El Amor Es Complicado (0)
Dedicado a todas mis lectoras y lectores. Espero les guste!!!
Hola a todos y todas, primero que nada quiero saludarles muy cordialmente espero se encuentren muy bien. De nuevo también me gustaría agradecerles por el apoyo y los comentarios.
Me encuentro por aquí de nuevo por que quiero dejarles lo que es la vida de Paola antes de las partes que ya he publicado, he conversado con varias de mis lectoras y ellas consideraron conveniente que publicara esta parte de la historia y pues para complacer su petición aquí esta. Sé que muchos pensaran que debí publicar esta parte primero pero la verdad no pensaba hacerlo pero bueno me convencieron. Espero de verdad sea de su agrado y también espero con ansias me den su opinión. ¡GRACIAS!
Prometo ser más atenta con los comentarios.
Besos
P.D: al finalizar esta parte vendría el comienzo de EL Amor Es Complicado, el cual ya publique.
Paola:
- Paola, ¡Paola! - esa misma soy yo Paola Valekstrini y la que me llama fervientemente es mi muy buena amiga Diana Vera. - ¡Vamos es tarde! - cierto es tarde, es mi cumpleaños Nº 19, 7 de noviembre.
Los chicos organizaron una fiesta para celebrar mi cumple, Diana fue la principal conspiradora para realizarla, se suponía que era una sorpresa pero le resulta difícil mentirme, a la final sólo nos conocemos de toda la vida, teníamos alrededor de 5 años de edad cuando nos conocimos en el Kínder Garden y nos volvimos inseparables.
- Nos están esperando vamos.
- Ok, ok.
Me llevaron hasta casa de Diego, un compañero de la "uni", allí estaban todos reunidos, al poco tiempo de entrar sonó mi celular, contesté...
- Amor lo lamento no voy a poder llegar - ¡ah! Mi novio, Víctor. Más de dos años juntos, estábamos haciendo el esfuerzo por seguir juntos pero se nos hacia bastante difícil, con su trabajo, el mío y sus celos. - Tengo una reunión, hasta tarde.
- Ok yo entiendo, tranquilo.
- Feliz cumple años, te quiero.
- Gracias.
Guardé el celular en mi cartera y a disfrutar, después de todo ¡es mi fiesta! Diana se acercó a hablarme.
- ¿No va a venir? - su rostro lucía un poco decepcionado al igual que el mío, supongo.
- No, una reunión...
Conversamos, bailamos, bebimos sí que bebimos.
Pobre Diana no aguanto, Diego tuvo que cargarla y llevarla a una habitación, como a las cuatro de la madrugada se quedó dormida profundamente, la abrigue y bajé para seguir hablando con Diego, sólo quedábamos él y yo.
- Feliz cumpleaños - dijo sonriente ofreciéndome un trago de whisky, lo tomé.
- Gracias - bebimos de nuestras copas.
- No he tenido la oportunidad de decirte ¡lo bella que estas!
- Gracias - asintió - tal vez deba recostarme luego debo trabajar - asintió de nuevo.
- ¿Me darías la oportunidad de decirte algo?
- Dime
- Es que quiero que sepas que estoy loco por ti desde el primer día en que te vi, eres hermosa, inteligente...
- Tengo novio - lo interrumpí con esa frase tan cortante pero con una sonrisa, Diego siempre ha sido muy lindo conmigo, aunque fue una gran sorpresa no me esperaba ese tipo de declaración. Sonríe.
- Eso es más que obvio con tú belleza es imposible que estés soltera - sonreímos - sólo quería que estuvieras al tanto de la atracción que siento hacia ti - aún sonriente me levante.
- Bueno ahora lo sé.
Diego se levanto
- Perdón - se acercó a mí.
- ¿Por qué? - me interrumpió besándome, me deje llevar por un segundo, la pasión en ese beso era abrumadora pero recobre el sentido, coloque mi mano sobre su pecho y lo aleje con sutileza.
- Buenas noches Diego.
- Buenas noches y de nuevo feliz cumpleaños.
Asentí y fui a dormir en la misma habitación donde estaba Diana.
Me levante, le lleve un café a Diana que tenía el dolor de cabeza de su vida.
- ¡Ay! Gracias - sonreí.
- Bébelo lento, anoche Diego te tuvo que cargar hasta aquí.
- ¡Qué pena! - se sonrojo, me carcajee.
- Eso te pasa por no tomar seguido.
- Sólo tomo para mi cumple y ...
- El mío, lo sé. Deberías ir al depa a descansar, yo hablo con Don Carlos
- Nuestro jefe, Diana y yo laboramos en un negocio de árabes desde hace largo tiempo, antes de salir del bachillerato ya trabajábamos medio turno, el plan es reunir lo suficiente para formar nuestro propio negocio en sociedad.
- No, yo puedo ir. Es más vamos ya.
- Ok.
Fuimos al negocio, luego de un rápido cambio de ropa.
Carlos (el hijo de mi jefe, un hombre encantador, alto, fornido, ojos oscuros, cabello negro y una elegancia que se puede ver a kilómetros, un caballero), me esperaba en la entrada.
Estaba recién llegado de viaje, me saludo con un abrazo.
- Feliz cumpleaños. - sonreí, beso mi mejilla.
Sacó una caja de regalo del bolsillo de su chaqueta, la abrí, un hermoso reloj de plata. Me lance a abrazarlo de nuevo.
- ¡Eres un encanto, gracias! - sonríe complacido.
- Quise llamarte pero me dio vergüenza la hora.
- Tranquilo, muy lindo el reloj. - volvió a sonreír.
- Voy a descansar, chao - beso mi mejilla como despedida y luego se despidió de Diana.
Esa mañana estaba decidida a comenzar a llevar a cabo mis planes de crecimiento financiero, hable con Don Carlos, todo salió mejor de lo que esperaba...
Diana y yo compartimos muchas cosas entre ellas un auto usado, un Ford Fiesta y el departamento donde vivimos.
Luego de salir del instituto nocturno fuimos al depa, serví un par de tragos para comunicarle la noticia.
- Ahora sí Paola ¿Por qué estas tan feliz? - pregunto sonriente.
- Ya es hora de comenzar - comenté con voz misteriosa.
- ¡Dime! ¿Qué sucede? - sonreí.
- Ok, mira mañana vamos a buscar un local ya tenemos los fondos para abrir el club - A Diana se le cayó la cara de la sorpresa.
- ¡Es fantástico! Pero ¿cómo? - saqué el cheque de mi cartera para mostrárselo, casi le da un infarto.
- Tiene muchos ceros, ¿verdad? - asintió atontada - hable con Don Carlos está mañana, nos hizo este generoso préstamo tenemos un año para cancelar la deuda.
- No lo puedo creer esto es genial.
- Claro que sí.
Bebimos un par de copas más para celebrar...
Los meses siguientes fueron geniales de ensueño pero muy agotadores. Al fin llego la noche que tanto esperamos, la inauguración...
Todo estaba listo, tuvimos suerte en conseguir un local a bajo precio solo tuvimos que remodelarlo, tres pisos: 1er. Piso: Normal, 2do. Piso: V.I.P y 3er. Piso: V.I.P Privado reservado para nuestras amistades e invitados especiales. En la entrada un gran letrero llamativo "Blue Moon Night Club".
Diana y yo estábamos emocionadísimas, fue increíble el local estaba lleno, estaba siendo un éxito.
Me recargue sobre la barra, Carlos se acerco.
- Quedo genial, felicitaciones - me comento al oído.
- Gracias - beso mi mejilla, sonreí.
Me vire a mirar la multitud y entre ella reconocí el rostro de Victor mirándome, hizo un gesto de negación moviendo su cabeza para luego dar media vuelta e irse. Trate de abrirme pasó entre las personas que bailaban para alcanzarlo. Víctor y yo hemos tenido muchos problemas este último año, casi no lo he visto por falta de tiempo. Cuando no me encontraba en el negocio de Don Carlos, estaba al pendiente de la remodelación del local o en la universidad pero Víctor se mostraba incapaz de entenderlo, él realmente creía que yo estaba teniendo una aventura con Carlos.
Logré alcanzarlo a la salida del club.
- Víctor ¿a dónde vas? - se detuvo volteó a mirarme.
