El amor, casi un trabajo 7

Las dudas, las certezas y un círculo vicioso.

Durante el fin de semana me devané los sesos especulando sobre el por qué del comportamiento de Victoria. Por mi mente pasó como una película cada momento vivido con ella. Sentí como si se hubiese robado mi vida y, la hubiese cercado entre mi trabajo y mi casa. Mi universo se había estrechado y yo sólo era un satélite orbitando a su alrededor.

Me convencí de mi derecho a llamarla y reclamarle una explicación. El tono de espera me aturdía, en realidad no sabía cómo comenzar a hablarle. Escuché activarse su contestador. Había rechazado mi llamada. Corté indignada. Cuántas veces la había visto mirar destellar la pantalla de su móvil para luego cortar sin atender con gesto de no interesarle el llamado. Impulsivamente estrellé el móvil contra la pared de mi cuarto. Cuando pasaron las horas y sintiéndome más calmada, me arrepentí. Y si en realidad no había podido atender? Si accidentalmente me había cortado? Quizá intentaría devolverme el llamado y yo sin celular!

Pasé por todos los estados. Por momentos era la persona que mas detestaba en mi vida y al segundo, buscaba explicaciones que la excusaban. Rescaté el chip y pensé en salir a comprar un móvil de inmediato. Luego recapacité y concluí que tener mi celular activado me condenaría a estar pendiente a su llamado. Pero la incertidumbre sobre sí Victoria intentaría comunicarse me estaba matando. Pocos fueron los momentos en que conseguí distraerme, pasé dos días en el infierno. El domingo por la noche le pedí el celular a papá para colocar el chip y esperanzada consulté mi buzón de voz. Sólo dos mensajes y ambos de Luciana, mi amiga.

El lunes procuré mantener la calma y me presenté en el trabajo intentando exhibirme lo más equilibrada posible no sin antes pasar a comprar un celular nuevo. Paola me buscó de inmediato para que le contara sobre mi conquista del viernes por la noche.

  • Quiero todos los detalles! Desapareciste querida! El muchacho te secuestró? – me preguntó entusiasmada.

Le conté en parte la verdad. Le dije que no pasé más allá de algunos besos, que de pronto se transformó en un cargoso y que me fui para no tener que soportarlo. Le pregunté cómo habían terminado ellos la noche para llevar su atención hacia otro tema.

  • Estuvo genial como siempre. Nos fuimos tardísimo, cuando amanecía! La que me extrañó que se fuera temprano fue Victoria… -comentó

Tragué saliva y simulé que también me sorprendía. Me hubiese gustado contarle que yo ya lo sabía y que Victoria se había ido conmigo. Me hubiese gustado contarle todo! Que estaba locamente enamorada de Victoria, que habíamos hecho el amor, que ella se empeñaba en alejarme y que aquel viernes por la noche, me había vuelto a besar! Deseaba tanto hablar con alguien sobre lo que me estaba pasando! Obviamente no lo hice y continuamos hablando de otras cosas.

Escuchamos que llegaba Victoria, saludando con simpatía como siempre y antes de entrar a su despacho preguntó demostrando curiosidad:

  • Valeria ya llegó?

La voz de uno de mis compañeros contestó que creía haberme visto entrar a la oficina de Paola. Salí de inmediato.

  • Victoria… acá estoy! Buen día…- dije acercándome a saludarla.
  • Buen día – me respondió mostrando naturalidad y sin dar tiempo a nada comenzó a hablar de trabajo.

Convocó a Enrique y Silvana de inmediato y nos juntó en su escritorio. Les dio directivas, les recordó que la semana próxima yo me tomaba vacaciones y a mí me pidió que fuera trasladando mis impostergables a ellos.

Se la notaba tranquila y para los ojos de los demás su actitud era la de siempre, pero yo alcanzaba a distinguir claramente que evitaba quedarse a solas conmigo. Me resigné, incapaz de oponerme a su voluntad de evasión. Organizó su agenda, la escuché posponer una reunión para asistir a otra y no se quedó mucho más tiempo en la empresa. Se retiró comunicando que era probable que no regresara por hoy y manifestando que tendría un día de locos.

