El amigo de mi novia

Decido prepararle cierta fiestecilla a mi preciosa novia.

Me metí en el Messenger, llevaba una semana intentándolo y por fin apareció Roberto en la pantalla. Había conseguido su dirección fisgoneando en el ordenador de mi novia Susana. Ellos eran amigos de clase de la universidad y yo ya le conocía de algunas ocasiones. Era el típico chico guapo, musculoso, practicante de deportes y muy amable con la gente. Tenía muchas cosas buenas, pero la mejor era que no era nada engreído como muchos musculitos son. Mi novia siempre me cuenta anécdotas de él y la verdad es que ha conseguido que me caiga bastante bien. Tras un rato de conversación empezamos a hablar de Susana. Yo le preguntaba que tal se llevaban y que qué le parecía como chica. Él como era tan amable no paraba de colmarla en halagos sin llegar a insinuar nada que pudiera molestarme. Sin embargo ese no era mi objetivo, por eso llevé la conversación más lejos.

-Nunca te ha gustado ver a Susana con esas minifaldas que lleva a veces?-le dije yo.

-Sí la verdad es que es una chica muy guapa-decía él.

-Y muy erótica, no crees? Nunca te has imaginado cómo es en la cama? He roto el hielo preguntándote, y sé que eres una buena persona, asique no te cortes e intenta ser sincero que no me vas a ofender, todo lo contrario.

  • bueno, la verdad es que alguna vez si que he pensado en ello. Es una chica muy guapa y siempre he pensado que eres un chico muy afortunado.-respondió Roberto cortésmente.

-Ya se que no nos conocemos mucho y que esto te puede sonar raro pero, qué pensarías si te dijera que siempre he soñado con montar un trío con ella y contigo? Aceptarías?

  • bueno, no sé qué decir la verdad, no sé, es una propuesta muy extraña.-dijo Roberto.

  • Vale, hagamos una cosa, simplemente quedemos un día los tres y a ver que ocurre, de acuerdo? Si ves que en el momento no te entusiasma la idea lo dejamos y listo, ok?

  • Bueno, en ese caso quizá sí, porque la idea me parece un poco fuerte, y nunca me había imaginado que ella quisiera hacer algo así.

-Bueno, verás- respondí yo- lo cierto es que ella no lo sabe, porque quiero que sea una sorpresa para ella. De hecho si lo supiera de antemano no lo haría ni de coña, asique lo mejor es que lo mantengamos en secreto hasta que ocurra. Toma, te mando una foto para que veas que no estoy gastándote ninguna broma.

Tras esta conversación arreglamos la cita. Él organizaba una fiestecilla en su casa, algo tranquilo entre amigos, asique cuando la gente se fuera sería la oportunidad ideal. Sus dudas se habían disipado totalmente tras mandarle la foto en la que salía Susana muy sugerente y completamente desnuda en la cama, aunque no se veía nada importante se intuía.

Llegamos a la fiesta, éramos unas diez personas, todos amigos de clase de mi chica y muy amables. Poco a poco los invitados se fueron yendo y nosotros no, dado que yo llevaba el coche y había bebido, o al menos esa era la escusa. Cuando por fin nos quedamos solos me levanté a por unas copas más, mientras ellos estaban en el salón, en un sofá en el que cabían más de tres personas.

Él se había cambiado de ropa y llevaba un pantalón de pijama y una camiseta deportiva, mi novia seguramente ya había notado que él estaba bastante bueno y le estaría mirando con buenos ojos. Ella por su parte llevaba una minifalda tableada de cuadros verdes con medias negras y una camisa de botones blanca completamente apretada. El pelo lo llevaba recogido en dos trenzas una a cada lado de la cabeza que caían sobre sus hombros. Susana no es una chica delgada, sino una preciosidad de curvas increíblemente redondas y con una cara muy erótica de gruesos labios y ojitos almendrados. Es una belleza que emana erotismo por todos los poros de su lisa piel. A mi lado parece pequeña, porque mide un metro sesenta, pero al lado de Roberto es aun más pequeñita, porque éste es una mole de metro noventa y con un cuerpo bastante musculoso. Cuando volví al salón les vi conversando amistosamente, uno al lado del otro. Yo me senté al lado de Susana, la cual quedaba entre los dos.

