El amor es complicado (3)

¡Quiero que me hagas tuya! - dije entre besos en una frase que sonó a suplica y lo era, una súplica de tener sus manos explorando mi cuerpo, tocándome como sólo ella sabe hacerlo. Pude escuchar como suspiraba al oír esas palabras, pude sentir como perdía el control de sí misma.

De nuevo un saludo muy cordial a tod@s, primero que nada quiero agradecerles el apoyo y los comentarios (de verdad me han dado mucho ánimo por favor sigan comentando) ¡GRACIAS!.

Diana:

Me duché apresurada y me arreglé parecido a ella una franelilla, jeans, botas altas que me dejaban casi a su misma altura aunque aún así seguía repasándome sólo por un par de centímetros, deje caer mi largo cabello color castaño claro a mis espaldas. No tuve que empacar pues ella ya lo había hecho por mí, Pao colocó música (mezclas surtidas en inglés como las que suenan en nuestro club) y partimos, desayuné en el camino (ella ya lo había hecho mientras yo dormía), no había tiempo que perder.

Luego de haber salido de Caracas Paola busco mi mano para acariciarla con la suya, como sí jugará con ella (me encanta que lo haga no sé que es pero me produce un cosquilleo, un nerviosismo, una sensación diferente pero que me fascina) Al sentir su roce recordé su respuesta a mi incógnita de cuánto tiempo pasaríamos en Barinas, "un par de días", acaso había olvidado que mañana es mi cumpleaños. ¡No, no, no puede ser! (afirmé para mis adentros).

Comenzamos a conversar sobre cosas sin mucha importancia pero para mí grata sorpresa no apartó su mano de la mía, sólo cuando ameritaba un cambio de velocidad. Almorzamos en un pequeño restaurante que se encontraba en la vía. Cuando íbamos a retomar el viaje subí yo primero al carro luego ella lo hizo ocupando su lugar de piloto, encendió el motor me miro por un segundo (logrando en ese simple segundo intimidarme), para luego acercar sus labios a los míos con una ternura y delicadeza que nunca había sentido (de hecho ninguna de todas las sensaciones que ella provoca en mi, nunca las había sentido, ¡es tan diferente, tan especial! Todo esto que he sentido a su lado me hace pensar que antes de besar sus ricos labios aquella noche no hubiese vivido jamás es como si nunca hubiese sentido algo, ella ha cambiado todo el concepto de sentir que yo haya podido tener antes, todo a tomado una profundidad única). Luego de que separará sus labios de los míos me tomo varios minutos regresar a la normalidad.

Como a las cinco de la tarde en contra de mi voluntad me quedé dormida, estaba exhausta la noche anterior no había dormido nada bien gracias a las preocupaciones...

Sentí que me despertaba cuando oí la camioneta pasar por un sitio rocoso, me desperté por completo al sentir que el motor se apagaba y obviamente el carro estaba detenido. Busqué mirar mi reloj, saqué la mano debajo de una chaqueta que lógicamente Paola puso sobre mí, 11:40, el viaje fue bastante largo, bueno llegamos antes de las doce creí que no lo lograríamos, salimos muy tarde y además nos detuvimos a comer, en serio que maneja bien je, je.

-          Buenos días dormilona - dijo de inmediato.

-          ¡Hola! - sonreí, acercó sus labios para darme un corto y fugaz beso sabor a miel.

Mire a mi alrededor Pao había estacionado en un lugar bellísimo, una hacienda súper grande de aspecto colonial pero que a su vez lucía recién construida con docenas de luces iluminando la entrada, también habían varias plantas estratégicamente colocadas para lucir hermosas y así adornar la entrada, pero adentro de la hacienda parecía no haber nadie no habían luces encendidas, aunque en el estacionamiento estaban varios carros, lo primero que vino a mi mente fue ¡es un hotel!

-          ¿Dónde estamos? - pregunté antes de seguir sacando conclusiones, ella sonríe con algo de malicia antes de responder

  • ¡Deberías adivinarlo! - la mire suplicante - está bien no te voy hacer adivinarlo - sonríe de nuevo encantadoramente - ¿recuerdas cuando estábamos chicas e íbamos a la hacienda de mi padre? - ¿cómo olvidarlo?, la madre de Paola falleció dando a luz y su padre se encargo de su crianza hasta que su enfermedad se lo permitió, luchó contra el cáncer hasta que Paola cumplió los 18 años, unos meses después falleció, yo viví con mis padres hasta los quince que decidieron partir de Caracas a Mérida, cuando eso sucedió el padre de Paola le ofreció a mis padres que me quedará a vivir con ellos debido a mi renuencia a irme a otro estado, luego de mucho pero mucho insistir, aceptaron, vivimos juntas desde entonces hasta que ella se fue a vivir con Carlos...