- Te vi con Carlos. - sonríe irónicamente, yo lo mire confusa.
- Sólo estábamos conversando.
- ¿Me lo vas a negar? Estaba coqueteando contigo - negué gestualmente.
Estaba muy decepcionada y frustrada siempre es lo mismo pero no puedo aceptarlo está noche, no está noche no, es muy especial ¡al fin estoy cumpliendo mi sueño!
- No puedo creer que arruines está noche por tus celos estúpidos y sin fundamento - ahora él me mira confuso.
- ¡Pero sí te vi!
- ¿Me viste que? - Apresure a decir exaltada, la irá estaba recorriendo todo mi ser - ¿me viste besándome con Carlos o acariciándolo o teniendo sexo con él? ¡NO! Permaneció callado - estas viendo fantasmas donde no los hay.
Se quedó estático, di media vuelta y me fui de nuevo a la barra, Carlos se acercó a hablarme sonriente, su sonrisa se opaco de inmediato al ver mi rostro furioso.
- ¿Qué pasó? - bajo la mirada al suelo y luego miro mi rostro de nuevo - ¿volviste a discutir con Víctor? - asentí, tratando de esbozar una sonrisa que suavizará la situación pero no resultó - tal vez deba irme - tomo el impulso para retirarse, lo tomé por el brazo.
- No por favor quédate.
- Entonces - tomo mi mejilla - quita esa carita, eres demasiado hermosa para estar así. Además mira - voltee y la sorpresa mi buena amiga Alexandra Guerrero, una famosa ex-modelo, abandono el modelaje por seguir su sueño de ser doctora, está estudiando. Para mi mayor agrado estaba aquí con mi otra buena amiga Sandra Visserini, estudiante de leyes.
La salude y me introdujo a un grupo de amigos que había traído con ella, un grupo de modelos que habían trabajado con ella en varias campañas publicitarias y la habían acompañado en las más importantes pasarelas del país y USA.
Los periodistas enloquecieron afuera del club, le voy a agradecer a Alex toda la vida la publicidad que me proporcionó esa noche.
Fue genial, cerramos el club como a las cuatro pero mis amigas(os) e invitados especiales seguimos adentro celebrando hasta el amanecer.
Cuando partimos Diana y yo nos detuvimos frente a un kiosco de periódicos todas las revistas de farándula tenían en la portada una foto de Alex junto a los modelos en la entrada del club con el encabezado que decía "Blue Moon Night Club" un éxito total, Alexandra Guerrero de vuelta a la vida nocturna. ¡Que increíble! Diana y yo nos quedamos estáticas frente al kiosco atontadas fue una grata sorpresa.
Al medio día luego de una corta pero gratificante siesta fui a verme con Víctor en un café, al fin tomé la decisión de dejarlo, lo nuestro ya no tenía ningún sentido, sin confianza no hay nada. Al escuchar mi decisión se colocó "morado" de la furia que le dio, me reclamo y juro que era por Carlos que lo dejaba, ¡seguía tan equivocado! Podía apostar su vida a que la razón por la que lo terminaba era Carlos. Trate de hacerle entender que eran muchas otras las razones, desconfianza, falta de tiempo, falta de comunicación, falta de pasión en nuestra relación y el amor, nuestro amor ya estaba extinguido nunca volví a sentir esas mariposas en mi abdomen al verlo o al besarlo. Era el final.
Me fui del café dejándolo atrás de mi y de mi vida, o al menos eso esperaba. Don Carlos nos pidió a alguna de nosotras que trabajara y entrenáramos una nueva encargada pero en vista de que no pudimos decidirnos en cual de las dos se quedaría allá nos turnamos una semana yo estaba en el club y Diana en el negocio y la otra cambiaba de lugar con ella.
Pasaron quince días sin que lo notara estaba demasiado ocupada con la universidad, el club y tanto trabajo, el estrés y el cansancio me dominaban pero no tanto como la felicidad de por fin estar realizando mi sueño.
Le pedí ayuda a Carlos para ir al depósito a buscar una mercancía, fuimos al segundo piso. Carlos subió a una escalera para alcanzar la caja pero al tratar de agarrarla cayo otra mas pequeña que estaba sobre esa, pequeña y liviana pero logro tumbarlo de la escalera. Gracias a Dios no era mucha altura. Cayo de espaldas me agaché a chequear que todo estuviera bien.
- ¿Estas bien o te llevo al hospital? - sonreí.
- Gracias pero no necesito el hospital - devolvió mi sonrisa de un modo aún más encantador que la mía.
- ¡Estas distraído últimamente! - afirmé con la misma sonrisa, tomo asiento yo seguía agachada frente a él, podía percibir su aliento mentolado.
- Es que he estado analizando posibilidades - me lanzó una mirada única que me dejó helada.
En ese instante creí lo que Diana me había dicho un par de años atrás "Le gustas a Carlos, está derretido por ti". Nunca vi a Carlos con esos ojos a pesar de que entre nosotros siempre ha existido una atracción, pero nunca la había sentido tan fuerte como en este momento.
- ¿Y cuáles son esas posibilidades? - comenté con voz y rostro inocente. Se levanto regalándome una sonrisa.
- De que tal vez pudiera invitarte a cenar y sí tengo suerte logré convencerte de que seas mi novia - le devolví la sonrisa con algo de timidez.
Intentaba organizar las ideas de mi mente pero Carlos no me lo permitió, en menos de treinta segundos se acercó a besarme, colocando sus manos alrededor de mi cintura sosteniéndola con fuerza, acercándome más a su cuerpo. Ajuste mis brazos alrededor de su cuello, sentir la calidez de su piel tan cerca de mi era una sensación inexplicable, como de seguridad. Su beso lleno de ternura fue el culpable de erizar cada centímetro de mi piel. Podía sentir su nariz rozando suavemente la mía, abrí mis ojos para encontrarme con los suyos, me perdí en su mirada color café.
- ¿Aceptas ir a cenar conmigo? - me dijo en un susurro casi inaudible. Sonreí.
- Creo que ya me has convencido.
Quería ser su novia ¿por qué no?
Busqué de inmediato juntar mis labios con los suyos, estaba pérdida en sus labios mentolados, suaves como seda, que se movían y ajustaban perfectamente con los míos fundiéndose en una ternura y pasión increíble.
Esa noche cenamos, preparó una cena romántica en su departamento, con baja luz, música suave, de lo más lindo.
Fue inevitable que pasáramos la noche juntos, dejar de sentir la pasión que producían sus caricias en mi piel hubiese sido una tortura, me encanta Carlos sólo quiero estar con él.
Tan sólo tenemos unas horas de novios, se que sueña ilógico pero se volvió una necesidad primordial para mi estar a su lado.
Los siguientes días fueron mágicos podría decirse, amanecer a su lado es la mejor experiencia que he vivido (porqué comencé a dormir con él casi a diario). Carlos es muy amoroso, lindo, genial para conversar, es "perfecto", sí hay algo en el mundo que pueda acercarse más a la perfección es él, o al menos a mis ojos lo es. Debí hacerle caso a Diana hace mucho tiempo atrás y ver a Carlos como algo más.
Con respecto al negocio estaba totalmente sorprendida de lo bien que fue recibido por la población en general, siempre estaba lleno. Las ganancias estaban yendo muy bien. Considero que en poco tiempo podremos cancelarle a Don Carlos su generoso préstamo.
En la uni también estaba todo genial ya se acercaba la época de hacer pasantías. Diana y yo estábamos desesperadas por graduarnos.
Al pasó de los días, creo era martes en la tarde, le pedí a Carlos que fuera al depósito yo lo alcanzaría poco más tarde para estar unos momentos a solas. Me disponía a ir al depósito en el momento que Víctor hizo aparición en la entrada del negocio con un hermoso ramo de flores.
- ¿Tienes un minuto? Quisiera hablar contigo - Pregunto con cara de ángel yo mantuve seriedad.
- Bajemos a la plaza.
Nos detuvimos en una plaza cercana al negocio.
- Vine aquí con la esperanza de que perdones mi estupidez. No quiero perderte - pudiera creerle sí fuera la primera vez que me lo dice pero ya han sido muchas las peleas, muchas las disculpas y ya no siento nada por él hay un nuevo hombre en mi vida al cual deseo y quiero como nunca lo he hecho, con el cual me siento feliz y a gusto.
