El amigo de mi hijo me deja sorprendida
María, va a recibir la visita de Javier, un amigo de su hijo Marcos. Tras 5 años sin verlo, María notará algo cambiado a Javier (ya con 19años), y empezará a fantasear con él placer adulto...
Soy María. Soy una mujer casada felizmente desde hace 15 años. Cuando lo hice lo hice por amor y nuestra relación era muy pasional. Vivíamos en Madrid, mi marido trabaja para una multinacional y tenía un buen puesto. Hace 5 años decidieron ascenderlo pero con la contrapartida de trasladarse a Barcelona. Así es como iniciamos nuestra nueva etapa en Barcelona.
La verdad es que nos adaptamos muy bien, mi hijo Marcos, que en aquel entonces tenía 14 años hizo amigos de seguida y se apuntó a un equipo de fútbol, tal y como solía practicar en Madrid. El idioma no fue problema, hemos ido aprendiendo y aunque todavía no lo hablo bien, ya lo entiendo y chapurreo. En cambio mi hijo Marcos sí que ha aprendido más y es capaz de mantener conversaciones. Cosas de la juventud.
Mi marido fue nombrado jefe de la delegación de Catalunya, y por razones de trabajo un par de veces al mes tiene que viajar, algunos días durante 1 o 2 semanas, ya que tiene que ir a Sudamérica o incluso China.
Tenemos un buen estatus, la empresa nos alojó en un chalet en las afueras de la ciudad, en una urbanización cercana a la playa, y la casa está genial. Tenemos jardín y piscina e incluso una señora que me ayuda con las tareas del hogar. Yo actualmente no trabajo, y me dedico a cuidar de la familia, a realizar mis cursos de cocina, de baile y mi gimnasio. La verdad es que Juan, me ha dado una vida perfecta y no puedo negarlo. Me hallo cercana a los cuarenta años, pero tengo un buen cuerpo para mi edad. Creo que resaltaría mis piernas. Mido 174cm, no estoy gorda, cuido mi alimentación y mi línea y yo diría que soy atractiva y sexy. Me gusta exhibir mi cuerpo y especialmente resaltar mis pechos, pues por algo mi marido me regaló una operación de estética.
Se acercaba el verano, y entonces fue cuando Marcos me dio la noticia. Javi, su mejor amigo en Madrid, con el cuál había seguido manteniendo relación a distancia a través de Facebook y el móvil vendría a pasar unos días de vacaciones a Barcelona, hospedándose en nuestra casa. Todo claro, si yo daba el visto bueno. Javi, además de amigo, jugaba junto a él en el equipo, era delantero y un chico muy mono. Tenía ojos verdes con pelo moreno, un cuerpecito de hombrecillo. Estaba claro que de mayor iba a romper más de un corazón.
Además sus padres, eran muy amigos nuestros. Llega un momento en la vida, en que los hijos te presentan amigos, y en este caso, nuestros hijos que eran como Zipi y Zape, hicieron que viajáramos en ocasiones juntos, saliéramos a cenar, a bailar,… En fin, me hubiera gustado que ellos también hubieran venido, pero cosas de la vida, nuestros niños ya no eran tan niños, y ahora tenían 19 años, ganas de independencia y de vivir a su aire.
Llegó agosto. Nos dispusimos a preparar la habitación de invitados. Nuestra casa tenía dos plantas. En la planta inferior, se hallaba el jardín, junto con la piscina, y dos grandes cristaleras daban acceso al comedor y a la cocina. De allá, podía llegarse a la entrada, dónde había un baño y la habitación de mi hijo Marcos. Él prefería tener su espacio y no sentirse tan controlado.
Una escalera amplia y con un par de curvas, conducía hasta la planta superior, donde se hallaba a un costado mi suite, un baño con ducha de frente y a la derecha dos habitaciones. Una la teníamos acondicionada como despacho donde tenemos un pc, y un par de mesas. En la otra era donde pensábamos alojar a Javi.
Estuvimos haciendo planes con Marcos, para llevar a Javi junto con mi marido a ver alguna playa fuera de serie y para llevarlo a visitar Barcelona, aunque nuestro hijo ya nos indicó que apenas podrían estar por nosotros ya que ellos tenían sus planes.
Soy una mujer muy familiar, y me gusta disfrutar de la compañía de los míos, y sentía por momentos que mi hijo se echaba a volar, mientras mi marido, en lo mejor de su carrera se disponía a afianzar su puesto. Quizá me sentía aburrida y en ocasiones sola, y más cuando encima mi marido me dio la mala noticia. En agosto, tendría que ir urgentemente a Perú para solventar un asunto de vida o muerte, cosa que según sus cálculos sería un par de semanas…
Agosto llegó, y apareció mi hijo acompañado de su amigo Javi. Me quedé perpleja al ver a ese niño convertido en adulto. Con mi hijo no noté tanto la diferencia al tenerlo cada día, pero con Javi fue diferente. Me sorprendió ver aquel niño metido en ese cuerpo de hombre. Manteniendo ese color moreno de pelo y de piel. Sus ojos eran prácticamente lo único que no había cambiado, y seguían tan bonitos y con una mirada tan penetrante como siempre. Iba peinado como los chicos de hoy en día, con el pelo hacia arriba y con una especie de tupé, y tenía barba de un par de días.
