El amor, casi un trabajo 12 y Final

Suerte que despiertoo junto a ti, suerte que sentí lo que sentí, suerte que regresas para mí

Busqué por internet información sobre la enfermedad que padecía Victoria. Quería saberlo todo. Con Martina nos encontramos una vez más, en un café alejado de la empresa. Le pedí que me contara cada detalle, lo que decían los médicos, lo que iba a suceder, los tiempos en que sucedería. Quería saberlo todo, pues era la única manera en que yo podría ayudarla y sentirme definitivamente preparada para aceptarlo.

Me contó que la enfermedad avanzaba por ciclos. Que en el caso de Victoria había permanecido latente desde aquel primer episodio hace años y que ahora volvía a despertar. Esta segunda vez esperaban que los síntomas fueran más agresivos. Su tratamiento era sencillo pero debía respetarlo a rajatablas. Los médicos consideraban que era muy probable que consiguieran atenuar pero nunca curar por completo. Hasta el momento el avance indicaba que sus piernas eran las más afectadas. En no más de un año Victoria ya no podría caminar.

  • Se va a morir? – le pregunté temerosa y angustiada
  • Como todos! Como vos y como yo. La única diferencia es que Victoria sabe de qué tiene más probabilidades de morirse… - contestó Martina sabiamente

Volví a la empresa con un nudo en la garganta. Temía que Victoria pensara que me quedaba con ella por lástima. No era por piedad sino por amor. Demasiado injusto era lo que le pasaba como para dejar que ella siguiera cometiendo otra injusticia más, no permitiéndonos estar juntas.

Entré a su despacho olvidando tocar la puerta antes. Ella estaba reunida con Enrique.

  • Oh! Perdón – dije – vuelvo más tarde… - proseguí disculpándome por la interrupción
  • No por favor! –dijo Enrique apresurándose a recoger unas carpetas – ya habíamos terminado, pasa!, pasa!, yo ya me retiro

La situación era algo incómoda. Enrique parecía urgido por salir de allí de inmediato.

  • Las dejo solas! Atiendan sus asuntos… - dijo con cierto nerviosismo mientras cerraba la puerta tras de sí

La miré a Victoria sonriendo por lo que acababa de ocurrir.

  • Y a este que le pasa? – me preguntó ella extrañada
  • Creo que escuchó cuando el otro día te dije que me quería acostar contigo …- dije con soltura mientras me acercaba a darle un beso en los labios
  • Así que media empresa sabe que te queres acostar conmigo! – protestó con simpatía
  • Así parece! Me tiene sin cuidado lo que piensen! Tal vez puedan decir cualquier cosa, pero lo que no podrán negar es que tengo buen gusto! - le respondí volviéndola a besar
  • Y de mí que crees que opinaran? – me preguntó curiosa
  • Lo de siempre! Que nunca perdes de vista las necesidades de tus subordinados! – le contesté en broma
  • O que soy una perversa que se aprovecha de mujeres jóvenes, hermosas e inocentes! – agregó mientras deslizaba las puntas de sus dedos por mi escote.
  • Lo de joven, es discutible! Tampoco soy una niña! – respondí mientras Victoria me rodeaba la cintura con su abrazo.
  • Puede ser, mmm, podemos discutirlo – murmuró mientras me recorría con sus ojos haciéndome sentir terriblemente deseada
  • Lo de hermosa?, pues, siempre confié en tu criterio, así que si tu lo dices, debe ser que soy hermosa! – agregué riendo
  • No lo dudes! – me confirmó besándome el cuello suavemente
  • Pero lo de inocente! Ya has visto como me pone el sólo hecho de que me mires! Muy inocente no soy! – dije mientras movía mis caderas para rozar mi pubis contra el suyo
  • Pues vamos a tener que controlarlo! Tenemos mucho trabajo! – dijo tomando mi rostro con sus manos – venís a casa esta noche?

Me encantó que me lo propusiera!

  • Claro que sí, tendría que recoger algo de ropa…- respondí con entusiasmo
  • Yo tengo un asunto que resolver a última hora y tal vez llegue un poco tarde, pero te dejo un juego de llaves, ve cuando quieras y no encontramos allí… te parece – dijo mientras buscaba en su cartera las llaves que pensaba darme

Nos dispusimos a trabajar y yo me sentía por demás de feliz! No sólo me proponía que fuera a pasar la noche con ella, sino que además me había dado un juego de llaves de su casa! Sin hablarlo demasiado, estaba dejando que el día a día sucediera yendo despacio y atreviéndose a ir un poco más allá.