- ¡Ya me perdiste! - afirmé aún más sería - ya no estoy interesada en ti - agachó la mirada, analizando por un segundo.
- ¿Acaso hay otro?
- ¡Maldita obsesión!
Víctor comenzó con esa paranoia cuando salimos del colegio, la falta de confianza resultaba ser demasiado ofensiva. Víctor fue mi primer amor, mi primer hombre, estuve enamorada de él intensamente pero la sensación fue mermando hasta agotarse por completo gracias a sus celos.
- ¡Eso no es de tú incumbencia! - su cara se torno roja en un segundo, lanzó las flores que me ofrecía al suelo.
- Hay otro lo sé - grito, toda la gente de la plaza volteó a vernos.
- ¿A eso viniste a hacerme un espectáculo? ya hemos terminado no quiero saber nada de ti. Amargaste nuestra relación hasta llegar a esto - palideció un poco - acabaste con el amor que alguna vez sentí por ti.
Lo deje allí paradito impresionado sin poder articular una palabra.
Regresé al negocio, Carlos iba saliendo en mi búsqueda.
- ¿Dónde estabas amor? - su rostro estaba tranquilo.
- Víctor vino a buscarme, fui a hablar con él en la plaza - su rostro cambio totalmente ahora lucía molesto e intrigado.
- ¿Por qué fuiste hasta allá?
- Sí ustedes dos se encuentran puede que haya problemas y eso no es conveniente para la tienda además sólo accedí a hablarle para poder dejarle bien claro que ya no me interesa - se relajo un poco, ajusto sus brazos a mi cintura, beso mis labios y me dijo con ternura...
- No vuelvas a enfrentarte a él a solas ¿sí? - asentí - puede resultar peligroso, tú sabes lo agresivo que es - volví a asentir.
El sábado de esa semana estábamos Diana, Carlos y yo en el segundo piso del club chequeando todo.
A eso de las once veo a Víctor acercarse a Carlos y a mí en la pista de baile.
- ¿Vez? Sí había otro, el mismo de siempre. Después de todo estaba en lo correcto. - Nos reprocho Víctor agresivamente, yo lucía tranquila pero estaba nerviosa Carlos no iba a dejar que Víctor nos ofendiera sin golpearlo primero.
- Nunca tuve otro que no fueras tú - afirmé fuerte.
- Te lo pido por las buenas Víctor vete - Carlos se notaba muy molesto, dio pasó al frente dejándome atrás de él.
- ¿Qué tal sí tú me intentas sacar? ¡A ver sí puedes! - Víctor empujó a Carlos, mi novio de inmediato tomo el impulso para golpearlo, lo tomé del brazo.
- Por favor Carlos aquí no - suplique, él se giro para verme y se detuvo. Víctor intento provocarlo de nuevo, Carlos estaba a punto de explotar pero no contraatacó, en el instante que Víctor iba a atacarlo de nuevo llegó Diana con los chicos de seguridad, quienes sacaron a Víctor arrastras del club.
Carlos les pidió como prioridad que no lo dejaran acercarse al club ni a Diana ni a mí.
Pasó un poco de tiempo pero Carlos no mejoraba de su mal humor seguía abrazándome pero no participaba en las conversaciones del grupo.
Tomé su mano para alejarlo de ese lugar, fuimos a su departamento.
Lo senté de golpe en el sofá azul de su living, me senté sobre él para besarlo y acariciarlo como si nunca antes lo hubiese hecho...
Viví ese noviazgo como nunca había vivido en mi vida, por cada día que pasaba podía sentirme mas cercana a su corazón.
El tiempo pasó con paz y tranquilidad, era increíble casi imposible la felicidad que estaba experimentando, sí no fuera porqué Diana y Carlos estaban allí de testigos no pudiera creerlo.
Pasó todo tan rápido que se hizo imposible de creer, mi cumpleaños Nº 20 (realizamos una fiesta en el club), nuestra graduación (otra fiesta), el cumple de Diana (¡más fiesta!), el de Carlos, ese sí decidimos celebrarlo nosotros dos solitos, fugándonos un fin de semana a su casa de la playa. Fue un fin de semana de ensueño la noche antes de regresar Carlos me pidió que me fuera a vivir con él, acepte encantada.
Lo único que más deseaba en este mediados de la noche se arrodillo frente a mí con una cajita azul forrada en satín entre sus manos.
- ¿Te casarías conmigo? - entono las palabras que me han hecho más feliz en mi vida.
- ¡¡¡SIII!!! - respondí eufórica, Carlos colocó el anillo en mi dedo, ¡que belleza de anillo! Plata italiana con un precioso diamante, brillante como el sol, deslumbró mis ojos su belleza pero Carlos es él que deslumbra mi corazón. Amanecimos en la fiesta.
La felicidad que tenía era de otro mundo ¡Enamoradísima! Como nunca lo había estado, ni siquiera tuve nunca la imaginación suficiente para calcular lo mucho que podría amar a alguien, lo mucho que podría amarlo a él. ¡Lo Amo!... La tarde del día siguiente fui con Diana a comprar nuestra camioneta. Una Ford Sport Trac que me encanta, Diana aún quiere ser cuidadosa con el uso de las ganancias entonces decidimos comprar la Ford a nombre de las dos y vender el fiesta, con toda la nostalgia del mundo...
¡Los preparativos! ¡Que emoción! No podíamos esperar tanto para consagrar nuestro amor en sagrado matrimonio así que programamos la boda para el 5 de febrero, los pocos meses que faltaban pasaron con rapidez, con toda la preparación, las invitaciones
Y aquí estamos a tan sólo una semana de la boda, Diana mi mejor amiga será mi madrina junto con Alex y Sandra, Carlos escogió a Manuel, Henry y Rafael para ser sus padrinos.
Decidimos celebrar la ceremonia en la casa de la playa.
La decoración quedó genial mis madrinas me ayudaron muchísimo, decirlo así es opacarlo la verdad ellas hicieron el 90% de la decoración. En la entrada colocaron lindas lámparas de luz tenue para encenderlas en la recepción en la noche, a los costados del pasillo de entrada vamos a colocar arreglos de rosas blancas, mi preferida. El marco de la entrada decorado con luces blancas de navidad y más rosas blancas. El salón con luces blancas por todos lados, arreglos de rosas y esperamos colocar la torta en el medio, todo está listo.
El vestuario, ese es otro aspecto en cual mis madrinas intervinieron bastante, el clásico vestido blanco con un escote discreto y piedras brillantes adornando la caída, sin cola pegado a los tobillos, las zapatillas de Jimmy Chu, me encantan, de tacón alto, el peinado tenemos pensado dejar caer mi cabello suelto con un cintillo de pedrería como adorno, un brazalete de plata que hace juego con mi anillo y zarcillos largos también de plata.
El novio, mi precioso novio vestirá un esmoquin clásico negro, diseñado por Giovanni Scutaro, al igual que el de los padrinos.
Las madrinas usaran bellísimos trajes azul celeste ceñidos al cuerpo con accesorios de plata similares a los míos.
La luna de miel Carlos tiene pensado irnos a Margarita pero aun no decidimos; sea donde sea lo importante es que estaremos juntos.
Ya solo faltan 5 días. Carlos y yo nos fuimos de compras en busca de las últimas cosas que hacían falta. Carlos me dejó en el club para ayudar a Diana a arreglar un par de asuntos antes de abrir, eran como las ocho de la noche, Carlos siguió al departamento a dejar las cosas allá y volver.
Pasaron las horas, a eso de las diez estuve llamándolo pero no me contestaba ni el celular ni el teléfono del departamento, estaba comenzando a preocuparme, dos horas era más que suficiente para ir y venir.
Diana se acercó a hablar conmigo al ver mi rostro lleno de preocupación.
- ¿Qué sucede? - me pregunto serena.
- Carlos no me responde, temo que le haya sucedido algo - Diana analizó un segundo, su rostro dejó la serenidad para tomar un aire de preocupación pero trato de disimularlo.
- Seguro viene en camino tranquila - suspiré y asentí.
Tal vez sí sólo venga en camino, Diana colocó su mano sobre mi brazo lo acaricio tratando de consolarme mientras mi mente buscaba la explicación de la tardanza de mi novio.
