El amante de los tiempos, en 5 relatos (9)
Un relato de relatos. Diferentes lugares, diferentes épocas, diferentes personajes, solo uno fijo, el autor, en 31 trozos.
EL AMANTE DE LOS TIEMPOS, EN 5 RELATOS
(9-31)
ESCRITA POR: SALVADOR MORALES
© Todos los derechos reservados.
Desde luego sabía mamarla, pues tuve que separarla de mi polla o me hacía explotar. Después me saqué el resto de ropa de encima y la coloqué bien en la cama y me puse a comerle el chumino abriéndole bien la vagina con mis dedos y mi lengua, donde su clítoris fue saboreado y disfrutado.
Mauricio y Saúl también se desnudaron. Mientras uno le comía un pecho, el otro se agenciaba el otro.
Ella gemía con cada orgasmo que le hacíamos concebir. Pronto se fue turnando para comer las tres pollas, una tras otra o de dos en dos y hasta de tres en tres, pues la chica era un dechado de habilidades hasta ahora desconocidas.
Aquello se merecía una clavada de polla en toda regla, pero como ella estaba vedada, se la metí a Mauricio, mientras Saúl me la clavaba a mí.
Mauricio no dejaba de comerle el chumino a una Venus entregada en cuerpo y alma a su pacto con nosotros y no renegaba de nada, solo esperaba que cumpliéramos de no romperle ningún agujero.
Aún era de noche y todo el mundo dormía. Unos en la cama y otros en el suelo.
Venus despertó cuando sintió que su clítoris la hacía vibrar sin saber por qué. Lo supo cuando me vio comiéndoselo con mi boca. Una vez la vi despierta, dejé su chumino.
. - es la hora. Vístete y haz lo que te dije anoche. No saldremos hasta amanecer, así que ocúltate bien.
. - gracias, no os defraudaré y cumpliré con mi palabra, se lo juro -dijo cogiéndome la polla endurecida y mamando hasta que me hizo explotar en su boca una vez más. Luego siguió mamando hasta que no salió ni gota más de leche. Ella se relamió y sonriendo, se vistió, para luego abrir con cuidado y perderse en la oscuridad del pasillo-.
Dejé que los chicos durmieran toda la noche y hasta yo volví a echar una cabezadita, cosa que me dejó grogui.
Cuando desperté, ya era de día y el sol entraba por la ventana.
. - chicos, arriba. Ya es de día. Nos vamos de este antro -les dije-.
Una vez vestido todo el mundo, bajamos abajo para comer algo. Según nos sentamos, apareció el fondero cabrón.
. - tráiganos algo para desayunar y no le voy a pagar por adelantado, antes quiero ver lo que voy a comer.
. - claro, claro. Enseguida le traen un rico desayuno -dijo el capullo riendo y marchando hacia la cocina-.
Al rato apareció Venus con la comida. Tenía la cara roja de una ostia que le habrían dado, sin duda. Yo mismo tenía la cara desencajada, pues no la esperaba ver yo, ni los demás, aun allí.
Cuando nos puso la comida en la mesa, la interrogué con la mirada. Ella, en voz baja, nos contó.
. - no pude salir. Me cogió en la puerta y me dio una paliza a tortazo limpio.
. - será hijo de puta. Vuelve con lo que estabas haciendo. Hablaré con el cabronazo.
Según Venus se fue, comenzamos a comer como si nada. Luego llamé al fondero, que vino trotando, pues pensó que le iba a pagar aquella bazofia de comida.
. - ¿está todo de su gusto, señor?
. - esto es pura basura, pero no le he llamado por eso. ¿Cuánto quiere por la chica que nos hemos follado toda la noche?
. - no puedo venderla, es mi hija -dijo compungido el crápula-.
. - no me venga con gaitas. Sabemos que no es su hija. Le doy esta bolsa de monedas y aquí no se hable más. Si no, voy a las autoridades y lo encierran en el calabozo más profundo a usted y a su puta mujer.
. - no se ponga así, hombre. ¿Podría subir un poco más?, su padre me debía el doble cuando me la entregó.
. - me cago en su puta madre, pero tiene razón. No voy a ser tacaño y no quiero que pierda dinero en esta transacción. Aquí tiene una segunda bolsa de monedas. Ahora dígale que coja todas sus cosas, que se viene con nosotros y como le vuelva a poner las manos encima, aparte de quitarle el dinero, lo rajo de arriba abajo. ¿Lo ha cogido, fondero?
. - perfectamente, perfectamente, señor. Enseguida se la mando -dijo cogiendo las dos bolsas de monedas-.
Seguimos comiendo, hasta que apareció Venus con un atado con sus cosas.
. - siéntate. ¿Has desayunado?
. - no, aun no.
. - fondero -grité- traiga otra ración de lo mismo para la chica y rápido-.
. - sí señor y es por cuenta de la casa.
. - será hijo de puta el tío, -dije no muy alto. Los demás rieron, hasta Venus sonrió un poco-.
Un cuarto de hora después salimos de aquella pocilga y recogimos los animales y marchamos de aquel pueblo en dirección que no era la que tomaríamos más tarde. Lo hice por si acaso se le ocurría a alguien asaltarnos más adelante.
Una vez fuera de la vista del pueblo, volvimos hacia la carretera que nos interesaba, dirección a casa.
Una fina lluvia nos empezó a caer encima, no detuve la caravana, pero cuando arreció, buscamos un agujero donde meternos y Mauricio dio con una cueva no muy profunda a un lado de la carretera, que se embarraba por momento.
Una vez en la cueva, por orden mía, todo el mundo se desnudó y nos secamos, poniendo la ropa a secar también. Suerte que los animales cabían en la cueva y no tendríamos que preocuparnos por ellos. Les dejamos sin nada encima y buscamos madera con que hacer un fuego.
Al fondo había troncos sujetando las paredes y el techo. Aquello debía haber sido el comienzo de una mina que no prosperaría.
Una vez el fuego crepitaba, nos calentamos bien nuestros cuerpos. Cuando tendimos las mantas y Mauricio sacó la carne de su última liebre, nos las zampamos toda.
No pudimos surtirnos en el pueblo, pues no deseaba seguir allí más tiempo teniendo a Venus con nosotros y sabiendo el tabernero que manejaba dinero. No había que tentar la suerte.
. - pasaremos la noche en la cueva. Dormiremos pegados los unos a los otros. Recordad que nada de polla con Venus.