Cerca de las 5 de la tarde coincidimos en la expendedora de café, Paola, Silvana, Enrique y yo. Estábamos hablando de cosas sin importancia cuando apareció Victoria avisando que ya se iba.

  • Enrique, por favor, trata de resolver lo que hablamos para mañana a primera hora, ok?
  • Despreocúpate! – asintió él
  • Nos vemos mañana gente! – dijo despidiéndose y agregó dirigiéndose a mí– y a ti te veo más tarde
  • Por supuesto… -respondí algo inquieta porque no esperaba que lo mencionara delante de todos

Me guiñó un ojo y prosiguió su camino despreocupada. Se hizo breve un silencio entre nosotros hasta que Paola comentó:

  • No sé qué será lo que le estará sucediendo, pero me alegra que haya cambiado ese humor de perros que venía teniendo! Se la nota mejor, no?
  • Tendrá sus motivos! – agregó Silvana buscando la mirada cómplice de Enrique. Ambos me habían escuchado aquel día y seguramente algo intuían.
  • No creo que nos incumban sus motivos… basta con que sea feliz, no? –respondió Enrique eludiendo entrometerse – Bien! Voy a seguir con lo mío, … si me disculpan

Se retiró rápidamente. Silvana lo siguió sumándose a su actitud. Mientras Paola quedó sin entender demasiado y sumamente curiosa:

  • Estos dos saben algo! – exclamó indignada
  • Paola! Hay cosas que conviene estar preparada antes de saberlas! En tu lugar, me conformaría con lo que sé! – le sugerí porque sabía que ella haría de esto un escándalo y lo que menos necesitábamos Victoria y yo era convertirnos en el centro de atracción.
  • Maldición! Vos también sabes lo que le pasa! – me reclamó
  • Sé lo mismo que vos. Victoria ya nos anunció su retiro, seguramente eso le preocupa. Ahora que ve que puede dejar todo en orden es obvio que está más tranquila- dije desviando el tema
  • Es probable… -dijo apenas convencida – pero no entiendo porque se retira… si tanto le preocupa por qué lo hace?...
  • Ella ya hizo demasiado aquí, se merece un descanso. Puede darse el gusto de vivir sin trabajar! Acaso vos no harías lo mismo? – le pregunté
  • Tenes razón,… a veces soy egoísta! No quiero que se vaya! La voy a extrañar muchísimo! – dijo con tristeza
  • Yo también – agregué antes de volver a mi tarea
  • Valeria,… - me detuvo Paola nuevamente- a vos… digo… como mujer… Victoria te gusta? … pregunto si es tu tipo… vos me entendes – agregó un poco avergonzada de preguntármelo
  • Paooola!!! – le exclamé haciéndole notar que su pregunta era indiscreta
  • Ok, ok! Hace de cuenta que no pregunté nada! – agregó arrepentida

Victoria

Aquel día en la oficina me sentía sumamente feliz. Valeria se había aparecido en mi despacho y todo se me iluminaba. Me parecía hermosísima! Ella podía ser tan sensual a veces, que me costaba volver a concentrarme en mis asuntos. No sólo era hermosa y sensual, sino que además estaba loca por mí! Camino a mi cita con los médicos, me preguntaba "que habré hecho yo de bueno para que la vida crea que yo la merecía".

En la camilla del consultorio el neurólogo medía mis reflejos y examinaba mis piernas.

  • Cómo te has sentido estos últimos días? – me preguntó
  • Un poco fatigada pero bien, al menos no siento dolor, ni tampoco calambres – respondí
  • Es normal que te sientas cansada, es por el interferon, estamos dando dosis máximas. Estas reaccionando bien, eso es bueno – comentó satisfecho

Pasé el resto de la tarde haciéndome exámenes. Aunque era un fastidio hacerme ver por tantos especialistas no podía dejar pasar ningún detalle y estaba dispuesta a someterme a lo que fuera con tal de dilatar la llegada de la odiosa silla de ruedas. No soportaba la idea de depender de nadie y menos ahora que Valeria estaba a mi lado, era humillante pensar que ella me vería como una inútil que ni siquiera podría ir al baño por sus propios medios!