Tanto Roberto como yo estábamos algo nerviosos, porque no teníamos ninguna estrategia preparada y no era plan de sacarse las pollas ahí sin ningún motivo. Ella podría salir corriendo y se nos acababa la fiesta, asique nuestra estrategia a corto plazo era emborracharnos más aun para romper un poco el hielo y cortar nuestros nervios. Una de las copas cayó sobre la entrepierna de Roberto empapándole completamente, rápidamente yo cogí a mi novia por uno de sus tobillos, y llevé su precioso y torneado gemelo de colegiala a la entrepierna de Roberto para secarla. Comencé a restregar así su linda piernita por su paquete, ante la atónita mirada de los dos. Aunque la mirada de Roberto era también de cierta excitación. Tras unos segundos así mi novia tiró de su pierna y me dijo: -pero qué coño haces? –Pues secarle al chico, hija.

Él se fue a ponerse otro pantalón, y mientras mi novia me reprendía. Yo le insistí exitosamente para que se quitara las medias que por mi culpa las tenía mojadas. Ver su preciosa piel en esas redondas y torneadas piernas es un gozo del que no quería privarme ni a mí ni a Roberto.

Tras un rato de incómoda conversación y viendo que la cosa no iba a ninguna parte por fin di con una idea un poco mala pero que servía para avanzar en nuestro trío secreto.

-Susana, sabes que estás genial con esa faldita y que siempre he tenido una cosa en mente? -dije

  • gracias, cariño, qué es lo que tienes en mente si puede saberse?- respondió ella.

-siempre que hemos follado y llevabas esa faldita…-

-pero como dices eso delante de Roberto!!-me interrumpió ella ruborizada llevándose las manos a la cara y apretando las piernas.

-…bueno, no te preocupes que Roberto no se va a asustar… lo cierto es que siempre te he querido ver en pleno acto pero desde esta perspectiva, a ver como luces.-

-pero que dices guarro?- respondió enojada pero sonriendo a la vez.

Me levanté y ordené a Roberto que se posicionara y con cierto esfuerzo conseguí que mi novia se sentara sobre él como si estuvieran montándoselo. Una pierna a cada lado de él y su pubis perfectamente sobre la entrepierna de Roberto, quien miraba tan atónito como ella. Yo me volví a sentar donde estaba, viendo en perspectiva lo que se suponía que quería ver. Roberto puso sus manos en la cintura de mi novia, que seguía mirándome con cara de no entender nada. Me volví a levantar y agarré a Susana de la cintura y comencé a obligarla a moverse como si estuvieran follando, haciendo que restregara su chochito contra la polla de su amigo de clase. Entre ambos solo se interponían las ligeras telas de su tanguita y el pijama de él. Apuesto a que ella notaba cada vena de su verga, que a esas alturas estaría bien gorda.

Me volví a sentar, porque sin mi ayuda ya se movían por sí mismos.

-Ves como no era tan difícil? Ni que te fueras a poner cachonda, mi amor.- dije con picardía.

-ya bueno, -decía ella –pero es que sonaba un poco raro

El intento había dado resultado pues ella tenía la cara completamente roja de excitación y los labios aun más hinchados, señal inequívoca de que algo pasaba en su entrepierna. Me excusé un momento para ir a por mas copas a la cocina, me desvanecí del salón y me quedé mirando un poco por una esquina de la puerta. Ellos seguían, claro, en la misma posición. Pero ya no cabalgaban con la excusa de satisfacerme, estaban bastante tensos, mirándose fijamente. Roberto tenía las manos en sus cinturas, bajando ligeramente a sus caderas, mi novia había puesto sus manos en los hombros de su amigo de clase. Tras fijarme me di cuenta que no estaban quietos, Susana continuaba un movimiento de su coñito a lo largo de la barra de carne que tenia debajo, pero lo hacía de manera casi invisible, cortada por la situación pero incapaz de parar su pelvis.

Al llegar al salón me tumbé en el sofá, ocupando todo el espacio libre, y diciendo que por mí mejor que se quedaran en esa posición, pero le dejé claro a Roberto que no se aprovechara de mi niña. Ellos ni pestañearon. La situación era demasiado deliciosa para ambos y si yo les dejaba, para ellos perfecto. No se movían visiblemente, pero era claro que lo hacían.

-Bueno, Roberto –dije alegremente –cuéntanos cuál es la experiencia erótica más extraña que hayas tenido.- a ambos se les encendieron los ojos, pues pensaban que la respuesta la tenía delante de mis ojos. Sin embargo Roberto empezó a hablar.

  • pues lo más raro que me ha ocurrido es con una chica a la que no me pude follar porque decía que le hacía daño.

  • sí claro, ahora resulta que tienes polla de caballo, o es que era una niña pequeña?- respondí. Mi novia sonreía entre inaudibles suspiros.

  • no era una niña pequeña, de hecho era más alta que tu novia, por ejemplo.

