El amigo de mi padre 2
Agarró mi cintura con sus manos y comenzó a embestir mis caderas con golpes secos y pausados. -Sssssh!.... ya esta ssssh! Lo has empapado todo Julita!
Antes de leer este relato es aconsejable leer la primera parte titulada “el amigo de mi padre”, publicada el día 19 de febrero en la categoría general-hetero.
Habían pasado tres semanas desde la primera vez que nos vimos. Fui unas cuantas veces a las oficinas de mi padre, pero sin éxito, no lo vi, parecía que se lo había tragado la tierra.
Unas amigas del pueblo me llamaron por teléfono; iban a venir a pasar unos días conmigo a la ciudad. Esa noticia alegró mucho a mi padre. Como apenas estaba conmigo, se preocupaba de que me aburriera y decidiera volver a irme a vivir con mi madre. Aunque no me lo decía, sabía que le hacía mucha ilusión que viviese con él.
Una noche, mientras estábamos cenando, me dijo:
-Julia dentro de 15 días la empresa va a organizar un coctel, nos hemos asociado con un nuevo grupo empresarial y lo vamos a celebrar. Me gustaría que me acompañases…Tal vez te aburras un poco, pero quiero estar acompañado de mi familia, es importante para mí.
Claro, papá. Te acompañaré. ! No te preocupes que no me aburriré!- Un coctel de empresa… seguro que estará Fernando… pensé dejando escapar una sonrisa, ¡que ganas tengo de volver a verlo!-
¿Y esa sonrisa? ¿En qué estas pensando? ¡Me estas escuchando!
Sí papá siii, te escucho… no es nada.- No podía dejar de pensar en Fernando y en aquel día…se me ponían los vellos de punta cuando cerraba los ojos y visualizaba su cuerpo resbalando sobre el mío, sus dientes mordiendo mis pezones, sus caderas embistiendo mi cuerpo…necesitaba volver a verlo.
Al día siguiente era sábado, mis amigas estarían a punto de llegar. Desayuné rápido, me puse unos jeans y una blusa, me hice una trenza de espiga, me pinté los labios y salí en busca de mis amigas. Esa mañana estuvimos paseando por la ciudad, nos hicimos mil fotos, y fuimos de compras. Me compré un vestido para el coctel de empresa de mi padre, a mis amigas les encantaba. Era negro, con la espalda descubierta y la parte delantera del pecho era tipo corsé, la verdad es que era muy bonito…y muy sexy.
Por la noche, decidimos ir a tomar unas copas, salimos a un pub de moda. El pub era muy acogedor, música suave, luz tenue, velas, incienso y con muchos sofás y cojines. Allí conocimos a unos chicos muy simpáticos y estuvimos charlando con ellos un largo rato. Me levanté a pedir otra copa y cuando fui a pagar, el camarero me dijo que a ésta copa me invitaba el hombre que estaba sentado en la entrada. Me giré para ver quién era mi admirador y para mi sorpresa vi a Fernando. Estaba sentado en uno de los sofás de la entrada con una mujer y otras dos parejas más. Me miraba fijamente. Yo sonreí y me mordí el labio. A él se le dibujó una sonrisa picarona en la cara. Cogí mi copa y volví a sentarme con mis amigas. Él no dejaba de mirarme. La mujer que estaba a su lado le cogía la mano y seguía hablando con las otras dos parejas. Parecía su mujer. A mí no me importó que estuviera casado, no sé por qué, pero lo sospechaba. Comenzamos un juego de miradas, mis amigas no se daban cuenta, estaban muy ocupadas con sus “nuevos amigos”. Yo lo miraba y coqueteaba con mis labios y con mi pelo. Él me respondía con sonrisas. La situación me excitaba muchísimo. Cada vez que bebía de mi copa me chupaba los labios. Lo miré y luego giré mi cabeza hacia la puerta de los servicios, me levanté y me dirigí hacia ellos. Vi cómo él también se levantaba.
Los servicios eran de esos que tienen un pasillo en común y luego se divide en el de damas y caballeros. Entré en el aseo de mujeres me pinté los labios y me eché perfume.