Desde muy chicas íbamos de vacaciones allá a esa pequeña hacienda que su padre perdió debido a su enfermedad, no tenía lo suficiente como para mantenerla.

-          ¡Claro que recuerdo!

-          Bueno la tienes ante tus ojos

-          ¿Qué? - dije exaltada y bajando del carro, Pao bajo también con más calma que yo - ¿Pero cómo? - alcance a balbucear.

-          Cuando fuiste a Mérida la compré y la reconstruí, bueno mejor dicho, construí una nueva, están terminando la obra para eso viaje estos días vine a chequear como estaba todo, ¡lo tenía guardado para sorprenderte!

-          ¡Y sí que lo has hecho! - no puedo creerlo estoy frente aquel lugar donde viví los mejores momentos de mi infancia y lo mejor de todo ya se la razón de sus días de ausencia y de su agotamiento, estaba estática, totalmente sorprendida.

-          ¡Vamos, no te quedes allí paralizada! - tomo mi mano - ¡Ven entremos! - seguí su pasó abrió la puerta, di un paso adelante y...

-          ¡SORPRESA! - gritaron un grupo de personas, casi me daba un paro cardíaco, Paola que estaba detrás de mi ajusto sus brazos alrededor de mi cintura y me susurro

-          ¡Feliz Cumpleaños! - poso sus labios en mi cuello, yo gire de inmediato para ver su rostro, deseaba besarla (que digo besarla quería comérmela a besos), pero no podía con todos los presentes, así que sólo la abrace con fuerza, luego se acercaron Alex y Sandra para abrazarme y felicitarme, vaya sorpresa me lleve nunca me imaginé esto, se acercó mucha gente a hacer lo mismo, amigos de la infancia que no veía desde aquel último verano que pasamos en la hacienda antes que el Sr. Ricardo la perdiera. ¿Como no lo pude imaginar?, ¡que sorpresa tan grata!, ahora lo entiendo todo el viaje, la nueva sucursal de las tiendas... ¡Qué feliz me siento!

Me hicieron abrir demasiados regalos, había una mesa entera llena de ellos, bebimos hasta el amanecer cuando por fin nos comenzó a vencer el sueño, Paola había bebido demasiado pero ella parece ser inmune al alcohol a diferencia de mi que con tan sólo un poco ya lucía un poco ebria y estaba algo mareada.

Paola fue a llevarme a la que sería mi habitación en el segundo piso, entró conmigo me ayudó a sentarme sobre la cama, yo inmediatamente al verme a solas con ella, (¡qué fue lo que más desee en toda la noche!), me lance en busca de sus labios, me deje caer sobre la cama haciéndola caer sobre mí, sentí cada centímetro de su anatomía rozando la mía, nuestras respiraciones acelerarse, nuestros corazones palpitar con más fuerza. Busqué el modo de arrancarle la franelilla mientras seguía besándola con pasión, con necesidad como sí mi vida dependiera de cada beso, de cada roce con su piel, de cada mirada de sus bellos ojos.

Con prontitud lance su franelilla a cualquier lugar, mis manos acariciaron sus senos, su abdomen en el camino a sus pantalones, se detuvo y detuvo mis manos que ya estaban encontrando el modo de desabrochar su pantalón.

-          ¡Diana debes estar cansada! - dijo con la respiración descontrolada en un susurro casi inaudible, como sí en realidad no quisiera decir nada. Negué al instante moviendo mi cabeza, volví a besarla la noté insegura, sus manos no recorrían mi cuerpo como ella acostumbraba hacerlo.

-          ¡Quiero que me hagas tuya! - dije entre besos en una frase que sonó a suplica y lo era, una súplica de tener sus manos explorando mi cuerpo, tocándome como sólo ella sabe hacerlo. Pude escuchar como suspiraba al oír esas palabras, pude sentir como perdía el control de sí misma.

