El AMO Y SU ESCLAVA

Nuestra primera experiencia en la dominacion de mi mujer fue una autentica maravilla por dos ex- presidiarios....

El desafío que afrontamos en esta ocasión, definitivamente fue el que nos ha hecho madurar como pareja liberal y fue algo sencillamente sublime y os paso a contar con detalles; asumo que me voy a extender en demasía pero creo que os merecerá la pena leer. Max es un tipo que conocimos por una red social y que es un denominado amo sexual dentro del mundo BDSM, sin profundizar mucho en él, si que nos llamaba la curiosidad y estuvimos charlando largo tiempo y en repetidas ocasiones sobre este tema de la dominación y/o humillación sexual etc.

Cuando entendimos tener la suficiente confianza para realizar alguna sesión, mi mujer y yo optamos con quedar con Max ya en persona para tomar algo y ahí fue donde nos llegó a cautivar e hizo ganarnos su confianza plenamente. Esa vez, nos fuimos a casa pues Max fue el primero que nos pidió que madurasemos toda esa información e intercambio de ideas y sugerencias y más adelante tener un encuentro con él y que nos iba a preparar una sesión de sexo y dominación acorde a su nivel. Max es un tipo extremadamente metódico, estricto, con ideas claras y sin rodeos, trabaja de funcionario en una prisión y la verdad que le viene como anillo al dedo por su forma de ser. Es varonil, atractivo y corpulento, esto último entiendo que para su trabajo es hasta casi necesario y por fotos de una dotación de verga aceptable aunque no es descomunal.  Transcurridos unos días, quizás una semana, mi mujer está decidida en aceptar esa morbosa propuesta de Max y la curiosidad nos cautiva durante días hasta que llegó el ansiado momento de ese encuentro. Para ello, él nos marca unas normas de este juego sexual, y nos regla que en caso de no aceptar algo durante el juego, sea lo que sea, los participantes debemos usar una palabra para identificar que no se está cómodo con esa situación y automáticamente se para, la palabra tabú es LIBRE, así que si alguien la menciona debíamos parar.

Max, nos cita en su casa, es soltero y por el lugar del domicilio no nos falló la intuición, era una casa bastante lujosa y en una zona muy buena de esa ciudad con todo lujo de detalles, su familia está bien situada y podía permitirse esa licencia. Mi esposa, fiel a su estilo, acudió a esa cita de una manera despampanante, Un ajustado mono de color rojo con un escote de vértigo hacían resaltar sus curvas de una forma sideral y todo macho que se precie se volteaba por la calle al verla en sus tacones de igual color rojo y por lo que percibí su lencería era de color negro por la tira del sujetador que se le veía por el hombro.

Después de una charla amena y distendida, Max nos invitó a tomar un aperitivo, su casa enorme, por dentro era aún más fascinante que por fuera, y ya cuando la charla fue subiendo de tono, iba a empezar la función y  esta iba a estar llena de sorpresas muy excitantes; tomó a mi esposa de los hombros y le dijo que acudiera a la parte de arriba de la casa y buscase su habitación que a su vez tenía una amplia terraza interior y cuarto de baño y que desde ese instante empezaba el juego, mi esposa, muy cariñosa conmigo, me besó con frenesí y yo le guiñé el ojo de manera cómplice para calmar sus posibles nervios aunque ya tenemos bastante experiencia, no dejaba de ser algo novedoso para nosotros. Mientras tanto, a mi me llevó a una habitación que tenía en la planta de abajo y me llevé la primera gran sorpresa, Max, tenía allí un circuito cerrado de televisión interno con hasta cinco diferentes ángulos de su habitación, terraza y su cuarto de baño, me dejó boquiabierto, podía observar a mi mujer como curioseaba en su habitación mientras Max me dió la otra gran sorpresa del juego, abrió una de las cámaras, y me mostró como había dos tipos tomando algo en la terraza de su habitación; eran de complexión media de unos 40 años, un negro y otro blanco; y me hizo saber lo siguiente.

Los dos tipos eran presos de su extrema confianza, ambos con el tercer grado penitenciario, concedido por buena conducta y asegurándome que ninguno de ellos estaba en prisión por delitos sexuales ni de sangre pues obviamente nos negaríamos a continuar y ni  él mismo iba a tentar esa suerte; Eduardo, el negro, era colombiano y por tráfico de drogas estaba a punto de recibir ya la libertad, Juan era español y cumplía condena por estafa de dinero. Max es un tipo sumamente calculador y frío y percibo que goza manteniendo el control de la situación; él me dice; que no seria quién fuera a follarse a mi mujer sino que ambos presos iban a hacerlo; para ello, les había preparado igualmente para esta cita, pasándole fotos de mi esposa para que ellos pudieran masturbarse y me comentó que llevaban casi tres meses sin probar una mujer desde la última vez que pudieran disfrutar de un permiso. Sólo ese comentario me hizo tener una gran erección, Max me demostró que era un maestro de la dominación sexual sin tan si quiera comenzar la fiesta y a todo esto sin mi mujer saber absolutamente nada, creyendo ella que quien iba a probar el bocado era el mismísimo Max, su sorpresa iba a ser rotunda. Lo único que me adelantó es que ambos eran muy dotados y que por ello, aparte de tener su confianza dentro del penal, pensó en premiarles por su fidelidad hacía su persona de esa manera ya que le quedaban poco para cumplir sus condenas.

