El amor, casi un trabajo 11

Cada una hace lo que puede y la canción de Valeria.

Martina me convenció que no era buena idea que intentará ver a Victoria aquel día. Ella no estaba segura que yo estuviera entendiendo lo que sucedía, insistió que mi decisión no debía se apresurada, que debía pensarlo muy bien. El futuro de Victoria no iba a ser para nada fácil y seguramente iba a ser muy duro para mí.

En la soledad de mi casa, supe que no tenía nada qué pensar. A Victoria yo la elegiría mil veces!

Al día siguiente, cuando llegué a la oficina la vi de pie en el corredor dando instrucciones. Me quedé observándola. Se la veía fuerte, entera, como si nada le estuviera pasando. Al parecer, según Martina, el día anterior la había pasado bastante mal, su cuerpo no toleraba muy bien la medicación cuando ésta se descontinuaba. Pero hoy no había rastros de ese mal rato y nadie podría imaginarse el infierno en el que ella vivía.

Parecía ocupa discutiendo con Enrique algún proyecto. Llevaba el cabello recogido, dejando al descubierto su cuello elegante. Recordé su perfume. Vi su mano ascender casi en cámara lenta, para acomodar con delicadeza un mechón de su cabello por detrás de la oreja. Un gesto cotidiano, casi desapercibido para el resto del mundo, a mí me parecía el más hermoso y perfecto.

Paola tropezó conmigo distraída.

  • Ay! Perdóname! No te vi! – dijo disculpándose

Me sacó de mi ensueño y proseguí camino a mi oficina. Tomé el teléfono y encargué un ramo de rosas. Un momento después apareció Victoria, me saludó y me invitó a pasar por su despacho en 15 minutos para empezar con el trabajo de hoy.

  • Hoy me gustaría que empezáramos a ver las certificaciones anuales de las normas ISO – dijo introduciéndome inmediatamente en tema.

Comenzó a hablar casi sin parar de uno y otro aspecto del asunto. Yo apenas podía seguir el hilo de su exposición. Ahora más que nunca necesitaba encontrar el momento para comenzar a decirle algo que la sacara de esa posición tan distante. Miré la hora rápidamente pensando cuánto más demorarían en traerle mi obsequio.

  • Perdón, tenes algo que hacer? – me preguntó interrumpiéndose
  • No! No, nada! Sólo tenía curiosidad por saber la hora… -respondí nerviosa
  • Si tenes algo que hacer no hay problema, podemos continuar más tarde – insistió
  • No! No te preocupes! Podemos continuar! – aseguré maldiciendo no encontrar las palabras para comenzar con ella.
  • Ok. Como te iba diciendo, estaba pensando en cambiar de consultora, porque no estoy muy conforme con las auditorías internas. Los procesos de ventas, por ejemplo, no tienen un buen monitoreo. Vos especialmente te daras cuenta con lo que está pasando con Volpe, Ronstra y Marison…- dijo esperando mi confirmación
  • Eh… sí, sí, claro… - vacilé dejando al descubierto que no la estaba escuchando.
  • Valeria creo que va a ser mejor tomarnos unos minutos de descanso. Obviamente estás distraída. Continuamos en media hora – me dijo quitándose los anteojos dejando entrever su malestar
  • No es necesario! Podemos continuar! Solo me distraje un segundo! – me apuré a decir intentando disipar su molestia
  • No es una sugerencia. Continuamos en media hora – agregó autoritaria

Alguien golpeo la puerta en ese instante.

  • Adelante! – exclamó más enfadada aún desde su sillón
  • Perdón! Trajeron esto para vos Victoria – dijo Paola trayendo un ramo de rosas en sus manos y extendiéndoselo

Victoria lo tomó extrañada. Buscó una tarjeta y sin hallarla le preguntó a Paola quién las había traído.

  • Vino el cadete de la florería. No supo decir quién las enviaba. Sólo dijo que eran para vos. Tal vez tengas un admirador secreto! – sugirió Paola sonriendo
  • O admiradora! – agregué sacando valor de donde no tenía

Paola me miró sonrojándose por lo que yo acababa de decir. De inmediato reflexionó sobre lo alguna vez habíamos hablado de ser estructurados y nuestra visión heterosexual del mundo.

