga con sus jugos. En menos de un minuto ya estaba lista para coger.

─¿Listo?

─Si, tía, ya esta lista.

Para el pene y pone la punta de este en su entrada. Se deja ir cayendo.

─Ay sobrinito, que calientita se siente.

─Usted también tía, esta húmeda y caliente.

─Yo siempre estoy así.

Suave y delicadamente se la empieza a ensartar, no tiene prisa, lo quiere disfrutar y yo lo estaba disfrutando créeme, más que ella de seguro.

─No chingues sobrino, se siente bien rico, ahhhhhhhhhhh.

─Si tía, su panocha está riquísima.

Y lo estaba, era apretada, húmeda y caliente, muy caliente, parecía más la panocha de una quinceañera que la de una mujer casada a la cual se la habían culeado varias veces.

Mi tía se comía mi pito de una manera riquísima, se la tragaba, desaparecía casi por completo, sus nalgas tocaban mis vellos casi aplastándolos. Repentinamente, ya no se la está comiendo, se la está clavando, comienza a brincar, ya no se mueve, brinca una y otra vez lo más rápido que puede.

Se la ensartaba y eso le encantaba.

Los labios de su vagina rozaban el cuero de mi pene, lo hacía de la manera más sabrosa que te puedas imaginar.

No estaba cabalgando, lo hacía tan fuerte y rápido que más bien parecía que se estaba castigando a sí misma.

─Puta madre, que rico se siente sobrino, ahhhhhhh… vas a hacer que se me salgan los orines otra vez… ooooohhhhhhh.

─La verdad si tía, te mueves muy bien.

─Ahhhhh, no chingues, tenía muchas ganas de coger contigo, nunca me había echado a un familiar.

Sus gemidos no dejaban de parar y tampoco los sonidos que hacia al caer sus nalgas contra mis piernas y mis huevos.

Ella sola se estaba chingando.

─Tu novia no te lo hace así, ¿verdad?

─No, ni cuando la compares.

─¿Quién coge mejor?

─Tú.

─¿Tu tía coge mejor?

─Si.

─Pobre de ti que hubieras dicho lo contrario.

Sentí como mis huevos se estaban humedeciendo con un liquido, no eran míos esos líquidos, provenían de la panocha de Jazmín.

─Tía, ya me vengo.

─Espérate tantito.

Mi verga sigue adentro y ella se gira, se da la vuelta por completo, nunca se le sale, solo sentí como las paredes de su interior rozaban mi pene al darse vuelta. Nunca se le salió un solo centímetro, se dio la vuelta con mi pene completamente adentro.

─Ahhhhh, sobrinito.

─AHHHHHHHHHHHHH, tía.

─¿Lo sentiste?

─Si, se sentía bien apretado.

─Siempre les fascina eso, que me de la vuelta con la verga clavada en mi panocha.

─Y cómo no, se siente a toda madre.

Se inclina un poco hacia adelante y pone sus manos en la rodilla, sus nalgas se abren y le puedo ver el chiquito culo que tiene.

─Tía, que rico se le ve el culo.

─¿Verdad que si?

─Si.

Nuevamente comenzó a brincar, ahora lo hacia atrás.

─AHhhhhhhhhh. Tía, que rica se come se la come su raja.

─No se la está comiendo… ahggggg… se la está tragando.

Tenía razón, se la tragaba, lo hacía hasta el fondo.

De lo húmedo que estaba mi verga y la panochita de mi tía, podía oírse como los líquidos salían y entraban al sacarla y meterla.

Vi el culito de Jazmín, lo vi tan pequeño, con ese color rosita que te invitaba a cogértela por ahí. No me aguante, puse mi dedo en él y quise metérselo. Ella se hizo para adelante.

─Hey! Deja ahí.

Retiro mi dedo de ella.

─Déjame seguirle.

Y le siguió, cabalgando, clavándosela, ensartándosela, castigándose a si misma.

Lo hacía como si fuera la última vez que lo haría.

─AHHHHHHHHHHHHH… OHHHHHHHHHHHHHHH… sobrino… sobrinito.

Podía ver como la espalda se le arqueaba, como se movía, como gemía y como le gustaba decirme “sobrinito”.

Retira sus manos de mis rodillas y endereza su espalda, ahora se toca las tetas. Se las masajea mientras sigue con sus cabalgadas.

Mi tía no paraba de gemir, AHGGG, OHHH, solo decía eso. Nunca dejo de mencionar la palabra sobrino. Eso era lo que en verdad la ponía caliente, que se estaba echando al hijo de su prima.