Sus besos subieron de intensidad aceptando a hacer realidad mi suplica, una de sus manos se perdió dentro de mi franelilla tocando mis pechos haciéndome delirar mientras la otra se apoyaba en la cama dándole equilibrio a su cuerpo que seguía sobre el mío, sus labios bajaron a mi cuello (me enloquece que lo haga) haciendo que dejara escapar de mis labios suaves gemidos, mis manos estaban de nuevo desabrochando su pantalón, me alzó un poco para poder quitarme la franelilla.

Sus labios bajaron a mis pechos besándolos con delicadeza, suavidad, aún sin quitarme el sostén, su mano bajo para quitarme el pantalón, haciéndolo con gran agilidad y rapidez. Ella misma se encargo de quitarse su pantalón dejándome ver el conjunto de ropa interior negra que traía, sólo puedo decir que es ¡bellísima!, tomamos un par de segundos para admirarnos mutuamente, para devorarnos con la mirada. Se colocó sobre mí de nuevo para besar mis labios, mi cuello, la libere de su sostén y ella hizo lo mismo con el mío, su lengua saboreo mis pezones, los chupo y les dio pequeños mordiscos. Escuchar los cambios de ritmos en nuestras respiraciones, esos leves gemidos salir de nuestras bocas es lo mejor que he escuchado en mi vida, bajo por mi cuerpo besando los costados de mi abdomen, hasta que llego a mi sexo, bajo mi tanga con algo de lentitud aprovechando para recorrer mis piernas. Ya completamente desnuda frente a ella metió su cabeza en mi sexo para saborearlo, como si fuera la primera vez que lo hiciera me dejó encantada su modo de hacerlo, su táctica, la lentitud que usaba, tratando de disfrutarlo al máximo, con el modo en que besaba mi sexo, en que me penetraba con su lengua. Lamió mis labios vaginales un par de minutos para luego jugar con mi clítoris moviéndolo con su lengua de un lado a otro, dándole pequeños jalones, no hizo falta de mucho estímulo más para que yo alcanzará el clímax, sentí mi cabeza dar vueltas gracias a la intensidad de ese deseado orgasmo, mi cuerpo se movía sin control mostrando más que mil palabras diciéndole que sólo ella me hace sentir así. Subió para brindarme el gusto de rozar sus labios de nuevo, entre besos y movimientos la deje abajo de mí, solo me dedique a recorrer su cuerpo con mis labios, a despojarla de su ropa interior. Estaba totalmente drogada por la suavidad de sus caricias, sus besos, adicta a sus labios al calor de su cuerpo, al color claro de sus ojos, a ella. Volvió mi deseo realidad haciéndome suya en cuerpo y alma.

Ahora era mi turno de hacerla sentir, de mostrarle lo que la deseo, de ayudarla a llegar al clímax. Sin separar mis labios de los suyos mis dedos comenzaron a entretenerse en su intimidad explorando sus alrededores hasta concentrarse en solamente su clítoris moviéndolo sin un rumbo fijo, en poco tiempo sentí su excitación aumentar deje de besarla dejando libre varios gemidos, baje a besar su cuello, a morder el lóbulo de su oreja hasta que la sentí perderse dentro de ese orgasmo que tanto anhelaba producirle.

Con agilidad volvió a colocarse sobre mí para besarme con ternura, con lentitud durante varios minutos, luego cayo tendida a mi lado.

Me gire a un lado dándole la espalda, creí que ella haría lo mismo, pero para sorprenderme aún más luego de cerrar la cortina y evitar el paso de los rayos del sol se acostó a mi lado, abrazándome, aferrando sus brazos en mi cintura del modo en que este último mes había soñado lo hiciera, beso mi cuello con delicadeza para luego susurrar a mi oído - Feliz Cumpleaños - volvió a besarme y luego me quedé dormida entre sus brazos, podía sentir su corazón palpitar en mi espalda, ¡quiero que se detenga el tiempo y quedarme así toda la vida sintiéndome suya y sintiéndola mía!, ¡SÍ!, eso es lo que quiero no me importan las consecuencias. Desperté del mejor sueño, pero no fue mi imaginación sus brazos seguían ajustados a mi cintura, moví mi mano para tomar la suya, de inmediato noto mi movimiento tomo mi mano entre la suya y beso mi cuello.

-          Buenos días cumpleañera

-          Buenos días... ¿te desperté?

-          No amor ya estaba despierta desde hacía largo rato.

  • ¡Ah! - respondí indiferente, analice un momento ¿"amor"?, primera vez que la oigo llamarme así, ¿será que lo imaginé?

-          ¿Diana?