  • De todas maneras creo que si no fueras gay tendrías los mismos defectos que nosotras, no cierto Victoria? – concluyó Paola ya desde la puerta buscando en Victoria una cómplice

Victoria se limitó a asentir con un gesto mínimo. Apenas volvimos a quedar solas, recordé su orden de tomarnos una pausa e incorporándome de mi asiento le dije:

  • Nos vemos en media hora, te dejo disfrutar tu regalo
  • Esperá! Cerrá la puerta y tomá asiento por favor – me detuvo nuevamente con tono autoritario.

Obedecí, mi cuerpo comenzó a temblar como una hoja. No podía imaginar que quería decirme y mi incapacidad de predecirla me alteraba. Tomé aire buscando relajarme, no podía perder de vista mi objetivo, si quería recuperarla tendría que armarme de la mayor paciencia posible y evitar cualquier discusión inútil.

  • Se puede saber de qué va todo esto? – me preguntó con enfado
  • De que va qué? – pregunté haciéndome la desentendida
  • Esto! Las flores! El comentario delante de Paola! – expresó agitando sus manos

Su turbación me demostró que por fin estaba saliéndose de su postura impenetrable. Aproveché de inmediato para tomar ventaja!

  • Por qué estas tan segura que fui yo quién te mandó las flores? – le interrogué
  • Por qué es obvio que fuiste vos! – me contestó sugiriendo que era imposible que ella se equivocara.
  • Y cuál es el problema si fui yo? Acaso no puedo regalarte flores cuando quiero? – pregunté manteniendo la calma

Mi serenidad la hizo explotar y se paró de abruptamente de su sillón, caminando por su oficina desordenadamente.

  • No! No podes! No está bien que lo hagas! No está bien que yo las reciba! No está bien que sugieras que sos mi admiradora secreta! No es así Valeria como se manejan las cosas! No podes venir de un día para el otro con un ramo de flores y esperar que yo me sienta halagada! Qué pretendías?! ay! Que atenta Valeria! Qué bonitas flores?! – protestó desencajada
  • Yo creo que puedo regalarte todas las flores que a mí se me antojen! Y si querés que te explique porque te regalo flores hoy, no hay mucho que decir… cuando llegué a la oficina te vi a lo lejos. Hiciste un gesto simple, acomodaste tu cabello y eso fue suficiente para que te quisiera regalar todas las flores del mundo! – respondí siendo completamente sincera

Ella se quedó un rato en silencio. Mirando por la ventana, con una mano extendida apoyada en el dintel y la otra restregando su frente mostrando signos de impotencia.

  • Esto no es un juego Valeria… - musitó con tristeza

Me fui acercando quedando a un paso de ella. Extendí mi mano queriendo alcanzar su espalda. No llegué a tocarla, Victoria giró sobre sus pies para quedar frente a mí.

  • No se trata de vos y yo nada más… -dijo recuperando su tono grave y agresivo- Hay mucha gente pendiente de este traspaso! No pienso hacerlos esperar solamente porque a vos se te antoja acostarte conmigo

Se separó de mí dando un paso al costado y dirigiéndose hacia la puerta para volverla a abrir invitándome a salir.

  • Te espero en media hora – ordenó con firmeza

Victoria podía ser increíblemente dura cuando se lo proponía. Pero esta vez su actitud no me hería en absoluto, pues ya conocía sus razones.

  • Perfecto! Aquí estaré! Pero no creas que media hora bastará para que se me quiten las ganas de acostarme contigo…- dije con una sonrisa en mi boca mientras le obedecía

Cuando salí me topé con Enrique y Silvana que seguramente habían escuchado lo que yo le acababa de decir a Victoria. No me importó en absoluto y sonriente les guiñé un ojo y continué mi camino. Ellos se quedaron sorprendidos no pudiendo dar crédito de mi conducta.