Mientras veía como ella se cogía, miraba que mi verga tenía un líquido blanco, parecido un poco a la espuma. No eran mis mecos, eran los de Jazmín.

─Tía, ya no aguanto, AHHHH!!!

─Yo tampoco, échame la leche.

─AHHHHHHHHHHHH ─dijimos ambos.

Eyacule, lo hice como nunca, fueron varios chorros los que le deje dentro a mi tía, todo se los deje adentro. Casi grite, tuve que contenerme, mi tía se giro, observo mi rostro de completa satisfacción y de felicidad por haber culeado con una mujer como ella.

─Que rica cogida, ¿verdad?

─Si tía, me la cogi bien rico.

Me mira, lo hace directamente a los ojos y me habla muy seriamente.

─No.

─¿No qué?

─¿Quién es el que está cansado? ¿Quién es el que está sudando? ¿Quién es el que apenas respira? Yo aun puedo seguir, si piensas que me cogiste estás muy equivocado mijito, tú no me cogiste, yo te cogi a ti, ningún hombre me ha cogido, yo soy la que se los coge. ¿Entiendes?

No sabía que decir, sus palabras eran las de una mujer muy decidida, no las de una niña inmadura que no sabía que decir.

─Si, entiendo.

─Sentí muy rico la verdad, pero vístete, vete a dormir.

Ella le hacía pensar a los hombres que eran ellos los que se la estaban chingando, pero era todo lo contrario, era ella quien tenía el control y los manipulaba por completo. Era una puta que jugaba con los demás y déjame decirte que lo hacía muy bien, tal vez demasiado.

Tome mi ropa y me puse a pensar aunque sea un poco, aun había algo que le quería preguntar.

─¿Qué ganabas con que yo eyaculara en la foto de mi hermana?

Se limpia la panocha con unas toallitas, luego responde.

─Solo quería ver que hacías, era morbo, solo eso, me gusta lo morboso. ¿Vas a decir que no te gusto hacerlo?

─No lo sé, es mi hermana.

─¿Y eso qué? También es mujer, también tiene panocha.

A ella nunca le ganas, me di cuenta de eso.

─¿Podemos hacerlo otra vez?

─No, no podemos, que eso te quede claro. Solo es una vez y ya. Tú lo disfrutaste, yo también, que así se quede.

De nuevo, silencio de mi parte.

─¿Me entendiste? No quiero que me andes buscando o que me andes tocando cuando estemos a solas, hasta aquí llego esto.

─Bueno.

─Vete a dormir ya. Voy a lavarme la panocha, me la dejaste toda embarrada, se me sale tu leche.

Le hice caso, fui a dormir, pero no pude hacerlo, no después de lo que paso. No después de haberme acostado con semejante mujer.

Me di cuenta que hacerlo con Jazmín no se trata de amor, se trata de placer y no hay nada de incorrecto en ello.

Cuando estaba a punto de amanecer, me quede completamente dormido, lo hice como si fuera el hombre más cansado físicamente del mundo.

A las tres de la tarde, mi hermana me despierta.

─Ya es muy tarde. Ana te ha estado hablando por teléfono, márcale.

Sin fuerzas, me puse de pie, tome mi celular y marque a mi novia. No se escuchaba muy bien, parecía algo molesta conmigo, mientras la plática avanzaba, nuestra conversación se volvía cada vez más tensa, ninguno de los dos estaba muy contento con el otro, entonces le digo:

─Ana, deberíamos dejar de vernos. Creo que ya no siento nada por ti.

Era verdad, no sentía nada por ella, nada, ningún lazo de afecto o empatía. NADA.

Sentía amor pero no por ella. Yo amo Jazmín, Ana me ama a mí, Jazmín no ama a nadie.

Así de simple es esta historia.

El amor es extraño, definitivamente lo es.

Puedo escuchar que ella suelta el llanto, corto la llamada, no quiero escuchar sus lloriqueos. No podía hacer nada por Ana, tenía que aceptarlo, ya no me interesaba en lo más mínimo.

Ya no vi a mi tía de la misma manera, cada que la veía me ignoraba, yo era un fantasma que se diluía en el tiempo, así me veía ella, como una sombra que pasaba y luego se perdía.

En cambio para mí, era lo que siempre había deseado en una mujer. No podía dejar de verla, no podía dejar de sentir celos al verla platicar con otro hombre. Hubo días en que se desaparecía y no volvía hasta el anochecer, yo sabía lo que hacía en ese tiempo, solo yo lo sabía pues a mí mamá siempre le ponía mil y un pretextos, excusas o historias.