Me auto consolé con esa idea de que venía en camino pero seguía pasando el tiempo no contestaba su celular y yo no podía suprimir esa vocecita dentro de mi que me decía que algo le había pasado, mi corazón se retorcía sólo con imaginar que algo le pudo haber pasado.
Estaba pasando de preocupación a desesperación quería verlo, colocar mis brazos alrededor de su fornido cuerpo, sentir su calor, besarlo, asegurarme de que todo está bien.
Comencé a sentirme mareada y palidecí por completo, me faltaba el aire, Diana me tomo de la mano y me llevó a la entrada del club con las llaves del carro listas en sus manos para llevarme al departamento a buscarlo cuando suena mi celular.
Mi corazón latía salvajemente, y la llama de la esperanza se encendió en mí. Pero mire mi cel, no era Carlos era un número desconocido, me decepcione en el acto, ahora ya no era esperanza lo que recorría mis venas, sino terror. La peor sensación que había sentido en mi vida, algo estaba mal lo podía sentir, algo había pasado. Estaba aterrorizada, demasiado asustada para atender, mis ojos comenzaron a llorar por sí solos, casi ni lo noté.
La llamada seguía insistente Diana me miraba ansiosa, contesté...
- Aló estaba temblando mi cuerpo y mi corazón presentían la razón de la llamada.
- ¿Señorita Paola Valekstrini? - pregunto una voz ronca, masculina.
- Sí - contesté en un susurro, el hombre guardo silencio por un segundo en el cual sentía algo mordiendo mi corazón, podía sentir los pedazos que arrancaba. - La estoy llamando de la Clínica Nuestra Señora Rosa Mística, soy el Dr. Luis Andrade, necesito que venga inmediatamente tiene que ver con su prometido - para ese momento las lágrimas recorrían mi rostro, Diana me miraba con miedo y ansias con sus brazos alrededor pues yo estaba perdiendo el equilibrio.
- ¿Qué le sucedió?
- Tuvo un accidente, pero es mejor que hablemos en persona - un gemido de dolor salió de mi boca sin querer, un accidente. ¡Dios! ¿Qué le ha pasado?
- Voy para allá - fue lo único que pude decir.
Mire a Diana, ella asintió me tomo con fuerza para ayudarme a subir a la Ford. Coloque el celular entre mis manos, sobre mis piernas.
Diana arrancó de inmediato, la escuchaba hablar con alguien por celular pero no podía entender que decía, sólo distinguía su dulce tono de voz quebrantarse al hablar.
Me quedé allí fija mirando por la ventana pero en realidad no lograba ver algo, Carlos mi Carlos, el amor de mi vida estaba en esa clínica y yo no estaba a su lado ni siquiera se lo que le ha pasado, ¡un accidente!, ¿qué significa? ¿Una fractura, que estará bien en una semana o algo peor? ¡NO NO PUEDE SER ALGO PEOR! Grite internamente pero creo que pronuncie las palabras de mis gritos pues vi de reflejo que Diana volteó a verme, acercó su mano a la mía intentando darme consuelo, alcance a sentir su calidez sobre mi piel que estaba fría del terror que sentía, mi mente seguía pidiendo explicaciones ¿cómo está? Necesito verlo decirle que lo Amo, que no se atreva nunca a dejarme porqué sin él no soy nada, él es mi todo, mi vida, mi aire.
Me recline hacia adelante, tenía ganas de vomitar, no podía respirar.
Al fin llegamos a la clínica, como pude me bajé del carro y corrí con toda la velocidad que alcance a desarrollar, dejando caer decenas de lágrimas a mi pasó me dirigí a la sala de emergencias, Diana imito mis acciones logrando alcanzarme antes de llegar a mi destino.
Abrí mi boca buscando poder articular alguna palabra que pudiera indagar donde y como se hallaba mi prometido pero no logré decir nada, estaba frustrada el llanto no me dejaba hablar, mis brazos temblaban.
Diana hablo por mí pero aún seguía sin entender que decía. Un médico se acercó con rapidez dijo algo que no logré percibir señalando unas sillas, Diana me ayudó a tomar asiento, trate de enfocarme, me concentre lo más que pude para poder entender lo que decía el doctor.
- Srta. Valekstrini - dijo con voz dulce, arrodillándose frente a mi, sus ojos mostraban piedad y compasión, su rostro lucía empático por lo que tenía que decirme - su prometido Carlos Hassam falleció en un accidente de tráfico. Sufrió una fractura encéfalo craneal y murió en la escena - sus palabras entraron a mi cerebro con más lentitud que la que uso para hablar, cuando al fin comprendí el significado de sus palabras.
- ¡Carlos! - susurre, me faltaba el aire, mis lágrimas caían derramadas como cascadas.
Me levante de golpe quería buscarlo, verlo. Sentí un fuerte mareo, no encontraba ni un poco de oxígeno dentro de mi, las luces a mi alrededor giraron. Alcance a oír un grito exclamando mi nombre, la voz de Diana. Luego caí en un profundo sueño.
En poco tiempo o mucho no lo sabría decir con certeza, sentí que despertaba, me vi levantándome en una grama verdosa brillante la desesperación por encontrarlo ya no se encontraba en mi corazón de hecho me sentía tranquila, mire hacia los cielos preguntándome donde estaba, las nubes estaban opacas, grises, me asusté al ver su color, era muy extraño, bajé la mirada hacia la grama y volví a sentirme en calma. Escuché su voz, esa voz acaramelada que se escuchaba tan tierna, pronunciaba mi nombre, gire hacia atrás añorando ver su rostro color canela.
Se encontraba a la distancia mi único impulso fue correr hacia él, perseguir ese sueño de estar a su lado y no dejarlo jamás. El tiempo que me tomo llegar hasta él me pareció una eternidad a pesar de que me esforzaba lo más posible para correr más rápido no lo parecía creo que comenzaba a ir más lento. Mire mis pies mientras corría lucían bien parecían correr a una buena velocidad, ¿Acaso Carlos se está alejando de mi? ¿Por eso no lo alcanzó? No, no imposible.
Al fin lo logré llegué hasta él, me atajo para alojarme entre sus brazos, sentí el calor de su cuerpo. Acurruque mi rostro en su pecho deseando permanecer allí para siempre, sólo así me sentía feliz.
Recordé la desesperación que había sentido por perderlo comencé a besarlo y acariciarlo frenéticamente, toque cada centímetro de su piel para asegurarme de que se encontraba en perfecto estado, él respondió apretándome con fuerza contra su pecho, Te Amo le dije impaciente porqué lo supiera, me miro tiernamente ¡como adoro esa mirada!
Beso mis labios, sonríe Te Amo, dijo, mi corazón estaba exaltado por la alegría de tenerlo a mi lado de nuevo, su rostro se torno serio "pero me tengo que ir". Escuché sus palabras pero no las entendía no quería entenderlas.
- No, no lo hagas.
Suplique, inclino su cabeza para rozar mis labios, sonríe de nuevo antes de darme la espalda e irse. Comencé a llorar sin control y sin detenerme lo único que podía repetir era "no me dejes" lo dije mil veces, no paraba de llorar caí de rodillas en el suelo, mirando al cielo pidiendo clemencia, una señal, un por qué, ¿qué he hecho, por qué se ha ido? - me preguntaba...
Abrí los ojos lo primero que vi fue una luz blanca en el techo, estaba acostada pero ¿dónde?
Gire mi rostro para mirar mi alrededor en un sofá frente a la cama estaban Alex, Sandra y Diana quienes se levantaron de golpe al verme despierta.
Las tres se detuvieron a un lado de mi cama, tenían los ojos rojos, irritados obviamente habían llorado pero los ojos de Diana estaban más rojos que los de las chicas.
- ¿Cómo te sientes? - me pregunto Diana mirándome ansiosa.
Ahora lo entiendo estoy en la clínica eso quiere decir, "falleció en un accidente de tráfico" recordé de inmediato mis lágrimas salieron a flote, sólo fue un sueño nunca estuve allí con él, nunca lo abrace, nunca le dije que lo amaba, nunca bese sus labios ¿Por qué está tortura? El hombre que amo se ha ido, no estuve allí con él, no pude decirle que lo amo con todo mi corazón.
Me sentía débil, no me creí capaz de mover un sólo músculo pero aún así intenté levantarme.
