El amante misterioso (2)
Un nuevo encuentro con su amante en el baño de la oficina, hace que su sexo se llene de jugos, de deseo, de...
EL AMANTE MISTERIOSO (2)
(Segundo capitulo. Para leer el anterior y saber de que va la historia debes ir a: http://www.todorelatos.com/relato/60943/ )
A la mañana siguiente, Alma se levantó nerviosa, intuía que pasaría algo, estaba segura de que su misterioso amante le tendría alguna sorpresa preparada, pero ¿cuál?
El día fue más bien tranquilo, aunque durante horas estuve pensando en quien podría ser su misterioso amante, e incluso se acercó a un par de compañeros y les hizo algunas preguntas, pero sus pesquisas no tuvieron éxito, ninguno de los dos era su amante misterioso, además durante todo el día no había sabido nada de él y cuando ya casi había perdido la esperanza, justo cinco minutos antes de salir recibió un email. Lo abrió rápidamente con ansia y leyó:
"Hola preciosa. Hoy estás muy guapa. Bueno, tengo que pedirte algo. Espera a que la oficina este vacía y no haya nadie, entonces ve al baño y espérame allí, donde en uno de los baños, sobre la cisterna del water encontrarás un negro pañuelo de seda que debes ponerte en los ojos a modo de venda". Alma esperó, estaba muy nerviosa y no dejaba de imaginar lo que sucedería en aquel baño. Los cinco minutos que tuvo que esperar hasta que no quedó nadie en la oficina se le hicieron eternos y cuando finalmente comprobó que no había nadie más que ella, se levantó y casi corrió hasta el baño. Entró en el primero y vió que efectivamente, sobre la cisterna había un pañuelo de seda negro. Obedeció y se lo puso alrededor de los ojos anudándoselo fuertemente. Sólo con aquel gesto empezó a sentirse excitada y notar como su sexo se humedecía sin remedio. ¿Cómo podía ser que aquel extraño al que nunca había visto la cara, la pusiera así? Esperó unos segundos tras ponerse el pañuelo y no tardó en oír el ruido de la puerta al abrirse, luego unos pasos acercándose al cubículo donde ella estaba y finalmente la presencia de alguien tras de sí.
- Muy bien, preciosa. Dijo la conocida voz susurrante de su amante en su oído.
Y sin más, le levantó la falda, le bajó las bragas y se las quitó. Alma estaba nerviosa y excitada, esperaba que él acariciara su sexo o la tomara allí mismo, por cualquiera de sus agujeros, pero en lugar de eso, el hombre le hizo levantar una pierna y luego la otra y le puso algo que parecían unas tiras, un arnés, pensó Alma pero cuando sintió como si un pequeño pene se introdujera en su vagina inmediatamente adivino lo que era, le estaba colocando un arnés con un masturbador, sintió una pequeña presión en el clítoris también. Cuando tuvo el aparato perfectamente colocado su amante le susurró de nuevo:
- Perfecto, llevarás esto las próximas 24 horas. Sólo puedes quitártelo para hacer tus necesidades y asearte, el resto del tiempo debes llevarlo y por supuesto
Alma sintió como el vibrador empezaba a moverse dentro de ella y gimió.
- Yo controlaré tu placer, sólo yo, ni se te ocurra tocarte o acariciarte.
Era un masturbador con mando a distancia. Alma oyó como los pasos de su amante se alejaban. Cuando oyó la puerta del baño cerrarse se quitó la venda y se dirigió hacía el lavamanos. Necesitaba refrescarse, porque sentir a aquel hombre tan cerca la hacía arder. Tenía el sexo encharcado, podía sentirlo. Abrió el grifo y cuando iba a echarse el agua en la cara sintió como el masturbador vibraba, todo su cuerpo se convulsionó al sentirlo y cuando este paró lo primero que hizo fue salir a la puerta del lavabo y observar a lado y lado, sabía que el misterioso amante no podía estar muy lejos. Pero lamentablemente no vió a nadie, parecía todo desierto. Volvió a entrar al baño y terminó de refrescarse, luego salió de la oficina, aunque el paseo hasta su coche se convirtió en una tortura ya que el aparatito se introducía en su sexo una y otra vez proporcionándole un agradable placer.
Al llegar a casa Alma pensó que lo mejor sería cenar algo ligero e irse a la cama, porque sabía que si se movía mucho no podría resistir el placer que aquel aparatito le producía. Aún así, tratar de dormir también le fue difícil, pues en cada movimiento que hacía el dichoso masturbador se le introducía más ó apretaba su clítoris y eso la excitaba. Finalmente logró dormirse, pero cuando despertó al día siguiente, sintió su entrepierna muy húmeda, incluso demasiado. Sin duda el masturbador había hecho su trabajo de excitarla aún sin tener la vibración puesta.
Alma se levantó, se quitó el masturbador y se duchó sintiendo un gran alivio en su entrepierna, estuvo tentada de darse placer a si misma, pero inmediatamente recordó las palabras de su amante: "Yo controlaré tu placer, sólo yo, ni se te ocurra tocarte o acariciarte", luego volvió a ponérselo y buscó en su armario un atractivo vestido que pudiera llamar la atención de cualquier hombre, pero en especial la de su amante misterioso. Eligio un vestido negro, estrecho y de falda corta que mostraba el nacimiento de sus pechos en un descarado escote. Encima se puso una chaqueta blanca a juego. Salió dispuesta a todo aquel día, pensando que después de la tortura a la que estaba segura su amante la sometería este querría disfrutar de sus encantos como lo hizo en la sala de archivos.
