El amigo de mi amigo...

Se planteaba un magnífico fin de semana. Me habían llamado mis amigos de la capital para ir a pasarla con ellos el sábado y el domingo. Hacía bastante tiempo que no les veía y tenía ganas de liar una buena fiesta. No me esperaba lo que sucedió a continuación....

Se planteaba un buen fin de semana. Me habían llamado mis amigos de la capital para ir a pasarla con ellos el sábado y el domingo. Hacía bastante tiempo que no les veía y tenía ganas de liar una buena fiesta.

El sábado por la mañana preparé mi mochila con todo lo imprescindible: (neceser, pijama y ropa de recambio). Ya estaba impaciente por verles y recordar viejos tiempos con una copa en la mano. Después de comer, cogí el coche y me fui para allá. Es un trayecto más o menos corto, como de una hora. Así que tranquilamente conduje hasta allí, mientras escuchaba un poco de música tranquila en la radio.

Al verles todo fue alegría y charlas sobre cómo nos iba y lo que habíamos hecho desde que no nos veíamos. Nuestro trabajo y proyectos de futuro y en fin… todo eso. En la noche fuimos a cenar de tapeo a un bar por el centro de la ciudad y allí mismo, después de la cena empezamos con las copas. La noche se fue animando. Éramos unas 5 personas, dos parejas y yo. Después de la tercera o cuarta copa en el bar, nos fuimos a un pub cercano, donde poder bailar y reírnos un rato. Entramos en el pub y estaba bastante lleno. Nos costó lo nuestro pedir las copas pero al fin estábamos todos con una en la mano.

En una de éstas veces que miré al fondo, en la semioscuridad del pub, alcé a vista y vi a un colega que hacía muchísimo que no veía, estaba con un grupo de chicos bailando y haciendo el tonto. Les dije a mis amigos que iba a ver este antiguo colega, Roberto, y que si se iban me dieran un toque. Así que fui para allá y me acerqué a él. Cuando nos cruzamos las miradas, se le encendió el rostro y con un grito que casi retumba en el bar me llamó y nos fundimos en un abrazo.

¿Qué es de tu vida tío?¿Cuánto tiempo sin verte? – me dijo.

Pues ya ves, aquí he venido de visita a ver a unos amigos y a retomar buenas costumbres.

Yo estoy de Rodriguez porque mi novia se ha ido a pasar el fin de semana con sus padres a la sierra – dijo Roberto.

Estuvimos largo tiempo hablando mientras sus amigos bebían y charlaban entre ellos. Era ya bastante tarde y los amigos con los que había venido se acercaron y me dijeron que ya se iban. Me dejaron la llave de su casa para que pudiera entrar y me despedí de ellos diciendo que yo iba a seguir la fiesta hasta que ya no diera más y que no me esperaran despiertos.

Así que continué la fiesta con Roberto, con la cantidad de alcohol que llevaba en la sangre, me había animado mucho más y quería más fiesta. Roberto me presentó a sus amigos y me dijo que esta noche estaban celebrando el cumpleaños de Gustavo, un colega suyo que había venido de Francia y que se quedaba allí hasta el domingo. Así que me invitó a unirme a su fiesta. Gustavo era un chico joven, de unos 27 años que trabaja en la industria farmacéutica en París. Su empresa lo había trasladado allí hace un par de años y venía cada año a ver a su familia que vive en un pueblo cercano. Había ido ese fin de semana a la capital a ver a sus colegas de toda la vida y se estaba alojando en un hotel cerca de allí. Es alto y bastante delgado con pelo rubio.

Seguimos la fiesta y poco a poco, se fue perdiendo la gente, unos encontraron rollo y otros que ya tenían pareja y obligaciones, nos fueron abandonando. Finalmente quedamos Roberto, Gustavo y yo. Ya nos fuimos cansando de estar en el mismo sitio y Gustavo nos propuso ir a su hotel que estaba cerca y se podía ir andando para seguir bebiendo y conversando. Nos pareció una gran idea y fuimos para allá.

Saliendo del pub, a eso de las 4 de la madrugada, Roberto recibe una llamada. Era su novia y estaba llorando porque había peleado con sus padres. Roberto nos puso cara de que se había chafado la fiesta para él y tenía que volver a casa para hablar con ella por teléfono en privado para calmarla e intentar que se alegrara.

Vaya, tío, se me jodió la fiesta. Cuando Maite se pone histérica, no hay quien la calme… Esto me va a costar una pasta en teléfono, ¡mierda!!. Bueno, vosotros seguir la fiesta por mi. Y no escatiméis en alcohol!!. - Roberto se despidió de Gustavo ya que al día siguiente, éste volvería a París e hizo lo propio conmigo. – A ver si nos volvemos a ver pronto tío. Que no pase tanto tiempo como esta vez!!.

