El amante de los tiempos, en 5 relatos (6)
Un relato de relatos. Diferentes lugares, diferentes épocas, diferentes personajes, solo uno fijo, el autor, en 31 trozos.
EL AMANTE DE LOS TIEMPOS, EN 5 RELATOS
(6-31)
ESCRITA POR: SALVADOR MORALES
© Todos los derechos reservados.
Me salí y entregué el resto de lo que quedaba de mi polla a una sedienta mamadora de pollas como era mi esposa Victoria, la cual tragó y no dejó ni gota de leche desnatada.
Tanto Gloria como Leonor se fueron al culo de Teresa y Marga se dedicó, colocándose debajo de ella, a consumir zumo vaginal que chorreaba al suelo como si fuera un manantial. Arriba, donde tenía el ano, las chicas succionaban leche de los dos hermanos, cada una usando su lengua y un par de dedos, para así dejar aquel culo dolorido más limpio que el oro.
. - ahora ponte mirando hacia arriba, cariño -le dije a la preñada. Una vez colocada, terminé de dar las instrucciones- adelante chicos, démonos un recorrido por su cuerpo con nuestras lenguas. Que se sienta como en casa-.
Allí todo el mundo la rodeó y fuimos comiéndonos cada poro de su cuerpo, donde los pechos y el clítoris fueron los reyes de la fiesta bucal. Sus gemidos y sus corridas no pararon hasta que se produjo el milagro.
. - oh, Dios, he roto aguas.
Aquello fue el pistoletazo de salida para que todo el mundo se pusiera de lo más nervioso, a excepción de Victoria, que tomó el mando, como no podía ser de otra manera, siendo una madre con experiencia.
La cosa fue que entre grandes gritos y no durante poco tiempo, un crío, feo de cojones, salió de aquel cuerpo delgado de gran barriga y grandes tetas.
De inmediato se le puso el feo crío encima del pecho y a mamar se dijo. El bebé mamaba que era un sol verle tragar su primera leche de su putativa y nueva vida.
Y todo ello allí mismo, sobre las dos mantas y junto al fuego, como debe ser, con dos cojones. Ya después se la llevó al carromato para que ella y su crío descansaran, pues entre la follada multitudinaria y el parto, la tía estaba como para no ponerle un dedo encima o gritaba de dolor.
Sin que hubiera despertado Teresa, el viaje se reanudó con destino a la hacienda. Recorrimos varios kilómetros y volvimos a detenernos por última vez junto a un río ahora más caudaloso. Allí el verdor era la tónica general, donde los árboles proliferaban. Sin duda era otro ecosistema diferente en aquel estado tan seco.
. - despierta dormilona, ya llevas mucho tiempo durmiendo y hemos llegado hasta un riachuelo con más agua que el anterior -le dije besándole su pecho derecho-.
. - ah, hola. Lo siento. Me quedé dormida.
El bebé mamaba del otro pecho, sujeto por una Gloria que lo cuidaba.
. - salgamos de la carreta y démonos un baño todos. Traed al crío también. No hace falta que te vistas, así estás muy bien, cariño -le dije besándole la boca con fruición. Ella colaboró sujetándome del cuello para no dejar de besar mi boca. Cuando conseguí separarme, sonreí y besándole el pecho de nuevo, bajé de allí para luego ayudarla bajar del vehículo todo-terreno-.
Marchamos al agua, donde los chicos ya estaban disfrutando, sobre todo Jonás con su hermana, a la cual le tenía metida su gran y sabrosa polla en el culo.
Más allá, sobre una piedra, Victoria le comía el conejo a una Leonor súper caliente que disfrutaba como Dios.
Ayudé a llegar a Teresa al agua y con una pastilla de jabón que llevaba en una mano, yo mismo la enjaboné, dándole luego la pasta para que lo hiciera en su vagina, lugar que no quería tocar por lo obvio, no quería hacerle daño. Lo que sí hizo Teresa fue agradecer mi amabilidad, se inclinó lo suficiente para mamarme la polla y dándose la vuelta, se agarró de una roca saliente y esperó algo de lo que tenía ganas, romperle el culo de nuevo, algo que hice de inmediato y esta vez no fue con suavidad, sino como a mí me gusta romper un culo, con cierta violencia enculadora hasta que me vacíe allí dentro, para de inmediato ponerme a comerme su ojete y tomarme mi lechada especial post-preñadas y ya no solo me tomé mi corrida, sino que me dediqué, una vez tendida Teresa sobre el agua y sobresaliendo sus suculentos pechos, ponerme a mamarla hasta dejarle un pecho sin el líquido elemento, pues el otro era para el puto crío, que ya Gloria se lo había puesto en la otra teta de nuevo.
Desde el pescante informé de lo próximo que veríamos y que no sería otra cosa que nuestra finca.
. - una vez crucemos ese bosque, comienza la finca que he heredado de mis padres y ahora es vuestra también. Tardaremos varias horas aún hasta llegar a la casa principal. No estará muy bien, pero con un poco de trabajo, la pondremos de nuevo en marcha.
. - ¿qué vamos a criar, papá? -dijo Jonás-.
. - lo habitual, animales de granja, caballos y también cultivaremos. Lo que se hace en una finca.
. - y los animales, ¿dónde los compraremos?
. - los animales ya están comprados, bueno, no. También los heredé, pero no estarán en nuestra finca, estarán en la finca de mi amigo Tobías y su mujer Shirley. Hice un trato con ellos de que me cuidarían los animales a cambio de repartírnoslos cuando regresara de la guerra. Primero iremos a la casa, luego marcharemos a buscar los animales.