  • bueno, como ni te creo, ni soy tan maricón como querer verte la polla lo mejor será que Susana compare la tuya con la mía, que es la única que ha visto, y diga.

  • a mi no me metáis en esto, cerdos- dijo ella sin ninguna credibilidad, sonriendo por mi comentario.

  • sí, -dijo Roberto –pero tu novia nunca dirá que la tengo más grande para no dejarte mal.

-Bueno, pues lo hará con los ojos cerrados, así habrá justicia.- respondí, y sin darles tiempo a reaccionar agarré su pañuelo y se lo pasé por los ojos. Nosotros nos sentamos en el sofá y ella se arrodilló en el suelo entre los dos. De su cara solo se veía una sonrisa traviesa y que de vez en cuando se mordía el labio inferior. Ambos cerramos los ojos, nos bajamos los pantalones y los calzones, y la dejamos actuar. Luego de un rato noté su cálida mano recorrer mi pierna hasta mi pene. Lo agarró por la base con su suave mano y la apretó. Sólo con eso casi hace que me corra. Comenzó a masturbarme un poco, lenta y suavemente, deleitándose en cada centímetro. Ese no era el trato, pero no era momento de réplicas. Tras unos instantes me soltó y escuché cierto manoseo a mi izquierda y cómo Roberto suspiraba suavemente, mi niña estaría haciéndole una suave paja de esas que hacen que uno olvide cualquier cosa del mundo. Tras un rato oí su voz: -ya podéis vestiros.- lo hicimos, abrimos los ojos y la dejamos quitarse el pañuelo. Ella no paraba de sonreír excitada.

-bueno, chicos –decía divertida –no he podido comparar bien dado que una de las… una de las pollas no estaba erecta y la otra sí, asique no es justo.

Hice a Roberto una seña para que se la volviera a sacar, no me creía que estuviera flácida, dada la situación. Ambos nos las sacamos, intentando acabar con la comparación de una vez. Mi novia miraba desde su posición divertida. Roberto se bajó los calzoncillos y apareció su verga. Es cierto que estaba flácida, pero no había que ser muy listo para adivinar quién la tenía más grande. Aun morcillona la suya era casi del tamaño de la mía en estado de máxima excitación. Mi novia, con cara de buena, llevó cada mano a cada polla. Nadie la había dado órdenes pero ella ya tenía cierta iniciativa. Nos miraba siempre sonriendo, y comenzó a hacernos una suave paja. Decía que era para poder comparar mejor. Sin embargo yo veía como la polla de Roberto iba creciendo poco a poco y pronto superaba mi tamaño. La mano de Susana no cerraba completamente alrededor de tremenda barra de carne. Su cabeza gorda, color carne comenzó a alzarse como un monstruo peligroso para mi niña.

-bueno, parece que tenemos un campeón. –dijo Susana mirando sólo a Roberto.

-lo importante no es el tamaño –protesté –sino… -no se me ocurría muy bien qué decir, pero no hizo falta porque Susana me tomó la iniciativa.

-sino el sabor que tienen… -Susana me sonreía divertida al decir esto. Yo no me podía creer que ella hubiera dicho tal cosa, pero me alegré de que las cosas fueran rodando. Agarré su cabeza por la nuca, indicándola que se acercara a comérmela, pero ella se resistía sonriendo. No dejaba de masturbarnos lentamente a ambos.

-pero qué haces, cerdo? Qué quieres, que te la chupe aquí delante de Roberto? –decía Susana. Yo estaba un poco confuso.

-Bueno, tan sólo es para que compares eso que decías del sabor… venga, tan sólo hazlo por un momento, ok? –yo continuaba insistiendo con mi mano. Poco a poco ella fue cediendo, mirándome malhumorada, como si ella no quisiera realmente. Sin embargo seguía masturbándonos suavemente, lo que indicaba que tampoco estaba tan en contra. Sus labios rosas y gruesos se acercaron a mi pene lentamente. Vi una sonrisa dibujarse en la comisura de su morbosa boca, ahora miraba a Roberto mientras sus labios se posaban sobre mi glande. Los volvió a separar un poco, quedando un hilo de líquido pre seminal entre ambos. Ella lo vio y sacó la lengua para saborearlo. Volvió a sonreír como niña mala y se alejó de mí. Eso fue todo. Se alejó de mí volviéndose a su posición de rodillas sobre el suelo.

  • bueno, y ahora qué se supone que debo hacer, cariño? Chuparle la polla a mi amigo me parece una cerdada.-dijo Susana poco convincente.

-pues al menos intenta comprobar su sabor, Susana, nadie te pide que se la comas.- respondí yo. Estaba un poco molesto porque no me la hubiera comido en condiciones, eso me provocaba estar aun más cachondo de lo que ya estaba. Y a ella el juego no parecía disgustarle.

