El amigo de la familia (1)

Un amigo comparte a su mujer y luego yo le comparto a mi madre para recibir una gran sorpresa al final.

El amigo de la familia

Hace tiempo conocí a Pepe, entre a trabajar con él hace un par de años, era mi jefe inmediato y muy pronto se convirtió en mi mejor amigo. El ambiente en el trabajo era genial, en parte gracias a las ideas alocadas de mi jefe que igual organizaba un partido de fútbol en las oficinas, o nos llevaba a todos a un cabaret o a un table dance. Fue en una de esas visitas a un cabaret que tocamos el tema de las fantasías sexuales, cada quien expuso la suya pero yo no me atreví a confesar la mía ya que era algo que seguramente provocaría un buen escándalo.

La razón es muy simple, mi mayor fantasía era simple y sencillamente follar a mi propia madre, lo que yo más deseaba en secreto era tener en mi cama a esa mujer madura que me había parido. Romperle el culo que por cierto era enorme y mamarle sus tetas y hacerme una buena paja entre ellas hasta bañarle su cara con mi leche.

Esa era mi fantasía, obvio que no me atreví a contarla frente a todo el mundo, así que simplemente dije que lo que más deseaba era follarme a una señora madurita, mayor de 40 años. Algunos rieron, otros dijeron que estaba bien mi idea, pero Pepe no dijo nada, se me quedo viendo con curiosidad, como si acabara de conocerme.

Esa noche nos subimos a una putas a la camioneta y organizamos toda una orgía cortesía del buen Pepe, una vez terminado el cogedero cada quien se fue a su casa a recuperar energías durante el fin de semana.

El lunes transcurrió normal, aunque Pepe andaba serio, pero no era raro, a veces había problemas en su casa y no nos enterábamos, pero sabíamos que ocurrían y no nos extrañaba verlo así.

Sin embargo cuando llegó la hora de salir me llamó para hablar conmigo en privado, no tenía ni idea de lo que iba a decirme y estaba algo nervioso, creí que algo había hecho sin darme cuenta y me esperaba un regaño, pero nada más lejos de la verdad.

Me pregunto acerca de lo que habíamos platicado el viernes en el cabaret, yo no sabía de que hablaba, pues además de que habíamos tratado varios temas yo terminé súper borracho, así que el me recordó lo de mi fantasía sexual y yo me puse rojo de vergüenza al recordar el motivo por el que había dicho eso.

Me pregunto si era en serio, yo le dije que sí obviamente y el me hizo una propuesta por demás indecorosa. Primero me reveló su verdadera fantasía sexual, que estaba lejos de follarse a dos jovencitas orientales en un baño turco, como nos había contado en el cabaret, lo primero que pensé es que yo no era el único que callaba algo, aunque su verdadera fantasía no era muy parecida a la mía.

Lo que el deseaba era que alguien se tirara un polvo con su mujer mientras él era testigo ocular, yo ya conocía a su esposa, una mujer rubia, alta y de buen cuerpo para sus cuarenta y algo de años, con un tremendo culo que pedía a gritos ser llenado de carne palpitante. Yo estaba boquiabierto al pensar en la oportunidad que se me presentaba, aunque no era mi "mujer ideal" sí era una señora exquisita y el hecho de hacerlo con el marido de testigo le agregaba muchísimo morbo y calor a las cosas.

Quedamos como cómplices y planeamos todo con tiempo, hasta que el sábado me invitó a comer a su casa, el pretexto era tratar algunos asuntos del trabajo después de comer, la comida fue de lo más normal, pero justo cuando terminábamos de comer Pepe recibió una llamada a su celular, sin que su mujer se diera cuenta que era yo el que marcaba, supuestamente era uno de los accionistas de la empresa y le urgía hablar con él, sin más remedio salió no sin antes pedirme que no me fuera y le pidió a su mujer que me atendiera mientras el se ausentaba.