Idéntica escena se repitió al día siguiente, sólo que en aquella oportunidad me informó que había un cambio de planes: adelantaba las auditorias a las sucursales, por tanto el resto de la semana se la pasaría viajando. Acto seguido llamó por el interno a Paola para que se acercara a su despacho.

  • Necesito que organicemos urgente las auditorias, mi vuelo sale a las cinco –nos explicó

Sospeché que no era casual que hubiese dispuesto viajar antes de lo planeado. Tuve el impulso de confrontarla y decirle lo que pensaba. Que su actitud me parecía cobarde, que no tenía ningún derecho para tratarme como lo hacía, que creía que ella era una egoísta que lo único que le importaba era resguardarse! En su lugar, lo único que pude decir con evidente decepción fue:

  • No nos vamos a volver a ver hasta después de mis vacaciones entonces…!

Victoria me miró dándome a entender que mi comentario era inoportuno.

  • Seguramente no, pero no creas que en mi ausencia no vas a tener que trabajar! Todavía te quedan unos días antes de empezar tus vacaciones! –dijo desviando el clima de la conversación.
  • Ay Victoria! No entendes nada! – intervino Paola- yo te extraño cuando no estás! Imagina Valeria cuánto te va extrañar que se la pasa todo el día con vos!

Sentí que se me incendiaban las mejillas con el comentario de Paola. Me puse a ordenar unos papeles, nerviosa.

  • No te preocupes Vale! –agregó Paola abrazándome cariñosamente y diciendo en broma- bajo esa apariencia de mujer fría y calculadora, se esconde un corazón tierno que sabe perfectamente que la queremos igual!

Sonreí esperando que Paola no percibiera mi turbación. Por su parte Victoria mostraba una gran capacidad de control y cómo si no pasara nada dijo antes de salir de la oficina:

  • Por el momento este corazón tierno tiene un mundo de cuestiones que atender y ustedes también, así que pónganse a trabajar cuanto antes!

Era admirable la capacidad que tenía para que las cosas no le afectaran! Comprendí que era normal que nadie supiera nada de su vida privada. Sus sentimientos y lo que hiciera más allá de la oficina eran un territorio que jamás dejaría en evidencia. Yo había franqueado una barrera que nunca nadie habría imaginado que era posible franquear y ese atrevimiento me estaba costando caro. No sólo había sido dueña de su placer por algunas horas, sino que también había vulnerado sus defensas. Recordé aquel viernes por la noche cuando fuera de control me repetía: "Es tan difícil! No puedo soportarlo, no puedo!" Me pregunté si alguna vez iba a dejar de cobrarme lo que impensablemente yo le había arrebatado. Me pregunté también si alguna vez dejaría de dar batalla y me daría la posibilidad de una tregua donde yo pudiera demostrarle que no me interesaba su derrota, sino sólo ofrecerle mi amor y mis días.

Pasé mis vacaciones reflexionando mucho sobre mis sentimientos. Luciana, mi mejor amiga, compartió conmigo aquellos días de playa. Ella, como era lo normal, esperaba que nos divirtiéramos y en lo posible permitirnos alguna que otra aventura con los hombres del lugar. Los clásicos escarceos amorosos de verano. Pero apenas pude secundarla en alguna que otra salida donde no tuve ojos para nadie. La realidad era que me sentía enamorada por primera vez en mi vida y que peor no me podía ir! El destino me la había puesto difícil, no sólo me había enamorado de una mujer, sino que encima ella era mi jefa, considerablemente mayor que yo, aunque apenas se notara la diferencia de años y sumamente complicada en cuestiones de afecto!

Los últimos días en la playa comprendí que no era posible detener eso que "se siente en pecho", como decía Victoria. La extrañaba a horrores y no hubo un día que no dejara de pensar en ella. Anhelaba volver a verla, escuchar su voz, sentir su presencia.