Al llegar a la oficina ya estaba sumamente excitada, y de nuevo, al ver a sus compañeros escrutó quien de todos ellos podría ser sus misterioso amante. Estuvo observando a Mario, que estaba sentado frente a ella, dos mesas más allá, era tímido pero divertido, aunque con esa timidez no, no podía ser él, lo descartó por completo. A su izquierda, al otro lado del pasillo se sentaba Esteban, era muy lanzado y miraba a todas con esa especie de deseo y pero estaba casado y eso le frenaba muchas veces a la hora de entablar amistad con cualquier chica de la oficina, sólo miraba, imaginaba y no pasaba de ahí. ¿Quién podría ser? Cada vez tenía más dudas. Tras sentarse en su silla y encender el ordenador sintió como el aparatito residente entre sus piernas empezaba a vibrar, y el movimiento la pilló por sorpresa, de tal modo, que pegó un pequeño saltito en su silla y gimió irremediablemente. Cuando el aparatito se detuvo miró a su alrededor, pero nada, todos estaban a sus labores. Entonces la llamó su jefe y la hizo pasar a su despacho y justo en el momento en que se sentó en la silla frente a él el aparato de puso en marcha. Tuvo que disimular como pudo el agradable placer que aquel cosquilleo entre sus piernas le causaba, mientras su jefe le pedía que buscara información sobre una noticia que había salido el día anterior. La vibración y la maravillosa sensación de placer no cesó hasta que hubo salido del despacho y por un segundo maldijo a su misterioso amante por haberle hecho pasa por aquella humillante y extraña experiencia ante su propio jefe.
Cuando se sentó en su mesa, inmediatamente apareció su misterioso amante en el Messenger y le preguntó:
- Hola preciosa ¿Cómo estás?
Alma no se lo pensó dos veces y respondió:
Excitada.
Bien, así me gusta.
Y tras eso, el aparatito se puso de nuevo en marcha. Alma vibró y sintió como el pequeño pene se movía en su interior proporcionándole un agradable sensación.
¿Quieres parar, por favor? Le suplicó a su amante a través del Messenger
No, me encanta verte excitada, estás guapísima.
Alma al leer aquello alzó la vista del ordenador y buscó a su alrededor.
- No me vas a encontrar, no sabrás quien soy, no hasta que llegue el momento adecuado, pero mientras tanto yo controlo tu placer escribió él cuando Alma volvió a bajar los ojos hacía la pantalla de su ordenador, y de nuevo, la vibración en su interior, el placer y sus propios jugos mojando irremediablemente su sexo.
Alma estuvo a punto de sentir un orgasmo, pero su amante tuvo la precaución de apagar el aparato justo en el momento adecuado para que eso no sucediera.
- Bueno, preciosa, te dejo seguir trabajando se despidió su amante, apagando el Messenger.
Alma acalorada y sumamente excitada decidió dirigirse al baño. Una vez allí, se quitó el masturbador, meó y se limpió concienzudamente, pues estaba muy, muy húmeda y al hacerlo, al pasar el papel de WC por esa zona una idea cruzó por su mente, tiró el papel y con un dedo empezó a acariciarse el clítoris suavemente. Inmediatamente, sonó el móvil que solía llevar en el bolsillo de la chaqueta. Lo sacó y tras mirar la pantallita donde salía un número desconocido para ella, contestó:
¿Diga?
Hola cielo. Antes de que empieces a meter tus preciosos deditos entre los pliegues de tu ardiente coño sólo quería decirte, que ni se te ocurra hacerlo, ya te dije que ahora soy yo quien controla tu placer y yo decidiré cuando debes correrte ¿vale? Así que sal ya de ese baño.
Vale, pero yo no
No me digas que no lo habías pensado, llevas excitada unas 15 horas así que
El hombre colgó y Alma se sintió avergonzada de que su amante misterioso casi la hubiera descubierto, sin duda la conocía muy bien. Volvió a ponerse el aparatito entre las piernas y salió del baño. Cuando se hubo sentado de nuevo en su mesa, su amante encendió el masturbador y de nuevo, todo su cuerpo se convulsionó al ritmo de la vibración haciendo que su sexo de humedeciera.
El resto del día transcurrió tranquilo, entre convulsiones causadas por el masturbador, excitación sin límite y el trabajo. Cuando llegó la hora de irse a casa, Alma aún albergaba la esperanza de que su misterioso amante le pidiera que fuera al baño o alguno de los despachos de la oficina cuando todo estuviera desierto, pero no fue así. Tras esperar esa orden durante unos 10 ó 15 minutos decidió marcharse a casa.
Tras aparcar el coche en el parking subió a su casa y al sacar la llave para abrir la puerta del portal la vibración volvió a hacer su efecto entre sus piernas. Sin duda, su amante estaba cerca, y cuando iba a mirar a su alrededor para buscarlo sonó su móvil, lo sacó del bolsillo de la chaqueta donde aún lo llevaba y en la pantallita vió el mismo número que había visto por la mañana, lo recordaba perfectamente, sin duda era él
PrettyWoman 9 de Octubre de 2008