Gustavo y yo seguimos andando hacia el hotel y Roberto cogió un taxi para su casa. El hotel era de lujo. Me preguntaba cuánto habría pagado Gustavo por un par de noches ahí. Pero me daba la sensación de que tenía bastante dinero. Me lo confirmó cuando entramos en la habitación. Era una suite que tenía incluso una sala con un sofá y mesa. Había un pequeño minibar con bastante bebida y todos los útiles para hacerse unas copas.

Nos pusimos más cómodos, nos quitamos las zapatillas y las chaquetas y nos empezamos a servir. La charla era bastante agradable. Gustavo me confirmó mis sospechas diciéndome que tenía un buen puesto en su empresa y podía permitirse bastantes comodidades. Gustavo se acercó a una mochila y sacó de ella una bolsita con marihuana…. Ufff… No sabía cómo me afectaría eso. Hacía un montón que no tomaba porros y las últimas veces me habían entrado bajón fumando. Así que, cuando me ofreció unas caladas, le dije que yo solo probaría un poco porque no estaba acostumbrado. Las dos primeras caladas fueron normales, sin parar de toser. Gustavo se reía y me hacía reír a mí también. Tras un buen rato riéndonos y fumando, Gustavo me dijo que nos pusiéramos más cómodos. Hacía un poco de calor y nos quedamos en calzoncillos con la camiseta, mientras seguíamos bebiendo unos gintonics. En una de las veces que fui a recargar la copa, cuando me levanté del sofá me empecé a sentir mareado. Uff… se me había ido de las manos. Así que me dije, esta es la última y me voy para casa.

Así que serví las últimas copas y me volví a sentar en el sofá. Cinco minutos después, le dije a Gustavo que estaba bastante mareado y que no bebería más. La dejé prácticamente entera. Gustavo me dijo que no me preocupara, que si quería podía dormir allí y por la mañana cuando quisiera me fuera a casa de mis amigos. Como iba bastante mal, acepté su oferta.

Casi no me tenía en pie.

Cogí el móvil y, a duras penas, entrecerrando los ojos para poder ver las letras, envié un mensaje a mis amigos diciéndoles que me quedaba a dormir en casa de Gustavo y que no se preocuparan si se levantaban y aún no había llegado.

Cuando terminé de enviar el mensaje dejé el móvil en la mesa y me quedé medio dormido, medio mareado sentado en el sofá, mientras Gustavo empezó a preparar su cama.

No sabía cuánto tiempo había pasado y de pronto Gustavo me intentó despertar, a duras penas, entre la borrachera que tenía, abrí los ojos y me dijo que mejor me acostara en su cama que seguro estaría más a gusto. Me llevó dando tumbos, ya que él también estaba muy borracho y me sentó en la cama como pudo. Sentía que él estaba de pie frente a mí.

Te voy a quitar los calzones para que estés más a gusto. Yo siempre duermo desnudo también. – Dijo Gustavo.

En ese momento, debido a la borrachera que llevaba no reparé en lo raro de la situación. Así que me quitó los calzones y la camiseta y quedé sentado como dios me trajo al mundo. Mientras él, frente a mí, también se quitó los calzones y la camiseta. Yo tenía la mirada hacia abajo ya que no podía levantar la vista sin marearme. Noté como dio un paso adelante y tenía sus piernas, una a cada lado de mis piernas.

En aquel momento pensé con gracia que Gustavo no se podía sostener de pie y había dado un paso adelante para no caerse. Pero no fue así. En ese mismo momento, noté una caricia de algo carnoso en un lado de mi cara y traté de levantar la vista para ver qué era. Y lo vi… Allí estaba Gustavo, plantado frente a mí, con su inmensa verga rozándome mis mejillas con mucha suavidad.

Me dijo – chúpamela que estoy muy cachondo – Yo no reaccioné al instante, estaba perplejo, sin poder moverme y con una polla de unos 25 centímetros acariciando mis labios.

Me volvió a decir muy suavemente – chúpamela, estoy muy pero que muy caliente – mientras pasaba su capullo por la comisura de mi boca. Olía a una mezcla de sexo y orina. Me empecé a sentir muy nervioso y el corazón me latía a 100 por hora. Me estaba dando mucho morbo. Era algo que no se me habría ocurrido que pasara. Nunca me había visto en una situación semejante.

Tenía cerrada la boca y, debido a mis nervios y calentura, abrí la abrí un poquito para respirar. No pude evitar sacar un poquito la lengua y rozar ese capullo sonrosado. Su sabor era un tanto salado. Sin saber qué hacer, abrí mi boca completamente y empujé mi cabeza para meterme ese bonito capullo en mi lengua. Lo empecé a lamer y succionar. Me estaba gustando.

