El amor entre madre e hijo - El comienzo

Nunca me pude imaginar que sería mi madre con quien lo haría por primera vez. Estas son nuestras aventuras. Y esta es nuestro comienzo, como cambio nuestra relación de madre-hijo a una de mujer-hombre, donde destrozamos los prejuicio y tabús de la sociedad para alcanzar nuestra felicidad.

Es la primera vez que me atrevo a contar algunas de mis aventuras. Nunca pensé que, contaría esto, y mucho menos que lo haría por Internet ante una comunidad tan amplia, pero creo que sois el mejor publico para esta historia y poco me reprochareis a mi y a mi madre por nuestros actos.

Antes de continuar me gustaría presentar a los protagonistas, es decir, a mi madre y a mí. Mi nombre es Javier, actualmente tengo 19 años, aunque mis encuentros con mi madre empezaron cuando tenía 17 años. Soy bastante alto, mido sobre 1'82 metros, de complexión normal y poco músculo (no suelo hacer demasiado deporte), pelo negro corto pero rizado. Mi madre se llama Clara, tiene 36 años actualmente y no es por exagerar, pero es una auténtica diosa me encantan sus senos, sus pezones, sus curvas suaves... Siendo un poco más objetivo, su pelo es de un color marrón claro que cuando le da el sol parece oro. Su ondulada melena le llega a la mitad de su espalda, y le dedica tanto tiempo a cuidarlo que siempre se lo noto sedoso, sin nudos. Me encanta al verla dormir acariciar su pelo hasta llegar a su espalda suave. Su piel es clara a pesar de que vivamos a menos de medio kilómetro de la playa. Sus senos son redondos y turgentes, casi no le caen a pesar ya de su edad. Sus senos los coronan ura aureola rosada pequeña con un pezón cilíndrico, en los cuales aún me pierdo como si aún fuera un bebe buscando alimento. Sus ojos azules, si me permiten usar un recurso ya literario, es como el océano, tan bellos y profundos, que mostraban su soledad. Sus labios son finos y rosados, unos labios que me invitan a besarla en cuanto llego a casa. Ella es delgada, pero unas caderas que hacen que cualquiera se vuelva loco, ella lo sabe y le gusta lucir su figura cuando sale, y eso me encanta, me encanta ver a las chicas del instituto celosas de su cuerpo, pero a la vez me pone algo celoso las miradas que le echan la mayoría de los hombres cuando va al pueblo. Pero me da mucho morbo, pensar que tantos hombres la desean y que ella es toda mía por las noches, que ante mí se muestra tal y como es, con su cuerpo desnudo. Me permite verla entera, y no solo su escote y sus largas piernas, como dice ella “esas son las sobras, las que muestro a los demás a ti te doy mi plato principal”, es así como ella se refiere a su coño su plato principal y que tanto me gusta, y es el que prepara para mi, depilándolo todo a diario dejando una raya en medio.

Lo siento por esta introducción tan larga, espero no haberos aburrido, pero como describir a alguien que para ti es como una diosa, las palabras parecen insuficientes.

Por lo poco que conté más bien parecemos una pareja de tortolitos, pero ella es mi madre y mi amante, ella es quien me cuido y quien me dio su amor de pequeño pues casi siempre estoy solo en casa con ella, pues mi padre se hace a la mar casi por medio año y pasa en casa unos 15 días o aveces un mes. Mi padre no tuvo otra oportunidad y para mí es casi como un extraño pues poco lo veo, aunque sé que solo lo hace por nosotros, por mi madre y por mí. Según me contaron, ellos se conocieron ya desde niños y al llegar a la adolescencia ese cariño de niños, esa amistad sincera se convirtió en amor, y así en encuentros nocturnos en el campo o en sus casas si sus padres no estaban demostraban su amor tal y como lo hace ahora mi madre conmigo, pero cuando mi madre tenía 17 años y mi padre 18, un pequeño desliz hizo que yo apareciera en sus vidas. La familia de mi madre lo obligo a casarse de inmediato y como no poseía estudios mi padre se hizo a la mar para poder sustentarnos a ambos. Es por ello que ahora vivo casi todo el año a solas con mi madre.

