El amor, casi un trabajo 8

El odio...

Aquel día lo viví como una pesadilla. Había pasado del cielo al infierno en cuestión de horas. Estaba claro que entrar en la vida de Victoria no era fácil y yo había conseguido arruinar todo por un estúpido comentario caprichoso. Ella tenía razón al señalar mí edad como un obstáculo. Si lo que buscaba Victoria era una pareja, era obvio que no la encontraría en una pendeja como yo que todavía vivía con su papá como si tuviera 15 años.

De todo lo que me había dicho lo que más me había dolido era que opinara que estábamos juntas sólo para pasarla bien, como si se tratase de una aventura sexual, como si lo único que pudiera obtener de mí fuera sexo. Me sentí usada, Victoria había dispuesto de mí como un objeto al que recurría cada vez que necesitaba placer no esperando llegar más allá. Si esa era la manera de demostrar su amor, prefería que no lo hiciera.

Sin dudas le pasaban cosas conmigo, pero al parecer ella no estaba dispuesta a apostar a una causa que evidentemente consideraba perdida. Entendí entonces que era yo quien debía cambiar algunas cosas si lo que quería era que Victoria entendiera que valía la pena. No tenía ningún plan, pero no pensaba renunciar a ella y por algún lado tenía que empezar.

El día se me hizo eterno y decidí hacer algunas compras para la cena. Cuando mi padre llegó yo estaba casi con la comida lista.

  • Mmmm! Eso huele muy bien! Festejamos algo? – me dijo mientras observaba la mesa puesta y con un vino listo para brindar.
  • Tengo una noticia para darte – le dije mientras servía las copas.
  • ..- me miró con curiosidad
  • Decidí que es tiempo que busque mi propio lugar – le solté
  • Vaya! Eso sí que es toda una noticia… - respondió intentando ocultar que hubiese preferido que no sucediera
  • Es para que te alegres! Tu hija creció y anda buscando su camino! Tampoco me voy al otro lado del mundo!

Le comenté de mi idea de comenzar a buscar departamento de inmediato, le expliqué de mi necesidad de independencia, que ya tenía edad para vivir sola y que esperaba festejar mis 25 años en mi propia casa. Me entendió y se emocionó un poco.

Llegó la mañana y con ella lo inevitable. Enfrentar un nuevo día de trabajo después de lo que había pasado con Victoria, era tan difícil que hasta respirar resultaba doloroso. Cuando al fin llegué a la oficina me enteré que ella se había tomado unos días. Tal vez una semana o más, me dijeron. Al contrario de aliviarme, la noticia me enfermó. Podía ver cómo Victoria se me escurría entre los dedos.

Los días pasaron eternos y mis horas se dividieron entre el trabajo y mi búsqueda de un departamento que me agradara. Conseguí un piso bonito con buena vista. Compré algunos muebles y al cabo de una semana ya estaba viviendo allí. En mi primera noche, Luciana se quedó a cenar conmigo después de haberme ayudado todo el día con la mudanza.

  • Me vas a contar qué te pasa? – me preguntó de pronto
  • Cómo qué me pasa? Nada… que va a pasar? – le contesté haciéndome la desentendida
  • Vamos nena! Te conozco demasiado! Desde hace mucho que estas así! Es más, desde que terminaste con Mauro que te veo rara… sino me queres contar, no me cuentes, pero no soy tonta! Te pasa algo… - dijo buscando que reaccionara.
  • Me pasa de todo! – le confesé – es largo de explicar! No sé por dónde empezar!
  • Por el principio está bien! – dijo sonriendo
  • Ok! Vamos por el principio – le dije – me enamoré de la persona equivocada
  • Tu compañero de trabajo? –peguntó intrigada
  • No es un compañero del trabajo – respondí casi con temor
  • No es el mismo tipo del que nos hablaste en aquella cena? – preguntó sorprendida
  • Nunca dije que fuera un compañero de trabajo, trabaja en la misma empresa pero no es un compañero… tampoco dije que fuera un hombre… -dije mientras tomaba coraje
  • Epa! Estas queriendo decir lo que estoy entendiendo? – me preguntó
  • Es una mujer, se llama Victoria, y es mi jefa – lo largué sin apenas respirar y por fin aliviada
  • Vaya! Eso parece complicado! Pero no veo cuál es el problema realmente! – expresó como queriendo demostrar naturalidad
  • No te hagas la superada! Estas sorprendida no? – le pregunté sonriendo
  • Claro que estoy sorprendida! Pero no soy una troglodita! Esas cosas pasan y lo único que me preocupa es como estas vos llevando esto… - dijo tranquilizándome
  • Lo estoy llevando para el carajo! – le dije resignada