Pasé por la casa de mi hermano antes de dirigirme a mi departamento. Tenía que llevarle un par de cosas que le había prometido a Sofía. Desde que Guillermo se había divorciado, intentaba darle una mano con su hija. Los días que ella debía pasar con él, agradecía que yo estuviera allí pues decía que se sentía totalmente inútil.

  • Te quedas a cenar con nosotros? – me ofreció Guillermo
  • No puedo, tengo gente en casa – contesté mientras probaba la salsa que estaba cocinando
  • Reunión de trabajo? – preguntó curioso
  • Todo lo contrario –respondí misteriosa
  • Vaya! Que sorpresa! Una cita entonces? – indagó
  • Un poco más que una cita…- le respondí mostrando felicidad
  • Esa expresión no dejan dudas que se trata de Valeria! – aseguró
  • Exactamente! Calculo que debe estar ya en casa… - dije mirando la hora y apurando mi partida
  • Después quiero detalles! – exclamó él viéndome salir rápidamente

Cuando llegue a casa Valeria tenía la mesa puesta, había bajado un poco las luces y sonaba una música suave. La busqué en la cocina, allí estaba vestida de entre casa, con unos jeans y una camiseta de tirantes. Me quedé observándola apoyada en el marco de la puerta.

  • Ya sé que no estoy muy acorde con el ambiente pero realmente necesitaba ponerme algo cómodo! – dijo sonriendo mientras controlaba la comida que tenía en el fuego
  • Me tiene sin cuidado como vistas! Tengo planes de deshacerme en breve de lo que llevas puesto! – le dije mientras la abrazaba por la espalda y llevaba mis manos por sus senos y su entrepierna, besándole el cuello mientras lo hacía
  • Deja de hacer eso, si pretendes cenar esta noche! – me respondió mientras sentía su cuerpo estremecerse de placer
  • Tengo tiempo de una ducha? – le pregunté mientras ella me ofrecía probar la comida acercando una cuchara a mi boca
  • Si te apuras, sí… que tal está? – me preguntó
  • Delicioso! – le dije y me apresuré a darme un baño

Volví cubierta sólo por la bata de baño y con una toalla en la cabeza.

  • Demoré mucho? – dije mientras observaba si necesitaba ayuda para servir la mesa
  • Para nada! A ver déjame ayudarte – me dijo quitando la toalla de mi cabeza y secando un poco mí cabello. Me lo acomodó con sus manos y no pude evitar besarla con ternura por ese gesto tan dulce que tenía conmigo
  • Vamos a comer que se enfría! – agregó

Comimos conversando, riéndonos de tonterías. Cuando acabamos rellené nuestras copas y la invité a brindar por su habilidad en la cocina.

  • Por la delicia que me has hecho probar! – dije
  • Salud! – dijo ella y luego de beber un sorbo agregó- aunque yo no pude disfrutarla a pleno… no dejé de imaginar el postre que se esconde debajo de esa bata
  • No te dejé comer en paz? – pregunté sugestivamente mientras descubría un poco más mi escote llevando mi mano por mi esternón, acariciándome suavemente
  • Aha… - musitó mordiéndose los labios – vas a dejarme ver un poco más? – preguntó atrevida acomodándose en su silla como esperando disfrutar de algún espectáculo

Fui desatando el nudo de mi bata y prolijamente descubrí mi cuerpo. Crucé mis piernas exhibiendo el triángulo que de mi sexo se dibujaba para sus ojos.

  • Así te parece bien? – pregunté
  • Ven aquí conmigo! – dijo señalando sus piernas

Me acerqué dejando mi bata tirada en el suelo y me senté sobre sus piernas pasando las mías a cada lado. Me resultaba muy excitante estar completamente desnuda en los brazos de Valeria que aún permanecía vestida. Era como estar en desventaja pero de alguna manera era darle a entender que me tenía a su merced. Me daba gusto sentirme su mujer.