Continuamos y pasamos por un lago enorme, tras el cual se vislumbraba la parte superior de una casa. Cuando estuvimos a la distancia justa de ver la casa, detuve el carro. Todos se quedaron mirando la hacienda, que era bien grande y tenía varias dependencias, como corrales, granero y hasta cochineros. Había que hacer reparaciones, pues el tiempo de abandono había hecho estragos, pero no serían demasiadas, ni demasiadas costosas, lo que sí había que hacer, era una limpieza general y una mano de pintura también general.
Los chicos se bajaron y corrieron hacia la casa, seguro que a investigarla. Solo se quedaron Victoria y Cristina con su crío junto a mí en el pescante.
. - ¿Salvador, en calidad de qué voy yo a formar parte de la familia? -dijo una preocupada Cristina-.
. - respóndele tú, Victoria -azucé los caballos y nos acercamos despacio hasta el abrevadero, ahora seco-.
. - compartiremos a Salvador y a los niños como si fuéramos tú y yo una sola persona. Serás su esposa y madre de los chicos. Para quien no sea de la casa, serás una amiga común de salvador y mía, que vives con nosotros de siempre y para siempre.
. - eres muy bondadosa Victoria y tú también, Salvador. No sé cómo agradeceros a los dos el haberme acogido de esta manera.
. - la mejor manera, Teresa, es que nos quieras como nosotros te queremos a ti.
. - ¿en cuanto a mi niño y los niños que vengan?
. - también los compartiremos, tus hijos serán nuestros hijos y viceversa. No habrá secretos y el sexo será como hasta ahora. Ya se verá cuando se desvirgará a los nuevos integrantes, ahora no vale la pena preocuparse por ello, ¿no te parece?
. - tienes razón. Puedo llamarte mi amor , cariño y demás palabras cariñosas.
. - recuerda que cuando estemos ante desconocidos, eres una amiga común. El resto del tiempo, llámame como quieras, pero llámame, mi amor -le dije besando sus labios-.
. - así lo haré, cariño.
. - por cierto, ya que eres profesora, cultivarás la mente de los chicos. ¿Te gustaría?
. - ya lo creo, mi amor.
Bajé y ayudé a bajar a las damas. Luego accioné la manivela para que saliera agua y me costó al principio, pues necesitaba grasa, pero al poco comenzó a manar agua y llenarse el barreño que había debajo. Luego les di un cubo de agua a cada caballo, para acompañar a las mujeres del brazo para entrar en la casa.
Una vez dentro, los muebles estaban tapados bajo sábanas. Gloria vino corriendo.
. - papá, papá, yo me quedo con la habitación del fondo.
. - Gloria, cariño. Esa es la habitación mayor. Allí dormirán tus dos madres, Victoria y Cristina conmigo. Los tres dormiremos juntos.
. - entonces en la de al lado.
. - vale, en la de al lado entonces.
. - llama a los chicos, vamos a casa de mi amigo Tobías a buscar los animales. Que las mamás se queden y descansen. No os pongáis a limpiar, eso lo haremos mañana. Y es una orden para todos.
. - amor mío, ¿no deberíamos ir todos y hacerle la visita de rigor a nuestros vecinos?
. - pienso que deberíamos ser nosotros, en agradecimiento por cuidar de los animales, hacer una fiesta e invitarlos a ellos, pero cuando nos hayamos instalado y limpiado algo la finca. Si vamos todos, no estarán preparados para agasajarnos y quedarían en vergüenza y no quiero eso para mi amigo.
. - puede que tengas razón, confío en ti, mi amor -besó mis labios y apretó sus pechos contra los míos, yo le apreté uno de ellos hasta estrujárselo-.
Los chicos fueron bajando y subiendo al carromato. Luego puse camino hacia la finca del vecino. No estaba cerca precisamente, pero al fin llegamos varias horas después. Era una casa más sencilla que la mía, pero mejor cuidada sin duda. Los animales estaban en corrales y sueltos algunos.
Un chico nos vio llegar, estaba reparando una cerca con unos palos. Se nos quedó mirando hasta que llegamos hasta él. El chico no dejaba de mirar a las chicas, las cuales también se fijaron en el mozo que las miraba.
. - buenos días -le dije-.
. - buenos días, señor.
. - ¿está el señor Tobías, por favor?
. - sí, está en el granero.
. - gracias.
Conduje hasta el granero y aparqué en la puerta. Bajé y bajaron todos. Mientras yo entraba, ellos miraban aquí y allá.
No quise dar gritos para darle una sorpresa y la sorpresa me la llevé yo. Allí, apoyada sobre unos sacos había una hembra con el culo en pompa mientras mi amigo Tobías le daba bien fuerte con su polla en todo el culo. Toda una visión, pues a la chica le faltaba una pierna y se sujetaba cómo podía.
Cuando me vio Tobías parado a su lado, se dio cuenta que no me había visto llegar y casi se le caen los huevos.
. - la ostia puta, Salvador -dijo frenando sus empujes enculatorios-.
. - hola chico, termina, no tengo prisa.
. - pero que cabrón que eres, ya podías haber tosido y dicho algo de que estabas ahí.
. - quería darte una sorpresa y me la has dado tú. ¿Es tu hija?
. - sí, mi niña, se llama Rita, es su 18 cumpleaños. Perdona que la esté…
. - nada que perdonar mientras sea voluntario.
. - desde luego ¿Verdad, cariño?
. - sí señor, lo deseo tanto como papá. No es nada obligado. Me lo prometió cuando cumpliera 18 años.
. - me parece bien. Pero terminad, no lo dejéis por mí.
. - ¿no te importa?
. - para nada. Terminad, os espero fuera.
. - gracias. Enseguida acabamos.
Me di la vuelta y salí fuera del granero.
. - ¿estaba el señor Tobías, papá?
. - sí, ahora sale.
. - ¿Salvador, eres tú? -de la puerta principal de la casa salió una mujer con un delantal mientras se secaba las manos en el mismo delantal-.