Todo estaba listo, Gabriela, que así se llamaba, se sentó a mi lado en la sala y comenzamos a platicar, pasaron los minutos y ella sacó una botella de vino espumoso para brindar, en una hora ya estábamos en la segunda botella y bastante desinhibidos, de repente pasé mi mano sobre su pierna y ella ni siquiera se inmutó, al contrario, se acercó mas a mi y me pasó la mano sobre mi polla. Ya no hacía falta mas preámbulos, le desabotone su blusa para descubrir unos hermosos pechos sin sostén, de color claro con pezones enormes color rosa, no me esperé más y los empecé a chupar como un loco, claro que Pepe no estaba ahí para vernos, pero la idea era en convertirme en el amante de cabecera de su mujer para así después conseguir nuestro propósito. Mientras tanto yo haría lo posible porque Gabriela no deseara otra cosa mas que yo fuera su amante, su semental, que modestia aparte, era un papel que podía cumplir sin quejas.

Vaya polvo que nos echamos aquella noche, de repente Gabriela se comenzó a comportar como una perra en celo, se abalanzó sobre mi y me comenzó a desvestir a toda prisa, parecía que no se la hubieran pisado en años, yo no pude más que seguirle el ritmo y ponerme más caliente de lo que estaba, más tardé en darme cuenta de lo que pasaba que ella en bajar a mamarme la verga con una gula increíble, no me cabía duda de que Pepe tenía desatendida a su hembra, pero yo me encargaría de mantenerla bien llena a partir de esa noche.

Sus años sin embargo se veía que estaban bien vividos pues era toda una experta en las artes orales, mamaba como loca, pero como diosa también, yo tenía los ojos en blanco mientras ella me hacía de todo con su experta boca de mamadora. Así como pasaba su lengua desde mis huevos hasta la punta de mi verga, jugueteando con el orificio de la puntita, de repente se la tragaba completa hasta que mis bolas chocaban con su barbilla, lo hacía fenomenal y por un momento creí que le llenaría la boca de leche.

Pero ella se detuvo justo antes de que eso pasara, se puso de pie y me pidió que me la comiera, así que la seguí a su recámara donde ella se recostó boca arriba con las piernas bien abiertas, contagiado por su deseo incontenible me arrojé sobre su chocho y se lo empecé a comer con desesperación, mi lengua no sabía distinguir entre mi saliva y sus jugos amatorios, seguí frotando su clítoris con la lengua y metiendo un dedo en su culo hasta que la sentí correrse en mi boca, el sabor y la tibieza de su orgasmo fueron la señal que me hizo poner manos a la obra y follarme a esa zorra como se lo merecía.

La tomé del cabello y la hice arrodillarse en el piso para después ponerla en 4 patas, ella obedecía sin chistar, además de puta era muy sumisa y obediente, eso me gustaba y me excitaba aun más, mi verga que ya me dolía de lo dura que estaba la penetró de un solo golpe en su concha húmeda y tibia, ella soltó un grito tremendo, grito que sirvió para exacerbar mis deseos carnales y que provocó que se la metiera nuevamente de golpe, sus gritos continuaban y con ellos mis estocadas, conforme se acostumbraba a mi verga sus gritos bajaban de intensidad pero no así la follada que le estaba dando.

Además del gusto de follarme a esta mujer tan hermosa, no pude evitar hacer la comparación con mi madre e imaginar que era a ella a quien estaba cogiendo, confundía sus gemidos con los que me imaginaba emitiría mi madre, me imaginaba que la concha de mi madre estaría igual de húmeda y calientita y justo cuando ese pensamiento pasaba por mi mente me corrí adentro de mi nueva amante sin pensarlo siquiera, ella soltó un último gemido al sentir mi semen entrando a borbotones.

Saqué mi verga ya fláccida y me puse de pie, ella se quedó así en el piso agotada y satisfecha, babeando en el piso después de sentir a un hombre en mucho tiempo, yo también estaba satisfecho, al menos por aquella noche, así que me despedí y dejé a mi nueva hembra en el piso.

Me vestí y cuando salía a la calle vi en la esquina a Pepe, me fui a despedir de él y me dio un fuerte abrazo, al parecer mi cara bastaba para decirle que todo había sido un éxito y que su mujer ya tenia quien la follara y pronto el podría atestiguarlo con sus propios ojos.

