El amigo de mi hijo
Relato 9 del Libro 2 (Andanzas de una Mujer Casada); donde narro sobre la concreción de ujna "fantasía recurrente"
Hace unos años, visité a mi hijo en Buenos Aires; tenía nueva pareja, una muchachita que era (es) un sol, alegre, jovial, dispuesta, amena, simpática, compinche; enseguida hicimos entre ambas "buenas migas", tanto, que luego de cenar los tres en el departamento que habitaban, fueron transcurriendo las horas hasta muy avanzada la madrugada, por lo que habiendo planeado una salida con ellos para el día siguiente muy temprano, opté por aceptar las invitación que me hicieran para pernoctar en su departamento.-
Como no era mi intención incomodarlos, no acepté que me cedieran su cama y elegí dormir en el sillón del living, para lo cual, busqué un "quillango" (es una manta confeccionada con lana de vicuña, por demás abrigada, con la que es innecesario usar otras ropas de cama complementarias) que siempre llevo conmigo en la camioneta, para usarlo si eventualmente, por el motivo que fuera, debo "hacer noche" al sereno (mejor dicho, dentro de la camioneta) o en otras condiciones, tal como era ahora el caso.-
Ya les comenté alguna vez, que es mi costumbre dormir desnuda y en esta oportunidad, dado la confianza que habíamos ganado entre Susy y yo, no me inhibí de hacerlo, aunque convenientemente envuelta en mi quillango.-
Martín, mi hijo, solía compartir antes el departamento con Ernesto, su amigo de toda la vida, pero al estar ahora en pareja y conviviendo con Susy, asumí que Ernesto ya no vivía con él..., me equivoqué.-
Ete aquí, que rato mas tarde, habiendo yo ya conciliado el sueño y estando dormida boca abajo, en la oscuridad nocturna del lugar (y asumo que destapada, o sea totalmente expuesta desnuda sobre el quillango), siento que dos manos poderosas, se aferran a mis caderas obligándome a incorporarme sobre mis rodillas con mi traste en "banderola" (o sea levantado sobre el plano de la cama, apoyado mi cuerpo sobre mis rodillas y sobre mi torso) e inmediatamente, una boca deposita un beso sobre mis nalgas, al tiempo que una voz dice:
-"No sé quien sos, pero verte dormir desnuda, me excitó y voy a hacerte el amor como nuca te lo hicieron".-
Por la voz, reconocí que era Ernesto y por la voz, entendí que estaba algo alcoholizado; no dije nada, permanecí silenciosa y le dejé hacer, un poco bastante, porque ese muchachito que tenía la misma edad de mi hijo, en verdad era un buen ejemplar de macho, que desde que lo conocí, había provocado en mí mil y una fantasías, pero al que nunca "avancé", por su afinidad con mi hijo.-
Pero ahora la cosa era distinta, era él, quien me "avanzaba" a mí y yo quería suponer que en verdad no se había percatado que había elegido para calmar sus pasiones amatorias, a la madre de su mejor amigo.-
La cosa fué que el muchachito era por demás fogoso y lo primero que hizo, al tenerme a su merced con la cola en banderola, fue estamparme un tremendo beso en las nalgas, al que siguieron luego varios mordiscos, para mas tarde pasear su lengua por todo mi sexo y mi ano.- Era jovencito, tenía él los mismos 25 años de mi hijo, contra los 44 que yo ya había cumplido ese año.-
Cuando sintió que empezaba a mojarme, a la voz de:
-"Ahhh..., linda putita resultaste; te gusta que te la chupen, no?... bueno, conmigo vas a tener para guardar y repartir, porque no dejaré de hacerlo hasta que vos me lo pidas".-
Y dicho eso, se enfrascó con mas ahínco a besar, succionar, recorrerme con su lengua, hueguetear con ella en el interior de mi sexo, sorber los jugos que ya asomaban de mi, escarbar en mi ano, volver a morderme, volver a succionarme el coño, volver a perforarme el culo con su lengua..., en resumen, a darme placer y orgasmos a satisfacción, hasta que estando yo en el colmo de mi excitación, le pido:
-"Cojeme..., ahora cojeme..., por favor, dame tu pija..., te deseo, dejame sentirla..., matame Ernesto..., ¡¡¡ matame !!!".-
EL: -"¡Esooo!... Ahora que me lo pediste, te voy a cojer como nunca te lo hicieron".-