-          ¿Ah?, dime - me gire para ver su rostro perfecto como siempre, me perdí en su mirada, la bese... Separó sus labios de los míos pero no su rostro, su nariz aún rozaba la mía.

-          Te decía, que ¿sí quieres ir a desayunar ya? - se me hacía imposible despegar mi mirada de la suya, me hipnotiza al igual que su sonrisa, no sé que me sucede, pero de verdad no quiero analizarlo no me debe interesar las implicaciones que tiene seguir con está "relación", sí hacer esto nos etiqueta de homosexuales, sí ella va a seguir con esta doble vida, que sucederá cuando Luis se enteré, ¡no me interesa! Sólo quiero vivir cada segundo que tengo a su lado.

  • Sí, bueno luego de una ducha - respondí, me dirigió su linda mirada de picardía acompañada de esa brillante sonrisa, puedo jurar que cualquiera se derretiría ante eso y yo pues no soy la excepción...

Tomamos una ducha, luego de semi-vestirse me dijo que se iría a su habitación, para disimular, supongo ah y cambiarse de ropa claro. La vi detenerse dudosa al tocar la manilla de la puerta, se volteó y fue hasta mi posición para juntar nuestros labios de un modo divino, celestial podría decir, partió sin decir más dejándome completamente "estúpidizada".

Mientras me terminaba de arreglar analizaba la razón por la cual no había invitado a Luis, ¿acaso están peleados?, para poder saber tendré que preguntarle. Ensayaba el modo de hacerlo para que sonara indiferente cuando escucho a Alex y a Sandra retumbar la puerta de mi habitación. Me llevaron hasta las caballerizas, donde había un lindo y amplio prado colmado de rostros conocidos preparando carne en vara con demasiado licor, puedo decir sin miedo a equivocarme que hay más alcohol aquí que en el club. Ya era muy tarde como la una o dos de la tarde, comí algunas cosas pues "cero" desayuno y a la carne todavía le faltaba para terminarse de cocinar. Se me estaba haciendo imposible dejar de mirar a Paola que como siempre lucía hermosa, radiante, seductora, perfecta.

Así que antes de que todo el mundo se diera cuenta de estas miradas me fui a curiosear el área de los caballos, me encantan esos animales, son lindos. Paola seguía atendiendo de su vida social, siendo el centro de atención como de costumbre, bebiendo su ya religioso whisky mientras conversaba.

El capataz de la hacienda, Pablo, quién fuera uno de nuestros principales cómplices de travesuras en la infancia me alentaba para que me subiera a algún caballo pero para ser sincera me aterraba la idea, no lo hago desde pequeña. Pero su insistencia no ceso hasta que al final accedí a montarme en un caballo. Di un par de pequeñas vueltas por el campo, podía notar como Paola me vigilaba a la distancia. Comenzaba a tomarle ritmo hasta que sentí el caballo moverse bruscamente, sentí como mi cuerpo se elevaba para luego sentirme en caída libre, algo dentro de mi subió y bajo de golpe hasta que sentí mi espalda golpear el piso, en menos de un minuto (creo), vi un grupo de personas pararse a mi alrededor comentando que el caballo había visto una serpiente o algo así, no entendí porque me concentre en su rostro palidecido, preocupado.

-          ¿Diana, mi amor estas bien? - me pregunto con voz dulce pero antes de analizar la respuesta e inspeccionar los daños en mi cuerpo, desglose su frase ¿acaso dijo "mi amor"?, ¿seguía alucinando o fue el golpe?, se me hacía difícil de creer que oí esas dos palabras salir de sus labios dirigidas hacia mí es decir ella nunca utiliza esas palabras a menos que sea en tono sarcástico. Me fije en su mirada ansiosa, rápidamente inspeccione los daños pero lo único que encontré fue un dolor de espalda no muy leve y no muy fuerte.

-          Sí, estoy bien, sólo me duele un poco - dije tratando de reponerme pero me detuvo.

-          Espera que Alex venga a chequearte - me quedé recostada en la grama a la espera de Alex que no tardó mucho en llegar, revisó mis costillas, mi estructura ósea y al ver que todo estaba en su lugar me dejó partir a mi habitación. Pao y yo quedamos a solas luego de un rato.

-         Amor tuviste mucha suerte - mmm... Entonces no lo he alucinado, sí lo ha dicho, su rostro aún lucía pálido - ¡gracias a Dios no caíste mal! - palideció más.

