El amante de los tiempos, en 5 relatos (7)
Un relato de relatos. Diferentes lugares, diferentes épocas, diferentes personajes, solo uno fijo, el autor, en 31 trozos.
EL AMANTE DE LOS TIEMPOS, EN 5 RELATOS
(7-31)
ESCRITA POR: SALVADOR MORALES
© Todos los derechos reservados.
Regresamos y sacamos el carromato de la carretera principal y lo ocultamos de ella, junto con nuestros caballos. Todo ello con cuidado de no lastimar más de lo debido al chico herido.
. - Mauricio, pasaremos aquí la noche. Este es un lugar tan bueno como cualquiera. Además, al chico no debe movérsele mucho, al menos hasta mañana.
. - ¿qué vamos a hacer con el chico?
. - no podemos dejarlo en esas condiciones. Nos lo llevamos con nosotros, en la misma carreta. Esperemos que aguante el traqueteo del vehículo. Saca un poco de carne, el trabajo con el entierro me ha dado hambre.
. - sí, mi amo.
Mientras yo hacía el recolectado de leña para calentar la carne, Mauricio fue a por dicha carne. Luego hizo un círculo con piedras muertas. Eché allí la leña y se le prendió fuego. Aunque aún era de día, pronto la noche se nos caería encima.
Estaba refrescando y utilicé mantas nuestras y algunas de los muertos.
La comida fue vista y no vista, tal era el hambre que teníamos. Al día siguiente tendríamos que cazar algo si queríamos llevarnos algo al estómago. Eso o encontrar una fonda, pero no había ninguna cercana.
Tendido en la manta, esperé a Mauricio que se acostara junto a mí. Así nos daríamos calor el uno al otro.
. - amo, usted y su manera de tratarme han sido lo mejor que me ha pasado nunca. Perdone que se lo diga, pero su padre no me trataba muy bien.
. - lo sé, Mauricio, a ti ni a nadie. Papa siempre ha sido un hijo de puta con el personal. Por eso y por otras cosas, me largué de casa.
. - su padre me envió tras suyo para que lo protegiera allí donde fuera. Lo he hecho todo lo mejor que he podido.
. - Mauricio, querido. Lo has hecho muy bien. Si no es por tu ayuda, más de una vez me habrían dejado seco.
. - sobre todo por meterse bajo las faldas de quien no debiera, señor.
. - no sé si es por rebeldía hacia papá o no, pero eso no va a cambiar. Un culo de tía o de tío es como el santo grial para mi polla, tú lo sabes bien, pues no me canso de usar el tuyo. De hecho, ahora mismo estoy pensando en disfrutarlo de nuevo.
. - lo sé, amo. Y yo estoy aquí no solo para protegerlo, sino para que disfrute de mí también.
. - gracias, Mauricio. Por eso después encúlame tú también. Debo agradecértelo de alguna manera, digo yo -le dije comiéndome su boca, donde mi lengua le llegó a la tráquea. Su total entrega era digna de admiración. Ni una vez me había decepcionado-.
Pese al frío reinante fuera y de que la noche ya era manifiesta, nos desnudamos bajo las mantas. Su polla, su gran polla, ya me la conocía muy bien y cada vez me gustaba más. Era gorda, gorda y más gorda que la mía y no me cansaba nunca de mamársela y tragármela analmente.
Mauricio no es que fuera un dechado de cultura, pero sabía que la limpieza corporal era importante para mí e intentaba siempre que podía, darse una ducha, sobre todo a su enorme polla. Aunque fuera una vez por semana.
. - querido, nunca me cansaré de mamártela. Es afrodisíaca.
. - gracias mi señor. Me alegro que sea de su gusto. A más de una mujer le ha parecido monstruosa, sin embargo, a usted le gusta que se la meta sin problemas.
. - ya sabes que hay gustos de todos los colores y lo que tienes entre las piernas es como un regalo del cielo -dije y continué mamándosela.
. - no siga comiéndoseme la polla, mi amo o explotaré antes de enterrársela.
. - entonces no continuaré y ponla en mi trasero antes de meterte la mía en tu culo.
Me di la vuelta y pegando mi trasero a mi criado, le cogí su polla y se la coloqué en mi entrada anal. Mauricio solo tuvo que clavármela sin contemplaciones, vamos, como sabía que a mí me gustaba.
. - Dios, te doy gracias -dije como rezando cuando la tuve toda dentro y Mauricio me rompía el culo. Era como si estuviera en la gloria-.
No siempre había sido así. La primera vez que se la vi y me la tragué analmente, me di a todos los demonios, pues casi la palmo allí mismo. Aunque no era virgen de polla, si de una tan gorda como la suya.
. - sin duda es la mejor polla que me haya tragado en mi puta vida, Mauricio.
. - gracias mi amo. La suya tampoco es manca. Usted fue quien estrenó mi culo, pues su padre no era de culos de hombres, pero sí de mujeres. Por eso cuando me desvirgó me dolió un huevo la primera vez. Ahora ya la espero como agua de mayo. Usted sabe que mi culo solo es para mí amo y para nadie más.
. - gracias Mauricio, aaahhh, ooohhh. Aaahhh, sigue, sigue, dame fuerte y rómpeme el culo.
. - si mi amo. Como ordene.
Mauricio se empleó a fondo y disfruté como Dios de su polla.
. - ya me viene, ya me viene amo -me avisó Mauricio, pues sabía lo que me gustaba su abundante leche en mi boca-.
Se salió y de inmediato me tragué su sable. No tardó un segundo en explotar y llenarme la boca de su exquisita leche sémica. Dios, no me cansaba nunca de tragar tan rico manjar.
Una vez pude tragar la ingente cantidad de leche de mi vasallo, empleado, guardaespaldas o como se quiera decir, le di una mamada limpiadora que no cesó hasta que encogió a una cuarta parte de cómo había estado antes.
Una vez Mauricio metió su lengua limpiadora en mi ojete culero, mi polla fue su comida a posteriori. No se cansaba de mamármela.