- Trata de descansar, el doctor dice que estas muy débil - dijo Diana acompañando mi llanto con el suyo.
- Te están tratando con suero ayer te desmayaste - intervino Alex, que al igual que Sandra tenían las lágrimas a un pasó de salir. Asentí respirando profundamente tratando de detener mis lágrimas.
- ¿Hablaron con Don Carlos? - Diana asintió sin dejar de llorar.
- Está preparando el funeral, va a ser hoy a las tres - explico Sandra notando a Diana incapaz de hablar.
- Tengo que ayudarlo, tengo que ver a Carlos - volví a intentar levantarme Diana me detuvo.
- Voy a hablar con el médico para que te de de alta - Alex partió junto a Sandra a hablar con el médico.
No me sentía nada bien pero lo tengo que ver, tengo ver a Carlos antes de que lo... No puedo ni pensar en eso siquiera. Me mantuve callada examinando las imágenes de mi mente, mis hermosos recuerdos a su lado...
Dirigí mi mirada hacia Diana que aún sollozaba quisiera poder levantarme e ir a consolarla pero no puedo hallar ni un sólo consuelo para mi misma sin contar el hecho de que me siento total y completamente incapaz de mover un sólo músculo.
Intenté hablar tratando de expresarle aunque sea una sola palabra de consuelo, pero nada. Le ofrecí mi brazo para tomar su mano, se acercó a mí para besar mi frente, nuestras lágrimas no paraban.
Desde muy pequeñas nos hemos dedicado a cuidarnos mutuamente, Diana es la única familia que tengo.
Alex y Sandra entraron a la habitación junto con el médico interrumpiendo por completo el hilo de mis pensamientos. Firme algunos documentos y como a la media hora estaba saliendo de la clínica tratando de mantener el equilibrio, se me hacia algo difícil aún me sentía mareada, estaba demasiado perturbada. Las chicas me acompañaron al departamento que compartía con Carlos. Temerosa di el primer pasó para entrar, volví a marearme, comencé a sentir pánico a medida que iba entrando, sentía el departamento inmensamente vacío sin él. Alex y Sandra partieron para buscar un cambio de ropa para ellas y para Diana luego iríamos al funeral.
Diana se quedó a mi lado para ayudar a cambiarme, era lo que más necesitaba compañía no tengo la suficiente valentía para estar aquí sin él sabiendo que más nunca estará a mi lado. No estoy consciente de la ropa que me e colocado imagino a de ser negra pero sinceramente no me interesa saberlo porqué estoy pérdida en mis pensamientos. Me senté sobre el sofá, sosteniendo entre mis manos una foto reciente de Carlos y mía en el club. Lo digo ahora y lo diré siempre, lo repetiré mil veces daría cualquier cosa por estar a su lado de nuevo por abrazarlo, por retenerlo entre mis brazos, suplicarle que no me deje jamás, decirle cuanto lo amo, cuanto lo necesito, mis lágrimas bajaban por mi rostro hasta caer sobre el porta retrato humedeciéndolo con mi dolor.
Diana al verme corrió a abrazarme sólo resistí erguida en el sillón unos segundos luego caí derrumbada alojando mi cabeza sobre sus piernas en posición fetal, apretando con fuerza el porta retrato contra mi pecho.
Lloré sin detenerme por no se cuanto tiempo. Ella acompañaba mi llanto podía escuchar en medio de mis tormentos el sonido de su llanto. Sentía sus caricias en mis brazos y mi cabello tratando de darme consuelo pero no tenía éxito a cada segundo que pasaba me sentía más sumergida dentro de este abismo que consume mi corazón.
Sólo me formulaba la misma pregunta ¿cómo voy a seguir viviendo sin él en mi vida? Estaba destrozada por el dolor y la pena, preferiría haber muerto yo en su lugar. Sin pensarlo dos veces ni una vez sí quiera, daría mi vida a cambio de la suya.
Diana susurro a mi oído "Tenemos que irnos", ya era la hora me levante con la poca energía que me quedaba...
Llegamos a las salas velatorias me recibió Don Carlos abrazándome fuertemente, tomé un segundo para admirar su rostro lucía afligido, seguro llevaba horas sin dormir. Susurro algo a mi oído que no oí.
Di unos pasos más adelante aún con Diana acompañándome a mi lado derecho. Ese fue el momento en que lo vi y me destroce aún más por dentro, sí es que aún se hallaba algo completo dentro de mi capaz de destrozarse. La urna con mi amor dentro de el, me acerqué con prisa para caer recostada sobre el siendo ya un manojo de nervios y torrenciales de lágrimas, mis manos temblaban. Allí estaba el rostro que más he añorado en la vida, el que más he amado. Lucía tan relajado y tranquilo sin una sola arruga o marca de dolor me causó un poco de consuelo supuse que no sufrió al ver su rostro tan tranquilo pero el abismo no disminuía sólo aumentaba. ¡Carlos!, exclame con lo que creo fue una voz suave, tal vez fue más que eso. Comenzó el velorio podía escuchar el sermón del Padre. Me senté cerca de la urna, donde pudiera admirar su rostro de cerca, recordaba cada bello instante que viví a su lado... Sin pedirme permiso, sin previo aviso la vida ha tomado la decisión de apartarlo de mi para siempre ahora debo darle mi último adiós, despedirme sin desear hacerlo. Diana me abrazaba con fuerza mientras ambas observábamos el ataúd descender lentamente para sepultarse en el fondo del cementerio, alejándolo para siempre de mí
Diana me llevó al departamento estaba aterrada por quedarme sola pero le pedí a ella que partiera, ya a hecho mucho por mi y necesita descansar. Se negó a dejarme pero la convencí como pude. Diana partió dejándome con esa soledad y esa pena consumiéndome.
Me recosté al sofá durante varias horas. Al percatarme de la hora eran la una de la madrugada, me arrastre hasta la habitación, intenté dormir por un largo rato hasta que lo logré a medias.
Volví a tener el mismo sueño, la grama verde, los cielos oscuros, su rostro impecable esperando a la distancia, mi carrera a toda velocidad desesperada por alcanzarlo por estar entre sus brazos. Sentí el calor de su cuerpo contra el mío, el dulce sabor de sus besos. Me sentí morir cuando enuncio las mismas palabras "Pero me tengo que ir", la decepción de nuevo, el dolor carcomiendo mi corazón, sentí mil puñaladas incustrarse en mi. ¡Se ha ido!
Desperté bañada en sudor, mire el reloj tan sólo eran las tres de la mañana, me sentía totalmente cansada con la mente atormentada, intenté dormir pero se me hizo imposible.
Así pasaron mis días, no se cuántos, ni sentí como pasaron sólo sabía que mi dolor no disminuía sólo iba en aumento, que mis noches eran una tortura sin fin, todos los días sin falta tenía el mismo sueño, el mismo dolor en aumento. Lo máximo que lograba dormir eran dos horas sí tenía mucha suerte pero de igual modo no descansaba no tenía energías ni sí quiera para llorar aunque era lo que más deseaba, desahogar mi pena en el llanto pero ya ni esa opción me quedaba. Mis ojos estaban resecos, me espante al verlos al espejo lucían rojos como la sangre.
Opté por no salir más del departamento. Mi vida se estaba convirtiendo en un infierno que me destruía lenta y dolorosamente. Diana me visitaba a diario más de tres veces, estaba al pendiente de mis compras de todo lo que necesitaba, estaba muy avergonzada por ser tan inútil pero no tenía energía para nada. Alex y Sandra también me visitaban con bastante frecuencia. Las tres buscaban la manera de llevarme de vuelta a la vida pero ya no la tenía, la vida de Paola Valekstrini ya no existía, no era nada sin él.
Pasaron montones de meses en el mismo infierno, ese sueño que me atormentaba verlo alejarse de mi cada noche era echarle sal y pimienta a la herida de mi alma, había caído dentro de un precipicio y no tenía modo de salir de allí, cada día me encontraba más profunda y sumergida.
Una noche llegaron las chicas con rostros de aflicción y espanto, no supe que les sucedía. El rostro de Diana expresaba que recién había parado de llorar. Nos sentamos en el sofá Diana a mi lado y Alex junto con Sandra al frente. Las tres cruzaron miradas cómplices cargadas de misterio.
