El amigo de mi hijo (3)

Su perversidad creció, se hizo un amante experto, y sin saberlo yo misma, hizo que cometiera el acto sexual, más perverso.

El amigo de mi hijo 3

Con mi nuevo hogar, tratar de cambiar mi vida para darle gusto a mi esposo que se esfuerza por complacerme, me ha impedido escribir nuevos relatos. Y es que también me estaba preocupando mi hijo con su comportamiento, parecía que yo, su madre, le atraía sexualmente, hablé con él y lo negó, yo por mi parte, trato de comportarme y vestirme más discreta, al menos cuando él está en casa, para que no se le vayan los ojos con el contoneo de su mamá.

Por eso no he tenido aventuras fuera de casa, si acaso una ocasión con mi compadre, pero fue en mi cama, mientras mi marido dormía a nuestro lado, ahogado de borracho, pero fue circunstancial, pero esta historia luego la cuento.

Y con Héctor, el amigo de mi hijo, que prácticamente se volvió mi amante oficial, desde hace un tiempo, y he tenido sexo solo con él.

Como les dije anteriormente, decidí terminar con él por miedo a su indiscreción, me buscó y me rogó tanto que volviéramos a tener intimidad que le di otra oportunidad.

Acaba de cumplir 17 años, y como es de Quintana Roo, México, vivía con unos familiares, y

se le ocurrió decirle a mi hijo que le alquiláramos una habitación, mi hijo encantado con la idea, ya que se llevan bastante bien. Mi esposo aceptó, yo no quería eso, pero mi hijo insistió demasiado. Se le renta una habitación que está separada de la casa, donde debe estar la sirvienta, pero como no tengo, él ocupa ese lugar.

Pocos días después de haberse instalado empezó su acoso por seguir teniendo sexo conmigo, yo sabía que sería difícil quitármelo de encima, aprovechaba los días en que podía faltar a clases.

Me di cuenta que actuaba con indiferencia hacia mí, delante de mi familia, pero a solas me manoseaba, supe que podía funcionar sin que los demás se dieran cuenta, y como yo ardía de ganas de sentirlo otra vez, no tardé en caer.

Los primeros días fueron abrumadores, me cogía en donde me encontrara, en la lavandería, la cocina, en la cochera, en mi cama o en la sala, en fin, y a cada rato, su ímpetu sexual está al máximo, no les miento pero llega a cogerme hasta 4 veces en un día. Incluso cuando estando en mis días usa mi puerta trasera para satisfacerse. Con decirles que me ha cansado físicamente, en ocasiones le suplico que espere, pero su necesidad es más fuerte y se conforma con que se la mame un poco, o bien, masturbarse en mi boca, mis senos o en mis nalgas.

Y algo curioso, su pene se inflamó, consultó al médico, y al parecer éste le dijo que no se preocupara, que ocurre cuando alguien tiene relaciones sexuales muy frecuentes.

Mi esposo sale muy temprano a su trabajo, mi hijo se va a la preparatoria, se van juntos pero como no están en la misma escuela, Héctor regresa más temprano, solo por la tarde se reúnen mi hijo y él.

Héctor se ha vuelto un experto para coger, y pues, con una maestra como yo, es fácil aprender, le fascina darme sexo oral, tiene una lengua gruesa y larga, especial para lengüeteadas y succionadas de clítoris, es de los pocos que aguantan dar una buena mamada de panocha. Lo mismo le gusta que se la mame, y hasta aprendió a afeitarse su pubis y testículos para complacerme, ya que me excita más mamar los huevos sin vello.

Como les decía, me coge tantas veces como podamos, que hasta su semen se junta con el de mi esposo. No le importa que mi marido me haya cogido momentos antes, eso sí, le dan celos que otros me miren, claro que no sabe que otros me han tenido, creé que nunca había sido infiel, y que es el primero, y como todo jovencito, se siente orgulloso de "ser el primero". Luego lo bajaré de esa nube, por ahora a gozar su rica verga impetuosa y llena de crema deliciosa.

Últimamente le ha dado por atarme desnuda y cogerme a su gusto, la primera vez me extraño pero me gustó. Recuerdo que entró a mi recámara, me acababa de bañar y lo esperaba, se acostó conmigo, sacó un pedazo de tela oscura, vendó mis ojos, me puso otro pedazo en la boca, me acostó boca abajo y ató con las corbatas de mi esposo mis manos y pies.

Estaba totalmente desnuda, imaginaba la escena, él detrás de mí observando tremendo trasero listo para lo que quisiera. Yo estaba caliente, movía mis nalgas en círculos, solo emitía gemidos, y suspiros cachondos y suaves.