Estaba muy caliente. No me podía creer lo que estaba haciendo. Cuando salí, estaba en el pasillo, con la cabeza mirando al suelo. Él notó mi presencia y levantó la mirada poco a poco recorriendo todo mi cuerpo. Yo no aguantaba más… deseaba sentirlo otra vez…
Se acercó a mí, me agarró fuerte y comenzó a besarme; su lengua jugueteaba con la mía, mientras su mano bajaba por mi cintura hasta llegar a mi culo. Agarró mi mano y me llevó hasta el aseo de los hombres. Entramos en un wc y cerró la puerta. Me empujaba bruscamente contra su cuerpo. Yo sentía cómo algo debajo de su pantalón comenzaba a crecer y se frotaba contra mí. Sus labios bajaron por mi cuello hasta que se colocó cerca de mi oreja y, mientras me la lamía, me susurró:
- ¿Te gusta provocar, eh? Pues lo has conseguido pero bien. Me vuelves loco…
Pasó su mano por debajo de mi falda y me tocó con suavidad entre las piernas. Con su dedo acariciaba lentamente mi clítoris por encima de mis braguitas. Al sentirlas mojadas me mordió en el cuello. Yo me encogí y solté un leve gemido. Él me tapó la boca y siguió tocándome. Se acercó otra vez a mi oreja y me dijo muy bajo, mientras quitaba la mano de mi boca,
-Ssssssssh!!! Nos van… a descubrir… Julia no hagas ruidoo, sssssh! No hagas ruidoo…Julia….Julia…
Y mientras tanto, desabrochaba los botones de mi blusa, dejando mis pechos al descubierto. Con su boca buscaba mis pezones y los empezó a morder y a chupar. Yo me moría de placer. Mi respiración se empezó a acelerar. Levanté una pierna y la coloqué encima del wc, enseguida puso de nuevo su mano sobre mi sexo, apartó mi braguitas y comenzó a acariciarme el clítoris.
Mi cadera hacía movimientos involuntarios hacia adelante, me temblaban las piernas. De vez en cuando se me escapaba algún gemido y él tapaba mi boca. Estábamos empapados de sudor. No podía más. Cuando estaba a punto de alcanzar el orgasmo, me penetró con sus dedos sin dejar de acariciar mi clítoris, con la otra mano tapó mi boca. Me miraba fijamente a la espera de mi orgasmo. Sus dedos iban cada vez más rápidos…
-Aah!... Aah!... Aaaaaah! – exclamé, mientras mi cuerpo se arqueaba de placer.
-Sssssh!.... ya esta… ssssh! Lo has empapado todo… Julita! -Susurraba él mientras daba unas palmaditas sobre mi sexo mojado. Sacó sus dedos de mi vagina y me los metió en la boca, yo los chupé lentamente entre suspiros. Sin sacármelos de la boca comenzó a besarme.
Nos quedamos unos segundos así, mirándonos.
No sabía el tiempo que había estado en ese baño con Fernando, pensé rápidamente en mis amigas.
Fernando se incorporó.
-Sal a fuera cinco minutos después que yo, preciosa. Tenemos que irnos ya, que… se van a preguntar dónde estamos…. Me guiñó un ojo y se marchó.
Yo me quedé un rato sentada sobre el wc, recomponiéndome. Me arreglé un poco el pelo, la ropa y el maquillaje. Tras cinco minutos salí del aseo y me dirigí hacia mis amigas. Ellas estaban allí, ligando, casi no se habían percatado de que yo me había ausentado durante un ratito.
Me senté en uno de los sofás que quedaba libre, le quité un botellín de agua a mi amiga y lo vacié de un trago en un intento de apagar el sofoco que llevaba. Fernando me miraba desde la entrada. Su mujer le daba pequeños abrazos y se reía. Luego, ella le besó. Yo los miraba. Él me mandó un beso con disimulo, yo me sonreí.
Al día siguiente fui con mis amigas a un parque acuático, y por la noche volvimos a salir de fiesta. Ésta vez no vi a Fernando, aunque confieso que no hubiera estado nada mal.
Mis amigas volvían al pueblo a la mañana siguiente. Me levanté temprano para ir a despedirlas a la estación.
A partir de esa mañana, el tiempo hasta el día del coctel de empresa de mi padre, pasó muy rápido. Con los preparativos y detalles no tuve tiempo de aburrirme.
Ese día, después de comer, mi padre se fue a descansar a su habitación, yo me quedé en el salón pintándome las uñas. Cuando casi ya había acabado escuché vibrar el teléfono móvil de mi padre. Fui hasta su maletín y lo cogí.
-¿Si… dígame?, dije.
-Hola… ¿eres tú… preciosa?- Rápidamente reconocí la voz. - ¿Cómo estás? Espero verte esta noche… espero verte en el coctel, y también espero verte después…me parece que… tenemos un asunto pendiente.
-Hola!, … creo que en el coctel sí que nos vamos a ver, después… no lo sé…- dije en tono bajo, para que mi padre no me oyese.
- Después… no lo sabes??… que niña más traviesa...créeme que sí…
-¿Quién es?- Dijo mi padre desde el fondo de su habitación.
-No lo sé, papá. Espera que te lo paso. Mentí.
