El amigo de mi marido me folla

Tenemos una cena de parejas y uno de los amigos de mi marido me acaba follando en su habitación

Este es el primer relato que subo, espero que os guste y me deis vuestras opiniones. Es real.

Información importante para que no os confundáis:

JUAN: Mi marido.

CELIA: Yo.

CLAUDIA: Nuestra amiga embarazada.

TOMÁS: Nuestro amigo, casado con Claudia.

Esto que cuento ocurrió hace ya 18 años, cuando estaba embarazada de mi primera hija. Mi marido y yo llevábamos casados cinco años, ambos teníamos 25 en aquel momento, y decidimos tener nuestro primer bebé. Nos conocimos cundo teníamos dieciseis. Él era el novio de una de mis amigas y yo, enamorada de él, se lo quité a mi amiga. Desde entonces hemos sido felices, aunque no puedo negar que he tenido algunos tropiezos (muchísimos) a lo largo de mi matrimonio.

Como digo, hace 18 años estaba embarazada de mi hija. El embarazo fue algo raro para mí, me provocó muchas más ganas de tener sexo, y estaba todo el rato intentando acostarme con mi marido. El pobre hacía lo que podía, y teníamos sexo unas dos veces diarias, pero llegó un momento en el que él se cansó. Yo, de por sí, ya era muy activa sexualmente. Follábamos mucho, y siempre incluíamos cosas nuevas e interesantes, pero durante el embarazo, lo único que quería era sexo y más sexo. No solo durante el primer embarazo, sino que con el segundo me ocurrió lo mismo.

En esa ocasión, teníamos dos parejas que eran nuestros amigos, y lo siguen siendo a día de hoy. Las tres parejas éramos jóvenes, y mi marido y yo éramos los más jovenes con 25, pero el resto tenían menos de 30 también. Una de esas parejas, al igual que nosotros, estaban esperando un bebé, Tomás y Claudia. La mujer estaba embarazada de unos cuantos meses menos que yo, y estábamos en la mesa comentando el embarazo.

"Yo no creo que quiera tener hijos" dijo la amiga que no estaba embarazada.

"De eso nada, yo sí quiero" dijo su marido.

"Hazme caso, mejor que no tengáis hijos" dijo Tomás de broma "Claudia desde que se quedó embarazada me tiene a dos velas."

"Eres un exagerado" dijo Claudia.

Nuestros amigos y nosotros teníamos mucha confianza. Hablábamos de sexo, de nuestras experiences y cada vez que probábamos algo nuevo, etc. Normalmente eran las mujeres por un lado y los hombres por otro, pero no teníamos vergüenza en decir si follábamos o no, por lo que esta conversación era totalmente común entre nosotros.

"Habrá cambiado ahora, porque en el instituto no tenía a nadie a dos velas" bromeó nuestra otra amiga.

"Pues Celia desde que se quedó embarazada no me suelta" dijo mi marido.

"Otro exagerado" dije yo "Lo único que el embarazo me ha subido las ganas hasta las nubes, pero vamos que este no se luce en la cama"

"Coño, hago el intento" dijo y nos reímos todos.

"Ojalá el embarazo le hubiese subido las ganas a Claudia, ahora cuando no es la espalda, es la cabeza o las rodillas" me miró a los ojos sonriendo "Siempre una excusa nueva"

"Dímelo a mí" le devolví la sonrisa "Juan que si está cansado del trabajo, que si ya lo hemos hecho por la mañana,... Me tiene aburrida" reí.

"Oye que estamos aquí los dos" dijo Claudia bromeando.

Mientras tanto, yo noté cómo Tomás me miraba desde el otro lado de la mesa. Después de cenar habíamos decidido tomarnos unas copas, todos excepto Claudia y yo. Mejor dicho yo, porque Claudia acabó bebiendo (nunca ha sido la mujer más responsable del mundo). Si era cierto que su mujer lo tenía a dos velas, era normal que me mirase. Yo llevaba puesto aquel día un vestio negro ajustado al cuerpo, con unos tirantes muy finos sobre los hombros y unos tacones bajos para poder soportar el peso del embarazo. Estar preñada había hecho que mis tetas creciesen, parecían dos balones de playa. Nunca las había tenido tan grandes. Yo de por sí siempre he sido delgada, así que los kilos del embarazo no me hicieron estar gorda, solo tener un poco más de curvas. Apoyé los codos sobre la mesa y apreté los brazos disimuladamente, para que nadie excepto Tomás se diese cuenta del escote que se me marcaba.

Vi cómo los ojos de nuestro amigo casi se salían de sus párpados y tragaba saliva. Estaba casi babeando por mis tetas, pero ambos teníamos que disimular. Seguimos coqueteando un poco durante el resto de la noche, mientras el resto seguían bebiendo. Claudia solo se tomó dos copas, pero a causa del embarazo ya iba borracha. Mi marido iba borracho también, y la otra pareja ya estaban tirados en el sillón casi dormidos.

"Claudia, ¿Celia no vio cómo quedó el baño dentro del cuarto verdad?" preguntó Tomás, que no iba borracho.

"No" contestó su mujer tirada en una silla.

"Se lo voy a enseñar" Tomás me cogió de la mano y fuimos hasta su habitación. Nadie sospechaba nada porque acababan de hacer la reforma y era cierto que yo no había visto el resultado final.

Cuando entramos, cerró al puerta a mi espalda con el pestillo echado y se lanzó a besarme. Comenzamos a besarnos apasionadamente, su lengua chocando con la mía, ambas entrando y saliendo de nuestras bocas, intercambiando saliva. Me agarraba de la nuca y yo tiraba de su pelo, comenzó a besar y lamerme el cuello, el pecho y, de un tirón, bajó mi vestido y sacó mis tetas. Estaban hinchadas, y él comenzó a lamerlas y a comerme los pezones, mordiéndolos y pasando la lengua por ellos. De vez en cuando les daba pequeños azotes, algo que me dolía pero me ponía.

Se bajó la bragueta, pero ni siquiera se deshizo de sus pantalones. Simplemente se sacó la polla, me empujó cuidadosamente sobre la cama, echó mi tanga a un lado y, escupiéndose en el rabo, me lo metió lentamente. Notaba sus pantalones rozando contra el interior de mis muslos, mientras que Tomás me embestía poco a poco, suavemente, hasta que empezó a coger el ritmo. De vez en cuando se inclinaba, con cuidado de no darme en la barriga, y me besaba como un animal en celo, con mucha lengua y mordiéndome los labios. Me azotaba las tetas y me las manoseaba y masajeaba como si fuesen masa o plastilina. Estaba muy cachonda, llevé una de mis manos a mi coño y comencé a frotarme mientras notaba aquella polla entrando y saliendo del coño que mi marido había preñado hacía siete meses.

Al poco tiempo, una ola de placer me invadió y acabé corriendome sobre la polla del amigo de mi marido. Él, al notar mi coño apretado sobre su polla, solo necesitó un par de embestidas más para correrse dentro de mí. Me di cuenta en ese momento que se nos había olvidado el condón, pero ya daba igual. Ambos nos levantamos sin decir nada, nos arreglamos y nos vestimos y salimos de la habitación.

"Me encanta el baño Claudia" dije mientras el semen de su marido empapaba mi tanga.

Espero que os haya gustado el relato. No dudéis en dejarme vuestras opiniones en los comentarios y mi correo. Un beso :D