Había llegado el lunes, pero ni Pepe ni yo habíamos planeado alguna forma de lograr el objetivo de poner a mi amigo de testigo mientras me follaba a su propia esposa, cuando se fueron todos nos quedamos pensando de un modo para lograrlo, pero Pepe aseguraba que aunque su mujer fuera una puta tenía sus límites y no aceptaría complacernos, entonces se me ocurrió que como no era posible que el se quedara en casa mientras me cogía a su mujer, ella tendría que ir al lugar donde él pueda verla sin que ella se enterara, no consideramos prudente un hotel, entonces nos dimos cuenta que el lugar ideal era justo donde estábamos en ese preciso instante.

Así que el sábado siguiente convencí a Gabriela de tener sexo sobre el escritorio que usaba el cornudo de su marido para trabajar, la idea le pareció extraña pero igual logré convencerla, le dije que había sacado un duplicado de las llaves sin que Pepe se enterara (En realidad Pepe me las había dado y él tenía las originales). Pepe había dicho a su esposa que iría a una convención y que le tomaría el día entero, así que ella se sintió segura de salir conmigo a la oficina.

En cuanto llegamos nos dimos a la tarea de follar como locos en el escritorio de mi amigo, después la puse de nuevo en 4 patas pero esta vez le pedí la cola, ella me la dio obedientemente y le di una follada por el culo como nadie se la había dado jamás, sus gritos resonaban en la oficina, me pedía que me detuviera, que tuviera piedad de ella, pero al contrario, me la cogía con más fuerzas, sobre todo porque sabía que tenía un espectador y no li iba a quedar mal, Gabriela comenzó a llorar suplicando que parara, pero ya era tarde mis huevos ya chocaban con sus nalgas y su culo estaba bien partido con mi miembro dentro. Esta vez sus gritos no disminuyeron, el dolor que sentía no cesaba, solo hasta que terminé adentro de su culo ella se tranquilizó, seguía llorando pero sin hacer escándalo, le había lastimado el culo bastante y fue cuando entró Pepe y me dijo que su mujer se merecía eso y más.

Gabriela dejó de llorar, se levantó como rayo y se puso pálida como un fantasma, no podía creer que su marido estaba ahí viéndola humillada y tratada como una zorra, menos podía creer que en lugar de estar furioso su marido se le veía contento y satisfecho, además su humillación no terminaba ahí. La pobre trataba e encontrar su ropa que me había encargado de arrojar lejos de ahí.

—No te a pena ser tan puta?— Le increpó Pepe —Ahora veo que en verdad eres una zorra, mírate puerca!!!!

A Gabriela se le caía la cara de vergüenza, no podía mirar a ninguno de los dos a los ojos, solo sollozaba y miraba hacia el suelo como una niña regañada. Pepe le impuso un castigo que ella jamás había imaginado. Me dejaría follarme a su mujer, en fin que era una puta cualquiera siempre y cuando el estuviera presente, agradeciéndome así el haberle demostrado que clase de mujer tenía en casa, encomendándome tenerla bien cuidada y atendida. No pudimos evitar la carcajada, así que Pepe le ordenó a Gabriela vestirse y fuimos a cenar, ella no pronunció palabra el resto de la noche, y nosotros dos solo hablábamos de cuestiones de trabajo.

Al llegar a su casa Gabriela intentó huir hacia su recamara, Pepe la detuvo, la desvistió con violencia y la azotó en el piso, lo que siguió fue mas una violación que una follada, entre los dos la cogimos a la fuerza, ella en realidad no se resistía, pero tampoco cooperaba, solo gemía amargamente, aunque después de un rato sus gemidos fueron un poco más placenteros, hasta que se sintió penetrada por dos vergas a la vez volvió a demostrar algo de dolor, como yo había demostrado ser bastante eficiente rompiéndole el culo le di por atrás mientras que Pepe se la metía por delante, el se vino primero y yo solo un poco después. En cuanto terminé me vestí y le di un beso en la boca a Gabriela prometiéndole volver el siguiente sábado, Pepe me acompaño a la calle y nos despedimos afectuosamente.