No es por alardear, pero mi polla no tenía mucho que envidiarle a la suya. Bueno, sí, era más gorda que la mía, pero yo la tenía, aparte de ser una señora polla, era más larga que la suya y una cosa compensaba a la otra. Desde luego ningún culo, ya fuera de hombre o de mujer se había quedado con ganas de más polla al menos durante el resto del día después de haber estado ante mi sable sémico.
Con mi polla como una roca, Mauricio se dio la vuelta y se abrió de piernas. Esperaba su recompensa para poder dormir a gusto esta noche y yo era un buen jefe que pagaba a sus empleados más diligentes.
Con mi polla enterrada en su culo, le di cuanto pude, tanto, que me corrí dentro de él. No debí haberlo hecho, pero lo hecho, hecho está. Por lo que metí mi lengua entres sus nalgas y succioné cuanta leche allí había depositada, logrando sacarle la mayor parte.
Sabía que, si me despertaba a media noche, Mauricio no retiraría su culo para volvérselo a follar. Pero esta noche no creo que con mi cansancio me despierte hasta el día siguiente.
Sin embargo, Mauricio tenía permiso de hacer lo propio con mi culo. Si despertaba con ganas y sin tener que despertarme para pedírmelo, podía darme polla hasta que se corriera. Eso sí, debía tomarse toda la leche que había metido en mi ojete. Una cosa, era una cosa y dos, son dos. Sabía que no me podía dejar con su leche corriéndome culo abajo.
Al día siguiente…
Esta noche pasada no desperté. Ni cuando Mauricio me volvió a romper el culo. Tal era el cansancio que tenía encima. Aun así, al despertar por la mañana, Mauricio me ofreció su culo en bandeja de plata, el cual disfruté nada más despejarme un poco. Era un despertar como tenía que ser.
Mauricio me hizo la limpieza pertinente. Después nos comimos la boca y nos vestimos.
Visité a nuestro herido, aún seguía sin abrir los ojos. Le tomé la temperatura de la frente y supe que había bajado durante la noche. El ungüento había funcionado también con el chico. Lo arropé un poco más y salí del carromato.
Mauricio ya estaba preparando el desayuno. Tomé un cazo de su mano y me senté junto a mi criado.
. - ¿cómo está el chico, amo?
. - creo que saldrá de ésta. Apenas tiene fiebre. Lo dejaremos de momento descansar. Partiremos a la tarde.
. - ¿qué haremos mientras tanto?
. - cazar algo decente. Saca el arco, yo cuidaré del chico. No te alejes mucho, no vayan a volver los que hicieron la masacre.
. - estaré cerca. He visto un pequeño bosquecillo un poco más abajo, seguro que allí encuentro alguna liebre.
El desayuno concluyó y mientras Mauricio se alejaba con el arco y unas flechas, eché un vistazo por los alrededores. Me puse en un lugar donde podía vigilar el carromato y nuestras pertenencias.
Una hora después, volví a inspeccionar al chico. Fue entrar y abalanzarse contra mí con un cuchillo que no sabía de donde lo había sacado.
Suerte que estaba falto de fuerzas y pude quitarle el arma. Una vez desarmado, lo solté y le miré la cara, estaba aterrado.
. - no debes temer nada de mí. Mi criado y yo te encontramos bajo varios muertos y te estábamos cuidando hasta que te repusieras.
El chico no decía nada, pues estaba como en trance.
. - ahora te dejo solo. Cuando puedas, sal y te tomas algo. Te repito, no te vamos a hacerte ningún daño, pero no vuelvas a atacarme o tendré que enfadarme.
Salí y lo dejé tal cual en una esquina. El temblor del chico fue aminorando, hasta que sintió una punzada de dolor que tuvo que apoyarse en el asiento para no caer al suelo. Fue entonces cuando lo recordó todo y se puso a llorar amargamente.
Sus lloros me llegaron fuera, pero nada dije ni hice. Era lo mejor para el chico, que se desahogara llorando.
Mauricio llegó con un par de enormes liebres, muy ufano el tío.
. - ¿qué le parece amo?, ¿soy o no soy un buen Robin Hood?
. - cuando rompas una flecha con otra flecha a 50 metros de distancia, serás un Robin Hood, de momento eres bueno, pero no tanto.
Mauricio iba a seguir presumiendo, cuando se cayó. El chico salía de la carreta agarrándose el brazo izquierdo con la mano derecha.
. - vaya, veo que has despertado -le dijo Mauricio al chico-.
. - no te acerques mucho, Mauricio. Tiene malas pulgas. Casi me clava este cuchillo cuando fui a ver cómo estaba.
. - joder, serás desagradecido. ¿Os hizo daño amo?
. - no, estaba flojo de fuerzas, pero si no me doy cuenta, la palmo. No se lo tengas en cuenta, quizás hasta yo hubiera reaccionado de la misma forma, después de ser atacado como lo fue él y los demás.
. - ándate con ojo, chico. A mi amo no le toques un pelo o te apiolo aquí mismo.
. - perdonadme, lo siento -dijo el chico mirando al suelo-.
. - anda, acércate y siéntate junto a nosotros. De momento toma algo líquido, luego ya comeremos libre asada.
El chico se sentó enfrente de Mauricio y de mí, al otro lado del fuego que aún crepitaba.
. - ¿cómo te llamas, chico? -le pregunté-.
. - Saúl, señor.
. - ¿qué tendrás?, ¿20 años
. - sí, los cumplí el mes pasado, señor.
. - ya me parecía a mí. Mira -dije señalando a Mauricio-
éste es mi criado Mauricio y yo me llamo Salvador. ¿Puedes decirnos que pasó aquí ayer?
. - no atacaron unos bandoleros y mataron a toda mi familia.
. - ¿cuántos eran?
. - tres rufianes. Hicieron detener la carreta y después de parar el cochero, le dispararon sin más. Luego nos despojaron de todo lo que teníamos encima, luego violaron a mi madre y a mis hermanas salvajemente delante de papá y de mí, para después disparar una y otra vez.
. - tuviste suerte, solo fue una bala que te dio. Salió tan pronto como te entró.