Max me pidió permiso para comenzar el juego y yo se lo dí, asi pues, descolgó su teléfono y uno de ellos recibió la orden de asaltar a mi mujer y con esto empezó todo. Al entrar ambos, mi mujer se sobresaltó y los miró con desconfianza hasta que Juan fue el que le dijo que se tranquilizara que eran amigos de Max y estaban invitados a la fiesta.......... más que amigos, Eduardo, el negro, le dijo a mi mujer la verdad desde un principio, eran presos del penal donde trabajaba Max y que iban a violarla por lo puta que era y que iba a recibir su merecido.

La arrinconaron contra la pared y Juan la agarró con violencia del cuello con una mano mientras le susurraban cosas al oído y pasaban sus lenguas por el pelo , la cara, los hombros.... estaban totalmente enajenados , fuera de sí, como para no estarlo en su situación, con la libertad limitada, casi tres meses sin probar el sabor de un coño y masturbándose todas las noches con las fotos  de mi esposa. Ellos son conscientes que están esas cámaras y agarran de las mejillas a mi mujer mostrándoselas y le comentan que tanto Max como yo estábamos siendo espectadores de lujo de ese suculento festín que se iban a dar con mi mujer al tanto que ellos me hablaban en voz alta pues sabía que los estaba escuchando y me amenazaban con romperme el culo si me atrevía a entrar a salvar a mi esposa y que no iban a tener reparos en hacerlo pues en el penal ya se habían follado varios culos de otros presos.

Max, me miró fijamente a los ojos y me pidió mis primeras impresiones, yo tan sólo le contesté enseñándole el bulto de mi pantalón a lo que este soltó una risa socarrona diciendo que todos los cornudos eramos iguales a lo que me confiesa que no era la primera vez que hacía algo parecido y que el gozaba dominado los hilos de toda la escena, que en ocasiones, ni él mismo subía a disfrutar  de la follada participando..... pero que mi mujer estaba demasiado buena como para dejarla escapar  y no me garantizaba estar acompañándome hasta el final.

Los dos tipos no aguantan mucho tiempo más y obligan a mi mujer a quedarse en lencería y con los tacones puestos ni tan siquiera dejándola desnudarse pues querían seguir manoseando y besando a mi mujer que por su cara reconocía perfectamente que la situación la estaba poniendo hiper cachonda y que les iba a seguir el juego a esos dos tipos desesperados por follar; ellos sin desnudarse, se les veía igual que a mi por el bulto del pantalón que iban bien armados y no precisamente con pistolas en tanto que Max, me ofrece un paquete con toallas húmedas y me dice con firmeza, no seas tonto, disfruta y relájate tu también, toda una invitación a que delante de él empezara a jalarme la verga ya que el mismo también la tenía bien dura y ya se la sacó del pantalón mostrando una verga como os comenté antes de un buen tamaño y gruesa.

Acto seguido, estos tipos se sacaron igualmente sus vergas y no defraudaron por la mirada que les brindó mi mujer a lo que ellos bruscamente la arrojaron al suelo y de rodillas la pusieron a darle de sus enormes biberones y con bastante brusquedad no tardaron en llegarle sus primeras arcadas y con las lágrimas en los ojos de llevarla al límite que puede ofrecerle una mamada mientras la insultaban tanto a ella como a mí escupiendo en su cara  y dentro de su boca mientras le daban un respiro para seguir mamando sin parar. Max, muy observador me espeta, mira la muy puta como se acaricia el clítoris con sus dedos, y era así pues después del faje de pollas que se estaba comiendo ella no reparaba en autocomplacerse, razón por la que me sentí tranquilo pues me daba a entender que la zorra estaba disfrutando.