- ¿Qué sucede? - Pregunté de inmediato confusa. Mire a Diana tenía la cabeza gacha.
- Paola - intervino Alex con voz relajada pero cautelosa - Don Carlos falleció alrededor de dos horas atrás - Alex hizo una pausa esperando por mi reacción.
¿Falleció? ¿Es posible que pasen tantas desgracias juntas? No lo podía creer, me dolió mucho saberlo pero no logré expresar ese dolor con más de unas pocas lágrimas, ya no tenía lágrimas. Volteé a mirar a Diana se había desatado en un llanto silencioso pero está vez yo sí podía moverme, mi primer impulso fue abrazarla tratando de darle consuelo, Alex se sentó a mi lado Sandra al lado de Diana.
El día siguiente asistimos al funeral, caí en una depresión aún mayor, creo que parecía un zombi en lo total de su expresión, no hablaba y tenía la mirada fija en la lapida de Carlos que estaba junto a la que ahora sería la de su padre. Una pesadilla sin fin.
Finalizó el funeral, me disponía a irme a mi departamento a encuartelarme de nuevo en mi infierno privado.
La abogada de Don Carlos se acercó a Diana y a mí. Luego de darnos el pésame nos entregó unos documentos disculpándose sabiendo que era un mal momento pero pidiéndonos a Diana y a mi firmarlos, los leí detenidamente al igual que Diana para nuestra sorpresa Don Carlos nos había dejado a ella y a mi en su testamento como herederas universales, para ser sincera no me importó. Firmamos y partimos.
Pasaron los días aún más lento.
Entre el insomnio y la pena me iban a matar cada noche era peor un calvario infinito. Seguía sin salir del departamento y Diana encargándose de todo, estaba demasiado apenada por eso pero no tenía la fuerza necesaria para seguir.
Al pasó de unos días más o unas semanas tal vez, no sabría decirlo con certeza; Diana fue a buscarme al departamento me encontró "viendo la tv", sólo fingía hacerlo, me distraía aunque muy poco de la realidad. Me convenció para que la acompañara al negocio de Don Carlos, ¡que en paz descanse! Debíamos decidir cual sería el futuro de ese negocio.
Me coloque unos jeans sencillos a la cadera y una franelilla, por el camino me aterraba cada vez más entrar a ese negocio sin él.
Entramos, Diana me hablaba sobre sus ideas pero no le preste atención, recorrí los pasillos.
Sentí la desolación en el ambiente sin ellos allí. Entre al depósito de inmediato los recuerdos me abrumaron, nuestro primer beso...
No pude, mi alma se fue junto a él, no tengo fuerzas para resistir está tortura, salí casi corriendo del depósito, las ácidas lágrimas muestra de mi dolor recorrían mi rostro, Diana me miro expectante, le pedí que tomara un taxi para llevarme la camioneta, me sentí mal por dejarla así pero no podría soportar ni un segundo más allí.
Encendí la Ford y acelere sin saber a donde dirigirme pero rápidamente tuve una idea. Di marcha a toda velocidad arriesgándome altamente pues con esa velocidad y mis ojos empañados por las lágrimas era un peligro pero tenía que hacerlo, estaba desesperada, el dolor era un ácido letal recorriendo mis venas, no podía resistir está tortura debía parar ya, no puedo más, no aguanto...
Estacione en el cementerio, noté los cielos oscuros y gotas tenues cayendo sobre mi piel, caí arrodillada sobre la tumba de Carlos llorando sin poder contenerme.
De pronto se desató un torrencial del cielo me empape en cuestión de segundos temblaba por el frío pero no me podía mover.
¿Por qué? No dejaba de preguntar entre sollozos ¿Por qué me ha dejado sumergida en este infierno? En medio de mi locura intenté conversar con su tumba, teniendo la esperanza de que donde quiera que este oiga mis palabras, que sepa que lo AMO, que lo extraño, que lo necesito, que sin él no soy nada, que me faltan energías ya niños hasta para respirar. Mi celular no paraba de sonar lo saque de mi bolsillo era Diana llamándome.
Respondí para asegurarle que me encontraba bien, estaba muy preocupada y no quedo muy convencida.
Estaba completamente mojada al igual que mi celular, antes de cerrar el móvil me fije en la fecha.
¡No lo puedo creer! Solo falta un mes para su segundo aniversario de fallecido, no lo puedo creer, esto es un muy sádico sueño, la peor pesadilla que haya vivido.
¡Dos años! Exclame. ¡Dos años sin él, dos años sin mi vida! Ni si quiera note el tiempo pasar, con razón las chicas estaban preocupadas, dos años en la penumbra.
Seguí allí arrodillada empapada, repitiendo que lo Amo quiero que lo sepa, sintiendo el mismo dolor, un hoyo negro se encontraba dentro de mi absorbiéndome, absorbiendo mi vida.
No se cuanto tiempo estuve allí, hasta que al fin sucedió, una chispa se encendió dentro de mi, una esperanza mínima pero una esperanza, era lo que necesitaba para tener un poco de fuerza y seguir.
Carlos Te Amo Y Eres Mi Amor Eterno. Dije con el corazón en mis manos antes de levantarme para seguir esa fugaz esperanza que había aparecido, ahora debo aferrarme a ella con toda la fuerza posible mi vida está en juego.
Voy a retomar mi lugar al lado de Diana dirigiendo los negocios, es lo único que creo pueda ayudarme a encontrar una pizca de paz en medio de tanta perdición. Estoy demasiado avergonzada con Diana, ha estado sola estos dos años haciéndose cargo de todo.
Ya es la hora de recuperar aunque sea una sola parte de mi vida, tal vez sí tengo suerte pueda acostumbrarme a vivir con este dolor.
Fui a mi departamento lo arreglé estaba hecho un desastre, no lo había notado.
Me duche, me arreglé sencilla de nuevo, la ropa me queda grande he de haber adelgazado más de siete kilos.
Ya eran como las 10:30 p.m cuando llegué al club, los empleados se emocionaron mucho al verme, los salude y fui a buscar a las chicas en el VIP privado, estaban todos reunidos mis ex-compañeros de la uni. Diego, Luis, Albert con sus novias y por supuesto las chicas.
Diana fue la primera en verme, corrió a abrazarme aproveché su cercanía para hablarle al oído, decirle que no sabia cuanto agradecía su apoyo, su compañía, su amistad. Además aproveché a recordarle que la quería.
Sus ojos se humedecieron, le sonreí tiernamente.
- Me alegra mucho que estés aquí de nuevo, ¡Te Quiero! - me abrazo de nuevo y después todos se acercaron a saludarme y abrazarme.
Me sentí bien estando a su lado, nos sentamos a conversar, bebimos varias botellas de whisky, no pensaba en hacerlo pero ya que estábamos todos juntos...
Como a las cinco de la mañana llegué al departamento, estaba súper agotada sólo tuve fuerzas para ir a mi habitación. Se me pasaron un poco las copas pero la pase bien, me hacia falta compartir con ellos, tratar de distraerme.
Me desperté a las nueve algo relajada, había descansado bien no al 100% pero sí mucho mejor que en estos dos años, logré al fin dormir más de dos horas.
Me levante, ordene que trajeran mi desayuno, me arreglé y partí al negocio.
Estaba bellísimo al igual que el club.
Los siguientes días me dediqué a ayudar a Diana y a obligarla a descansar.
Por mi parte seguía durmiendo tres o cuatro horas, el dolor seguía latente pero con todo el trabajo podía "ignorarlo" un poco.
Un viernes tranquilo igual a todos me fui al club, allí estuvimos el mismo grupo de siempre hablando bailando disfrutando. Pasadas las dos de la madrugada y pasada de tragos (muchos tragos), comencé a notar a Luis coquetear conmigo. Luis - pensé - tan lindo con sus ojos verdes, ese cuerpecito que se gasta, musculoso, su sonrisa naturalmente picará y sensual, su cabello liso, oscuro y largo que cae sobre sus hombros, se ve tan sexy con ese suéter del F.C. Barcelona pegado a su pecho, ¡que varonil! Luego de hacer ese detallado análisis seguí bebiendo y comencé a lanzarle miradas tímidas.
Pasó una hora sí mucho cuando volvió a guiñarme el ojo y sonreírme pícaramente. Me derretí, algo como una energía no lo se explicar despertó dentro de mi.
