El amor, casi un trabajo 2

- Voy a confesarte algo – dijo con gesto de preocupación- tengo la sensación que en escasos minutos voy a sentirme como una idiota

Trabajar con Victoria era todo un desafío. No era fácil seguirle el ritmo, era capaz de atender distintos temas a la vez, desde el más insignificante al más importante, ella le daba su justo trato y no dejaba de escapar detalle. Lo que más me fascinaba eran las reuniones con empresarios que dependían de Varem Group. Tenía una sutil agresividad y siempre conseguía lo que se proponía. Escuchar y ver todo lo que ella decía y hacía era como tomar un curso de tácticas y estrategias de guerra. Como ella me había dicho, no dejaba de preguntar cada cosa que no entendía. Sus respuestas me maravillaban. Tenía todo tan calculado! Lo que a mí me parecía una irracionalidad, siempre tenía una razón oculta y supe así que sus actos no eran azarosos.

Me convertí en su sombra tal como me lo habían propuesto en aquella reunión de directorio y así aprendí a moverme dentro del mercado como ella lo hacía. Aprendí a ser encantadora y suspicaz, serena y tenaz. Con el tiempo me convertí en su compañera de trabajo como ella quería que fuera. Formábamos un buen equipo y me encantaba que me lo hiciera saber. Nos entendíamos de maravillas, conocía muy bien sus gestos y cada vez que teníamos reuniones importantes, reconocía perfectamente cuando ella quería que participara y como quería que lo hiciera.

Comencé a sentirme segura y muy cómoda a su lado. Una de las cosas que más me gustaba de trabajar con ella, era que era muy divertida, no había ocasión que no me hiciera reír. Tenía un sentido del humor un tanto extraño pero muy original y me sobraban los dedos de una mano para contar las veces que la vi enfadada o realmente preocupada.

La primera vez que tuve que trabajar un proyecto con ella, fue con mucho esfuerzo y eternas horas de dedicación. El día que lo concluimos con éxito ya había anochecido y sólo estaba en la empresa el personal de limpieza.

  • Huyamos socia, que no tengo intenciones que me barran la suerte! –me dijo feliz

Llegó conmigo hasta la planta baja y me llamó la atención que no siguiera por ascensor hasta el subsuelo donde estaban las cocheras. Pensé que tal vez no anduviera en su auto y que la pasarían a buscar. Una vez en la acera me despedí diciéndole que me había encantado que todo terminara como lo habíamos propuesto y atine a marcharme.

  • A dónde vas? – me preguntó seria
  • A tomar el ómnibus – respondí inocentemente
  • Voy a confesarte algo – dijo con gesto de preocupación- tengo la sensación que en escasos minutos voy a sentirme como una idiota

La miré sin entender muy bien de qué me hablaba. Me puse un tanto nerviosa, no sabía muy bien con qué sentido me estaba haciendo ese comentario.

Perdió su mirada en el suelo y continuo diciendo con un tono extraño:

  • Pienso ir a cenar y pedir el mejor vino que tenga la carta para festejar… y estar sola en una mesa de restaurant con cara de haberme ganada la lotería, te juro que me va a ser sentir como una idiota!- dijo riendo

Sonreí aliviada y le dije:

  • Ahora que lo mencionas… viajar 50 minutos en ómnibus con cara de haberme ganado la lotería también me haría sentir como una idiota!
  • Entonces que esperamos guapa! Mi plan parece más atractivo que el tuyo!

Caminamos dos calles hasta un restaurante muy apañado del lugar. Fuimos conversando sobre las anécdotas que vivimos en el transcurso del proyecto y sus comentarios me hacían reír muchísimo. Era extraño porque si bien el trabajo parecía ser algo muy serio para Victoria, de pronto decía cosas que le quitaban el peso de la seriedad y todo se convertía en una parodia en la que ella se divertía mucho.

Después de comer y ya por la segunda botella de vino tinto, propuso un brindis:

  • Por mi muy acertada y excelente intuición!
  • Intuición? – dije mientras chocaba mi copa con la suya- el proyecto me pareció más calculado que intuitivo!
  • No hablaba del proyecto – bebió un sorbo y continuó- hablaba de vos

De nuevo los nervios, las mariposas en el estomago, las ganas de que siguiera hablando y el miedo de qué lo hiciera. Me recosté en la silla y simulando extrañeza pregunté:

  • De mí??
  • Si, si, de vos – dijo con gesto afirmativo- no siempre me sucede, pero una vez cada mil años elijo bien a la gente.
  • Tengo dos preguntas…- dije
  • Escucho- me respondió apoyando ella también su espalda al respaldo de su silla
  • La primera… mi formación no tuvo nada que ver en tu elección? Fue pura intuición??
  • Exacto, nunca leí tu currículo – dijo con soltura
  • O sea que arme toda esa carta de presentación en vano?
  • Tan en vano no fue!, alguien leyó los currículos por mí y de los casi cien que se presentaron pedí que seleccionaran 24 para una entrevista conmigo
  • Bueno! Me quedo más tranquila! Y puedo preguntar mmm…qué intuiste cuando me entrevistaste como para desechar 23?

