El amante misterioso (3)

Alma sigue las instrucciones de su misterioso amante y así termina en un agradable trio, aunque cuando su amante la descubre masturbandose sin su permiso...¿habrá un castigo?

EL AMANTE MISTERIOSO (3)

(Tercer capitulo. Para leer el anterior y saber de que va la historia debes ir a: http://www.todorelatos.com/relato/60998/ )

Cogí el móvil y respondí:

  • ¿Diga? – El masturbador se detuvo.

  • Hola preciosa.

  • Hola – respondió Alma nerviosa.

  • Necesito que me hagas un favor – dijo la atractiva voz del amante.

  • Sí, dime – respondió Alma sin pensárselo.

  • Subirás a tu piso y dejarás la puerta entreabierta, te dirigirás a tu habitación, te quitarás la ropa, te vendarás los ojos con un pañuelo y te acostarás en la cama boca abajo y me esperarás. ¿Vale?

  • Sí, como tu quieras – aceptó Alma sumisa. Y con sólo pensar que él estaría con ella en su habitación sintió que todo su cuerpo se excitaba.

Alma colgó y subió a su piso. Dejó la puerta entreabierta como le había ordenado su amante misterioso y luego se dirigió a su habitación, haciendo todo lo que él le había pedido. Se acostó sobre la cama bocabajo y se vendó los ojos. Esperó unos segundos, tal vez minutos que se le hicieron eternos, hasta que escuchó la puerta cerrarse y unos pasos avanzando por el pasillo hasta llegar a la habitación. Alma estaba nerviosa, pero también excitada, ardía de deseo después de todo el día sintiendo el masturbador dándole placer a ratos. Tenía la entrepierna muy húmeda y sólo deseaba que su amante la poseyera.

Alma oyó ruidos a su alrededor, sobre todo de ropa rozando, quizás su cuerpo, pensó Alma, desnudándose. Aún tenía el masturbador entre las piernas y sintió como el hombre se lo quitaba cuidadosamente y tras hacerlo, acariciaba su entrepierna comprobando la humedad. Alma se estremeció sin remedio.

  • Perfecto – musitó el hombre, que tomándola por las caderas, la hizo subir el culo y colocarse en cuatro.

Tras eso abrió las nalgas y las lamió. Alma gimió. El hombre la hizo girar sobre la cama quedando esta atravesada en ella. Y a continuación sintió las manos del hombre acariciando su sexo suavemente y también una polla chocando con su boca, cosa que sorprendió enormemente a Alma, había alguien más en la habitación. Descubrir que no estaban solos hizo que Alma se pusiera nerviosa y su corazón empezara a latir a cien por hora. Estaba desorientada y no era capaz ni de abrir la boca.

  • Creo que esta putita se ha asustado – dijo una voz desconocida para ella, mientras la polla empujaba en sus labios.

Sintió un cachete en sus nalgas y la voz de su amante diciéndole:

  • Abre esa boquita y chupa la polla de mi amigo, venga.

Alma obedeció a pesar de los temores que crecían en ella ante aquella extraña y descontrolada situación, abrió la boca y dejo que la extraña polla la ocupara, y empezó a lamerla como pudo, mientras detrás de sí, su amante masajeaba y lamia su sexo haciéndola estremecer sin remedio. Gimió manteniendo la polla en su boca, que trataba de chupar al ritmo que le marcaba aquel nuevo amante.

Por detrás, su amante, le estaba introduciendo ahora un par de dedos en su vagina y los movía en sentido rotatorio provocándole un nuevo estremecimiento, inmediatamente sintió su pene, empujando, tratando de ocupar el puesto que los dedos acababan de dejar libre. En su boca, el pene del otro hombre, seguía balanceándose, entrando y saliendo, follando aquella boca, porque eso era lo que hacía el extraño, follarle la boca empujando con fuerza y tratando de meter la polla hasta la garganta. Alma aguantaba las arremetidas como podía, mientras por detrás, ahora sentía las embestidas de su amante.

Alma sintió como la polla que tenía en la boca se hinchaba cada vez más y como el hombre gemía, sin duda estaba a punto de llegar al orgasmo. Y efectivamente, no tardó mucho en descargar toda su leche en la boca de la muchacha que trató de tragar todo lo que pudo.