Le conté toda la historia. Ella me escucho atentamente, especulo conmigo sobre lo que le estaría pasando a Victoria, opino con mesura, hizo lo que se esperaba de una amiga. Esa noche sentí que me sacaba un enorme peso de encima. De un momento a otro estaba hablando de mis sentimientos, relajada y sin inhibiciones. Alguien sabía ahora que yo era lesbiana y el mundo seguía girando. Mi amiga me había demostrado que aquello no era la muerte de nadie.

  • Bien o mal hay que reconocer que Victoria te puso los puntos en algún sentido – me dijo Luciana al finalizar nuestra conversación- abandonaste la casa de papá y dejaste de ocultarte, por lo menos conmigo. Eso demuestra que no todo es tan malo
  • Tampoco tan bueno… -agregué en broma.

Pocos días antes de mi cumpleaños Victoria regresó al trabajo. Aquella mañana yo me la había pasado invitando a cada uno de mis compañeros a una pequeña reunión que haría el viernes por la noche para festejar y de paso inaugurar mi nueva casa. No esperaba que ella llegara y su presencia me tomo de improviso.

Me sentía consumida por los nervios. Volvía a alterar todos mis sentidos, ella estaba tan bonita como siempre, haciéndose sentir en cada rincón, destilando seguridad, colmando el aire que yo respiraba.

  • Cómo estás? –me animé a preguntarle en la soledad de nuestra oficina
  • Muy bien… necesitaba un descanso… - dijo casi como disculpándose por su ausencia
  • Seguramente – agregué yo sin saber bien cómo debía hablarle
  • Valeria …- comenzó a decir mirándome con compasión
  • No, no hace falta que digas nada…- me apuré a decir, lo que menos necesitaba era su lástima.

Hice un esfuerzo sobrehumano para sólo dedicarme a trabajar. Era dolorosa la distancia que me separaba nuevamente de Victoria. Sentí una nostalgia agobiante de los besos que me daba a escondidas, de los roces furtivos, las miradas cómplices. Ahora sólo hablábamos de trabajo, casi no nos reíamos y su mirada era fría. Ni un rastro de todo lo que me transmitían sus ojos cuando me miraban. No había una sola puerta de entrada por la que yo pudiera pasar.

Hacia la tarde se acercó a mi escritorio para dejarme unos documentos y se quedó un instante mirando un catalogo de muebles que había quedado sobre mis papeles.

  • Estás por comprar muebles? – me preguntó con cierto interés
  • Ya los compré – le respondí
  • Ah! – exclamó intrigada
  • Me acabo de mudar…- le expliqué
  • Qué bien! Te felicito! Y por dónde? – me preguntó
  • Por acá cerca, en Palermo, nada extraordinario pero me gusta, es cómodo, luminoso,…-comenté como para extender un poco más la conversación
  • Bonita zona –agregó
  • Si, realmente es bonita – dije sabiendo que no quedaba mucho más por hablar.

Se quedo un segundo más en silencio ojeando el catalogo rápidamente.

  • Bueno, me voy –dijo finalmente- nos vemos mañana
  • Hasta mañana – le dije muriéndome de ganas de que dijera algo más.