. - gracias, Sr. Salvador.
. - ahora es tu amo. Te compró -dijo Mauricio-.
. - es verdad. Gracias, amo.
. - Venus, aunque te comprara, no eres mi esclava. Puedes llamarme amo, pero no eres esclava. Te puedes ir cuando quieras, solo que mientras estés con nosotros, nos atenemos al pacto, comida y sexo sin penetración.
. - gracias amo. Lo haré lo mejor posible -dijo metiéndose entre mis piernas y cogiéndome el rabo. Pronto me la puso dura con sus manos-.
Me tendí con los brazos bajo la cabeza y dejé que me la trabajara. Mauricio se me acercó y me ofreció su polla, que acepté encantado y sin demora. Saúl se puso junto a Venus a comerse mis huevos unas veces y su chochete otras, alternándolos.
Como la noche aún no había llegado, aunque estaba oscuro y no era sino por la lluvia, nos dimos gusto durante bastante rato hasta que las pollas fueron explotando una tras otra. Luego sí, nos acurrucamos juntos y nos tapamos.
Aun así, juntos, no dejamos de usar la boca y la lengua con el que teníamos más cerca. Poco a poco fue imponiéndose el silencio, hasta que todos nos quedamos dormidos.
El ladrido de un lobo a lo lejos nos fue despertando. El puto animal era persistente y no se callaba ni bajo el agua, pues seguía lloviendo a cántaros. No me gustaba cabalgar con tanto barro como sin duda habría en las carreteras, por lo que decidí quedarnos otro día allí sin hacer nada. Eso o perder algún caballo porque se rompa alguna pata en el fango. Los demás lo entendieron y no se quejaron. Además, Venus nos tenía bien servidos de uno de sus quehaceres diarios. Ya saben cuál…
. - amo, ¿me permite salir e intentar cazar algo?
. - querido, lo único que vas a cazar es un resfriado.
. - iré desnudo, amo. Con la lluvia los animales están más mansos. Solo tengo que dar con ellos.
. - al menos ponte el calzado y no te alejes mucho. Ya sabes lo que aprecio lo que tienes entre las piernas -dije y todos rieron, incluso Venus-.
. - gracias amo. Vos siempre preocupándose por mí.
. - por egoísmo, Mauricio. Puro egoísmo. No te vayas sin besarme.
. - claro que no, amo.
Mauricio cogió el arco y las flechas y se calzó. Luego se me acercó y nos comimos la boca. No pude dejar de agacharme y comerle el descomunal rabo de mi amante perpetuo. Cuando se lo tuve bien endurecido, me di la vuelta y a cuatro patas y sin soltar el arco y las flechas, me sodomizó el culo, descargando dentro. Cuando se dispuso tomarse su leche, Saúl se lo impidió, sustituyéndolo en mi culo.
Venus se precipitó hacia la chorreante polla de Mauricio y se tomó los restos de su corrida. Una vez limpio, salió de la cueva, más contento que unas castañuelas.
. - vamos, Saúl. Aprovéchate y dame polla tú también.
. - sí, amo -dijo el chico-.
. - ¿tú también con lo de amo?
. - por supuesto, amo. Si voy a estar a su servicio, tengo que ir practicando. ¿Yo también puedo marcharme cuando quiera?
. - pues claro. Por ti, ni pagué siquiera. Si Venus es libre, tu más. Anda, déjate de coñas y clávamela como me gusta.
. - si amo -y me enculó como me gustaba, a toda pastilla y a lo bestia-.
Un rato después cuando fui servido por los chicos, me tendí un rato y me quedé dormido. Saúl y Venus estaban también juntos en la entrada de la cueva, mirando el agua caer. Estaban con una manta por encima. La cabeza de Venus estaba sobre el pecho de Saúl.
. - ¿cómo te encontró el amo Salvador?
. - te contaré, fue cuando…
El chico le contó a la chica todo su periplo desde que fueron asaltados hasta el presente.
. - lo siento. Pobrecito Saúl -le dijo ella cogiéndole la mano y poniéndosela encima de su pecho derecho- yo haré que mitigues tu dolor-.
. - gracias, querida. Ya lo haces.
. - no he visto que amo y Mauricio usen tu puerta trasera y sí tú la de ellos.
. - no lo hemos hablado como tú con tus agujeros anal y vaginal, pero tácitamente me han permitido que sea yo quien dé el primer paso. Creo que lo daré a no tardar mucho. No tengo derecho ser yo solo quien los penetre y ellos a mí no.
. - ¿te has fijado lo grande que la tienen, sobre todo Mauricio?
. - lo sé, las he mamado, como sabes. Eso es lo que me ha echado hasta ahora para atrás, pero me voy a liar la manta a la cabeza y pedirles que me desfloren. Primero el amo Salvador, que no la tiene tan grande como la de su guardaespaldas, luego la de Mauricio, una vez me haya acostumbrado a la del amo.
. - te va a doler.
. - lo sé, ya lo creo que lo sé -dijo apretándole el pecho, el cual podía abarcar con su mano. Su pezón era constantemente sobado con el dedo pulgar, lo que hacía mojarse a una Venus dispuesta y tanto, que se metió entre sus piernas y le dio un placer extra, pues sin que se diera cuenta, Venus se había sentado sobre la polla del chico, clavándosela con una suavidad que ella solo sintió dolor cuando era traspasado el himen virginal. Allí se quedó parada mientras se comían la boca una y otra vez. Luego comenzó a subir y a bajar hasta que Saúl le dijo que se iba a correr. Ni, aun así, se salió y recibió la ración lechera en su interior reproductor-.
. - no debiste dejarme descargar dentro de ti.
. - no importa, si viene se parecerá a ti y eso me gusta.
. - estás loca, ¿lo sabes?
. - loca y libre. Libre como un pájaro -dijo mientras se salía y le comía la polla hasta dejársela limpita. Luego se alzó y puso al chico a comerle el chichi, que chorreaba semen y sangre a partes iguales. Saúl cerró los ojos y se tomó ambos, comiendo también clítoris al pil-pil.
Mauricio apareció bajo la lluvia con una cria de venado entre los dos hombros, con las patas por delante. Además, sobresalía su descomunal polla endurecida por un empalmamiento del carajo.
Saúl y Venus dejaron de comerse la boca para acercarse a Mauricio y sin dejarle que bajara el animal cazado, ponerse a comerle la polla. Entre los dos lo pusieron bonito.