. - hola preciosa, sí soy yo -dije acercándome y besándole los labios por más tiempo del que se debiera si no fuéramos tan amigos. Hasta una vez se la disputé a Tobías, llegando a acostarme con ella en el mismo granero donde ahora el marido se estaba beneficiando a su hija, pero de eso hace mucho tiempo.
La levanté en el aire y continúe besándola. Hasta que se impuso la mesura y la llevé ante mis chicos.
. - mira, estos son mis hijos, son… -les dije todos los nombres-.
. - Bienvenidos a todos. ¿Ya has hablado con Tobías?
. - estaba ocupado en el granero, ahora sale en cuanto termine-.
. - tu siempre tan ortodoxo. Pero pasad, entrad en casa, os daré un refrigerio.
Entramos en la casa. Al poco llegó el chico que estaba reparando la cerca.
. - hijo, este señor de aquí es nuestro vecino y amigo de tus padres, Salvador. Ellos son sus hijos.
. - tanto gusto -me dijo dándome la mano. Estaría por los 19 años-.
Se la cogí. Luego los chicos también le dieron la mano y las chicas lo hicieron agachar y les dieron todas ellas un beso en cada mejilla, que lo dejaron colorado.
. - cariño, serán adoptados, ¿verdad? -dijo mirando a los enanos y enanas.
. - lo dices porque son enanos todos ellos. Sí, cariño. Son adoptados, desde luego.
La mujer nos dio un vaso de refrescante limonada a cada uno de nosotros.
. - has venido por los animales, ¿verdad?
. - así es, Shirley
. - mira qué has tardado. ¿Cuánto hace que faltas de casa?
. - demasiado, ni siquiera pude venir para el entierro de mis padres.
. - sí, una lástima.
. - aquí estamos Salvador -dijo Tobías entrando con su hija en una silla de ruedas- Veo que mi mujer os está atendiendo como debe ser-.
. - sí, Shirley siempre ha sido un ama de casa perfecta. Qué suerte tuviste cuanto te eligió a ti, en vez de a mí.
. - es lo que tiene ser un suertudo. Anda, vayamos a mi despacho. Allí hablaremos tranquilamente de los animales que dejaste a mi cargo.
. - vale. Chicos, venimos enseguida.
Marché tras Tobías y entramos en una habitación. Cerró tras de mí y no fue más que pasar la llave, que nos enfrascamos en un beso interminable. Aun con los labios pegados, caminamos hacia unos sofás y sentados, seguimos besándonos. Eran demasiados años y teníamos que recuperarnos.
Me saqué los pantalones y Tobías hizo lo propio. Él fue el primero en mamarme la polla con una pasión descontrolada, poniéndome la polla como una roca, algo que le metí en todo el culo cuando tuve la oportunidad de hacerlo.
Para no alertar a los de fuera, ninguno hizo ruido, solo disfrutamos el uno del otro en silencio.
La corrida, porque solo fue la mía, la suya ya se la había tragado su hija, fue indefectiblemente a la boca de Tobías. Una vez mi polla deslechada y vuelta a besarnos como Dios manda. Sonreímos y pasamos a hablar, después de subirnos los pantalones, de cosas más prosaicas como eran los animales.
. - cariño, por aquí tengo las notas de los animales de cada uno según el trato que hicimos -dijo buscando en uno de los cajones. Sacó una libreta donde después de abrirla, me la pasó. Le eché un vistazo a varias hojas y sonreí-.
. - has hecho un buen trabajo en la granja con los animales. Son muchos.
. - la mitad, como quedamos, son tuyos.
. - te lo agradezco.
. - no, soy yo quien te lo agradece. De no tener apenas, ahora tengo más de los que puedo mantener, por lo que iré la próxima semana a vender una partida y así hacer algo de dinero en efectivo. Si quieres me acompañas y llevas las que quieras vender.
. - te haré caso, son más de los que me esperaba. ¿Dónde están los caballos?, ¿arriba?, ¿en el pastizal común?
. - sí, arriba están todos. Te acompañaré a arrearlos hasta tu finca.
. - te lo agradezco. ¿cuántos cerdos me voy a llevar?, aquí hay un montón.
. - es que paren como conejos y suerte que he vendido algunos ejemplares y otros los he sacrificado, que, si no, no me caben en la porqueriza.
. - ¿me compraste las semillas que te dije?
. - sí, están en el almacén. Por cierto, ¿cuántos hijos tienes?
. - los que has visto fuera, más una esposa y una amiga íntima con su hijo. Están en la granja.
. - en cuanto a lo de mi hija y yo…
. - no te preocupes, yo también tengo sexo con los míos.
. - ¿de veras?
. - y tanto. Oye, no veas como esta Shirley de buena. ¿La sigue mamando como en los viejos tiempos?
. - desde luego y ya sabes, si quieres puedes volver disfrutarla como siempre. Ya sabes que lo mío es tuyo. Siempre habla de lo bien que se lo pasaba contigo en el granero y le dije que cuando volvieras, podía estar en tu cama tanto como en la mía.
. - te lo agradezco y te tomaré la palabra. Por supuesto, fuera de nosotros, nadie sabe nada de que tienes sexo con tus hijos, ¿No es así?
. - por supuesto, es la norma. Tu igual, ¿no?
. - desde luego. Y como me has brindado a tu mujer, yo te brindo a la mía y a mis hijos, incluso a mi amiga. En mi casa nos gusta darnos placer siempre que podemos.
. - me alegro que hayas regresado Salvador, te echaba de menos -dijo besándome apasionadamente-.
. - lo sé, cariño. ¿Qué te parece si le como una teta a Shirley delante de los chicos para ver cómo reaccionan?
. - que será digno de ver las caras que pondrán los tuyos y los míos.
. - por cierto, la amiga que tengo en casa es profesora y les dará clases a los chicos. Si quieres, los tuyos están invitados también.
. - te lo agradezco, aprender es importante y más aquí que estamos lejos de todo el mundo y no hay un maestro cercano.