Las cosas siguieron el curso esperado y cada sábado puntualmente llegaba a casa de Pepe a follarme a su mujer mientras el veía o se nos unía, las primeras veces ella se resistía pero terminaba siendo violada de todas formas, sin embargo a la cuarta vez ella ya me esperaba si no entusiasta, al menos resignada a que no había lugar en la casa para esconderse, y no huía de la casa porque no tenía a donde ir ni quien la ayudara sin ser humillada.

Al cabo de un par de meses de gozar así a Gabriela mi confianza con Pepe había llegado a tope, así que hablé con él un buen día en su casa cuando estuve seguro de que su mujer no nos escuchaba.

En pocas palabras le confesé a Pepe mi verdadera fantasía, le agradecí por la oportunidad de follarme a su mujer de esta manera y así cumplir muchas fantasías a la vez, pero desgraciadamente mi verdadera fantasía estaba lejos de ser realizada.

Yo creí que él se reiría de mi o se asustaría con mi locura, pero cuando le terminé de confesar me devolvió una sonrisa y una mirada que me demostraban que ante todo seguíamos siendo cómplices.

Mas tardé yo en explicarle que él en ponerse a pensar en como lograríamos nuestro nuevo propósito, yo no lo podía creer, para mi era solo una fantasía inalcanzable y cuando se lo dije, se echo a reír. Me dijo que nada era imposible y que el haría lo necesario para ponerme a mi madre lista para follar a como diera lugar, pero tendría que follarsela él primero si yo se lo permitía. Claro que se lo permití, solo de pensar en mi madre poniéndole el cuerno a mi padre con mi mejor amigo tuve una erección, cosa que aprovechamos para follar nuevamente a Gabriela en ese momento, que para ese entonces ya sabía bien su lugar y obedecía sin chistar.

El plan era simple, invitaría a Pepe a mi casa a comer un sábado, aprovechando que mi padre estaba trabajando y mi hermana de 14 años solía estar con sus amigas, así estaríamos solos mi mamá, Pepe y yo. Pepe se encargaría de seducir a mi madre mientras yo salía con cualquier pretexto, sabía que él era bien capaz de conseguirlo y también consideraba a mi madre lo suficientemente puta como para ceder sin mucho esfuerzo.

Así que avisé en mi casa que mi jefe vendría a comer el sábado, mi papá lamentó no poder estar a esa hora y mi hermana simplemente dijo que no contara con ella, lo cual encajaba perfectamente en nuestro plan, mi madre dijo que era una buena oportunidad para impresionarlo, así que trataría de ser lo más espléndida posible con él, sinceramente yo esperaba lo mismo.

El día llegó más rápido de lo esperado y mi madre se arregló muy bien y aprovecho para describirla a grandes rasgos, es bajita de estatura y piel clara, cabello castaño claro y ojos color miel, no esta delgada, pero tampoco esta descuidada, aunque esta entrada en carnes estas solo ayudan a acentuar sus curvas, sobre todo en el culo, que además de ser enorme tiene una forma muy armoniosa, tiene un par de nalgas redonditas y bastante firmes para una cuarentona y un par de tetas a la par de ese culo, aunque un poco caídas ya, para su edad han resistido bien la fuerza de gravedad.

Ahora imaginen a esa zorra con un vestido gris que le llegaba un poco arriba de la rodilla, entallado en la cintura y con un escote que dejaba ver esas deliciosas tetas apretujadas bajo el sostén. Casi me desmayo cuando la vi saliendo de su recamara para ir a la cocina y ver que el guisado no se quemara, yo estaba muy emocionado pensando en la impresión que se llevaría mi amigo.

El tiempo pasaba lentamente, pero por fin llego Pepe a la casa, su mirada no pudo ocultar un rasgo de obscenidad al ver a mi madre vestida como estaba, ella lo recibió con un abrazo y un beso en la mejilla y toda la cordialidad del mundo. La comida pasó amenamente entre los tres y dos botellas de vino desaparecieron al igual que los alimentos, todo salía a la perfección, las mejillas rojas de mi madre la delataban como la que había consumido más alcohol esa tarde y una vez más el teléfono sonó, esta vez el mío con la llamada de un amigo que tenía un problema con la ley y que por desgracia vivía a un par de horas de camino.