Victoria

Apenas Valeria salió de mi oficina me dejé caer sobre mi sillón, casi aliviada. Me quedé observando el ramo de rosas que yacía sobre mi escritorio. No podía entender porque ella volvía a intentar algo conmigo. Todo este tiempo parecía que lo nuestro era una historia concluida para Valeria, sin embargo, retornaba con un ramo de flores, mostrándose audaz y completamente desinhibida!

Esto no estaba en mis planes! Su nueva conducta no era fácil de manejar para mí. Cuando la tuve en frente un estremecimiento recorrió mi cuerpo al sentirla tan peligrosamente cerca. Volvieron a mí los recuerdos de los días felices. Su rostro sonriente, la forma en que me miraba cuando hacíamos el amor, su espalda blanca recibiendo mis caricias, la manera en que me besaba! Por Dios! Cuánto añoraba sus besos!

No podía permitir que volviera ocurrir algo con ella! Espanté los recuerdos de mi mente y volví sobre mis papeles con la fuerte convicción que de alguna manera yo sabría manejarlo.

Valeria

Para cualquiera que hubiese presenciado la conversación de seguro pensaría que nuestra relación estaba condenada al fracaso. En cambio para mí lo que había sucedido era lo mejor que podía pasarme! Había conseguido por fin esquivar sus filosos comentarios! El mundo comenzaba a estar a mi favor y estaba dispuesta a tener toda la paciencia que sea necesaria! Victoria iría perdiendo terreno conmigo. No pensaba detenerme, volvería estar a su lado para llenarla de mimos, de besos, de cuidados!

Cuando volví a su oficina para continuar con nuestro trabajo mantuve mi actitud despreocupada. Ella no volvió a tocar el tema, comenzó a hablar haciendo de cuenta que nada había pasado.

Pude ver que el ramo de flores estaba ahora en un improvisado florero con agua sobre uno de sus ficheros. Me dio gustó ese detalle, en verdad esperaba encontrarlo en el tacho de basura. En varias oportunidades me perdí en su escote. No hice ningún esfuerzo para evitar que se diera cuenta. No cabían dudas que aquello la ponía un poco incomoda pues repetida veces atinó a cubrirlo ligeramente con sus manos.

Comencé a disfrutar de la situación. Victoria no se equivocó cuando dijo que yo tenía ganas de acostarme con ella. Por supuesto que me moría de ganas!

Por suerte para mí, nuestra reunión fue muy interrumpida, distintos llamados y asuntos que atender en otros departamentos hicieron que nos sorprendiera avanzada la tarde. Por la ventana de su oficina notaba como el sol caía, las luces ya estaban encendidas, reinaba un gran silencio en el piso, solo quedábamos nosotras.

Con la excusa de observar la pantalla de su ordenador me ubiqué de pie a un lado de ella. Apoyé mi mano sobre el respaldo de su sillón y la otra sobre su escritorio, inclinándome un poco sobre su hombro, dejándola prácticamente atrapada en su posición.

  • Dejame echar un vistazo… -dije acercándome sutilmente a su rostro. Sin dejar de mirar la pantalla continué- creo que no sería mala idea reforzar los puntos de aquí, aquí y aquí – dije señalando con mi dedo a lo que me refería.

Victoria sin mostrar la mínima inquietud aceptó parcialmente mi opinión. Expuso sus argumentos evidenciando absoluto control, inmutable ante mi sugestiva proximidad. De acuerdo con lo que me estaba diciendo, permanecí unos minutos más en la misma posición, mientras conversábamos sobre el asunto.

Evitábamos mirarnos a los ojos mientras lo hacíamos. Entendí aquello como un juego, donde ninguna de las dos se atrevía a avanzar, asumiendo que disfrutábamos de sentirnos tan próximas la una de la otra.

  • Bien creo que ya es suficiente por hoy! – dijo mientras cerraba el archivo y movió su cuerpo buscando ponerse de pie
  • Tenes razón, es tardísimo! – opiné desplazándome torpemente para dejarla pasar.

Intentaba ser convincente, pero era indudable que lo que menos me preocupaba era la hora! Hubiera permanecido eternamente a su lado! Me quedé de pie sin alejarme demasiado de su escritorio y mientras la miraba ordenar sus papeles hice un comentario sin importancia buscando tener su atención aunque más no sea unos segundos más.