Cuando regresé a mi trabajo escuché a mi padre hacerme el siguiente comentario antes de verme partir:

  • Andás al revés del mundo hija! Uno se entusiasma cuando se toma vacaciones y se fastidia cuando tiene que volver al trabajo, contigo es exactamente lo contrario! Te veo más entusiasmada ahora que cuando te fuiste de vacaciones!

No se equivocaba. Deseaba ansiosamente volver a trabajar, pero solo para poder estar con ella. Llegué a la empresa nerviosa como si fuera mi primer día de escuela. Fui saludando a mis compañeros y de inmediato procuré ponerme al día con el trabajo. Me fui poniendo en contacto con todos los asuntos que me competían y resolví que si Victoria no llegaba en 15 minutos más, la llamaría con la excusa de alguna consulta laboral. No soportaba más la espera, necesitaba saber de ella ya!

  • Hola, que sorpresa! De nuevo en el trabajo? – me respondió al teléfono.
  • Así es! Intentando adaptarme a la dura realidad de tener que trabajar! – bromee sabiendo que mentía y que me moría de ganas por volver.
  • Es lo malo que tiene las vacaciones: se terminan! –comentó sonriendo
  • Te llamaba en realidad para saludarte y comentarte que estoy acá viendo el tema de Metalpack y no encuentro el último reporte de producción… - dije como si estuviera realmente interesada en ello.
  • Revisá el segundo cajón del armario, en una carpeta gris…- me indicó

Me puse a revolver el cajón y tomé una de las carpetas.

  • Esa no, la que está más abajo…- me dijo
  • Cómo?...- dije sorprendida y sobresaltada al escuchar su voz cercana. Me gire de inmediato buscando su presencia y la hallé apoyada en el marco de la puerta sonriente y hermosa como siempre.
  • Te sienta muy bien el bronceado…-opinó con admiración
  • Tonta! Me asustaste! No sabía que ya estabas acá! –dije cortando el teléfono que tenía en la mano y acercándome para saludarla.

Me besó afectuosamente en la mejilla y mirándome directamente a los ojos dijo con satisfacción: - Es muy bueno tenerte de vuelta! Una mezcla de emoción e inquietud me invadió el cuerpo. Este era uno de los momentos en que detestaba el poder que ella tenía sobre mí. No esperaba que me dijera eso y menos que me mirara de la forma que lo hacía. Su mirada era un flechazo que me daba directo al corazón.

  • Yo también estoy muy feliz de estar de vuelta…-le confesé
  • Estabas con Metalpack? Yo quería que viéramos juntas el informe porque bla, bla, bla…-dijo rompiendo el clima que se había generado.

Era de esperarse, ya estaba acostumbrada a ello. Cada vez que Victoria me hacía tomar vuelo, me cortaba las alas al instante y yo daba contra el suelo sin remedio. Se dirigió a su escritorio sin parar de hablar, mientras encendía su notebook y buscaba papeles que esperaba ver conmigo. Me quedé observándola sin escuchar lo que decía. Sin saber de dónde tomé valor, fui caminando con tranquilidad hacia la puerta y le di una vuelta de llave.

Victoria se me quedó mirando como esperando que le explicara lo que acababa de hacer. Se quitó los anteojos que acababa de ponerse y con gesto de preocupación me preguntó:

  • Pasa algo?
  • Nada que vos no sepas – le contesté mientras me acercaba a ella dispuesta a no detenerme por nada del mundo
  • Valeria, no me parece una buena idea… -comenzó a decir mientras se incorporaba de su sillón.

Cubrí su boca suavemente con mis dedos indicándole que no quería que hablara. Percibí su inquietud pero también noté que era incapaz de rechazarme. Eso me dio más valor y no dudé ni un instante en hacer lo que tanto deseaba. Comencé a besarla con todo mi amor, su boca apenas ofreció resistencia. Y lo que nació como un beso tímido fue transformándose en un beso apasionado e incontenible. Sus brazos me rodearon con fuerza, mi lengua invadió su boca para enredarse con la suya y ya no me importó nada. Todo el miedo que sentía desapareció y con suavidad empuje su cuerpo haciéndolo caer nuevamente sobre su sillón para luego ubicarme a cada lado de sus piernas y sentarme sobre ellas.