Yo la quería a ella, la quería junto a mí, quería tenerla a mi lado… para siempre.

Eran más los sentimientos que había en mí que las ganas de cogérmela.

Aproveche un día en que yo y ella nos quedamos solos en la casa, veía televisión, me acerque a la mesa y la apague. Ella voltea a verme.

─Quiero hablar.

─Yo no quiero hablar contigo. Al menos no de lo que tú quieres hablar.

─Tía.

─Ya no me digas tía, dime Jazmín.

─Jazmín…

─No empieces, no empieces, nada de lo que me digas servirá, no te la pienso mamar y no pienso coger contigo.

─No se trata de eso.

─¿Entonces?

─Creo que te quiero, quiero estar contigo, te quiero para mí.

─¿Me amas? ¿Eso es lo que quieres decir?

─Si, no te imaginas cuanto.

─No, tú no me amas, fíjate lo que acabas de decir. Dijiste: “te quiero para mí”. Piensa en eso que dijiste.

─No entiendo.

─No me amas, no se trata de amor sino de posesión, quieres que sea tuya y de nadie más, como si fuera un objeto, una muñeca de trapo, no se trata de cariño o de amor, es posesión, como si fuera un trofeo tuyo que te acabas de ganar.

─No es verdad.

─Si lo es, cuando tenía tu edad me pasaba lo mismo, creía que me enamoraba de todos los hombres que me gustaban. No sabes ni lo que dices, no sabes ni lo que piensas y mucho menos sabes lo que sientes. Eres un enredo de emociones. Nunca me interesaste, al menos no de esa manera.

Se pone de pie, esta por marcharse a su habitación.

─Eso no se puede y tú lo sabes.

─Le diré todo a tu esposo.

Sonríe un poco, luego suelta una carcajada. Se ríe, ríe y ríe.

─¿Crees que con eso me vas a chantajear?

─Te meteré en problemas si le digo.

Ríe de nuevo.

─No, no lo harás, y no lo harás por la simple y sencilla razón de que el ya lo sabe todo, sabe con quién me acuesto, a quien se la mamo, lo sabe todo.

─Son unos locos entonces.

─No, no lo somos, tenemos un estilo de vida muy distinto al de los demás. El se acuesta con quien quiere, yo también me acuesto con quien quiero, pero solo es placer, no hay nada más, en cuanto se trata de sentimientos, el solo me ama a mí y yo solo lo amo a él. Así es como funciona nuestro matrimonio. Cuando crezcas te darás cuenta que el amor y el placer no tienen que ir ligados, no forzosamente se tienen que mezclar. Pero dudo mucho que tú entiendas eso, no a tu edad. Cada quien ama, a su manera pero lo hace. Tú amas a Ana, lo haces de una manera, ella te ama a ti, también lo hace a su manera. Tú forma de ver al amor y la mía son distintas, ni una es correcta ni incorrecta, solo son formas distintas de ver las cosas.

─Eres una puta entonces.

─Podría ser, pero… dime, ¿tú crees que tú mamá siempre le ha sido fiel a tu papá? No conoces a mi prima, ella tampoco es una santa.

Confundido. Decepcionado. Traumado.

Así me quede.

─No vuelvas a decir que me amas, porque no es así.

Me deja solo, con mis pensamientos hechos un lio, me quede desconectado del mundo, nada existía para mí, estaba en todo y en nada a la vez.

Me equivoque. Yo amo a Jazmín, Ana me ama a mí, Jazmín también ama, a su manera pero lo hace.

Ese día no comí, no cene, no pensé, parecía un muerto viviente. Un ser que no tenía conciencia de su propia existencia.

Durante la madrugada, mientras dormía, pude sentir que alguien me despertó. Eran las suaves y cálidas manos de Jazmín las que lo hicieron. Sorprendido, me senté en la cama y la observe.

─¿Te hice enojar con lo que te dije?

─Me dejaste confundido.

─Discúlpame, discúlpame entonces. No era mi intención pero creo que también me exalte. Me moleste, no me he sentido muy bien, no eres el único que se siente confundido. Yo sé que no debí haberte dicho eso, no era la indicada para decírtelo, pero me enoje, no pude contenerme, en serio perdóname.

─No te preocupes.

─Si, lo soy, perdón por haberte dicho lo de tu madre, no quiero que pienses mal de ella, haga lo que haga, fue, es y seguirá siendo tu mamá, con sus defectos y virtudes pero lo será.

─Gracias, pero eso ya lo había asimilado.