. - sí, me desmayé según me dispararon.
. - tuviste suerte, creyeron que también estabas muerto, que si no…
. - cuando los encuentre, los mataré a todos, malditos.
. - ¿todos los que iban en la carreta menos el cochero, eran de tu familia?
. - sí, mamá, papá y mis dos hermanitas. No tuvieron piedad con nadie.
. - hay que ser unos bestias para hacer esta masacre. Si los volvieras a ver, ¿los reconocerías?
. - ya lo creo. Iban a cara descubierta.
. - ya veo. Esos ya iban con la idea de no dejar a nadie con vida. ¿Recuerdas algún distintivo, marca o lo que sea, para que pueda reconocerlos si me los encuentro delante?
. - solo me pude fijar bien en uno, tenía un tatuaje bajo la oreja izquierda. Era como varias lagrimas una debajo de la otra hasta la barbilla.
. - muy bien. Déjame echar un vistazo a tu herida, parece que sangra un poco.
. - estoy bien.
. - no seas tonto. Si se te infecta, no llegas al próximo pueblo.
No esperé respuesta y me levanté. Se había vuelto a poner la camisa. Botón a botón se la abrí, para luego sacársela.
Le quité el vendaje. Lo inspeccioné y decidí cambiarle las vendas y volver a ponerle más hierbas curativas nuevas.
Después de hacerle la cura, decidí ponerle la mano izquierda en cabestrillo, pues parecía que le dolía ese brazo.
. - procura no hacer movimientos bruscos o volverás a sangrar.
. - gracias. Gracias por salvarme la vida.
. - no tienes por qué. Espero que tú hagas lo mismo por mí, si es al revés el caso.
Le di lo que quedaba del desayuno. El chico se lo zampó en un momento, tal era su hambre.
Mientras curaba al chico, Mauricio despellejó las dos liebres y ya tenía una asando, para después asar la otra para guardarla para el día siguiente.
Después de una hora larga, el almuerzo fue engullido y de la liebre solo quedaba los cuartos traseros, que se decidió guardar para más adelante.
. - te has superado Mauricio -le dije-.
. - gracias amo. Solo hay que echarle los condimentos adecuados y vualá, sale una comida exquisita.
. - echemos una siesta, después partiremos llevándonos el carromato para que puedas viajar sin mucho dolor por tu parte. ¿Dónde quieres que te dejemos?
. - ¿dejarme?, no podéis dejarme.
. - ¿por qué no, chico?
. - mi familia ha muerto y no tengo donde ir.
. - ¿no tienes tíos, abuelos o alguien que te pueda acoger?
. - no. Salimos del pueblo para ir a la gran ciudad. Allí papá había encontrado un trabajo en casa del herrero, pero ahora que está muerto, ¿qué va a hacer de mí?
Miré a Mauricio en busca de una opinión. Se alzó de hombros como diciendo que no se le ocurría nada al respecto.
. - mira Saúl. Mauricio y yo vamos muy lejos y no podemos hacernos cargo de ti.
. - por favor. Solo hasta que pueda defenderme solo. El brazo me duele solo de moverlo.
. - ¿qué harás después de que se te cure la herida?
. - buscar a los asesinos de mi familia y matarlos como perros que son.
. - cómo idea está muy bien, pero la cosa practica no la veo yo muy acertada. ¿Acaso eres un espadachín, sabes usar alguna arma?
. - no, pero aprenderé. Aunque sea con las manos, los mataré a los tres. No tengo mucho que perder.
. - ya lo creo que sí, tu vida. ¿Te parece poco?
. - no me lo quitarás de la cabeza. Los mataré a los tres.
. - vale, no insisto. ¿Qué te parece, Mauricio?
. - qué valor tiene, pero sesera, muy poca.
. - sí, es lo que yo pienso. En fin, no sé por qué, pero te ayudaré a que aprendas lo mínimo para al menos no caer muerto a la primera. Mientras estés con nosotros te enseñamos algunos trucos y el manejo de armas. Así no podrás decir que no te hemos ayudado nada. ¿Qué te parece, chico?
. - que estoy muy agradecido, Sr. Salvador. ¿Cómo puedo pagárselo, si no tengo nada?
. - tú recupérate y aprende algo. Con eso estaré pagado. Si te dejara cómo estás ahora serías presa fácil de esos tres mamones si los encuentras. Ahora a sobar, que la comida me ha dejado somnoliento. Mauricio, te toca la primera guardia.
. - sí, mi amo.
. - ¿por qué le llamas amo a todas horas?, ¿acaso tiene un castillo y es tu señor? -preguntó el chico a Mauricio-.
. - lo has clavado, chico. Ni más ni menos. Ahora voy vigilar para que podáis dormir.
. - te acompaño, Mauricio. Tu Saúl, duerme en el carromato. Estarás más seguro.
. - de acuerdo.
Mientras Mauricio y yo nos íbamos con un par de mantas al lugar de vigilancia, Saúl se subía al carromato para descansar.
Un buen rato después, Saúl se dolió y se despertó, sentándose en el banco. Segundos después echó un vistazo fuera por la ventana y se asombró de lo que veía. Allí arriba estábamos Mauricio y yo dándonos por culo encima de las mantas.
Saúl tragó saliva. Ver a dos hombres hechos y derechos sin la ropa inferior encima y dándose placer sin importarles una mierda el qué dirán hizo que se le pusiera dura, muy a pesar suyo.
Sin dejar de mirar por la ventana como nos enculábamos primero uno y luego el otro, Saúl se sacó su rabo y comenzó a pajearse con su mano derecha. Así estuvo hasta que la corrida lechera se estampó contra la puerta del carromato, después de tener el orgásmico orgasmo.
Con mi polla en el culo de Mauricio, eché un vistazo hacia el carromato y vi a Saúl mirando hacia nosotros. Sonreí, pero no dejé de follarme el culo de mi guardaespaldas y sin embargo amante.
Saúl se ocultó a mi vista y no volvió a salir. Le costó coger el sueño, pero al final se quedó grogui, lo mismo que yo después de haber disfrutado de la polla y el culo de Mauricio.