Su boca se separó de la mía para recorrer mi cuello haciéndome estremecer y provocando que mis caderas se balancearan sutilmente sobre las suyas. Sus manos hábiles fueron abriéndose paso por debajo de mi camisa. Volví a buscar su boca y mientras la besaba, me incorporé sólo un poco para poder alcanzar su entrepierna con mi mano. Me dejó hacer deslizándose un poco sobre su sillón para que pudiera bajar el cierre de su pantalón. Atravesé la frontera de su ropa hasta que llegué a palpar su vagina que sentí húmeda entre mis dedos. Lanzó un suspiro de placer y sin perder tiempo sentí su mano por debajo de mi falda que descubría mi sexo empapado de deseo. Nos penetramos y apuramos la llegada del orgasmo. Entre gemidos ahogados recordé que detrás de aquella puerta había un mundo que ni remotamente sospechaba lo que aquí estaba ocurriendo. De a poco nuestros cuerpos volvieron a relajarse y nos quedamos abrazadas recuperando la respiración.

  • Qué voy a hacer contigo? – me preguntó resignada mientras me acariciaba con dulzura.
  • Cualquier cosa menos abandonarme de nuevo – le respondí dándole un beso.

Comenzó a sonar su teléfono devolviéndonos a la realidad. Me incorporé de inmediato dirigiéndome al baño. La escuché seguirme los pasos mientras hablaba. Yo acababa de lavarme las manos y acomodaba mi cabello frente al espejo cuando la vi detrás de mí continuando la conversación telefónica. Con naturalidad pasó su brazo para rodear mi cintura y luego de despedirse de su interlocutor cortó la llamada y cariñosamente me besó en el cuello.

  • En media hora tenemos una reunión con la gente de Lartese, estás preparada para entrar en batalla? – me preguntó mientras sus manos recorrían mi vientre y bajaban peligrosamente hasta mi pubis.

Instintivamente empujé mis nalgas contra sus caderas y estremecida de placer respondí:

  • Si no dejas de hacer esto difícilmente pueda salir de este baño siquiera

Se sonrió y luego de besarme se separó de mi cuerpo diciendo: - Vamos a trabajar!

Durante la reunión me fue muy difícil concentrarme, la veía tan seria y segura negociando un contrato que no podía creer que hace algunos minutos atrás había estado rendida a mis caricias. Por mi mente pasaba la imagen de sus dedos dentro de mí y entre mis piernas sentía un cosquilleo inquietante. Me pasé la reunión excitadísima y al parecer eso me mantenía en alerta pues mis intervenciones fueron agudas y acertadas. Al finalizar, nos quedamos a solas con Nicolás Streidman.

  • Las felicito señoritas! Pusieron a Lartese contra la espada y la pared! Y usted Valeria estuvo brillante! –dijo mostrando conformidad.
  • Al parecer las vacaciones la llenaron de energía! – dijo Victoria guiñándome un ojo.

Su gesto de complicidad me hizo sentir nerviosa. No podía dar crédito de lo que estaba sucediendo. Había hecho el amor con Victoria en su oficina y lo que en realidad temía era que adoptara la actitud de siempre, que actuara distante y apática como lo venía haciendo hasta ahora. Pero al contrario de mis temores, Victoria seguía siendo tierna y cariñosa, dándome a entender que no me abandonaba.

El resto del día lo pasamos trabajando en un ambiente de continua excitación. Victoria me lanzaba miradas que me partían en dos, hacíamos frente a la gente comentarios de doble sentido que solo nosotras entendíamos y en más de una oportunidad buscó rozar mi cuerpo como al descuido. Yo no veía la hora de largarme con ella de allí! Pero aquel día ese plan quedaría frustrado. Me explicó que había quedado en cenar con su hermano Guillermo. Se lamentó por ello y antes de partir me regalo un beso furtivo calmando un poco mi decepción.