─Que bueno, no quiero se lleven mal por mi culpa.

Después de lo anterior, nos quedamos callados por unos segundos, solo nos observamos. Ella rompe el silencio.

─Te quiero preguntar algo.

─Dime.

─¿Quieres cogerme por el culo?

─¿Dejarías hacerte eso?

─Si, yo sé que le pediste a Ana hacerlo por el culo pero ella te rechazo.

─¿Cómo lo sabes?

─Ella hablo conmigo. No tenía a nadie con quien hablar de eso. No sé porque me tuvo confianza pero me gusto que se acercara a mí de esa manera. Ella es buena persona. No la dejes ir.

─No lo hare.

─Bien. ¿Quieres hacerlo entonces?

─Si.

─Ok, dame espacio en tu cama entonces.

Traía una falda corta y una blusa sin mangas color azul. Se recogió el cabello y luego se quito el calzón. Se acuesta por un lado de mí pero lo hace dándome la espalda.

Comienza la práctica de sexo anal.

─Quiero que hagas justo lo que te diga.

─Ok.

─Pasa suavemente tu dedo entre mis nalgas, rósame el culo con él, pero hazlo suavecito.

Puse la punta del dedo en la cintura y lo fui moviendo para abajo, lo hice poco a poco, fui deslizando mi dedo hacia el centro y llegue a él. En el mero centro estaba ese agujerito color rosa muy pequeño. Se sentía calientito, suave y apretado.  Luego baje de él y llegue con mi dedo hasta su entrepierna.

─Ahhhhhh… Que rico, de veras que se siente bien rico.

Yo también lo disfrutaba, ya tenía la verga completamente parada.

─Ahora súbelo.

Mi dedo lo moví en dirección contraria, ahora de abajo hacia arriba, de nuevo llegue al centro donde estaba el culito de Jazmín. Volví a sentir ese cálido agujero al cual deseaba penetrar y abrirlo por completo.

Deje el centro y subí mi dedo hasta la parte baja de su cintura.

─Hazlo otra vez, hazlo varias veces.

Seguí sus ordenes, bajaba y subía mi dedo entre medio de sus nalgas, rozaba una y otra vez el rosado culo de mi tía. Cada que pasaba mi dedo por el agujero, ella daba unos pequeños gemidos de placer.

Ahhh, ohhhh, ayyyyy.

Se escuchaba en un volumen bajo.

Estando en la cintura, bajo mi dedo  de nuevo, llevaba como unas treinta veces haciéndolo, en la última fue diferente, cuando llego al culo de mi tía ella dice:

─Detente.

Deje mi dedo justo ahí, en el mero ano.

─Empieza a mover el dedo pero de manera circular, hazlo suave, no te vayas muy lejos, solo hazlo en el culo o cercas de él.

Hago lo que me dice, lo muevo con movimientos circulares, lo hago muy suavemente, lo más que puedo.

Otra vez puedo escuchar sus gemidos, esos pequeños ruidos y sonidos de placer.

Puedo sentir que el agujero de Jazmín está caliente, casi hirviendo. Ella lo desea tanto como yo, quiere culear, quiere que le reviente el culo.

─Ahhhhh, se siente bien bonito.

─Si Jazmín, yo también lo siento.

─No me digas Jazmín, dime tía. Eso me calienta más.

─Ok.

Me detuve un poco, pues perdí la ubicación del ano.

─No pares, síguele.

─Voy.

Baje mi mirada y vi bien ese culito, era tan pequeño, suave y rosa que solo con verlo te daban ganas de ensartarle toda la verga.

Encontré el ano con mi dedo y seguí con más movimientos circulares. Pude sentir que mi tía estaba por reventar, solo me decía, “sobrinito”, “que rico”, “dedeame”.

Pase el dedo justo por su pequeño orificio y me dice:

─Para.

─¿Y ahora?

─¿Tienes la verga parada?

─Si tía, esta que se me revienta de caliente.

─Ok, déjala así, al rato la vas a ocupar, bueno, la vamos a ocupar.

─Está bien, ¿qué sigue?

─Quiero que metas la punta del dedo en mi culo, solo la punta, hazlo despacio.

Sus palabras las seguí al pie de la letra. Metí la punta de mi dedo en el agujero.

─Ayyyy ─dijo.

Deje ahí mi dedo, dentro de ella.

─Mételo un poquito más, hazlo despacio.

Introduje mi dedo índice hasta la primera parte donde este se dobla.

─Ayyy, que rico.

Lo deje ahí de nuevo.

─¿Cómo se siente sobrino?