-         Estoy bien Paola, no tengo porque quedarme aquí recostada ¡ya casi no me duele! - sonríe con dulzura, acercándose a la cama donde yacía acostada.

  • Pero todavía te duele aunque sea un poco, luego bajas a comer o tal vez te traiga la comida aquí - sonríe de nuevo pero esta vez con picardía, tomando asiento al lado de mí - ¡además es una buena excusa para que estemos a solas! - de inmediato me sonroje, volvió a sonreír, devolví su sonrisa con algo de nerviosismo, se acercó a besarme luego se recostó  a mi lado, yo en el acto me moví hasta ella para incrustar mi rostro cerca de su cuello y abrazar su cintura pero esta vez no se quedó inmóvil ante ese contacto pues también busco el modo de abrazarme, me acariciaba con ternura y sutileza, jugaba con mis dedos con una de sus manos y la otra lo hacía con mis cabellos, nunca me había tratado de este modo, nunca me había consentido de esta forma.

Estaba a punto de dormirme en sus brazos cuando escucho que Sandra nos llama para ir a comer. Me levante de mala gana estaba demasiado a gusto pero bueno también tenía hambre.

Todo estaba delicioso, la conversación se hizo larga y muy amena.

Para cuando me fije estaba atardeciendo, me levante para caminar hacia más allá del prado, me aleje bastante para ver el atardecer en primera fila entre los árboles, todo se veía demasiado hermoso, la hacienda era otra gracias a Paola.

Entre el color naranja del ocaso y el verde de la grama, los árboles, se creaba un contraste bellísimo. Sin duda alguna el mejor ocaso que he visto. Permanecí largo rato, hasta que sentí sus brazos envolver mi cintura, sentí de nuevo ese cosquilleo en todo mi ser que sólo lo producen sus caricias.

-          ¿Qué haces tan lejos?, ¡te estaba buscando!

-          Miro el ocaso, ¡está bellísimo!

-          ¡No tanto como tú! - afirmó en tono un poco más bajo, estaba incrédula a lo que había escuchado.

-          Gracias - fue lo único que atine a decir, guardando silencio por largo rato, siguió abrazándome ni para que decir cómo me sentía estaba en otro mundo, nada iguala el roce de su piel, sus caricias nada lo iguala.

Pronto no resistí en girarme para besarla, al terminar de hacerlo sus manos tomaron mi cintura con más fuerza apegándome a su cuerpo.

-          ¡Creí que nunca lo harías! - susurro, confusa me aleje lo necesario para ver su rostro.

-          ¿Qué cosa? - dije total y completamente pérdida en su mirada, la belleza del color de sus ojos no lo había visto jamás lucían claros casi no se notaban marrones.

-          ¡Girarte para besarme! - concluyó sonriente yo sin salir de mi encanto por sus ojos me acerqué a besarla, se pudo acabar el mundo mientras la besaba y no me importaría, tanta intensidad tanta pasión me haría olvidar cualquier cosa. - ¡tengo algo para ti! - sacó de su bolsillo una cadena de plata italiana, bastante hermosa con una figura de una "D" encerrada en el centro de un corazón, con adornos en pedrería haciéndola brillar. - ¡espero te guste!

-           ¡Me encanta, gracias! - anuncie exaltada tomando la cadena entre mis manos, sonríe satisfecha.

-           Permíteme te la colocó - me giro para colocarme la cadena con sutileza, beso mis hombros y con sus manos acaricio el contorno de mis brazos, gire de nuevo.

-           ¿Qué tal se ve? - pregunté con alegría, me miro por un segundo.

-           Justo como lo imaginé, perfecto, luces hermosa.

-           Gracias - sonríe de nuevo, la abrace por la cintura con fuerza, ella me devolvió el gesto rodeándome con sus brazos. - Quiero estar contigo...

Yo también - se apresuró impidiéndome culminar mi frase - pero debemos esperar un poco más, hay muchos invitados - guardé silencio entendiendo a lo que se refería, yo no quería decir exactamente eso pero no me dejo terminar, "Quiero estar contigo siempre"...

Me salí de mis pensamientos y de mi misma en el instante que sus labios acariciaron los míos con esa pasión que me enloquece. Al paso de algunos minutos regresamos a la casa como si nada continuamos con la reunión yo no lograba apartar mi mirada de la de ella deseosa por pasar otra noche a su lado.