Saúl despertó cuando sintió relinchar a los caballos. Mauricio y yo estábamos preparando el viaje y revisábamos las correas. Luego recogimos todo lo descargado de nuestras monturas.
Cuando me llegué hasta la puerta del carromato y abrí la puerta, sonreí al ver la corrida del chico que allí había dejado. Saúl no sabía dónde meterse, pues miraba a todos lados, menos a mi cara.
. - no te avergüences de haberte hecho una paja. Todos nos la hemos hecho alguna vez.
. - lo siento.
Le levanté la cara y la puse mirando hacia mí.
. - estando con Mauricio y conmigo, puedes hacerte las pajas que quieras. Como has visto, mi criado y yo nos damos placer analmente. Seguiremos dándonoslo, pues a nadie hacemos mal. ¿No te parece, Saúl?
. - sí, no hacen mal a nadie.
. - muy bien, alegra esa cara. Partimos enseguida.
Mientras Mauricio llevaba la carreta, yo iba a su lado. Los caballos propios iban atados en la parte trasera. Así anduvimos un buen trecho hasta el caudal de un riachuelo donde dejamos que los animales bebieran.
Bajé del carromato para estirar las piernas. Luego miré por la ventanita del carromato donde estaba Saúl.
. - ¿cómo estás, chico?
. - estoy como mareado, Salvador.
. - vaya por Dios.
Entré al carromato y me senté junto al chico.
. - No puedes ir tendido por los movimientos del carromato, ni tampoco sentado, así que seré tu punto de apoyo hasta que sea de noche y paremos a cenar y descansar hasta mañana.
Le puse su cabeza en mi hombro, con mi brazo derecho encima de sus hombros.
. - descansa, yo velaré tu sueño cuando te quedes dormido. Así no te caerás al suelo y te dañaras más de lo que estás.
. - gracias. No sé lo que habría pasado si no me encontráis a tiempo.
. - habrías salido bien. Eres un chico listo y tienes recursos.
Después de beber los animales, Mauricio apareció en una ventana.
. - amo, ya podemos continuar.
. - de acuerdo, Mauricio. Yo me quedaré aquí. Está mareado el chico. Busca un lugar seguro cuando se acerque la noche. Que sea fuera de la carretera.
. - sí amo.
Con el traqueteo del carromato como música de fondo, Saúl se quedó dormido en mi hombro. Tanto el chico, como yo mismo, olíamos malamente. Debíamos habernos dado un baño en el riachuelo aquel donde bebieron las bestias, pero no se me pasó por la cabeza, dada las fatigas del chico, pero la próxima vez no lo dejaría pasar y nos daríamos un buen chapuzón.
Cuando el carromato paró, abrí los ojos y comprobé casi a tientas, que Saúl seguía durmiendo.
. - despierta Saúl -le dije moviéndolo un poco- hemos llegado.
Saúl abrió los ojos.
. - amo, ya hemos llegado. Hemos tenido suerte, oigo una cascada cercana. La luna llena será nuestra aliada para darnos un baño.
. - perfecto, Mauricio. Ve a investigarla y comprueba que no haya moros en la costa. Saúl y yo esperaremos tu regreso. No tengo ganas de descargar nada, si luego tenemos que salir por patas.
. - tiene razón amo. Mucha razón. Tenía que habérseme ocurrido a mí.
. - no te preocupes, anda, ve y no tardes. Tengo un sueño que te cagas, aparte de mi hombre derecho adormecido.
Mauricio salió por patas a cumplir mis órdenes.
. - siento lo de su dolor, Salvador. Es por mi culpa.
. - no es culpa de nadie. Se me quitará en cuando estire las piernas. Anda, baja tú también. Esperaremos a Mauricio junto a esas rocas.
Ayudé a Saúl a llegar a las rocas y nos sentamos a esperar.
Diez minutos después vino un Mauricio más que nervioso hasta donde estábamos.
. - amo, amo. Hay un fuego junto a la cascada. Más allá hay tres caballos.
. - ¿serán los tres bandoleros asesinos? -dije yo en voz alta sin preguntar a nadie-.
. - dadme un arma, que los voy a matar ahora mismo -casi gritó Saúl-.
. - para el carro chico. Pueden ser y pueden no ser tus asesinos. Sea como sea, hay que ir con pies de plomo. Tú no puedes ni casi moverte con esa herida. Te quedarás aquí. Iremos Mauricio y yo a echar un vistazo lo más cerca posible. Si son ellos, no tendrás que matarlos, pues lo haremos nosotros.
. - pero yo quiero matarlos -enaltecido dijo Saúl-.
. - quítatelo de la cabeza. Te quedas aquí y no hay más que hablar. Solo serías un estorbo si hay lucha y no quiero tener que preocuparme de ti además de por esos tres. Si resulta que son gente normal, sería un crimen por nuestra parte matarlos sin más. Antes quiero saber si son los que buscas. Vete al carromato y espéranos allí -le dije mientras cogía mi arma de largo alcance y otra de cinturón. Mauricio también cogió una de cinturón y su arco y las flechas-.
Saúl nos vio alejarnos y perdernos en la oscuridad. No se atrevió a seguirnos, pues sabía que no podría hacer gran cosa en el estado en que estaba.
Con Mauricio delante como guía de la expedición de dos hombres, llegamos a un claro del bosque. Allí nos ocultamos tras unos troncos. Cada uno en un árbol diferente.
A unos veinte o treinta metros estaba la cascada con su ruidosa caída de agua. Junto a la orilla había tres hombres alrededor de un fuego comiéndose unos trozos de liebre que tenían encima del fuego y del cual cogían según iban necesitando.
Con el ruido del agua, poco podíamos oír, solo el murmullo que nada nos decía.
Me acerqué a Mauricio y le cuchicheé al oído.
. - hemos de acercarnos un poco más para oír lo que dicen, con la cascada no se les entiende.
. - por la otra parte estaremos más cerca de los tres y más alejados de la cascada.