Con la libreta bajo el brazo salimos de la habitación. Los de fuera estaban en silencio, como si no supieran de qué hablar.
. - vaya silencio, chicos -dije- no tengáis vergüenza de abrir la boca-.
Me senté junto a Shirley y le di un beso en una mejilla.
. - tu marido y yo lo hemos arreglado todo.
. - ¿todo? -dijo ella con una sonrisita cabrona-.
. - sí, todo -dije aflojándole un par de botones de la camisa. Los chicos miraban serios y extrañados, menos el marido, que sonreía-.
Más botones y el sujetador quedó a la vista. Entonces besé la parte superior de los pechos, para después bajarle el sujetador lo suficiente para poder besarle los pezones.
Ella misma se terminó de desabotonar el resto de la camisa y desengancharse el sujetador, que puso a un lado, para luego besarme en los labios con una fuerza bucal poderosa, mientras le sobaba los pechos a la tal Shirley.
Luego dejamos de besarnos y miramos a los chicos de las dos familias.
. - Josías, ¿a qué esperas hombre? -dijo el padre-.
. - pero papá…
. - Jonás, enséñale la pieza que te gastas al chico y presume un poco.
. - ¿seguro papá?
. - y tanto -dije mientras volvía a comerme el pezón de Shirley-.
Jonás se levantó y se acercó al chico de la casa. Se abrió el cinto y dejó caer los pantalones. La protuberancia de su empalme era monumental. Cuando se bajó los calzoncillos, ninguno de la casa, ni padres ni hijos, pudieron dejar de hacer un murmullo de asombro y satisfacción al mismo tiempo.
. - la ostia puta -dijo Josías-.
. - esa lengua, hijo.
. - perdón, mamá. ¿Puedo tocarla? -le dijo a Jonás-.
. - es toda tuya -dijo todo ufano el muy jodido de tener una polla como la de un caballo semental-.
Josías se la cogió y después de recorrerla toda ella, usó las dos manos y se la metió en la boca para mamarla de inmediato.
. - chicos, que empiece la fiesta -les dije al resto de hijos- como si estuvierais en casa-.
Aquello dio comienzo, sin saber nadie como iba a terminar. Tobías se acercó a Gloria y ésta, con una sonrisa que le dijo todo, comenzaron a besarse y el tío a desnudarla y meterle mano allí donde más le gustaba, sus tetas y su chumino bajo las bragas. Cuando vio su cacho polla, casi se vuelve loco, mamando tan preciada herramienta. Sonriendo por el hallazgo, no se cansaba de tragar y tragar tan suculenta herramienta sexual.
La hija, que iba en silla de ruedas, la empujó hacia Vicente, que, al verla delante de él, sonrió y levantándole la falda, la olió primero, para después sacarle las bragas. Seguidamente la cogió en brazos y llevándola a un sillón, se metió entre las piernas de la chica, comiendo su chumino recién comido, pero siempre apetitoso.
Leonor ya estaba bajándole las bragas a Shirley y comiendo también chumino fresco mientras Marga le comía el pecho que yo tenía libre.
La cosa fue que pronto Jonás disfrutó del culo de Josías, así como el de la hermana, que Vicente compartió mientas el chico, sentado, le tenía su polla metida en el culo. Jonás se la metió en toda la vagina, para al rato, pasar a follarse al padre de la chica, que seguía con Gloria y a la cual tenía aun con su polla en su boca, pues disfrutaba comiendo pollas al pil-pil. Jonás se lo folló sin que el viejo se separara de Gloria, siendo una follada gloriosa por parte de mi chico.
Antes de subir a buscar los caballos, pasaron varias horas, donde todos y cada uno pasó a manos del resto, de sus lenguas, de sus pollas o de sus chuminos.
La misma Gloria le dio polla a cada nuevo integrante de aquella familia de vecinos folladores, luego una ducha a pares y dejamos de disfrutar para ponernos al tajo, pues una cosa no quitaba la otra.
Los caballos pastaban en varios grupos. Subidos a caballo, Tobías y Shirley, más sus hijos Josías y Rita, la hija paralítica, más el menda, arreamos a los animales hasta la finca y de allí hacia nuestra casa. Mis chicos, con el carro, cargaron cuantas crías de animales pudieron transportar, además de las vacas y los cerdos y algunas aves que me correspondían que iban al lado de la carreta.
Con los caballos arreados adelantamos a los chicos. Una vez en mi finca, regresamos a ayudar a los chicos.
Cuando todo bicho viviente estuvo en sus cercados correspondientes, recolectamos comida para los animales, siempre ayudado por mis vecinos y amantes. Cuando llegó la noche, todo el trabajo pesado había estado hecho. Solo entonces se descansó y se ducharon en mi misma casa, luego también lo hicimos nosotros.
Una vez todo el mundo en la mesa, pues comerían allí esta noche, cenamos latas que habíamos traído, pues no había otra cosa en la despensa, ya que no iba a matar una gallina con lo cansado que estaba todo el mundo.
En un momento dado invité a los vecinos a darse un banquete mamario de mis mujeres lecheras, los chicos rieron, cosa que extrañó a las mujeres. Solo cuando la misma Shirley le hizo sacar la polla a Jonás y comérsela, todo quedó claro, muy claro. La bacanal se repitió, pero añadiendo a las madres lecheras, las cuales no tardaron en tomar el mando y tragarse cuanta polla y conejo se le ponía por delante. Sin duda esa noche se durmió poco, pues las ansias de dar y darse placer eran superiores al cansancio que se tenía en los huesos.
Sin embargo, el cuerpo es sabio y nos hizo cerrar los ojos para descansar de lo trabajado y lo follado, para que al día siguiente se pudiera volver a trabajar y como no, a follar de nuevo, que fue lo que pasó.
