El Amor en un Clip (1)

Era un encuentro inesperado. ¿Estarían listas para este momento?

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Dedicado a ti, lo sabes, por meterte en mis sueños con algunas de tus palabras.


Había tomado la decisión, sabía que podía regresar con las tablas en la cabeza, pero era un riesgo que estaba dispuesta a correr, pensaba que en todo caso, aunque pareciera una locura, valía la pena. El boleto estaba comprado las reservaciones hechas, ahora o nunca.

El primer gran obstáculo era encontrarla. Sin un teléfono o una dirección no sería fácil pero ya su plan estaba hecho, llego a Cádiz aquel viernes en la mañana y solo le dio tiempo de soltar las maletas antes de echarse a la calle. Se planto frente al Edificio de la WWF (Fondo Mundial para la Naturaleza) en Cadiz, si como le había contado trabaja allí era la única forma de encontrarla, no tuvo que esperar demasiado para que, con asombro, la misma chica de la foto saliera por las puertas principales y se encaminaba a los jardines, no podía creer que fuera tan sencillo. Ya no sabía que hacer, estaba a metros, solo a metros. Así que era solo interceptarla y ya, decirle, hablarle, no sabía si era ella la que se movía o era el mundo quien estaba dándole mil vueltas.

-Hola - Jeanne se volteo a quien le llamaba, sin ninguna expectativa.

-Hola – dijo de nuevo. La cara de asombro de Jeanne era impresionante, Milena no sabía si reír o preocuparse, sabía que era en ese instante en que la había reconocido y solo esperaba a que ella dijera algo, pero se mantenía callada y nada más.

-Sabes quién soy verdad, no me digas que no me reconoces- Ninguna palabra salió de Jeanne

-Epa, uju soy yo, soy Milena, yo sé que no me esperabas pero no te desmayes, no te diré que casualmente estaba caminando por aquí, te buscaba a ti ¿no? No dirás nada.

-Que haces tú aquí – La voz era seca y casi áspera

-Te buscaba a ti – dijo riendo- estoy en el Hotel Las Cortez y llegue esta mañana, vine a verte, a tocarte – su mano intento tocar su brazo y ella solo dio un paso atrás

-Jeanne – dijo Milena y ya no sabía ni que decir

-No debiste venir, no a buscarme a mí…

-Pero Bonita…

-No, no deberías estar aquí por mí, es un error, te dije hace mucho que tenía un compromiso, que verte no era adecuado, no puedo ser deshonesta con quien está conmigo, ya te dije es un error que estés acá.

Milena sabía que esto podía pasar, aunque esperaba que no fuera así, era como demasiado miedo junto, no podía más que verla. Las palabras seguían sin salir, solo podía verla y tratar de imaginar que no era la misma chica con que había conversado tantas veces. Jeanne tampoco dijo nada mas, solo dio medio vuelta y se marcho, como si un fantasma la persiguiera.

Milena se quedo allí, sin ánimo de mover un solo músculo, sin saber qué hacer. Camino devolviendo los pasos por las calles que la habían llevado hasta allí, entro en hotel sin mirar a ninguna parte y fue a su habitación así sin más, mil pensamientos estaban en su cabeza, mil sentimientos, la rabia y el ego herido eran los que más gritaban, pero el peso de una tristeza infinita era la que no podía soportar, pensó en tomar las maletas e irse en el primer vuelo que la llevara a Caracas, pero el pagar el sobrecargo de cambio de pasaje era algo que tal vez su bolsillo no aguantaría y allí se quedo mirando al techo y tratando de no pensar en nada, o más bien obligándose a no sentir nada, ese era su objetivo.

Ni siquiera podía dormir, debía tratar de estar despierta el mayor tiempo posible a fin de que el cambio de horario no le afectara, pero no tenía ningún ánimo de salir del hotel y si lo hiciera no tendría sentido ir a ninguna parte, solo espero a que anocheciera para poder dormir.

A la mañana siguiente la despertó la luz entrando por la ventana y el reclamo de su estomago vacío. No había probado bocado desde el avión. Y se dijo así misma.

-Coño, esto era lo que te faltaba Milena, dejar de comer por una pendeja, que bolas. - En ese instante se dio cuenta de que no podría hacer nada, que cada quien tomaba las decisiones que creía conveniente para su vida y no por eso ella tendría que derrumbarse, estaba en una ciudad extraña, en un país extraño pero eso no era una desventaja sino una aventura más y salió de la cama dispuesta a verlo todo. Después de un buen desayuno pateo la playa, no se atrevió a meter los pies en el agua seria tarea de otro día, luego de una buena caminata regreso al hotel, subió hasta el mirador para ver lo que tanto le habían comentado en la recepción y efectivamente la vista de Cádiz era exquisita, el estar en el casco histórico le dio la ventaja de mirar la ciudad desde el espejo del siglo XVIII, la ciudad invitaba a recorrerla  quedarse en el hotel no sería bueno para su mente. “Váyase de Tapas” le dijo la chica de la recepción cuando le pregunto que le recomendaba, así que así hizo, recorrió el casco histórico sin preguntar a nadie, simplemente caminar, un restaurante después de otro, el olor era su guía, entonces opto por un “pescaito frito”, no era muy amante del pescado, pero dicen por allí que al país que fueres haz lo que vieres y eso hizo, todo el recorrido fue maravilloso, ayudaba a su mente llegar cansada al hotel, simplemente meterse a la cama y ya.