Gustavo me cogió de la cabeza y la empujó hacia él. Me metí todo lo que pude dentro y empecé a salivar. De su polla ya salía un poco de líquido preseminal y sabía rico. Gustavo atrajo hacia él mi cabeza y literalmente me empezó a follar la boca. Primero muy despacio y poco a poco iba aumentando el ritmo. Podía notar como su respiración se hacía más fuerte y rápida. Como no me cabía toda su polla en la boca y el me apretaba la cabeza fuerte contra su polla, empecé a sentir arcadas y empecé a salivar más.

Relaja los músculos de la garganta y verás cómo entra toda – Me dijo. Traté de hacer lo que me decía y poco a poco logré meterme prácticamente toda en mi boca.

El sonido que hacía su polla al entrar en mi boca me recordaba al chof chof del desatascador del baño. Estaba babeando y se me caía toda la baba por mi pecho. De repente, Gustavo aceleró el ritmo y su respiración se hizo muy rápida. Previendo lo que sucedería a continuación, traté de sacarme su polla de mi garganta para quedarme solo con su capullo y poder saborear toda su leche. En los últimos segundos antes de correrse, le succioné el capullo, y Gustavo dio un grito de placer, dándome todo lo que estaba deseando. No paraba de eyacular, me estaba llenando la boca y no sabía qué hacer si tragármelo o escupirlo. Por miedo a ensuciar la moqueta de la habitación, empecé a tragar todo el semen. Al principio con un poco de asco, pero como llevaba un calentón enorme, le cogí gusto y succioné hasta que no quedó nada en su polla. La había dejado limpia.

Sin saber que hacer después. Me tumbé a un lado de la cama y me quedé en posición fetal intentando asimilar lo que había pasado. Así, desnudo, me quedé dormido un rato.

No sé si habían pasado 5 minutos o 30, algo me despertó. Yo seguía en posición fetal mirando hacia la ventana y notaba la respiración de Gustavo respiración en mi nuca, muy cerca. De pronto posó su brazo sobre mi costado y trató de acercarse más a mí.

Noté en mi nalga una presión que no podía ser otra cosa que ese trofeo que me había comido hace un rato. No me había dado cuenta de que yo no me había corrido y aún tenía el calentón encima. Así que mi cuerpo reaccionó sacando hacia afuera mi culo y con mi mano coloqué su verga entre mis piernas. La polla de Gustavo sobresalía de por debajo de la mía e incluso la superaba en longitud. Empecé a hacer movimientos con mi cadera hacia adentro y hacia afuera rozando con mis muslos y la parte baja de mi ano con su polla. Mientras, cogí su verga y la masajeé para hacerle una paja. Notaba como de nuevo, el líquido preseminal de Gustavo empezaba a salir. Así que embadurné su verga con el líquido para que el roce fuera mínimo.

Cuando llevaba unos 5 minutos así, Gustavo me dijo al oído - ¿estás preparado? – Yo le dije, en un susurro y con bastante miedo – adelante.

Sacó ligeramente su polla de mis muslos y la colocó a la entrada de mi ano. Mi respiración estaba muy agitada. Notaba como empezaba a hacer presión contra mi culito. Quería que siguiera y me reventara aunque me daba miedo del dolor que me pudiera causar.

Así que le dije muy bajito – ve despacio, por favor. Es mi primera vez.

No te preocupes – Me dijo – Lo haré tan suavemente que te correrás de gusto sin ni siquiera tocarte la polla.

La presión que ejercía contra mi ano, poco a poco empezó a dar sus frutos. Notaba como empezaba a entrar muy lentamente su enorme polla en mi culo virgen. Empecé a notar bastante dolor. Así que le dije que parara porque me estaba doliendo mucho.

Me dijo que era normal porque no había ninguna lubricación y me dijo que se la chupara un poco para que mi saliva actuara de lubricante. Así que me di la vuelta, me incorporé un poco y le empecé a chupar de nuevo la polla. Esta vez sabía un poco distinta. Notaba como un cierto sabor a mi culo. Eso me puso aún más caliente y seguí con la mamada.

Escúpeme en la polla para lubricarla un poco – me dijo.

Le hice caso y le escupí en la polla, mientras seguía chupándosela.