Al oír el barullo de la entrada desperté y vi el panorama.
. - chicos, dejarle al menos que suelte el animal. No seáis cabritos.
A Mauricio poco le importaba, pues el venado apenas pesaba, pero debía hacer caso a su amo y me apoyó.
. - vale chicos. Gracias por la bienvenida, pero dejarme un segundo, por favor.
Los dos mamones se apartaron y dejaron que Mauricio se acercara al fuego y soltara en el suelo la caza.
. - vaya bicho, querido.
. - no es muy grande, pero nos dará para varios días. Estaba tan mansito que hasta me dio pena matarlo, pero era el animal o nosotros y claro, perdió la cría.
. - descansa, yo me encargo de despellejarlo. Chicos, acercaros -llamé a los mamones- terminad lo que habíais empezado-.
Los dos se llegaron hasta Mauricio, que ya estaba tendido sobre las mantas. De inmediato continuaron con la mamada a pares.
Yo cogí el animal allí mismo y mientras aquellos tres disfrutaban, despellejé nuestra próxima comida.
Aún no habían terminado los chicos, cuando la carne ya estaba asándose. Pronto Mauricio sirvió de su ración lechera a aquellos dos chicos ávidos de polla y de lo que contenía la polla.
Después de saciarnos de venado, la noche nos arropó con su manto de nuevo. El fuego seguía encendido. Fue entonces cuando Saúl y Venus se me acercaron y me pidieron lo más sublime que se le podía pedir a un macho alfa como yo.
. - amo Salvador -habló Saúl- queremos pedirte algo Venus y yo.
. - adelante, ¿qué es ello?
. - que hagas uso de nosotros dos.
. - explícate.
. - pues eso. Que nos penetres a ambos. Yo ya lo he hecho con Venus y le he dejado mi semilla dentro de ella.
. - ¿estáis locos, chicos?, ¿acaso quieres dejarla preñada Saúl?
. - amo Salvador, yo se lo permití -dijo ella-.
Le miré a la cara y luego a Saul, moviendo la cabeza a los lados.
. - no estás bien de la cabeza, Venus. ¿En qué coño estabas pensando?, quien te va a mantener cuando quedes preñada y tengas al crio, ¿Saúl?
. - había pensado vivir… en su castillo y seguir sirviéndole como hasta ahora, amo -añadió Venus, mirando al suelo-.
. - ¿qué hago con estos dos, Mauricio?
. - señor, ya en el castillo tendrá más que suficientes machos y hembras a su servicio, a su total servicio.
. - lo sé, Mauricio. Bueno, lo hecho, echo está. Saúl, Venus será tu mujer de aquí en adelante, solo Mauricio y yo tendremos derechos sobre ella y sobre ti. Sí aceptáis, os dejaré una casita donde vivir en nuestras tierras. Te unirás al resto de labriegos para cultivar las tierras de mi herencia y seguir sirviéndome. La próxima vez piensa antes de actuar Saúl y no me vale que ella te lo pidiera. Cuando uno no quiere, dos no follan o algo parecido.
. - perdónanos, amo. Debí consultarle antes -dijo Saúl-.
. - déjalo. De momento no vuelvas a eyacular dentro de Venus. El camino es largo y no quisiera que perdiera el crío por el camino, si es que ha quedado preñada con esta primera eyaculación, que no lo creo. Usa su puerta trasera, será lo mejor.
. - sí, amo. Así lo haré hasta que me dé permiso para lo otro.
. - no hablemos más y acercadme vuestros cuerpos. Mauricio, tienes prohibido penetrar a cualquiera de los dos hasta que no se hayan acostumbrado a mi pene. Ya sabes que el tuyo es cosa fina.
. - lo sé, amo. ¿Podré seguir usando vuestro trasero?
. - es que te lo ordeno que lo uses, Mauricio.
. - gracias, amo.
Venus y Saúl ya estaban desnudos de nuevo frente a mí. Los pechitos de Venus eran de mocosa, pero eran unos pechos, el resto del cuerpo, no. Una vez en mi boca, saboreé cada pliegue de sus mamas, consiguiendo correrse a una Venus que ya tenía la lengua de Mauricio entre sus piernas, comiendo conejo fresco y calentito.
Me agaché y desplacé a Mauricio hacia los pechos de ella. Su vagina despertaba y estaba bien rica. No tenía ganas sino de follarme aquel cuerpo suyo y fue lo que hice de inmediato.
Mi pene le entró como una exhalación. Pese a sus gritos de dolor, hice caso omiso. Y no es que me la follara violentamente, pero mi pene era el doble de ancho y largo que el de su ahora marido Saúl y claro, eso duele un huevo.
Le estuve dando un buen rato, para seguidamente salirme de dentro de ella. Una vez fuera, un solícito Mauricio me limpió la polla a base de lametones.
Le di media vuelta a Venus y la chiquilla tembló de miedo, pues si por delante había sido doloroso, por detrás iba a ver a San Pedro a las puertas del cielo sin haber palmado aún.
Después de usar mi lengua en su culo, así como un par de dedos también, mi polla no perdió tiempo y claro, los gritos de dolor de Venus se oyeron a cien metros fuera de la cueva.
Mauricio, para rebajar los decibelios, la puso a comerle la polla, la cual casi se queda sin ella.
Mi polla le entraba y salía que era una maravilla, pero no debía seguir o no podría continuar usándola, así que me salí y sin precalentamiento que valga, puse a Saúl a cuatro patas y se la endilgué. Sus gritos equivalieron a los de su amada esposa Venus. También hice caso omiso.
Detrás de mí tenía a Mauricio sirviéndose de mi culo y bien que me daba polla a toda mecha. Cuando la corrida se vislumbraba en el horizonte, me salí de Saúl y colocando a ambos cónyuges con sus caras pegadas, repartí la corrida entre los dos, para luego llegarse Mauricio y repetir su corrida en la boca de los dos.
Se tomaron las lechadas de la boca del otro y una vez descargados, nos mamaron hasta dejarnos las pollas brillantemente limpias.
La follada de su culo hizo que Saúl no tuviera ninguna gana de darnos por el orto a ninguno de los tres, le dolía demasiado para darnos placer, al menos a Mauricio y a mí.
Pasamos un día más en aquella cueva para dar tiempo a que se secara el barro del camino, antes, polvoriento. Durante ese tiempo tuve el placer de disfrutar de mis tres chicos.