Por detrás, su amante seguía empujando, haciendo que toda su verga entrara y saliera una y otra vez, de la húmeda y excitada vulva femenina. Alma empezó a gemir ahora que tenía la boca libre y podía hacerlo placenteramente, sintiendo las fuertes arremetidas que su amante le propinaba, sin duda él también estaba sumamente excitado. Hasta el apunto de alcanzar el orgasmo; y tras el desahogo su amante abandonó el calido refugio de sus piernas. Alma sintió que ambos hombres estaban en la habitación pero la habían dejado abandonada sobre la cama a cuatro patas, desorientada. Unos segundos mas tarde, notó que uno de los hombres la hacía levantar, y luego ponerse sobre él encima de la cama ambos acostados, guiando su erecta verga a la húmeda vagina femenina. No sabía quien de los dos era, y eso aún la excitaba más. El hombre la abrazó, llevó sus manos hasta las poderosas nalgas femeninas que habían quedado expuestas y se las abrió, inmediatamente, Alma sintió una verga invadiendo aquel agujero posterior, la excitación de la muchacha subió varios grados al comprobar que se estaba haciendo realidad una de sus fantasías, ser follada por dos hombres a la vez.

El que la penetraba por detrás, empujó despacio, haciendo que la verga avanzara por el estrecho agujero centímetro a centímetro, hasta sentir como chocaba con el otro separado por una fina membrana. Alma gimió, se sentía llena y aquello era el delirio para ella. No tardaron mucho ambos hombres en moverse, en hacer que sus vergas entraran y salieran de los húmedos agujeros femeninos, primero despacio y tratando de acompasar perfectamente los movimientos, cuando uno entraba, el otro salía y así alternativamente. Alma empezó a gemir cada vez más fuerte, aquello era mejor de lo que jamás hubiera soñado. Ambos hombres también empezaron a gemir, y por el tono de sus gemidos, Alba adivinó que era su amante misterioso el que le daba por el culo. La habitación se llenó de placer y sensualidad, los tres cuerpos se armonizaban a la perfección, dándose goce. Alma sintió que iba a morir de excitación cuando el orgasmo empezó a renacer entre sus piernas, era algo que jamás había sentido antes, nacía en su entrepierna, se extendía hasta su culo y brotaba luego por todo su vientre, haciéndola gemir como nunca antes había gemido, casi grito como una posesa, y terminó derrumbándose sobre el misterioso hombre que tenía enfrente. Ellos continuaron empujando alternativamente hasta que pronto ambos alcanzaron también el orgasmo.

Terminada la sesión, su amante despidió al otro hombre dándole las gracias. Luego se quedó un rato junto a ella, abrazándola, sin quitarle la venda de los ojos.

  • ¿Te ha gustado? ¿Era lo que habías imaginado? – Le preguntó en un susurro, de modo que Alma no pudo distinguir su voz.

  • Sí, ¿y ahora qué? – Preguntó Alma.

  • Ahora me iré, después de colocarte otra vez el masturbador.

  • ¿Volveremos a… vernos… pronto?

  • No lo sé – respondió su amante con el mismo misterio de siempre, mientras se levantaba de la cama.

Tras lo cual, le colocó el masturbador a la chica, se vistió y salió de la habitación diciéndole a Alma:

  • No te quites la venda de los ojos hasta que hayas oído la puerta cerrarse y por supuesto, no te va a servir de nada mirar por la ventana, ya que hay una salida trasera que no se ve desde tu piso

Alma obedeció quedándose acostada sobre la cama esperando a oír la puerta, cuando esta sonó se quitó la venda, observó a su alrededor y vió como había quedado la cama después de la batalla campal desarrollada en ella. Se sentía feliz a pesar de todo, a pesar de que a veces su misterioso amante le hacía pasar miedo, a pesar de no saber quien era. E inmersa en esos pensamientos, la vibración del masturbador la hizo despertar. Gimió y se convulsionó y luego se paró de nuevo. Le gustaba aquella sensación de placer que el aparato le producía pero la ponía nerviosa el que nunca supiera cuando se pondría a funcionar y lo hiciera siempre cuando menos lo esperaba.

Gracias a Dios no volvió a sentirlo y finalmente pudo dormirse. Pero soñó que varios hombres la follaban, hombres desconocidos, que la llenaban de semen por todo el cuerpo y ella se sentía feliz, y por supuesto, su misterioso amante, encapuchado la hacía suya una vez más. Despertó sudorosa, ardiente, mojada. E irremediablemente sus manos se dirigieron a su sexo, pero al sentir el masturbador se detuvo recordando las palabras de su amante: " Yo controlaré tu placer, sólo yo, ni se te ocurra tocarte o acariciarte". Suspiró profundamente y pensó que lo mejor sería levantarse y tomarse una ducha fría, aunque la odiaba. Así que desechó la idea. Se levantó y se dirigió al comedor, iba desnuda, sólo con el masturbador entre sus piernas, que se movía a cada paso. Se acercó a la ventana, apartó la cortina ligeramente y observó la noche.