Victoria

Valeria se ubicó detrás de mí buscando observar la pantalla de mi notebook. Con una mano sobre el respaldo de mi sillón y la otra sobre el escritorio me sentí virtualmente atrapada en sus brazos.

Se inclinó para ver mejor la pantalla y su rostro quedó muy próximo al mío. Podía sentir el cálido perfume de su cuerpo. Un escalofrío me recorrió la espalda. No quería que ella notara mi turbación. Continuamos hablando, permanecí inmóvil, sin atreverme a mover. Sabía que cualquier mínimo roce con ella sería fatal.

Me dejé llevar, disfrutaba tanto del calor que emanaba su cuerpo, de su respiración calma, su olor, su voz pausada! Por el rabillo del ojo alcancé a percibir su escote que tímidamente me dejaba observar su pecho descubierto. Desde mi posición era fácil espiarla sin que ella lo notara. Completamente aturdida por la imagen de sus senos moviéndose al compás de su respiración, busqué abruptamente salir de allí cuanto antes! Valeria me estaba vulnerando y me hacía olvidar todos los motivos por el cuáles ella no era para mí! Busqué incorporarme haciendo que ella tomara distancia.

Mientras ordenaba mis papeles, noté que permanecía cerca, sin alejarse demasiado de mí. No podía sacar de mí cabeza todos los pensamientos que ella había provocado, ni quitarme la maravillosa sensación que me había atravesado el cuerpo mientras estuvo a mi lado. La escuche hacer un comentario sin importancia sobre los temas que habíamos discutido y no resistí un segundo más.

Valeria

Apenas terminé de hablar, Victoria se detuvo apoyando bruscamente unos papeles sobre su escritorio para de inmediato girarse y fijar sus ojos en mí. Sorpresivamente sus manos se posaron sobre mi cintura y su boca buscó la mía con desesperación, haciéndome retroceder hasta dejar mi cuerpo contra la pared atrapado con el suyo.

Una sensación de inexplicable satisfacción me invadió por entera. Ella no paraba de besarme, desbordando mi boca con su exquisita lengua. Me tomó de las muñecas y las mantuvo prisioneras. Casi con violencia elevo mis brazos sobre mi cabeza y con una sola mano me sujetó impidiendo que la tocara. Sus besos fueron descendiendo por mi cuello y su mano izquierda se escabullo por entre mis ropas alcanzando a acariciar mis pechos.

Me los acariciaba con fuerza buscando dejarlos al desnudo. Apartó la tela de mi corpiño para posar sus labios en mis pezones erguidos y cargados de excitación. Incrustó una de sus piernas entre las mías, haciendo que mi sexo descansara sobre la rigidez de su muslo. Mi cuerpo se retorcía de placer. Podía ver cómo me devoraba las tetas colmándome de ansias. Con las manos inmovilizadas por la suya, yo solo podía entregarme a ella y dejar que hiciera conmigo lo que quisiera.

  • Así mi amor! No pares! Seguí! – alcancé a articular desesperada

Victoria hacía que me sintiera la mujer más sensual del mundo. Su boca volvió a buscar mis labios y sentí su mano levantar mi falda para luego apoyar la palma por debajo de mis bragas cubriendo toda mi vulva. Me frotó la vagina con evidente desesperación y sin dejar de besarme, sus dedos me penetraron haciendo que una corriente de calor recorriera mi bajo vientre.

Mi espalda se arqueo de gusto, mis piernas se juntaron con fuerza. Entraba y salía de mí con un ritmo enloquecedor sin dejar de frotarme el clítoris. Comencé a gemir sin poder contenerme y cuando estaba a punto de llegar al orgasmo su mano se detuvo, haciendo que mis caderas continuaran agitándose buscando mantener la estimulación en mi vagina.

  • Ay por dios! No me hagas esto! No pares! Haceme acabar de una vez! Cojeme por favor, cojeme! – le imploraba mientras no paraba de cabalgar sobre sus dedos inmóviles dentro de mí.