Fui a mi habitación a eso de las 11 p.m. con la excusa de estar cansada y con el anhelo de estar con ella, al cabo de una hora la sentí entrar a mi habitación, me senté sobre la cama, cerró la puerta, admiro por un segundo el baby doll que cubría mi cuerpo. Con lentitud fue acercándose me hizo acordar de un felino a punto de poseer a su presa (está de más decir que yo soy para ella la presa más fácil, con sólo dirigirme esa mirada de picardía ya estoy más que entregada a ella)... Después de hacer el amor magníficamente se me antojo hacer una pequeña prueba, me acosté de lado dándole la espalda, no tardó ni siquiera un minuto en abrazarme del mismo modo de la noche anterior, ¡dormí excelentemente! Estaba comenzando a acostumbrarme a este trato.

Este ha sido sin duda alguna el mejor cumpleaños de mi vida no puedo creer todo lo diferente que me ha tratado, sus caricias han cambiado mucho ahora demuestran más romanticismo, sus frases son más dulces más amorosas, ¿amorosas? ¿Amor? ¡Ah! Esa bella sensación era a la cual trataba de resistirme pero no quiero hacerlo más, me estoy enamorando de ella, de mi mejor amiga, y se siente maravilloso.

Desperté del mismo modo al día siguiente, entre sus brazos, desayunamos y los invitados partieron, las únicas que quedaron fueron Alex y Sandra, quienes luego de desayunar fueron llevadas a un tour por la hacienda de la mano de Pablo, en poco tiempo no supe nada de ellas, la hacienda estaba casi desolada pues Paola le había dado libre a los empleados, sólo se quedaron los necesarios y con las chicas lejos de nuestro radar quedamos prácticamente a solas. Paola me llevaba tomada de la mano hacia un lugar desconocido... Pocos minutos después llegamos a las caballerizas, me dejó por unos segundos, volvió con un andaluz negro bellísimo, mirándome sonriente dijo

-Sube

  • ¿Qué? - dije aterrada - no, no me quiero caer de nuevo

  • ¡Hay por Dios!, Diana te has caído una sola vez y ¿te acobardas? - la mire con algo de irritación ¡me llamó cobarde! – Ja, ja, ja

  • se carcajeo - ¡vamos amor no me mires así! - me tomo de las manos y me hizo dar un par de pasos para acercarme a ella - Te prometo que no te caerás - me abrazo - yo subo contigo tranquila.

Bese sus labios antes de subirme al caballo, luego se subió ella, pasó sus brazos alrededor de mi cintura para tomar las riendas. Dimos un largo paseo por los alrededores de la hacienda. Me mostró todas las cosas nuevas y me comentó las que tiene planeado hacer. Pasadas un par de horas, me imagino es difícil saber del tiempo estando a su lado, se detuvo cerca de un río donde estaba todo preparado estilo picnic para almorzar, nos sentamos sobre una manta.

  • ¿no vamos a almorzar con las chicas?

  • No, hoy te tengo para mí sola - sonreí, planeó un paseo romántico, porque eso fue de lo más romántico que he vivido, un almuerzo para ambas, un día nosotras solas... La pasamos de lo mejor riéndonos, recordando todas las travesuras de la infancia.

  • ¡Está genial la hacienda! - exclamé mirando a mi alrededor

  • sí, por cierto necesito que firmes el documento de propiedad cuando regresemos Sandra los tiene en su despacho.

  • ¡Ah! ¿Está a nombre de las dos? - pregunté con algo de indiferencia.

  • Claro, al igual que todo, ¡sí nos llegamos a divorciar va a estar difícil de saber quién se queda con que! - bromeo sonriente, hermosa, acompañe su risa. Luego se levanto y me ayudó a levantarme tomándome de la mano para acercarnos más al río, tomamos asiento bastante cerca, se podía oír el agua correr, los pájaros cantar, el viento mover las ramas de los árboles y acariciar hasta la más pequeña de sus hojas, parecerá cursi pero me resultaba totalmente perfecto y bello estar a menos de un centímetro de distancia a ella en el centro de ese bello paisaje. Pasaron varias conversaciones antes de que recordará a Luís y antes de que me atreviera a preguntarle.

-¿Luís? - dijo con total indiferencia - Ni idea, no lo invité, agradece que hubo invitados por que mi plan inicial era no invitar a nadie - sonríe - mi idea era tenerte para mi sola - me sonroje, maldito enrojecimiento ¿por qué no lo puedo evitar?