Vestía como un modelo, de hecho parecía uno de esos modelos de catálogo, con cuerpo musculado, o al menos eso dejaba intuir su ajustada camiseta amarilla. No lucía un cuerpo de gimnasio pero si un cuerpo fibrado y musculado fruto del deporte. Se notaba que seguía practicando el fútbol, porque sus piernas también estaban musculadas y sin un bello apenas.
Estiré el cuello para saludarlo. Debería medir como mi hijo, más de 180cm. Le di un abrazo y pude comprobar la dureza de sus brazos fibrosos. Comenzamos a hablar, pero de seguida mi hijo me cortó, indicándome que tenía que mostrarle su habitación para dejar las cosas y marcharse, pues habían quedado con unas amigas. Por un momento sentí envidia por ellas, pues yo me encontraba sola en casa. La señora de la limpieza estaba de vacaciones y mi marido en Perú.
Así pues, me puse un Martini y me fui al jardín para pasar disfrutar del atardecer.
Pasaron los días, y compartimos comidas, intercambiamos conversaciones, reímos...Javi, es como un hijo, pero imagino que el aburrimiento y la insatisfacción, a veces hace soñar. Quizá mi sueño empezó aquel día en la piscina en que vi como mi hijo y él se bañaban. Yo estaba apoyada en una columna desde la ventana de mi habitación. El vestía un bañador cortito, dejando al descubierto la mayor parte de su cuerpo. Era un cuerpo perfecto. No musculado pero bien definido, fruto del deporte. Sus brazos marcaban sus venas, y tenía unas abdominales bien definidas. Empecé a imaginarme que intentaba seducirme y que yo negándome acabab rendida a sus pies. Me noté algo excitada pensando en mi historia y comencé a frotar mi mano con el clítoris.
Imaginaba su enorme pene, musculoso como él, y viendo su cara de placer tras cada lengüetazo sobre su glande. Fue subiendo mi temperatura durante minutos, hasta que sentí estremecerme de placer y noté como me flaqueaban las piernas. Me sentí avergonzada por lo que acababa de fantasear, así que decidí ir a tomar una ducha fría.
Pasaron un par de días y me percaté que continuaba fijándome en él. Sentía una atracción por su carne, por experimentar con ese cuerpo inexperto y casi virgen. Y era ahí, en ese punto, cuando me paraba y lo comparaba con mi hijo. Quizá eran vírgenes, y yo lo espantaba. Qué iban a pensar sus padres si se enteraban que fantaseaba con asaltar sexualmente a su hijo. Pero la verdad es que sentía gran morbo por sentir el dominio sobre un pene joven y vigoroso, a la par que inexperto.
Imagino que él no era consciente, que él me veía como una madre o una tía Pero yo en él, veía un hombre. Un cuerpo sexualmente útil y una polla llena de energía con la que obtener placer. Javi paseaba en calzoncillos por la casa. Salía de la ducha con la toalla y su cuerpo mojado. Tomaba sus baños en la piscina con bañadores minúsculos que resaltaban todos sus atributos. Mientras yo, me fijaba en todos los detalles de su cuerpo, fijándome en todos sus músculos.
Fueron pasando los días y mi fantasía, lejos de desvanecerse, se repetía. Tanto es así, que una noche me desperté sudada y mojada tras mi aventura sexual soñada con Javi. Traté de ser racional y de pensar en mi hijo, sus padres, mi marido,…
Traté de hacerme terapia a mí misma y autoconvencerme que eso no estaba bien. Y lo conseguí, hasta que imagino que se dio el punto de inflexión.
El punto de inflexión en esta historia se dio una noche en la que mi hijo y él decidieron quedar con un par de amigas. Los escuché hablando con ellas por teléfono. Algo estaban tramando. Parecía como si tuvieran un plan trazado en el que quedaban 4 amigos, dos chicos y dos chicas, y pretendieran llevárselas al huerto. Mi hijo, por aquel entonces estaba soltero, y por lo que me contaron Javi y Marcos, Javi tenía una media novieta como dicen hoy en día, pero nada serio.
Esa noche era calurosa, mi hijo y Javier se fueron a cenar fuera imagino con ambas amigas, y yo me quedé sola en casa. Di un par de vueltas por la casa, entré en la habitación de Javi, como para revisar que todo estuviera en orden. Bajé a la cocina y preparé algo de cena. Hacía tanta calor que decidí tomar un baño. Refresqué mi cuerpo y mis malas intenciones.
Me fui a la cama fresquita. Decidí dormir desnuda quizá esperando algo que sabía que jamás llegaría. Me desvelé e n medio de la noche. Un fuerte ruido me despertó. Eran mi hijo y su amigo, que parecía que volvían algo alcoholizados. No quise darle mayor importancia, pues son jóvenes y es algo que a menudo sucede.
Vi que Javi no subía, por lo que decidí asomarme desde mi ventana, hacia la zona del jardín y de la piscina. Todo evidentemente desde detrás de la cortina para no cortar el rollo, como dicen los jóvenes de hoy en día. Vi a mi hijo y a Javi tender en una mano una copa de algo, que supongo que era alcohol. Estaban celebrando la noche y susurrándose al oído. De repente, apoyaron las copas sobre la mesa del jardín, miraron a uno y otro lado, a lo que yo decidí esconderme mejor, y empezaron a desprenderse de la ropa.