El vino ya estaba haciéndome efecto y sabía que estaba haciendo esa pregunta con un tono un tanto provocativo, pero no me importaba, me gustaba el camino por el que iba aunque no sabía bien adonde quería llegar. Aunque tal vez lo sabía, pero no quería pensarlo mucho.

  • Van cuatro –comentó
  • Cuatro qué?
  • Dijiste dos preguntas y ya me hiciste cuatro!
  • No, no vale! – exclame riendo- todas se deprendían de la misma!
  • Ok, te la dejo pasar por esta vez! Escucho la segunda
  • Bien, la segunda: dijiste una vez cada mil años… eso te convierte en una especie de vampiresa que anda viajando por la eternidad! Mordiste muchos cuellos en ese viaje o volves siempre al mismo cuello como Drácula con Elizabeth?

No sé de dónde sacaba semejante atrevimiento! Sabía perfectamente que estaba poniéndome cada vez más sugestiva con mis preguntas pero no podía parar, me sorprendí a mi misma con una incontrolable necesidad de seducirla. Tantas horas con ella tal vez estaban haciéndome confundir, pero como dije antes no quería pensarlo demasiado.

  • La verdad es que si a mis 40 años siguiera volviendo al mismo cuello, de seguro estaría sufriendo todos los efectos adversos. Aquello fue una "envenenada medicina"! Tampoco ando mordiendo a diestra y siniestra! – concluyó
  • Tenés 40! Es una broma! – exclame sorprendida

Me sorprendió su edad. Me llevaba 16 años de diferencia y no podía creerlo! Jamás hubiese notado semejante diferencia generacional.

  • Con gusto te diría que tengo menos, pero es la cruda realidad! Ja ja
  • Algún pacto con el diablo hiciste mujer! Estas bárbara!
  • Estoy buena, no? – dijo guiñándome un ojo y sonriendo burlona.

La verdad es que a mí me parecía hermosa y aquella noche en particular me mataban las ganas de decírselo. Pero recapacité y opté por continuar en tono de broma:

  • Estas re-buena! Ja Ja!
  • Gracias! Ya lo sé – respondió riendo.

Continuamos hablando cosas sin importancia y salimos del lugar tambaleando y matándonos de risa por el efecto del alcohol.

  • Como verás no puedo conducir en este estado! Compartimos un taxi – me propuso.

Llegamos a una calle de edificios acomodados. Antes de bajar señaló su portal y dijo:

  • Fijate el detalle… no te vas a olvidar nunca donde vivo.

Mire detenidamente y observé la numeración de su edificio:

  • Cerrito al 2440! Mi edad y la tuya!
  • Viste que prolija que soy!, el próximo año me mudo al 2541, ja ja

Pedí al chofer que esperará a que entrara y la vi girar para saludarme. Instintivamente me salió el gesto de soplarle un beso de mi mano. El taxi emprendió la marcha y me fui con una sensación de inexplicable felicidad como cuando tenes una cita y todo sale demasiado bien y lo único que queres que suceda es volver a encontrarte con esa persona.

Cuando llegue a casa y de nuevo a la realidad, recordé que había apagado el móvil. Tenía un mensaje de Mauro:

"Amor? Dónde estás que no tenes señal?... bueno quería avisarte que recordé que hoy es el cumple de Maxi y nos juntamos en su casa. Solo hombres amor, así queeee…. perdón, perdón, perdón, pero…suspendemos la cena de hoy? … Te quiero! No me mates!"

En realidad, en lo más mínimo recordé que habíamos quedado en cenar juntos. Suspiré aliviada pensando en mi buena suerte. Tenía la excusa perfecta para explicar porque no lo llamé en toda la noche: estaba ofendida porque me dejó plantada!