Tanto Saúl como Venus ya tenían el trasero acostumbrado a mi polla y apenas se dolían cuando los enculaba, de tanta polla que le había dado.
El camino, aunque despejado, de tanto barro no era un camino de rosas y el transitar por esos caminos de Dios no era moco de pavo hasta que pasaran varios días sin la bendita lluvia, aun así, no podíamos demorar más nuestro camino a casa.
Pasamos por diferentes granjas y algún que otro pueblo abandonado. Eran malos tiempos para todo el mundo.
Llegamos a la falda de una montaña que debíamos rodear para llegar a un verde valle de alcornocales.
Una vez dentro del valle, decidimos hacer un alto en el camino y descansar lo que quedaba de la tarde y también la noche.
Desensillamos las bestias y las dejamos pastar tranquilamente, pero bien atadas. Mauricio fue ayudado por Venus a hacer un fuego para calentarnos un poco y además protegernos de las fieras si las hubiera cerca.
Saúl y yo fuimos a explorar un poco y de paso si cazábamos algo, mejor. Al chico le dio por recortar por tres de los cuatro lados, un trozo de tela exactamente donde tenía su ojete. Así quedaría tapada la parte a ocultar. Según me informó era para que no tuviera que sacarse los pantalones cada vez que deseara hacer uso de su orto. A decir verdad, no era mala idea para mí, no señor.
Nos adentramos en el valle y descendimos un buen trecho hasta perder de vista a Mauricio y a Venus, los cuales, una vez encendido el fuego y adecentado el lugar donde íbamos a pernoctar, no tuvieron ningún problema en darse el lote.
Ya hacía un par de días que se permitió por parte de la misma Venus y también de su marido de facto, el que Mauricio con su pollazo se sirviera de ambos, toda vez que mi polla le había hecho un buen ojete a cada uno.
Mientras, Saúl, que iba delante mío me mandó parar, había oído algo que yo no percibí siquiera.
Me acerqué a Saúl y me hizo señas de que no hablara y que nos dirigiéramos hacia un poco más adelante. Una vez nos hubimos casi arrastrado, llegamos a un tramo donde cincuenta metros de nosotros un carromato y varias personas estaban alrededor de un fuego. La escena era de lo más dantesca.
En el fuego y como si fuera un cochinillo, había un crío de pocos años dando vueltas cada vez que uno de los tres tíos manejaba el manillar para hacerlo girar sobre las brasas. Aquellos tres reían como cerdos. Apenas se le entendía algo, pues estábamos muy lejos.
Unos metros lejos del fuego y junto al carromato, había dos personas atadas y en pelotas. Una mujer, que parecía preñada o estaba muy gorda y un hombre, al que le habían dado para el pelo, pues estaba que daba pena, al menos estaba inconsciente, no sé si muerto o no.
Acerqué mi boca al oído de Saúl y le ordené que llamara a Mauricio y que el chico se quedara cuidando de Venus. Asintió y partió a rastras un trecho, para después levantarse y salir corriendo hacia nuestro fuego.
Esperé, pues no podía enfrentarme solo a tres bestias caníbales como eran aquellos tres.
No sabía que hubiera caníbales en este país, pero parece que sí, al menos había tres.
Casi hecho la pota cuando uno de los tres mamones aquellos, tiró de una pierna del crío que estaban asando y se desprendió como si fuera la de un cochinillo. Directamente se la llevó a la boca y cómo como si tal cosa, la masticó y tragó. Tragué saliva, nunca había visto nada igual.
Mauricio llegó y como ya había sido informado por Saúl, venía con una pinta de terror y asco que me dijo que venía dispuesto a todo, pues se trajo las armas y me entregó el arco y él se quedó con el mosquetón esta vez.
. - rodeémoslos y cuando estemos en posición, atacamos. Ojo no aparezca un cuarto cabronazo.
Asintió y nos dispersamos para acercarnos a los tres caníbales. Antes de estar listo, la mujer me vio y la mandé callar con un dedo en mis labios.
La mujer, que estaba aterrada y toda sucia, no abrió la boca, solo se me quedo mirando como si estuviera ida.
Me acerqué cuanto pude y esperé a tener a Mauricio listo para el ataque. Con el arco apunté al que parecía más peligroso. Solo cuando vi a Mauricio, que me hizo una señal, disparé la flecha. Dio en la frente del malnacido aquel. Los otros dos se sobresaltaron y un segundo después, seguían indecisos de lo que había pasado, pese a ver la frente de su amigo del alma traspasada con una flecha, como si hubiera indios en los alrededores.
Mientras colocaba otra flecha en el arco, Mauricio disparó su arma, dándole a otro en pleno rostro y de refilón al tercero, al cual le salió volando una oreja.
Disparé la segunda flecha, pero fallé. El tío se movió como un rayo, perdiéndose entre los matorrales del entorno.
Mauricio, con su cuchillo en la mano y yo con el arco listo para un nuevo flechazo, nos acercamos donde se había ocultado el tercero en discordia.
Con señas le dije a Mauricio que fuera por mi derecha. Así avanzamos con cuidado de no ser atacado por la fiera aquella.
Pese a adentrarnos en la arboleda, no dábamos con aquel malnacido loco, pero no desistimos y seguimos avanzando hasta que noté el sonido del pisar de unas hojas secas más adelante. Señalé a Mauricio la zona probable donde se ocultaba el tipo y avanzamos abriéndonos un poco más.
Cuando atacamos al unísono, un cabrón jabalí, más asustado que nosotros, nos embistió y por suerte me hice a un lado en el último momento y desapareció de nuestra vista. Fue entonces cuando el grito de la mujer que habíamos dejado atada nos heló la sangre.
. - está cerca de la carreta, corramos -dije haciendo lo propio-.
Como si fuéramos dos gamos, corrimos como tales y llegamos al claro, donde el tercer hombre iba cuchillo en mano a darle un tajo a la mujer preñada, pues ya la había visto mejor y su gordura de barriga no era otra cosa que había florecido un polvo de su esposo, supuse.
Disparé a su espalda antes de que consiguiera su objetivo, pero la flecha no dio donde apunté, sino bastante más abajo, en su tobillo derecho, cayendo al suelo el caníbal. Aún hoy me pregunto cómo fue a parar la flecha al tobillo si le había disparado a la espalda.
El muy cabrón seguía arrastrándose, como si solo tuviera pensamientos criminales. Matar a la mujer era lo único que tenía en la cabeza. Pero ya era nuestro. Mauricio, de un solo tajo, le dejó seco, cortándole el cuello delante de las narices de la aterrada mujer.