Al día siguiente quiso seguir curioseando, la Catedral de Cádiz le gritaba “entra” cuando paso frente a su puerta, igual quela Catedral Vieja, pateo la ciudad hasta perderse, fue a pararla Alameda Apodacay se quedo allí entre sus árboles. Volver al hotel a pie la mato, solo llegar para darse una baño, comer y dormir, no valía ni un centavo.

El día de playa seria el lunes, así que preparo las cosas para disfrutar de ella, al cerrar la puerta de la habitación ya en el corredor le pareció escuchar el teléfono, pero creyó que era ella quien lo imaginaba y siguió su camino. La aventura playera continuo todo el día, gano un concurso en la playa por una botella de vodka, no sabía si porque eran solo 4 participantes o porque de verdad tenia suerte, lo cierto es que regreso al hotel con ella como trofeo, compro un jugo de naranja en el bodegón y se dijo así misma que unas copitas en la noche no caerían mal, al acercarse a la habitación un gran bolso blanco, dorado y negro esperaba cerca de la puerta, le pareció extraño pues no había nadie allí, dejo todas las cosas sobre la cama y pensó en ir por el hielo al final del pasillo. Cuando regresaba noto el bolso de nuevo, pero nadie con él, la curiosidad la mataba, pero pensó que cualquier cámara del loco video loco la captaría si llegara a abrirlo y prefirió no hacerlo

-Pobre futbolista herido el que dejo su bolso en el pasillo – dijo en voz alta.

Al entrar a la habitación dejo la cava y fue a tomar el teléfono para pedir servicio a la habitación para la cena, al mismo tiempo que sonaba el timbre de la habitación.

-¿Qué? ahora me leen la mente en este hotel, que sin pedir la cena ya me la traen – dijo.

Al observar por la mirilla en la puerta no había nadie, pensó que tal vez había sido una equivocación y dio media vuelta, el timbre sonó de nuevo, y en la mirilla, nadie afuera, en décimas de segundo se vinieron las ideas a su mente, o salía corriendo y se escondía bajo la cama o abría la puerta y enfrentaba al gracioso, se decidió por la ultima, pero jamás llego a pensar que era lo que la esperaba afuera.

Allí parada junto al bolso estaba Jeanne

-Hola - la sorpresa la dejo una vez más sin palabras. -Puedo pasar verdad – y sin que ella pudiera responder, ya ella estaba adentro. Cerró la puerta aun sin creer lo que estaba pasando. -¿Como estas? – fue la frase que la hizo reaccionar.

-¿Que como estoy? Aquí vale chévere, no te preocupes que no me he marchado corriendo a Caracas, no me he lanzado de ningún mirador, ni he salido a la calle a matar a nadie, aunque eso es lo que provoquen a veces ciertas personas.

La rabia hablaba por ella, su ego herido, la cara de Jeanne mostraba peor aspecto que nunca, mientras ella solo quería sacar de si toda la frustración que había acumulado por días.

-¿Y qué? vienes a ver al “error” que fue a cruzarse en tu camino, o te remordió la conciencia no haber respondido ni siquiera un “hola”, tranquila chama, aquí no ha pasado nada, puedes salir por esa puerta sin ningún remordimiento, no tienes nada que hacer aquí, ves las dos ahora si pensamos lo mismo, así que puedes…

Sin poder escuchar una palabra más, Jeanne se abalanzo sobre Milena, abrazándola y tratando de besarla, ella forcejeo para zafarse, pero Jeanne apretó más fuerte, mientras buscaba introducir su lengua en la boca de ella. Luchar o seguir, eran las alternativas, pero Milena solo pensaba en que eso era parte de lo que deseaba hacer hace mucho tiempo y una vez más la maraña de pensamientos volvieron a nublarla, cedió y la lengua de Jeanne fue entrando en su boca enredándose con la de ella.

Ya no hubieron más palabras, poco a poco se fueron separando, sus mejillas se rozaron y después sus labios, primero fue lentamente, luego comenzaron a devorarse; sus labios se juntaron apretándose con fuerza y luego sus lenguas se buscaron con desesperación. Las manos de Jeanne subieron hasta acariciar los cabellos de Milena y ella la seguía sujetando por la cintura. El beso se prolongo por un tiempo que ninguna de las dos pudo medir.

Jeanne encamino a Milena hasta la cama sentándose a su lado y sin pronunciar palabra. Acerco su rostro al ella, a sus labios, mientras estos se fueron abriendo lentamente, se besaron apasionadamente, mientras Jeanne acariciaba los cabellos de Milena, sus lenguas jugueteaban sin descanso entrando una en la boca de la otra y sus manos acariciaban sus espaldas sin cesar.

Milena subió lentamente sus manos buscando los senos de Jeanne, la blusa delgada que ella llevaba le permitió sentir perfectamente sus protuberancias, sus pechos pequeños pero firmes se fundieron en sus manos, amasando despacio y tratando de averiguar sus formas mas escondidas.

