El amigo de mi hijo (4)

Fue un fin de semana de locura y un buen golpe en la cabeza que me dejó sin sentido.

El amigo de mi hijo IV

Como les conté anteriormente, Héctor, el amigo de mi hijo se hospedó en mi casa, mi esposo no estaba tranquilo con su presencia, pero yo "le aseguraba", que no me interesaba en absoluto, y para tranquilizarlo, y algo contrariada, le pedí a mi hijo que persuadiera a su amigo para que se saliera de la casa, y yo misma le dije a Héctor que era mejor que se fuera pues creía que mi marido sospechaba, prometiéndole vernos en otros lugares. Así que mi panochita y mis nalgas han descansado un poco.

Pero entes de todo esto, nos dábamos gusto todos los días, me excitaba su manera perversa de poseerme, muchas veces me ató al respaldo de la cama o a una silla con las corbatas de mi marido, en otras ocasiones me vendaba los ojos.

Un viernes a la media noche, llegó a mi recámara, sabía que mi esposo no estaría en casa, y que mi hijo al parecer había ido a una fiesta de cumpleaños. El plan era ir a su habitación y como está separada de la casa, no hay posibilidad de que alguien escuche algo, mi hija y el bebé dormían en su respectiva habitación.

Era casi la una de la mañana, él me esperaba ansioso, previamente me había pedido que me pusiera algo muy atrevido, que lo sorprendiera, y busqué entre mis cosas algo que le pudiera gustar. Encontré un vestido transparente, que hacía mucho tiempo usé en un "table dance", en el que trabajé por gusto, es color verde limón, debajo del vestido traía solo una tanga de seda blanca.

Cuando entró a la recámara, suspiró y de inmediato me manoseó, alzaba mi vestido a mis nalgas, me empinaba y lamía mi culo haciendo la tanga a un ladito. Luego se levantó y me puso frente a él, me besaba la cara y los senos desesperadamente. Mientras me fajaba, observé que había un tubo que atravesaba la habitación, le pregunté para que lo había puesto y sin responder, sacó una especie de listón largo, lo pasó por el tubo, me tomó de las manos, las alzó y me ató, dejé que hiciera lo que quisiera, esa noche yo andaba muy caliente, ya atada se puso detrás de mí, aún estaba vestido pero sentía su rica verga, muy dura, sus manos pasaban por todo mi cuerpo, besaba mi cuello, sin faltar las suaves nalgadas. Luego vendó mis ojos, escuché que apagó la luz dejándome en completa oscuridad, deseaba mamar su verga pero por la posición en la que yo estaba, era imposible. Seguía fajándome hasta que de pronto me dijo al oído que lo esperara un momento, pensé que era para desnudarse, pero escuché que abrió la puerta y salió sin cerrarla, le pedí que cerrara, pero no me hizo caso.

La espera me pareció larga, cuando al fin llegó, le reclamé su tardanza y el hecho de que dejara la puerta abierta, me tranquilizó abriéndome de piernas para mamar mi panocha que exigía atención, estaba muy mojada y sentir su lengua ya experta en mamadas, me hizo olvidarme de todo para empezar a disfrutarlo. Mientras gozaba su lengua, escuché que la puerta se atrancaba, pregunté que pasaba y respondió que la había cerrado de una patada para no dejar de mamarme. Luego se detuvo y me dijo que abriría la cortina para ver aunque sea mi silueta con la poca luz que penetraba por la ventana.

Lo volví a sentir detrás de mí, levantó mi vestido a la cintura, bajó mi tanga a las rodillas, como es su costumbre, pues no le gusta quitármelas por completo, dice que se calienta más sentirme con los calzones en las rodillas, puso su verga entre mis nalgas y empezó a frotar sin penetrarme, automáticamente mis nalgas se movían ansiosas de tener algo duro dentro, pero él me hacía esperar y se bajaba de nuevo para lamer mi culo, empinarme un poco y lamer mi panocha, me trastornó haciéndome mil cosas, yo le exigía que me poseyera, levantó mi pierna derecha y se puso delante de mí, penetrándome profundamente, haciéndome gemir de placer al sentir su gruesa verga, sus manos apretaban mis glúteos, sacaba mis senos del escote del vestido porque no me lo podía quitar, entonces lo bajó y me lo dejó en la cintura.

De repente se quitó y se alejaba, entonces sentí sus manos en mis caderas, abrían mis nalgas, sabía lo que venía; su falo se abría camino entre mi trasero para entrar por mi culo, yo me empiné un poco, él solo se limitó a tomarme de las caderas y cogerme, le suplicaba más fuerte la cogida, lo hacía pero de pronto se retiraba, y de inmediato volvía a penetrarme, así estuvo mucho tiempo hasta que ya no soportó y se vino en mi recto, sus dedos, yo aún no me venía, entonces volví a sentir su verga dura, como si no se hubiera venido, de nuevo me penetró, pero ésta vez me masturbaba al mismo tiempo, hasta que logré un orgasmo intenso y largo, grité de placer, parecía una loca, apretó mis nalgas y me besaba el cuello y la espalda, le agradecí la rica "doble " cogida que me había dado.

Entonces escuché una discusión, pregunté a Héctor que pasaba, luego se oyeron pasos de alguien más, me asusté y le pedía que me soltara, me esforcé por desatarme pero en eso, caí bruscamente porque el tubo que me sostenía no resistió mi peso, me golpeé fuertemente en la cabeza con el marco de la puerta y me desmayé.

Desperté en la Cruz Roja, traía otra ropa, y a mi lado estaba mi hijo, me dio vergüenza que estuviera ahí, a los médicos les dijo que me había caído en la cocina, me estaba protegiendo, me llevó a casa en taxi, mientras llegábamos me dijo que Héctor se había ido, ya que él mismo se lo pidió y que habían terminado esa amistad.

Solo lo abracé, no sabía que decir, pero desde esa vez, evita encontrarse conmigo, y le doy la razón. Ya en casa, busqué el vestido trasparente que traía esa noche, no lo encontré, me asomé al patio trasero, y entre la casa donde vivía Héctor y la cocina de la casa, estaba la tanga, quise ir a recogerla pero me dio un mareo, pensé en ir por ella mas tarde, pero cuando lo hice, ya no estaba.

No sabía que hacer ni como comportarme frente a mi hijo, pero él me ayudaba evitándome, así que dejé que pasaran los días sin comentar nada de lo sucedido.

MARLEN.