Cuando se dejó de mover y de cara al suelo, me acerqué a la mujer y la desaté, ayudándola a sentarse en el suelo. Mauricio hizo lo mismo con el hombre, pero para nada, estaba muerto. Desde nuestra posición no lo podíamos ver, pero en su espalda tenía un tajo por donde se había desangrado piernas abajo.
La mujer rompió a llorar. Nada que le dijera o hiciera, podía conseguir que dejara de hacerlo. Sí, era lo que parecía, el hombre era su marido y el niño asado, su hijo pequeño y eso era demasiado. Así que se desmayó en mis brazos.
Con la ayuda de Mauricio, la llevé junto al fuego y allí, con unas mantas, la tapamos. Después, Mauricio y yo nos levantamos y miramos al niño asado en la provisional parrilla. Aquello era dantesco y nuestras caras eran un poema.
. - debemos enterrar al hombre y al crío -informé a Mauricio-.
. - ¿qué hacemos con esos tres?
. - que se los coman las alimañas, no se merecen otra cosa, pues si fuéramos como ellos, los cortaba en rodajas y se los echaba al jabalí que anda por ahí-.
En el carromato encontramos una pala que usé para hacer los agujeros, ayudado a ratos por Mauricio. Durante el tiempo que empleamos para hacer los agujeros, la mujer despertó y sentada sobre su trasero, temblaba sin parar, pero nada decía, solo temblaba y con la mirada perdida en su hijo que habíamos sacado de encima del fuego y colocado junto a la fosa, tapado con una manta.
Una vez los cuerpos en sus agujeros, echamos la tierra. A los tres caníbales, los apilamos fuera de la vista de la mujer. Luego y rústicamente, hicimos dos cruces, todo ello con la mirada perdida de la mujer que seguía sin decir palabra.
La carreta, que debía ser de la mujer y su familia, era pequeña, pero se notaba que se mudaban, pues estaba casi llena de trastos de una vida que ya no volvería nunca más.
Hicimos hueco para la mujer y tendimos mantas para que estuviera cómoda. Llevada en volandas por mi guarda-custodio, la colocó en la caja de la carreta. Los dos caballos relincharon y nos subimos al pescante, azuzando a los dos caballos para salir de allí.
De los caballos de los tres tíos aquellos no vimos ni rastro, tampoco los buscamos. Una vez dimos un rodeo, llegamos hasta nuestra fogata, donde Saúl y Venus salieron al reconocernos de entre la maleza donde se habían ocultado.
El fuego se había casi apagado, pero le puse más leña y volvió a ponerse activo. Con una señal, Mauricio sacó a la mujer del carromato y la llevó junto al fuego para que se calentara. Seguía desnuda y debía limpiarla un poco, cosa que hice con un trapo. No le hablé para nada, solo la limpiaba con las miradas de los otros en la preñada y en mí.
Su barriga era bien abultada y si no me equivocaba, estaba presta para parir a un crío bien pronto. De su entrepierna salía un hilillo de sangre, el cual y abriéndole las piernas, le limpié. Ella me miró como si no me viera en absoluto, se dejaba hacer y seguía con la mirada perdida todavía.
Sus enormes pechos lecheros estaban coronados en unos pezones más que mamables para el retoño que venía en camino. No pude resistirme y acerqué mis labios a sus pezones y con suavidad, mamé de uno de ellos. Ni se inmutó siquiera, seguía en otra dimensión. Ello fue suficiente para que Saúl se acercara por el otro lado y su otro pezón fuera también mamado en busca de una leche que no salió.
De nuevo un hilillo volvió a salir de su entrepierna, entonces Mauricio se le acercó y abriéndole de piernas, metió su lengua y succionó cuanta sangre allí salía. Es más, su abierta vagina fue un manjar del que no quiso resistirse. Su clítoris, enorme, fue mamado. Solo entonces, dio síntomas de una vibración que sin embargo no la despertó de su letargo.
. - dejémosla descansar -dije tendiéndola en la manta y tapándola seguidamente- comamos algo y durmamos junto a ella para darle calor-.
Así fue. Una vez alimentados y mientras Mauricio hacia la primera guardia, los que quedábamos nos desnudamos y nos pegamos a la mujer. Su cercanía fue suficiente para seguir mamando de aquellos pezones tan mamables por parte de Venus y su esposo, mientras el ojete de Venus era enculado sin brusquedades por mi polla. Allí se la dejé hasta que fui relevado por Mauricio, el cual utilizó su propia polla para seguir calentándole el culo a una Venus más que receptiva.
Cuando la mujer abrió los ojos por la mañana, puso el grito en el cielo y se alejó de nosotros, arrastrándose, toda aterrada. Por fin había despertado.
El grupo seguía desnudo, no en balde solo había pasado unos segundos que había enculado a Saúl, el cual me la estaba mamando en el momento que la mujer despertó, casi asustando al chico, al que ordené con una señal que siguiera haciendo su trabajo de limpia-pollas.
. - no tengas nada que temer. Estás entre buena gente.
Mientras nos miraba a todos desnudos, incluido ella y sobre todo a Saúl mientras me la comía, nos gritó alarmada.
. - no me comáis, por favor.
. - no somos caníbales. Los que te atacaron a ti y a tu hombre e hijo, ya están muertos, aaahhh -dije acariciando la cabeza de Saúl mientras me hacía correrme una última vez-.
Mauricio se acercó a Venus, la cual, sin importar que tuviéramos una invitada, le dio una somera mamada a mi criado. Luego se puso a cuatro patas y permitió que su enorme polla fuera deslizándose culo adentro hasta explotar, para luego, el mismo Mauricio, hacerle una comida de culo para tomarse cuanta leche le había metido anteriormente. Luego fue mamado a conciencia, dejándole la polla bien limpia él y el culo ella.
. - ¿quiénes sois?
. - gente normal que viajamos -dije-.
La mujer se dio cuenta como estaba y no tuvo manos suficientes para taparse todo lo que no quería enseñarnos.
. - no es necesario que te tapes. Ya nos ves, estamos desnudos también.
. - creo que me follásteis anoche
. - follarte no, pero si te dimos unos lengüetazos por todo tu cuerpo. No solo para que despertaras de tu letargo, sino porque nos apetecía, esa es la verdad. Tienes unos preciosos pechos y me ha gustado disfrutarlos. ¿Eran tu marido y tu hijo los que han muerto?, porque eso sí lo recordarás, ¿verdad?