Asentí y nos metimos en la arboleda, hasta dar un giro circular hasta colocarnos en la mejor posición para oír lo que decían aquellos tres, que según iban vestidos, nada bueno parecía presagiar.
. - …estoy harto de las putas liebres a todas horas. ¿Para cuándo una cama decente, jefe? -le dijo uno al que parecía ser el jefe de la partida-.
. - no te preocupes. Le he echado el ojo a una hacienda cercana. Tiene solo un empleado y son dos en la casa. Una gorda es la dueña. Allí dormiremos en cama blandita durante unos días. Además, a la gorda la vamos a domesticar a base de polla culera.
. - ¿dices que son dos más el empleado?, ¿quién es el tercero en la casa?
. - ni te preocupes. Es una chica encamada.
. - ¿cómo sabes tanto de esa hacienda, jefe?
. - el cornudo de su marido se fue a por tabaco y no volvió. Me lo encontré de residente por vicioso en la cárcel donde estaba yo antes de fugarme. El tío no paraba de echar pestes de su vida con la gorda.
. - ya me estoy relamiendo los labios. Grandes tetas y un culo descomunal donde meterle al menos dos pollas.
. - pues yo me acercaré por la habitación de la chiquita de la casa. Carne fresca y virgen a la que desvirgar -dijo el tercero que no había abierto la boca-.
. - de eso nada. A la mocosa la desvirgo yo antes, que para eso soy el jefe. Además, mi polla es experta en desflorar, ya lo habéis visto con las mocosas del carromato que dejamos atrás. Mira que estaban buenas las cabronas.
. - eres un mamón, jefe. A mí me dejaron a la vieja.
. - a joderse toca, que para eso eres el último en llegar a la banda. Las hermanitas estaban para mojar con pan. Una lástima habérnoslas cargado tan pronto a ellas y al resto de tíos. Nos hubieran durado un tiempo.
. - no es lo mismo una carreta que una hacienda. Además, eran demasiados para controlarlos adecuadamente. Con estos tres estaremos seguros. Nos cargamos al empleado y jugamos unos días hasta hartarnos con las hembras -dijo el jefe, muy ufano-.
Todo aquello había sido oído por Mauricio y yo mismo. Tuve que sujetar a mi criado, pues iba a disparar contra aquellos tres malnacidos.
. - tranquilo, Mauricio. Actuemos con cabeza. ¿Podrás darle a alguno desde esta posición?
. - claro que sí, ya lo sabe.
. - vale. Déjame que me acerque todo lo posible. Cuando esté lo bastante cerca, te haré una señal con este espejo -el cual me saqué de un bolsillo- y te cargas a uno. Déjame a los otros dos a mí. Aunque si vienes a ayudarme, no me quejaré-.
. - según dispare, volveré a cargar de nuevo y dispararé de otra vez.
. - de acuerdo, sea pues así.
Sin preguntarnos nada, acercamos nuestras mutuas bocas y nos besamos en un beso profundo y largo.
. - tenga cuidado, amo querido.
. - no te vas a librar tan fácilmente de mí, Mauricio. Además, ¿dónde voy a encontrar una polla tan sabrosa como la tuya?
. - eso sí que es verdad -dijo sonriendo. De nuevo un corto beso y nos separamos para colocarme en la mejor posición de ataque-.
Me arrastré y llegué junto a los caballos. Uno de ellos relinchó y me tendí en el suelo. El jefe de los rufianes miró hacia los animales, pero como nada vio, siguió zampando carne de liebre.
Cuando casi los tenía a cinco metros, preparé mi arma larga y apunté. Al mismo tiempo hice la señal a mi amante, criado y guardaespaldas, todo en uno.
Una flecha surcó en la noche y se fue a clavar en el cuello del jefe. Los otros dos esbirros se quedaron pasmados y paralizados ante el ataque del que eran objeto.
Apreté el gatillo y el arma retumbó en la noche. No solo los caballos relincharon aterrados, sino que otro de los criminales se encontró de repente con un manchurrón de sangre en el pecho por donde se le escapaba la vida sin saberlo siquiera. Cayó encima de su compinche, despertándolo de su letargo.
Se lanzó en busca de su pistola que tenía en su cinturón, pero no llegó a disparar. Una nueva flecha impactó en su hombro izquierdo, lanzando un alarido, lo que le obligó a soltar el arma que ya tenía en las manos.
Me lancé hacia la fogata y con un certero corte en su yugular, palmó sin saber quién, ni por qué se lo habían llevado por delante.
Mientras esperaba a Mauricio, limpié mi cuchillo de monte en la camisa de uno de los muertos. Mauricio apareció con una sonrisa de oreja a oreja.
. - le hemos dado bien a estos mamones.
. - sí, déjame revisar si alguno tiene un tatuaje como el descrito por Saúl -le dije mientras me agachaba para inspeccionar al más cercano-.
En ese momento sonó la deflagración de un disparo que me pasó cerca del cogote. La puta, me dije tirándome al suelo.
Mauricio vio como éramos atacados por un desconocido y con su preparación, supo de dónde provenía el disparo. Lanzó su cuchillo hacia la oscuridad, los dos oímos como si alguien se ahogara con su propia sangre.
Nos separamos Mauricio y yo y cuando llegamos hasta nuestro objetivo criminal, vimos como un individuo tenía sujeto con sus manos el mango del cuchillo de Mauricio, el cual tenía clavado en el pecho, cayendo difunto ante nuestras narices.
. - la madre que lo parió. Lo siento, amo. Solo había visto tres cabrones y viendo que solo había tres caballos, no pensé en que hubiera nadie más.
. - fue un fallo de los dos no esperar un poco más. De todas maneras, busquemos por si hay alguno más escondido, que nunca se sabe.
Nos volvimos a separar y durante un rato buscamos sin encontrar a nadie más. Regresamos junto al fuego que se estaba apagando ya.
. - iré echando más leña al fuego. Mientras, tu traes al chico, yo seguiré mirando por si tiene alguno el tatuaje de los cojones.
. - de acuerdo amo. Y perdóneme de nuevo. Fue un fallo imperdonable por mi parte.
. - no seas tonto. Anda, ven aquí.