─Se siente caliente y bien tiernito.

─¿Esta apretado?

─Si, bien apretadito.

─Tengo como un año que no lo hago por ahí. Ok, quiero que ahora, metas hasta la mitad de tu dedo.

Le ensarte el dedo hasta la mitad. Podía sentir aun más lo caliente y apretado de este.

─Ahhhhh, sobrinito, me estás volviendo loca, no sabes lo delicioso que se siente. Mételo todo pero esta vez no lo hagas suave, mételo de una.

─¿Quieres que te lo ensarte?

─Si eso mero es lo que quiero.

De un fuerte empujón, le meto el dedo entero.

─Ahhhhh, puta madre, me voy a quemar de lo que caliente que estoy, que chingón se siente la verdad.

─¿Le gusta tía?

─Me encanta, ¿a ti no?

─Tía… si supiera, ya mero se me salen los mecos.

─No espérate, esos también los vamos a ocupar.

─Ok, lo que usted diga.

Gemía, gemía y gemía, no paraba de hacer esos sonidos que solo el placer provoca, que solo el morbo y la sensación de hacer algo prohibido puede hacernos sentir.

─Muy bien, quiero que con el dedo que está adentro, hagas como si me rascaras, quiero trates de rascarme las paredes.

Moví mi dedo como si le estuviera haciendo cosquillas por adentro,  sentía como ese túnel se iba abriendo cada vez más y se preparaba para que lo penetrara.

─OHHHHH, no mames, que rico, síguele.

─Yo también lo siento muy bien.

─Y eso que no la has metido, deja que la metas.

Le rasque por unos minutos, me pide de nuevo que me detenga.

─Sácalo, sácalo por completo.

Retiro el dedo.

─Ahora junta dos dedos, el más grande y el índice. Los vas a ir metiendo poco a poco ambos, hazlo despacio.

─Perfecto.

Los dos dedos están en la entrada, introduzco las puntas y los meto hasta a la primera dobladura.

─AHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH… Ay sobrino, no sentía esto desde hace mucho, estoy muerta, no siento ni las piernas.

─¿Los meto más?

─Si, pero despacito.

Suave y delicadamente, voy metiendo mis dedos hasta la mitad, mi tía estaba en otra realidad, sumergida en el placer.

─Ahhhhh, sobrinito, que ricos son tus dedos, ya me imagino lo que voy a sentir con tu verga.

─Me muero por sentir eso.

─¿Y tú crees que yo no? Mételos de una.

Bruscamente empujo los dedos hasta lo más que puedo del casi hirviendo culo de Jazmín.

─AYYYYYYYYYYYYYYYYY… No, de plano, no chingues, que padre se sintió.

Respira agitadamente.

─¿Le gusta tía?

─Me encanta. Sobrinito, ahora quiero que me hagas un favor, quiero que metas y saques los dedos lo más rápidamente que puedas, no tengas compasión. Que duela, no importa, ¿ok?

─Sale.

Respira profundamente y se prepara.

─Ya, hazlo.

Comienza el saca y mete, es rápido, brusco y por demás cachondo, escuchar a mi tía decir todas esas majaderías y gemidos me provoco lo que nunca me había provocado, era algo que estaba más allá de la calentura, saltaba toda lógica y moral. Era morboso, prohibido y hasta cierto punto pervertido.

─Putisima madre!!!, síguele, no te pares, ahhhhhh, me lo estás reventando… Sigue ensartándolos. Me lo estás rompiendo, se me va a abrir culito.

Y ahí estaba yo, con dos de mis dedos dentro del culo de la prima de mi madre que decía cuanta grosería se le podía ocurrir. Escuchar a mujeres tan bonitas diciendo groserías y leperadas me excitaba de lo lindo y solo me hacia querer tratarlas como putas, quizás Jazmín era una puta, aunque ella no se consideraba como tal.

─Tía se me va a salir la leche.

─Detente entonces, párale ya.

Me pare, deje mis dedos adentro y ella se alejo un poco, mis dedos solitos salieron de su ano.

─Sácate el pico.

Me baje el cierre y me saque el pico como le decía ella.

Se acostó boca abajo. Luego se levanta la falda y se abre las nalgas.

─Jálatela y échame los mecos en el hoyo.

Rápidamente me levante, me empecé a masturbar, lo hacía rápido, quería venirme en cuanto antes. Los mecos me llegaron rápido, acerque mi verga hacia el ano y le apunte a este.

─Ahhhh tía, ya se me están saliendo.

Fueron cuatro chorros los que soltó mi verga. Cuatro enormes chorros de caliente leche.