  • Ya te dije que te amo? – preguntó sonriendo mientras sus manos recorrían mi piel suavemente
  • Creo que alguna que otra vez…- le contesté acariciando sus labios con mis dedos
  • Siempre me pusiste nerviosa! Casi desde el primer momento que te vi empecé a tener deseos de besarte! Sufría como loca no poder decirte lo que me estaba pasando. Era una tortura tenerte cerca! – decía sin dejar de tocarme
  • Acaso no te dabas cuenta que me pasaba lo mismo? – pregunté curiosa
  • A veces sí, pero creía que eran fantasías mías. Para mí eras inalcanzable! Me pasaban millones de cosas contigo y vos parecías completamente ajena! Hasta que fuimos al campo y me dejaste saber que yo te gustaba. Guauuu! Fue tocar el cielo con las manos! – me confesó con la cara llena de emoción
  • Ese día fue terrible! – recordé- casi me haces perder el control! Tenías una expresión tan bonita en tu rostro que era imposible no tener ganas de comerte la boca!
  • Tengo que confesarte algo con respecto a ese día… - dijo casi tímidamente
  • Qué cosa? – pregunté curiosa
  • Ese día tuve mi primer orgasmo contigo! – me largó sin titubear
  • Cómo que tuviste tu primer orgasmo conmigo?! Cuándo?! – pregunté sorprendida
  • Cuando montábamos! Estabas tan cerca de mí que no pude evitarlo! Me excité sin necesidad de que me tocaras, me bastó solo el roce de tu cuerpo detrás de mí! Creí que me iba a morir de vergüenza si lo descubrías! – me confesó sonrojada
  • No te puedo creer! Juro que no lo noté! Fui realmente una estúpida! Ahora la que siente vergüenza soy yo! Mira como me está poniendo lo que me contas! – dije tomando su mano y llevándola hacia mi vagina húmeda, con tono de excitación

Sentí sus dedos comenzar a tocarme y una sensación de paz y placer me inundó.

  • Quiero tenerte dentro de mí – le dije mirándola a los ojos y buscando sus labios para comerlos a besos

Comenzó a entrar y salir dentro de mí a ritmo lento y exquisito. Me besaba los pezones mientras lo hacía. Yo me estremecía y me entregaba por completo a sentirla. No cesó en sus caricias, en sus besos, en su penetración, hasta conseguir que mi orgasmo llegara pacífico y desbordante a la vez. Mi espalda se tensó y espasmos de placer me hacían dar pequeños saltos sobre su cuerpo.

  • Aún no puedo creer que pueda tenerte! Quiero gritarle a todo el mundo que Victoria Lagos es mi mujer! Que de ahora en más soy yo la que le hace el amor! La que prepara sus desayunos! La que amanece con ella! – dijo desbordada de alegría
  • No va a hacer falta que grites nada! Es obvio que me traes de cabeza! Te amo tanto que apenas que cabe el corazón en el pecho…- le dije completamente enamorada

Valeria

Era un sueño lo que estábamos viviendo. Victoria ya no se defendía de mi amor. Dejaba que las cosas pasaran naturalmente. No había noche que no durmiéramos juntas. En la empresa el chisme de que algo sucedía entre nosotras circulaba por lo bajo. No ocultábamos que nos veíamos por fuera del horario de trabajo y por lo general llegábamos juntas.

En cierta medida nos gustaba que sospecharan. En más de una oportunidad Victoria había tenido gestos conmigo delante de todos que evidentemente excedían la relación de una simple amistad, como por ejemplo, llevar algún bocadillo con su mano hasta mi boca o tomar mi barbilla con su mano para decirme algo dulcemente. Me emocionaba que lo hiciera.

Pasaron los meses. Habían días en que olvidaba la enfermedad de Victoria y cuando reaccionaba, rogaba que algún milagro hubiese ocurrido y estuviera curada. Pero habían detalles que me lo recordaban. Solía fatigarse a menudo, le costaba incorporarse cuando pasaba demasiado tiempo sentada en su escritorio o por las mañanas cuando nos levantábamos, así también era innegable que había adelgazado un poco.

Una tarde de domingo fuimos a pasar unas horas al parque. Cuando comenzó a caer el sol decidimos volver a casa. Noté que caminaba con dificultad. Sin querer demostrarle mi verdadera preocupación le pregunté si sentía bien.