Eduardo el negro, me llama maricón y me dice que para que no haya peleas entre ellos iban a jugarse quién iba a comenzar cada acto de la manera que lo hacen dentro del penal y no es otra que lanzar una moneda al aire para saber quien iniciaba cada acto. El primero lo ganó Juan, y la llevó a la terraza donde había una hamaca y la tiraron a ella para comerle el primero su coño, Mi mujer estaba tan desatada como ellos dos y esa situación de ser follada por dos presos creo que es una fantasía deliciosa que muchas mujeres deben de tener muchas noches y ella la estaba viviendo en vivo y en directo para su disfrute. Juan devoró su coño con ansias , las mismas de estar tanto tiempo sin probar una hembra, mordía y estiraba los labios vaginales de mi esposa mientras la muy puta no paraba de retorcerse de gusto, escupiendo, saboreando sus flujos en tanto que Eduardo se ausentó de la terraza y se dirigió al cuarto de baño y salió de este con una copa de esa donde te sirven los cócteles con aproximadamente un par de dedos o tres llenos de un licor blanco, un tanto espeso, parecido a la batida de coco....... fue humillante, y esa situación ya me hizo eyacular a mi por primera vez, se volvió a dirigir a mi; cornudo maricón, este licorcito se lo va a beber la puta de tu mujer hasta la última gota por todas las jaladas que nos hicimos en su honor en el penal; los muy cabrones, antes de llegar nosotros se habían masturbado para así poder aguantar más pues como llevaban tanto tiempo sin probar bocado temían por no durar mucho y así se garantizaban hacer gozar más a mi mujer y que no iban a desperdiciar esa leche que ya habían eyaculado por ella, mire a Max y le comenté que esa maquiavélica  idea no podía ser de otra persona sino era de él a lo que moviendo su cabeza afirmativamente me lo atestiguaba, a continuación, Eduardo, levanta la cabeza de mi mujer de la hamaca y esta estando fuera de si por la comida de coño que le ofrecía Juan se bebió obediente hasta la última gota de la copa e incluso con su dedo rebañó por dentro esta.

El negro se lo comenta a Juan y este lo celebra azotando sus muslos prietos aseverando que ni en sus mejores sueños iban a imaginar que mi esposa era tan puta como Max les había contado dando un relevo el negro continuando  este la labor de inundar el coño de mi mujer de sus flujos haciéndola explotar con un primer salvaje orgasmo mientras sus jadeos se confundían por tener la verga de Juan en su boca que dicho sea de paso era sumamente gruesa.

Allí hicieron un alto y mi mujer se estaba portando como una verdadera exclava pues ni por asomo se intuía que pudiera decir esa palabra tabú señal de no estar pasándolo bien y Juan la hace andar de a perrito y jalándola del pelo se la iba llevando a la cama y de camino volvieron a lanzar la moneda al aire y esta vez ganó Eduardo, le tocaba a él penetrarla primero y mientras mi verga ya comenzaba a despertar después de apenas haber eyaculado hacía un rato.

Este primero le pidió que ensalivara su enorme polla negra , de 22 centímetros de placer que la iban a atravesar como él mismo me gritaba a mí, la recostó y con una crueldad brutal le metió la tanga en su boca y como bien me dijo la atravesó de una embestida seca y violenta que a pesar de tenerla boca tapada por su tanga y la mano de Eduardo sus gemidos sonaban desesperados y eso me hizo dudar si continuar o no en tanto que Juan se sentó encima suyo y mientras el negro continuaba con un ritmo infartante la follada, Juan, se hacía una soberana rusa con el enorme par de tetas de mi esposa pidiendo este que escupiera entre sus tetas para si poder lubricar mejor y mi mujer con la punta de la lengua buscaba en capullo de la verga cada vez que asomaba por sus tetas..... otra señal que me tranquilizaba y que seguía disfrutando del faje de pollas que se estaba merendando, Juan desesperado porque el negro no paraba el ritmo y quería su relevo para follar su coño, le propone lanzar de nuevo la moneda para la traca final, quién sería el primero en reventar el culo de mi mujer.... y la suerte de nuevo le sonrió al negro, Juan se enfadó y el negro le consoló diciendo que Juan tenía la verga mas gorda que el y así el podría abrirle más el culo cuando le tocara su turno, este acepta a regañadientes y  se tumba en la cama cabalgando mi mujer su polla con celo, mientras Eduardo pidió un instante de parón al tiempo que se perdía esa verga de color negro por entre los glúteos de mi mujer rebotando sus huevos contra estos e iniciando de nuevo la cabalgada ante los gritos incontrolados de mi mujer y después de un sin fin de posturas desde a perrito y mamando verga recibiendo tanto por su ano como por el coño alternativamente, de ladito, misionero...... repasaron casi en su totalidad el Kamasutra, yo eyaculé en un par de jaladas que para mi quedan, mi esposa le conté al menos tres orgasmos y Max al poco subió a la habitación cuando ya veía que iba a concluir el faje de sexo que nos habíamos disfrutado todos, cada uno en su rol acabaron los tres de manera sincronizada para al mismo tiempo, eyacular sobre el rostro de mi bella esposa la cual nunca jamás antes recibió de esa manera una lechada tibia y espesa que por su abundancia,  acabaron llegando mecos hasta el mismo coño.

Max, quedó fascinado por el comportamiento obediente de mi esposa invitándonos a otro encuentro, a continuación, pude acceder a la habitación y gentilmente esos dos tipos de manera educada me dieron la enhorabuena por tener una esposa tan puta y complaciente y mi esposa aún bañada en semen, me abrazó y besó dejándome en mi cara el rastro del semen de esos dos presos.