En alguna ocasión, durante la noche había pensado en levantarme e ir a seducir yo a Javi, con alguna excusa, aprovechando que disponíamos de la planta superior para nosotros solos. Pero cada vez que me levantaba de la cama me volvía. Esa noche todo cambiaría. Mis ojos estaban fijos en su cuerpo. Podía ver su perfecto torso, sus abdominales, y como mostraba cada vez mejor sus piernas. Y de repente, llegó el momento, en que se quitaron los calzoncillos. Mi hijo no existía en mi imagen, pero en cambio, Javi, su amigo, era un espectáculo carnal para mí. Podía ver su cuerpo desnudo al completo, y como colgaba su pene flácido entre sus piernas. Su cuerpo estaba totalmente depilado. Incluyendo la zona genital. No tenía prácticamente nada de bello, y podía deducir de su tamaño en reposo, que con erección valía la pena.
Por un momento me asusté, jugaron en el agua, como tratando de montarse el uno al otro. Javi lo agarró de tal manera que inmovilizó su cabeza y le aproximó su pene.
- Marica! La quieres eh? La echas de menos en la ducha eh? Jajaja!
- Calla cabrón!
Tomaron su baño, y tomaron sus copas, pensando que nadie les observaba. Se despidieron y sentí como mi hijo subía arriba con su amigo. Los vi pasar a ambos en ropa interior dirigiéndose hacia la habitación de Javi. Allá sentí unas carcajadas así que me acerqué lo más que pude para tratar de escuchar que estaban conversando…
- Serán perras! Esto no se nos hace a nosotros… - Decía Javi. – No hay derecho a calentarnos así la polla para luego tener que acabar dándonos un baño de agua fría.
- Tu calla cabrón – Dijo mi hijo – Te recuerdo que tienes novia y que estuviste diciéndole lo mucho que la quieres hace un rato.
- Sí claro! – Replicó Javi – Tengo 19 años, estoy bueno y las tías se vuelven locas por mí. Qué culpa tengo yo que les encante mi polla! Qué quieres que te diga? Si estoy bueno y ellas necesitan mi rabo, pues no se lo puedo negar no?
- Mucho hablas y poco has mojado esta noche, jaja! Y esta noche 5 contra 1
- Calla capullo, que si quisiera ahora iría a la habitación de tu madre y le daba un buen pollazo. Que ella seguro que valora una buena polla como la mía y no estas putas niñatas amigas tuyas…
- A qué te reviento marica? – Dijo mi hijo cabreado
- Qué pasa? Es que tu madre te crees que no necesita una buena polla como la mía? Mi polla no puede pertenecer solo a una mujer…Además está buenísima!!
- Cabrón!! – Dijo mi hijo cogiéndole del cuello – Retira eso o te reviento!!
- Jajaja!!! Vale vale!!! No he dicho nada…seguro que tú también eres ciego…jaja!!! O es que quieres mi polla para ti…
Esas palabras se me grabaron en mi cabeza. El chico con el que había fantaseado, que derrochaba energía sexual y tenía sus hormonas exageradamente alteradas estaba diciendo que le atraía. Si yo había sido capaz de masturbarme pensando en él, él, teniendo 19 años y tanta energía no se había masturbado pensando en mí? Y ahí empezó todo…
A partir de ese día, inicié mis incursiones. Empecé a vestir más extremada, empecé a controlarlo más. En esos momentos en los que no sabes por qué un adolescente desaparecía y no hacía nada de ruido, y yo imaginaba que se masturbaba pensando en mí, empecé a tratar de pillarlo in fraganti.
Por la mañana entraba en su habitación tratando de averiguar si quería desayunar, y tratando de pillarlo en medio de una buena paja matutina…Lo repetía en la siesta con cualquier excusa…Pero nada…No había manera de pillarlo. Empecé a pensar que eran alucinaciones mías… Hasta que llegó el día…
Me desperté y ese día mi hijo había tenido que ir al centro a arreglar unos papeles de la universidad. Sentí la ducha del piso de arriba, por lo que deduje que era Javi. Me medio endormisqué y tras unos cinco minutos me volví a despertar. Sentí que la ducha seguía cayendo… Pasaron unos cinco minutos más y la ducha seguía encendida. Empecé a malpensar. Y si le ha pasado algo? Y si en realidad se está masturbando?
No sabía qué hacer. Solamente sabía que era mi casa, que estaba sola y que sentía cierta excitación por imaginar que un jovenzuelo se estaba masturbando pensando en mí… Así que me levanté, me coloqué el tanga bien, y un top ajustadito. Me dirigí hacia el baño. Conforme me acercaba al baño sentí el agua de la ducha caer. Decidí hacerme la dormida y hacer como si no oyera nada y entrar al baño a hacer pis.
Acerqué la mano al pomo. Estaba nerviosa y muy excitada. Me despeiné para aparentar que estaba más dormida de lo normal. Giré el pomo y empujé la puerta. No estaba el pestillo puesto. Lo habría dejado adrede? La puerta se abrió. La ventana estaba abierta. La ducha del baño era abierta, sin barreras, con gres en el suelo y paredes. Era una ducha muy espaciosa, con un asiento de mármol. Era una ducha abierta similar a la de los gimnasios. Y pude ver de frente el cuerpo de Marcos zarandearse violentamente. Estaba de espaldas y podía ver su culo, perfecto y depilado. Lo tenía contraído, apretando ambos glúteos y con su espalda erizada. Su brazo derecho estaba sobre lo que intuía su miembro, y lo sacudía arriba y abajo. Con violencia. Su cabeza estaba recostada hacia atrás como mirando al cielo, signo del placer que se estaba procurando.