Viendo que la casa heredada era más grande y con capacidad para las dos familias, se trasladó Josías y su gente a la mía. De nada servía ir de arriba abajo en busca de una polla o un coño, siendo así que, si los reuníamos todos en la misma cada, el disfrute sería contínuo y constante, algo que se habló y se aprobó por mayoría absoluta.
Sin duda, la polla de Jonás era la más solicitada, al igual que la de Tobías y la mía. Y claro, las tetas lecheras de mis dos chicas, que repartían leche como quien reparte pan por las puertas.
Al día siguiente…
Tobías y yo a caballo y Jonás en el carromato, llevamos una partida de caballos, vacas y cerdos que nos sobraban al mercado de la capital que distaba varios días de la finca.
En la casa, bajo las órdenes de las tres damas mayores, la cosa, que no la casa, se repartió entre la alimentación de los animales, el estudio, el arado de unas tierras cerca del lago y el sexo, el cual no se podía dejar de lado, ni que se estuviera loco. Eso sí, por seguridad, solo dentro de casa.
Cuando llegamos a la capital, fui a la policía e informé del accidente aéreo y de que una de las supervivientes, la única, se había quedado a vivir conmigo y mi familia. Se enviaron vehículos a recoger los cadáveres, fuera de eso, no volvimos a tener noticias de los agentes, pues nada teníamos que ver con dicho accidente, solo éramos unos testigos oculares de la caída y rescate de una de las viajeras.
Los animales los vendimos en un paquete. Recibimos menos cantidad que animal por animal, pero así estaríamos menos tiempo allí, un lugar no adecuado para la gente decente como nosotros, que lo único que hacíamos era trabajar y follar. Ellos ni trabajaban, ni follaban. Si podían, te follaban vivo, sin dar nada cambio.
Se compró materiales necesarios para la casa, así como ropa, comidas, pinturas y material de labranza. El carro lo llenamos de todo ello y más. Ni qué decir tiene que el culo de mis dos acompañantes fue penetrado en cada parada que hicimos tanto al ir, como al volver de la capital, al igual que mi culo fue pasto de sus pollas, gustándome sobre todo cuando me tragaba una polla por el culo y otra me era entregada por la boca. Algo sublime, sí señor.
Con el agua del lago no había problemas de abastecimiento para los animales y riego para las cosechas, que consistía sobre todo en forraje para los animales para el invierno, además de verduras que necesitábamos para la comida diaria.
La caza no era muy abundante, pero si la pesca. No solo la del lago, que también, sino la del riachuelo que lo abastecía, en su zona alta, donde había carpas de buen tamaño.
Los picnics en familia se sucedían a los alrededores, donde se practicaba el estudio intelectual y sobre todo el sexual. Siempre con ojo avizor por si había moros en la costa, que nunca se sabe.
Se enseñó a montar a caballo a todo el que quiso aprender, algo imprescindible para cualquier vaquero que se precie.
De mutuo acuerdo y por puro morbo también, se permitió preñar a Shirley, Victoria y Teresa por parte de los chicos, solo por los chicos. Josías solo a mis dos mujeres y no a su madre por si acaso. Cosa que consiguieron, no en vano las leches de pollas que recibían en sus goteantes vaginas eran abundantes y sabrosas.
Como siempre pasa, ellas, las hijas, también querían sus barrigas gordas con sus críos dentro. Hubo debate largo y tendido y solo por agotamiento físico, Tobías y yo fuimos los encargados de preñarlas a todas ellas.
Cuando las barrigas comenzaron a aumentar, la cosa se podía poner chunga. Suerte que no teníamos visitantes, que, si no, se arma la de Dios en cristo. Allí todo el mundo hembra tenía un bombo. Una a una fue pariendo y llenándose la casa de mocosos que correteaban por todos lados. Entonces se dio órdenes, cuando cada hembra tuvo su cría, de no volver a preñar a nadie más hasta nueva orden, ni siquiera a las madres putativas, pues ya bastantes retoños había como para seguir fabricando más.
Pasó el tiempo y los hijos crecían y los nietos-hijos también. El sexo con ellos no se detenía, ni con los nietos-hijos, los cuales eran tanto o más exigentes en cuanto a tragar pollas y chuminos que sus mismos padres. Desde que cumplían la mayoría de edad, se les enseñaba el arte de dar y recibir placer y el rey de todos ellos era el mayor de los de la segunda generación, el hijo de Cristina, Alfonso.
Este chico no paraba de saltar de una polla o chumino a otra polla o chumino. Se lo tragaba todo el muy jodido, sobre todo el rabo de su “tío” Jonás, que lo disfrutaba a todas horas y es que este mocoso tenía un culo de los más flexible del mundo. No en vano se tragaba los sables de toda la familia, la propia y la anexada. Y no es por nada, pero me gustaba tenerlo bailando encima de mi polla aquí y allá y a todas horas del día y de la noche. Ni él se cansaba de recibir, ni el resto de darle candela culera. Si tanto le gustaba, pues tanto le dábamos.
Con la vida que llevábamos, donde el trabajo y el disfrute general iban parejos, algo vino a romper no solo este satisfactorio dúo, sino a nosotros mismos.
Todo empezó a mil kilómetros de allí, cuando una prueba con un misil intercontinental que un capullo manejó de pena, salió disparado hacia nuestra hacienda.
Como cada noche, la bacanal estaba servida, de hecho, había quedado preñada de nuevo Rita y no se sabía cómo ni por qué, como si todo el mundo no supiera como se hacían los niños. Saberlo de primera mano, nos dejó anonadados, pues habíamos hecho un pacto no escrito. Ni podía, ni tenía ganas de abroncar a nadie, esa noche cada uno se fue a su cama y Dios en la de todos.
Nadie llegó a despertar. Nadie. Ni siquiera los animales, a excepción de los caballos que pastaban arriba y que desaparecieron espantados por la explosión que produjo un hongo encima de la hacienda. Los caballos morirían más tarde por la radiactiva arma termonuclear.