Se incorporó lentamente y se acercó a la entrepierna de Roberto. Soltó su tremenda polla que se mantenía completamente firme, a pesar de su tamaño. Mi dulce niña cogió una de sus trenzas y llevó la punta a la húmeda cabeza de carne y la mojó en la leche que había salido gracias a la paja que le estaba haciendo. Luego sonriendo se llevó la trenza a los labios y saboreó ese poquito de líquido pre seminal.

-creo que esto no va a ser suficiente. –dijo ella.

Miraba a los ojos directamente a Roberto y a veces a mí con cierta compasión. Puso su barbilla a la altura de los huevos del chico y apoyó el rabo a lo largo de su cara. El cabrón la tenía bien grande, pues tapaba casi toda la carita de mi niña. Ella comenzó a restregársela por la cara, abriendo la boca y dándole ciertas lamidas a su tronco. Con su mano le masturbaba suavemente en todo su recorrido.

Roberto no dejaba de suspirar. Pero eso no era nada. Mi novia llevó sus gruesos labios al gigantesco glande. Abrió lentamente la boca y comenzó a meterse ese rabo en su boquita de guarrilla. Poco a poco iba desapareciendo hasta llegar a la mitad de su recorrido. Volvió a sacársela y en un segundo intento llegó a metérsela hasta el fondo. Me pregunto dónde había aprendido a tragarse semejantes rabos. Veía que sus comisuras dibujaban una sonrisa, estaba orgullosa de darla cobijo en su boca, la muy guarra. Siguió esa maravillosa mamada por unos largos segundos, y se la sacó de la boca. Me miró con cara de putón directamente a los ojos.

-bueno, quieres ver ahora lo mismo de antes con perspectiva, mi amor?

-vale, por supuesto.- alcancé un condón a Roberto que se lo puso con gran dificultad. Mi novia se reía de que yo hubiera comprado sólo condones de mi tamaño. Le ayudó a colocárselo con su propia boca. Volviendo a meterse toda la tranca hasta el fondo. Se incorporó y se sentó sobre él, como la otra vez. Comenzaron a moverse lentamente, sin follar aún. –lo ves bien desde ahí?- me preguntó caliente. La polla de Roberto rompió el condón. Pero a pesar de eso mi novia la agarró y la apoyó en los labios de su vagina, retirando el tanguita.

Yo no veía nada porque la minifalda de Susana tapaba lo suficiente. –Por favor,- me dijo Susana- me ayudas que no me acuerdo cómo quieres que nos movamos.

Me acerqué a ellos y la cogí por la cintura. La empujé lentamente hacia abajo, haciendo que toda la polla entrara en su conejito. Comenzaron a follar lentamente, besándose de manera desesperada. Para ellos yo ya no existía. Gemían fuertemente, al menos mi pobre niña ensartada. Yo no sabía qué hacer, me mantenía de pie junto a ellos, contemplando la situación. Asique se me ocurrió hacer lo que se hace en las pelis porno. Simplemente levanté la faldita de mi novia y observé como ese pedazo de rabo desaparecía en las entrañas de Susana, una y otra vez. El elástico del condón seguía rodeando el pene de Roberto, pero estaba completamente roto y a ellos no les importaba. Retiré el tanguita que tapaba el culito de mi niña y tras humedecer un dedo comencé a jugar a meterlo en él. Mi novia no gemía más por ello, más que nada porque ya estaba gimiendo suficiente. Roberto agarró los glúteos de ella y los mantenía separados, así que me preparé para encular a Susana. Acerqué mi glande a su agujero y lo posé sobre él. Aunque el pene de Roberto era inmenso, el mío tampoco es que fuera pequeño, y tenía que hacerlo lentamente para no dañarla. Además era la primera vez que se lo hacía por detrás. Ella protestó un poco cuando notó que presionaba para metérsela. Y tras unos intentos su mano se posó en mi vientre empujándome para atrás.

-espera, cariño, que no quiero que me hagas daño. –dijo divertida.

Llevó su mano a su coño y sujetó el rabo de Roberto. Luego lo llevó hacia su ano y se sentó sobre él. Simplemente esa polla, mucho mayor que la mía, empezó a abrirse camino lentamente y el glande se perdió tras unos instantes dentro de ella. Tras ello, mi dulce niña se dejó caer lentamente clavándosela entera sin ningún descanso. Disfrutó un instante del placer de tenerla en el culo y volvió a sacársela. Para acto seguido volver a metérsela en el coño. Yo estaba flipando, o la polla que se acababa de meter era realmente pequeña, que no lo era, o esta no era la primera vez que mi novia tenía una en el culo.