Todos los músculos de su espalda, culo y piernas estaban en tensión. El agua de la ducha resbalaba por cada musculo de su cuerpo. Estaba claro que estaba disfrutando del momento y había olvidado dónde se hallaba. Por unos segundos, no sabría decir cuantos, me quedé perpleja mirándolo, disfrutando de la situación. Imaginando que era yo la protagonista de su fantasía.
De repente, la corriente quiso jugar una mala pasada, y cerró de portazo la ventana del baño. El haber abierto la puerta, había generado corriente, que imagino él también noto y se giró hacia mí. De repente, tal actividad tan frenética cesó, permaneciendo su mano sobre lo que imagino era su miembro, y giró el tronco hacia la puerta. Su cara se quedó blanca y de repente empezó a ponerse rojo. Soltó su pene, imagino, e intentó disimular como si estuviera frotándose.
Yo reaccioné, y me disculpé y cerré la puerta. Bajó a desayunar, esta vez bien vestido, incluyendo la camiseta. Dijo buenos días y se dispuso a tomar su desayuno sin levantar la vista del plato.
- Marcos, tengo casi 40 años y soy madre de un chaval de tu edad! Tranquilo que no me voy a asustar por lo que he visto… - dije tratando de quitar hierro al asunto – Mientras no lo hagas pensando en mí, jeje – era capaz de haber dicho semejante frase? En serio? Esas imágenes de su cuerpo tensionado y su voz diciendo a mi hijo que estaba buena y que me merecía un pollazo, su pollón me habían hecho pensar en voz alta?
- No yo… - su cara sonrojada lo deltaba, había abierto la caja de pandora.
- Mira Marcos, es normal que un chaval de 19 años derroche energía y tenga que masturbarse para relajarse y rebajar sus hormonas. – No sabía que estaba diciendo. – Tranquilo que aquí no ha pasado nada. Lo olvidamos y nadie tiene que enterarse.
- Yo pensaba que estaba cerrado…
No puedo quitarme esa imagen de Javier en tensión aliviando sus necesidades sexuales. Me imagino envalentonándome y adentrándome a la ducha para arrodillarme y chupársela. Ponerla tan dura para que luego con sus musculosos brazos me levantara sentóndeme sobre su enorme pene, y dejándome penetrar en todas las posturas. Sentirme follada por un niñato de 19 años. Sentir una enorme polla dura, sin experiencia, pero con una vigorosidad capaz de no parar en horas.
Seguí controlando al chiquillo de cerca. Trataba de generar causalidad pareciendo que fuera casualidad. Necesitaba ver su polla bien dura, cerca de mi boca, de mi vagina. Necesitaba aliviar de una vez por todas esa tensión que yo llevaba acumulando, fruto del aburrimiento, de la fantasía, del conformismo… Y por eso, por la noche me acercaba a su habitación, y como estaba acalorado lo veía durmiendo destapado, solamente cubriendo con un slip o bóxer y dejando ver su perfecto cuerpo, y ese bulto tan deseado por mí.
Llegaron otra noche de fiesta. A juzgar por los comentarios sobre las chicas tampoco tuvieron suerte ese día. Sentí como Javi subía, imagino que se quitaba la ropa y sentí entrar y salir del baño. Yo había dejado la habitación un poco entreabierta, con la lamparita encendida y me hice la dormida. Me coloqué un libro cercano caído como si hubiera estado leyendo y me quedé desnuda sin top, con tan solo un tanga. Pensé que si me encontraba así mi hijo me daría algo, pero quería excitar a ese chico.
Sabía que si no había pillado seguramente iría cachondo y quería saber hasta qué punto le ponía. Me estaba iniciando en una nueva modalidad, el exhibicionismo juvenil tratando de mostrar mi cuerpo a un chico de 19 años.
De repente oí la puerta del baño, y como se alejaban unos pasos, que de repente cesaron su marcha. Quizá había visto luz en mi habitación y la curiosidad le llamaba a ver qué era lo que le esperaba. Estaba decidida a dejar un mensaje entrelíneas. Sentí como se aproximaban unos pasos silenciosos a mi habitación.
De repente, cercanos a la puerta cesaron. Yo tenía los ojos cerrados, pero podía sentir su presencia, y estaba enormemente excitada. Sabía que si estaba mirando desde la puerta la imagen que estaría viendo sería yo misma tumbada, semidesnuda con un libro erótico medio caído y una mano internada en mi tanga, como si me hubiera estado masturbando y de la relajación me hubiera quedado dormida.
Pasó un minuto, y sentía como la mano que tenía dentro de mi tanga se mezclaba con mis flujos vaginales. No sabía cómo reaccionaría Javier. Yo permanecía inmóvil. De repente, sentí como los pasos se alejaban. Sentí tristeza y vergüenza. Pensé que me había pasado de la raya con el pobre chico. Estaba a punto de levantarme cuando oí de nuevo los pasos volver a mi puerta. Permanecí inmóvil. Parecía ser que Javier fue a asegurarse que su amigo, Marcos no iba a molestarnos.