Entonces con mi mirada le pedí que me siguiera, me levante y fui a la oficina que está en el último piso (un agregado que hizo Diana en mi ausencia). Como esperaba me siguió cuando me disponía a abrir la puerta de la oficina se acercó a mi ajusto sus brazos a mi cintura y me giro suavemente dejando mis labios a un centímetro de los suyos.
- Me encantas - dijo con su voz gruesa que aunque fue en un tono muy bajo retumbo en mis oídos.
No respondí nada algo había en el que me descontrolaba, era imposible tener resistencia ante esa sensación.
Decidida acerqué mis labios a los suyos para besarnos.
El beso fue largo, apasionado. De pronto nuestras manos comenzaron a tornarse inquietas explorando la anatomía del otro.
Estaba deseosa por tenerlo.
Nos escabullimos entre la multitud sin que nos vieran y fuimos a su departamento...
¡Que Noche!... Nos quedamos dormidos al amanecer, me desperté como a las dos de la tarde, no lo podía creer, todo lo que dormí.
Me levante relajada y llena de energías.
Fui a mi depa a cambiarme y luego fui al negocio.
Robert - Nuestro vecino, él tiene un par de locales que están a ambos lados del negocio y una casa colonial más allá - se acercó a hablar conmigo. Aprovechó a comentarme que está vendiendo esas tres propiedades. Se me ocurrió una idea genial. Termine de hablar con él dejando medio negocio hecho, sólo me falta el consentimiento de Diana.
Fui a buscarla.
- Diana ya sé que hacer - afirmé sonriente - vamos - la invité a un café, me miraba confusa.
- Dime pues Paola - pidió impaciente.
- Tengo una genial idea
- ¿Sobre? - sonreí.
- Estuve hablando con Robert, está vendiendo sus locales y la casa. Vendamos el local que nos heredó Don Carlos, compramos los de Robert remodelamos y hacemos un mini centro comercial. Cosméticos, bisutería, boutique, zapatería sería el santuario de la mujer... - Diana escucho atentamente.
- ¿Estas segura de que quieres vender ese local? - lo pensé un minuto sabía muy bien a lo que se refería.
- ¡Sí! - volví a sonreír.
- Entonces lo haremos.
Allí comenzó lo que fue un año loco.
Ventas, compras, mudanzas (me mude del departamento, rente uno relativamente cerca del de Diana). Luego de tantas compras comenzó la remodelación, estábamos súper emocionadas pero súper exhaustas y sí hubiésemos tenido que comprar algo más quedamos en quiebra. Fueron muchos los gastos y muchos más los trámites legales.
La inauguración fue un éxito y la fiesta de celebración fue genial.
Mi vida personal comenzó a tomar algo de rumbo. Me hice novia de Luis pero para ser sincera no lo tomaba muy en serio aunque era demasiado fascinante vaciar mi estrés estando con él.
Otra noche normal a la que fui al club vi a Diego tan lindo como siempre suéter negro, pantalón de vestir negro impecable, aproveché que Luis estaba distraído para llevarme a Diego a un sitio solitario. Lo empuje contra la pared y comencé a besarlo (por algo dije que no tomaba a Luis en serio, en las noches que él no está, Diego me hace compañía, una muy dulce compañía) luego de un par de besos me alejo con sutileza.
- Tú novio está a unos escasos metros - dijo con tono preocupado.
- ¡Sí! ¿No te parece excitante? - apresure a decir apegando más mi cuerpo al suyo, suspira.
- Tú eres excitante, Paola eres demasiado hermosa y sexy.
- Bésame entonces - busqué sus labios y él los míos para entrelazarlos con pasión y deseo pero volvió a detenerse y a alejarme.
- Pao tú sabes que te deseo y que me encantas pero creo que me he enamorado, es decir me gusta una chica y quiero estar serio con ella. Me aleje confundida.
- ¿Quién es ella? - inquirí algo molesta.
- Es...
Y Luis no tuvo otro momento para llegar sino ese, que inoportuno me sacó a bailar y ya no me enteré de quién es la misteriosa mujer.
Estuve el resto de la semana inquieta quería saber quién era la mujer capaz de alejar a Diego de mi...
El viernes llame a Diego.
- Hola Dieguito ¿como estas?
- Bien linda y ¿tú?
- Excelente, mira te quiero invitar está noche a mi depa, para una pequeña reunión, quiero invitarte a ti y a tú novia. ¿Qué dices?
- Bueno es casi mi novia aún no me ha dado el sí - confesó apenado - y pues no creo que este disponible para ir pero cuenta conmigo.
Exactamente lo que esperaba, aún no creo que sea capaz de mostrarme la mujer que lo ha "enamorado". Lo voy a tener para mi solita, es un plan sin fugas ya que sí llega a aparecer con su novia con sólo una llamada mi apartamento estará lleno con invitados y al fin voy a saber quién es. Me congracie un segundo.
- Ok, nos vemos luego.
Colgué.
En la noche use una de mis mejores mini faldas acompañada de un precioso, llamativo y provocativo escote. Deje caer mi cabello negro liso sobre mi espalda. Y estaba lista.
Cerca de las diez llegó Diego, tocó la puerta.
Fui a recibirlo me fascinó totalmente su reacción al verme. Sus ojos me mostraron ese fuego pasional que me encanta.
- Wooo... - alcanzó a exclamar recorriendo mi cuerpo con la mirada - ¡Estas bellísima!
- Gracias - respondí coquetamente - adelante ponte cómodo, ¿te apetece un poco de vino tinto?
- Sí, por favor - examinó el depa con su mirada - ¿y los otros invitados?
- Deben estar por llegar - respondí indiferente.
Pasaron algunos minutos de amena conversación inocente.
Acariciaba mi collar de plata con mi mano derecha deslizándola hasta mi escote, suspiro lento y pausado mientras seguía mi movimiento con su mirada, intento disimularlo pero fallo.
Se levanto algo nervioso.
- Nadie llega ¡que raro! - dijo tratando no mirarme.
- Seguro es el tráfico - volví a decir de modo inocente.
Me levante para ir hasta él. Seguía mi avance y el retrocedía hasta terminar acorralado contra la pared.
- Aún podemos tener una fiesta tú y yo ¡solos! - dije con tono sensual, acariciando su pecho con mi mano.
- No hay más invitados ¿cierto? - al fin lo entendió.
- No.
Acerqué mis labios a un milímetro de los suyos.
- Paola... - quiso protestar lo calle dándole un beso rápido luego me aleje un poco recorrí mi abdomen con mis manos para alcanzar el final de mi blusa para despojarme de ella. Después llegó el turno de la falda, bajé el cierre dejándola caer. Diego recorrió mi cuerpo con su mirada, detallando mi ropa interior, colocó sus manos a ambos lados de mi cadera. Me acercó a él.
- No deberíamos hacerlo - susurro débil.
- Pero deseamos hacerlo - afirmé segura antes de besar esos ricos labios que me enloquecen.
Locura y pasión son las palabras que alcanzan un poco a describir lo que pasó esa noche, nos venció el cansancio, como a las tres de la mañana nos quedamos dormidos. Sí, el cansancio nos venció pero el deseo seguía intacto, satisfechos pero insaciables.
Amaneció abrazándome, me despertó besando mi cuello, me volteé de inmediato y me coloque sobre él para comenzar a besarlo...
Estoy 100% segura que Diego no olvidará esa noche jamás.
Pase todo el día full ocupada, por la noche al club, siendo sábado esperaba una gran noche.
Creo que eran como las doce cuando noté a Diego recostado a la barra mirándome sin pausa, decidí aprovechar su vigilancia. Saqué a Luis a bailar, lo hice de un modo bastante provocativo, contaba con que Diego no paraba de mirarme. Quiero que me desee pero que se frustre al saber que no estoy con él. Después de varias secuencias de canciones Luis tuvo que salir a atender una llamada, yo me acerqué a la barra para beber un poco de vodka estaba sedienta. Diego se me acercó deslizando su mano suavemente por mi cintura.
- Estas súper hermosa - susurro a mi oído, gire quedando a menos de un centímetro de sus labios, le agradecí el cumplido, sus labios se acercaron buscando los míos, me aleje y bebí mi trago. Sonríe. - ¿Quieres bailar?