Apareció en su rostro de nuevo esa sonrisa divertida, pero pronto desapareció, se acerco a besarme de un modo sutil, tierno, delicioso por varios minutos

-           Me fascina verte así sonrojada, te ves demasiado linda - me beso de nuevo pero por más corto tiempo - ¡ya vuelvo! - se levanto para salir corriendo, mi mente quedo en blanco ¿? ¿? ¿?, Hasta que volvió con la manta sobre la cual habíamos almorzado entre sus manos, la coloco sobre la grama, se sentó y con un gesto de su dedo índice, su mirada invitándome a acercarme a ella, no pensé dos veces para hacerlo, ¡claro! Ocupé mi lugar a su lado acaricio mi rostro con suavidad antes de besarme con timidez sin introducir su lengua en mi boca, solamente nuestros labios jugaban a apoderarse cada uno del otro. Ejerciendo un poco de fuerza sobre mi llevándome hacia atrás logrando recostarme en la manta, con su cuerpo sobre el mío, sus labios brindándome pasión, haciendo que ese deseo que siempre está latente por ella estalle en un mar de sensaciones...

Mis sentidos se agudizan para sentir hasta el más mínimo gesto hasta el más mínimo roce para disfrutar al máximo de sus caricias... Pronto nuestra ropa se volvió un completo y total estorbo, así que ambas nos deshicimos del obstáculo para permitir que nuestras pieles se rozaran con libertad, haciéndonos gemir, suspirar. Nuestros labios seguían entretenidos, jugando... Sus manos estaban bajando, recorriendo la vía hasta mi sexo, con la delicadeza de su tacto comenzó a pasearse entre mis labios vaginales mayores, los menores, mi clítoris electrizando todo mi cuerpo a su pasó, me noté sumamente húmeda, bajo a la altura de mis pechos para acariciarlos con su lengua al mismo tiempo que sus dedos comenzaban a introducirse tímidamente dentro de mí, moviéndolos con cierta lentitud y demasiada agilidad, de mis labios escapaban gritos de placer, aclamando su nombre entre gemidos y suspiros, mis manos se clavaron en su espalda mientras sentía mi interior explotar en un orgasmo que duro un par de minutos, me movía involuntariamente, disfrutando...

Sus labios se acercaron a besarme, se separo de mi seguía acariciándome los pechos pero con sus manos me miro con algo de picardía y malicia antes de besarme de nuevo, bajo cuidadosamente hasta detenerse en mi monte de venus para ir besando suavemente mi sexo ni siquiera me había recuperado del orgasmo anterior y ya me tenía a millón de nuevo con sus besos en mi cuerpo, en mi sexo sus manos acariciando mis pechos aguanté mucho, en pocos minutos estaba perdiéndome en un nuevo orgasmo más intenso, sentí como mi cuerpo se estremecía.

Coloque mi vista sobre ella, me miraba con ese brillo que me domina pronto se acercó a besarme, quise levantarme para girarnos y tratar de brindarle algo de todo el placer que ella me brindó pero no me lo permitió siguió besándome con ternura hasta recostarse a mi lado, suspira.

-           ¡Me fascina estar contigo! - afirmó sonriente no puedo describir la alegría que me embriago al escuchar su frase, me apegue a su cuerpo alojando mi cabeza en su hombro, abrazando su cintura me correspondió de inmediato, acariciándome con ternura y suavidad, no hay alguna cosa en el mundo que pueda darme la felicidad y la tranquilidad que su compañía me hace sentir.

Nadamos un poco en el río para luego admirar el ocaso, recostadas en la manta, totalmente desnudas.

-           ¿Es posible que alguien nos vea? - pregunto con bastante retardo pues sí alguien nos pudiera ver ya hubiese disfrutado de un genial espectáculo viéndola hacerme el amor. Me refugie en el calor de su cuerpo.

-           No hay nadie que pueda pasar por aquí, las chicas han de estar en la hacienda ya, por cierto deberíamos irnos - decía todo sin dejar de acariciar dulcemente mi brazo y mi cabello mojado.

  • ¡No!, ¡quedémonos un rato más! - suplique.
  • Ok corazón como quieras. - la bese, no me cansare jamás de sus labios. Estuvimos tan sólo media hora más luego nos vestimos y partimos a la hacienda, en todo el camino íbamos del mismo modo ella abrazándome de atrás a adelante tomando las riendas del caballo y por momentos besando mi cuello ayudando a que poco a poco vaya enloqueciendo más por ella.