Se marchó y yo me quedé terminando mis asuntos. Intentando distraerme y espantar los fantasmas que me agobiaban. Cuando salí pasé frente al restaurante dónde habíamos ido a cenar por primera vez. Me quedé observando la mesa dónde estuvimos y recordé lo bonita que había sido esa noche, la noche que me di cuenta que la amaba.

Seguí caminando y en mi mente apareció una de las tantas cosas que dijo durante aquella cena: "si a mis 40 años siguiera volviendo al mismo cuello, de seguro estaría sufriendo todos los efectos adversos. Aquello fue una envenenada medicina!". Caí en la cuenta que jamás habíamos hablado de su pasado. De quién era ese cuello al que al parecer retornó tantas veces? Quién había sido su envenenada medicina? Cuánto tiempo había pasado desde aquella historia?

Fui hilvanando pensamientos y recordé la primera vez que hablamos fuera de la oficina de cosas que nada tenían que ver con el trabajo. "Sólo dos veces estuve enamorada", me dijo aquella vez. De quienes estuvo enamorada? Cuál de esos dos amores le había roto el corazón? A cuál de ellos volvió tantas veces hasta que dijo basta?

Había tanto que desconocía de su vida! Sentí celos de aquellas personas de su pasado que sin nombrarlas nunca, se notaba claramente que habían dejado una huella profunda en Victoria. Celos porque en comparación, yo sólo apenas era una anécdota en su vida.

El viernes volví a trabajar con el mismo desanimo y fastidio. Si bien era mi cumpleaños no conseguía estar a tono. Tenía programado terminar temprano y volver a casa cuanto antes para preparar todo. Pero se me había presentado un dilema. Invitaba o no a Victoria? Me la pasé debatiéndome sobre qué sería mejor. Cuando creí que el dilema se había resuelto solo, ya que no la invité no porque no quisiera, sino porque no podía, porque nunca encontré la ocasión ni hallé la manera de decírselo, Paola sin quererlo le dio al caso un giro de 180º. Ella estaba en mi oficina junto con Victoria cuando yo decidí marcharme:

  • Nos vemos esta noche a las 9, no? – dijo Paola confirmando la hora
  • Si, si a las 9 – dije incomoda porque no quería hablar demasiado frente a Victoria
  • Vos a qué hora vas? – preguntó a Victoria que estaba concentrada en otra cosa
  • Adonde? – pregunto Victoria desconcertada
  • Ay! Nena al cumpleaños de Valeria! Dónde va ser?- respondió Paola inocentemente
  • Si, si claro que voy! –respondió Victoria disimulando
  • Ya sé que vas! Pero a qué hora? … Pregunto porque viste como soy! No me gusta llegar sola! Decime, paso por tu casa y vamos juntas, te parece? – le sugirió
  • No creo que pueda ir muy temprano…-se excusó Victoria
  • Uff! Que mujer esta! Qué tanto tenes que hacer? – insistió Paola
  • Vas a mi casa Paola, no hace falta que llegues acompañada, está todo bien, no te vas a poner tímida conmigo? – comenté para salir del paso
  • Está bien, está bien! Voy sola!–protestó- decime la dirección que la anoto

Tomó nota y copió lo mismo en otro papel que le dio a Victoria:

  • Tomá, guardala, porque ya te conozco!, después empezas a llamar a uno y a otro para preguntar dónde era?

Victoria tomo la dirección mirándome cómo preguntando qué debía hacer.

  • Me voy porque se me hace tarde. Las espero – dije apurando mi partida

En casa estaba Luciana para ayudarme a organizar.

  • La invitaste? –me preguntó
  • No, pero Paola se encargó de invitarla por mí – le respondí

Le conté como se había dado todo y Luciana se rió bastante con la situación.