Una vez en casa me sentía como en las nubes, era una mezcla rara de felicidad e incertidumbre. Llegué a pensar por un segundo que bien podría haber pospuesto la cena con su hermano. Yo lo hubiese hecho de haber estado en su lugar. Sobre mis hombros cayó el peso de la preocupación y las preguntas de siempre: Qué demonios pasaba por la cabeza de Victoria? Por qué no me atrevía a preguntarle qué es lo que siente por mí? Cómo conseguía ella poner ese límite?

Estaba perdida en mis preguntas sin respuestas cuando pasada de la medianoche escuché sonar mi celular. Desbordé de alegría cuando observé que era Victoria la que llamaba. Me apuré a contestar sintiéndome como una adolescente:

  • Dormías? – me preguntó
  • No, para nada, estaba pensando en vos –contesté con sinceridad
  • O sea que no interrumpo nada importante –dijo en broma
  • Yo creo que no, entre pensar en vos y hablar con vos, prefiero lo último –respondí
  • Eso suena muy bien, aunque tengo que admitir que en lo que mi respecta últimamente hay otras cosas que prefiero hacer con vos antes que hablar – comentó de manera sugestiva.
  • Si me estas provocando te advierto que no me hago responsable de mis actos! – continué diciendo mientras escuchaba de fondo ruidos de autos pasar y de inmediato le pregunté – Dónde estás?
  • En la calle, comprando cigarrillos – contestó tranquila.

Por un segundo estuve tentada a proponerle que nos veamos. Pero no me atreví a hacerlo, esperaba que ella tomara la iniciativa, cosa que no hizo y mantuvo unos minutos más la conversación hasta que se despidió con palabras dulces.

Me dormí sabiéndome completamente enamorada de ella. Su llamado me confirmaba que pensaba en mí.

Al día siguiente ella ya estaba en la oficina cuando llegué. La besé sin dudarlo y aprovechando que estábamos solas. A medida que fue llegando gente y con el paso de las horas, la tensión entre nosotras fue aumentando. Nos provocábamos la una a la otra sintiendo la adrenalina correr por nuestro cuerpo. Si continuábamos así, estábamos a un paso de ponernos en evidencia frente a todos. Antes de la hora del almuerzo, Victoria había desaparecido. Oculté mi intriga frente a los demás y con disimulo le pregunté a uno y otro si no la habían visto, hasta que me sorprendió un mensaje de texto suyo: "te espero en la 206 del Capítol"

Me llené de ansiedad. El Capitol era un hotel a dos calles de la empresa. Recogí mis cosas y para no levantar sospechas me fui diciendo que si la veían a Victoria le avisaran que estaba camino a una reunión. Caminé esas dos calles encendida de deseo.

Cuando llegué perdimos el control en un segundo. Nos comenzamos a besar con desesperación y nos fuimos quitando la ropa con urgencia. Desnudas caímos en la cama llenándonos de caricias. Su cuerpo quedo sobre el mío dominando la situación. Me fue colmando de besos y comenzó a subir por mi cuerpo hasta que colocó sus piernas a cada lado de mi cabeza. Ofreció su vagina a mi boca y no la hice esperar ni un segundo. Comencé a lamerla, abracé sus muslos para mantenerla aferrada a mi y podía ver su torso desnudo agitar sus pechos mientras su mano izquierda se apoyaba en la pared buscando no perder el equilibrio. El espectáculo era magnifico desde mi posición. Veía la expresión de placer en su rostro, sus pezones erectos que alcanzaba a acariciar con mis manos y mi boca que no paraba de devorar el delicioso néctar que su vagina derramaba. Su clítoris cobró dimensiones sobre mi lengua incansable y no paré hasta que sentí su orgasmo colmar sus sentidos. Sus músculos se contraían espasmódicamente y de su garganta brotó un gemido de placer.