-ves amor? Ahora no me dolerá. –dijo Susana, y acto seguido ambos rieron calladamente.

Tras un momento de duda decidí que no era momento para ponerse celoso, al fin y al cabo ya se la estaban follando en mi cara y por culpa mía. Asique volví a posar mi polla en su ano y empujé lentamente, aún con miedo a hacerla daño. Ella comenzó a moverse follándose las dos pollas a la vez, y gimiendo como una verdadera loca. Era la primera vez que la veía gritar tanto. Su cara estaba roja y sus labios hinchados, apenas podía besarse con Roberto. Sudaba brutalmente, también porque llevaba toda la ropa puesta, excepto las medias. Roberto me miraba de vez en cuando sonriéndome y disfrutando bastante de la situación. Mi polla estaba a reventar, en pocos segundos me correría asique me puse a encularla aún más rápidamente. Ella lo apreció, moviéndose también más aún, y tras unos instantes, ambos nos corrimos.

Saqué mi miembro de ella, goteando lefa sobre el suelo y el sofá. Y me senté al lado de ellos, que seguían en la misma posición sin hacerme mucho caso. Yo no sabía muy bien que hacían, porque ni se movían ni nada. Simplemente se miraban con ojos de lujuria, y ella movía lentamente, casi de manera imperceptible, sus caderas sobre Roberto. Hablaban de manera silenciosa, yo sólo podía escuchar palabras sueltas como, "donde…correrte" o "…la última…vez" de vez en cuando se sonreían. Parecía que yo no estaba allí, finalmente ella se levantó, y se arrodilló frente a él, con las rodillas cerradas, como niña buena, aún llevaba la minifalda. Me miraba, agarrando ese mojado falo, acariciándolo y dándole besos y largas lamidas, sus trenzas caían a ambos lados de su rostro. Lo masturbaba lentamente, siempre mirándome fijamente a los ojos, como si me lo hiciera a mí. Y tras un rato, cuando Roberto comenzó a resoplar fuertemente se metió toda la barra en la boca y comenzó a mamarla rápidamente. La tragaba hasta el fondo, acompañando sus labios con su mano derecha, mientras la otra agarraba la base. Luego la sacaba de nuevo, y la masturbaba unas veces para repetir la operación. En un instante Roberto explotó y comenzó a correrse. Yo pude ver los primeros chorros porque la polla estaba fuera de mi novia, pero ella se encargó de metérsela de una vez hasta el fondo. Ambos dos gemían de placer, Susana paraba de vez en cuando porque se lo estaba tragando, tragó unas tres veces, y aun así no pudo evitar que algo de blanco esperma se saliera de su boca, por la comisura de sus labios. Fue sacando lentamente la polla de su boca, con una sonrisa de satisfacción indescriptible. Sus manos se apoyaban en los muslos de Roberto, ayudándose a sí misma a levantarse. Ese rabo estaba encogiéndose lentamente, pero aún se veía bastante gordo, y cuando mi novia por fin lo liberó, cayó pesadamente hacia abajo, goteando aún algunos restos de lefa.

Susana se puso de pie y luego se sentó sobre las piernas de Roberto, que la recogió en un cariñoso abrazo. Se acariciaban lindamente ante mí, que continuaba callado observando. Luego se dieron un largo beso en el que vi sus lenguas retorcerse fuera de sus bocas. La de mi novia debía saber bastante a lefa, y aun así Roberto no protestaba.

-Bueno, cariño, -dijo al fin mi novia mientras jugaba a balancear sus preciosas piernas, metió una de sus manos entre ellas y colocó el pene de Roberto, aprisionándolo entre sus muslos, aun ahora podía verse asomar la cabeza de tremenda verga.- imagino que después de todo esperarás un veredicto, verdad?

-esto… -respondí dubitativamente –sí claro, para eso era todo esto, verdad?

-que sepas que yo no he disfrutado nada con tu cerdada –respondió ella torturándome. –a ver si te crees que me gusta ir por ahí comiéndole la polla a cualquiera. –con este comentario Roberto se rio sospechosamente, su polla seguía entre las piernas de mi dulce novia, las cuales mantenían un erótico movimiento –tras todo esto puedo decirte que, aunque apenas he logrado saborear su leche –dijo acariciándose el cuello y el pecho –creo que tu lefa es la más rica de las que he probado.

Me mantuve callado, pues no era momento de admitir que nunca en la vida me había corrido en su boca puesto que siempre decía que le daba asco. Eran demasiadas emociones para un mismo momento.