  • Bueno, por ahí tengo suerte y conozco a la famosa Victoria! – expresó
  • No creo que venga! – le dije resignada
  • Te gustaría que viniera? – me preguntó
  • Claro que me gustaría! Pero sé que no tiene sentido! Lo único que voy a conseguir es sentirme incomoda y pasar mi cumpleaños de manera horrible! – le comenté
  • Si llegase a venir no te olvides que ésta es tu casa! No tenes porque sentirte incomoda en tu propia casa! En última instancia la que tiene que sentirse así es ella! – me sugirió casi como una orden e indignada.

Comenzaron a llegar casi todos mis compañeros de oficina y mis amigos. Por suerte congeniaron bien y la gente se mezcló sin problemas. Recibí muchísimos regalos, comenzamos a charlar, puse algo de música y no faltó quien se pusiera a bailar. La estaba pasando bien aunque no dejaba de estar pendiente de Victoria, deseaba que viniera. Cerca de las 12 de la noche y cuando la cosa estaba bastante animada, alcance escuchar el timbre. Vi a Pablo que atendía el portero eléctrico desde la cocina mientras preparaba unos tragos.

  • Llegó la madre superiora! –exclamó a viva voz y bromeando.

Todos hicieron comentarios sobre ella y su manía de llegar siempre tarde a este tipo de reuniones. A mí se me puso la piel de gallina y se me aceleró el pulso. Odiaba ponerme así y el tiempo que demoró en llegar desde el ascensor hasta mi puerta me pareció eterno. Cuando abrí la puerta ella estaba divina con un vestido sencillo con unos breteles angostos que dejaban ver sus hombros.

  • Feliz cumpleaños! – me dijo dándome un beso en la mejilla y extendiéndome un obsequio
  • Gracias!… Creí que ya no vendrías- le dije sin pensarlo
  • No estaba segura de hacerlo… después de todo no estaba invitada… - me reclamo
  • No creí que quisieras venir…- le respondí apenada.
  • Ya lo ves! Quería venir! De hecho vine sin que me invitaras! – dijo sonriendo

Me relajé y la hice pasar apenas me di cuenta que estaba como una idiota atendiéndola en el umbral de la puerta.

Pasó y fue saludando a todos y presentándose con quienes no se conocía. Me encantaba esa manera suya de hacerse presente en cualquier lugar. De inmediato estaba charlando con uno y con otro. De pronto la vi riéndose con mis amigas como si las conociera de toda la vida. Fui a la cocina por un trago y me quede apoyada en la barra mirándola a la distancia. Se acercó Luciana a mi lado y dijo:

  • Es muy bonita, ni ahí le das la edad que tiene!
  • Aha…- balbucee

Luciana tomó una servilleta e hizo el gesto de limpiarme la baba.

  • Idiota! – le dije mientras nos reímos

Se acercaron Pablo y Paola.

  • Es hermoso el departamento! –comentó Paola
  • Como la dueña! – agregó Pablo
  • Gracias! – dije halagada
  • Me pregunto si la dueña es tan cálida como su departamento! – acotó Pablo con ánimo de seductor
  • Ay! Pablo! Sos un pesado! No te das cuenta que no tenes ni una chance con Valeria! – dijo Paola
  • Por qué no?! – exclamó Pablo- sólo es cuestión que vea al hombre que hay detrás del compañerito de trabajo!
  • Paola tiene razón estás perdiendo el tiempo conmigo – afirmé
  • Qué negativa! Dame aunque sea una oportunidad! – me rogó
  • Hay dos razones por las que no te daría una oportunidad – le dije mientras Luciana y Paola escuchaban atentamente
  • La primera, sos hombre y la segunda, me gustan las mujeres – dije con soltura
  • Guauuu! Por lo menos tenemos algo en común! – agregó Pablo
  • Que tienen en común? – dijo Victoria sumándose a la conversación
  • A los dos nos gustan las mujeres! – contestó Pablo desinhibido por el alcohol que había tomado

Luciana se atragantó con el champagne, a Victoria se le desfiguró la cara y yo estaba intentando mantenerme estoica.