  • Sólo es un calambre! No te preocupes…- dijo para tranquilizarme

Subimos las cosas al auto y cuando se sentó al volante, mientras se ponía el cinturón abruptamente llevó su mano a la pierna derecha. Intentó masajearse, buscando alivio y ocultando que se trataba de un dolor intenso.

  • Segura que estas bien? – volví a preguntar
  • Si, si, ya va a pasar…- respondió con expresión de dolor.

Permanecí en silencio. Me desesperaba no poder ayudarla y tener que seguir ocultando lo que yo ya sabía. Aquello era un síntoma serio y no un simple calambre o entumecimiento. Encendió el motor del auto pero no podía empezar la marcha.

  • Quieres que conduzca? – le sugerí

Apoyó su frente al volante como dándose por vencida. No decía una sola palabra.

  • Amor, dejame que te ayude! Todo va a estar bien! – le dije apoyando mi mano en su espalda
  • Llamá a Martina por favor! Necesito que venga! – me ordenó sin mirarme

Busqué su celular en su cartera y me apuré a marcar el número de Martina.

  • Hola linda! Que pasa? – dijo la voz de Martina
  • Soy Valeria, necesito que vengas, estamos en ….- le dije mientras ella comprendía de inmediato y me prometía que no demoraría

Victoria esperó a que terminara de hablar para pedirme que la esperara fuera del auto. Evidentemente no quería que la viera sufrir.

  • Ve a comprar una botella de agua, tengo sed… - me dijo buscando una excusa para mantenerme lejos

Obedecí sin protestar y me apuré a encontrar un lugar dónde hacerlo. Caminé dos calles hasta que hallé una cafetería que me vendió una botella. Corrí nuevamente hacia el auto. Vi a Martina aparcar a un lado. Con un gesto me indicó que guardara la distancia y ayudó a Victoria a salir del auto para llevarla al suyo. Luego se acercó hasta donde yo estaba.

  • Voy a llevarla al hospital, no te preocupes, te llamo apenas hayan controlado esto. Ella te va a necesitar pero ahora dale este tiempo, solo para salir de la crisis, estás de acuerdo? – me dijo buscando tranquilizarme
  • Ok, pero prométeme que vas a llamarme apenas esté mejor, por favor! – le rogué
  • Lo prometo! – dijo mientras volvía a su auto apurada

Conduje el auto de Victoria hasta su casa. Guardé todas las cosas que llevamos al parque y luego me quedé hecha un ovillo en el sillón, esperando con impaciencia que Martina llamara. Llamé a Luciana, necesitaba estar con alguien, no soportaba la espera. Ella no tardó en llegar, apenas entró me abrazó preocupada.

  • Está sucediendo… - dije no pudiendo contener mis lágrimas.

No sabía si me dolía más lo que estaba pasando o reconocer la posibilidad que Victoria decidiera sacarme de su vida a partir de este momento.

Luciana buscó tranquilizarme, preparó un té y se quedó conmigo hasta que por fin sonó el teléfono.

  • Ya está mejor… - dijo Martina
  • Voy para allá! – le dije sin esperar que me respondiera.

Cuando llegué al hospital vi a Martina hablando con uno de los médicos. Avancé rápidamente.

  • Cómo está ella? – pregunte ansiosa sin preocuparme por saludar ni presentarme
  • Luis, ella es Valeria, la pareja de Victoria – dijo Martina al médico que estaba con ella
  • Valeria, no te asustes, ya está todo controlado. Fue un episodio importante pero los corticoides están haciendo efecto. Al menos pasó el dolor agudo. Mañana el neurólogo va evaluar si hubo algún daño serio a nivel nervioso. Suponemos que alguna secuela habrá, probablemente una parálisis parcial, pero incipiente, de su pierna derecha. Estoy seguro que podrá caminar con ayuda de alguna muleta, pero eso lo determinaran los exámenes de mañana – me explicó sereno
  • Dónde está ahora? – pregunté esperando poder verla
  • En aquella habitación, ahora esta Guillermo con ella…- dijo Martina señalando una puerta del corredor
  • Yo las dejo, quédense tranquilas, Victoria tiene cuerda para rato! – comentó el médico animando nuestra esperanza mientras se retiraba.

Martina me tomó del mentón y buscó mis ojos.