La mujer se echó a llorar al recordar. Me acerqué a ella y reculó un poco más. Con la manta en mis manos, conseguí ponérsela por encima.
. - acércate al fuego o cogerás una pulmonía -le dije cogiéndola de los hombros y llevándola de nuevo junto al fuego. Una vez allí la senté y sin brusquedades, le aparté la manta para que el calor le diera de lleno en su frontal, pechos y conejo incluido, de los cuales aparté sus manos- no temas nada de nosotros y cuéntanos lo que os pasó-.
Le costó arrancar, pero una vez que lo hizo, nos relató su odisea de terror.
. - nos dirigíamos al pueblo de mi marido, pues nos expulsaron de donde vivíamos por no poder pagar los impuestos. Nos quitaron la pequeña casa que teníamos. De camino por este valle, nos asaltaron tres hombres. Creíamos que solo nos robarían, pero cuando nos hicieron adentrarnos en el bosque hasta salir del camino, vimos con horror que nos ataban al carro a mi marido y a mí. Luego cogieron a mi niño y como si fuera un perro, lo ensartaron y lo pusieron a asar como un animal cualquiera. Mi marido, que casi se suelta, fue apuñalado por la espalda hasta morir delante mío sin poder hacer nada. Solo esperaba una muerte rápida para mí, solo eso.
. - siento que hayamos llegado tarde y no poder salvar a tu marido y a tu hijo. Hasta que te repongas, viajarás con nosotros. Solo tendrás un deber, darnos un poco de placer. No te penetraremos o perderías el niño, pero si quieres seguir con nosotros, debes colaborar un poco.
. - ¿daros placer?, ¿a todos?
. - por supuesto.
. - ¿como?, ¿de qué manera?
. - usa tu imaginación. Empieza por Saúl. Mauricio, saca algo de comer para todos. Venus, tú también disfruta, querida.
Saúl se acercó a la mujer y terminó de quitarle la manta a la mujer, de la cual aún no sabíamos su nombre.
Saúl de pie a su lado llevó su polla a las narices de la mujer, que sin embargo no parecía tan alarmada como creí que estaría. Sin duda sabía que debía de pagar un peaje por su seguridad en el grupo. Al otro lado, Venus, ya estaba disfrutando de sus pezones, cosa que la mujer sintió entre sus piernas con su primer orgasmo fuera de su matrimonio. No contaban los de la noche anterior, pues no era consciente de ellos mientras nos la comíamos entre todos.
Pronto Saúl la tuvo bien dura. Entonces la mujer hizo algo que no esperaba en absoluto. Se desembarazo de Venus y poniéndose a cuatro patas, invitó a un Saúl indeciso, que me miró pidiendo consejo.
. - Saúl, mi amor. Dije de no penetrarla, pero cuando es la interesada la que te ofrece su ojete para disfrutarlo, no seré yo quien diga que no. En cuanto gustes, puedes sodomizarle el trasero.
El chico no preguntó nada más, directamente se puso en posición y dio rienda suelta a su polla para que se enterrara en un nuevo culo. Ella, con sus tetas bamboleantes, se movía con cada embestida que Saúl le daba. Un segundo después, Venus aprovechó la coyuntura y colocándole su chumino bien cerca de su boca, sintió como la mujer, que tanto le daba una cosa como otra, comenzó a comerle la vagina mientras recibía por detrás.
Sin duda, aquella mujer era una caja de sorpresas. Recién perdidos marido e hijo y ya estaba dándonos placer sin tino casi por propia voluntad. Así daba gusto viajar acompañado.
Una vez los chicos se vaciaron en la mujer y Mauricio hubo calentado algo de liebre, comimos más bien frugalmente, pues dada la receptividad de la preñada, tanto la polla de Mauricio como la mía se nos volvió a poner duras como rocas.
Cuando mi polla estuvo en su agujero anal supo la mujer, que esta polla y la que venía después, no eran como la de Saúl y gritó cuando me la enculaba y mucho más gritó cuando lo hizo Mauricio. Aun así, no pidió que ninguno la sacara de sus entrañas, tragando cuanta polla quisimos.
Con unas mamadas extras, le entregamos el fruto de nuestros huevos, lechada que supo tragar sin poner un pero, ni nada parecido.
. - gracias, eres muy buena, tanto recibiendo como mamando nuestras pollas.
. - estoy en desventaja. Estoy presta a tener a mi hijo y no puedo estar sola cuando eso suceda. Si tengo que comerme cuanto rabo queráis, me los comeré sin problema, pero espero que no me abandonéis cuando llegue el momento.
. - haremos lo que sepamos y que no es gran cosa, la verdad. Eso de ser comadrona no es una de mis especialidades.
. - ya tuve uno y os guiaré paso a paso. Todo el trabajo lo haré yo. Hasta que pueda defenderme sola, seré vuestra esclava sexual.
. - muy bien. Ahora vístete, debemos partir. Tus irás en tu carro con Venus y conducirá Mauricio. Saúl y yo iremos a caballo. Aún no sabemos cómo te llamas.
. - Isabel, podéis llamarme Isa, como mi esposo me llamaba -dijo mientras se le humedecían los ojos-.
. - de acuerdo, Isa. Déjame comerte la boca un segundo, aún no la he probado.
Me acerqué a sus labios y de un morreo, disfruté de su lengua, donde ella colaboraba. Los otros no pudieron resistirse y también calibraron sus lenguas con la de Isa, de Isabel. La cual no tendría más de treinta años y un cuerpo de escándalo. Preñado, pero de escándalo.
Después de ayudar a subir a la preñada de Isa al carromato, partimos carretera adelante. Durante todo el día solo fueron los pájaros nuestros únicos visitantes, que volaban bien alto. Solo cuando visualizamos un grupo de casas de labriegos, hicimos un alto en el camino.
Fue poner un pie en el suelo, cuando Isa gritó de dolor, doblándose. El traqueteo fue demasiado para ella y su crío que venía en camino. De sus piernas, un rojo líquido mojó el terreno.
. - he roto aguas, necesito un sitio limpio, voy a parir a mi niño.
. - la leche que me han dado, no creí que fuera tan pronto lo del niño -dijo Mauricio-.
. - pues ya ves. Mauricio, desde ahora eres por edad, el marido de Isa y nosotros unos amigos que viajamos en la misma dirección. Ve a esas casas y pide ayuda, que tu mujer va a parir. Anda, vete rápido.