  • De verdad Vale? – pregunto Paola asombrada
  • De verdad, no es broma – respondí segura
  • Podés creerlo? –dijo dirigiéndose a Victoria- jamás lo hubiese imaginado!
  • Victoria tampoco se lo imaginaba aunque no se sorprendió tanto – intervine
  • Vos ya lo sabías? – la interrogó Paola nuevamente.
  • La jefa lo sabe todo! Sabe de tu problemita de estreñimiento por ejemplo! – le dijo Pablo riéndose
  • Sos un tarado! – le dijo Paola

De pronto comenzó a sonar una canción muy linda y Luciana aprovechó para sacarme de allí.

  • Vamos a bailar! –dijo arrastrándome con ella

Cuando pasamos cerca de Paola la escuchamos preguntar a Victoria: - Esa chica es su pareja?

No fuimos a bailar muertas de risa. Yo no podía creer lo que había hecho, pero desde hacía tiempo que no me sentía tan bien! Ya no me importaba lo que pensaran de mí, me sentía segura. Me invadió una sensación de triunfo y sentía que podía llevarme el mundo por delante. No sabía cómo ni cuándo pero tenía la plena confianza que Victoria volvería conmigo y ya no tendría motivos para reprocharme nada.

Con el transcurso de las horas algunas personas comenzaron a marcharse. Vi a Victoria buscar su cartera.

  • Ya te vas? – me acerqué para preguntarle
  • Si, es bastante tarde ya – me respondió
  • Te acompaño hasta abajo – me apuré a decir
  • No hace falta – se opuso
  • Quiero hacerlo – le dije

Fuimos en silencio por el ascensor hasta llegar a su auto. La noche se había puesto algo fría y comencé a tiritar un poco.

  • La pasé muy bien, ahora anda adentro que te estás muriendo de frio! – me dijo
  • Qué tengo que hacer para que vuelvas conmigo? – le pregunté
  • Valeria hay muchas cosas que no sabes de mí, que son difíciles de explicar y no creo que sea el momento…- replicó con angustia
  • Cuándo es el momento Victoria? Qué es lo que tengo que saber? –pregunté con desesperación- tu pasado? No me importa lo que hayas hecho antes, no me importa nada, no necesito que me expliques nada, lo único que quiero es que vuelvas!
  • No es tan fácil Valeria…- dijo mirando el suelo
  • No pretendo que sea fácil! Quiero estar con vos y lo que sea que no te deja estar conmigo lo enfrentemos juntas! Quiero que confíes en mí! No te das cuenta que todo lo que hago lo hago por vos! Que más tengo que hacer?

Se me quedó mirando, mordiéndose los labios, quizá buscando qué decir.

  • No quiero que hagas nada más,… quiero que te detengas… Valeria, por favor! Vivo atormentada pensando en que lo último que quiero es lastimarte! Y vos te empecinas en seguir! Y me destroza el alma no poder darte más de lo que te doy! No hay un solo día en que no te piense y no me sienta miserable!
  • No puedo detenerme, no puedo hacer de cuenta que no te amo! Acaso existe alguien más?... es eso no?, hay otra persona… -deduje con angustia
  • Valeria por favor! No es eso! No hay nadie más! – negó molesta
  • Entonces no me rechaces más! – le supliqué

Extendió su mano y acarició mi mejilla. Sus ojos estudiaban cada línea de mi rostro, yo sentía que era la mirada más profunda y triste que había conocido en mi vida.

  • Sos tan hermosa… mereces algo mejor… - dijo como pensando en voz alta.
  • No sé lo que merezco, solamente quiero lo que me corresponde… - le dije y no pude evitar besarla.

Su boca me aceptó y abrazó mis labios. Todas las piezas de mi universo volvían a estar en su lugar.

  • Te haría el amor aquí mismo… - le dije anhelante

Y esta vez fue ella quien me besó, pero esta vez como si quisiera devorarme por entero, presionando mis labios con fuerza, tomándome del cabello, apretando su cuerpo contra el mío, sosteniéndome con firmeza por la cintura.