Observó el edificio de enfrente, todo parecía estar a oscuras, ni una sola luz encendida, pero una ventana más abajo de la suya los vió, era una pareja joven. Ella estaba asomada a la ventana, él detrás casi no se le veía en la penumbra de la habitación. Se movían con cierto frenesí, lo que hizo pensar a Alma que probablemente estaban follando, él empujaba y ella le recibía; observó la cara de la chica, por los gesto que hacía ya no le cabía ninguna duda, el placer se dibujaba en su rostro. Observar aquella excitante escena, hizo que Alma se sofocara y deseó que el aparatito alojado entre sus piernas se pusiera en marchar, pero... Luego ante el creciente deseo, pensó que si se masturbaba ella misma ¿Cómo se iba a enterar sus misterioso amante? Ahora no estaba cerca y... Apartó el aparato y sin perder detalle de lo que hacía la pareja, se acarició suavemente el clítoris, llevó su dedo hasta su vulva y al introducirlo... el ring del teléfono la sacó de aquel maravilloso momento, maldijo el aparato y se alejó de la ventana, para coger el auricular que estaba en el mueble, junto al televisor. Nada más cogerlo un:

-

Ni se te ocurra hacerlo – sonó al otro lado con voz firme. Era su misterioso amante, no sabía como, ni desde donde, pero era evidente que la veía, la había visto – Te dije que tu placer lo controlo yo, esto tendrá sus consecuencias – la amenazó.

Alma se sentía nerviosa y preocupada, ¿y si su misterioso amante era un loco, un loco que controlaba todos sus movimientos, un loco que sabía donde vivía y...?

-

Por lo pronto descorre las cortinas y deja que te vea bien – le ordenó el hombre.

Alma asustada pensó que lo mejor era obedecer, se acercó a las cortinas y las abrió sin soltar el auricular, ya que el teléfono era inalámbrico.

-

Muy bien, ahora siéntate en el sofá, de cara a la balconera, para que yo te vea.

Alma se sentó.

  • Abre bien las pierna y quítate el masturbador.

Alma lo hizo sin soltar el auricular. Sentía la respiración de su amante a través de él y cada vez se sentía más asustada, pero también excitada. No se atrevía a preguntar, pero tenía tanta curiosidad por saber donde estaría, indudablemente sería en algún piso del edificio de enfrente, agazapado en la oscuridad, seguro.

  • Bien, ahora tócate, mastúrbate para mí, ya que tienes tantas ganas – le ordenó su amante.

Alma sin decir nada, obedeció, llevó su mano hasta su sexo y empezó a acariciarse suavemente, introduciendo sus dedos entre sus pliegues, buscando el mágico botón del clítoris y rozándolo con suavidad. No tardo en empezar a gemir. El chico al otro lado del auricular la animaba diciendo:

  • Sí, así, muy bien, sigue. Me gusta oírte gemir.

Alma seguía en la labor de darse placer, introdujo sus dedos en su vulva, los hundió, los sacó, los volvió a meter y comenzó a estremecerse intensificando sus gritos de placer, estaba a punto de alcanzar el orgasmo y su amante lo sabía, la conocía bien, conocía el tono de cada uno de sus gemidos, por eso le ordenó:

  • Detente, saca los dedos de ahí y acaríciate los senos ahora. No quiero que te corras, no tan pronto. Este espectáculo es tan maravilloso que no quiero que termine aún.

Alma lo maldijo, pues estaba ardiendo de deseo y aquella interrupción la distrajo del objetivo de alcanzar el placer. Pero obedeció sin saber porqué, obedeció, quizás porque poco a poco aquel hombre a pesar de ser un desconocido para ella, empezaba a ejercer un gran poder, se acarició los senos con lascivia y pensó que si lo que él quería era un espectáculo erótico que eso era lo que iba a tener. Siguió manoseándose los pechos, mirando en frente con deseo, hasta que su amante volvió a ordenarle:

  • Venga, ahora otra vez ese húmedo sexo, tócatelo, acaríciatelo.

Alma obedeció y descendió con sus manos hasta su sexo, volviendo de nuevo a acariciarse, a introducir sus dedos en su sexo, a follarse con ellos hasta casi llegar de nuevo al orgasmo, y de nuevo su amante la hizo detenerse.

  • Ahora colócate de nuevo el masturbador, zorrita – le ordenó.

Alma lo hizo y esperó, enseguida el aparato se puso en marcha sorprendiéndola, indudablemente su amante estaba en el edificio de enfrente, quizás en el mismo piso, porque sino aquello no estaría funcionando. Alma cavilaba sobre ello, mientras sentía el placer que el aparato le producía, y a la vez el miedo de saber que él estaba tan cerca, que la observaba, que la vigilaba, lo que hizo que poco a poco el orgasmo fuera creciendo hasta explotar en un maravilloso éxtasis, mientras su amante le repetía por el auricular:

  • Muy bien, así me gusta, perfecto, un espectáculo perfecto.

Finalmente cayó derrengada sobre el sofá, exhausta y satisfecha, pero también preocupada y antes de que él colgara se atrevió a preguntarle:

  • ¿Dónde vives? ¿Estás cerca, aquí enfrente?

Pretty Woman (16 octubre de 2008)