Al llegar las chicas nos miraron intrigadas pero no hicieron preguntas (a pesar de que yo esperaba iban a hacer muchas), cenamos, conversamos por varias horas y luego a dormir el día siguiente aguardaba un largo viaje de regreso.

Me quedé dormida refugiada en su cuello pero no por mucho tiempo pues me desperté buscando su cuerpo sin encontrarlo, abrí mis ojos estaba sola en la cama, me levante a buscarla, no me tomo más que unos pocos metros hallarla estaba en el balcón acostada sobre la hamaca con su bata de dormir puesta, ¡se veía tan sencilla y a la vez tan sexy!

  • ¿Estás bien? - volteó a mirarme sonriente.
  • Sí, es que no podía dormir, ¿te desperté?
  • No, oye sí no logras descansar yo manejo de regreso - sonríe. - No será necesario, ¡ven! - estiro su brazo - acuéstate conmigo.

Así lo hice, estuvimos conversando, riendo, no la veía hacer ese tipo de bromas desde antes que Carlos falleciera, me encontraba gratamente sorprendida, encantada pero también muy intrigada ¿por que ya no se mostraba así? ahora cuando la veo conversando en un centro de amistades ya no se parece nada a eso, ahora luce seductora, sería, misteriosa, tenía mucho tiempo sin disfrutar de su buen humor. Aunque se ve hermosa en esa faceta de seducción, se ve aún más hermosa riendo, se ve natural, se ve feliz. Hablamos por un largo tiempo hasta que sin darme cuenta me dormí.

Desperté más que relajada en la mañana abrí mis ojos Paola estaba recostada del marco de la entrada al balcón se acercó a besarme y a entregarme una taza con café.

  • ¿Qué hacías?
  • Te admiraba mientras dormías - nuestras miradas se cruzaron por unos minutos expresando más que centenares de palabras. Mi corazón se agranda al verla, estoy locamente enamorada.
  • ¿Debemos regresar hoy? - pregunté en tono triste casi haciendo un puchero.
  • Sí amor, pero sí quieres quedarte está bien yo tengo que resolver varios asuntos de los negocios está semana.
  • ¡Quedarme aquí sin ti no tiene gracia! - sonríe para besarme luego.
  • Bueno luego volveremos a venir, solas y por más tiempo.
  • ¿Lo prometes?
  • ¡Sí!

Luego del desayuno partimos de regreso Paola y yo en la camioneta y Sandra y Alex en la Grand cherokee de Alex. Llegamos al anochecer, luego de despedirnos de las chicas Paola se dispuso a llevarme a mi departamento...

Se detuvo en el estacionamiento.

  • ¿Subes? - pregunté con tono inocente.
  • No puedo - dijo con algo de seriedad - debo ver a Luis, ¡está furioso! - dijo en tono algo burlón - ja se ha tomado muy en serio ese "título" de ser mi novio, ja - se carcajeo, sí ya me había dado cuenta de que Luis no le importaba pero ¿por que seguía con él entonces? ¿Cuándo voy a tener el valor de decirle lo que siento? ¡Es mi mejor amiga! ¿Por qué diablos se me hace tan difícil decirle? ¿Por que ella no me dice nada acaso cree que lo que sucede es de lo más normal?, abrí la puerta del carro sin decir más.
  • Espera - me tomo del brazo - sí logró deshacerme de él te llamó, ¿sí?
  • Claro. - tomé impulso para bajar me volvió a retener para besarme, no con la ternura con la que lo hacía en la hacienda sino con una pasión desenfrenada, nuestras pulsaciones se aceleraron sin control.
  • Chao - Me despedí al tener la suficiente cordura como para poder separarme de sus labios. (Debería decir locura pues eso es, una locura separarme de sus labios, sí a ellos pertenezco).

Pase parte de la noche esperando la llamada que nunca llegó, en este momento ha de estar haciendo el amor con él. Imaginé sin querer sus manos acariciar cada centímetro de la anatomía de ella, se me revolvió el estómago, me enrojecí de la irá. Maldije esto que sucedía, este amor prohibido que crecía sin entender que muy posiblemente no sea correspondido, ¿pero porque en la hacienda me trato de ese modo sí no me ama?, esa ternura, el modo celestial en el que me hizo el amor, sus cumplidos, esa mirada clara que nunca había visto, ¿porque? ...

En medio del embrollo y las lagrimas me quedé dormida, me despertó mi celular sonando incesante, corrí al living a buscarlo tal vez es ella - pensé - me decepcione al ver el número de Sandra.