Se dejó caer a mi lado sobre las sábanas desordenadas quedando su cabeza a mis pies. Con mi mano no dejaba de acariciar sus largas piernas completamente absorta por lo que acababa de hacer. Por primera vez había sentido el sexo de Victoria en mis labios y quería repetirlo hasta el cansancio. Comencé a sentir sus besos recorrer mis pies, su lengua tibia se deslizaba deliciosamente, fue cambiando de posición hasta quedar sobre mi cuerpo y fue dibujando un camino de saliva con su lengua por mis piernas. Avanzó lentamente acercándose cada vez a mi sexo. Yo esperaba la llegada de sus labios con ansias. A la par que su lengua penetro mi vagina, su sexo volvió a quedar sobre mi boca anhelante.

Una sensación de inexplicable placer se apoderó de mí. Victoria danzaba con su lengua en mi sexo con una delicadeza avasallante. Y cuanta más placer sentía mayores eran mis besos sobre su vagina. La punta de su lengua se concentro en mi clítoris y no paró hasta arrancarme un hermoso orgasmo que me hizo emitir gemidos que testimoniaron el goce que sentía.

Cuando acercó su boca a la mía para besarme con ternura, el olor de mi sexo en sus labios hizo que una agradable sensación de pertenencia me recorriera el cuerpo.

  • De dónde saliste vos que estas poniendo mi vida de cabeza? –dijo suavemente a mi oído
  • Vos sola te metiste en esto…-le dije mientras la abrazaba
  • Cómo es eso? –preguntó intrigada
  • La que me eligió fuiste vos! Te recuerdo que tuve que competir con 23 chicas más para estar a tu lado! – le respondí aludiendo a aquella primera entrevista donde nos conocimos.
  • Yo te elegí para que trabajes conmigo no para que te metas en mi cama! – exclamó exagerando
  • Así que esto no es parte del trabajo…-dije insinuándome mientras me ubicaba sobre su cuerpo besándole suavemente cada uno de sus senos
  • Si esto es trabajo, jamás permitas que me tome vacaciones – dijo mientras su cuerpo se estremecía por mis besos.

Volvimos a hacer el amor y con desgano decidimos que era tiempo de volver a la oficina. Acordamos que ella llegaría primero y luego la seguiría yo para no despertar sospechas.

Así fue como me convertí en su amante. Mantuvimos nuestra relación en la clandestinidad. No hice nada para cambiar lo que desde un comienzo se planteo de manera tácita: los tiempos los marcaba Victoria. Ella decidía cuándo y dónde encontrarnos. Yo mostraba por mi parte completa disponibilidad mientras que ella por lo general y casi siempre tenía una excusa para no vernos cuando yo lo proponía. Si bien creí que por fuera del horario de trabajo podría estar con ella el tiempo que quisiera, eso no fue así. Eran escasas las noches en que me invitaba a su casa y podía quedarme a dormir con ella. Igual sucedía con los fines de semana. Por lo demás, la habitación 206 del Capítol pasó a ser casi nuestra segunda casa.

Más allá de eso, Victoria mostraba un genuino interés por mí. Me colmaba de atenciones, solía invitarme a cenar al menos una vez a la semana aunque no me llevara a dormir con ella luego. Los días que me invitaba a su casa eran un sueño, compraba champagne, me ayudaba con la cena, ponía música suave, bailábamos, hacíamos el amor de maravilla!

Si bien yo no podía disponer de Victoria a mi antojo, el tiempo que compartía con ella era perfecto. Pasar la noche en su departamento me hacía alucinar lo bonito que sería no separarnos jamás. Me encantaban los momentos de serenidad en que compartíamos alguna charla tiradas en el sillón con la tele encendida o por las mañanas, despertarnos juntas y verla preparar el desayuno. Por otra parte, en materia de sexo, Victoria despertaba en mí una fogosidad que desconocía. Con ella me sentía completamente liberada!

Llegué a sentir que ser su amante era todo un privilegio. Mientras veía como todos en el trabajo la trataban con respeto y admiración, yo solía excitarme pensando que nadie se imaginaba que yo gozaba en secreto de su cuerpo desnudo y que esa boca que veían desplegando órdenes, peleando contratos, lanzado bromas, me conducía a la gloria cuando se posaba sobre mi sexo!