  • Salgamos ya de aquí! –dije imperativamente

Destrabó las puertas de su auto y condujo todo el camino hasta su casa alternando acaricias en mi rodilla y arronjándome sonrisas devastadoras. Fuimos comiéndonos a besos, trastabillando todo el recorrido hasta su cama. Nos arrancamos las ropas para no demorar un segundo más las ganas de sentirnos. Volvía a sus sábanas, al perfume de su cuerpo, a sus caricias, sus besos, a sentir su sexo encajar en el mío mientras nuestras caderas danzaban dispuestas a no detenerse hasta que el orgasmo estallara de una vez.

Boca abajo, con su rostro de lado apoyado en sus brazos cruzados, recibía mis caricias sobre su espalda.

  • Tendría que llevarte de regreso… que van a pensar tus invitados? – me dijo
  • Mis invitados tenían demasiado alcohol encima como para darse que su anfitriona ha desaparecido! – le respondí con una sonrisa – aunque creo que lamentablemente tengo que volver!
  • Tu amiga debe estar preocupada – me dijo refiriéndose a Luciana
  • Mi amiga debe estar imaginando dónde estoy! Nos vio salir juntas! – le expliqué
  • O sea que ella lo sabe todo! Debe estar intentando deshacerse de los últimos borrachos y odiando a la bruja de tu jefa que te secuestró! – comentó

Resolví llamar a Luciana para ver cómo estaba todo. Me dijo que no me preocupara por nada, que ella se encargaba de todo, no sin antes interrogarme y confirmar que yo estaba dónde ella suponía.

  • Y? qué te dijo? – me preguntó Victoria apenas corté con Luciana
  • Que no me preocupara por nada, es una santa! Y me deseó suerte….- le contesté
  • Suerte?... porque nunca se sabe lo que puede pasar conmigo, no?…- comentó irónicamente mientras se ponía de costado para mirarme a los ojos
  • No pienso caer en la trampa! – agregué de inmediato- si tu idea es pelear, te vas a quedar con las ganas! Este momento es mío y no pienso estropearlo por nada del mundo!

Se quedó mirándome unos segundos en silencios para luego decir:

  • Me pregunto por qué la vida no te trajo antes conmigo

Lo que dijo y cómo lo dijo me estrujó el alma. Le hice el amor con la mayor dulzura que me era posible, intentando hacerle comprender que poco importaba que no hubiese llegado antes, porque no era tarde, porque habían muchos días por delante, porque mientras ella estuviera conmigo el mundo seguiría en pie.

Lo días que siguieron fueron de completa felicidad. De a poco fue dándome más lugar en su vida y aunque nunca blanqueamos lo nuestro en el trabajo. Cuando no estábamos allí, ella era toda dulzura y encanto. Aprendí a separar cada ambiente y dejé de sentir que nos ocultábamos. Comprendí que no nos escondíamos, solamente "nos preservábamos".

La primera vez que la invité a salir con mis amigas que ya lo sabían todo de mí, no puso reparo y recuerdo lo maravilloso que fue llamarla "amor" delante de todas. De pronto me parecía estar viviendo un sueño! Y si bien ella no pasaba todas las noches conmigo, aprendí también a respetar sus ausencias, sus silencios, sus extravíos, y ya no le pedía explicaciones porque sabía que volvería siempre conmigo. Y eso parecía conformarme.

Aquel viernes por la noche había ido a cenar a la casa de Luciana.

