El amor cuando nace de pasión, muere.
Prólogo de un libro. Con la idea del principio y con un final jamás leído...
Las mañanas son el inicio de una nueva página, donde escribes y no borras, donde los errores también hacen parte de las líneas. Entonces hoy, me toca escribir un poco más de historia.
El corazón, joder y la razón te clavan en continuo y no sabes porque pero alguno de los dos sigues. La veracidad de las circunstancias te impulsa hacerlo. Nadie tiene culpa. Y cuando alguno de los dos te suelta es válido, el problema es, si estás dispuesto a que esto ocurra. De allí viene la frustración.
En estas líneas no vengo a con psicología inversa, solo quiero plasmar con papel y pluma situaciones insólitas, donde la lógica no existe y la razón se atrofia. Pero ¿qué digo? En los embelesos del amor todo cabe.
-te quiero. –fueron las primeras frases pronunciadas y las que entre cientos de veces fueron repetidas sin sosiego ni fastidio solo surgían, una y otra vez.
-¿mucho?-
-sí, mucho.
Frases como estas van calando, lento, paulatino e intermitentemente en el corazón, y estas van doblegando la razón (cuando en la realidad se debe mantener una línea de cordura). Y cuando menos crees estás enamorado.
Soñar que tendrás a esa persona para siempre, imaginarte un castillo de verbos infinitivos, ilusionarte con ello, es totalmente valido, de hecho de eso se trata. Pero lamentablemente así como somos nosotros los humanos, así es también el amor cuando nace de la pasión, muere.
Ese fue mi error, así soy yo pasional. Se dice que los sagitarios son puro fuego y que son amantes a la pasión, para resumirlo, viven en el país de las maravillas cuando les roza cupido con su flecha de amor. Admiro a esas personas que tienen la habilidad de tocar cielo y suelo a la vez.
Hacerle el amor era mi actividad favorita, rozarle con el tacto de mis dedos con delicadeza y afirmación a la vez, con ternura y efusión. Acariciarle el oído con mis lisonjas palabras, llevarla a la cima del éxtasis y dejarla en el letargo era mi espacialidad. La cama era el lugar favorito, pero donde nacía fuego cualquier lugar era bueno. Sí, así era en mis sueños.
Cualquier contacto de conexión era suficiente para anclarla en mis pensamientos, se adueñaba de mi mente, posesa de ella por días enteros. Y en las noches, en mis los sueños. Sus palabras como alimento al alma y mantenimiento al corazón. Como una droga así se fue convirtiendo, dosis de amor termine llamándola, y cuando esa dosis caducaba mi desespero era demasiado, un pedacito de ella era todo lo que quería.
-Te tengo de a pedacitos- le dije un dia de esos donde la razón luchaba por llevarme a la cordura. Sus risas declaraban desconcierto y acierto a mis palabras, estábamos cocientes de que bien así era.
En ocasiones cuando rayaba el alba y mi mente con ella despertaba de los sueños, la claridad del dia me llevaba a la lucidez de mis acciones y entonces entendía que esto no era para siempre. Cuando la conciencia me declaraba las verdades mi corazón lloraba en silencio, y se negaba a aceptarlo, era allí donde golpeaba la razón y con desesperación buscaba a su dosis de amor. Unas líneas por textos bastaban para doparme todo el dia de ella. Si, estaba fuera de sí.
El diario de mi vida seguía común y corriente, la situación no era externa era totalmente interna. Hasta que llegó el momento donde empecé a contrastar, trate de llevarla a mi realidad y a pesar de que no encajaba obligaba a que así fuese. Tantear los terrenos, ver si mi entorno aceptaba que lo nuevo que habría de llegar, aquello que ya era parte de mi vida, solo que aún no había aflorado en mi estado cotidiano, es decir, no era sabido por aquellos que hacen parte de mi existencia.
Entonces fue allí donde empezó en el peor campo de batalla del ser humano (la mente) la guerra y el conflicto de una decisión.