─OHHHHHHHHHHHHHHHH… Tía, no sabe lo bien que me hizo sentir.

─Yo también siento bien rico sobrino, se siente tibios tus mecos.

El semen se escurría hacia panocha.

─Rápido, con el dedo mueve los mecos en el ano e intenta meter lo que puedas en el culo, lo usaremos para lubricar, aunque no creo que sirva de mucho.

Junte la leche y la pongo en el centro, en su agujero.

─Tócate la verga, para que se te vuelva parar y hacer lo que sigue.

Trate de introducir mis líquidos dentro del orificio de Jazmín, metí un poco pero no fue nada significativo, no ocupe tocarme mucho el pico, solo con sobarle los huevos por unos segundos ya estaba listo para  que empezara lo bueno.

─Ya tía, ya está listo.

─Ok, espérame, deja me acomodo.

Jazmín levanta su culo, al hacerlo, la leche que no pude meter en su ano se le escurre por las piernas y cae en el colchón de la cama. Solo levanta el culo, su cabeza queda en el colchón, parece un cañón y donde se mete la bala es el culo donde yo me la cogeré.

─Listo sobrino, ponte detrás de mí.

Eso hice.

─Apunta la verga a mi culo y ponlo en la entrada.

De nuevo, hice lo que dijo. Mi cabeza rozaba su culito.

─Quiero pedirte algo.

─¿Qué cosa?

─Mientras me estés cogiendo, quiero que de vez en cuando me des nalgadas, pero no suavecitas, las quiero fuertes, que duelan, quiero que me las des lo más fuertes que puedas.

─¿No se quejara del dolor?

─Tú preocúpate por cogerme y pegarme.

─¿Segura?

─Lo demás déjamelo a mí, no pienses en tu tía, piensa en ti, piensa en cogerme, al hacer eso yo pienso en coger y así ambos lo disfrutamos, cada quien se ocupa de lo suyo, cada quien hace su parte. Quiero que me trates como una puta, aunque sea por estos segundos, pero no soy una puta, solo quiero que me trates como una.

─Bueno tía, lo hare.

─Y dime muchas veces tía, lo más que puedas.

─Si, lo hare.

─Ahora si, dame una buena culeada.

Con el pene en la punta, le empiezo a ensartar la verga.

─No chingues, me lo estas rompiendo sobrino, síguele.

Llegue hasta la mitad.

─Ahhhhhh, ahhhhh, no mames, no mames, mételo todo de una.

De un golpe, se la clavo completamente, los pelos de mi verga se juntan con sus nalgas.

─AHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH, sobrino, que bien la ensartas, ahora si me partiste, me lo rompiste lindo y bonito.

─¿Le dolió tía?

─Que no te importe eso, tu solo coge, pero espera, déjala así un rato, deja que mu agujero se acostumbre.

La verga estaba ensartada hasta lo más que pude, mi verga no era enorme, no era gruesa, no era como la de esos actores pornos que aparecen en todas esas cintas o videos. Yo era alguien normal, con una verga normal.

No había nada de especial en mí.

─Tía, ¿le digo la verdad?

─Dímela.

─Tiene el mejor culo que he visto.

─Ya lo sé, no hay dos como el mío. No pienses que soy egocéntrica, pero sé muy bien que mi cuerpo es mejor que el de muchas mujeres, pero también estoy consciente que hay alguien allá afuera mejor que yo, con un culo más pequeño y apretado.

Me inclino hacia adelante y le masajeo las tetas por encima de la blusa.

─Eso ─dice─, nos gusta que ustedes tengan iniciativa.

Le muevo de lado a lado las tetas.

─Ya sobrino, síguele.

Me incorporo y estoy listo para continuar.

Muevo lentamente mi pene de adentro hacia afuera. Lo hago suave, tranquilo, nada brusco.

─Ahhhhhh, ahhhhh, siento que me estas rompiendo por adentro.

─¿Quiere que se lo rompa y se lo deje rojo?

─A ver, hazlo si eres tan hombre.

Esta vez, mis embestidas no fueron suaves o lentas, está vez eran fuertes y violentas.

─Ahhhhh, ahhhh, no chingues, así cógeme, así lo quería.

Le doy una nalgada, una fuerte nalgada.

PASS!!! Se escucha, mi mano que da marca en su nalga blanca, la cual se pone roja.

─Ay cabroncito, ahora si te las estas rifando y no mamadas.

Cada que se la clavaba por completo podía sentir como mis huevos revotaban en sus nalgas, cada uno pegaba en una nalga.