Sentí como se aproximaba cada vez más. Tanto es así que podía notar su calor, su respiración. Respiraba rápido, imagino fruto de su excitación, morbo y nervios. Hubiera abierto los ojos para verle seguramente en calzoncillos y con un gran bulto en su interior. Empecé a segregar flujos en mi vagina humedeciéndola. Sentí un leve ruido cercano, similar al de la piel de su pene subiendo y bajando. Pensé en abalanzarme sobre él, pero sabía que mi hijo estaba a bajo y podía ser un estorbo. Empezaba a sentir que mi plan empezaba a salir bien, pero ese chico no dejaba de hacer algo natural ante un cuerpo de una mujer desnudo. Quién sabe si yo me despertara o le insinuara alguna cosa si saldría corriendo.
Noté como aproximó mi mano a mis pechos y empezó a jugar con mis pezones. Me cogió por sorpresa y gemí ligeramente moviéndome de placer. Se asustó y paró. Quería que siguiera. Quería sentir su enorme polla en mi boca y dentro de todos mis orificios. Oí el golpe de la goma de lo que suponía su ropa interior chocando contra su pelvis. Imagino que había guardado su miembro asustado por si le cogía. Apagó la luz, y retiró el libro.
Apagó la luz y retiró el libro. Estaba claro que por su edad no iba a ser capaz de sacarme la conversación en medio del desayuno, al igual que hice yo. Pero había sabido interpretar mi mensaje y había dejado su contestación. Con ese gestó dejó claro que quería que se supiera que había habido alguien. Tan solo podía ser su hijo o él. Quería constatar, que había estado allá, y que al igual que yo, había sido cómplice de nuestras manualidades.
Me desperté nerviosa y muy cachonda. Estaba deseosa de poseer ese miembro. De disfrutarlo y cabalgarlo durante horas. Soy conocedora, y experimentada por mi marido, que tras una noche de borrachera, la resaca genera excitación en el hombre. No sé por qué, pero siempre que habíamos salido de fiesta y mi marido había bebido, si al día siguiente estaba resacoso le generaba una excitación y una cachondera que provocaba que me follara con energía y rabia. Rabia que le habían llevado incluso a experimentar posturas poco habituales. Estaba deseando conocer si Javier sería capaz de contestar mi mensaje. Así que decidí aproximarme a su habitación.
Mi boca empezó a segregar saliva de nuevo. Había utilizado mi táctica, permaneciendo dormido en calzoncillos, pero con su miembro medio salido y una mano puesta sobre la parte que lograba tapar, ya que era de gran dotación, y dando a entender que había quedado dormido mientras se disponía a aliviar sus tensiones provocadas por las visiones de mi habitación
Ahora sí que no tenía ninguna duda. El descarado dejó el mensaje claro para que supiera que había estado allí y me había visto, y ahora me daba a entender que no sería el quién iniciaría la guerra. O quizás el alcohol fue quién realmente el que hizo que se durmiera. Me aseguré que mi hijo no molestara, y lo desperté bien temprano obligándolo a ir a casa de sus abuelos para ayudarles en las tareas de casa. Le dije que dejara a su amigo durmiendo, ya que él estaba de vacaciones y no tenía culpa. Tenía la situación deseada: casa vacía, marido en el extranjero, hijo con familia y amigo en la cama.
Esta vez estaba dispuesta a poner todas las cartas sobre la mesa, y pensaba acarrear con las consecuencias. Me hallaba en ropa interior, con un top de tirantes y un short de color rojo. Me dirigí a la habitación del chaval. Mi intención era sorprenderlo desnudo o semidesnudo, resacoso o todavía borracho y cachondo, muy cachondo. Mi excusa iba a ser despertarlo para que me echara una mano en mover unas cosas, ya que mi hijo no estaba.
Antes de entrar a despertarlo lo tapé con unas sábanas hasta la cintura. Volví a salir y entré con decisión. Descorrí las cortinas para que entrara la claridad. En eso, él se revolvió tratando de esquivarla. Me aproximé a él, y efectivamente olía a alcohol de la noche anterior. Como en otras noches, no había conseguido follar. Así pues empecé a zarandearlo como para despertarlo. Él se giró varias veces, como tratando de huir, y vi como tímidamente habría los ojos y los volvía a cerrar.
Harta de ver que no respondía, decidí arrebatarle las sábanas que yo misma le había puesto. Llevaba, deduzco, los mismos bóxer oscuros, marca Calvin Klein de la noche anterior, que resaltaban todo su cuerpo, especialmente sus atributos. Tenía los calzoncillos mal puestos, dejando sobresalir ligeramente la puntita y unos centímetros de su tronco y estaba agarrada por su mano.
Fijé la vista sobre su bulto. Era descomunal. Ver el enorme bulto me hizo salivar de nuevo. Ahora tenía claro que no se había comido un colín, que no había finalizado su paja y que estaba tan cachondo que parecía un volcán en plena erupción. Su pene parecía una barra de acero dura y enderezada, lista para penetrar cualquier agujero por pequeño que fuera. Semiinconsciente trato de taparse, como tratando de evitar mostrar sus vergüenzas, pero yo lo evité. No estaba dispuesta a llegado a ese punto, hacer marcha atrás.