Mucho antes de esto había sufrido una decepción con la ilusión de mis sueños mi fantasía perfecta… ella. La razón había ganado una batalla y la cordura pensaba que la guerra estaba terminada, hasta yo pensé que sería así. Aceptar que ya no tendría eso que tanto había deseado, empezaba a surtir efecto, hasta que un día cualquiera revisando la red, mis ojos divisaron una imagen, su cuerpo recostado a otro cuerpo que no era el mío, ella le abrazaba con mucho gusto y placer. Mi mente se nublo, la ira y el dolor se apodero de mí, los celos me impulsaron a hacerle un reclamo, ella lo negó, pero que iba negar si en la imagen todo estaba dicho.
A pesar que todo según había acabado y aun sabiendo aquello oculto que ahora había salido a la luz, ella insistía en dar una probada más, algo que saltaría a la realidad lo cual me tenía en estado de desesperación continua, entonces mi sosiego superaba mi quietud. Y poco a poco le fui dando a conocer a otros, pues necesidad de hablar esto que carcomía mis sentidos ya era eminente. Disimulada fue su descripción, la historia tal cual, pero cambio de personaje.
-Déjame ir.-rogándole le decía
-Yo no te he amarrado a mí.- ¿Era mentira? No, no lo era o ¿sí?
Fuerte disyuntiva yacía en mi mente. Fueron días donde la razón ganaba batallas pero el corazón también. Igual ella seguía posesa de mi mente y de mis sentidos. Entonces un dia me derrumbe y dije ya no puedo más, fue ahí donde se dio la estocada final, un electroshock la saco de impulso de todo mi ser, gracias a sus propias acciones. Queriendo yo vengarme e insultarla sin vulgaridades le declare parte de mis sueños en imágenes, entonces ella enloqueció
-¿Por qué me haces esto?- sorprendida me preguntaba.
-Lo hago porque quiero.- respondo, al mismo tiempo que la hacía entrar en mi imaginación y darle a sentir todas esas sensaciones que ella misma provocaba eso que yo había imaginado por mucho tiempo. Sin tacto, ni acto solo imaginar.
Pensé que me había deshecho de todo, con esa actuación pero me equivoque, fue el principio de un mar de sensaciones. La razón y la cordura estaban débiles de tanto luchar. Ella poco a poco se encargó de ello, hasta que por fin me desgonce en sus brazos y me deje llevar por la corriente de las emociones.
Sus palabras me seducían y con ellas se enterraba cada vez más en mis sentidos. A conciencia de que más que un amor era una amante desconocida también por su entorno, nadie de los suyos sabia de mi existencia, sin saber si era un juego o una ilusión queriendo hacerse realidad en ella, simple estaba a ciegas. ¿Acaso tenía yo derecho de reclamar algo que legal no era mío? ¿A pesar de que sus propios labios lo proclamaban? Y, si era mío ¿Por qué jamás el roce de mis tactos lo confirmaron?
En muchas ocasiones en el limbo de mi mente salían a flote la palabra masoquismo. Al pasar los días, todo era más intenso, ella también lo sintió así, ella también se dejó llevar, ella se desgonzó ante las sensaciones.
Con ella descubrí el dolor del corazón cuando siente profundamente, eso que se llama amor, lo sentí con ella.
Otra vez la razón poco a poco se fue levantando, a tal punto que abofeteo al núcleo de mis sentidos. Mi corazón con lágrimas dreno el dolor, ya no soportaba más el quejido del alma. Un dia que le hice saber que me estaba saliendo de las manos, que me diera un tiempo, que nos ausentarnos de nuestras vidas por unos días, necesitaba aclarar todo porque esto que estaba en mi pecho necesitaba más espacio, ya quería salir del silencio.
La quería conmigo hacerla parte de mi vida, la mitad si fuese posible, significaba un cambio de más de trescientos sesenta grados, cambiaria mi entorno por completo porque la quería para mí y si bien la quería debía de afrontarlo, ¿era pues una Decisión fácil? No, no lo era. Entonces fue allí donde derrame mis lágrimas y entendí que más que una imaginación, más allá de una ilusión yo la amaba.
En esos días su ausencia era insoportable en mi ser, hasta llegar al punto donde mi propio cuerpo se sentía enfermo. Porque esta vez la razón ganó la guerra. Solo que a ella también le pedí un tiempo para asimilarlo.
