El amigo del taxista
Mi taxista lechero me hace promoción y viene su varonil amigo a proponerme una sesión de sexo entre hombres. Fue una experiencia digna de vivirse y más aún de ser contada.
EL AMIGO DEL TAXISTA
Hace dos noches, mi lechero taxista sobre quien ya he escrito un relato, llegó a visitarme y a dejar el "entrego de leche", ya entrando en confianza me pidió que le demostrara a un amigo suyo y compadre además, que yo era capaz de disfrutar una verga en el culo, porque su amigo le había dicho que yo tenía cara de cabrón y que suponía que era un tipo rudo y poco amigable.
Me refirió que, como estaban algo pasados de copas, le confesó que desde hace algunos meses nos entendemos sexualmente, desde aquella noche en la carretera.
Andrés, su compadre le dijo que no creía, que me veo demasiado macho para tener ese tipo de debilidad. No sé qué mosco del morbo me pinchó pero acepté. Anoche llegó el amigo solo y me traía como regalo una botella de brandy.
Yo fingí demencia y le pregunté el motivo de su visita, me respondió que había platicado con su compadre y que aquél le había comentado sobre la amistad tan íntima que nos une y que, sinceramente, a él le gustaría tener una experiencia con otro hombre con alguien de confianza, que desde jovencito tenía esa fijación, pero que por pena y por los principios familiares nunca se había atrevido. Fue todo lo que me dijo hasta ese momento.
Yo le ofrecí una cerveza o una copa de brandy. Aceptó de inmediato y sentándonos en el sofá del salón empecé a llevar la conversación hacia el tema que le interesaba. Empecé a cuestionarlo sobre su vida conyugal y me platicó que era feliz y disfrutaba la intimidad con su esposa, pero que algo dentro de él le hacía observar a los hombres, sobre todo a los de aspecto muy varonil, tipo oso, que cuando veía uno, inmediatamente tenía una erección que no podía controlar y que a pesar de que cohabitaba con su esposa las más de las noches, muy frecuentemente se masturbaba pensando en hombres. Todavía no me confesaba su verdadero interés.
Le pregunté si en ese momento estaba caliente y si en realidad estaba decidido a probar una experiencia sexual de hombre a hombre. Como respuesta se levantó y me mostró orgulloso el tremendo bulto que se dibujaba en su entrepierna. De inmediato sentí un chispazo en mi propia verga y la erección inminente.
También me levanté y le mostré mi distintivo abultado bajo el pantalón. Andrés me dijo que apenas podía creer que dos hombres se calentaran estando solos, sin hablar de mujeres, pero que siguiéramos. Me pidió que fuera su guía y yo, ni lerdo ni perezoso me dispuse a desabotonarle la camisa, a acariciar su cuello y su peludo pecho, él me besaba el cuello, el pecho e iba bajando muy lentamente hasta llegar a mi verga que permanecía presa en mi pantalón y que de haber estado liberada seguramente yo hubiese hecho la maniobra necesaria para que la boca de mi varonil compañero se la comiera completa.
Le pedí que parara en tanto me desnudaba y él imitándome, en menos de lo que cuento quedó como yo sin ropa encima.
Cuando vi su verga me sobrecalenté, era una tranca hermosa, como las que me gustan, algo más larga que la mía que ya es de considerable tamaño, pero me superaba en grosor y su glande emergía de un oscuro y suave prepucio. Toqué aquella maravilla y él se estremeció, la acaricié delicadamente y de pronto me arrodillé y se la empecé a mamar como un loco, tenia un sabor exquisito una mezcla de gusto a hombre trabajador y el néctar de su lubricación sabía dulzón.
Ese momento único se vio interrumpido cuando me dijo que no quería terminar todavía, que deseaba disfrutarme completo, y entonces me levanté, nos abrazamos, no hizo ningún intento de besarme, sólo lamía mis pezones, mientras tanto yo recorría sus flancos con mis manos calientes y grandes, él como un experto me empezó a meter uno de sus largos y gordos dedos en mi culo ya casi dispuesto a la penetración; de pronto metió dos dedotes que metía y sacaba sin parar.
Me suplicó que le diera mi orificio, que su verga estaba a punto y entonces me coloqué en posición de perito y sin ninguna consideración me la dejó ir de un solo empellón. Casi pego un grito del dolor, aunque estoy más o menos acostumbrado a recibir ese tipo de invasiones, al principio duele y vaya que duele un buen rato, pero luego el dolor cedió el paso a un placer que tenía mucho de no experimentar. Andrés fue perseverante, esperó a que yo le pidiera más acción porque el ritmo que siguió me volvía loco, aunque de repente se puso tenso y sentí cómo vaciaba sus testículos en mi interior, alcancé a percibir su gran chorro de leche, sostenido y abundante, calientito.
Cuando me la sacó, como salían de mi culo hilillos de mecos, era una sensación siempre anhelada y mi compañero de ocasión no me defraudó. Tuve el aviso de ir al retrete, pero me concentré y retardé el momento para mucho tiempo después, quería seguir sintiendo mi intestino repleto de leche de hombre.
Andrés resoplaba satisfecho pero no decía nada, entonces decidí que era mi turno y le ofrecí otra cerveza para luego iniciar mi tarea y fue cuando le empecé a tocar la zanja entre sus nalgas, inmediatamente su verga dio un respingo, signo inequívoco de que vendría pronto, busqué la posición más cómoda y le propiné un beso negro que lo hizo estremecer de nuevo, empecé a lamer su culo para dilatarlo un poco luego jugué dos de mis dedos, también considerablemente largos y gruesos en aquel esfínter virgen, mientras él resoplaba, gemía y de pronto rompió su mutismo pidiéndome de favor que le diera mi verga.
Atendí su petición y con mucho cuidado se la metí, gimió cuando el cabezón empezó a invadirlo y luego con ligeros temblores y voz quebrada por el dolor-placer me decía: "Dale chiquito, dale duro, qué rico se siente, qué rico, tenía muchos años esperando este momento" Inicié un cadencioso mete y saca, estaba disfrutando tremendamente ese culo hermoso y me encendía a toda mi capacidad la respiración entrecortada y los gemidos de ese hombre que se abrió para mí de manera voluntaria.
Cuando me di cuenta estaba llegando al momento cumbre, sentía que estaba por explotar en mecos, él sintió la palpitación de mi tranca y se retiró inmediatamente para limpiar unos hilitos de sangre que escurrían por la cabezota de mi verga y me la empezó a mamar hasta hacerme estallar en potentes chorros de caliente de leche que se bebió completamente hasta la última gota, lamió y lamió hasta dejarme la verga limpia, brillante y flácida. Finalmente la besó por todos los ángulos y sopesó tiernamente mis bolas agotadas.
Nos fuimos al baño, nos aseamos, salimos y tomamos otra cerveza, Andrés vio su reloj y me dijo que era hora de retirarse, que había hecho realidad una de sus fantasías, que otra sin concretar era poder sentir dos vergas, una en el culo y otra en la boca.
Le pregunté que si le gustaría que hiciéramos un trío con su compadre y me dijo que sí, que yo hiciera una invitación para tomar unas copas y estaba puesto para vivir esa nueva experiencia.
Aquel masculino macho, me besó entonces con una lengua ardiente y juguetona....
Julián
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