Como era obvio, los militares echaron tierra de por medio y nada se dijo de una familia numerosa que follaba más que las gallinas y que había desaparecido de la faz de la tierra como si jamás hubiera existido. Allí no había pasado nada, dijeron.
Solo un enorme cráter le decía al visitante que lo viera que allí había caído algo gordo, muy gordo. Ni siquiera había restos que te dijeran que allí hubo una vez una granja con sus animales y unos dueños amantes de sus hijos y amigos. Sí, salimos del infierno de la guerra, para ir a caer al cielo del olvido. Si lo llego a saber, me voy a Corea a pegar tiros a los norcoreanos de los cojones, al menos allí hubiese visto llegar la bala o el obús que me hubiese matado. Lo malo hubiera sido que solo me hubieran herido y las heridas dolían un huevo y parte del otro. No, mejor morir y no enterarme cómo, ni por qué.
FIN
(DEL INFIERNO AL CIELO)
Yo: Capitán Salvador Morales.
Locutora de radio: Rosa de Tokio.
dueños del circo de los enanos: Roseta y Jorge
enanos circo: Maribel, Severiano, Sandra,
Moisés, Lisa, Javier, Marga
(Margarita), Marcos, Vicente
y Leonor.
Enanos añadidos: Jonás y Gloria -con pene-
Mujer adoptada: Victoria Principal
Señora preñada del avión: Cristina -profesora-
Hijo preñada cristina: Alfonso
Dueños finca vecina: Tobías y Shirley,
Hijos finca vecina: Josías y Rita, paralítica
RELATO Nº 2
TITULO:
CABALLERO Y BASTARDO
. - no lo haga señor.
. - ¿y por qué no?, lo está pidiendo a gritos -dije a Mauricio, mi guardaespaldas y sin embargo amante. Y le lancé el pañuelo a la cara al marido cornudo que me retaba-.
Era uno más de tantos que creía que podía tener una tía tan buenorra y no compartirla con un servidor. El problema era que me cogió con la polla en fragante delito y claro, me quería dejar tieso, cosa que me negaba en redondo.
Mauricio era de la opinión de que, en vez de enfrentarme al marido con un sable, lo hiciera con dinero y aquí paz y en el cielo gloria. Pero no, el dinero que tanto me costaba ganar en los casinos, no iba a regalarlo por la cara al primer pendejo que no supiera cuidar de su esposa y tenerla alejada de una buena polla como la mía.
Estaba en el París de Napoleón, el cual estaba perdiendo con los rusos. Era época de violencia controlada por la gendarmería, al menos de cara al pueblo, pues de cara a la burguesía, la corrupción campaba a sus anchas.
Allí todo se perdonaba si había un buen fajo de monedas. Más de una fortuna se hizo así, pero no era mi caso. Prefería pagar con el sable las desavenencias con los cornudos, pues, y no es por echarme flores, no era malo con el florete en mis manos.
La parte contratante de la otra parte era el cornudo, Monsieur Diderot, creo que se llama este último. Al anterior ya ni me acuerdo de su nombre, pues lo había dejado frito.
Mauricio me entregó el florete que me correspondía y nos pusimos en guardia.
Una de dos, o aquel desgraciado le faltaba una luna y no se había informado de con quien se las gastaba, o quería despedirse de este mundo por la puerta de en medio. Lo cierto fue que no me duró treinta segundos, pues lo ensarté por el cuello a las primeras de cambio. Fue visto y no visto.
Entregué el florete a Mauricio y con la misma y sin mirar atrás, subí a la caleta que me esperaba y marché a la casa del cornudo.
Ni que decir tiene que la desconsolada esposa fue consolada debidamente, sobre todo cuando heredó la fortuna de su estúpido marido.
Cuando la dejé aquella noche, quedó bien follada para una temporada y parte de la otra.
Era mi último día en Paris, pues el día anterior había recibido carta de casa, donde el albacea testamentario me informaba de la muerte de papá por una mala caída del caballo, por la cual se había roto el cuello.
Como ya estaba muerto, no iba yo a ir corriendo. Al menos esperaba que cuando llegara, estuviera enterrado el malnacido del viejo. El muy cabrón se llevó por delante a toda la familia y no me mató a mí porque escapé de allí al enrolarme en el primer barco que encontré en la costa.
Era el cacique de la comarca, lo cual quería decir prácticamente el dueño y señor de todo lo que abarcaba la vista. Dueño incluso de las personas que vivían y trabajaban en sus tierras, no en balde, podía disponer de cuantas mujeres casadas o no e incluso de sus maridos e hijos que le diera la gana. El castillo de la familia se convirtió al fin en su tumba, pues que se joda.
Por la carta sabía que había heredado todo lo heredable al ser el único que dejó con vida y no gracias a él. Aun así, me lo tomé con filosofía y marché a casa sin darme mucha prisa, pues nadie me disputaba nada.
Hasta Madrid decidí ir bien cómodo en un carromato con buenos muelles y tirado por seis caballos pura sangre andaluces. Tardaríamos la de Dios, pero no iba a volverme loco, quería ir tranquilamente y disfrutar del paisaje.
En el mismo carromato iba una bella hembra con su tutora, que la llevaba a Madrid a casa de sus abuelos. Sentados frente a ellas, Mauricio y yo no perdíamos detalle de los pechitos de la hembrita. Se movían arriba y abajo con cada bache y aquello me la estaba poniendo dura.
En un momento de descanso en una posada, cogimos una habitación cada pareja. Una vez dentro de ella nos desnudamos Mauricio y yo. Allí había una gran barrica que hacía las veces de bañera. Nos metimos allí dentro. Cabíamos los dos sin problemas.