Sin demorar un segundo más, fue bajando hasta alcanzar mi clítoris con sus labios. Alzó una de mis piernas para soportarla sobre su hombro y volvió a entrar y salir de mí mientras su lengua arremetía en círculos perfectos contra mi clítoris.

El orgasmo me alcanzó recorriéndome por entera. Mis músculos se tensaron, descargas de placer avanzaban desde mi vagina hasta cada célula de mi cuerpo. Un sinfín de emociones se fue agolpando en mi pecho. Victoria había vuelto, estaba entre mis piernas, regalándome los besos más tiernos y suaves en mi vagina recién colmada y satisfecha.

Victoria

Me quedé abrazando sus caderas. Había fracasado nuevamente con ella. Me sentía tan débil e incapaz. Otra vez mis ansias de su cuerpo habían socavado mi voluntad. Cómo detener lo que siento por ella? En un segundo el esfuerzo de todo un año había dado por tierra. Comprendí que hasta ahora si nada había sucedido entre nosotras, era porque Valeria no lo había querido. No más mostrarme ella un mínimo deseo por mí, había caído yo rendida a sus pies!

Sus dedos desordenaban mi cabello. La sentía recuperar su aliento. Había vuelto a probar sus besos, había vuelto a sentir su cuerpo estallar, otra vez había estado dentro de ella. Sus manos me invitaban a ponerme de pie. Me fui incorporando hasta quedar reposando en su pecho, escuchando sus latidos. Ella me abrazó con ternura y me cobijo en su pecho.

  • Es una locura! Esto no debía suceder… qué estás haciendo de mí? Qué más queres de mí? – dije pensando en voz alta sintiéndome rendida y culpable a la vez.

Valeria

Entre mis brazos, cobijándola en mi pecho su voz sonó desesperada. Me atreví a contestar la pregunta que bien sabía que había hecho para sí misma.

  • Quiero que vengas conmigo… pasa la noche conmigo… regálame esta noche nada más! Después podes marcharte… sin preguntas… sin explicaciones… esta noche nada más! – le dije tomando su rostro entre mis manos para mirarla a los ojos.

Le estaba mintiendo. Yo no quería sólo esa noche, quería todas sus noches y todos sus días! Pero necesitaba que confiara en mí, necesitaba que me diera esa oportunidad. De ninguna manera pensaba acomodar mis ropas y marcharme de allí sin ella.

Sus ojos me miraron confusos. Yo sabía que en su interior una batalla estaba librándose entre lo que quería y lo que suponía debía hacer. Me conmovió enormemente su incapacidad de derramar una lágrima. Nunca la había visto llorar aunque le sobraban los motivos. Se permitía tan poco mostrar su quebranto que verla acurrucada sobre mi pecho era desgarrador!

  • Sin preguntas… - insistió poniendo como condición
  • Sin preguntas… - contesté mientras daba un beso en mi dedo haciendo la señal de la cruz como juramento.
  • Pues vamos… - respondió con una sonrisa resignada

Victoria

Una pausa, sólo un permiso. Sólo por aquella noche me permitiría salir del infierno y dar un paseo por el paraíso. Fingir que era para siempre, creer que con aquellas alas se podía volar, salir sólo unos instantes por un poco de aire, para luego volver hundirme y poder resistir.

Se veía tan hermosa, abotonando su camisa, alisando las arrugas de su falda. Ocultando las huellas que mis ávidas manos habían dejado sobre sus ropas. Los ojitos le brillaban de emoción, había atravesado mis fronteras y descubría que no era extranjera. Por mi parte, buscaba convencerme que aquel breve exilio entre sus sabanas me daría fuerzas para continuar.

Cuando llegamos a su casa se ofreció para preparar algo de comer. Yo conseguía percibir su entusiasmo aunque pretendiera estar tranquila. Recorrí su sala despacio y en silencio, aparecieron miles de recuerdos de todas las horas que había pasado allí. Suspiré con nostalgia. Escuche sonar mi celular. Era Martina.

  • Estas bien?! Dónde estás? – preguntó preocupada

Recordé que habíamos quedado en que pasaría por casa.