Le llevé el móvil a mi padre y luego fui hasta mi habitación. Me tumbé en la cama. Solo con escucharlo me excitaba. Su tono de voz firme, seductora y provocadora… Bajé mi mano por mi abdomen hasta mi sexo y comencé a acariciarme, mientras recordaba el último encuentro en el pub. De repente mi padre tocó la puerta y me incorporé apresuradamente.
-Pasa, papá. Dime…
Hija vete arreglando que nos vamos ¿vale?
Vale, ahora mismo me visto.
Mira, esto es para ti, hace dos semanas fue tu cumple y no te hice ningún regalo, más vale tarde que nunca, me dijo, mientras sacaba de una bolsa una cajita envuelta en papel dorado. Era un conjunto de collar y pendientes de cristalitos plateados muy bonito.
-Muchas gracias papá, me gusta mucho, le dije mientras le daba un abrazo.
- Póntelo esta noche ¿vale?
Cuando salió de mi habitación, empecé a maquillarme. Me pinté los ojos negros y en los labios me puse gloss transparente. Me hice un recogido en el pelo y me puse el collar y los pendientes que me había regalado mi padre. Luego me dirigí al cajón de la ropa interior. Quería ponerme algo sexy, al final me decanté por un conjunto de culotte y liga negros de encaje. No me puse sujetador, porque el vestido era tipo corsé con la espalda descubierta. Cogí unos zapatos altos de tacón un poco de perfume y ya estaba lista.
Cuando mi padre me vio, se sorprendió.
-¡Vaya hija, qué guapa que vas! ¡Pareces toda una señorita ¡Jeje! Vamos, que nos estarán esperando.
Durante el trayecto en el coche, mi padre me comentó que el coctel iba a ser en una casa de campo privada. También me habló de la gente que iba a asistir, de sus empleados, de sus nuevos socios, de Fernando. Por las palabras de mi padre, parecía que confiaba mucho en él; si supiera lo que está pasando entre nosotros… pensé.
Llegamos al lugar, una gran casa de campo con un jardín enorme, había mucha gente. Yo no me separé del lado de mi padre. Él no hacía otra cosa que presentarme gente. De vez en cuando alzaba la mirada en busca de Fernando, pero no lo veía. Al cabo de un rato, mi padre se puso a dialogar con un grupo de hombres y yo decidí ir a darme una vuelta por el jardín de la casa. Cogí una copa y me senté en un banco.
-¿Qué haces aquí tan… sola?- Me sobresaltó una voz conocida. Sentí como unos labios rozaban mi nuca. La piel se me erizó - Estas preciosa…
Apareció detrás de mí, como de la nada. Me levanté y le besé acaloradamente. Por un momento olvidé donde estábamos.
-Necesito sentirte otra vez…- le dije con voz entrecortada.
-¿Siii…?-me dijo agarrándome bruscamente la nuca con su mano- no he parado de pensar en la última vez que te vi, en tu cara rogándome que mis dedos no pararan, en tus gemidos ahogados…
Me decía mientras subía mi vestido. Yo paré sus manos.
-Alguien nos puede ver… -dije mientras lamía su oreja.
-Acompáñame…-me dijo y cruzó el jardín en dirección a la casa.
Yo lo seguí a una distancia prudente, para que nadie sospechara nada.
Entramos en la casa.
-Sube y espérame en la primera habitación de la derecha. Enseguida voy… preciosa…
Entré en la habitación, estaba muy excitada, aquella situación me ponía muchísimo. Me senté sobre la cama y esperé. Sobre la mesita de noche vi un portafotos con una foto de Fernando y su mujer, ésta debía ser su casa pensé… No sé por qué pero aquella situación me excitó todavía más. Las luces del jardín entraban a través de la ventana, me levanté y corrí los visillos. La habitación se tiñó de un tono rojizo debido al color de las cortinas. A los segundos entró Fernando. Cerró la puerta con llave. Cuando se giró yo ya estaba colocada delante de él, le besé en los labios muy lentamente. Me desabroché el vestido y lo dejé caer. Él me agarró del culo fuertemente y empezó a besarme. Se quitó la camisa y empujó su cuerpo contra el mío. Mi respiración comenzó a acelerarse. Besaba y mordía mi cuello, yo dejaba escapar leves gemidos…
-Me vuelves loco…eres mi perdición- me susurraba
Lo empujé sobre la cama. Me coloqué encima de él y me quite el culotte, dejando únicamente en mi cuerpo la liga negra de encaje que había escogido cuidadosamente. Estaba súper caliente. Le chupé los labios sensualmente y baje por su abdomen lentamente hasta su sexo. Humedecí mis labios y comencé a juguetear con su pene. Primero se lo chupé muy lentamente, luego poco a poco fui introduciéndolo en mi boca, pero no del todo. Él gemía de placer. Se sentó y empujó mi cabeza contra su pene. Me daban pequeñas arcadas cuando su glande rozaba mi garganta, pero no me importaba estaba muy excitada. De vez en cuando agarraba mi cabeza, como la primera vez que nos vimos, y penetraba mi boca con fuerza.