Mauricio, viéndome en el estado en que estaba, se vino hacia mí y levantándome de nalgas para sacar la polla de debajo del agua, se la metió en su gran boca y comenzó a hacerme una de sus expertas mamadas.
. - gracias, querido Mauricio, lo necesitaba. La tía me la puso como una piedra.
. - a mí también, no creas.
Mauricio dejó de mamármela para levantase un poco y sentarse encima de ella. Se la tragó de un tirón. Tenía el culo calentito y se me folló con la sabiduría que solía hacerlo.
Nuestras bocas intercambiaron saliva, donde las lenguas jugaron el papel principal.
Cuando me corrí, fue como si explotara en el culo de Mauricio. Lo siguiente fue sentarme yo esta vez en la suya. La conocía muy bien.
La primera vez que me la tragué vi al demonio con cuernos y todo, pues tiene este Mauricio una polla que ya quisiera para sí un caballo semental.
Al día siguiente volvimos a subir al carromato. La chica parecía diferente, no sabiendo que la hacía diferente, pero estaba diferente. Quizás fuera su cara, ahora no parecía tan aniñada, era otra entre divertida y serena.
Pasó una hora de traqueteo y la tutora se durmió. Ese fue el pistoletazo de salida para que nuestra chica se despendolara.
Amplió la sonrisa y abriéndose de piernas, nos enseñó a Mauricio y a mí, su felpudo juvenil. No llevaba bragas. Era simplemente, precioso.
Aquello se merecía un paso adelante por mi parte, así que me descalcé de mi zapato derecho y lo puse entre los muslos de la chica. Al principio se cerró en banda, atrapándome el pie, pero al poco al ver que insistía con mi pierna, volvió a abrirlos y dio comienzo a mi primera follada con un pie.
Ella hinchó los pulmones, ampliando los pechos un poco. Pronto sus jugos impregnaban mi pie, pero ello no me impidió seguir profundizando en aquella vagina suya toda mojada.
Ella se sobaba las tetas con cada orgasmo que le producía. Eso sí, siempre mirando a la vieja por si se despertaba.
En uno de tantos baches, la vieja despertó y casi me coge in fraganti con la chica, pero una oportuna pregunta de Mauricio a la vieja, alejó la mirada de donde podía joderme la mañana.
En la siguiente parada, no había hospedaje que valiera, fue en plena naturaleza. La chica le habló a la tutora al oído algo, mientras me miraba.
. - vale, pero no tardes mucho.
La chica bajó de allí y se perdió entre el follaje. Yo también salí.
. - voy a aflojar un poco las piernas -dije a quien quiso oírme-.
Cuando la vieja fue a bajar también, Mauricio la entretuvo con preguntas intrascendentes, pero que la mujer se preocupase por responderle.
Busqué a la chica y la encontré sentada en un tronco caído.
. - creí que no vendrías tío bueno-dijo ella muy risueña-.
. - aquí estoy preciosa.
No fue necesario más conversación. Me senté junto a ella y sacándole los pechitos, me los comí, haciendo que se corriera de gusto. Ella me la sacó y después de pajeármela un poco, se inclinó y comenzó a comérsela.
. - ¿no te han dicho tus padres que no se puede hacer esto con un caballero sin antes haber sido presentados? -dije irónicamente-.
. - ni mis padres me han hablado al respecto, ni creo que seas un caballero -dijo para continuar mamándomela-.
Poco después se levantó la ropa y se sentó con cuidado sobre mi polla.
Le entró perfectamente hasta los huevos. Se notaba que no era la primera polla que se tragaba aquella putilla. Ni siquiera gritó, solo se puso roja de dolor vaginal porque mi polla no era una polla normal.
. - no te muevas un milímetro, ya lo hago yo -dijo la jodida-.
Efectivamente, subía y bajaba bien despacio, mientras nos comíamos la boca unas veces y otras sus pechos solo por mi parte.
. - no te salgas por favor. La quiero siempre dentro de mí.
. - ¿no tienes miedo a quedarte preñada, preciosa?
. - no te preocupes, no tienes lo que hay que tener -dijo ella tan tranquila-.
. - aun así, no quiero críos correteando por ahí sin saberlo.
Me levanté con mi polla en su interior y comencé a follármela ya a mi gusto, más rápida y placenteramente. Se mordía los labios para no gritar, cosa que consiguió la muy puta. Luego me la saqué de encima y sin que pudiera hacer nada al respecto, le di la vuelta y la puse con su culo en pompa para clavársela hasta los huevos de una sola tacada. Gritó, pero menos al taparle la boca. Luego me corrí en su ojete hasta vaciarme del todo, para luego sin pausa, ponerme a comerle el culo y tomarme mi calentita leche de polla. Un rato después la puse a mamarme la polla deslechada.
. - por cierto, me llamo Salvador -dije en aquel momento tan placentero para mí-.
. - yo, Clara. ¿Sabes que eres el primero?
. - cuéntame otra trola. Seguro que has dejado más de una polla seca allí de donde vengas.
. - no podía, con la tutora siempre vigilando. Te lo juro. Has sido la primera vez que me montan y la primera mamada que le he hecho a un tío. ¿Lo he hecho bien?
. - de puta madre. Ahora termina el trabajo y déjame la polla como los chorros del oro.
Continuó mamándomela hasta conseguir el objetivo.
. - gracias, muy limpia la has dejado. Ahora déjame a mí.
La senté sobre el tronco y me metí entre sus piernas. Olía a gloria bendita. Con la lengua la puso a correrse de lo lindo. Cuando dejé de hacerlo, habíamos disfrutado los dos, cantidad, pues tenía un chochín de lo mejorcito que me había comido la última semana.
. - regresemos o la vieja vendrá a buscarte -dije-.
. - tienes razón. Gracias por desvirgarme, me ha dolido un huevo, pero he pasado la prueba, ¿no te parece?
. - ¿prueba?, ¿qué prueba?