Lo atraje hacia mí y nos comimos la boca.
. - trae al chico y no se hable más del asunto.
. - gracias, amo Salvador. Es usted muy bueno conmigo, su padre me habría matado.
. - créeme, es por puro interés -le dije metiéndole mano al paquete-.
. - si la desea ahora mismo, ya lo sabe amo, sin problemas.
. - dejémoslo para después, que quiero dormir a gusto.
Me di la vuelta y después de echar unos palos más al fuego, revisaba el cuello de cada uno. Ninguno tenía tatuaje alguno. Entonces me acordé del que estaba más lejos y fui hacia allí. Aún tenía el cuchillo de Mauricio clavado en el pecho. Se lo arranqué y lo limpié en su ropa, para luego arrastrarlo por un pie hasta el fuego. Allí comprobé que el muy canalla tenía unas lágrimas bajo la oreja hasta llegarle a la barbilla. Allí estaba el mamón que buscaba.
No tenía ganas de que el chico viera a los cuatro muertos y los arrastré hasta unas hierbas que los ocultaban desde la fogata. Luego los esperé sentado en un tronco.
. - ¿dónde están?, ¿dónde están?
. - los he ocultado. No debes preocuparte. El de las lágrimas como tatuaje estaba entre ellos. Estos eran los asesinos de tu familia. Ya nada podrán hacer a más gente.
Aquello era como si un peso enorme se le quitara de encima a Saúl, cayendo sentado sobre un grueso troco caído, para echarse luego a llorar. Mauricio fue a consolarlo, pero lo detuve.
. - déjalo, es bueno que llore y se desahogue. Cuando puedas, chico, acércate a la cascada. Nos daremos un baño antes de comer. Los tres -dije mirando a Saúl-.
Cuando dejó de llorar, me enseñó el vendaje.
. - no te preocupes. Tenía que cambiártelo esta noche. Te despelotas y te vienes al agua -dije mientras me sacaba la ropa. Mauricio me lanzó una pasta de jabón que cogí al vuelo. Luego desnudo como estaba, fui hacia el agua-.
Pronto Mauricio me acompañó en el agua. Allí nos enjabonamos bien el uno al otro, sobre todo las pollas empalmadas y los ojetes del culo.
Cuando ya casi habíamos acabado de bañarnos, llegó un nervioso Saúl que se tapaba el pito con su mano buena.
Cuando estuvo en el agua, me acerqué al chico y le quité la mano de su polla.
. - no me digas que tienes vergüenza. Aquí todos somos tíos. Métete en el agua, yo te lavaré.
. - pero si no hace falta...
. - no digas ni pío. Con esa mano, poco puedes hacer.
Se metió en el agua y lo embadurnamos bien Mauricio y yo con el jabón. Ni que decir tiene que su polla y su culo fueron limpiados a conciencia, tanta que casi se corre allí mismo el chico. Pero no, tampoco había que abusar.
Lo llevé junto al fuego y allí nos calentamos los tres en pelotas como estábamos.
. - no seas mojigato y ábrete bien de piernas. Esa parte debe secarse mejor que el resto si cabe, pues si no, se te llena de hongos y demás guarradas -dije haciendo lo propio con mis piernas. Al final el chico le enseñó la polla al fuego, el cual le dejó bien calentito, pues prácticamente estábamos encima del mismo-.
. - amo Salvador. Aquí tiene las vendas y las hierbas para el chico.
. - gracias por acordarte, no te había dicho nada.
. - supuse que le cambiaria. ¿Puedo comer, amo? tengo un hambre que no veo.
. - claro, querido. Tú también ve comiendo, mientras te hago la cura, Saúl.
. - pero aún estoy en pelotas.
. - ¿y yo no?, no te preocupes, no serás asaltado por Mauricio ni por mí para violarte, aunque tienes una polla nada desdeñable, ¿no te parece, Mauricio?
Mauricio le echó un nuevo vistazo y asintió.
. - ya lo creo. Tiene muy buena pinta.
. - es una broma. Déjame curarte, mientras coméis ambos.
Mientras los dos comían la liebre, que no estaba tan sabrosa como la de Mauricio aquel mediodía, no iban a hacerle ascos a nada que pudieran echarle al estómago.
La polla de Saúl no había bajado ni un milímetro desde que habíamos dejado el agua. Con una sonrisa en mi cara, le quité el vendaje viejo y le puse el nuevo, incluido el cabestrillo para su brazo. Una vez terminé, me puse a comer mi parte de la carne.
. - ¿cómo los matasteis?
. - cuéntaselo, Mauricio, pero no lo adornes mucho.
Mi criado se lo contó con pelos y señales. Al final, adornándole más de la cuenta, pero, en fin, que se le iba a hacer, me ponía por las nubes.
. - no le hagas casi, si no llega a ser por su certera puntería con el arco y el cuchillo, no lo cuento. Este tío es el que se debe llevar todos los méritos.
. - gracias, amo. No esperaba menos de usted.
. - disculpame Saúl, pero teniendo a Mauricio tan empitonado como tú, no puedo resistirme.
Me acerqué a Mauricio y mientras nos comíamos la boca, el uno se agarraba de la polla del otro. Seguidamente me tendí en el suelo, donde tuve que apartar una piedra oculta por la hierba.
Mauricio se puso entre mis piernas y cogiéndome la polla ya casi toda empitonada, me comía los huevos. El culo del criado daba casi en la cara de un Saúl todo rojo. Se llevó la mano a la polla y comenzó a pajearse mientras nos miraba.
Mauricio dejó por un momento de comerse mi rabo para mirar a un Saúl pajeador.
. - amo Salvador, este se está pajeando junto a nosotros.
. - deja al chico que se dé gusto cuanto quiera. Tu sigue y entierrámela bien dentro.
No hubo respuesta por parte de Mauricio. Lo primero que hizo fue avanzar hacia mi boca. Mientras nos besábamos, su polla encontró la entrada como las otras veces. Me la endilgó de un trallazo.