Mi dosis de droga volvió para dopar mi corazón, él con dolor lo disfrutaba, consciente de que en cualquier momento dejaría de ser. Jamás le declare mi decisión puesto que la razón había ganado más la indecisión a un perturbaba. Muy lentamente me fui alejando, la intensidad aminoró, pero igual los sentimientos estaban a flor de piel a expensas de ella, a su disposición.
En la sucesión de los días ella también cambio, mis sentidos me decían que algo ocurría, ya le conocía lo suficiente. Se ausentaba en días, y mi corazón desfallecía aceptando con dolor la perdida de lo que nunca tuvo. No pudiendo más le fui presionando, poco a poco para saber que sucedía y ella aun no declaraba nada.
El masoquismo o las ganas de saber el por qué de su actitud, con sutileza, me llevo a hablarle con palabras que con el pasar de los días se habían vuelto poco comunes en nuestras líneas.
-Te quiero.- esperando las mismas letras de vuelta.
-Yo también te quiero.- contestaba ella
-Cuentas conmigo para lo que necesites
-Lo sé.- era lo único que atinaba a decirme.
Me comento que estaba en por una situación difícil con su familia, yo le creí pero igual la desesperación me iba carcomiendo los sesos de tanto pensar, porque sabía que algo más estaba sucediendo. Hasta que una noche, cayendo ya la madrugada volví a repetir la operación y entonces fue donde todo con una simples palabras se descubrió, y lo que un dia fue, dejo de ser.
-Ana, necesitamos hablar.
-dime.- le dije con impotencia
-Tú y yo no podemos seguir hablándonos así. He decidido tener una relación seria.-palabras que fueron como dagas punzantes, me fueron destrozando el corazón.
-Con él.- fue lo único que logre contestar
-Sí con él.
De la manera más serena le confesé que sabía que esto sucedería solo que esta vez no iba a ser yo quien terminara. Lo que ella no sabía (y aun no lo sabe) es que no tenía las fuerzas siquiera para hacerlo. No puede decirle nada más, salvo que siempre estaría presente, que había sido una bonita experiencia y de mi parte siempre tendría al alguien con quien contar-
Mi corazón compungido llevo a mi cuerpo a una vigilia casi hasta el amanecer, esa noche así como se acabo en simples palabras lo que en meses había capturado el núcleo de mi alma, así también borre todo lo que me hacía recordarla. Mis ánimos al dia siguiente derrumbados. Con la desesperación de no quedarme encerrada, salí muy apresurada, pasar el dia fuera de casa, compartir con otros, seguro me haría bien. Al volver a mi hogar, tan solo fue cruzar la puerta principal para que todo volviera a mí. Entonces me derrumbe en lecho, tratando de calmar el dolor que sajaba mi alma.
Esa tarde comprendí que el amor duele, que no importa tener a quien te importa o de quien te enamoras cerca a cero centímetros de tu piel para abrirle paso a este sentimiento, que hace que se te hinche el corazón y que hace robarte suspiros profundos. Que le eres fiel aun cuando otros esperan entrada, ellos no importan, porque sientes que ya lo tienes todo, aun no teniéndolo.
Nunca la tuve, jamás le roce. Tan solo a la distancia de kilómetros y a la conexión de un dispositivo podía verla andar en su habitación, eso era lo más cercano que podía estar de ella. Y aun así me enamoré, quizás sin darme cuenta, pero así fue.
He allí donde hablo de la ironía de la vida, las situaciones insólitas que te hace vivir el amor. Como verán no tiene lógica ni razón, pero así es el corazón.
¿Por qué dejarla ir, amándola? Simple, el dolor más adelante sería más intenso. Lamentablemente esa era la realidad muchas letras escritas, palabras habladas, dispuesta estaba yo a lanzarme al vacío sin siquiera esperar a que me atrapara un trapecio. Pero el escenario donde me encontraba me lo gritaba con accione. ¿Y el de ella? Supongo que se encontraba en una situación parecida a la mía.
Prólogo de un libro. Con la idea del principio y con un final jamás leído... ese fue el final.
Y así entro otra vez en esta página para guindar en un solo capítulo de una bonita y dolorosa experiencia de amor. Pueden preguntar, todo lo que quieran estaré disponible para dar respuestas. Y si no hay preguntas, pues gracias le doy queridos lectores por leer mi bien y jamás olvidada mundología.