. - me hice una apuesta conmigo misma de que saldría desvirgada después de este viaje y así ha sido.
. - bueno, pues me alegro por la parte que me toca. Anda, vete ya.
. - te recordaré toda mi vida.
Me besó y se fue hacia el carromato. Dejé que pasara un ratito. Mauricio vino hacia mí y me comí su polla. Dejando luego que me la enterrara en el culo. No dejé que se corriera allí, sino en mi boca, que tragué rápidamente, pues ya estaban llamando desde el carromato para proseguir viaje.
Después de tres paradas más y otras tantas folladas a aquella pequeña puta, a cada cual más experta por parte de Clara y nunca descargando en su coño precioso, nos separamos. Ella continuó en el carromato y nosotros adquirimos un par de caballos para montar y un tercero como mula de carga.
Marchamos al sur a paso de burro, como si dijéramos. No había prisa de matarse corriendo, pues el tiempo estaba que daba pena. Una borrasca se vislumbraba a lo lejos y seguro que nos iba a caer encima si no encontrábamos alguna fonda por el camino.
Por suerte, aunque no vimos una fonda, sí había un carretón tipo familiar. Lo encontramos fuera de la carretera, sin nadie a la vista, ni siquiera tenía caballos que la arrastraran. Mauricio y yo nos miramos, pues no era normal.
Con precaución descendimos de los caballos y muy atentos con la mano en el sable, inspeccionamos la carreta XXL. Lo que había dentro no era para damiselas flojas de ovarios.
. - la madre de mil putas -dijo un Mauricio muy fino él a punto de seguir soltando blasfemias de las suyas- están todos muertos-.
. - Dios, qué carnicería, al menos hay 6 cuerpos.
Aquello era un matadero humano. Conté por encima y llegué hasta seis cuerpos, unos encima de los otros, muertos de diferentes maneras. La ropa estaba tirada aquí y allá. Un corsé de una dama estaba en la cara de la mayor del grupo. Era de esos corsés que cuando te los ataban, tenías que ir recta como un palo, pues no te dejaban ni respirar siquiera. Además del corsé, los muy bestias les habían metido a las dos chicas más jóvenes un bastón a cada una en sus partes hasta enterrárselo no menos de treinta centímetros y allí se los dejaron. Hijos de la gran chingada, si cogía a aquellos desalmados, les haría lo mismo o peor.
. - ¿qué hacemos, amo?
. - no podemos hacer mucho, sino enterrarlos como podamos. Estamos en un lugar que dista mucho de cualquier pueblo cercano. No podemos abandonarlos, ni ir por ahí con el carromato lleno de muertos, no solo por el olor, sino que nos podrían tildar de ser los asesinos y eso no me agrada en absoluto.
. - son muchos agujeros, amo Salvador.
. - lo sé, querido. Por eso, mientras los voy bajando, busca un sitio donde podamos meterlos y que las alimañas no puedan comérselos.
Mauricio asintió y fue a inspeccionar los alrededores. Yo fui sacando los cuerpos. No solos los habían matado, a las mujeres, que estaban medio desnudas, las habían violado salvajemente. Entre ellas había un par de chicas, de unos 13 años una y otra de unos veintitantos.
Cuando había sacado a la mayoría y solo me quedaba uno, un chico de unos 20 años, llegó Mauricio.
. - a unos veinte metros hay un hueco entre dos grandes rocas. Es lo mejor que he encontrado.
. - tendrá que servirnos. Ayúdame con el chico para sacarlo, estoy agotado.
Mauricio se subió al carromato XXL y lo cogió por los hombros. Yo, de los pies, tiré de su cuerpo. No pesaba demasiado, pero si lo suficiente para que a Mauricio se le resbalara de las manos y callera como un plomo sobre el piso del carromato.
Antes de echarle la bronca a Mauricio, un quejido de dolor salió de la boca del chico que creíamos que estaba muerto.
. - amo, aún está vivo.
. - eso parece, Mauricio. Vuelve a cogerlo y pongámoslo recostado sobre el asiento. Ahí estará más cómodo.
Una vez en el asiento, le puse el oído en el pecho y confirmé que respiraba, aunque no muy bien, pero estaba vivo, sin duda.
. - tiene un disparo bajo el brazo. Parece que la bala salió. Acércate a mi alforja y trae lo que tengamos para curarle, pronto.
. - si amo.
Le quité la camisa ensangrentada. El chico se dolió cuando lo alcé un poco. Su frente ardía, pero casi no se movía. Solo su leve respiración me decía que aún seguía vivo, no sabiendo cómo, pues sin duda, había perdido mucha sangre.
Mauricio llegó con lo que teníamos de productos curativos. Cogí un ungüento y se lo puse por ambos agujeros de la bala. Sabía que aquello era bueno, pues ya una vez tuve que usarlo al recibir una bala en uno de mis combates a pistola con un cornudo. Cuando me tocó disparar y viendo que era un pobre inútil, disparé sobre un árbol cercano. No valía la pena matarlo, ya bastante tenía con tener en casa a una puta como para encima se quedara con la fortuna del cornudo.
Volviendo con el muchacho que yacía entre Mauricio y yo, lo tapamos con una de nuestras mantas y lo dejamos descansar. Si había aguantado hasta ahora, debía hacerlo un poco más si quería salir de ésta.
. - ocultemos los cuerpos de los demás, Mauricio. Espero que el chico aguante.
Entre los dos trasladamos los muertos al lugar de su entierro definitivo. Nos costó un buen rato, pues no era tan cerca como había dicho mi criado y guardaespaldas, pero tampoco le iba a echar la bronca por esa nimiedad.
Una vez entre las dos rocas, llenamos el hueco con más rocas hasta tapar todos los cuerpos. Solo las hormigas y gusanos se podrían dar un atracón con ellos.
(Parte 6 de 31)
FIN