Debía tener resaca, pues se llevaba las manos a la cabeza, tratando de calmar la jaqueca. A juzgar por sus movimientos y mirada, diría que estaba desorientado, sin saber bien si estaba despierto o si seguía durmiendo, y tratando de saber dónde estaba. Empecé a sospechar que su desnudez no había sido malintencionada. Que el alcohol y el cansancio fueron los que provocaron que cayera dormido.
- Javi! Buenos días! Necesito que me ayudes a mover unas macetas, aunque a juzgar por el bulto de tus calzoncillos diría que tú necesitas más ayuda que yo – dije sorprendiéndome de mí misma por el descaro de mis palabras.
- María? – dijo tratando de reaccionar – dame 5 minutos que me sitúe.
- Jaja! Qué? parece que anoche no hubo suerte con las chicas. Qué pasa? Ninguna se ofreció para calmar tu sed? – Mis palabras fueron acompañadas de un leve roce sobre el bulto de sus bóxer.
Mis palabras y roces le hicieron darse cuenta de la situación, y trató de reincorporarse diciendo:
- María! Qué haces? Eres la madre de Marcos! – levanto el pecho y la cabeza, permaneciendo recostado sobre sus codos y mostrando todavía signos de aturdimiento. A juzgar por su cara, no había planeado que yo entrara allá.
- Mira guapo, tú ya no eres un niño y tienes necesidades que yo puedo satisfacerte. – mientras pronunciaba estas palabras agarré su pene por encima de los calzoncillos –Somos adultos. O es que prefieres pelártela como el otro día en la ducha – veía como su cara mostraba signos de excitación mezclados con aturdimiento, fruto de la resaca. Sus ojos cambiaron de repente. Como si de hombre estuviera mutando a lobo, y empezaba a mostrar signos de converstirse en una bestia, capaz de devorar a su presa por satisfacer sus instintos más básicos.
Veía como trataba de luchar contra la tentación, trataba de verme con ojos de madre, pero desviando la mirada a mis voluptuosas tetas, mientras yo, acariciaba su pene que estaba enorme y duro, tratando de reventar esa bolsa de tela que lo comprimía.
- María no por favor – me rogaba con voz entrecortada, y mientras suspiraba y se recostaba – Nos va a ver alguien…
- Mira, a Marcos lo envíe a casa de mis padres y no volverá hasta la tarde, y mi marido está en Perú, seguro que disfrutando de la compañía de alguna puta. – no soltaba su pene, y empecé a meter la mano por debajo del calzoncillo – Además, qué te crees que no he visto como me miras las tetas y el culo? Y que no escuché un día como le decías a mí hijo que me follarías…
- Pero era broma! – dijo tratando de buscar alguna excusa – Eres la madre de mi amigo, y además yo tengo novia
- Jaja! Y le has sido fiel? – dijé con voz provocadora, y sosteniendo su miembro con mi mano. – Sabe ella que ayer te masturbabas mientras me tocabas las tetas?
Tome su miembro por la base. Aprete con fuerza, y pude ver como suspiraba de nuevo, tratando todavía de luchar por no convertirse en ese lobo capaz de devorarme. Notaba esa lucha interna de él, y a mí me gustaba esa sensación de poder. De sentir como con mi mano dominaba a aquel pobre muchacho inexperto y joven. Como mis 20 años de experiencia sobre él servían para dominarlo con una mano sobre su pene.
- Mira, tómame como una alternativa a tus pajas. En vez de hacértela tú como el otro día en la ducha, te la voy a hacer yo. Hace mucho que no veo una buena polla dura y vigorosa como la tuya. Necesito sentir en mis manos un pene joven como el tuyo… Así que te propongo que esto quede entre nosotros, que dejes de luchar y pensar en quiénes somos y que te relajes y disfrutes…
Vi como trataba de decirme algo, pero en ese momento empecé a subir y bajar recorriendo todo su pene. Él se estremeció y pareció comprender que no iba a salir victorioso de esa batalla. La única manera de sobrevivir era uniéndose a mí, dejando que disfrutáramos juntos.
Simplemente desplazó su cabeza hacia atrás, cerrando los ojos y gimiendo. Yo estaba jugando con mis manos sobre su pene, me detenía sobre su glande. Tenía un bello miembro. Era grande y vigoroso. Marcaba diversas venas, como el resto de su cuerpo. Su glande estaba al descubierto y en sintonía con el resto de su pene. Sus huevos colgaban enormes y sin un pelo. Estaba totalmente depilada, dejándose tan solo unos pocos vellos en el pubis, recortados con la máquina.
No dejaba de salivar viendo semejante obra de arte. Su polla derrochaba tanta juventud y energía. No pude contenerme y me lleve el glande a mi boca. Pasé levemente mi lengua sobre su glande. Mmmmm. Qué rica estaba. Tragué el líquido preseminal que había segregado, y pude ver como se estremecía con mis lengüetazos.
Jugué unos minutos con ella, viendo como con cada aproximación de mi lengua, él se contraía, fruto del placer que le producía.
- A partir de ahora, me da igual si tienes novia o estás casado. Esta polla es mía, y me va a servir a mí! – lo miraba y notaba como respiraba y suspiraba excitándose con mis palabras – Y ahora la voy a hacer disfrutar como se merece!