No fue hasta la tercera casa, pues en las anteriores no se dignaron abrir por la sencilla razón de que estaban vacías, cuando una anciana arrugada al máximo y de una delgadez que parecía mentira que se mantuviera de pie, fue la que le abrió su puerta. Mauricio le contó el cuento, nunca mejor dicho.
La vieja no se negó y puso su cama pulgosa a disposición de la parturienta, la cual ya desplazábamos entre el chico y yo. Una vez dentro, la metimos en la habitación de la vieja y allí la dejamos. Mandó salir a todo el mundo, menos al marido, Mauricio. Este se aterró, pero una seña mía bastó para tragar saliva y pasar por un nervioso esposo de Isa.
Mientras cuidábamos fuera de los animales, en la habitación había un trasiego de agua caliente y toallas, no tan limpias como se debiera, pero no íbamos a pedirle peras al olmo, toda vez que la mujer parecía saber lo que se hacía en aquellos casos. Tenía a Mauricio en movimiento en todo momento. Solo cuando el crío empezó a salir de Isa, lo tuvo a su lado para que le ayudara a cortarle el cordón umbilical.
Las piernas al seudo marido le temblaban. Al final el crío berreó como todo hijo de vecino cuando le dan una ostia en todo el culo, pues venir a este perro mundo cuesta lo suyo y tenía que ir aprendiendo el muy mamón.
El grito del mocoso nos alegró el día y entramos los tres. Allí estaba la madre llorando de felicidad al tener al crío mamando como un poseso de aquellas tetas tan mamables, que ahora nos aportarían un extra de placer mamario.
La buena mujer, aparte de ofrecernos la casa hasta que Isa pudiera viajar, nos alimentó. Como pudimos, nos tendimos en el suelo de la única habitación de la pequeña casa, mientras Venus dormía con Isa.
La dueña de la casa se había ido al pajar a dormir. Buena mujer, sí señor, que se merecía algo por su amabilidad. Me levanté y sacando unas monedas, me acerqué donde dormía. Debía de tener el oído muy fino, pues me oyó llegar.
. - ¿quién está ahí? -dijo en la oscuridad, mientras encendía una vela dentro de un candil-.
. - soy yo, señora, uno de sus invitados. Venía a darle un poco de dinero por su amabilidad de dejarnos la casa y venirse aquí.
. - ay, hijo. A mi edad, no necesito dinero alguno. No voy a salir de aquí, donde tengo cuanto puedo necesitar hasta mi muerte. Solo echo de menos a mi marido, que me calentaba un poco las frías noches.
Me acerqué a ella y comprendiendo que la mujer no aceptaría dinero de mi parte, soplé y apagué la vela, para después cogerla con delicadeza y besarle su arrugada boca. Aquello la cogió totalmente desprevenida, pues no esperaba que un lindo gatito, séase un tipo buenorro como yo, se dignara siquiera darle un beso, eh aquí que mi lengua estaba recorriéndole toda su boca.
Cuando se recobró del susto, se lio la manta a la cabeza y se olvidó de todo, incluido de su difunto marido, pues otra oportunidad como aquella no creía que se le fuera a presentar en lo que le quedaba de vida y que no era mucha, la verdad.
Yo a ella y ella a mí, nos fuimos desnudando y encima del pajar, nos recorrimos los cuerpos del otro. Solo cuando la penetré, comprobé que estaba lubricada, pues algunos orgasmos había tenido solo de pasarle mi lengua por sus escuálidos pechos y húmeda vagina. Le di polla y más polla, después de que me la mamara como si le fuera la vida en ello.
No quise dejarla dormir hasta que su culo fue mío y de nadie más. Gritó, sí que gritó, pero no dijo esta boca es mía para que me saliera de su culete. Solo cuando se acostumbró a tenerme dentro de ella, decidí sacarla y ofrecerle una lechada de un tío con dos cojones para follarse todo lo que se meneaba y ella se meneaba muy bien.
Disfrutó de mi lechada, pero no solo una vez, pues decidí pasar toda la noche junto a ella, para darle tanto calor como su fallecido marido le solía dar o eso esperaba.
La noche fue de empalme en empalme y de follada en follada, una y otra vez. Solo el amanecer fue lo que nos hizo dejar de darle a la tranca yo y a recibirme ella.
. - hijo, puedes quedarte todo el tiempo que quieras.
. - abuela, nos iremos en cuanto Isa esté para viajar.
. - entonces al menos un día más necesitará -dijo besándome mi boca como si fuera una quinceañera, pues había rejuvenecido cincuenta años por lo menos-.
. - de acuerdo, un día más, pero estaremos todos en la casa, no debe dormir en el pajar. A lo mejor, hasta el marido se ofrece a pagarle la estancia.
. - ¿tú crees? -dijo con los ojos brillándoles-.
. - a lo mejor va a pasar el mejor día de su vida y sin costarle nada.
. - Dios te oiga, aunque mejor que esta noche…
. - déjelo en mis manos, abuela -le dije comiéndome su boca, para luego vestirnos y llegarnos del brazo hasta la casa-.
Allí ya se estaban despertando, pues los gallos les estaban dando la paliza con su música.
Al vernos del brazo, todos sonrieron en la habitación, incluso Isa con su hijo, el cual de nuevo estaba mamando.
. - chicos, nos quedamos un día más en casa de la abuela y tenemos que pagarle bien, ya me entendéis -dije sonriendo a los chicos- Mauricio, acompáñame, por favor-.
Salimos como habíamos entrado en la habitación. Mauricio nos siguió arreglándose la camisa por el camino. Una vez en la sala, si aquello se podía llamar sala, pues solo eran dos habitaciones toda la casa, el dormitorio y el resto.
Senté a la abuela en la mejor silla y como quien no quiere la cosa, fui desnudándola botón a botón. Ella solo sonreía y miraba a Mauricio que empezó a comprender. Si era deseo de su amo, pensó que debía de colaborar y en vez de terminar de abotonarse, hizo lo contrario y se desabotonó hasta sacarse la camisa.
Cuando la mujer ya estaba casi desnuda, Mauricio se sacó los pantalones y sin decir nada más, acercó su enorme cipote a las narices de la abuela, que alucinaba en colores al ver aquella joya de polla. Cogió aire y abrió la boca. Allí los dejé disfrutando de la mañana a aquellos dos, para volver a la habitación.