Bien, ahora que conocéis nuestra situación paso a contar como ocurrió nuestro primer encuentro, el encuentro que cambio nuestras vidas. Volvía yo a casa un día de verano cuando tenía 17 años. Había ido al cumpleaños de un amigo, y lo que iba a ser un planazo acabo en una cena en casa de sus padres y después una película de hace tropecientos años. Por suerte me conseguí escapar con una burda escusa de que al día siguiente debía madrugar y ya me encontraba demasiado cansado, aunque no fui el único en irme también dos de los amigos allí presentes y un familiar del cumpleañero aprovecharon en irse, la verdad es que no se lo echo en cara, el plan tenía pinta de aburrido. Así pues llegué a casa, se me hacía raro volver tan pronto, pero por costumbre entre haciendo el menor ruido posible, pues mi madre se solía acostar bastante temprano. Así que cerré la puerta con suavidad y me dirigí a mi cuarto, pero cuando entre en el pasillo vi luz que se colaba entre la puerta entreabierta de la habitación de mi madre, seguí acercándome pero con normalidad si estaba despierna no me preocupaba hacer ruido, pero antes de dar dos pasos escuche un ruido que provenía de su cuarto, me quede escuchando y tras unos segundos otro, parecían gemidos. Me picaba la curiosidad, quería saber que hacía, así que me acerque lo más callado que podía hasta su puerta, abrí un poco la puerta y miré. Lo que vi no fue a mi madre, sino a una mujer, perdón, a una diosa masturbándose. Nunca había visto a una mujer desnuda más que en videos, ninguna en la realidad, era la primera vez que podía observar a una y en aquel momento poco me importaba que fuera mi madre, allí lo único que había en aquella habitación era una mujer desnuda sobre la cama, con la ropa tirada por la habitación. Estaba tumbada con las piernas abiertas, con las sabanas humedecidas cerca de su coño, donde con una mano acariciaba el clítoris y con la otra usaba un juguete, un consolador. Su cara reflejaba el placer, allí tumbada con los ojos cerrados, mordiéndose el labio y gimiendo. Su cuerpo se movía sin parar arqueándose y volviendo a tumbarse. Lo estaba disfrutando, y yo sin saberlo también. Aquella visión me había hipnotizado, pero cuando me acerqué otra vez a la realidad vi que me había excitado, me había quitado mi polla como si estuviese en mi cuarto viendo un video porno y me la estaba pajeando, allí delante de mi madre. Aún por encima había entrado en el cuarto, ya no estaba tras la puerta sino allí delante de la cama en primera fila observándola. Fue entonces cuando ella también se dio cuenta de mi presencia, no sabía que hacer me ruboricé todo, quería escapar de allí y mi madre me contó después que en aquel momento ella también quería que la tierra se la tragase. Pero ninguno se movió, y para mejorar la situación una corrida salio de mi polla y fue contra el cuerpo desnudo de mi madre. Mi madre fue la primera en reaccionar y en decir algo:

-Lo... lo siento, de verás... es que.. yo.. bueno...

-No.. yo... soy yo... el que lo siente, supongo... bueno, debí... avisarte. Pero en vez de eso... me quede viéndote... y...

-Supongo... que ahora no podemos cambiar nada... pero... ¿te gusto más verme a mi o a esas chicas de los videos?

Aquello si que me pillo por sorpresa, creo que en mi interior sabía que mi madre conocía lo que hacia muchas tardes encerrado en mi habitación, pero no me lo esperaba que me lo preguntara tan directamente.

-Tu, mamá... - con todo aún tenía mi polla levantada sujeta entre mis manos con restos de semen cubriéndolo.

-Supongo que eso me halaga.

Se empezó a mover, hasta llegar hasta los pies de la cama y se puso allí de rodillas con las piernas medio abiertas permitiéndome ver su vientre y coño mojado con mi semen. Yo seguía sin saber que hacer.