Saúl tragó saliva y aumentó la velocidad de su paja, además de aumentar el sonido de su respiración. Pronto, de tanta polla que me dio Mauricio, se corrió en mi culo, para después agacharse y metiéndome la lengua hasta el fondo, succionar cuanta leche me había metido y era abundante a más no poder.
Le di una mamada después de salirse de mi culo, para colocarse a cuatro patas para ser regalado con mi polla.
Antes que eso, me comí sus huevos y su polla desde atrás, la cual colgaba como muerta, pero estaba tan sabrosa, que casi me olvido de su ojete.
El grito de victoria por parte de Saúl al orgasmearse, me despertó y sonriendo, vi como la corrida de su polla salía disparada hacia el fuego.
Hice girarse a Mauricio hacia Saúl, para de inmediato darle polla en su culo. Allí me vacié por completo, mientras el chico se pasaba un dedo por la punta de su picha y sacando algo de corrida se la llevaba a la boca, saboreándola como si fuera un rico manjar.
Con mi lengua, chupé y chupé hasta sacarle cuanta leche le había metido en su ojete culero. Todo ello ayudado por un dedo que se lo metía todo lo dentro que podía entrarle. Con una mamada limpiadora, nos quedamos Mauricio y yo como nuevos.
. - gracias, amo. Hoy se ha superado.
. - lo mismo te digo, querido. ¿Has disfrutado Saúl?
. - sí, mucho -dijo rojo como un tomate-.
. - me alegro. No tengas reparos, como te dije. Ahora voy a limpiarme el pito y el ojete. Enseguida vuelvo.
Mauricio me acompañó. Pero no fue el único, pues Saúl también se acercó hasta el agua, donde se limpió la polla. Mauricio y yo nos dimos una última mamada antes de limpiárnoslas. Luego sí, una vez limpias, salimos y nos volvimos a secar junto al fuego.
Nos vestimos, pues las noches no eran muy calientes que digamos. Aparte de que estábamos mejor vestidos por si las moscas.
. - Mauricio, esta vez haré yo la primera guardia. Quedaros junto al fuego. El que esté de guardia se encargará de tener el fuego encendido, pero antes quitemos la carne de encima o se achicharrará.
Una vez los dos en sus mantas junto al fuego, los arropé a los dos. A Mauricio le di un beso de buenas noches. Cuando iba a regresar junto a mi puesto de vigilancia, Saúl me llamó.
. - ¿a mí no me da un beso de buenas noches, Sr. Salvador?
. - ¿estás seguro?
. - creo que sí.
. - no parece que estés muy seguro. Solo beso de una manera.
. - me apetece. Por favor. Lo necesito.
. - ahora sí que me has convencido.
Con la mirada de Mauricio en nosotros dos, me acerqué al chico y arrodillándome, le levanté un poco la cabeza, para comerme su boca durante un buen rato, donde mi lengua inspeccionó cada recoveco de su boca. Cuando dejé de besarlo, estaba sin aliento el chico.
. - que duermas con los angelitos.
Sin decir nada, Saúl se pegó a Mauricio, al cual besó también en su boca. Sonreí, pues aquello iba viento en popa.
Mauricio colocó a Saúl de manera que usara su pecho como almohada, para después apartarle los pelos de su frente.
. - descansa, Salvador y yo cuidaremos de ti.
. - gracias a los dos -volvió a besar agradecido a Mauricio. Esta vez por más tiempo, donde sus lenguas se encontraron. Luego todo fue silencio y sosiego, donde solo el bufar de los caballos y el sonido del agua de la catarata, era la nota discordante en aquella silenciosa noche estrellada de luna llena.
Amaneció. Saúl abrió los ojos y se encontró como se había acostado, pero con diferente pecho como almohada. Esta vez estaba yo allí.
. - buenos días Saúl. ¿Has dormido bien?
. - sí, gracias, Salvador. Y a ti también, Mauricio -dijo girándose hacia mi criado, que estaba removiendo las brasas del fuego que no se había apagado en toda la noche-.
. - me alegro de ello -le dije- yo también dormí muy bien, sobre todo después de que me hicieras una mamada tan linda-.
. - oh, Dios. Entonces no fue un sueño.
. - para nada. De hecho, nos la mamaste a los dos, ¿verdad querido? -le dije a Mauricio-.
. - ya lo creo, amo. Saúl, la mamas muy bien y me ayudó a dormir.
. - lo siento, lo siento muchísimo. Creí estar soñando.
. - anda, no seas tonto. Ya te hemos dicho que nos gustó mucho. De hecho, ahora estoy que reviento por meterla en algún sitio -dije mirando a mi colega-.
Mauricio entendió la indirecta, aunque era más que una directa. Se me acercó y después de morrearnos a gusto, me bajo los pantalones para hacerme una mamada para empezar el día como Dios manda.
. - perdonad -dijo Saúl-.
. - dime -respondí-.
. - quisiera…
. - acaba la frase, chico -dijo Mauricio, sonriendo-.
. - que sí puedo… -tampoco acabó la frase, pero su mirada dirigida hacia mi polla endurecida, lo decía todo-.
. - ¿qué te parece, querido?, ¿dejamos que Saúl nos la mame despierto cómo está?
. - ¿a mí también, amo?
. - por supuesto. Si no, a ninguno. ¿Qué te parece, Saúl?
. - me parece justo.
. - ¿cómo estás de dolores?
. - apenas me duele ya. El brazo seguro que no. Mira -dijo sacando el brazo del cabestrillo y moviéndolo-.
. - entonces adelante, pero mejor será en el agua, allí en la orilla y con el agua fresquita, seguro que nos calentamos los tres.
. - de acuerdo, pero no me folléis, por favor. Aún no estoy preparado para eso.
. - solo cuando estés listo y nos lo pidas, Mauricio y yo lo haremos, no antes.
. - gracias.
Según comencé a desnudarme, el chico y mi amado guardaespaldas lo hicieron también. Después cogimos de la mano al chico entre los dos y marchamos hacia el agua. Allí pisamos el agua, estaba fría de cojones, pero pronto, con un restregar de las manos en los cuerpos de los demás, entramos en calor y pronto nos pusimos a echarnos agua los unos a los otros.