  • Sí, sí, estoy bien, olvidé que pasarías por casa. Me surgió otra cosa… perdón – contesté
  • Me asustaste! Dónde estás? – volvió a preguntarme
  • En casa de una amiga, Valeria, por cenar – contesté simulando naturalidad
  • No te puedo creer! Contame ya! Está todo bien o más o menos?? Cómo llegaste ahí?? – preguntó desbordada de curiosidad
  • Trabajamos hasta tarde… vamos a comer algo… nos quedaron un par de asuntos por definir… - respondí evadiendo su interrogatorio
  • Vas a pasar la noche con ella? – preguntó con picardía
  • Seguramente… - contesté sin emoción haciéndole notar que no podía hablar
  • Promete que no vas a hacer ninguna estupidez! – me ordenó
  • Como siempre, ya lo hice… - respondí en código
  • Cómo que ya lo hiciste?? – inquirió
  • Está bien… quedamos así… mañana te llamo… - volví a simular
  • Ok, mañana hablamos – se despidió Martina insatisfecha

Valeria se mostró ajena a mi conversación telefónica. Seguía en ocupada en la cocina y regalándome una sonrisa me dijo:

  • Espero que te guste!
  • No te preocupes! No tengo mucha hambre de todos modos. Tenes vino? – le pregunté
  • Si en la alacena… pero podes … - me detuve a tiempo, estuve a punto de preguntarle si podía tomar alcohol con la medicación que se aplicaba
  • . – se me quedó mirando intrigada mientras se dirigía a buscarlo
  • podes descorcharlo,… yo siempre hago un desastre, por lo general destruyo el corcho! – concluí rápidamente
  • Claro que puedo! No es necesario que te ocupes de todo – me respondió

Agradecí a dios que no notara mi vacilación. Cualquier referencia al tema podía arruinarlo todo! No quería ocultarle que ya sabía su secreto pero tampoco podía decírselo sin más. Debía buscar el momento y la ocasión oportuna. Claramente, no iba a ser esa noche.

Sirvió las copas y se quedó conmigo en la cocina. Se puso a examinar un estúpido artefacto de cocina que yo tenía sobre la mesada. Mientras yo preparaba una rápida salsa de champignones me pidió que le explicara cómo funcionaba. Dejé la salsa a fuego lento y puse agua a hervir para unos spaghettis. Mientras lo hacía le ofrecí que pusiera algo de música.

Seleccionó un disco y se acomodó en el sillón del living. Me senté a su lado. Tomé su barbilla con delicadeza y la bese dulcemente. Ella cerró sus ojos, recibió mi primer beso y luego buscó mi boca para que continuara. Nuestros labios se reconocían, exploraban, volvían a encontrarse después de tanto tiempo.

Sólo me separé para dejar mi copa sobre la mesa y hacer lo mismo con la suya. Ella me miró dejándome hacer. Ubiqué mis rodillas a cada lado de sus piernas y comencé a desabrochar los botones de su camisa. A medida que dejaba su torso desnudo fui dando suaves besos sobre sus hombros y su cuello. Me quité también mi camisa y mi corpiño. Posé mis nalgas sobre sus piernas, mi falda se subió un poco por las mías dejando mis muslos casi descubiertos.

Nos abrazamos dejando que nuestros pechos se acariciaran entre sí. Su piel era suave, tibia. Sentí sus manos por mi espalda, su boca rozar suavemente mi clavícula. Recorrí una a una sus vertebras desde su cuello hasta alcanzar el nacimiento de sus glúteos. El milagro de gustarnos, reconocernos, amarnos, estaba sucediendo.

Empujé su cuerpo lentamente hasta recostarla sobre el sofá. Delicadamente fui quitando lo que quedaba de su ropa. Desnuda se quedó observando cómo me deshacía de mi falda y mis bragas. Separé sus piernas para ponerme de rodillas entre ellas. Sin separar mis ojos de los suyos fui acercando mi vagina. Ella observaba mis movimientos, se mordía el labio inferior esperando que mi sexo entrara en contacto con el suyo.