Y tras decirme esto, se incorpora del sillón donde estaba arrodillado atrás mío y tras pararse al borde, siempre tomándome de las caderas, me da una estocada tan rotunda y certera que me obliga a lanzar una exclamación y a arquear mi cuerpo hacia atrás, para soportar semejante embate..., una vez que se siente dentro mío, comienza a bombear con tanta fuerza, que me ví obligada a comenzar a exclamar -"ah, ah, ah, ah, ah", tras cada embestida que su pija daba a mi concha.- Para silenciarme a mi misma, por miedo a que mi hijo se despertara por mis exclamaciones y descubriera lo que Ernesto me hacia, comencé a morder el respaldar del sillón, mientras que con mis manos tomaba mis senos, para que dejaran de bambolearse, debido al ímpetu conque Ernesto arremetía contra mi sexo.-
Por mas que mis ojos se habían acostumbrado a la oscuridad del ambiente, Ernesto no era mas que una sombra apenas insinuada, al contraste de la poca luminosidad que se filtraba por el ventanal del ambiente.- Asumí que si yo no podía verlo a él con claridad, él tampoco podía ver de mí, mas que la sombra de una silueta femenina y me entregué a disfrutar del coito salvaje de ese macho alcoholizado.- Varias veces me corrí y lo sentí a él, correrse dentro de mi vagina tres veces, al cabo de las cuales, no dejaba de bombearme, sino que por el contrario, se reiniciaba con mas ahínco y frenesí.-
Luego de su tercera eyaculación, sin dejar que su pene saliera de mí sexo, me revolví sobre mi misma y me acosté de espaldas sobre el sillón, para recibir, de frente a él, las estocadas de la pija de Ernesto...; esto lo entusiasmó mas todavía, si es que eso era posible, y continuó entrando y saliendo de mí con tanta fuerza y urgencia, que en algún momento creí estar al borde del desmayo y de la extenuación total, no obstante, cubría mi rostro con uno de mis brazos, para ocultarme de su vista; rodeé su cintura con mis piernas y comencé a secundarlo, dirigiéndolo con mis piernas para que mantuviera el ritmo frenético conque me cojía; esta forma de sexo salvaje, era algo demoledor, tanto, que en esta nueva posición otra vez acabé por dos o tres veces, mientras que lo sentí a él, derramarse dos veces mas, sin solución de continuidad.-
Era Ernesto, un verdadero semental, me había hechado seis polvos bien gozados y parecía que no iba a terminar nunca de cojerme, cuando de repente, se retira de mi con brusquedad, se sienta a mi lado y comienza respirar con la agitación de quien, luego de haber realizado el mayor esfuerzo físico posible, necesita urgentemente reponerse del esfuerzo realizado.- Aproveché el momento, para llegarme con mi boca a su fabuloso pene, que no había perdido aún su erección y comencé a sorberlo como solo yo sé hacerlo, (sorber, solo sorber, como si se tratara de una bombilla por la que se hace ascender el líquido que se pretende ingerir), hasta que logré extraer de ese hombre, el poco semen que aún conservaba...- Mientras le hacía esa fellattio, él tomo mi cabeza, oprimiéndola contra su pene, como para impedir que me retirara hasta que lograra el cometido y tras el resultado, se incorpora bruscamente y se aleja hacia su dormitorio, sin siquiera darse vueltas para ver quien era la hembra a la que había disfrutado y hecho disfrutar (reacciones de borracho); y yo me quedé ahí, feliz por haber saciado, aunque en el anonimato que daba la oscuridad del lugar, una de mis mas recurrentes fantasías.-
Poquito rato después, luego del desayuno, partimos con mi hijo y su novia a la excursión que habíamos planeado.- Volvimos a la noche y los dejé en la puerta de su departamento, sin volver a entrar con ellos.-
Ya pasaron varios años desde aquella noche.- Ernesto y yo, muchas veces nos encontramos, pero nunca repetimos lo de aquella vez, por lo que hoy es una incógnita que me carcome, saber si él descubrió que su ocasional amante, había sido la madre de su mejor amigo..., pero creo que jamás me animaré a preguntárselo.-