- Claro.
Fuimos a la pista de baile y sí que bailamos. El aire a nuestro alrededor se convirtió en sólo fuego debido a nuestro calor. En una de las maniobras del baile quedé dándole la espalda, aprovechó para hablarme al oído.
- Hoy no pude evitar tenerte en mi mente todo el día a cada segundo, mi deseo por ti es incontrolable - mi piel se erizo al sentir su aliento caer sobre mi cuello, un corrientazo recorrió todo mi cuerpo. Lo único que podía pensar era en hacerlo mío.
- Vamos.
Lo tomé de la mano para conducirlo hasta la oficina del último piso.
Al entrar ni sí quiera me dio chance de cerrar con llave la puerta me pegó con algo de brusquedad a la pared, me gusto ese movimiento. No podía esperar más, desabroche su pantalón permitiéndolo caer mientras besaba apasionadamente mi cuello, esos besos me hacen delirar.
Estábamos alcanzando el punto más alto del clímax cuando escucho a alguien girar la manija de la puerta no nos importó ni sí quiera reaccionamos al sonido, seguimos disfrutando de ese espectacular orgasmo.
Aún respirando con dificultad veo a Diana entrar.
- Paola estas... - venía diciendo indiferente hasta que se percato de nuestra situación. Su rostro cambio de alegre a totalmente sorprendido y furioso - ¡estas con Diego! - logró decir con un tono que sinceramente me asustó lo dijo como sí estuviera prohibido, ok sí estoy engañando a Luis pero fuera de eso no hay más nadie afectado. Ah sí la casi novia de Diego, no se quién es y mientras no lo sepa no le va a doler.
- Diana estoy ocupada como puedes observar, ¿podemos hablar luego? - entone de modo normal.
- ¿Hablar luego? Diego ¿Cómo pudiste hacerme esto con mi mejor amiga?
- ¿QUÉ? ¿qué sucede aquí? - pensé - mire el rostro de Diego, no lo había notado lucía rojo y asustado. ¡DIOS! Diana es la casi novia.
- Un segundo explíquenme que pasa aquí - pedí apenada arreglándome la falda.
- ¿Necesitas preguntarlo? - dijo Diana usando una ironía que no es común en su trato.
- Pao, Diana es la mujer de la cual te había hablado - intervino Diego asegurando mi primera conclusión y por supuesto la más obvia. Me enfurecí ¿por qué rayos ninguno de los dos me había dicho algo? Diana se giro molesta para irse.
- ¿Por qué no me dijiste? - Diego bajo la cabeza avergonzado.
- No lo se, lo siento - lo mire con bastante irá antes de salir corriendo a alcanzar a Diana, yo no debería estar molesta porqué a la final yo provoque está situación, sí hubiese sabido no hubiese pasado.
Logré alcanzar a Diana abajo en el estacionamiento estaba abriendo la puerta de su Eco-Sport, llegué le cerré la puerta de golpe evitando su escape.
Me miro irritada.
- Diana yo no tenía la menor idea, de verdad - dije sincera pero Diana no relajo su mirada llena de furia - Él - continúe diciendo - hablo conmigo hace una semana que se había enamorado o algo así pero no pudo decirme de quién porqué Luis nos interrumpió además tú tampoco me habías dicho nada - espero un segundo.
- ¿Cuánto tiempo llevan haciéndolo? - pregunto aún molesta.
- Un par de meses - relajo un poco su mirada.
- Sólo tengo un par de días saliendo con él, quiere que sea su novia. No te lo había dicho porqué ni siquiera te he visto, te la pasas de parranda - eso es verdad.
Me dijo esas palabras más relajada pero manteniendo aún un tono severo, en ese momento Diego hizo aparición Diana volvió a llenarse de furia al verlo.
- Diana amor - llegó diciendo lo único que recibió a cambio fue una bofetada, lo miro fulminantemente y subió a su auto para irse sin mediar más palabras.
Ella que se va y Luis que llega ¡genial! Fue el único pensamiento que cruzó mi mente, me tomo de la cintura preguntando por lo sucedido. Me aleje.
- Diana nos encontró a Diego y a mí teniendo relaciones en la oficina el problema es que estaban saliendo y yo no sabía - dije tranquila e indiferente, Luis me miro incrédulo. Empujó a Diego.
- ¿Te acostaste con mi novia? - pregunto estúpidamente Luis, molesto y empujándolo de nuevo. Me pare en medio de los dos evitando una pelea.
- Luis no te pongas intenso que ya tuve bastante con Diana - seguía mirándome incrédulo - Diego por favor vete.
- Tú no vayas a ningún lado - intervino Luis.
- Diego por favor - me miro un segundo antes de aceptar e irse. Luis me siguió silencioso a la oficina.
Me serví un vaso con whisky y tomé asiento.
Comenzaron los reclamos.
- ¿Qué sucede contigo? ¿Por qué me engañaste?
- Luis por Dios no me vengas con reclamos estúpidos, ¡cansas!
- Pero me engañaste - seguía incrédulo.
- No te me vengas a dar de santo, estoy al tanto de tú pequeña aventura con Patricia - una de las chicas que trabaja en el centro comercial, un día se acercó a mi muy avergonzada a confesarme que estaba teniendo una aventura con Luis pero que la quería terminar, me pidió perdón alegando que no quería perder su empleo. Sinceramente no me importaba más que como una información, un "as" bajo la manga que podría usar en cualquier momento. Esa cara de sorpresa, valió la pena verla. - sí ella me contó todo, mis empleadas resultaron ser bastante fieles a de ser por el sueldo que les doy - Luis estaba a un pasó de que se le derritiera la cara.
- ¿Cómo actúas de este modo, con está frialdad? - puse los ojos en blanco.
Salió molesto yo tomé las llaves de mi Sport Trac y partí.
El lunes Diana me llamó para citarme en un café.
Tomábamos nuestros cafés cuando decidí disculparme.
- Diana lo siento, de verás no lo sabía - asegure apenada, es mi mejor amiga jamás quisiera causarle daño. Asintió.
- Lo entiendo pero he tomado una decisión, me voy de la ciudad, voy un tiempo a Mérida.
- ¿Qué? Pero Diana sí tú nunca visitas a tú familia en Mérida. ¿Te vas molesta conmigo? - sonríe.
- No Pao pero unas vacaciones no me caerán mal. - No le creía aunque tenía razón.
- ¿Segura que es por eso? - sonríe de nuevo.
- Claro que sí.
Conozco a Diana mejor que a mi misma, estaba molesta y ella sabe que lo se.
- Bueno sí eso es lo que necesitas, sabes que te apoyo.
- Gracias.
Seguimos conversando sobre su viaje...
El primer mes sin ella fue muy fuerte, abría el centro comercial estaba allá la mayor parte del día, luego por la noche al club alcanzaba a dormir unas tres horas pero cuando me acostumbré se me hizo mucho más sencillo.
Un par de meses después estaba en el club como de costumbre cuando para mi sorpresa veo a Luis acercarse.
- Hola Paola ¿cómo estas? - beso mi mejilla.
- Bien y ¿tú? - sonreí.
- Bien.
- ¿Vienes sólo? - pregunté acercándome un poco a él.
- No vengo con mi novia. Aquella de allá - hizo un gesto para señalármela.
- ¿Claudia? - inquirí sorprendida, Luis asintió, sonreí irónicamente. - ¿Esa es tú novia? - volvió a asentir - esa niña ni sí quiera puede entrar a mi club - muy cierto Claudia ha tenido muchos problemas con Sandra por lo tanto ha tenido muchos problemas con todas, es mucho su descaro al venir aquí - pero sabes no la voy a sacar con seguridad porqué quiero que este contigo, siente la diferencia de estar con esa y estar conmigo - sonríe, me acerqué más a él hasta casi juntar mis labios con los suyos, se puso nervioso - esa - continúe diciendo - nunca te hará sentir lo que yo te hago sentir - exprese segura sus labios buscaron los míos pero no los encontraron, me aleje de él y fui a buscar un vaso con whisky a las rocas.
No habrá pasado una hora cuando tenía a Luis de nuevo a mis pies y Claudia se había esfumado.
Pasó días rogándome que fuera su novia, petición a la cual accedí luego de mucho pensarlo y dejarlo mucho tiempo esperando.