Nos tomamos de los brazos y comenzamos a fregarnos. Podía sentir su húmeda vagina bajo mi clítoris inflamado de placer. Nos agitábamos siguiendo un ritmo sensual y delicioso. Nuestros ojos se colmaban de excitación viendo nuestros pubis unidos.

Nuestros rostros congestionados, traducían nuestro placer, una vena se dibujó en su cuello, de su boca solo salían gemidos que revelaban que pronto acabaría entre mis piernas. Separé con mis dedos nuestros labios vaginales para que nuestros clítoris se encontraran libremente y entonces sobrevino casi al unísono mi orgasmo y el suyo.

Dejé caer mi cuerpo rendido sobre el sofá. Nos quedamos rozando nuestras vaginas y acariciándonos las piernas hasta que el olor a quemado nos hizo saber que nuestra cena se había arruinado.

Corrí de un salto a apagar el fuego. Victoria me observaba sonriendo desde el sillón abrazando sus rodillas. Era la imagen más bonita que había visto en mi vida!

Volví a sus brazos. Nos reímos, nos besamos, nos miramos. Volvimos a hacer el amor. La madrugada nos sorprendió abriendo una lata de atún y tostando pan del día anterior.

El amor era aquella noche un fuego que a mí me mantenía encendida, mientras que a Victoria la consumía. Deseaba tanto decirle que no había de qué preocuparse, que ya lo sabía todo, que no me importaba, que todavía nos quedaban muchos días, que no le tenía miedo a lo que vendría después! Decirle que ella me había hecho fuerte, que podía soportarlo todo, menos su ausencia.

  • Te amo tanto Victoria! – le dije sin poder evitarlo
  • No está bien que lo digas… -dijo apenada
  • Aunque no lo dijera, es lo que siento. Decimelo vos también, por favor! Aunque sea una vez! – le supliqué
  • Valeria, por favor … - murmuró evitando mi mirada
  • Decilo por favor! – le insistí acariciando su mejilla

Se separó de mí para ponerse de pie. Envuelta en mis sabanas, busco en silencio las palabras que iba a decirme, hasta que al fin comenzó a hablar.

  • Te amo Valeria, te amo desde casi la primera que te vi, te amo todos los días de mi vida y sé que mañana también te voy a amar y no hay nada que pueda hacer para detenerlo! No hay un minuto en que no maldiga no poder darte lo que te mereces! Todo este año fue una tortura! Siento que no hago otra cosa que desearte y estar pendiente de lo que haces y dejas de hacer! Pero no tengo nada más para ofrecerte que esto

Avance para abrazarla y calmarla

  • Yo quiero esto! –le dije- vamos por el día a día, no hablemos del futuro, no hablemos de cómo vamos a seguir, vayamos por un día a la vez!

Me abrazó conmovida.

  • Vas a cansarte de esto, no va a funcionar – me dijo pesimista
  • No tenemos ninguna seguridad de que eso suceda… tal vez me cansé, tal vez no funcione, pero quizá nos estemos equivocando y resulta que funciona! Resulta que no me canso! Victoria, yo no voy a soportar perderte ahora, me arriesgo a sufrir el error de descubrir que me cansé de vos o que quizás vos te canses de mí, pero no pienso renunciar a lo que hay ahora! Mucho, poco, no sé! Pero es lo que quiero y lo que me hace bien

Victoria

Aquella noche acepté lo que Valeria me dijo. Yo tampoco quería renunciar. Esta vez era distinto y decidimos ir de a un día por vez tal como lo propuso. Inevitablemente llegaría la hora en que debería decirle que yo estaba enferma.

Decidí apostar en este juego de cartas donde mi contrincante era el destino. No había otra manera de seguir. Las cartas ya estaban sobre la mesa. Las mías las conocía bien y sabía que no eran muy buenas, pero existía una posibilidad que de alguna manera yo ganara la partida. Tal vez al destino también le había tocado una mano floja.

PD: en esta oportunidad en el enlace siguiente esta la canción que me permitió escribir este capítulo

http://www.youtube.com/watch?v=LQcOlsNAfAk&feature=related