Seguía succionando su miembro de arriba abajo, mientras el recostado sobre sus codos ya no se trataba de escabullir sino de disfrutar de cada pasada. A los minutos empecé a notar como se tensionaba y empezaba a sufrir espasmos…
- Mmmm…no puedo más… me voy a correr… - con voz entrecortada y de sufrimiento, fue lo único que pudo decir
Imagino que acostumbrado a sus amiguitas de poca monda, trataba de avisarme para que no me salpicara en la boca. Yo, lejos de derrochar tal manjar estaba decidida a beberme ese néctar de juventud y pasión. Apreté más mis labios en cada pasada hasta que pude notar como se contraía violentamente y empezaba a gemir como llorando de placer a la par que expulsaba con violencia su semen.
Me lo tragué todo, limpiando hasta la última gota de su enorme polla, que había perdido algo de vigor pero que aún estaba dura. Respiraba fuerte como tratando de asimilar lo que acababa de pasar y tratando de recuperar el aliento.
- Ahora quiero que prepares mi coñito y me folles como si estuvieras jugando una final de tu equipo.
No sabía cómo iba a reaccionar tras la corrida. Quizá ya dándose por satisfecho, y no siendo lo que él esperaba, se levantaba y se marchaba. Se quedó mirándome con sus ojos verdes y mirada penetrante. Fui viendo como su mirada, dulce y cansada del esfuerzo, empezaba a enturbiarse y volvía a mostrar su cara más feroz.
- Llevo soñando con este momento desde los 13 años. Me he hecho tantas pajas pensando en la madre de mi amigo. – Diciendo esto se levantó, y con brusquedad me desnudo obligándome a tumbarme en su cama.- He soñado tantas veces que iba a buscar a tu hijo y no estaba y me invitabas a pasar. Y una vez allá surgía y acababa follándote.
Me colocó los brazos sobre la cabeza, inmovilizándome y situándose sobre mí. Empezó a morderme los pezones y a manosearme las tetas. Su mirada era la del hombrelobo totalmente transformado en la bestia. Con su enorme miembro listo otra vez para atacar a su víctima.
- Te crees que eres tú la que manda sobre mi polla? – paro para decirme con una sonrisa sarcástica – Te equivocas! Quizá eres capaz de mantenerme a raya durante unos minutos porque piense con la polla, pero sabes bien que eres tú la que me necesita. Eres tú la que necesita mi polla.
Me quedé descolocada mirando su cara de rabia. Su seguridad. De repente parecía el jugador más experto sobre el terreno de juego, y tan joven como él.
- Que te crees que no me he dado cuenta cómo te fijabas en mí? De lo desesperada que andabas buscando mi polla, que hasta te tuviste que colar en el baño para ver cómo me pajeaba?
- Yo no…
- Shhh… Eres tú la que necesita mi polla.- mientras decía esto, me cogía fuertes las manos sobre mi cabeza, y apoyado sobre mi jugaba con su pene sobre mi clítoris y vagina. La rozaba fuertemente contra mí, e introducía levemente la puntita, haciéndome estremecer de placer, sintiéndola dentro de mí.
Era verdad, tenía razón, en aquel momento deseaba su polla, necesitaba su pene dentro de mi vagina. Quería sentirla dentro de mí, bombeando fuertemente, y siendo capaz de llevarme al éxtasis.
- Quieres que te folle? – me dijo con tono descarado y manteniendo su miembro sobre mi clítoris
- Sí, por favor…
- No te oigo! Quiero que me digas: Javi, fóllame por favor! – lo dijo en tono burlesco y mientras introducía su glande levemente en mi vagina
Me encontraba fuera de mí. Para nada me esperaba la situación en que ese chaval de 20 años iba a ser capaz de dominarme. Me esperaba una situación torpe y poco pasional, donde iba a disfrutar de gran número de veces pero con calidad medio baja. Para nada. Parecía como si llevara toda la vida follando.
- Javi, fóllame por favor!
Tras aquellas palabras Javi me tomó y subió mi vagina. Acto seguido introdujo su enorme y grueso pene en mi vagina. Como rozaba mis paredes. Aún a pesar de estar bien dilatada y de haber segregado mucho fluido notaba como chocaba contra mis paredes. Embestía con fuerza tratando de introducir aquel monstruoso pene en mí.
Yo era víctima y no él. Y me gustaba. Notaba como aceleraba y frenaba. La sacaba toda, y jugaba con su glande en mis labios. Yo trataba de atraparla pero a él le encantaba dominar sobre mí. Me volvía loca. Cada vez más. Tuve varios orgasmos. Estuvo así durante unos minutos. Realmente estaba sorprendida. Me la esperaba tan dura, pero no tan duradera.
De manera inesperada, sin sacar su pene fuera, me tomó por la espalda, como si de un muñeco se tratara y me abrazó sobre su pecho. Con mis piernas me agarré alrededor de su cintura. Me levantó y como si de un puñal se tratará, me dejó caer sobre ese bendito miembro.
Bendito puñal. Me sentía un pelele en sus manos. Me subía y bajaba, y tan solo podía gemir de placer. Y empezar a sufrir temblores mientras gritaba de nuevo otro orgasmo. Qué había tomado aquel chico? Era fruto de la resaca?
Parecía que estaba cumpliendo su fantasía, que había estado escribiendo en su cabeza en sus innumerables pajas pensando en mí. Sin soltarme, y totalmente desnudos me llevó a la cocina. Una mezcla de miedo porque apareciera mi hijo o mi marido y morbo se apoderó de mí. Recordaba tantas y tantas veces con mi marido allá. Me postró sobre el mármol y apartó varios utensilios que había allá.