  • Vamos a mejorar esa cara! –dijo sonriendo – Victoria ya sabe que vos estabas al tanto de su enfermedad
  • Cómo lo tomó? –pregunté preocupada
  • Se cabreó como era de esperar! Hay veces que tiene un carácter de mierda! – me respondió con gracia – pero ahora quiere verte! Tiene miedo que la dejes, así que borrá esa expresión de velorio que aquí no se murió nadie! Ella te necesita fuerte!

Me sonreí sintiéndome menos angustiada y más segura al escuchar a Martina. Repasé mi rostro con mis manos y acomodé un poco mi cabello.

  • Cómo estoy? – le pregunté antes de disponerme a entrar
  • Horrible! Pero no hay mucho más que puedas hacer! – dijo en tono de chanza
  • Te odio! – le dije golpeando su hombro con suavidad

Cuando entré la vi recostada con la bata de hospital y una guía de suero entrando por una vena de su brazo izquierdo. Guillermo estaba sentado a su lado conversando. Cuando me vieron entrar él de inmediato se paró y después de saludarme nos dejó a solas.

  • Todo este tiempo lo supiste… - me dijo sin poder mirarme a los ojos

Me acerqué y tomé asiento en la silla que acababa de desocupar Guillermo.

  • Sí, lo sabía y menudo susto me diste en el parque! – comenté sonriendo para distender el clima
  • Valeria yo… no sabía cómo decírtelo, no quería perderte! Soy una ridícula! – protestó para sí
  • Shhh! – le dije mientras le tomaba la mano – no quiero que digas nada, no quiero que me expliques nada! Lo único que quiero es que ni se te ocurra sacarme de tu vida!
  • No podría hacerlo tampoco…- agregó suspirando
  • Así me gusta! Te dije alguna vez que te amo? – le dije bromeando como solía hacerlo
  • Alguna que otra vez…- me contesto ella como siempre

La besé en los labios y por fin sentí que podíamos vivir en paz.

Victoria

Cuando salí del hospital lo hice en compañía de Valeria y Martina. Me llevaron en silla de ruedas hasta la vereda tal y como lo indica el protocolo del hospital. Luego me coloqué mi muleta, debía empezar a acostumbrarme a ella. Mi pierna derecha había quedado parcialmente paralizada.

No podía volver a trabajar de inmediato y tenía que pasar algunos días de reposo en casa. Cuando llegamos Valeria y Martina me ayudaron a recostarme. Valeria se sentó a mi lado en la cama y me beso tiernamente. Martina por su parte se tendió a los pies y hablamos de los días por venir.

  • No veo la necesidad de tener que retirarte de la empresa… Valeria podría ser tu representante y seguirías trabajando desde tu casa…- sugirió
  • No es mala idea – respondió Valeria
  • Tendríamos que pensarlo– respondí

Estábamos divagando al respecto cuando entró Guillermo.

  • Vaya! No sé cómo lo consigues! Yo apenas logro que mi ex mujer me dirija la palabra y vos te das el lujo de tenerlas a las dos en tu cama! – dijo bromeando
  • Siempre fui mejor que vos seduciendo mujeres! – le dije sonriendo

Martina y Guillermo se quedaron un rato más con nosotras conversando y luego se marcharon sugiriendo que debíamos reunirnos más seguido.

Cuando al fin quedamos solas, Valeria se acurrucó a mi lado. Su cuerpo se sentía cálido y reconfortante. Comprendí que era la mujer de mi vida y que difícilmente podría seguir adelante sin ella.

  • Te amo – le dije mirándola seriamente para que comprendiera que era lo único seguro en mi vida
  • Yo también te amo… -dijo besándome
  • Sabes? Está pierna mía no va a impedir que te haga el amor! – le dije provocándola
  • Crees que será mejor que me cuide? – preguntó bromeando
  • Te prefiero descuidada! – respondí buscando sus pechos por debajo de su camiseta

No tardó en desvestirse y ayudándome a mí a hacerlo, volví a sentir su piel y su cuerpo. Agradecí para mis adentros no haber conseguido sacarla de mi vida y agradecí que ella no se diera por vencida conmigo. Valeria era lo más hermoso que podría pasarme y esperaba que nunca se fuera de mi lado.

PD: Está es la canción que consiguió que yo terminara la historia

http://www.youtube.com/watch?v=MVCKjSeKJwg&feature=related