-Eres una niña muy mala…- me dijo mientras acercaba mi cara a la suya, le chupé en los labios muy despacio y comenzamos a juguetear con nuestras lenguas.
Se abalanzó sobre mí y comenzó a besarme apasionadamente, me mordía los labios mientras bajaba su mano por mis pechos. Los acariciaba con brusquedad y eso a mí me encantaba. Bajo su mano por mi abdomen hasta mi sexo y acarició mi clítoris excitado. Estaba muy caliente. Introdujo sus dedos en mi sexo y comenzó a acariciarme lentamente. Yo quería más.
Abrió mis piernas y colocó su pene en la entrada de mi sexo. Yo no podía aguantar más... Me besó y me dijo:
-¿Te gusta…?
Cuando fui a contestar, me penetró fuertemente y solo pude emitir un grito de placer.
Él me miraba fijamente, mientras me tenía cogida la cabeza y me volvió a preguntar
-¿Te gusta? …No te escucho…julia… ¿te gusta? -Susurraba dibujando una sonrisa en su cara…
Yo lo miraba deseosa y pude exclamar un si entre gemidos. Agarró mi cintura con sus manos y comenzó a embestir mis caderas con golpes secos y pausados. Mis pechos temblaban en cada embestida.
-Si…aah! me gustaaa…mmmmm me…gusta… aaah!- exclamaba yo entre suspiros.
Mi cuerpo acompañaba al suyo, empujándolo hacia mi interior, quería sentirlo en lo más profundo de mi sexo.
Yo no paraba de gemir, mi respiración se aceleraba al ritmo de sus embestidas. Mi orgasmo estaba próximo.
De repente se detuvo y se sentó en el borde de la cama.
-Levántate, ven aquí y abre las piernas- me dijo
Yo lo miré con deseo y obedecí. Me gustaba la manera en la que me mandaba. Él estaba sentado en el borde de la cama, yo estaba de pie delante de él. Me acerqué a él, hasta que mis pechos rozaron su cara y abrí las piernas. Él empezó a morderme y a chuparme los pezones. Bajó su mano por mi culo hasta que llegó a mi sexo mojado. Me penetró con tres dedos, mientras que con el dedo pulgar acariciaba mi clítoris. Mi cuerpo comenzaba a temblar y mi respiración se aceleró de nuevo.
-AAaah!...Mmmm…exclamaba yo entre suspiros entrecortados.
Nunca había sentido tanto placer. Las piernas se me cerraban involuntariamente y me temblaban. Él me las mantenía abiertas con fuerza. Mientras no dejaba de acariciarme. Cada vez sus dedos me penetraban más rápido. No podía evitar gritar. Él intentó tapar mi boca. Un fluido abundante bajó por mis muslos acompañados del mayor orgasmo que había sentido en toda mi vida. Todavía estaba temblando cuando agarró mis caderas y me empujó hacia abajo introduciendo su pene erecto en mi sexo. Me besó con fuerza, se giró y quedé debajo de él. Nuestros cuerpos estaban sudorosos.
-Mmmm ¿Te ha gustado Julita…?- Me decía mientras me volvía a penetrar con fuerza.
-Aaaah! Me encanta… -le susurré yo apretando su culo contra mí- Me encanta…
Mientras me penetraba me miraba fijamente y me besaba, sus embestidas eran cada vez más rápidas y más fuertes, su respiración se aceleraba. Yo gemía como una loca.
-Aaaaaaaaaaaaaaaa!!!!!- Dejé escapar entre suspiros.
Mi cuerpo se arqueaba de placer. Él me apretaba fuerte y no paraba de penetrarme cada vez más rápido. Yo sentía que su orgasmo estaba próximo.
-Aaaaaaaaaah!!!!! –exclamó él.
Sentí como un fluido caliente resbalaba entre mi vagina.
Nos quedamos un rato en esa posición, besándonos. Estábamos exhaustos.
Al rato me levanté cogí mi ropa y fui al baño a arreglarme, pensé en mi padre. Tenía que volver a la fiesta. Me lavé la cara y me volví a maquillar, arreglé mi pelo y puse un poco de perfume en mi cuello.
Cuando salí del baño Fernando ya estaba vestido. Fui directa hacia él, le besé muy despacio y me dirigí a la puerta para marcharme.
-Volveremos a vernos… supongo… -me dijo mientras me miraba con cara de deseo.
-Quizás… le respondí yo en tono juguetón.
Me sonrió. Yo le guiñé un ojo a la vez que sonreía y me marché.