  • Y Victoria?- me preguntó como al pasar
  • Hoy no nos vemos – le respondí queriendo que cambiara de tema
  • Ah! Hoy no se ven, mañana sí… cómo es?
  • Es como es! Qué es lo que te preocupa? – le pregunté molesta
  • Valeria, vos sabes que te quiero muchísimo y puedo hacerme la tonta en muchas cosas, pero no puedo hacerme la tonta y creer que la relación que tenes con Victoria es la que queres tener! – me dijo sincera
  • No es lo que quiero, pero es lo que puedo tener –le confesé
  • Y eso lo justifica! Como yo lo veo, Victoria hace y deshace a su antojo, está cuando quiere, desaparece cuando quiere y vos? Cuándo empieza a jugarse lo que vos queres? – me dijo como reprendiéndome
  • Ella es lo que quiero! Y acepto su manera de estar conmigo! Tal vez como vos lo ves, parece poco, pero para mí es todo! Y no pienso seguir discutiendo al respecto – dije dando por finalizada la discusión
  • Ok, ok… no me entrometo más! Amigas de nuevo? – dijo extendiendo su mano
  • Amigas de nuevo…- dije con reticencia.
  • Mañana que haces? – me preguntó cambiando de tema

Luciana había conocido un abogado por su trabajo y él, evidentemente interesado en ella, la había invitado al club de regatas. Al parecer el tipo tenía un pequeño yate y había organizado una especie de reunión social donde la había invitado a participar y le había propuesto, para animarla a ir, que podría invitar a alguna amiga si quería. Como era evidente que no se atrevería ir sola, accedí a acompañarla.

Me pasó a buscar cerca de las 5 de la tarde y fuimos hablando de lo nerviosa que estaba ella. No nos costó demasiado encontrar el barco. Había un grupo de gente subiendo a él y se escuchaba música y un ambiente de diversión. Apenas subimos, Daniel el candidato, nos dio la bienvenida manifestando evidente alegría al verla a Luciana. Nos invitó a ponernos cómodas y nos avisó que en apenas un minutos partiríamos. Mientras hablábamos de lo atractivo que era Daniel y recorríamos la proa, sucedió lo que menos esperaba en mi vida.

A escasos metros nuestros una pequeña embarcación acababa de ingresar al muelle. Reconocí la figura de Victoria amarrando el pequeño velero. Pude ver que una mujer la acompañaba. Por algunos segundos busqué alguna explicación para lo que estaba viendo. Pero vi a Victoria tomar se celular con la intención de contestar una llamada y aquella mujer se acercó con evidente confianza y se lo quitó de las manos. Las vi jugar, Victoria hacia ademanes con intención de recuperarlo mientras que la mujer la evadía. Al cabo un breve forcejeó acabaron abrazadas. Luego ella le tomaba el mentón a Victoria cariñosamente y mientras le decía algo que yo no podía escuchar le devolvía el móvil separándose.

Sentí mi sangre correr helada por mi cuerpo. El mundo se detuvo y un zumbido me atravesó los oídos.

  • Tal vez no es lo que pensas …- dijo Luciana que también había visto lo que yo

No pude responderle. Estaba aturdida y arrepentida de haberla acompañado.

  • Valeria! –dijo tomándome de los brazos para hacerme reaccionar – no saques conclusiones! Lo que vimos no fue nada!
  • Me tengo que ir… Perdóname Luciana, … me tengo que ir…- fue lo único que puede decirle y me apresure a bajar antes de zarpar
  • Voy con vos! – dijo Luciana terminante
  • No hace falta… estoy bien,… solo necesito irme… - balbuceé
  • Pero mira cómo estás! Yo me voy contigo! – insistió
  • Sólo voy a volver a casa… tranquila, estoy bien… ya estás aquí, ahora a disfrutar!... llamame cuando regreses – dije para tranquilizarla

Luciana accedió con desgano y me dejó partir. Tomé un taxi hasta mi casa. Me desplomé de espaldas en mi cama y con la mirada fija en el techo, lo único que pude hacer fue odiar, "odiar como nadie en este mundo puede odia, odiar como no se puede odiar a nadie más, odiar porque siempre, siempre, siempre, siempre, estas aquí".

PD: el siguiente enlace inspiró este capitulo

http://www.goear.com/listen/78fbc24/te-odio-los-seis-dias-and-santi-balmes