─AYYYYYYYYYYYYYY, que rico, no chingues, esto si es coger.

Tras cada embestida le empujaba más fuerte la verga en su culo, sentí como este se abría y me dejaba pasar como si nada. La verdad es que le abrí el culo por completo, se lo estire, se lo estaba dejando completamente jodido.

─OHHHHHHH, puta madre, sobrino, me estas chingando, me estas chingando de lo mejor.

No me la estaba cogiendo, no le estaba haciendo el amor, la estaba castigando por ser tan puta, por portarse como toda una puta, por habérsela mamado y dejar que otros se la culearan aparte de mí.

Era un castigo, el castigo que se merecía, eso es lo que le faltaba, que alguien le hiciera sentir dolor, el placer duele y si quieres placer ten en cuenta que tendrás que pasar primero por el dolor.

A mí también me dolía, sentía como el cuero de mi pene se hacía para atrás cada que la metía, cada que la clavaba hasta el fondo de ese culo.

PASS!!! Otra nalgada, otra vez le quedo roja.

─Ay papacito, sígueme dando de nalgadas.

Otra, otra y otra nalgada, cada vez más fuertes. Cada vez más violentas.

─Sobrino, me estas volviendo loca.

─Tía, tiene un culazo.

La tome aun más fuete de las cinturas e hice más fuerzas, la empujaba cada vez más a mí, cada vez más fuerte, cada vez me la culeaba mejor y eso le encantaba.

─Puta, que rico se siente.

─¿Le gusta tía?

─Ni que lo preguntes.

Sigo con mis embestidas, sigo culeandomela.

─Espera, detente.

─¿Pues no que le gustaba?

─Si, pero ahora yo solita me voy a culear.

De una pare. Deje que ella hiciera todo mientras mis manos reposaban en sus glúteos.

Se movía para adelante y para atrás, lo hacía muy bien, tenía experiencia, mucha, de más diría.

─Tía, usted solita se está chingando.

─Ya sé, me estoy matando yo sola.

Sus nalgas se pegaban contra mis huevos, estos brincaban hacia atrás cada que esto pasaba, se escuchaba raro al hacerlo.

Los sonidos, gemidos, el culo, mi verga, mi tía, sus groserías. Todo eso se mezclo en una sola sensación, en un solo instante y ese instante hizo que se me fuera a salir toda la leche.

Sentí como se me saldría todo, todo.

─Tía, ya no aguanto, me va a sacar hasta la última gota de mecos.

─Eso es lo que quiero sobrinito, eso es lo quiero, te voy a dejar flaco.

Moviéndose como una loca pervertida y gritando, diciendo majaderías y gimiendo fue como me hizo terminar.

Saque la verga de su culo y esta salió chorreando, mis mecos le fueron a caer a su espalda, en la blusa que ella llevaba.

─AHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH ─casi grite.

Los dos terminamos, cansados, sudando y respirando a como podíamos.

─Sobrino, ahora si yo no te cogi, tú me cogiste, me chingaste, te chingaste a tu tía.

─¿Le gusto tía?

─No me sentía así desde hace mucho, créemelo, desde hace mucho, es que eres mi sobrino, eso le agrega un plus, además tu hermana duerme a un lado y tu mamá está a dos habitaciones de aquí, no te imaginas lo cachonda que eso me pone.

─Si tía, ahora si la entiendo.

─Qué bueno que hicimos esto, la verdad me gusto, me gusto mucho culear contigo. ¿Te saque toda la leche?

─Si tía, ya no me queda nada.

─Que bien, la verdad estuvo bien padre.

─Si, me gusto.

Se levanto de la cama y tomo unas toallitas, me pidió que le limpiara el semen de la espalda, lo único que hice fue mancharla más.

─Tía…

─Ya no me digas tía, eso ya se acabo, dime Jazmín.

─Jazmín, ya no lo volveremos a hacer ¿verdad?

─No, ya no y no porque no quiera, es solo que las cosas buenas solo duran poco. Recuérdame, recuerda lo que hicimos, tenlo como un bonito recuerdo en la memoria.

─Eso hare Jazmín.

─Te quiero mucho sobrino, pero no de la manera en que tú crees o quieres.

─No hay problema. Ya lo acepte.