Tenía muchísimos deseos de que todos supieran lo que pasaba entre nosotras. Comencé a detestar tener que ocultar mis sentimientos.

Unas de las tantas veces que me llevaba hasta casa en su auto, cuando se detuvo no resistí más y le pregunté antes de bajarme.

  • Cuánto tiempo vamos a estar así?
  • Así cómo? – preguntó haciéndose la desentendida.
  • Así! Ocultándonos! Cómo si fuera un delito! – le respondí sugiriéndole que no evadiera la pregunta.
  • Creo que tenemos puntos de vistas totalmente distintos…-dijo con calma y dejando entrever cierto fastidio.

Me preocupó su gesto. Por un instante pensé que confrontarla era un error, que corría el riesgo de perderla. Pero era tarde para arrepentirme.

  • Yo no creo que estemos ocultándonos y menos que esto que nos pasa sea un delito – continuó diciendo.

Me tranquilizó que usara el plural. "Esto que nos pasa" la incluía a ella también. Pero lo que continuó diciendo despertó mi indignación:

  • No sé si te das cuenta, pero son más las cosas que nos separan que las que nos unen!
  • Ya lo creo! –respondí irónicamente- yo te amo, por ejemplo, en cambio, a vos no sé qué demonios te pasa conmigo!
  • Acaso no es claro lo que me pasa con vos? – preguntó
  • No, no sos clara! Siento que ando todo el tiempo adivinándote! Esperando que me digas si querés verme, si queres pasar la noche conmigo! Hay veces que siento que te da lo mismo! – dije sin poder controlarme mientras ella me miraba como si hablara en otro idioma.
  • No me da lo mismo… -respondió apenada – no me da lo mismo tenerte que perderte. Pero tengo 40 años, y sé lo que busco y lo que quiero en cambio vos apenas tenes 24 y todavía vivis con tu padre! Entiendo que acostarte con una mujer, mayor que vos y que encima es tu jefa te confunda! Me reprochas que nos ocultamos pero yo me preguntó cuántas de tus amigas saben con quién te acostas. Yo no me oculto, me preservo. De las dos, aunque no lo entiendas, soy la que más tiene que perder. Y si después de todo lo que pasamos juntas todavía no te das cuenta qué demonios me pasa con vos, lo siento mucho, porque no conozco otra manera de demostrar mi amor…!

Me dejo sin palabras e impotente. Encendió un cigarrillo molesta por lo que había pasado.

  • Creo que lo mejor es dejarlo acá…- agregó con tono grave
  • No entiendo lo que queres decir con eso? – le pregunté preocupada
  • Digo que es obvio que lo que te doy no te alcanza y que es mejor dejarlo acá antes que terminemos lastimándonos – respondió convencida.
  • Así de fácil es para vos?! Qué tengo que hacer ahora? Darte la mano y decir que fue un placer conocerte? – la increpé.
  • Me parece que si estamos juntas es para pasarla bien y estamos siendo desagradables, no le veo ningún sentido continuar con algo que no nos hace bien…- reflexionó altanera.
  • Vos estás siendo desagradable y realmente no entiendo esa puta costumbre tuya de herirme! – le respondí dejando escapar mis lagrimas. Me bajé del auto dando un portazo.

Me arrojé en mi cama avasallada por la angustia. Lloré hasta que me venció el sueño. Desperté con los ojos hinchados y echa un horror. Mientras me duchaba escuché a mi padre que se iba a trabajar. Suspiré aliviada, no quería que me viera así. Decidí no ir a la oficina, inventé una excusa y me quedé en casa. Durante la mañana recordé todas y cada una de las palabras de Victoria. Tal vez mi reclamo había sido injusto, yo tampoco le había dicho a nadie de lo que me pasaba con ella, pero algo era seguro, yo no estaba confundida. La amaba con todas mis fuerzas y entonces decidí que haría lo que ella me había enseñado: no darme por vencida. Yo le enseñaría que había otras formas de demostrar su amor.