Jeanne por su parte seguía acariciando sus cabellos, de pronto se separó delicadamente del prolongado beso y se puso de pie, tomó las manos de Milena entre las suyas y las puso sobre el primer botón de su blusa, no tuvo que decirle nada más, quitó sus manos y Milena con nerviosismo desabotono uno tras otro, la blusa se fue abriendo y dejándo ver el brasier blanco de Jeanne, su piel sumamente blanca; por fin llego al último de los botones y cuando este salió del ojal paso sus manos a sus hombros y deslizo la prenda con lentitud, Jeanne sumisa se dejó hacer hasta que la dejo solo con el brasier. La blusa cayó al suelo, Milena abrazo a Jeanne y nuevamente se besaron, Milena sentía como su pecho se pegaba al de Jeanne y así besándose, segundos después era Jeanne quien comenzaba a quitarle la blusa, lo hizo rápido y la dejo igualmente en brasier, el de ella era de color negro.

Jeanne me besó el cuello y bajó hasta besar la parte superior de mis senos, sin perder tiempo le quito el brasier y por primera vez pudo apreciar sus hermosos senos, delicados, puntiaguditos y firmes, agachándose beso con delicadeza sus pezones

-Siempre quise saborear tu lunar – refiriéndose al lunar que se encontraba en su pezón derecho y que una vez le había mostrado en una foto en el msn. Sus palabras encendieron más a Milena de lo que ella hubiera podido pensar. Su respiración comenzaba a entrecortarse. Y ella le escucho decir:

-Sigue, sigue, me encanta – Jeanne saco el otro seno y chupo ambos, uno a la par del otro. No paraba de acariciarla, sus caderas, sus nalgas, su calentura iba en aumento.

Jeanne me quitó el brasier sin dejar de besar los senos de Milena, sus aureolas oscuras y pequeñas con un pezón erecto a más no poder. Jeanne desabotonó el pantalón de mezclilla de Milena y bajó el cierre, se hincó y jaló de la prenda hasta que se resbaló por sus piernas cayendo pesadamente al suelo, quitándole también las zapatillas, de la misma forma Jeanne me sacaban el pantalón. Las pantys también blancas de Milena y las medias eran ahora sus únicas vestiduras, de la misma forma que Jeanne solo lucia sus pantys negras.

Jeanne jaló de las medias de Milena, primero una, luego la otra, sin prisas; buscó los costados de sus pantys e igualmente las fue deslizando por sus piernas, no ocultó su emoción al verla desnuda y no aparto su mirada por largo tiempo.

-¡Oh Princesa!

Luego se acomodó entre sus piernas, ella hincada y Milena un poco agachada se besaron, las manos de Jeanne no dejaban de escrutar los senos de Milena quien la acariciaba por encima de las pantys pero podía adivinar sus formas, delgadas, delicadas y hermosas. Su cálida piel al contacto con la de ella la erizaba.

Jeanne se separo un poco y se puso de pie y estando frente a Milena esta le bajo las panty, su delicado triangulo de vellos púbicos muy bien delineado y delgadito se fue ofreciendo a su vista, sus manos acariciaban sus muslos mientras la deslizaba hacia abajo, por fin las dos quedaron completamente desnudas y Jeanne la recostó en la cama, la observó unos instantes de pie y luego se montó sobre ella, sus cuerpos por fin se sintieron uno a otro libremente, sin prendas ni miedos, se besaron y rodaron por toda la cama, mientras sus manos se paseaban por cada pliegue, por cada llanura, por cada protuberancia, no hablaron, con la mirada se decían todo.

La boca de Jeanne se fue deslizando de los labios de Milena hasta sus oídos, ahí se entretuvo algunos minutos y prosiguió su camino hasta su cuello, su pecho, cada uno de sus senos fue hermosamente amado, luego siguió bajando hasta su estomago, sus manos en los costados apenas tocando haciendo que la piel se le erizara, su boca era una delicia, siguió bajando y por fin, por fin, toco mis labios vaginales con su boca.

Con suma delicadeza su lengua se posó sobre sus pliegues externos, delineando con ella los bordes de su vagina, las piernas de Milena se fueron abriendo instintivamente dejando espacio para que Jeanne laborase a sus anchas. Con la misma delicadeza su cálida lengua se fue clavando entre sus labios, saboreándola toda, una y otra vez, cada rincón, cada pliegue mientras sus manos trabajaban sobre sus senos, especialmente en los pezones.

Momentos después Jeanne buscó su clítoris y lo sostuvo con ternura y delicadeza, haciendo que minutos mas tarde Milena llegara a un increíble orgasmo que la hizo gritar y gemir como nunca.

Milena no podía creerlo, estaba allí con ella, pensó en decirle muchas cosas que había pensado antes, pero igualmente no quería desaprovechar cada instante que estaba pasando con Jeanne, no sabía si esta sería la última vez que la vería, no sabía si su reacción anterior, cuando la encontró, se repetiría, así que simplemente decidió vivir esa noche como la ultima, una noche en que seria solo suya.