De repente se acercó, acarició mis nalgas, y se dedicó a hurgar en mi culo con su lengua, abría mis nalgas exageradamente, sentía como su lengua penetraba mi ano, y sus dedos se paseaban en mi vagina, me nalgueaba suavemente, sentí que puso su vientre cerca de mi cara, su verga rozaba mis mejillas, la tenía dura, lista para coger, pero se dio su tiempo, quitó la tela de mi boca, metió su verga en ella y yo gustosa le di placer. Desde esa posición se estiró para acariciar mi espalda hasta llegar a mis nalgas, sentía como sus uñas se clavaban en mis glúteos, como abría mi esfínter con sus dedos, tratando de llegar a mi raja llena de jugos.

El juego me estaba excitando mas de lo que podía imaginar, con voz apenas audible le pedí que me cogiera, pero me contestó que esperara, y que iba a hacer que le rogara por una buena cogida. Nuevamente colocó su cara entre mis nalgas, las mordía, succionaba mi ano, y su lengua jugaba con mi clítoris, abría mi ano con sus dedos y manos, trataba de meter la lengua hasta donde llegara, provocándome un tremendo placer, me estaba volviendo loca, el alumno había aprendido rápido y se estaba convirtiendo en una buen amante, mejor dicho; en un perverso amante, y yo su objeto sexual, la que saca su leche, y la que realiza todas sus fantasías, y pocos chicos de su edad, logran tener una mujer con quién satisfacer sus apetitos sexuales. Héctor tiene la suerte de tenerme, yo no, porque para mí si no es él, hay muchos que me rondan como perros, sobre todo los que saben lo puta que soy.

No supe cuanto tiempo usó su boca, lengua y dientes para jugar con mi trasero, pero me vine en su boca al menos una vez, sentía mis nalgas mojadas y un poco adoloridas, imaginaba que estaban rojas por las mordidas suaves que me daba, mi ano ni se diga, estaba muy dilatado. Se subió en mi espalda, acercó su verga y me volteó para que se la mamara de nuevo mientras una de sus manos seguía jugando con mi trasero, luego se acostó sobre mí, besó mi espalda, mi nuca, mis orejas y cuello, me preguntó si me gustaría usar un consolador o algo por el estilo, le dije que me hiciera lo que quisiera, entonces sentí una especie de pene enorme entre mi vulva, suspiré al sentir que llenaba mi panocha una verga de látex, la metía y sacaba por completo, creo que le sorprendía que fuera capaz de aceptar en mi interior semejante tamaño de pene, lo acomodó en mi vagina y lo dejó adentro, para colocarse él en mis nalgas y penetrarme.

--¡MAMI, TIENES DOS VERGAS, ¿TE GUSTARÍA QUE LA OTRA FUERA DE VERDAD, Y GOZAR CON DOS AL MISMO TIEMPO?.—

--¡NO SÉ HECTOR, "NUNCA SE ME HABÍA OCURRIDO, PERO NO ME ATREVO!.—

Le dije recordando las tantas veces que me han poseído entre varios hombres. Siguió hablándome palabras sucias, de las que me calientan, mientras me cogía, yo subía y bajaba mis nalgas, las movía en círculo mientras mi vagina gozaba el consolador de látex, hasta que un orgasmo delicioso nubló mis pensamientos y grité como loca, los movimientos de mi locura provocaron que el consolador se saliera, Héctor se quitó, tomó el consolador y me lo metió en mi culo, puso su verga en mi boca y dejó escapar su leche, esa rica leche a la que me he vuelto adicta, su mano seguía sacando y metiendo por completo la verga de hule en mi ano, hasta que dejó de expulsar leche, sacó el consolador de entre mis nalgas, y así me dejó por un rato. Escuché que salió de la recámara dejándome atada., le grité que regresara, volvió como a los cinco minutos, me desató y me abrazó como un niño agradecido por lo que le permití que me hiciera. En ese momento sentí que me estaba enamorando y que ya no quería dejar de ser amante de ese muchacho tan guapo y lleno de vida y de leche.

Que por cierto, delante de los demás me trata como a una señora, incluso el día de las madres me trajo serenata y me dio una hermosa esclava de oro, claro que nadie sabe del regalo. Y estando a solas me trata como su novia, como su mujer, me tiene fascinada con su caballerosidad y su deseo de complacerme.

Le gusta poseerme mientras me tiene los ojos vendados y atada, yo me dejo llevar por su fogosidad que me llena completamente.

Marlen.