Apoyé mi cabeza en la almohada y me dejé llevar por la imaginación. Recordé cuando unos minutos atrás Victoria se inclinaba un poco sobre mí en el taxi para señalarme su puerta. Su rostro demasiado próximo al mío me hizo sentir su respiración y me invadió su perfume. Comencé a alucinar ahora en mi cama. Fui cambiando la escena en mi cabeza, mis ojos dejaban de mirar hacia donde ella señalaba y me detenía a mirar su boca. Y ya no estábamos en el taxi, sino en su auto, las dos solas. Su rostro se giraba para quedar frente al mío a escasos centímetros uno del otro. Ella iba acercando sus labios a los míos, me regalaba un beso suave, cálido. Mi boca se abría a la suya. Era tan vivida la sensación de estar besándonos que sin proponérmelo de pronto mi mano estaba acariciando mi vagina. Continué imaginando lo que me hubiese gustado que hubiera pasado aquella noche. Imaginé su lengua dentro de mi boca recorriéndome, acariciándose con la mía. Comencé a deslizar mis dedos por mi sexo húmedo, estaba muy excitada, y mi mente se animó a mas y ahora Victoria estaba conmigo en una cama enorme, las dos completamente desnudas y yo me moría de ganas de tocarla, besarla, penetrarla, hacerla mía. Me quite la ropa de dormir y desnuda continué masturbándome cuidando de no hacer demasiado ruido y no alertar a mi padre que dormía en la otra habitación. Deslicé mis dedos por mi clítoris, me frotaba con ansias de un orgasmo urgente. Me penetré con mi dedo y en mis pensamientos mis dedos entraban en la vagina de Victoria. Y mientras dibujaban círculos en mi clítoris húmedo y erecto, me vía recostada en el escritorio de la oficina, desnuda, con las piernas abiertas, ofreciendo mi vagina mojada, palpitante a los labios de Victoria que sentada en su sillón se acomodaba mis piernas en sus hombros para luego meterme su lengua serpenteante en mi sexo. Su lengua me penetraba, me llenaba de su saliva, me frotaba el clítoris! Un orgasmo me atravesó el cuerpo y apreté mis piernas con fuerza. Mordí la almohada para evitar mis gemidos. Me volteé boca abajo, abrazando mi vagina con la palma de mi mano y manteniendo las piernas muy juntas. Acompañé los ecos de mi orgasmo con un movimiento suave de caderas, arriba y abajo y me dormí soñando que Victoria estaba debajo de mí llevando el ritmo rozando su pubis contra el mío.

El reloj despertador tronó como un relámpago descomunal en mis oídos. Desperté con resaca, desnuda, oliendo a sexo en mis dedos. Estaba avergonzada por lo que había hecho. Recordaba perfectamente haberme masturbado pensando en Victoria.

Me metí a la ducha y los pensamientos morbosos se disiparon pero no dejaba recordar en detalle la noche anterior. Buscaba indicios, alguna señal que me dijera que a ella le estaba pasando lo mismo. Recordé la manera que empleo para invitarme a cenar. "Tengo que confesarte algo" me dijo y yo por un segundo desee que continuara diciendo que estaba loca por mí. Soy una imbécil!

Cuando llegué a la oficina, Victoria ya estaba allí. Fresca y radiante como una lechuga. Pensé, tiene 40 años, tomó lo mismo que yo y esta como si nunca hubiera trasnochado! Me ruboricé cuando entre mí pensé, claro, pero ella no tuvo una sesión solitaria de sexo.

  • Vamos socia! Despierte! No voy a pedirte que estes al 100% pero dame un 60 o 70, que tengo varias ideas nuevas rondando en la cabeza! – dijo mientras guardaba su notebook en su valija
  • Juro que intento estar a la altura de las circunstancias!

Comenzó a ponerse su abrigo, calzo su notebook al hombro, fue al baño a buscar uno de los tantos cepillos de dientes que había descubierto la primera vez que entre a su despacho y comenzó a revolver los papeles de su escritorio como buscando algo. Sin dudarlo yo sabía que buscaba sus cigarrillos:

  • Están en el primer cajón –le dije- ya te vas? – pregunte intrigada

Su celular sonaba sin parar y mientras tomaba el paquete cigarrillos desde la puerta dijo:

  • Tengo un vuelo en una hora, vuelvo en tres días, cuando llegue te llamo porque voy a necesitar que estemos en teleconferencia. Después te digo bien lo que vamos a armar.
  • Pero adelantame algo así por lo menos me pongo a tono! –le reproche
  • Mi vuelo demora unas tres horas. Mejor aprovecha ese tiempo para entrar en sintonía con el mundo. Anoche por lo visto te deje de cama!, en mi ausencia va a ser peor! Te voy a matar con el teléfono!

No se equivocaba me había dejado de cama. Todo era tan rápido con ella. En un momento estábamos trabajando a morir, en otro emborrachándonos en una cena, y en otro momento no está. Y yo me quedo con esas ganas enormes que tenía estar con ella. Me siento en mi escritorio con un café, muy molesta con lo que estoy sintiendo. No me puede estar pasando esto.