. - ¿están haciendo lo que creo que están haciendo?, -dijo una sonriente, Isa-.
. - así es. No desea dinero, así que tuve que pagarle con algo que deseaba más que el dinero. Saúl, Venus y hasta tú misma, Isa. En cuanto podáis, pagarles también. Cuando nos vayamos de aquí, que sea como si le hubiera tocado la lotería a la buena mujer por cedernos su casa sin nada a cambio.
Tanto Venus como Saúl salieron de la habitación y se unieron al banquete de vieja al pil-pil. Entre los tres hicieron disfrutar a la mujer por todos los agujeros habidos y por haber. Yo, mientras tanto, estaba en la cama junto a Isa. Su pecho lleno de leche fue un desayuno digno del mejor restaurante de París.
A Isa le encantó que me gustara mamarla, pues la hacía orgasmearse mientras era mamada de ambos pechos.
Tanto le gustó, que mientras seguía dando de mamar a su retoño, se hizo a un lado y ofreciéndome su ojete, se lo enculé con unas ganas enorme, enterrándosela una y otra vez.
No fuimos tan desconsiderados con la solitaria abuela. Mientras ella disfrutaba con Isa o con cualquiera de los demás, los que estábamos libres, le atendimos los animales del corral. Así la mujer pudo disfrutar mucho más y no perder tiempo con nada que no fuera alimentarnos y alimentarse. Los animales no eran muchos, pero suficientes para su manutención diaria. De ahí que no quisiera dinero, pues lo tenía todo para subsistir.
Pasamos no dos días, sino cuatro, en casa de la abuela. Lo pasamos divinamente allí entre las cuatro paredes de su casa, tanto que, unas lágrimas soltó, cuando nos despedíamos, segundos después de dejarnos secos una vez más a los machos y tomada su ración de leche de Isa.
Continuando viaje, Isa decidió acompañarnos a nuestro destino, donde seguiría siendo la mujer de Mauricio, con el consentimiento de mi guardaespaldas y demás amantes.
En uno de tantos descansos nocturnos y junto a la hoguera, Isa fue sodomizada como cada noche y momentos de descanso. Su excelente leche era tomada por cada uno del grupo. Mientras su culo era follado, no faltaba alguien que la mamara, solo dejando un pecho al mamón del crío.
Solo cuando su vagina estuvo recuperada, pidió polla también por allí, toda vez que se había hecha adicta a nuestras pollas, la de los tres machos.
Recibía por su boca, ojete y vagina. En principio, solo por Saúl por ahora este último agujero, eran ocupados al mismo tiempo cada vez que descansábamos, sin descansar. Sin duda, estaba siendo un viaje más que placentero, hasta que ocurrió la catástrofe.
No fue hasta un par de días después de haber llegado a un caudaloso río. Mientras estuvimos acampados en la orilla, todo fue como siempre, placer a tutiplén con todos y cada uno de la expedición. Solo cuando atravesamos el río y mientras íbamos por en medio del mismo, una trompa que no sabemos de dónde vino, bueno, si lo sé, del deshielo. Pues bien, esa tromba de agua nos alcanzó cuando menos la esperábamos y claro, derribó el carro donde estaban Isa, su hijo, Venus y Saúl.
El agua, además de darle la vuelta al carro, se lo llevó corriente abajo. Mauricio y yo, que íbamos a caballo junto al vehículo, fuimos derribados también de nuestras monturas, consiguiendo hundirme en las frías aguas.
Fui sacado por un talentoso Mauricio, que sin embargo no pudo hacer nada por los que iban en el carromato, que se perdía de nuestra vista.
Cuando conseguimos salir del agua, ayudados por las monturas que nadaban como si nada, nos dirigimos subidos a las bestias río abajo, por la orilla. Solo después de un rato que nos pareció eterno, vimos que la carreta estaba casi destruida en unas rocas que sobresalían del agua. Los dos caballos estaban con las patas de lado y las cabezas bajo el agua. Aún seguían atados a la destrozada carreta.
Nos bajamos de los caballos y con cuidado, nos llegamos hasta la carreta. Allí dentro no había nadie, ni siguiera enseres, nada de nada. Los chicos habían desaparecido. Salimos de nuevo y seguimos por la orilla. Más abajo fuimos encontrando los cadáveres de nuestros amantes y amigos, del crío de Isa no dimos cuenta, pese a seguir más abajo, pero tuvimos que desistir y regresar con los cuerpos inertes que habíamos dejado más arriba.
Aquello fue un mazazo. Las lágrimas afloraron en los ojos de dos hombres de pelo en pecho. Hacía poco que los conocíamos, pero era como si los conociéramos de toda la vida. La madre que parió todo lo que se meneaba..., vaya putada nos había hecho el puto río de los cajones…
Enterramos los cuerpos de nuestros amigos y recogimos cuanto pudimos. Suerte que lo importante estaba en las alforjas de nuestras monturas y ningún dinero habíamos perdido, aun así, no nos hubiera importado una mierda, si solo hubiéramos perdido dinero, pero no fue así, solo a nuestros seres queridos con los cuales habíamos pasado tan buenos momentos. Descansad en paz, chicos...
Reanudamos nuestro camino a casa, de nuevo solos. Sin embargo, el placer que nos dábamos no podíamos dejarlo de lado. Era superior a nuestras fuerzas y más teniendo Mauricio una polla del calibre que se gastaba y que tanto me gustaba tener en mi culo en todo momento.
Varios días después y llegada la noche, decidimos acampar fuera de la carretera. Ya era noche cerrada y buscamos un sitio adecuado. Ni lejos, ni muy cerca de la vía. Entonces Mauricio me llamó la atención hacia una luz no muy lejana.
Era la luz que producía una fogata. El fuego no se veía, solo su luz reflejada.
. - hagámosle una visita, quizás nos inviten -dijo Mauricio-.
. - de acuerdo, pero cuidado, no sean unos bandoleros y nos desvalijen.
. - sí, tienes razón. No hagamos ruido hasta saber si son de fiar.
Nos acercamos caminando junto a los caballos y antes de llegar nos acercamos nosotros solos, sin los animales. Tras unas grandes rocas había dos hombres hechos y derechos dándose por culo, ambos desnudos. Me gustó aquello, al menos no iban armados en aquel momento tan delicado. Mauricio y yo sonreímos, dándole yo un golpe en su hombro.
. - fíjate, esos son de los nuestros.
(Parte 9 de 31)
FIN