─Me gusto mucho haber venido y conocerte. Yo también recordare esto. Lo hare por ti y por mí espero que me recuerdes para siempre, no sé si vuelva a venir, pero aunque venga, no haremos lo mismo. Lo que debes hacer ahora es ir a buscar a Ana, ella si te ama y quiere estar a tu lado, es muy buena niña, a su edad yo estaba peor que ella en cuanto al sexo. No te desesperes, trátala bien, por las buenas puedes conseguir muchas cosas que por las malas no. Eso debes de hacer, tratarla bien, con cuidado, no te diré que tú y ella serán como nosotros, sea cual sea su estilo de vida es su decisión y la de nadie más, ustedes escojan, no dejen que nadie más lo haga por ustedes.

─Gracias Jazmín, no lo olvidare, no lo hare.

Seriedad y silencio por unos segundos.

─¿Te digo un secreto?

─A ver.

─Te dije que tu mamá le había sido infiel a tu papá, ¿verdad?

─Si.

─¿Te digo el resto?

─Adelante ─le dije con un poco de nervios. Quería saber lo demás pero a la vez no.

─Desde que tu papá y tu mamá se casaron, ella solo se ha acostado con otra persona.

─¿Es verdad?

─Si, esa persona soy yo, tu mamá y yo lo hicimos.

Petrificado.

Sin palabras.

Confundido.

Sorprendido.

Alterado.

Así me quede, no podía decir nada, ¿Qué iba a decir?

─No solo le gusto a los hombres Ismael, también a las mujeres les atraigo y a mí no me molesta eso, a tu mamá tampoco, no creo que ella sea lesbiana, solo fue algo que salió de la nada, es una de esas cosas que solo se hacen una vez en la vida. ¿Si me entiendes?

─Creo que sí.

─¿Qué prefieres? ¿Qué se haya dado un acostón conmigo o con otra persona completamente desconocida?

─Contigo, por mucho.

─Yo también prefiero eso, somos primas y nos queremos mucho. Y te diré, que tu mamá es muy buena en la cama, mejor que yo. Lo que trato de decirte es que dejes de ver a las mujeres de la manera en que lo haces, tú mamá y yo somos tan comunes como tú y cualquier hombre o mujer.

─Lo hare.

─Ya me voy, iré a ponerme una pomada para lo rozado en el culo, me lo dejaste bien abierto de seguro.

─Está bien.

─Te veo mañana Ismael, que descanses y busca a Ana, le harás un gran favor a ella y a ti.

Camina hacia la puerta y la abre, antes de salir al pasillo me dice:

─Me gusto mucho hacerlo contigo, créeme que en verdad lo disfrute.

Sale y cierra la puerta sin hacer ruido. Me quedo solo en mi habitación, muy pensativo, pensaba en mi madre y mi tía, en lo que habían hecho, en lo que Jazmín y yo habíamos hecho. Esos pensamientos fueron desapareciendo, lo hicieron tan rápido como llegaron. Comprendí finalmente lo que debía hacer, por lo que debía preocuparme, era Ana, eso es lo único en lo que debía pensar.

A la mañana siguiente, al despertar a las ocho de la mañana, tome mi celular, busque en la agenda de este el número de Ana, le marque y al contestar lo primero que le dije fue:

─Te amo.

Con Ana no se trata de placer, se trata de amor y no hay nada de incorrecto en ello.

El nuevo ciclo escolar comenzó, entre a clases, también lo hizo Ana, cada vez me sentía más atraído por ella, por esa chaparrita morena. Cada que me veía sonreía y yo también lo hacía. Aun así nunca pude olvidar a Jazmín, pero eso solo era una fantasía, ya no una realidad.

El amor es extraño, en verdad lo es.

Me cogi a mi tía, pero cometí el error de enamorarme de ella.

Jazmín se marcho con su esposo. En ocasiones me entraba la nostalgia y quería verla de nuevo en persona, solo verla, no hacer nada con ella. Seguimos en contacto por teléfono y el chat, solo era para saludarnos y hablar de la familia, no había nada de sexo, nada de morbosidad.

Lo anterior pasó en el verano del 2008. En el 2009 me sorprendí.

Eso fue lo que hice al saber que en el verano de ese año, ella llego a mi casa a pasar las vacaciones, se había divorciado de su marido, no porque se acostara con otra, sino porque él amaba a otra, eso en verdad la ofendió y lastimo. Ellos jugaban con el placer pero con los sentimientos no, al menos eso era antes.

Ese segundo verano que pase con ella comprendí muchas cosas, la comprendí a ella y su mentalidad, a su forma de ver el mundo la cual era muy distinta a la mía. Entendí porque me había hecho eyacular sobre la foto de mi hermana, esa es una larga, diferente y muy complicada historia.

Para cualquier comentario o contacto, pueden hacerlo  a: pirmenter@hotmail.com