Tras unos instantes, Gustavo me cogió de la cabeza y me volvió a dar la vuelta para que me pusiera en posición fetal, de espaldas a él. Puso su polla a la entrada de mi ano y empujó suavemente. Esta vez entró su capullo mucho más fácilmente y sin casi dolor. No pude evitar la curiosidad y toqué con mi mano su polla para ver hasta donde había entrado. ¡No me lo podía creer! Solo había entrado el capullo!! Todavía quedaba casi todo el resto de su polla y ya me parecía que estaba llegando al final.

La tienes enorme – le dije – no creo que me quepa hasta el final.

Verás como sí. Tú tranquilo – me dijo

Empezó a mover su pelvis muy poco a poco y con mucha suavidad. De mi boca empezaron a salir gemidos que nunca antes había escuchado mientras tenía sexo con mujeres. Me encantaba, mi respiración era tan agitada que no podía parar.

No te pares – Le dije – Sigue metiendo.

El siguió haciendo presión y el dolor era fuerte. Pero era tal mi calentón que no podía parar. Le decía – sigue, por favor, sigue….

Mi polla estaba tan dura que empezaba a salir líquido preseminal sin siquiera tocarme. Estaba muy excitado. En esto que Gustavo me gira un poco para quedarme boca abajo. Y me dice – ya está toda dentro. ¿Te gusta?.

Me encanta. No pares de moverte….Mmmmmmm – Le dije casi gritando.

Empezó a meter y a sacar su polla mucho más rápido ahora. Ya no había dolor. Todo eran sensaciones super excitantes y placenteras. La respiración de Gustavo se hizo más rápida. Notaba que en breve se correría. Necesitaba su leche en mi interior. La necesitaba.

Empecé a mover mi culo y a sacarlo hacia afuera, notando como chocaba con el vientre de Gustavo. Estaba a cuatro patas y Gustavo ya no se movía sino que era yo el que metía y sacaba aquella enorme polla en mi culo.

Me corro – me dijo Gustavo.

Córrete dentro por favor – le dije – Quiero tu leche dentro de mí!!! Sigue… sigue…. Mmmmmm.

Gustavo pegó un empujón final y noté como un chorro caliente me inundaba por dentro. Él paró y sacó su verga de mi culo. Pero yo necesitaba terminar.

Así que le dije – Yo no he terminado aún.

No te preocupes. Sigue así a cuatro patas.

De pronto, noté como me empezó a lamer mi culito. Primero las nalgas y luego siguió con mi ano. Lo tenía muy abierto por lo que no le costó meter su lengua dentro de mí y empezar a hacer movimientos de mete saca con ella. Diooooos!! Que sensación!!

Gustavo paró un minuto y me dijo – espera, ahora mismo vuelvo – Y se fue al baño.

De allí sacó un líquido lubricante y vino de nuevo. Se embadurnó el líquido en la mano y el brazo y empezó a meterme la mano dentro. Yo gemía como poseso y le decía que no parara. Cuando me di cuenta, tenía todo el brazo hasta casi el codo metido dentro de mí. Ya no pude más, grité de placer y me corrí derramando todo mi semen en las sábanas.

Gustavo, sacó su mano de mi culo y sonrió al verme sin fuerzas tirado boca abajo en la cama.

Es mejor que nos duchemos ahora – me dijo. Me cogió de la mano y me llevó al baño, casi a rastras ya que me flaqueaban las fuerzas.

Me metió en la bañera abrió el agua de la ducha y me dijo que me limpiara mientras el echaba una meada. Él abrió la taza del váter, y en ese momento se me ocurrió una idea. Me empezaban a volver las ganas de sexo y con una sonrisa pícara, le dije – Gustavo, espera. Date la vuelta. Quiero probar tu polla mientras meas. Ya puestos, a probar cosas nuevas hoy, no voy a desperdiciar la ocasión. Me puse de rodillas en la bañera. Él se dio la vuelta y empezó a mearme, primero por el cuerpo, por mi polla. Luego subió a mi pecho y finalmente, en mi cara. Yo abrí la boca para recibir aquella lluvia dorada. De nuevo me estaba poniendo muy caliente. Me entraba su meada en mi boca. Al principio me dio un poco de reparo en tragármela pero cuando ya no podía retener más orina porque tenía la boca llena empecé a tragar. Era un sabor agrio, no quise tragar mucho, así que el resto lo boté a la bañera. Cuando Gustavo terminó, otra vez estaba empalmado. Así que le volví a hacer una buena mamada desde la bañera como él me había enseñado, tragándome toda su leche junto con el orín que quedaba.

Cuando salí de la ducha después de lavarme y enjabonarme bien, miré hacia la ventana y vi que ya se había hecho de día. La borrachera ya casi se me había pasado y pensé que ya era hora de volver a casa de mis amigos. Nunca olvidaré ese fin de semana donde probé lo que nunca me había atrevido a probar.