Se agacho ligeramente y empezó a lamer mi vagina y mi clítoris. Empezó a jugar con sus manos sobre mi vagina, visiblemente inflamada y chorreando de flujos. Traté de reincorporarme pero no hubo manera. Me obligó a permanecer recostada sobre el mármol, y abierta de piernas. Se levantó. Vi su cuerpo sudado, con cara de cansado por la resaca y cara de salido. Estaba fuera de sí. Tenía un cuerpazo de 20 años para mí, y su polla apuntaba firmemente hacia mí. Se aproximó, y sin tan siquiera ayudarse con las manos se abrió paso en mi vagina.
Qué placer volver a sentirla dentro. Su calor, su tamaño, su dureza. Su roce. Su erección era considerable. Salía entera y volvía a encontrar su camino. Parecía disfrutar con ello. Yo me sorprendía de semejante puñal de carne que introducía en mi interior. Estaba tan dura. La notaba en mis paredes. La volvió a sacar, y cuando esperaba que me la volviera a introducir, pareció resbalar y subió hasta alcanzar de lleno mi clítoris. Me hizo estremecer.
Se tambalearon mis piernas por esos rozes. Pareció gustarle y permaneció como follando por encima del clítoris. Yo temblaba en cada roce. Lo miraba con cara de placer y orgullosa del sexo que me estaba practicando. No sé con qué más me podía sorprender. Pero lo hizo. Volvió a jugar como antes, embistiéndome y sacándola entera. Se paró. La retiró, y empezó de nuevo a jugar con su glande, como si estuviera besando mis labios. Eso me volvía loca, queriendo ser follada. Entonces introdujo poco a poco su pene hasta la mitad, más o menos.
- Diossss! Cabrón como me follas!!
Fue lo único que pude decir. Empezó a hacer círculos con su pene, como tratando de penetrarme de manera circular, y haciendo que su pene en cada embestida rozara directamente con mis paredes. Empecé a sentir un cosquilleo, una fuerza se apoderó de mí. Empecé a perder el control, no podía controlarme y sentí como gemía como una posesa, fruto de un nuevo orgasmo provocado por este chaval.
Parecía no tener fin, llevábamos casi una hora follando y con la hora que perdí preparando la estrategia, tenía miedo que mi hijo nos sorprendiera. Así que tome fuerzas de donde no las tenía y decidí dar rienda suelta a mis fantasías. Lo aparté de encima y le empujé hacia atrás.
- Ahora me toca a mí. Voy a acabar contigo antes que mi hijo nos pille y nos mate! – le dije con cierta responsabilidad.
Lo tomé de la mano y me lo llevé al jardín. Debía estar loca. Algún vecino podía vernos o incluso oírnos. Pero era mi fantasía. Me encanta hacerlo en exteriores, y con mi marido ya apenas podemos practicar esos deportes.
Me lo llevé a una tumbona, le indiqué que se tumbará, y tomé su polla. Estaba dura como todo el rato anterior. La tome apuntando hacia mí. Y empecé a introducírmela. Yo estaba abierta de piernas, con las piernas flexionadas sobre él, y empecé a dejarme caer. Vi como su cara cambió con cada movimiento mío. Empecé a hacerlo más rápido. Podía ver su cuerpo sudoroso, y tensionado fruto del esfuerzo que estaba haciendo.
Traté de acabar con él, pero parecía estar inmunizado por el alcohol y por la descarga anterior. Decidí colocar una toalla sobre el suelo y lo tumbé. Volví a colocarme, y ahora empecé a restregarme su polla sobre mí. Empecé a dar vueltas y vueltas. Notaba como apretaba su pene contra mi vagina, obligándole a rozarme, sin quererlo. Trataba de estrangular su pene contra mi vagina. Empecé a notar que me iba a producir de nuevo un orgasmo.
No quería perder el control, pero sintiendo su pene contra mi vagina no podía ser capaz de controlar la situación. Empecé a moverme más y más rápido. Estaba desbocada y descontrolada. Había perdido la cuenta de los orgasmos producidos por ese chaval y tratando de llevarle a él al clímax estaba a punto de perder de nuevo.
De repente, tras mis movimientos incesantes, empecé a ver como Javier arqueaba la espalda, y se sacudía de un lado a otro, sus ojos se quedaban en blanco y empezaba a perder el control…
- Aaaaahhh…joder… Me voy…aaaahhh –Dijo Javier entre espasmos.
- Yo tambiéeeen…aaaahhhh…
Perdí el control y pude ver como gemía Javi como si le estuvieran apalizando. Puse una mano sobre su boca tratando de contener tanto ruido, y me mordió apretando como tratando de aliviar tanta tensión acumulada. Lo observé como de fiera feroz, se tornaba manso, con su cuerpo sudado, y su pene medio flácido y manchado por los restos de semen y flujos vaginales, signo de la batalla que se acababa de librar.
Se quedó dormido allí mismo, así que lo limpié un poco, le puse algo de ropa y lo dejé relajado a la espera de la vuelta de su amigo. Aquí no acabó esta hazaña con él. Hubo más encuentros pasionales. Alguno incluso arriesgado, y aunque no nos vemos a menudo os aseguro que Javier viene mucho más ahora a Barcelona que antes. Y ahora se asegura de reservar unos días para pasarlos conmigo.