Aun dentro del agua, tomé la cara del chico y la besé con suavidad al principio, para hacerlo con mar ardor cada vez. Mauricio nos abrazó a los dos y también nos besaba indistintamente.
Segundos después, nos llegamos a la orilla y nos tendimos, para seguir comiéndonos las bocas. Seguidamente, Mauricio y yo nos tendimos de cara al cielo y con las piernas abiertas.
Saúl sonrío y tragó saliva a un mismo tiempo, para después ponerse entre los dos y a una, cogernos la polla a cada uno.
. - no sé con cual empezar, me gustan las dos.
. - empieza con la de mi amo, por favor.
. - no le hagas caso, la suya es más sabrosa.
Sonriendo, empezó por la de Mauricio. Se puso de lado y como no, me dio el trasero, cosa que me gustó, pues lo hizo para que me tomara un tentempié con su culo. Así lo hice. Mientras Saúl mamaba a Mauricio, no solo su culo me comí, sino también sus huevos.
Yo también me puse con mi culo encima de la cara de Mauricio y así los tres comíamos lo que más nos gustaba, culos y pollas, pues la de Saúl también estaba a mi alcance. Era matona, sí señor.
Pronto Saúl intercambió polla en su boca y claro, también culo y polla en las nuestras. Más tarde le hice una petición al chico.
. - Saúl, quiero que nos la metas por el culo.
. - gracias, es lo que estaba esperando oír.
. - pues adelante y disfruta, pero no te corras dentro, danos tu leche, queremos saborearla. ¿No es así, querido?
. - así es, amo.
Nos pusimos a cuatro patas con el culete en alto para una mejor clavada por parte del chico que se colocó ipso facto en posición enculadora.
. - cómeme el culo, por favor -le dije-.
Así lo hizo y con maestría por su parte. El sabor culero fue borrado de su paladar, ahora solo se trataba de dar y tomar placer.
Saúl se estaba poniendo como una moto y claro, se colocó en perpendicular a mi culo y me la metió de un golpe. La sentí entrar como un día de primavera. Ni comparación con la de Mauricio, pero su novatez, me la ponía dura.
Me daba polla y más polla hasta sudar la gota gorda. Tuve que sacármelo de dentro para que probara también el culo de Mauricio. Así lo hizo y claro, tanto va el cántaro a la fuente, que se corrió en el culo de mi criado. Cuando lo hizo, se frenó.
. - oh, lo siento. No la queríais dentro.
. - no te preocupes, habrá más oportunidades. Sigue disfrutando del culo de Mauricio, hasta que se te encoja y salga sola.
Saúl siguió dándole polla. Yo, mientras tanto, tenía sus huevos en mi boca mientras bombeaba hasta que se salió del culo de Mauricio. De inmediato, aquella polla corrida, fue un manjar comérmela.
El chico no podía creerse la suerte que había tenido. No solo por salvarle la vida, que ya era más que suficiente, sino por el disfrute que se estaba dando con nuestras pollas, culos y bocas.
Una vez con su polla ya sin orgasmos que ofrecer, lo puse con las narices en el culo de Mauricio, que no se había movido un milímetro de donde estaba.
. - ahora vamos a tomarnos la leche que le has dejado dentro a Mauricio. Fíjate como se hace -le dije-.
Primero me tomé las chorreras que salían de su culo, para después y metiéndole un dedo, sacarle otra poca y también tragármelo.
. - adelante, hazlo ahora tú. Tendrás que hacerlo cada vez que te nos corras en nuestros culos.
El chico hincó las rodillas y se puso al tajo. Metió su lengua a todo lo que daba, para luego meterle un dedo y sacar lechada, para luego tomársela. Así estuvimos hasta que no salió más del culo de Mauricio.
. - quiero aprender más -dijo muy serio el chico-.
. - y lo harás, pero vayamos paso a paso. Anda, haznos correr a nosotros ahora. Quiero que mientras me la chupes, Mauricio me encule y viceversa. Al final probarás leche de calidad superior como es la de Mauricio.
. - la vuestra es más sabrosa, amo. Lo digo de verdad, Saúl.
. - tiéndete para darte mi polla y así Mauricio poder encularme.
Así lo hizo el chico. Mientras me la comía desde el suelo, pues le puse la polla en las narices, Mauricio ya la tenía toda dentro de mí. Era un disfrute total. antes de que me corriera, los detuve e intercambiamos posiciones Mauricio y yo, al cual enculé durante un rato para después separarnos y poner al chico agachado ante nuestras pollas, las cuales mamaba mientras nosotros dos estábamos de pie junto a él.
. - abre bien la boca, voy a correrme -le dije al chico-.
La abrió todo lo posible. Y como sabía que, si metía la mía, no podría con la de Mauricio también, ambos nos corrimos desde fuera, pero bien pegada a su boca.
Las corridas a una de los dos mamados, fue como un torrente inacabable de leche seminal que llenó la boca del chico. Incluso rebosó por las comisuras de sus labios.
. - traga ahora y disfruta -le dijo Mauricio-.
Saúl se las vio y se las deseó para tragar tamaña cantidad de leche, pero al final pudo con ella. Incluso se relamió los labios para recoger la que había escapado.
. - vamos, acaba de comernos las pollas y déjanoslas como los chorros del oro.
No hizo falta repetírselo. Nos la mamó y mamó alternativamente hasta dejarnos secos. Sí señor. Íbamos a hacer de aquel chico un maravilloso cántaro, donde nuestras pollas desparramarían el fruto de nuestros huevos.
Un morreo final y nos dimos un baño juguetón, para después salir hacia el fuego, el cual estaba casi apagado, pero que avivamos con unas secas ramas. Nos vestimos, desayunamos y antes de partir, revisé las alforjas de los tres caballos.
Me llegué junto al fuego y recolecté lo que había de valor y que no era otra que el botín de guerra que habían robado. Lo puse todo junto en el suelo.
. - busca lo que te robaron estos tres y guárdatelo, es tuyo.
(Parte 7 de 31)
FIN