-Hijo, lo que aquí paso esta noche no es algo de lo que avergonzarse – dijo con una voz cariñosa, aunque en aquel momento aún me excito más. - aquí, lo que acaba de ocurrir es algo hasta bonito. Creo que pocas madres pueden decir que sus hijos las encuentran guapas y me alegro de que sea así. Yo soy tu madre, pero también soy mujer y necesito las caricias de un hombre de vez en cuando y tu padre casi no esta en casa. Acercate.

Me acerqué, parecía en aquel momento más un robot que un humano, pero confiaba en mi madre, y mi mente bloqueada no encontró otra cosa que hacer. Cuando estuve ya cerca de ella me cogió la mano derecha que aún seguía en mi polla, media manchada de semen y se la llevo a la cara y la guio para que mi mano acariciara su cara.

-Se que no es algo muy normal y que los demás no lo van a ver bien, pero yo no te veo solo como un hijo, ya hace tiempo que te veo como lo que eres... un hombre, y además muy guapo. Debes saber que hace un momento me estaba tocando mientras pensaba que eras tu el que lo hacía.

No podía creer lo que estaba oyendo, pensaba que aquello era una mala broma de alguien, pero era imposible, era de verdad mi madre la que estaba delante, y no era la primera vez que la veía como mujer, y aún teniendo 34 años me parecía mucho más guapa que muchas modelos, y ahora que la tenia allí desnuda confesándome sus sentimientos, sentimientos a los que yo respondía no sabía ni que decir.

Mi mano aún seguía tocando su cara cuando ella movió su cabeza y empezó a chupar uno de los dedos que aún tenía algo de semen. Aquello aún me dio mas morbo. Mi madre estaba probando mi semen.

-Hijo, quisiera que tu fueses mi hombre. El hombre que compartiera mi cama todas esas noches que paso sola. El hombre que me acaricie, que me escuche y al que yo escuche. Quiero que seas el hombre con el que pasar mis momentos de lujuria. Y quisiera que fueses mio, sin que nadie más lo sepa, mi hombre secreto... pero no te voy a obligar de ninguna forma, la decisión es tuya ¿que decides? Te ofrezco mi cuerpo, todo mi ser, ¿lo quieres para ti? ¿para disfrutarlo los dos?

-Mamá, yo... no se que decir...

-No hace falta que me llames más mamá cuando estemos solos... después de eso no me parezco ya a una madre.

-Yo...

-Y si me rechazas tampoco me parecerá mal. Es tu decisión y...

-¡YO TE QUIERO!... Siempre te quise, y muchas veces me masturbé pensando también en ti.

No podía creerlo, lo había dicho, se lo había confesado, y de pronto sentí como me liberaba de una carga pesada. Una carga que llevaba desde hacía ya bastante tiempo en la soledad y que mi madre también. Mientas estaba enfrascado en mis pensamientos mi mano se empezó a mover por si sola hacia sus pechos y los empezó a acariciar. Su cara denotaba una alegría inmensa y asombro, una sonrisa y unos ojos abiertos como platos.

Me incliné hacia ella, hasta poner mi boca en su oído y le susurre:

-Y me gustaría probarte ahora.

La vi a los ojos y me acerque a sus labios mientras nos recostábamos en la cama y nos besamos. Fue mi primer beso que le daba a una mujer, un beso que no olvidé y nunca olvidaré, y fue con mi madre.

~~~ ·-· ~~

Por hoy esto es todo, continuaré contándoos más sobre como continuó nuestra relación. Y por supuesto os narraré nuestra primera vez, continuando desde donde lo dejo ahora, pero tengo ahora mismo a mi madre aquí abajo mientras escribía esto, mejor dicho mientras recordábamos nuestra primera vez para contárosla y no aguanto más las ganas de abrazarla y fundirnos en uno otra noche más. He de aprovechar, poco falta para que llegué mi padre y nos aparte durante su estancia, aunque eso no suele ser un problema para nosotros, ya os contaré... Un saludo a tod@s y espero que os haya gustado. Espero vuestros comentarios.

Esta historia es de mi autoría. Toda similitud con cualquier otra historia real o inventada es pura casualidad. No pretendo incitar ni insinuar nada más que contar la historia y mucho menos ofender a grupos o individuos. Respeto todas las opiniones que me queráis dar, siempre y cuando mantengáis el respeto hacia mí.