No sé que pasó en la siguiente hora que me ausenté, regresé a la casa esperando encontrar sola a mi madre esperándome, probablemente recién follada por mi amigo, pero creo que mi amigo lo había gozado tanto que estaba en la segunda ronda, porque al entrar a la casa oí los gemidos de mi madre que provenían de su recamara, sin hacer ruido me acerqué lo más rápido que pude para ver a mi madre en 4 patas, montada por Pepe y gimiendo como una buena puta. Era una delicia ver así a mi madre, regocijándose con la verga de otro hombre que no era mi padre, comportándose como una zorra, diciendo guarradas que nunca le había escuchado decir.

Cuando Pepe bañaba la espalda de mi madre con su leche yo salí nuevamente de la casa para no ser descubierto, en unos 15 minutos Pepe salió y me vio ahora a mi esperándolo en la esquina, le dije que lo había visto justo cuando le terminaba en el lomo y eso le emocionó muchísimo, me dijo que no me preocupara, que pronto yo estaría haciendo lo mismo y se fue, yo esperé media hora más y cuando casi obscurecía entré a la casa, ella estaba en la sala terminando de alzar la mesa, le dije que mi amigo había resuelto su problema solo y que tuve que regresarme antes, ella se puso nerviosa pues no me esperaba tan pronto, pero me explicó que Pepe se fue muy contento pero preocupado por mi, así que le llamé a su celular y frente a mi madre lo invité a venir otro día nuevamente, cuando mi madre escuchó eso se sonrojó mucho más.

El siguiente lunes le dije a mi mamá que Pepe vendría hasta dentro de 15 días, porque esa semana yo no estaría en la casa tampoco, ella me pidió que fuera discreto porque mi papá podía ponerse celoso de que viniera tan a menudo, claro que fui discreto, y como lo esperaba al día siguiente Pepe me reveló que mi madre le había pedido que fuera este sábado una semana antes de lo acordado, ya que no habría nadie en la casa más que ella.

El sábado yo fui el último en salir de la casa y dejar sola a mi mama que se había puesto una minifalda negra con medias negras también y una blusa blanca, había cuidado no estar muy llamativa enfrente de mi papá, pero conmigo se descuido un poco. Me fui a la esquina y en una hora llegó Pepe, me pidió que esperara media hora y entrara sin hacer ruido.

Obedecí al pie de la letra, y al entrar oí los gemidos de mi madre, ella estaba boca arriba y Pepe en posición de misionero sobre ella, al voltear él me miró a los ojos y sonrió, ella al estar en esa posición no podía verme, así que Pepe le ordenó ponerse en 4 patas sobre la cama dándome la espalda, pude ver su culo enorme abriéndose frente a mi y con la verga en la mano me acerqué a ella listo para penetrarla, al sentir toda mi verga adentro de ella se dio cuenta de inmediato de la diferencia y trató de zafarse, pero Pepe ya la tenía bien sujeta, igual que a su mujer la comenzamos a violar entre los dos, Pepe la amenazó con contarle a su marido si seguía resistiéndose, lo cual la calmó un poco, pero no por eso dejo de llorar mientras la penetraba, para callarla Pepe le metió su verga en la boca, mientras lo hacía yo le decía que me daba gusto tener a una madre puta y golosa con una panocha tan rica y tibia. Mientras le decía cosas de ese tipo Pepe se vino adentro de su boca y al tenerla libre para hablar en lugar de seguir quejándose dejo salir a la puta que lleva dentro y empezó a pedirme que me la cogiera con más fuerza, yo obedecí de inmediato y las vulgaridades no tardaron en salir de la boca de los tres, mi madre pedía más y más verga, Pepe le decía lo puta que era y yo no me quedaba atrás, le decía que le llenaría su panocha con la leche de su hijo y cosas así, mientras ella me decía que era un hijo de puta.

No pude más, cuando oí eso me vine como nunca lo había hecho, llené la panocha de mi madre con mi semen y sentí hervir mi sangre, mi madre soltó un gemido agudo mientras se daba cuenta de que la leche de su hijo entraba en ella, pero algo me distrajo, pues la cara de Pepe estaba pálida y miraba un punto detrás de mi madre y mío, su cara estaba estupefacta y lo primero que pensé era que mi padre estaba en la puerta de la recamara...